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ortología clasica
DE LA
LENGUA CASTELLANA
FDIÍDADA EN LA AUTORIDAD
DE CÜflTI^OCIEflTOS POETAS
POB
D. FELIPE HOBltES DÉGflílO
í»iiesbit:sh.o
CON UNA CAETA-PRÓLOGO DEL
Excmo. Sr. D. Marcelino Henéndez y Pelayo.
Precio; DIEZ pesetas.
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MADRID
MARCELIANO TABARÉS, IMPRESOR
7— Calle de Trujillos- 7.
1905
Kl a.-u.tor se resenra
tod.cs los dereclics
d.e propied.a.d. q.-u.e
las leyes ccnceden.
AL EXeELENTiSIMO SEÑOR
DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO
Si el interés y atención con que desde los principios recibió la
noticia de mis investigaciones , y la benevolencia y agrado con
que después me animó á proseguir y terminar esta obra, no fue-
ran razones sobradas para que este libro se diera á la pública
luz bajo el ilustre nombre de V. E.; forsáranme á ello, sin duda,
la estima de sus talentos y la sincera admiración que siempre
me inspiraron sus prodigiosos trabajos.
Nadie, en verdad, podrá disputar el derecho de ser Mecenas
de este ensayo de Ortología Castellana al genio sublime, que ante
propios y extraños tan alta sabe poner la gloria del hermoso
idioma de Lope y Cervantes.
Dígnese V. E. aceptarle como testimonio del cordial agrade-
cimiento y profimda admiración que le profesa su afectísimo
Capellán y s. s.
Q. B. S. M.,
(¿^etlhe QJZoó'tet J0éaano.
PDro.
Madrid, 8 de Mayo de 1905, trecentenario de la primera edición </^ El Quijote.
Sarta del Bxcmo. Sr.
D. CQaííeelino CDenéndez y Pelayo
Sp. D. Felipe I^obles Dégano, Presbítero.
Mi apreciado amigo:
Aunque muy rápidamente, por no consentir otra cosa mis
ocupaciones, he recorrido el tratado de Ortología y Métrica cas-
tellana que usted publica, y que me propongo estudiar con el de-
tenimiento que reclama la importancia del asunto y el método
enteramente nuevo con que usted discurre sobre él.
Este método es, á mi juicio, el único rigurosamente científi-
co, pues no parte de hipótesis arbitrarias, como en tantos otros
prosodistas; ni de la impertinente aplicación de las reglas de la
métrica antigua á la nuestra, sino que induce sus leyes de la ob-
servación del uso de Castilla y de la práctica de los buenos poetas
de todos tiemi30S, estudiados, no ocasionalmente y en tal ó cual
pasaje, sino en el cuerpo entero de sus composiciones, ó en el
mayor número de ellas, diligentemente escudriñadas verso por
verso. Si alguna vez se engañare el autor por no haber podido
consultar las ediciones originales, sino únicamente el texto de la
colección Rivadeneira, que en muchos casos dista de haber sido
críticamente fijado, es tanto el número y variedad de ejemplos
libres de toda sospecha de error ó adulteración tipográfica, que
bastan en este caso para establecer la regla, y para dar base po-
sitiva á nuestra ortología, enderezando el uso vicioso y restable-
ciendo el legítimo. Sería preciso escribir un libro tan nutrido y
voluminoso como el de usted para apreciar cada una de sus con-
clusiones; pero creo que desde luego puede afirmarse que gracias
á esta obra, capital en la materia, dejará de ser un laberinto la
VI
teoría de la recta pronunciación de nuestra lengua, y de las leyes
de nuesti'o ritmo, como todavía lo era, á pesar de los beneméñtos
y muchas veces afortunados esfuerzos de Sicilia, Bello y los tra-
tadistas que les han sucedido.
Sii'ven, además, estas investigaciones para resolver curiosos
pro}">lemas de historia lingüística y literaria. Gracias á ellas pue-
den seguirse las modificaciones de nuestra pronimciación á tra-
vés de los tiempos, apreciarse el influjo de las escuelas poeticéis
y de los autores más señalados, y hasta rechazarse por razones
ortológicas la falsa atribución de algunas obras, como usted nüs-
mo lo ha hecho respecto de las comedias Cautela contra cautela y
Los Amantes (le 1er uel que se han imj)reso á nombre de Tirso de
Molina, y la titulada Primero es la honra que el gusto, la cual
figura sin razón en el teatro de Rojas.
La erudición de buena ley que en todo el libro de usted cam-
pea, el profundo conocimiento que muesti'a de las dos prosodias
latina y castellana, sin involucrar torpemente la una con la otra,
la sencülez apacible de su estilo, y sobre todo la claridad -y or-
den lúcido con que expone tan complicada y sutü doctrina,
amenizan en todo lo posible una materia que de suyo es árida, y
que sin duda por eso casi nadie estudia formalmente, ni era fácü
de estudiar en la mayor parte de los tratados que teníamos. En-
tregada, pues, la prosodia al empirismo de los versificadores, que
por lo general desdeñan ó descuidan la lectura de nuestros poetas
(le la edad clásica, únicos maestros y guías en esta parte, no han
I »odido menos de transcender á nuastra métrica todos los resabios
y corruptelas del mal uso, imposibles ya de reformar algunos de
ellos.
^lucilo ])U«Ml('n contribuir, sin embargo, á una saludíible re-
forma trabajos tan s(')lidos y bien meditados como el de usted,
por el cual de nuevo y muy cordialmente le felicita su amigo
M. Menéndéz y Pela yo.
MnHriff í fir Junio rlr lUíK',.
flDYERTENem HL LECTOR
Esta obra forma un cuerpo de doctrina, cuyas aserciones van todas ló-
gicamente enlazadas entre sí, y fundadas unas sobre otras, como las ediñ-
caciones materiales. No será, pues, difícil que el curioso lector, si se con-
tenta con libar de aquí y de allá, no entienda bien lo que digo, ó no com-
prenda la fuerza de las demostraciones. Por esta razón, me has de dispensar,
lector amable, que te advierta ó aconseje que leas desde el principio; y que
si hallas alguna palabra que no entiendas, acudas al índice alfabético que
pongo al final del libro, donde hallarás el número ó párrafo en que doy la
definición y explicación de lo que allí buscares.
INTRODUCCIÓN
I
Rason de esta obra.
La primera vez que la Real Academia Española habló de Ortología, fué
en la edición del año 1870, y he aquí la advertencia que estampó en el prólo-
go (pág. XV):
«En cuanto á la Prosodia, será bien advertir que es la primera que publi-
ca la Academia, y que en medio de lo variable y movediza que de por sí es
naturalmente la. jjronuncmcion; fenómeno perceptible tan sólo para el oído;
y en medio de lo mucho y discorde que sobre Prosodia se ha escrito, ha
juzgado este Cuerpo literario que debía limitarse á consignar lo más esen-
cial acerca de la Ortología alfabética (letras, sílabas, diptongos y tripton-
gos), la acentuación y la cantidad. La Academia no renuncia, sin embargo, á
nuevos estudios sobre esta materia difícil, é irá mejorando sucesivamente su
obra».
La materia es en verdad difícil é intrincada, y la obra presente es un
estudio nuevo para llegar á conocer y formular las verdaderas leyes ortoló-
gicas de nuestra lengua. Si lo que yo aquí escribo es la verdad, ella sola
basta para refutar y corregir los errores hasta el día de hoy corrientes en
varios libros: por tanto, me abstendré de criticar los errores ajenos cuanto
me sea posible.
II
La ley ortológica.
La ley ortológica general es el icso, según el famoso dicho do Horacio:
el arbitro, la norma y la ley del lenguaje es el uso.
Penes quem arbitrium est, et jus et norma loquendi.
Pero como el uso es muy diverso en distintas regiones y tiempos, con-
viene ante todo asentar un principio, que pudiéramos llamar de presuposi-
ción, y es el siguiente: JEl uso legítimo es uno solo. lúa. razón es que la lengua
castellana es una sola, y la pronunciación legítima y verdadera en cada len-
gua es también una sola. Dos pronunciaciones distintas no pueden ser igual-
mente eufónicas, ni igualmente connaturales. No igualmente eufónicas,
porque las leyes de la eufonía no son arbitrarias en cada lengua, y en lo
que es natural, toda alteración es cosa violenta. No igualmente connatura-
les, porque la naturaleza obra siempre determinada á un solo fin; y así no
pudo suceder que la lengua castellana al desarrollarse y perfeccionarse ten-
diese á la vez igualmente á dos pronunciaciones diversas.
No Imy, pues, más que uu modo legítimo de pronunciar el castellano, á
saber, acjuél á que marchaba naturalmente determinada nuestra lengua en su
desarrollo y porfeccionamionto. Y esta unidad de la pronunciación no sólo
se demuestra a prior i por las razones dichas, sino también a posteriori por el
hecho. Cuando el lector haya leído esta obra, verá cómo al llegar la lengua
á su perfección en tiempo de Cervantes y Lope, llegó también la ortología
á su mayor grado de unidad, universalidad, eufonía y pureza: verá que la
pronunciación á que iba naturalmente determinada, no es una cosa arbitra-
ria, sino conforme á leyes generales, que aunque no fuesen conocidas explí-
citamente, no por eso dejaban de ser leyes; como no dejaban de serlo las
del movimiento del sistema solar aun antes que el famoso Keplero las des-
cubriera y formulara.
III
El uso de Castilla.
Ya en 1870 la Jíoal Academia lijó como ley de la pronunciación la de las
personas cultas de Castilla. He aquí sus palabras:
«Debe tenerse entendido que en todas aquellas reglas prosódicas que sólo
pueden comunicarse de viva voz, y practicarse imitando ¡o que se oye, con-
sideramos como norma ó modelo de pronunciación y acentuación, las de la
gente^ culta de Castilla». Lo mismo ha repetido en todas las ediciones poste-
riores '^págs. 322 y ;356).
Disrutamos un poco este asunto.
1." ¿Quó reglas son las que sólo pueden comunicarse de viva voz ó por
imitación? Digo (jue son todas y solas aquellas que hasta el día de hoy no
han podido formularse explícitamente, y suficientemente demostrarse.
2." ¿Y (|uc reglas explícitas y demostradas tenemos en castellano? Digo
que tratándose do diptongos, ninguna hasta la fecha; porque las reglas que
la Real Academia estampó en la edición de 1880, necesitan distinción ó son
inútiles, según demostraré en esta obra (1). Y advierto que según se des-
(1) LaH rAjfl'^'' ''''/'M y radi una «lo la Ortolocia pro.sódica y silábica son propiainonto mias, puaa las
bo <lo»rubiorto 8in auxilio do nadio, ni las habia leído on parto aleruna. El año líWil, al ooinonnar á o«-
rribir mi olira, compriV la Ort<il<i(;ia ác Bollo, íi (juíod cito mucbíis vocos, casi sii<inpro para rofiitarlo.
Y» imcrit» toda la obra, y prnpiirada para la impresión , fui varios días á la Bibliotooa Nacional , & on-
torarinf! do otra» obras ortológicas; y en honor do la verdad ho do dü<'ir (luo las leyes ortosilálu'biu por
mi donn'iibiurtan en los poetas, coinciden con las formuladas por Sicilia, y en parte también con laa
de Benoi.
T<a obra do Sicilia ( 1H27) tinno cosas mny buenas; poro os un trabajo infeliz por laR causas sifruientns:
1.* La admisión do los tros acentos, airudo, gravo y circuntlojo.
2. La división que baco do his sUabaH on largas, más largaM, Iirovos y más breves.
3.* La mnxcla d<> la prosodia vorbal con la fio los nombres.
4.* La mn/rla d« la ortología prosódira con la silábica.
Ti. La innunmn tnult it ud do reglas y oxcopoioiios, por ompoñarso cu dar reglas para dotermioar ol
aronto <>n todos ln^ viioiibios.
6." La gratuiíla/l d« las allrmacionos, puon no prunba nada.
, Los ni» poros orroros (|uo onsoña, al ludo do muchas vorilados que su lino oido descubre.
H. Las liiiiitaciiitiosTrooiinntr») qiin pono on las reglas, tlioiondo, v. gr., alguna», rúirtoM... ain daolr
rnalmi m ourtiitas s»n las palabras romproncli la.H on cada alirmacion.
H. I<a infinita divisiDti on reglas y oxcopcionos para cada combinación do vocales, según la posi-
riAn Qoo orupa nn ni vocublo.
10.^ La falta r|<. síntesis on toda la obra.
íil I'' ',''"f "'"» »|>>ioaeion que haco d„ I» |oy de las inflexiones y derivaoionea tónioaa.
IH. i<a rnriiia dn dialogo (lun omplnií.
Ka decir, qoo para sabor si lo que afirma Sicilia es verdad, ó no, es necesario uo estudio como el que
prnannto on esta ni, ra.
prende del texto de la Real Academia, y lo confirma la razón, una vez que
se demuestre la verdad de una regla, no hay que buscar otra norma dife-
rente, si no queremos ponernos en contradicción manifiesta. Por consiguien-
te, el lector que no esté conforme con las reglas que estableceré, no tiene
derecho á quebrantarlas mientras no demuestre su falsedad. Sin embargo,
el día que cualquier ortólogo salga por ahí con un nuevo sistema ortológico
diferente del mío, pero más lógico, más universal, más antiguo, más clási-
co, más vulgar, más eufónico, más fundado en la naturaleza de la lengua y
«n la tradición y el uso; aquel día retiro mi obra para dar lugar á la de mi
adversario, como se esconde el murciélago al rayar el alba. Mas tenga en-
tendido el lector que no basta decir \ es menester ^ro&ar y discutir las cosas
con todo rigor l''gico.
3.° Convenimos, pues, con la Real Academia en que si hay leyes explíci-
tas verdaderas, no sSlo no es necesario, mas ni se debe en modo alguno
atender al uso de ninguna región de España ó fuera de ella, en cuanto este
uso sea contrario á la regla. En lo demás, es decir, á falta de reglas verda-
deras y explícitas, convengo también con la Real Academia en que la nor-
ma de la pronunciación y acentuación debe ser el uso de las personas cultas
de Castilla. Es cosa inaguantable que algunos no castellanos se burlen de la
pronunciación de Castilla, quebrantando, sin razón suficiente, la ley de la
Academia. De aquí resulta que el castellano reprendido en su pronuncia-
ción, ignorando que ella es la más correcta, y que aunque no lo fuera, está
sancionada por la Academia, comienza por dudar de la legitimidad de ella,
y por librarse de reprensiones y burlas, acaba tristemente por abandonarla,
corrompiendo así inconscientemente la pronunciación pura y correcta de
Castilla. Nunca he podido yo entender con qué cara se atreve un extraño á
corregir á un castellano, acaso más culto y docto que él, precisamente en lo
que debiera tenerle por modelo.
4.° ¿Qué se entiende por Castilla? La Real Academia no distingue entre
Castilla la Nueva y la Vieja, y creo que tampoco debo yo distinguir. Sin
embargo , voy á hacer tres observaciones.
A) Algunos quisieran que por Castilla se entendiese principalmente
Madi-id; pero dicho sea con perdón de los madrileños, no me parece que
Madrid pueda ser norma tan segura del lenguaje, como otras ciudades más
pacíficas: pues como en la corte hay tan diversos elementos, es mucho más
fácil que se con'ompa en ella la pronunciación, que no en otros puntos de
Castilla. Hablando de Madrid decía Argensola (Bartolomé):
Como aqui de provincias tan distantes
Concurren ó por gracia ó por justicia
Diversas lenguas, trajes y semblantes,
La obra de Benot no es tan buena como la de Sicilia. Es verdad que prueba sus aserciones con más
ejemplos, y que expone muy bien las dos reglas primeras de mi ortolosfia silábica; pero en lo demás
es mviv vago, y puede decirse que no da regla alguna fija. Esto, unido á la forma de cartas que da ásu
obra, a la difusión de su estilo, á la singular terminología que emplea, y á las raras teorías sobre el
viaje del acento y el subpunto, hacen que el trabajo de Benot sea de poca utilidad práctica.
Asi, pues, imprimo mi obra tal cual la tenia escrita el dia que leí á Sicilia. Lo que de éste y Benot
crea necesario ó conveniente añadir, lo haré en notas.
— 4 -
Necesidad, favor, celo, codicia.
Forma tumulto, confusión y priesa
Tal, que dirás que el orbe se desquicia. (310).
B> Desdo muy antiguo se tuvo á Toledo por el tipo de la lengua caste-
Hana. Regla é mermira de ¡a lengua cuentan que la llamaba el Rey Sabio; y
sÍTi (Inda á esto alude Lope de Vega (2.° 444):
Dicen que una ley dispone
Que si acaso se levanta
Sobre un vocablo porlía
De la lengua castellana,
Lo juzgue el que es de Toledo.
Y el toledano Hojas en su comedia Lo que son mujeres (205) pone en bocjv
«lel gracioso esta arenga á un talaverano:
Y pues sois de Talavera
Donde hablan tan bien, hablad
Un poco más vidriado
Y pintado un poco más.
C) Si hubiéramos preguntado á D. Vicente de la Fuente, liombre (al
parecer) conocedor del lenguaje de varias regiones de España, creo hubiera
respondido, á pesar de ser aragonés, que la región típica del castellano puro
es la tierra de Santa Teresa. «El lenguaje de Lope, Corvantes, Antonio Pé-
rez y Quevedo (escribe el autor citado), no es el familiar de Castilla la Vieja^
sino el de Castilla la Nueva y de la Corte. Por el contrario, el do vSanta Te-
resa es el tipo puro y castizo del castellano neto del centro do España ( del
riñon de Castilla me hubiera atrevido á decir, si no temiera lastimar ciertas
oi-ejas puras), tan remoto del culteranismo académico y cortesano, como del
lenguaje charro y sayagués.» (t° Lili, pág. XII dol prólogo).
Ahora bien, siendo la pronunciación el principio vital del idioma, anadie
dobe ocultarse que allí donde el lenguaje castellano se conserve más puro
y perfecto, allí también será más pura y perfecta la ortología. Ojalá en to-
das partes fuese la pronunciación tan correcta como realmente lo es en Avila
y Valladolid (1).
•j" r.Qwé se entiende por gente culta de Castilla? La K. Academia, en su
edición de 1K70 (pág. 307) SO limitó pmdentemente á decir que se debe se-
guir el uso (¡r las personas doctas y bien educadas. Yo, para no meterme en hon-
duras, sólo añadiré íjue esas personas doctas y bien edm'a<las, deben serlo ó
la r/istelhnui.
Ahora llagamos una observación. Si se tratara de crear \m idioma, no ne-
eositaríamos averiguar á qué debemos atenemos, sino soncil lamento conve-
nir en lo que se nos antojase. Pero tratándose de conservar una lengua per-
fecta, ó do reformar una ron'ompida, entonces la razón natural dictna qno so
tomo como ley lo (\nn la misma lengua i)ide según su estado perfecto. Pues
(1| Sioilia, ijiiP or» nnHaliiE, flir»> qnr ol tipo dol rimfolliino puro en fl •\f Cüstill* I« Vifjii.
"éste es, ni mas ni menos, el fin de esta obra: poner á la vista las leyes ins-
tintivas que guardó la pronunciación de nuestra lengua en su estado per-
fecto, las cuales son las mismas que deben sostenerla en su nativa perfección
y belleza, y preservarla de corruptelas.
Este es el uso racional que debe seguirse; no el uso caprichoso de una re-
gión ó de una persona particular; ni el uso contrario á las tendencias natu-
rales de la lengua; ni el uso que en vez de perfeccionar, afea; en vez de afijiar,
corrompe; en vez de unificar, divide y confunde. Porque «no siempre el uso
afina y perfecciona las lenguas, sino tal vez menoscaba y desfigura sus be-
llezas.» (R. Acad., ed. de 1880, pág. 358, nota). En el uso hay que distinguir
dos cosas: el hecho y el derecho. Cuando todos los que hablan una lengua
toman un uso repugnante á la naturaleza ó á la perfección de ella, claro es
que de hecho prevalece el tal uso; pero éste no tiene derecho á subsistir, á no
ser que se quiera alterar la lengua, ó se trate de un caso particular que no
hace regla, y aun entonces es menester que se conozca y sepa que es una
rareza, y que la admitimos por capricho. Tal sucede con los solecismos á
ojos vistas y á pie juntillas. Mas si se trata de reglas falsas, admitidas ó segui-
das p'or ignorancia ó error, paréceme que entonces, una vez advertido el en-
gaño, debemos corregirlas á todo trance, si queremos conservar la lengua en
su perfección y belleza.
Con estas restricciones admito el dicho tan llevado y traído de Horacio:
sin ellas s lo le admito mientras la lengua se está formando, y no cuando
ésta ha llegado á su perfección.
Abrigo la confianza de que las reglas ortológicas que en esta obra for-
mulo son la expresión del instinto eufónico de nuestra lengua en su estado
perfecto. Resta que todos los amantes de la corrección de nuestra lengua se
den con ahínco á usarlas y defenderlas: nadie se acobarde; el uso empieza
por pocas personas. Recuerdo á este propósito el gracioso diálogo entre don
Domingo y el sombrerero, en la comedia de Alarcon No hay mal que por bien
no vejiga.
D. DoM. ¿Yo mandé
Hacer coroza ó sombrero? D. Dom.
SoMB. No hubiera desagradado
A ninguno sino á vos:
Que es pintado, vivo Dios. Somb.
D. Dom. Pues no le quiero pintado, D. Dom.
Sino á mi gusto y de lana.
SoMB. Este es el uso que agora
Está valido en Zamora.
Esa es razón muy liviana.
¿Cualquier uso no empezó
Por uno?
Si.
¿Pues por qué
Si uno basta, no podré
Comenzarle también yo?
IV
Los Poetas.
Que los poetas son en algún modo ley ó norma de la pronunciación es
cosa muy clara y que no se puede negar razonablemente. Las Prosodias
griega y latina se han sacado, como todos saben, de los versos.
— 6 —
Hermosilla en su Arte de hablar (3." ed., pág. 452) dice: «Indudablemente
loB poetas son los que fijan la prosodia en todas las lenguas.»
El Sr. Menéndez y Pelayo, á quien por carta indiqué el plan de mi obra^
me contestó entre otras cosas lo siguiente: «El método, por lo que Ud. me
indica, me parece excelente y seguro, puesto que las reglas de la prosodia
han de fundarse en el uso constante de los poetas, y no al revés.»
Y aimque no tuviéramos otras razones, bastaría la autoridad de la Real
Academia, que en su Gramática de 1880 (pág. ;i.31) ensena que la piedra de
toque para comprobar Ja fina ley de muchos principios y fundamentos prosódicos,
nos la dan los versos, por la razón poderosa de estar sujetos á ritmo, acento y me-
dida.^>
En efecto, si establecemos reglas contrarias al uso constante de nuestros
poetas, es lo mismo que condenarlos á todos de incorrectos, y no creo habrá
español que pretenda tan grande temeridad. Con eso corromperíamos nues-
tra lengua tradicional y clásica. Pero he de advertir que los versos, á lo
menos en castellano, son un signo revelador de la ley, mas no son formal-
mente la ley misma. Los poetas no han fijado arbitrariamente la prosodia;
sino que amoldándose á las leyes instintivas de la Ortología, reflejan en sus
obras esas mismas leyes con el grado de fijeza qne tenían en su país y
tiempo. El uso de un poeta en tanto puede servir de norma, en cuanto esté
ajustadp á las leyes superiores del lenguaje, las cuales leyes no pueden co-
nocerse por el uso de un poeta aislado, sino por la comparación de unos con
otros, pertenecientes á diversas épocas y regiones, y ])or el estudio del desa-
rrollo histórico de la morfología, sin perder de vista las leyes eufónicas del
oído y las mecánicas de la emisión de la voz.
Fundado en estos principios acometí en Enero del año 1896 la ardua la-
bor de leer y medir todos los versos de la colección de autores clásicos más
completa que tenemos en castellano, que es la de Rivadoneira. Aparte del
tomo LVIl ' Poetas anteriores al siglo XV) que no he leído, porque aquellos
versos tienen una forma bastante imperfecta, quedan todavía treinta tomos
enteros, y buen número de páginas en otros, como en los tomos de Cervan-
tes, Fr. Luis de León, los Moratinos, Quintana y las Curiosidades Biblio-
gráficas. Mucho siento la falta de los poetas del siglo XV', de los dramáti-
cos anteriores á Lope, la escasez do Autos Sacraménteles y los muchos
tomos que faltan del insigne Lope, una de las más firmes columnas do nues-
tra Ortología. Pero muchas do estas cosas son para mí imposibles de adqui-
r r, y por otra parte tengo la seguridad de que todo lo que falta en la Bi-
blioteca do Rivadeneira no es suficiente para desvirtuar ni aun la más
insignificante de mis reglas, aunque en ello se hallaspii (que do seguro no s(»
hallarán) iiiUf;hos ejemplos en contra. El éxito ha superado mis esperanzas»
y hoy pundí» decir con tanto derecho como el mecánico de Siracusa: eureka,
hornos hallado lo que buscábamos: la Ortología castellana no será ya un se-
<Teto iiiipí'jK't '.abln.
V
Dificultades.
Contra el principio que acabamos de establecer, hemos oído varias difi-
cultades.
1.* Que los poetas no conocían ley alguna explícita: por tanto, ni pu-
dieron observarla, ni reflejarla en sus escritos. Respondo: pase el antece-
dente, y niego la conclusión; pues para observar una ley física ó artística
no es siempre necesario conocerla. Para cantar á compás y afinar los soni-
dos no se necesita saber música, ni manejar la batuta, sino tener buen oído.
2.* Que los poetas no están sujetos á ley ninguna (aun conocida), y por
consiguiente, pueden usar de las palabras según les convenga. Respondo
que esto es una barbaridad, y para muestra ahí va la siguiente ridicula com-
posición de Jáuregui á Santa Teresa (149):
Musa, si me das tu ardiente
Furor, de la Santa mia,
Con tu buena licencia
Alta espero cantar mente.
Y si por hacerme injuria
No me le das, ruego al cielo
Que procure alcanzármelo
De la eterna Sabiduría.
En su niñez me edifica
La fiel ansia de morir
Por Dios, y de ser mártir
En las regiones de África.
El trazar en sus jardines
Ermitas, bien como si
Que llorar tuviera alli
Algunos ella crimines.
Asi preparó el contrito
Pecho con tantas acciones
Hasta retirarse al mones-
Terio y tomar el habito.
No hay retórica que pinte
La del alma bateria
Que sufrió con constancia
Por años casi veinte.
Contadnos, Teresa, vos
Eeta batalla: que pues
Vos misma la sentistés,
Contarla será menos.
Alü fué el amar con veras,
AUi resistir con brío
Al astuto demonio
Que en mil os tienta maneras.
Triunfasteis del veces mil,
Y Dios premió vuestra fe.
Viéndola tan perseve-
rante en lo más difícil.
Fué después el infinito
Gozo tan colmado ya,
Que vos de humildísima,
Xo le dábades crédito.
Mas Dios que era vuestra guardia
Y os víó con recelos tales.
Patentes muestra señales
Que alientan vuestra cobardía.
Fué, pues, una dellas, que
Bajó de los cielos, y
De ser vuestro esposo fi-
Delisimo os dio su fe.
Y asi no queriendo ya
Ver más vuestro espíritu,
Cual Pablo dijistes: Cú-
Pio dissolvi, et caeterá.
Vuestra demanda aceptó
(Por ese daros placer)
Dios, á quien no ha menester
Que mu- (se lo rogiiéis) chó.
Dado fin á vuestra vida,
Y con ella á toda tris-
Teza al cielo volastis,
Como paloma candida.
Vea también el lector lo que digo en el libro segundo de esta obra, ca-
pitulo VI.
- 8 -
.'i.* Que los poetas no guardaron de hecho ninguna ley. A esto se res-
ponde con toda esta obra.
4.* Que los poetas, por lo mismo que muchas veces se ven obligados á
usar de licencia, no pueden revelamos ciertamente las leyes ortológicas.
Rpspondo que esta es otra ocurrencia gratuita del adversario, nacida de su
ignorancia. Así, pues, niego el supuesto. Supone el adversario que no es po-
si])le conocer lo que es licencia y lo que no lo es; y eso alguna vez es ver-
dad: pero es falsísimo que nunca puede conocerse. Cuando, por ejemplo,
HeiTera (Fernando) dice siempre glonoso, impío, onente, creo ^íjue el lector
no negará que eso no es licencia en Herrera, sino indicio bien claro de que
así hablaba él; pues cado uno escribe como habla, y habla como piensa. Ade-
más las licencias, de suyo (per se) han de ser menos numerosas que los ca-
sos correctos; aunque por alguna circunstancia (per accidens) pueden al-
guna vez ser más numerosas: y esa circunstancia también puede conocerse
y determinarse, según verá el lector en esta obra.
VI
Otras dificultades quizás gravísimas encontrará esta obra al salir á luz.
Muchos, especialmente los que se tienen por doctos, se resistinin á refor-
mar su "pronunciación. Masy o no pretendo, lector amable, imponerte mi
sistema: si te parece razonable, eufónico y l'gico, y le aceptas, me ale-
graré: si te parece malo, y no le admites, lo sentiré; pero me consolaré
con la persuasión (jue abrigo de haber hecho por la Ortología de mi lengua
más que muchos ortólogos, y que si se corrompe y afea, no es mía la culpa.
También yo he tenido que corregirme en algunas cosas, y mudar de opi-
niones, pues ni yo mismo sabía lo que ahora te demuestro. Cosa dura os te-
ner que confesar la ignorancia ó mudar de costumbre; pero eso nos sucede á
todos. Ojalá tuviésemos siempre valor para dejar las preocupaciones erró-
neas y atenernos á lo mejor.
Ningún principio entró sin pesadumbre,
Y ésta no os tanta que me desanimo
Do vorla convertir presto en costumbre. %
Porf|uo si un loño verde suda y gime,
Sólo padece mientras (juo lo tuesta
El fuego, hasta que en él su forma imprime;
Y á la materia fácil y dispuesta
No la combato, como á la robusta,
Que porque se hace íuorte, la molesta.
(Argonsola B. 310).
l'ambion ¡i muchos se hiini posada la monotonía y Ijajoza del estilo, quo
no puede sor otra cosa, dado el carácter do la ol)ra y mi poca facundia. Y
como ocurrirá muchas voces quo á causa do la multitud do citas no podré
ponerlas todas, (piioro que el lector tonga en mí absoluta confianza do quo
no he do engañarle á sabiendas: y así declaro desde ahora que los datos y
- 9 -
números que yo estampare, son ni más ni menos los mismos que tengo en
mis apuntes, los cuales están hechos con el cuidado que cualquiera de mis
enemigos pondría en buscar ejemplos para combatir mi obra.
Yo he hecho lo que he podido:
Fortuna, lo que ha querido.
(Quevedo, 301).
ADVERTENCIA
El modo de citar que tengo es el siguiente: Cuando no expreso el tomo,
se entiende que es el notado en el catálogo siguiente : y las virgulitas ' y "
expresan las columnas 2.* y 3.* de la página, la cual ya siempre en número
arábigo. Ejemplos:
Moreto,250'
quiere decir: Moreto en su tomo, que es el xxxix, según consta en el catá-
logo; página 250, columna 2.*
Lope, 2.M05"
Lope, en el tomo 2° de sus comedias (tomo xxxiv de la Biblioteca), página
406, columna 3.*
Moreto, xiv, 572
Moreto, tomo xir de la Biblioteca, página 572, columna 1.*
A veces hay más de un ejemplo en una sola página, y en distintas colum-
nas: entonces omito las vírgulas, pero expreso el número de ejemplos
(his, ter, etc.)
Catálogo alfabético
de los poetas que he de sitar en esta obra.
Nota. — La n significa nació; y la m, micrió.
Tomo
Acevedo (el Dr. Alonso de) poeta épico: n. cerca de Plasencia, donde fué ca-
nónigo: su poema Z/rt Creación salió á luz en 1615. Gran poeta y ortólogo
do primer orden en casi todas las materias XXIX
Acuña (Hernando de), lirico de la primera mitad del siglo xvi XLII
Aguílar (Gaspar de), dramático: n. Valencia: escribió por los años 1600-1622. XLIII
Ahumada (el duque de), lirico. n. San Sebastian, 1778: general del ejército
español: m. Madrid, 1842 LX VII
Alarcon (D. Juan líuiz de), dramático eminente: n. Tasco (Méjico): obras,
de 160Í-1635: m. Madrid, 1639. Este es el príncipe de nuestros ortólogos,
como se demostrará matemáticamente. Además óiganse los siguientes
testimonios. «Dicción purísima, estilo en general torso y limpio... facili-
dad y gracia en la versitícacion, sin incorrección ni desaliño.» (Martínez
de la Rosa). -Superior á todos en la corrección del estilo... Lenguaje es-
merado y correcto.» (Alberto Lista). «Una corrección tan esmerada del
estilo, qiie en este punto ninguno le aventaja.» (Mesonero Romanos). «Su
versificación... merece servir do modelo con preferencia á todos nuestros
antiguos poetas dramáticos.» (Gil do Zarate). Una cosa admirable hay en
todo esto, y es: cómo en el siglo xix so ha dado como regla lo contrario
de lo que Alarcon practicó, siendo su corrección tan alabada por los li-
teratos del mismo siglo xix XX
Albio, romancero do la primera mitad del siglo xvi XVI
Alcalá (.Jorónim<y de), novelista: n. Segovia, 156;3; médico en Valencia:
m. 1632 XVIIJ
Alcázar (Baltasar del), lirico: n. Sevilla, 1530; m. 1606 XXXIl
Aldana (Cosme de), lírico: n. Valencia: obras, 1589 XXXVI
Aldana (Francisco de), hermano del anterior: lirico: m. en AJcázarqui-
vi r, 1578 XLII
Alonso (.losé Vicente), lírico-dramático: n. Avila, 1775; m. Granada, 1841.. LXVII
Altamira ( F^cdio de), obras. 1.523: n. Fontiveros (Avila): gran versificador.. II
Alvaro de Hinojosa (Fr.), oscribió la Vida de Santa Inéa^ Braga, 1611 XXXV
Fray Arcángel de Alarcon, lírico: poesías, 1593 XXXV
Arellano (Vicente Rodríguez do), lírico: n. Navarra: poesías, 180<» LXVII
Argensola (Burtolomó Loonanlo ck>), lirico: n. Barbastro, 1.56-1: m. 1631:
gran poeta XLII
Argensola (Luporcio Leonardo do), lírico-dramático: hermano del proceden-
te: n. 1.563, m. 1613 XLII
— 11 —
Argote de Molina (Gonzalo), lírico: n. Sevilla; 1549 XLIl
Arguijo (Juan de), lírico: n. Sevilla; m. después de 1622: célebre sonetista. XXXII
Arias Montano (Benito), lírico de fines del siglo xvi XLII
Arjona (Lie. Juan de), épico: n. Granada: m. á fines del siglo xvj XXXVI
Arjona (Manuel María de), lírico: n. Osuna: canónigo Penitenciario de Cór-
doba: m. 1820 LXIII
Arriaza (Juan Bautista de), lírico: n. Madrid, 1770; m. 1837 LXVII
Artieda (micer Andrés Hey de), lírico-dramático: n. en Valencia; m. 16 18. . XLII
Aala (el Marqués del), lírico de fines del siglo xvi XLII
Avellaneda (Lie. Alonso Fernández de), pseudónimo de Fr. Luis de Alia-
ga, confesor del Rey Felipe III. Es el autor de una segunda parte do
Don Quijote, 1614: mal poeta XVIII
Avila (Gaspar de), dramático de los tiempos de Lope y gran ortólogo XLIII
Avila y Sotomayor (Fernando de), poeta amigo de Argensola (B) XLII
Ayala (Ignacio López de), catedrático de Poética en San Isidro de Madrid,
hacia 1794 LXVII
B
Badajoz (Garci Sánchez de), trovador del siglo xv X\ I
Baptista (Juan), romancero del siglo xvi X
Barahona de Soto, (Luis), lírico: obras, 1586; n. Lueena XLII
Barbadillo (Alonso Jerónimo de Salas), dramático y novelista: n. Madrid,
1586; m. 1635 XLV
Barrios (Miguel de), lírico; n. Montilla: obras, 1665 • • • XLII
Barros (Alonso de), lírico: n. Segovia: obras, 1567 XLII
Basto (el Conde del), escribió una comedia con Alarcon XX
Béjar, (el Duque de), lírico: vivía en Madrid en 1750 LXVII
Belmonte Bermúdez (Luis de), dramático: n. Sevilla, 1587; m. Madrid, 1650:
buen poeta XLV
Beña (Cristóbal de), lírico: obras, 1831 LXVII
Bermúdez (Fr. Jerónimo), dominico, natural de Galicia; catedrático de Teo-
logía en Salamanca: vivió entre 1530 y 1590 H
Berrío (el Licenciado), lírico de los tiempos de Lope XLII
Blanco y Crespo (José María), lírico: n. Sevilla, 1775: canónigo de la Metro-
politana: afrancesado y protestante: m. en Inglaterra, 1841 LX^II
Boíl Vives (Carlos), dramático: n. Valencia; m. 1621 XLIII
Bonilla (Alonso de), lírico: n. Baeza: obras, 1614-1624 XXXV
Boscan (Juan de), lírico: n. Barcelona: obras, 1543 XLII
Bregondo (N.), trovador de principios del siglo xvi XVI
Burgos (Francisco Javier de), lírico: n. Motril, 1778: m. Madrid, 1848 LXVII
c
Cabero (Francisco), tiene un soneto en el tomo XXIX
Cadalso (José), lírico: n. Cádiz, 1741; m. 1779 LXI
Cairasco de Figueroa (Bartolomé), lírico: n. Gran Canaria: canónigo de Las
Palmas: m. después de 1612 XLII
Calderón de la Barca (don Pedro), el principe de nuestros dramáticos: n. Ma-
- 12 -
drid, 1600; ordenóse de presbítero en 1651 ; m. 1681. Si se lee una sola de
sus comedias, por ejemplo, El Alcalde de Zalamea (que á mi juicio es la
mejor), aparece admirable; pero leídas todas, se hace insufrible por la re-
petición de sus recursos dramáticos que se reducen en muchas comedias
á pocos más de los siguientes: voces de cacería, toques do guerra, caídas
y desmayos de mujeres, barcos que zozobran, gente que pido socorro,
echar mano á las espadas, ovillejos de peces, aves, fieras, etc., la música
ad rem. Usa á menudo grandes violencias en el estilo, v. gr., largos perío-
dos intercalados en otros (v. t.° 3.° 628, 630', 644, 645) ó frecuentes pa-
réntesis que fatigan la atención del lector ú oyente (v. t." S.*^ 664, y tomo
4.** 32"). Es licencioso en grado sumo, y por lo mismo merece entre los
ortólogos un lugar muy humilde. Tiene en la Colección cuatro tomos
de comedias, doce autos en el de los Sacramentales, y algunas pocsias
en otros.
Calle (Teodoro de la) lírico, literato y periodista de Cádiz: ni. Afadrid des-
pués do 1803 LXVU
Callecerrada (Marcelo Díaz do), épico: El E7idimiim, loJT XXIX
Calleja (el P. Diego, S. J.), dramático (1671) XIV
Cáncer y Velasco (Jerónimo de), dramático: 1641-16.54 XI V
Candamo (Francisco Bancos), dramático: n. Sabugo (Asturias), 1662; m. Ma-
driJ, 1709: incorrecto XLIX
Cañizares (José do), dramático: n. Madrid, 1676; m. 1750: no es mal poeta
auncjup tione muchos defectos propios de su tiempo XLIX
Don Carlos (el Infante) hermano dol Hoy Felipe IV: n. Madrid, Ui07; m. 1632.
Tieno algunos versos en el tomo XLII
Caro (Doña Ana), n. Sevilla: rioroció de 1635-160: tieno una come lia XLIX
Caro (Rodrigo), lírico: n. Sevilla; floreció do 1600 á 1615 XXXII
Carrillo, (Luis) lírico: n. Córdoba, 15S3; m. 1610 XLII
Carvajal (Termas José González), lírico: n. Sevilla, 17.53; m. Madrid, 1834.. . LXVII
Caso (Antonio de), lírico de fines del siglo xvi XLII
Cáscales (Francisco do), literato del siglo xvii (1617); n. Murcia LXII
Castellanos (Juan de), épico y versificador eminente, aunque la materia de
su poema y el sujetarse á la verdad de lo.s hechos, no dejan en libertad su
námen poético: n. Tunja (Colombia) y se ordenó de sacerdote: sus Ele-
gías se publicaron en 1589. Tieno pasajes y descripciones comparables
con las más bellas de Virgilio; y aunque adolece sobre todos de diéresis
de átonas, on lo demás es ortólogo do prin\era fila I \ ,
Castilla (Francisco do), lirico: obras, 1564 X \XV
Castillejo (Cristóbal de), lírico do la antigua escuela: n. Ciudad Rodrigo, 1491:
fué secretario del Emperador Fernando I; m. San Martin do Valdeiglo-
sias, según so dico, hacia 15(50 XXXII
Castro (Francisco <le Paula), lírico: n. Sevilla, 1771; m. 1S2H LXVII
Castro (Onillon do), dramático, y tan buen ortólogo como Lope, á (juien si-
gue muy do corea: n. Valencia, 1569; m. Madrid, 1()31 XLIII
Castro (José Julián do), lírico del siglo xviii XLII
Ceo (Violante do), })ortuguo8a: obras, 1723 XXXV
Cepeda (.Joaquín Romero do), lírico de fines del siglo xvi XLII
Cervantes Saavedra (Miguel), novelista y poeta lirico-dranuUico: n. Alcalá
do Honaros, 1.547; in. Madrid. 23 de Abril do 1616. Como novelista, no
tiene igual; como poeto, se eleva poco; y como ortólogo os algo incorrecto. I
- 1Í3 —
Céspedes (Pablo de), gran poeta lírico: n. Córdoba, 1538; prebendado en la
Catedral; murió después de 1577 XXXII
Céspedes y Meneses (Gonzalo de), novelista; n. Madrid; obras, 1615-1622. . . XVIII
Céspedes y Meneses (Sebastian de), hermano del precedente, á quien diri-
gió unos versos XVIII
Céspedes (el P. Valentín de), jesüita, dramático, 1640: ortólogo de prime-
ra clase XLIX
Cetina (Gutierre de), lírico sevillano; m. 1560 XXXII
Cienfuegos (Nicasio Alvarez de), lírico: n. Madrid, 1764: m. 1808 LXYII
Claramonte (Andrés de), dramático y director de la compañía cómica de
Murcia en tiempo de Lope XLIII
Coello (Antonio), dramático y buen ortólogo: n. Madrid; m. 1652 XLV
Colodrero de Villalobos (Miguel), lírico: n. Baena: obras, 1629-1642 XXXV
El Comendador de Avila, trovador del siglo xv XVI
Contreras (Jerónimo de), novelista y gran ortólogo: obras, 1569 ITI
Córdoba (Sebastian de), lírico: obras, 1577 XXXV
Corral (Gabriel del), lírico: n. Valladolid: canónigode Zamora; m, hacia 16.50. XLII
Cortés (Diego), lírico: obras, 1592 XXXV
Cota (Rodrigo de), trovador, dramático y novelista de fines del siglo xv. . . II
Cruz (Bamon de la), lírico-dramático, autor famoso de saínetes; n. Ma-
drid, 1731 LXVII
Cubillo de Aragón (Alvaro), dramático: n. Granada; obras, hacia 1654 XLVII
Cuéllar (Jerónimo de), dramático: n. Madrid, hacia 1620; m. después do 1666 XLVII
Cueva (Juan de la), épico, dramático y romancero: n. Sevilla, hacia 1550;
m. después de 1594 X-XVI
Ch
Chalde (Fr. Pedro Malón de), agustino, autor do La Conversión de la Mag-
dalena^ 1.593: n. Cascante, hacia 15.30 XXVII
Diamante (Juan Bautista), dramático portugués: vivió y murió en Madrid:
obras, 1674 XLIX
Fr. Diego González, agustino, poeta lírico: n. Ciudad Rodrigo, 1733; m.
1794 LXI
Dionisio (.Juan), romancero del siglo xviii XVI
Doceo (María), portuguesa; obras, 1744 XXXV
Dueñas (el Lie), lírico: obras, 1577 XXXV
E
Encina (Juan de la), lírico-dramático; n. Salamanca, 1468; fué sacerdote: m.
1534 n
Enciso (Diego Jiménez), lírico-dramático andaluz, veinticuatro de Sevilla;
floreció en el primer tercio del siglo xvii XLV
Enríquez Gómez (Antonio), lírico-dramático y novelista, y ortólogo excelen-
te como pocos: n. Segovia, de un judío converso portugués; obras, 1644-
1656 XLVII
— 14 —
Enríquez de Guzman (Doña Feliciana), poetisa sevillana: obras, 1G24 XLII
Ercilla y Zúñiga (Alonso de), épico: n. Madrid, 1533; m. 1596. Su Araucana
tiene rasgos excelentes, pero carece de unidad XVII
Escobar (Baltasar de), lírico de fines del siglo xvi XLII
Escobar (Fr. Luis do) , lírico : obras, 1550 XXXV
Espinel (Vicente), lírico y novelista: n. Ronda, 1544: fué sacerdote: m. Ma-
drid, 1634: buen poeta XLII
Espinosa (Pedro de), lírico y épico: n. Antequera: m. después de 1623 XLII
Esq.uilache (Francisco de Borja, príncipe de) épico y lírico: n. 1580; m. 1658.
Como poeta, es prosaico; pero de una ortología correctísima, salvo algu-
nas diéresis XXIX
Estebanillo González, novelista gallego: escribió hacia 1645 XXXUI
Estrella (Fr. Paulino de la), lírico; obras, 1675 XXXV
Ezquerra (Alonso de), poeta amigo de Argensola (B) XLII
Farfan (Fernando do la Torre), lírico: obras, 1663 XLII
Feijoó (Fr. Benito) monje benedictino: n. Casdemiro (Orense), 1676; m. 1764. LVI
Felipe IV (el Roy don), n. Valladolid, 1605; m. Madrid, 1665 XLII
Feliú (el P. Bonito), escolapio: obras, 1774 XXXV
Fernández de Alarcon (Doña Cristóbal! na), poetisa natural de Antequera:
obras, 16O5-10I7 XXXV
Fernándfez de Castro (D. Podro), Conde de Lemus; lírico: obras, 1606 XLII
Fernández de León (el maestro Melchor), dramático y pésimo ortólogo:
obras, H1T9 XLIX
Ferrándes de Jerena (Garci), trovador y cancionero del siglo xv XXXV
Ferreras (Juan do), historiador y poeta lírico: n. La Bañeza (León); fué sa-
cerdote: m. Madrid, 1735 LXVII
Los Figueroas (Diego y José), hermanos: dramáticos andaluces hacia 1640:
buenos ortólogos XLVII
Figueroa, el divino (Francisco), lírico y buen poeta: n. Alcalá de Hena-
res, 1510 ". XLII
Fomperosa (el P. Podro de), jesuíta: escribió una comedia el año 1671: pé-
simo ortólogo XIV
Forner (Juan Pablo), lírico: u. Mérida, 1756; vivió en Madrid y Sevilla:
m. 1797. Contribuyó con Meléndez á la restauración del clasicismo LXIII
Francisco (José), romancero vulgar del siglo xviii XVI ■*
Frías (Dámaso de), lírico alabado por Cervantes en La Galaica XLII •
Fuego (.Tuan Miguel del), romancero vulgar del siglo xviii XVI
Fuentes (Alonso de), lírico sevillano: obras, 1550-1563 XXXV
Fuentes (Juan Mieruel de).. / , j i • i „ yttt
Fuentes (Podro do^ S'-'>'"ancoro3 vulgares del siglo x viii XVI
G
Gálvez de Montalvo (Luis), lírico y buen ortólogo: n. Antoquora: obras,
1.582-15S7 XXXII
Gallardo (Bartolomé José), lírico: n. Campanario, 177<"); m. Alcoy, 1S52 LXVII
Gallego (.luán Nicasio), lírico: n, Zamora, 1777: canónigo do Sevilla y Zara-
goza: m. Madrid, 1853: cura liberal, poro buen poeta LXVII
- 15 -
Gamarra (Juan de), romancero de la segunda mitad del siglo xvii XVI
Garay (el Doctor), lírico, presbítero: escribió hacia 1585 XLII
García (Diego), romancero del siglo xvi XVI
Garcilaso de la Vega, lírico: n. Toledo, 1503: m. Niza, 1536 XXXII
Gaspar de Santa María (Fr.), carmelita descalzo, enemigo de Quevedo XLVIII
Gil Polo (Gaspar), lírico valenciano, elogiado por Cervantes en La Galatea. XLII
Gil Vicente, dramático portugués: m. Evora, 1557 LVIII
Godínez (Felipe), dramático: obras, 1615-1630 XLV
Gómez Tejada (Cosme), lírico: obras, 1636-1673 XLII
Góngora y Argote (Luis de), lírico; n. Córdoba, 1561; beneficiado de la Cate-
dral; m. 1627 XXXII
González del Castillo (Ignacio), lírico: n. Cádiz, 1763; m. 1800 XLII
Grajales (el Lie. Juan), dramático de los tiempos de Lope XLIII
Guzman (Fr. Domingo), lírico: obras; 1582 XXXII
Guzman (Fernando de), lírico de fines del siglo xvi XLII
H
Helguero (Doña María Nicolasaj monja en las Huelgas de Burgos: poe-
sías, 1794 XXXV
Heredia (Jerónimo de), romancero y novelista, 1590-1603 XVI
Hernández de Velasco (Gregorio) lírico toledano: obras, 1554 XXXV
Herrera (Cristóbal Pérez de), lírico: v. Salamanca, 1558; m. Madrid, des-
pués de 1600 XLII
Herrera (Fernando de), lírico famoso: n. Sevilla, 1534; beneficiado de la pa-
rroquia de San Andrés; m. 1597. Peca de diéresis de átonas; en lo demás
es ortólogo de primer orden XXXII
Herrera (Jacinto de), dramático de los tiempos de Lope XLV
Herrera (Rodrigo de), como el anterior: n. Madrid XLV
Herrero (Simón), romancero del siglo xvii XVI
Hidalgo (Félix María), lírico: n. San Fernando, 1790; m. 1835 LXVII
Hidalgo (Gaspar Lucas), novelista: n. Madrid; obras, 1606 XXXVI
Hidalgo (Juan), romancero: obras, 1609 XVI
Hojeda (Fr. Diego de), dominico, natural de Sevilla. Su poema La Cristia-
da (1611), escrito en el Perú, es el único poema épico que tenemos. Aun-
que á veces es flojo y prosaico, tiene trozos de belleza incomparable; es
uno de nuestros mejores ortólogos XVII
Hore (D.* María de), poetisa natural de Cádiz, 1742: m. después de 1780 . . . LXVII
Horozco (N), poeta de principios del siglo xvii XLII
Fr. Hortensio Félix Paravicino, de la orden de la Merced: n, Madrid; m. 1633:
predicador culto del Rey Felipe III: muy mal poeta XVI
Hoz y Mota (Juan de la), dramático ingenioso, pero disparatado ortólogo:
n. Madrid hacia 1630 XLIX
Huerta (Jerónimo Gómez de), lírico-épico: de 15 años de edad escribió su
Florando de Castilla: n. Escalona, 1573; m. después de 1630 XXXVI
Huerta (Vicente García de la), lírico-dramático: n. Zafra, 1734; m. 1787 LXI
Hurtado de Mendoza (Antonio), dramático cortesano de Felipe IV; m. Ma-
drid hacia 1660 XLV
Hurtado (Luis), lírico dramático; obras, 1557 XXXV
- 16
I
iglesias de la Casa (José), lírico: n. Salamanca, 1748; m. 1791 LXI
Interian de Ayala (Fr. Juan), mercenario: m. 1730 LXVII
triarte (Juan de), epigramático; n. Tonerif'c, 1702: vivió en Madrid; ra. 1771 LXVII
Iríarte (Tomás de), sobrino del anterior: lírico y fabulista; n. Tenerife, 1750:
vivió en Madrid; m. 1791: su ortología es desastrosa LXIII
Isla (el P. José Francisco de), jesuíta, autor del Fr. Gerundio de Campazas:
n. Vidanes, (León), 1703: m. Bolonia (Italia), 1781 XV
J
Jáuregul (Juan de), lírico: n. Sevilla, 1570; m. Madrid, 1640 XLII
Jérica (Pablo de) llricí;: n. Vitoria, 1781; m. después de 1823 LXVII
Fr. Jerónimo de San José, amigo do Argensola (B) XLII
Jovellanos (Melchor Gaspar de), literato y poeta: n. Gijon, 1744, m. 1811:
mal ortólogo XLVI
Fr. Juan de la Concepción, carmelita descalzo muy celebrado en su tiempo:
n. Madrid: ra. 1754. Como poeta es alambicado y oscuro LXVII
San Juan de la Cruz, carmelita descalzo: n. Fontivoros (Avila), 1542; m. Ube-
da, 1591: sus versos son modelo de limpieza y corrección XXVII
Sor Juana Inés de la Cruz, monja clarisa, lírica y dramática: n. Méjico, 1651;
m. Í695: es bastante correcta XLIX
L
Laguna (Andrés), catedrático de Alcalá: n. Segovia, 1499; m. 1560 XLII
Lando (Ferrand Manuel de), cancionero del siglo xv XXXV
Laso de la Vega (Gabriel Lobo), romancero; n. Madrid: obras, 1588-1601 . . . X-XVI
Leca (Mateo Vázquez de), lírico do fines del siglo xvi XLII
Ledesma (Alonso de), cancionero del primor tercio del siglo xvii; n. Segovia XXX V^
Leiva (Juan do), romancero del siglo xv XVI
Leiva Ramírez (Francisco de), dramático délos tiempos do Moreto: algo in-
correcto XLVII
León (Cristóbal de), tiene dos composiciones á Juan do Castellanos IV
Linan (Pedro de), lírico do principios dol siglo xvii XLII
Lista (Alborto - y Aragón), lírico: n. Trlana, 1775; m. Sevilla, 1848: ortólogo
comparable con Alarcon: gloria do la Ortología on el siglo xix LXVII
Lobo (Kugonio Gerardo), lirico: n. Cuerva (Toledo), 1()79; m. 1750 LXI
Lodeña (Fernando do), dramático; n. Madrid: m. 1634 XX
Lope Félix de Vega Carpió (Froy) el más fecundo do todos los poetas y escritores: n. Ma-
drid, 1565: edvicÓKO on Avila, al servicio dol obispo Don Jerónimo Manrique^ y es-
tudió on Alcalá. Ya viudo por segunda voz, ordenóse do presbítero en Toledo y volvió
á Mailrid, donde murió á 21 do Agosto do 1635. V\\é> caballero do la orden do San
Juan. El ni'iraoro de versos que escribió so aproxima á siote millones; no á veintiún
millones, como orrónoamon te calculó Gil do Zarate: veintiún millones de versos no
caben on 200 tomos como los de la Biblioteca do Rivadonoira. í^ué el padre y funda-
dor dol teatro español, aunqu»> sus cometlias son algo desaliñadas. Fué también el
que fijó la verdadera ortología castellana, dosp<)jándola do los defectos que aún rei-
naban, y poniéndola en su perfección nativa, aunque no es tan correcto como Alar-
— 17 —
■con. Que la Ortología debe mucho á Lope, fué voz común en su tiempo, según Lope
indica en su égloga á Claudio (t.° 5.° 432"):
Pensé yo que mi lengua me debía
(Asi lo presumió parte de España,
O el propio amor me engaña)
Pureza y armonía,
Y si no lo permite quien lo imita,
O deje de imitar ó lo permita.
Estas palabras se prestan á curiosos comentarios, que el ingenioso lector
podrá hacer. El impulso dado por Lope siguió adelante, y llegó á su perfec-
ción en Alarcon. Es, pues, Lope un autor que merece ser más apreciado y
leído que lo es al presente.
Lope de Sosa, cancionero que parece de fines del siglo xv XVI
López (Juan Antonio), 1
López (Juan José), > romanceros del siglo xviii XVI
López (Miguel), )
López de Ayala (Pero), canciller y cronista de los reyes Juan I y Enri-
que in: n. 1332; m. 1407 XXXV
López de Ubeda (Francisco), pseudónimo de Fr. Andrés Pérez, autor de La
Picara Justina; n. León: esta novela salió á luz en 1604 XXXIII
López de Zarate (Francisco), lírico: n. Logroño; m. 1658 XXXV
Fr. Luis de León, agustino, lírico eminente, aunque algo incorrecto como
ortólogo: n. Belmonte de Tajo, 1527; m. 1591 XXXVII
Luzan (Ignacio de), lírico: n. Zaragoza, 1702; m. 1754 LXI
Ll
Llana (Diego de la), romancero y coplero del siglo xvi XVI
Llana (Juan de la), lírico de fines del siglo xvi XLII
M
IWallara (Juan de), lírico-dramático: n. Sevilla; profesor de Humanidades:
floreció en la segunda mitad del siglo x vi XVI
Malvenda (Jacinto Alonso de), poeta satírico del primer tercio del si-
glo XVII XVI
Manrique (Jorge), lírico: «Gran lástima que tal ingenio faltase en lo me-
jor de su edad.» (P. Mariana, lib. xxiv, cap. 19): m. 1479: XXXV
Marchena (el abate José), lírico: n. Utrera, 1768: volteriano, incrédulo y
ateo: m. Madrid, 1821 : LXVII
P. Marco, poeta desconocido del siglo xviii XV
Marcos (Pedro Antonio), autor de la Batracomiomaquia: n. cerca de Sa-
lamanca, y fué párroco en varios pueblos: poesías, 1820 LXVII
Sor María de San José, priora de Sevilla, discípula de Santa Teresa LV
Marquina, trovador de la primera mitad del siglo xvi XVI
Martín (Pedro Luis), lírico: n. Antequera, 1585: m. 1635 XLII
Martínez (el Lie. Bartolomé), lírico de fines del siglo xvi XLII
Matos Fragoso (Juan de), dramático: n. Albito (Portugal), á principios del
siglo xvii; m. Madrid, 1692 XLVII
Maury (Juan María), épico y lírico; n. Malaga, 1772; m. 1845 LXVII
Medrano (Francisco de), Krico sevillano: obras, 1617 XXXII
Mejía de la Cerda (el Lie), dramático contemporáneo de Lope, relator de la
chancillería de VaUadolid XLIII
2
- 18 -
Meléndez Valdés (Juan), lírico empalagoso, aunque no mal ortólogo: intentó
restaurar el clasicismo y lo consiguió en parte: n. Ribera del Fresno
(Badajoz) 1754; residió en Salamanca y en Madrid: m. cerca de Mompc-
11er en Francia, 1817 LXIII
Mena (Juan de), trovador del tiempo de Don Juan U: n. Córdoba; m. 1456. XXXIl
Mendoza (Diego Hurtado de), historiador y poeta lírico: n. Granad;!, 1503:
m. 1575 XXXII
Meneses (Antonio Martínez de), dramático: n. 1608 XLVII
Mesa (Cristóbal de) y Mesa (Juan Bautista de), líricos de principios del
siglo X VII XLII
Mey (Felipe), lírico: Rimas, Tarragona, 1586 XXXV
Mirademescua (Antonio), dramático excelente: n. Guadix, de cuya Catedral
fué arcediano: m. 1635 en Madrid XLV
Miranda (Luis de), clérigo natural de Plasencia, 1554 II
Mühedano (Antonio), lírico de fines del siglo xvi: XLII
Monroy y Silva (Cristóbal de), dramático: n. Sevilla: coetáneo de Diamante XLIX
Montalban (Juan Pérez de), dramático muy parecido á Lope, presbítero y
gran ortólogo: n. Madrid, 1602; m. 1638 XLV
Monteser (Francisco de), dramático del reinado de Felipe IV XLIX
Montesino (Fr. Ambrosio de), cancionero, 1508: obispo de Cerdeña: gran or-
tólogo al estilo de Castellanos y Herrera XXXV
Montiano y Luyando (Agustín de), lírico: n. Valladolid, 1697; m. 1764 LXVII
Mora (N), lírico del siglo xvii XLII
Morales (Alonso de), romancero del siglo xviii XVI
Morales (Juan de), lírico do finos del siglo xvi _ XLII
Moratin (Nicolás Fernández de), lírico y dramático: n. Madrid, 1787; m. 1780:
incorrecto '. II
Moratin (Leandro Fernández de), bijo del precedente; pero mejor ortólogo
que él: siguió y sostuvo el impulso do restauración dado por Meléndez:
n. Madrid, 1760; m. París, 1828 II
Moreno (Miguel), lírico, socretario de Felipe IV: n. Villacastin (Segovia);
m. Roma l(i35: algo licencioso XLII
Moreto y Cabanas (Agustin), dramático do primer orden: n. Madrid, 1618; or-
denóse de misa hacia 1656, y desde 1657 residió en Tolodfi, donde murió
en 1669. Como ortólogo, es muy correcto, fuera do las combinaciones do
vocales fuertes, en que comete muchas sinéresis XXXIX
Morillo (Gregorio), el continuador de Tm Tebaida, de Arjona (Juan): n. Gra-
na<U; mejor ortólogo que Arjona. Escribió á fines del siglo xvi XXXVI
Morlanes (N), romancero del siglo x vii XVI
Muñoz (Carlos), 1 i rico zaragozano: parece do los tiempos de Garcilaso XXXV
Musso y Valiente (José), lírico: n. Lorca, 1785; m. 1838 LXVII
Muxet y Solis (Diego), lírico: poesías, 1615-1025 XXXV
N
Naharro (Bartolfíiné Torres), lirico y dramático: n. Torro, corea de Badajoz: X-XVI
fué sacerdote; m. hacia 152t^( X-XVI
Navarrete y Montañés (Francisco), romancero do la segunda mitad del siglo
XVII XVI
Navarrete Ribera (Francisco), novelista (1042) XXX
— 19 —
Nieto y Molina (Francisco), autor de La Perromaquia. 1765: n. Cádiz XLII
Nieva Calvo (Sebastian de), lírico: poesías; 1625 XXXV
Noroña (el Conde de), lírico: n. Castellón de la Plana, 1760: teniente general
del ejército: m. Madrid, 1815 LXIII
Núnez de Reinoso (Alonso), novelista del siglo xvi (155-2) XYI
Núñez Díaz (Francisco de Paula), lírico: n. Sevilla, 1766: capellán del E,ey
en Granada: m. 1832 LXVII
O
Ocaña (Francisco de), cancionero (1603) XXXV
Otavide (Pablo), lirico: n. Lima (Perú): secretario del Conde de Aranda-
m.l803 ; LXVII
Olmo (Lucas del), romancero y coplero: parece de mediados del siglo xvji. . XXXV
Oña (Pedro de), épico: n. en Chile: obras, 1596: algo raro como ortólogo XXEX
Ortlz (Andrés), romancero popular del siglo xvr X
Oviedo (Luis Antonio de). Conde de La Granja: obras, 1711 XXXV
P
Pacheco (Francisco), lirico: n. Sevilla, 1571: m. 1654 XXXII
Padilla (Fr. Juan de), cartujo, cancionero: n. Sevilla, 1468; obras, 1530 XXXV
Padilla (Pedro de), romancero: obras, 1580 X-XVI
Padilla (Fr. Pedro de), carmelita calzado, lirico; n. Linares; obras, 1587-1597. XXXV
Pagan (Diego Ramírez), obras, Valencia, 1592 XXXV
Pansac (Antonio), romancero del siglo xvi X
Pedraza (Juan de), vecino de Segovia: autor de La Danza de la Muerte
(1551) LVIII
Pérez (el protonotario Luis), cancionero: obras, 1561 XXXV
Pérez de Camino (Norberto), lirico: n. Burgos, 1783; m. Francia, 1842 LXVII
Pérez de Hita (Ginés), vecino de Murcia, historiador y novelista: obras, 1595. XVI-IIT
Pinto y Delgado (Juan), obras, 1627 XLII
Pitillas (Jorge), pseudónimo de José Gerardo Hervás, satírico, mal ortólogo,
m. 1742 LXI
Polo de Medina (Salvador Jacinto), lírico y gran ortólogo de primera clase;
n. Murcia, 1607; m. después de 1657 XLII
Ponce de León (Diego), lírico de fines del siglo xvr XLII
Porcel (José Antonio), lirico: canónigo de Granada, donde nació, 1720 LXI
Porras (García de), romancero del siglo xvn (1654) XVI
Prado (Fr. Adrián de), Jerónimo, lírico: obras, 1629 XXXV
Prado (Andrés de), novelista: n. Sigüenza; obras, 1663 XXXIII
Proaza (Alonso de), trovador de principios del siglo xvi XVI
O
Quevedo Villegas (Francisco de), el hombre más docto de su tiempo entre
los seglares: poeta satírico sin igual, y no mal ortólogo en varias mate-
rias, aunque peca algo en las combinaciones de vocales fuertes: n. Ma-
drid, 1580; m. Villanueva de los Infantes, 1645 LXIX
Nota. La Ctieva de Melisa no es de Quevedo: tiene muchas incorreccio-
nes ortológicas, y carece totalmente de chispa.
- 20 -
Quintana (Manuel José), literato y poeta en varios géneros, y regular ortó-
logo: n. Madrid, 1772: estudió en Córfloba y Salamanca; m. Madrid, 1857. XIX
Quiroga (Juan de); pofta desconocido del primor tercio dol siglo xvlr: vivia
en Madrid XXXVIII
Quirós (N), trovador del siglo xv y jirincipios dol siglo xvi XV'I
Quirós (Fr. Pedro de), minorita, m. hacia 1670 XXXII
R
Rebolledo (Bernardino de), notable lirico: n. León, 1586; m. Madrid, 1676. . . XLII
Relnosa (Rodrigo de), romancero dol siglo xvi X-XVI
Reinoso (Félix José), deán de Valencia: lirico; n. Sevilla, 1772; m. Madrid,
1841 LXVII
Rejón de Silva (Diego Antonio), lírico murciano; m. 1796 LXVII
Rengifo ;Juan Díaz), preceptista y poeta abulense; obras, 1592 XXXV
RTaño (Pedro do), romancero del último tercio del siglo xvi X
Ribera (Juan de); romancero: obras, 1605 X
Ribera (Luis de), lirico: poesías, Sevilla, 1612 XXXV
Ríoja (Francisco de), canónigo de Sevilla, y gran poeta lirico XXXII
Rivas (el Duque de), n. Córdoba, 1791; m, 1865: de él sólo hay una epístola
en el tomo LXVII
Roca (Fr. Ambrosio de la), lirico del Carmen calzado (1726) XXXV
Rodríguez (Lucas), romancero artístico (15B0-1590) X-XVI
Rojas (Francisco de), eminente dramático: n. Toledo, 1607: ignoro la fecha
do su muerto. Su tragedia García del Castañar, aparte do lo inmoral del
asunto, 08 de lo más perfecta que puede desearse. Como ortólogo, abun-
da en sinéresis do fuertes, y os algo desaliñado. Por rareza singular pue-
den contarso las numerosas sinéresis quo haco del verbo enviar y de los
compuestos de fiar: en lo demás os muy consecuente. La comedia Prime-
ro es la honra que el gusto no es de Rojas, sino de un ortólogo disparatado,
acaso del maestro León ó de Candamo LIV
Roldan (José María), lírico: n. Sevilla, 1771: fué párroco en Jerez; m. 1828. . LXVII
Rueda (Lope de\ dramático antiguo: n. Sevilla; m. Córdoba, hacia 1560. ... II
Rufo (Juan), veinticuatro do Córdoba, épico y lirico: obras, 1584. Tiene mu-
chas diéresis de átonas: en lo demás os excelente XXIX
s
Salas (Francisco Gregorio de), lírico: n. Jaraicejo (Cácores); presbítero ca-
pellán en Madrid: poesías, 1797 LXVII
Salazar de Alarcon (Eugenio); lírico: n. Madrid, hacia 1530 XLII
Salazar y Torrea (Agustín do), lírico y dramático: n. Soria, Kyi2; m. 1675:
muy mal ortólogo XLIX
Salceda (Inocencio de), parece de mediados del siglo xvi XXXV
Salinas f^l Conde de), de principios del siglo xvii XLII
Salinas (o! Dr. .Juan de), lirico, presbítero: n. Sevilla; m. hacia U\U) XXXII
Salinas y Lizana (Manuel de), racionero do Huesca, epigramático; obras;
1 G:)1 X Lí I
Salustrio del Poyo (Damián), dramático murciano, coetáneo do Lope .\IjIII
Samaniego (Félix María), fabulista: n. La Guardia (RToja), 1745; m. 1801. LXI
- 21 —
Sánchez Barbero (Francisco), lírico de grandes dotes poéticas, aunque mal
empleadas: n, Moriñigo (Salamanca); m, Melilla, 1819: buen ortólogo LXin
Sánchez (Miguel; el divino), lírico y dramático, presbítero de Valladolid:
floreció por los años 1588-1610 XLIII
Sánchez (el Lie. Vicente), poeta desconocido: obras, Zaragoza, 1688 XXXV
Santillana (el Marqués de; Don Iñigo López de Mendoza); n. Carrion de los
Condes, 1398; m. Granada, 1458: tiene unos pocos versos en el tomo XXXTT
Santos (Francisco), criado de la Eeal Casa: novelista: obras, 1663-1678 XXXIII
Segura (Fr. Bartolomé de), benedictino: poesías, 1619 XXXV
Selaya (Alfonso de), romancero y coplero, del siglo xvi XVI
Sepúlveda (Lorenzo de), romancero artístico: obras, 1566-1580 X-XVI
Setanti (Joaquín), lírico catalán: obras, 1610-1614 XLII
Silvestre (Gregorio), famoso poeta y excelente ortólogo; n. Lisboa, 1520: or-
ganista de la Catedral de Granada; m. hacia 1588 XXXV
Solís (Antonio de), buen dramático y elegante historiador: n. Alcalá de He-
nares, 1610: ordenóse de misa en 1657: m. Madrid, 1686 XLVII
Solís íDionisio), lírico: n. Córdoba, 1774; m. Madrid, 1834 LXVII
Solórzano (Alonso del Castillo), dramático y novelista apreciable: obras,
1624-1639 XLV
Somoza (José), lírico: n. Piedrahita (Avila), 1781: epicúreo y volteriano:
m. 1852 LXVII
Soria (N.), trovador del siglo xv X
Soria Galvarro (Fernando de), sevillano, amigo de Medrano XLII
Soto (el Lie. Luis de), lírico de principios del siglo xvii XLII
Soto de Rojas (Pedro), lírico: n. Granada; canónigo de la Metropolitana:
obras, 1623-1652 XLII
Süárez de Figueroa (Cristóbal), polígrafo y novelista: obras, 1609 XLII
T
Tapia (Eugenio de), poeta en varios estilos: n. Arévalo, 1776: esttidió Teo-
logía en Avila, aunque no se ordenó: hízose liberal, y se le atribuye haber
sido el primero que usó tal calificativo en las Cortes de Cádiz, en oposi-
ción á los católicos puros, á quienes llamaba serviles: m. 1860 LXVII
Tárrega (Francisco), dramático: n. Valencia, donde fué canónigo: obras,
1608: gran ortólogo XLIII
Tasis (Juan de). Conde de Villamediana, lírico: m. 1622 XLII
Tejada (el Dr. Agustín de), lírico sobresaliente, presbítero de Antequera,
donde nació, 1568; m. 1635 XLII
Santa Teresa de Jesús, n. Avila, 1515; m. Alba de Tormos, 1582. Sus versos
no son tan desaliñados como algunos que la atribuyen LIII
TÍDIoneda (Juan de), librero y poeta lírico y dramático de Valencia; escribió
de 1511-1566: murió muy viejo LVIII
Tirso de Molina, pseudónimo de Fr. Gabriel Téllez, de la orden de la Mer-
ced: dramático de primera clase: n. Madrid, hacia 1585; m. 1648. La ame-
nidad y variedad de este poeta son extraordinarias. Como ortólogo no
Uega á Lope, aunque poco le falta. La comedia Cautela contra cautela no es
de Tirso, pues tiene diferente ortología (ñel, puntítal oriente); ni tampo-
co Los amantes de Teruel, por la misma razón V
_ 22
Toledo (Gabriel Alvarez de), lírico: n. Sevilla, 1662; m. 1714: fué uno de los
])rimeros académicos de la Lengaa LXT
Torre (el Br. Francisco de la), lírico: n. Torrelaguna, 1534; m. Salamanca,
1593 • XYI
Torre (Francisco de la), epigramático, del hábito de Calatrava: obras; 1674. XLII
Torres y Lizana (Rodrigo de), romancero: obras, 1589 XVI
Traspinedo (Fr. Alonso de), poesías, 1553. . XXXV
Trigueros fCándido María), dramático, beneficiado de Cuenca: obras, 1774-
1784 XIV
Trillo y Figueroa (Francisco do), lírico: ortólogo de primera fila: n. Coruña;
siendo niño pasó á Granada, donde muiió después de 1660 XLII
Tu ria (Ricardo del), dramático valenciano y correctísimo ortólogo: obras,
1616 XLIII
u
Ubeda (el Lie. Juan López de), cancionero, 1588 XXXV
Ulloa (Luis de), lírico: n. Toro; corregidor de León; m. hacia 1662 XLII
Urrea (Pedro de), cancionero, 1613 III
V
Vaca de Guzman ;José María), lírico sevillano y catedrático en Alcalá: obras,
1778-1789 LXI
Yaibuena (Bernardo de), épico: n. Valdepeñas, 1568: fué obispo do Puerto-
Rico, donde murió en 1627. He aquí el juicio que formó y escribí al aca-
bar do leer El Bernardo'. 'El Bernardo es un embutido de historia, geo-
grafía, genealogía, mitología, gigantes y caballeros, cuentos y aventuras,
hadas y encantamientos, yelmos do Mambrino, amores y desafíos, An-
glantes y Morgantes y un revolutnm de todos los países y naciones. > Su
ortología es semibárbara XVII
Valdivielso (el Maestro .José de), épico, lírico y dramático, n. Toledo; fué ca-
pellán del rito muzárabes asistió á la muerte de Lope: obras, 1607-1630:
peca mucho en sinéresis XXIX
Valdivieso (Fr. José do), hay do él un soneto en el tomo XLII
Valenzuela 'Fernando de), n. Ronda: fué privado y ministro do Doña Maria-
na do Austria XLIJ.
Vargas yPonce (José), lírico: n. Cádiz; 1760; m. Madrid, 1821 LXVU
Vegas (Damián do), cancionero de rectísimo juicio; n. Toledo; obras, l.">90. . XXXV
Velázquez (Luis José), lirico; n. Málaga, 1722; m. 1772 LXVU
Velázquez de Velasco (Diego Alfonso), lirico: odas, 1592-1602 XXXV
Vélez de Guevara Juan), dramático, hijo del siguiente: n. Madrid, 1611;
m. 1675 XLVU
Vélez de Guevara (^Luis), ilramático de segunde) orden y notable novelista:
n. Ecija, 1574; m. Madrid, 1644: buen ortólogo, aunque no en todo XLV
Vera Tasis í.ínan de', dramático y licencioso ortólogo: coleccionó las como-
dias (lo Calderón y terminó una do Salazar y Torres XLIX
Verdugo de Castilla Alonso), Conde de Torropalma: épico y lírico: n. Alcalá
la lical, 17()6; m. Turin, 1767 LXI
Villaizan (Jerónimo de), abogado y poeta dramático madrileño; n. 1604. . . . XLV
— 23 —
Villalobos (Francisco de), médico de Cámara del Rey Católico y de Carlos V. XXXVI
Villanueva (Joaquín Lorenzo), lírico: n. Játiva, 1757; m. Dublin, 1837 LXVII
Vlllarroel (Diego de Torres y), satírico: n. Salamanca, 1696; m. 1758 LXI
Yillasandino (Alfonso Alvarez de), cancionero del siglo xiv XXXV
Vlllatoro (N), cancionero de la primera mitad del siglo xvi XVI
Vlllaviciosa (José de), épico: n. Sigüenza, 1589; m. Cuenca, donde era canó-
nigo, 1658. Su célebre Mosquea es modelo de sonoridad en el verso XVII
Villaviclosa (Sebastian de), escribió á mediados del siglo xviii, una comedia
en unión de Avellaneda (Francisco de): son buenos ortólogos XLVII
Villegas (Diego de), escribió con Alarcon una comedia XX
Villegas (Esteban Manuel de), notable lírico: n. Nájera, 1595; m. 1669 XLII
Villegas (Juan Bautista de), autor de La Despreciada queñda, comedia atri-
buida á Lope XXXIV
Viriles (Cristóbal de), épico y dramático: n. Valencia, hacia 1550: obras,
1580-1590 XVII
z
Zamora (Antonio de), dramático, y ortólogo disparatado: m. Madrid, hacia
1740^ XLIX
Zapata (Luis de), épico: autor del Cario famoso, 1566. Hay de él unos versos
en el tomo XXXH
Zarate i^Fernando de), dramático desconocido y buen ortólogo, del siglo xvii. XLVH
Zavaleta (Juan de), dramático coetáneo de Calderón XIV
Zayas y Sotomayor (Doña María de), célebre novelista: n. Madrid; obras,
1638-1647 XXXni
Comprende este catálogo 376 poetas: en él no van incluidos más de cua-
renta, cuyos versos no contienen cosa digna de notarse; ni tampoco los anó-
nimos, aunque sus poesías formarían un tomo grande de la Biblioteca.
CATÁLOGO CRONOLÓGICO UE LOS POETAS
Aiinque no es posible, por falta de datos, formarlo con entera exactitud,
aquí le pongo con la mayor que he podido.
Periodo anteclásico
1370-1400
"Villasandino
Ferrandes
1400-1600
López de Ayala (Pero)
Lando
Badajoz
Mena
Santillana
Manrique
Leiva (Juan)
Ei Comendador de Avila
Soria
Lope de Sosa
1500-1625
Cota
Quirós (N)
Montesino
Bregondo
Naharro
Proaza
Gil Vicente
Encina
Villalobos
Altamira
1626-1560
Padilla (Fr. Juan)
Albio
Castillejo
Boscan
Garciiaso
Muñoz
Villatoro
Marquina
Oviedo ((louzalo)
Acuña
Laguna
Timonoda
Cetina
BaptiHta
García
1560-1675
Anónimos, Lviii y xxxv
Escobar (Fr. Luis)
Mendoza
Pedraza
Rueda
Miranda
Núñez (Alonso)
Traspinedo
Hernández de Velasco
Salceda
Hurtado (Luis)
Fuentes (.Alonso)
M aliara
Bermúdez
Pérez (Luis)
Castilla
Santa Teresa
Barros
Zapata
Contreras
Llana (Diego)
Aldana (Francisco)
Silvestre
Ortiz
Pansac
Reinosa
Ríaño
Fr. Luis de León
1676-1690
Selaya
Sepúlveda
Córdoba
Dueñas
Sal azar de A lar con
Ercilla
Herrera (Fernando)
Anónimos, x
Padilla (P.Mlro)
Torro (h1 bachiller)
Rufo
Cabero
Guzínan (Fr. Oumingo)
Alcázar
Céspedes (Pablo)
Gal vez
San Juan de la Cru»
Virués
Cueva
Rodríguez
Garay
Mey
Barahona
Laso
Ubeda
Figueroa (Francisco)
Castellanos
León (Cristóbal)
Aldana (Cosme) ,
Torres Lizana
1690-1600
Vegas
Sor María
Arias Montano
Arjona (Juan)
Llana (Juan)
Chaido
Padilla (Fr. Pedro)
Sánchez (Miguel)
Cortés
Pagan
Espinel
Cairasco »
Cervantes
Rengifo
Fr. Arcángel
Morillo
Artieda
Argiite
Heredia
Oña
Pérez de Hita
Hf'rrera (Cristóbal)
Velázíiuoz dn Vt'laaco
Góngora
Periodo clásico
1000- 1 01 ü
Lopí» de Vega
25 -
Anónimos, xui
Huerta (Jerónimo)
Aula
Berrío
Caso
Cepeda
Escobar (Baltasar)
Frías
GU Polo
Guzman (Fernando)
Horozco
Leca
Martínez
Lifian
Mohedano
Mesa (Cristóbal)
Mesa (Juan)
Morales (Juan)
Ponce
El Conde de Salinas
El Lie. Soto
Avila y Sotomayor
Ocaña
López <le Ubeda
Valdivieso
Argensola (Lupercio)
Ribera (Juan)
Hidalgo (Lucas)
Tárrega
Caro (Rodrigo)
Carrillo
Süárez de Figueroa
Hidalgo (Juan)
1610-1620
Espinosa
Hojeda
Boíl
Fr. Alvaro
D.* Cristobalina
Setanti
Ribera (Luis)
Aguilar
Tejada
Alcalá
ürrea
Ezquerra
Argensola (Bartolomé)
Fernández de Castro
Avellaneda
Valbuena
Acevedo
Ledesma
Villaviciosa (José)
Malvenda
Ar guijo
Fr. Jerónimo
Gr ájales
Mejía
Turia
Valdivielso
Medrano
Soria Galvarro
Claramonte
Tirso
Bonilla
Céspedes (Gonzalo)
Céspedes (Sebastian)
Castro (Guillen)
Salustrio
Segura
Muxet
1620-1630
Jáuregui
Avila
Quiroga
Alarcon
Basto
Lodeña
Villegas (Diego)
Mirademescua
Pache-;o
Enciso
Vélez (Luis)
Tasis
Herrera (Jacinto)
Herrera (Rodrigo)
Herrero
Enríquez (D.^ Feliciana)
Martin (Pedro Luis)
Fr. Hortensio
Quevedo
Nieva
Barbadillo
Belmonte
Callecerrada
Godínez
Pinto
Corral
Villegas (Juan)
Prado (Fr. Adrián)
Fr. Gaspar
Mora
1630-1640
Salinas (Juan)
Moreno
Rebolledo
Villegas (Esteban)
Montalban
Don Carlos el Infante
Solórzano
Soto de Rojas
Esquilache
Rio ja
Colodrero
Felipe IV
Trillo
P. Céspedes
López de Zarate
Caro (D.» Ana)
Los Figueroas
Villaviciosa (Sebastian)
Zayas
Gómez Tejada
Hurtado (Antonio)
Anónimos, xvi
1640-1660
Calderón
Anónimo, xiv
Navarrete Ribera
Zavaleta
Cáncer
CoeUo
Esiebanillo
Morlanes
Polo
Matos
Em'íquez Gómez
Zarate
Monteser
Rojas
Olmo
Villaizan
Salinas (Manuel)
Porras
Navarrete ^Montañés
G amarra
UUoa
So lis C Antonio)
Cubillo
Meneses
Leiva
Vélez (Juan)
Cuéllar
Moreto
Periodo poetclásico
1660--1700
Anónimo, xlix
Prado (Andrés)
Farfan
Barrios
Quirós (Fr. Pedro)
Diamante
Monroy
Santos
Calleja
Fomperosa
Estrella
Torre (Francisco)
Valenzuela
Salazar y Torres
Hoz
Fernández de León
Sánchez (Viceuti)
Sor Juana
Vera Tasis
- 26
Candamo
Sigue la decadencia
1700-1740
Dionisio
Fuego
Fuentes (Juan)
Fuentes (Pedro)
Francisco
López (J. Antonio)
López (J. José)
López (iMiguel)
Morales (Alonso)
Ferreras
Castro (José Julián)
Toledo
Oviedo (Luis)
Interian
Afán de Ribera
Lobo
Ceo
Feijoó
Koca
Zamora
Pitillas
Cafii zaras
1740-1 790
Villarrool
Montiano
Doceo
Luzan
Béjar
Iriarte (Juan)
Fr. Ju»n de la Couotópcion
Isla
P. Marco
Verdugo
Velázquez
Nieto
Porcel
Olavide
Trigueros
Feliú
Cruz (^Ranion)
Moratin (Nicolás)
C'a<^lalso
Fr. Diego
Huerta (Vicente)
Iglesias
Avala
llore
Kejon
Vaca
Samanie;.-o
Iriarte (Tomás)
Jovellanos
Período de restauración
1790-1830
Meléndez
Forner
Helguero
La Calle
González del Castillo
Halas
Carvajal
Vilianueva
Arellano
Noroña
Muriitin (Leandro)
Varitas
Báuoliez Barbero
Cienfiíegos
Arjoua (Manuel)
Arria'/a
Marchena
Núñez Díaz
Castro (Francisco)
Roldan
Maury
Reinoso
^Quintana
«áolis (Dionis^Iu)
Marcos
Blanco
I^ista
Alonso
1SU0 1850
< lallardo
< i allego
Tapia
Ahumada
Burgos
Leña
Jérica
¡'•o moza
lérez de C;;m:no
Musso
Hidalgo (Félix)
Rivas
El período clásico do. la .Ortología comioiizn propiamente en Lope de
Vega, y termina en Moroto: y aun más hubiera durado, á no haber influido
tanto en nuestra ortología el desaliño y la inconsecuencia de un poeta tan
autorizado como Calderón. Desde la muerto do Moroto fué decayendo gra-
dualmente hasta casi aniquilarse y perderse en ol período que llamo de hie-
rro. Vox fortuna, los esfuerzos de Meléndez y Fonier, y el ejemplo de otros
como Barljoro, Quintana y Lista, restauraron no poco nuestra pobre y dos-
baratada Ortología. Poro en 1&35 se lo ocurrió al venezolano Don Andrés
Bollo salir con sus reglas á la luz pública, l'undadas, no on la tradición y los
poetas, suio on conjeturas y opiniones fantásticas (aun(|UO sus panegiristas
digan otra cosa), y esta mala semilla por él esparcida volvió á sofocar y
hundir en el abismo la Ortología clásica. Do él están copiados casi todos loa
errores dados como ley on la Gramática do la Academia. Poco importa que
el Sr. Bollo hiciese algunas atinadas observaciones: lo bueno quo hizo nun-
ca podrá coiiij)nnsar el dailo (|uo causó on la Ortología. Sin embargo, ol
Sr. Bollo, con una sinceridad quo le honra, oscril)ió así en el prólogo do su
obra (pág. 106): «Si el desacierto fuere raio, se hará un servicio á las letras
- 27 —
refutando mis argumentos y presentando, de un modo más claro y satisfac-
torio que hasta ahora, la verdadera teoría prosódica y métrica de la lengua
castellana.»
El público literario verá si la Ortología que yo enseño en mi obra es la
verdadera.
ADVERTENCIA
El número de orden de cada tomo ha desaparecido en algunos ejempla-
res, y voy á ponerle aquí, para facilitar la compulsación de citas.
Tomos.
n.
III.
vn,
X,XVI.
XV.
XVII,
XVIII,
XX.
XXIII,
XXIV,
Los Moratines.
Novelistas anteriores á Cer-
vantes.
IX, Xn, XIV. Calderón.
Romancero general.
P. Isla.
XXIX. Poemas épicos.
XXXIII. Novelistas posteriores
á Cervantes.
Alarcon.
XLVín, LXIX. Quevedo.
XXXIV, XLI, LII, XXX\T^II:
los cinco tomos de Lope.
Tomos.
XXXII, XLII. Líricos de los siglos xvi
y XVII.
XXXV. Romancero y cancionero sagra-
dos.
XXXVI. Curiosidades bibliográficas.
XLIII, XLV. Dramáticos contemporá-
neos de Lope.
XLVII, XLIX. Dramáticos posteriores á
Lope.
LIII, LV. Santa Teresa.
LIV. Rojas.
LVIII. Autos sacramentales,
LXI, LXin, LXVII. Líricos del si-
glo XVIU.
La edición de Cervantes (tomo I) que yo uso, es la de 184í).
ortología
DE ÜA ÜEflGUA CASTEÜLtnHA
I . Ortología es una parte de la G-ramática, que trata de la recta pronuncia-
ción de un idioma (1).
Se diferencia de la Retórica, en que el objeto de ésta es la recta disposi-
ción de las cláusulas y períodos en el discurso: así como la Sintaxis estudia
la recta disposición de las palabras en la oración, y la Morfología se con-
creta á la recta forma ó estructura material de las palabras. Se diferencia
también de la pronunciación retórica en que ésta examina las cualidades de
la voz y del gesto necesarias para persuadir; mientras que la Ortología se
limita á la pronunciación de las letras, sílabas, acentos y pausas, atendiendo
á la claridad y eufonía de lo que se dice.
Divido la Ortología en cinco partes:
1.* Oriologid. fonética, ó recta pronunciación de los sonidos elementales
de las palabras.
2.* Ortología rítmica, ó leyes rítmicas del lenguaje ligado.
3.* Ortología prosódica, ó recta colocación de los acentos en cada pala-
bra de por sí.
4.* Ortología silábica, ó recta unión ó desunión de las vocales en cada
dicción.
5.* Ortología retórica ó periódica, que trata de la recta pronunciación de
las palabras en la cláusula ó en el período.
La ortología rítmica debía ocupar el cuarto lugar; pero como nos hace
falta para determinar las leyes de la ortología prosódica y silábica, la pongo
en el segundo lugar.
(1) El inventor de este vocablo Ortología fué el presbitero Miguel Sebastian en bu obra Ortografía y
Ortología (Zaragoza, 1619). «Ortología es vocablo griego: es nuevo: que le havemos nosotros, & imitación
de otros de la mesma lengua griega, compuesto. Quiere decir: forma de buena boca y lengua: siquiera,
de buena pronunciación para leer, y para el hablar.»
LIBRO PRIMERO
Ortología Fonética.
Ante todo necesitamos fijar bien el significado de los tf^rminos propios
de la Ortología; y por esto, antes de hablar del sonido de cada letra, wee ex-
tenderé en definiciones y divisiones.
CAPITULO PRIMERO
Letras.
2. El signo ordinario del pensamiento es la voz humana: la voe es el so-
nido ó conjimto de sonidos que resultan do las vibraciones de las cuerdas
vocales, modificadas por la diversa disposición de la boca, la lengua y los
labios. Los filósofos enseñan que para que el sonido pueda llamarse propia-
mente voz, es necesario que el que le emite, intente significar algo con él.
Por esta razón no son formalmente voces los sonidos producidos por el fo-
nógrafo, el eco y el papagayo (1).
La forma propia del pensamiento humano es el juicio, á saber, aquel acto
en el cual el entendimiento afirma ó niega, uniendo ó separando dos ideas.
La expresión oral ó escrita del juicio se llama oración ó proposición: en ella,
como en el juicio, además del sujeto y predicado, que también reciben el
nombro de términos, y do la afij-macion ó negación entre ellos, suelen entrar
las determinaciones, cualidades y relaciones de los mismos, ya como son en
sí, ya talos como los concibe el ontondimionto. Los signos de todas estas
cosas, constituyen las nueve partos de la oración, es decir, las nueve clases
diQ palabras, voces, dicciones ó vocablos que existen en castellano, y cuyos pri-
meros elementos vamos á examinar.
3. . Los primeros y más simples elementos do las palabras, son las le-
tras (2>. La definición de letra ofrece alguna dificultad. Letra, según Priscia-
no, es la mínima parte de una voz compuesta: litera est minimn ¡uirs rocis cnmpo-
sitae. Algo oscura os esta definición, pues supono conocidn la comjiosicion de
la palabra, y ésta no puede ser claramente conocida sin saber antes qu(5 es
letra. S. Agustín, en el libro M." do Doctrina christiana, cap. 2 », dice así: Li-
(1) Qooniftin niiimnl vorom non omittit nisi motuin px ¡mnirinat iniíc, «t.jiifi nppotitii sonsitivo ad
oxpritnen<lum aliniiom aiiimi afff>ct urn, iclno i-x Aristotüli'; durtririB ( Df A iiiiiin, lib. iJ.". rnp. H, toxt . HO)
bíc vox deliniohHtiir a votr-ritniH oiin Sanc-to Thoina ( I'orihnrni. lili. 1." loe I): «oiifw (iiiiinalijt orf prn'.aUi»
cum imnijirinntioiir r/iial/ím. I )irit ur AOfiiui, qiiin vox ost sporioo <] iinmlnin s»ni: íTnitiiírdj» nrr prolcittu, neinpo
procednns ali oro anininli», (jiiainvÍH formal us iii laryngr... Ailrlit\ir il<'iii'|iio nmi imiviiu.itinnr qundam;
nam ut Sfrihit S. Tlioina«, I'hilosop)ii ilortrinaiii c>xpon<M)M, «nmi oiiinis hoiiuk nniíiialiK «'i"! vox. Con-
tingit. eoiiii lini^untii fucoro alir|uoN isonON, i|tii tainen non Hiiiit voi-o», siriit nt t iissiniitos faciiint
Moniiin, qiii tainon iion est vox. Oportftt oniín ad hon nt. hü vox, ijucxI vcrboranN af>rem Hit rIíi|uÍ(Í
aniínatum, ot ruin imairinntionn (inttnrinn) ad alitiuid 8Í>{ni'5cBnduin.» (I*. l'rrúlMiru. 1 >. t ■» >it uno»
í'hilosophicap, tom. V. pag. f>*l).
(¿I Litera parece (jiiu viene do lintrr, lidim, untar, pintar.
- 31 -
terae... signa sunt sonorum ad articiilatam vocem, qua loquimur, pertinentium.
son las señales de los sonidos que forma la voz articulada. Si por sonidos se
entienden los irresolubles en otros más simples, la definición es exacta. Pero
como la denominación de letra se aplica no sólo al síí'Tio escrito, sino tam-
bién al mismo sondo, diremos que letra en el len^aje oral es cada uno de
los sonidos simples que el hombre emite al hablar: j en el escrito, letra es el sig-
no de cada sonido simple.
4. Vocales. — Las letras se dividen primeramente en vocales y consonantes.
Vocales son las que proceden de solas las cuerdas vocales, modificadas sola-
mente por la mayor ó menor abertura que dejan la boca y la lengua á la
salida del aire. De los diversos sonidos vocales que el hombre puede emitir^
el idioma castellano sólo admite cinco: a, e, i, o, u. De estas cinco vocales, a,
c, o, son fuertes ó llenas; /, u, débiles.
5. Consonantes.— h^tvdiS consonantes son los sonidos producidos por los
movimientos de la lengua y demás órganos concurrentes á la emisión de la
voz. Se llaman consonantes, porque no pueden por sí solos formar voz si no
sitenan con ellos las vocales, delante ó detrás. La letra consonante es también
sonido simple: en efecto; si pronunciamos las sílabas ba, be, bi, bo, bu, notare-
mos que en todas ellas hay algo igual, que es la aproximación rápida y
suave de un lab o al otro, y algo que se muda que es la vocal: por consi-
guiente, en cada una de esas sílabas hay dos elementos simples, uno conso-
nante y otro vocal. Los sonidos consonantes en castellano son diez y nueve,
6. Alfabeto ó abecedario.— m catálogo de todas las letras griegas se llama
alfabeto, por empezar con las dos letras «, ?, alfa, beta; y este nombre se suele
dar también al catálogo de las letras latinas y castellanas: y este último re-
cibe también el nombre de abecedario, tomado de las cuatro letras primeras
del catálogo.
He aquí el alfabeto, según le trae Lope de Tega, en el diálogo de Peri-
báñez con su fiel esp3sa Casilda (t.° S.°, 284'}:
Casilda. ¿Qué ha de tener para buena
una mujer?
Perib. Oye.
Cas. Di.
Perib. Amar y honrar su marido
Es letra de este abecé,
Siendo buena por la B,
Que es todo el bien que te pido.
H arate cuerda la C,
La D dulce, y entendida
La E, y la F en la vida
Firme, fuerte y de gran fe.
La G grave, y para honrada
La H, que con la I
Te hará ilustre, si de ti
Queda mi casa ilustrada.
Limpia serás por la L,
Y por la M maestra
De tus hijos, cual lo muestra
Quien de sus vicios se duele.
La N te enseña un no
A solicitudes locas:
Que este no, que aprenden pocas^
Está en la N y la O.
La P te hará pensativa.
La Q bien quista, la R
Con tal razón, que destierre
Toda locura excesiva.
Solícita te ha de hacer
De mi regalo la S,
La T tal que no pudiese
Hallarse mejor mujer.
La V te hará verdadera,
La X bixena cristiana,
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Letra que en la vida humana
Has de aprender la primera.
Por la Z has de guardarte
De ser zelosa, que es cosa
Que nuestra paz amorosa
Puede, Casilda, quitarte.
Aprende este canto llano;
Que con aquesta cartilla
Tú serás flor de la villa,
Y yo el más noble villano.
Cas. Estudiaré, por servirte,
Las letras de ose abecé;
Pero dime si podré
Otro, mi Pedro, decirte,
Si no os acaso licencia.
Perib. Antes yo rae huelgo. Di;
Que quiero aprender de ti.
Cas. Pues escucha y ten paciencia.
La primera letra es A,
Que altanero no has de ser;
Por la B no me has de hacer
Burla para siempre ya.
. La C te hará compañero
En mis trabajos; la D
Dadivoso, por la E
Con que regalarte esporo.
La F de fácil trato,
La G galau para mi,
La H honesto, y la I
Sin pensamiento de ingrato.
Por la L liberal,
Y por la M el mejor
Marido que tuvo amor,
Porque es el mayor caudal.
Por la N no serás
Necio, que es Inerte castigo;
Por la O solo conmigo
Todas las horas tendrás.
Por la P me has de hacer obras
De padre; porque quererme
Por la Q, será ponerme
En la obligación que cobras.
Por la R regalarme,
Y por la S servirme.
Por la T tenerte firme,
Por la V verdad tratarme;
Por la X con abiertos
Brazos imitarla ansí, (abrázale)
Y como estamos aquí,
Estemos después de muertos.
Faltan en este alfabeto las letras ch, j, 11, n. Las demás deben leerse así:
a, be, ce, de, e, efe, ge, hache, i, ele, eme, ene, o, pe, cu, erre, ese, te, u, equis,
zeda.
El nombre hache se comprueba con otro ejemplo del mismo Lope (2." 220')
Yo, Bato, en este rebato
.Sin hache te pido un sí.
Porque si respondes cAi,
Harás á Bato chibato.
La K no la consideraban como letra castellana.
Esta 08 K: los españoles
No la solemos poner
En nuestra lengua jamás (Lopo. 1." 293")
Estaba aprendiendo aqui
La letra bestia y In K.
— La primera sabes ya.
— Es verdad, ya la aprendí (Id. Com. La dama boba)
La jota era la misma /, como en latin y griego, poro con el nombre griego
y la figura prolongada.
La u servía do v, y la llamaban siempre u, como se ve en estos versos del
citado Lope (3." 165"):
— as —
Venganza comienza en v:
—Harto bien te vengas tú
De su necia confianza.
Otros muclios ejemplos pudiera citar acerca del nombre de las letras;
pero los creo innecesarios. Para concluir diré que las letras, como la Aca-
demia enseña, deben llamarse así: a, be, ce, che, de, e, efe, ge, hache, i, jota,
Tía, ele, elle, eme, ene, o, pe, cu, ere, erre, ese, te, u, ve, equis, ye, zeda. En
todo estoy conforme, exceptuando la v, según más adelante trataremos.
Nota.— Com.0 ciiriosidad eufónica, pondré aquí el siguiente texto de
Cáscales (Tablas Poéticas, pág. 151):
La a es sonora y clara: la o llena y grave: la i aguda y humilde: la u su-
til y lánguida: la e de mediano sonido. En las consonantes se consideran es-
píritu y sonido: el espíritu dice en sí estridor y rechinamiento; el sonido,
sacudimiento, aspereza, retintín y bramido. La /y 5 son espirituosas, como
se ve en silua (sic), sale, saeta^ juribundo, furia, fiera, jacundo. Y también la h,
la cual casi siempre trae su descendencia de la /, como de Fernando, Her-
nando; áejai'to, harto; dejado, hado; de/ambriento, hambriento. Entre los hom-
Ijres doctos poco ó casi nada se pronuncia, sino es en las aspiraciones, como
hay (sic), cuando nos dolemos; ha, ha, ha, cuando reímos; hao, hola, cuando
llamamos. L, m, n, son blandas, como leve, luna, lirio, mejilla, amar, médico,
Juno, cano, hermano; aunque la m, suele tener un sonido lleno, principal-
mente con otra m, b, p, como summo, cambio, rompo, C j g hacen no poco so-
nido, como Caco, gigante. La d es humilde, como Dido, dado, dedo. La^ es so-
bervia (sic) y hinchada, como pulpito, troynpa. La /• suena ásperamente, como
acérrimo, parra, carro. La t se deja bien oír, como tuba, tumulto, tanto: las cua-
les juntas con otras consonantes, cobran más fuerza y aliento; porque más
suena tumba, que no tuba; y más suena planto, que no plato; y más suena
canto, que no cato. La z significa un sordo ruido, como zona, zumbido, Zo'
roastro.>>
CAPÍTULO II
Sílabas.
7. Sílaba, de aúv = juntamente, de una vez, y Xa¡jL^voj = tomar, es propia-
mente lo que se toma de una vez: es decir, el sonido ó conjunto de sonidos que
se emiten á la vez en cada articulación de la voz. Sílaba es el elemento in-
mediato de las palabras; y aunque no todas las sílabas duran el mismo
tiempo, el oído las distingue por la unidad, ó mejor dicho, unión de sus ele-
mentos constitutivos, y por la independencia que cada una tiene respecto
de las demás.
8. Una sílaba puede constar:
1.° De una sola vocal, como a, y.;
2.° De una vocal y hasta cuatro consonantes, v. g., aJ, la, per, p'e, pres,
trans.
3
- n4 -
S." De dos vocales formando diptongo, y hasta tres consonantes; v. g.,.
pie, pies, treis.
4.*' De tres vocales formando triptongo, y hasta tres consonantes; v. g.,
en sa-ciáis, a-grié^'s.
Las sílabas que constan de una sola vocal, aunque vaya acompañada de
consonantes, poca dificultad ofrecen: pero cuando hay vocales contiguas-
ocurren tantas dificultades para determinar el número de sílabas, y son tan-
tos los errores que se van introduciendo en nuestra Ortología, que ésta es
la causa principal que me lia impelido á emprender este penoso estudio^
Ahora, prosigamos poniendo las nociones necesarias para adelante.
9. Azeuxis — La azeuxis (de á = sin, y C^i^tr = unión) es la eontigüidad de
dos voccdes que naturalmente no se unen parajormar una silaba; v. g., Te-ófilOr
tra-ído, re-úne, cri-ar. En latin dos vocales contiguas constituyen casi siem-
pre azeuxis, esto es, cada vocal forma una sílaba: en castellano no es así. La
palabra lectiones=lecciones, en latin tiene cuatro sílabas; en castellano, tres:
Juisti en latin tiene tres; fuiste en castellano dos; y así otras muchas pa-
labras.
1 0. Diptongo (de Sír = en dos, y <p8óYYoc = sonido vocal) es la unión natural
de dos vocales contiguas en una sola silaba. La causa principal, no única, de los
diptongos es el hiato que resultaría de hacer una sílaba de cada vocal Hiato
(de hia7'e— abrir la boca) es el sonido desagradable que produce la unión de
dos ó tres sílabas vocales, lo que obliga á tener abierta la boca hasta que
llega una consonante; v. g., iba á Andalucía.
11. Sinéresis f de cruvatpéw = contraer) es lo contrario de azeuxis: es la
unión indebida (ó no natural) de dos vocales ó tres en una sola sílaba; v. g.,
cam-peon en vez de cam-pe-on, n'ia-do en lugar de cri-a-do, stin-tuo-so en vez
de sim-tu-o-so. Se diferencia del diptongo en que éste es una sola sílaba en
virtud de alguna regla eufónica; y en la sinéresis el que habla ó escribo
forma una sílaba de dos vocales que según las reglas deben ftu-mar dos sí-
labas.
A veces se comete la sinéresis como resultado de la sís-fole ó dTásfole
(véase el cap. VI, n." 36); pues la trasposición indebida del acento hace á vo-
ces que dos vocales naturalmente se unan en diptongo, el cual, de consi-
guiente, ps licencioso por su origen. Así, si en la voz vizcaíno, que tienií cua-
tro sílabas según las reglas, ponemos el acento en la a diciendo por sístole
vizcáinn, las dos vocales contiguas forman entonces diptongo, resultante de
la mala acentuación do la palabra. (1)
12. Z)rérí?.9w (de 5!aipéo) = dividir), diazeuxiii (deStá — des y $Ej$tc = "iii<»ii)
es la disolución de un diptongo, ó la separación indebida y licenciosa de dos
vocales, que naturalmente del)ían formar dif)tongo. Suelo indicarse cor\ dos
pimtos sobre la primera vocal, liainados crema y taiiibion dTí'rrsis por mot;)-
(1) Bonot divido Iaa vncalen on ahuorhmleii y ahsnvhihUii: a, o, t; i, u. Cailn lotra os absorbento dp Ibs
qnn HJ^uon, y absorbiblo do las quo prr-rfxlfn: y dico quo on toda sin^rosis, el accuto de la absorbibln
(si Ik tenia) viaja y pnsa k la al>Korl)r'iitf'; v. p., mnm-iro, cni-do, rif>, rór-mo».
Nri croo quo haya nndio, riofto ni indocto, (ju© al oomotor la pinórosis hac^a conscionto ó inoonn-
ciontomento viajar al acento. Todo ol mundo acentúa las palabras en medio de frase, en la minnia
vocal qiio cuando las usa en ñn do vorso.
f?rs
nimia; t. g., violencia, fiador, triunfante, aciago, ruinoso, etc. De los dos puntos
haré uso en este libro para designar las diéresis: y de una tilde, como la de
la ñ, para señalar las azeuxis de débil átona seguida de vocal tónica.
Nótese que la crema sobre la u en las sílabas güe, gñi, no significa diso-
lución del diptongo, pues siempre lo son esas combinaciones, exceptuando
la combinación gui tónica del verbo argüir, en que siempre hay azeuxis.
13. Triptongo (tres sonidos vocales). — Es la unión de tres vocales en una
sola sílaba. Para esto es necesario que todas sean átonas, ó se cumplan estas
tres condiciones:
1.* Que la primera y tercera vocal sean débiles.
2.* Que el tono esté en la del medio, que debe ser fuerte.
3.* Que la primera y segunda no formen azeuxis: así hay triptongo en
saciáis, agüéis, huey, Uruguay, conciliéis, evacuáis; mas no en enviáis, crteis, ac-
tuáis, como se probará adelante.
14. Cantidad de las sílabas — Se llama cantidad de una sílaba el tiempo
que dura su pronunciación. Los latinos dividían las sílabas en breves y largas,
y decían que la breve dura la mitad de tiempo que la larga. Si esto es ó no
verdad, allá lo vean los gramáticos: lo cierto es que el acento de las pala-
bras y la medida de los versos latinos depende totalmente de la cantidad de
las sílabas. Los ortologistas se han devanado los sesos buscando en la can-
tidad latina la medida de los versos castellanos, pero yo, aunque probaré
después que el acento en castellano depende en gran parte del acento lati-
no, no dudo afirmar absoluta y rotundamente que en castellano no existe la
cantidad latina, ni nuestros versos tienen que ver nada con los latinos res-
pecto á la cantidad, ni á la medida de los tiempos. Las antiguas teorías de
Sicilia y Hermosilla son puramente arbitrarias y absurdas ; y me detendría
á probarlo si el Sr. Bello no lo hubiera hecho ya victoriosamente.
No quiero decir con esto que en castellano no tengan cantidad las sílabas:
la tienen; pero no en la proporción de 1 á 2, como en latin, sino simple-
mente más ó menos. Y basten por ahora estas indicaciones.
15. Distinción entre el diptongo y la azeuxis. — El oído bien organizado
distingue muy bien entre la pronjinciacion del diptongo y la de la azeuxis.
He aquí un medio que ayuda á conocer los diptongos: entre dos vocales
concurrentes interpóngase una consonante de fácil pronunciación, y pronun-
cíese así la palabra: suprímase luego la consonante y vuélvase á pronunciar
la palabra empleando en cada vocal aislada el mismo tiempo que se em-
pleaba antes, cuando mediaba la consonante: el buen oído no advertirá dife-
rencia notable, si las dos vocales formaban azeuxis; pero si forman dipton-
go, percibirá un hiato muy desagradable. Así, si pronunciamos ^olesía, vino-
lencia, empireoo, fijaré, notaremos que al suprimir la consonante adicional, y
al pronunciar las vocales con la misma separación que si mediase la conso-
nante, resulta un hiato insufrible: po-esia, vi-olencia, empire-o, fi-aré. Y sin
embargo, esta separación es necesaria para la medida del verso. Al contra-
rio, el oído no halla diferencia entre viaje y viraje, cabe y cae, limón y Líon,
fiar y fijar, etc. Otro medio puede usarse para las combinaciones átonas.
- 36 -
Sustituyase la segunda vocal por una consonante, y se notará que el oído no
percibe diferencia de tiempo entre la palabra primitiva y la alterada: v. g.,
empeorar y emperrar, Cleopatra y Clempatra, cohechado y conchabo.
(6. Pero nótese bien que es gi-avo errur creer que el diptongo deba pro-
nunciarse en el mismo tiempo que una vocal sola, como malamente alg-u-
nos arguyen. El argumento es éste: el diptongo es una sílaba, ó debe durar
el tiempo do una sílaba; pero una vocal sola también debe durar el tiempo
de una silaba: luego el diptongo debe durar lo que una sílaba de una vocal
sola. El. silogismo parece estar en Bárbara, pero está en bárbaro, porque la
suposición del término medio es particular en ambas premisas. Para admi-
tir dij)tongo ei\ poesía, lealfad, vehemente, creación, cooperar, no es necesario
exigir (como algunos exigen) que las dos vocales puedan pronunciarse ó so
pronuncien tan rápidamente como pesia, laltad, veniente, cracion, coperar: sería
ésa una exigencia absurda, pues con tal pronunciación el diptongo dejaría
de ser diptongo, y faltaría el supuesto de la cuestión. Nosotros hemos dicho
que un diptongo es equivalente á una vocal con una consonante, como so
puede probar en infinitas palabras, v. g., alcaide y alcalde, Laura y ladra, caeré
y cabré, aleación y atención; ytero nunca sostendi'emos, ])orque es una contra-
dicción terminante, que un diptongo sea igual que una vocal sola; diptongo
significa dos sonidos, y una vocal no os más que uno. La unidad do tiempo
es algo elástica, y lo mismo que cabe en ella una vocal, puede caber un dip-
tongo, y una vocal con una ó más consonantes; y el que duren más dos letras
que una, no destruye la unidad de la sílaba; pues esta unidad, más que de
tiempo, es unidad de articulación, la cual puede constar luista de seis soni-
dos, como en a-grieis.
Nota. — La determinación do la cantidad en castellano lia sido siem]U'o el
tormento de los ortólogos. La mayor parto afirman que las sílabas tónicas
son largas, y breves las átonas. Hermosilla llega hasta confundir la cantidad
con el acento.
A mí me parece que todas estas son cuestiones de lana caprina, ;i j)ropó-
sito para emborronar papel y engatusar fantasías.
T)o las teorías quo yo expongo (nüms. 14-16, y 31-3.3) so deduce: 1.", (juo
cantidad y acento no son la misma cosa, puesto que tienen definiciones diver-
sas; 2.", -que desde la sílaba más breve (ó que monos tiempo consumo al pro-
nunciarse) hasta la más larga, hay una serie de intermedios indefinida, como
sucede en cualquiera progresión aritmética ó geométrica, cuya razón y n^"
mero de términos son desconocidos; 3.°, que en esta progresión es imposible
fijar el límite de lo breve y lo largo.
Hay sílabas quo de fijo sabemos quo son largas, j)oi(|un on ellas se con-
suinn mucho tiempo, y no j)ermiten sor colocadas on la peniiltima de un es-
drújulo, sin ofender el oído: poro de todo olio no sacamos utilidad j)ráctica
ninguna, ni nos hace falta j)ara explicar ol ritmo del verso, ni aun la distin-
ción do las sílabas:
Quede, pues tan famosa cuestión archivaila |)ara recreo do curiosos.
17. Esta tooría, que con mi trabajo ho deducido considerando la natu-
- 37 -
raleza del diptongo y la sinéresis, puede verla el lector en la Ortología de
Bello, magistralmente expuesta; aunque no todo lo que acabo de exponer lo
hubiera admitido este ilustre ortólogo, á lo menos sin ver las pruebas.
Y he de advertir también que'muchos pecan en la lectura precipitando
una sobre otra las vocales de los diptongos, de modo que no se percibe más
que un sonido confuso. El oído caste laño se deleita en percibir clara y dis-
tintamente todas las letras consonantes y vocales, aunque formen diptongo
y aborrece las contracciones francesas y las vocales semimudas y oscuras de
otras lenguas y dialectos.
Últimamente, advierto con S. Isidoro, que una vocal sola impropiamente
se llama sílaba. «Veré illa est syllaba, quae ex pluribus nascitur literis.
Nam unam vocalem pro syllaba abusive,non proprie dicimus.» (Etymol 1.1.**;
cap. 16, n. 1).
CAPITULO III
Palabras.
1 8. La voz palabra, según el Diccionario de la Real Academia (ed , de
1884) se deriva de la griega y loXvnñ, parábola. No puedo admitir tal etimolo-
gía, aunque bien sé que hay metátesis parecidas, v. g., peligro por periglo, de
pej'iculum; milagro por miraglo, de miraculiim (1). En primer lugar tenemos
también parábola equivalente el novahve parábola latino y griego: en segundo
lugar, hay poca analogía entre el verbo páXXw = lanzar, y la significación de
palabra: en tercer término, la forma misma de la voz palabra, indica que la
raíz no está en abra (como era necesario, si su origen fuese páAXco), sino en
pal. ¿Qué cosa más natural, que derivarla del verbo hablar? Hablar, del \aAi-
nofabulari, era antiguamente /a6?ar j falar (como dicen en Gralicia): si á la
radical /«? añadimos el sufijo abra (abrum en latin), propio del instrumento
de que se vale el agente para obrar, tendremos falabra ó halabra y finalmen-
te palabra: el instrumento ó medio de que uno se vale para comunicar á otro
sus ideas.
19. Es, pues, palabra cualquier sonido articulado, capaz de significar una
idea. En las palabras se pueden considerar dos cosas: el número do sílabas
y el tono ó acento. Dejando esto último para otro capítulo, diremos en éste
lo que concierne á lo primero.
Atendiendo al número de sílabas, la palabra es
monosílaba (de [xóvo^ = uno solo), si tiene una sola, como luz\
disílaba, si tiene dos, como luces;
trisílaba, si tiene tres, como lucero;
tetrasílaba, si tiene cuatro, como lucífugo]
pentasílaba, si tiene cinco, como luci/ertno;
y en general, polisílaba (de -koIú = muchos), si tiene más de una.
(1) Montesino, 409', 410', 413 (tres), 414, 418', 435' (dos).
- 38 -
20. Palabras compuestas — Para el fin de esta obra conviene tener alguna
idea general de las palabras compuestas. Son las que pueden dividirse en
dos ó más simples, cada una de las cuales concun'e con su significado á la
formación de una idea compuesta: v. g. com-poner, salva-vidas, eti-hora-huena.
Entre los componentes hay algunos que no pueden usarse separados, v. g., re,
anti, archi,peri, semí, etc.: éstos reciben el nombre de partículas inseparables.
Prefijos (de ^7>-ae=delante, y fija?') son las partículas ó palabras secimda-
rias que preceden al elemento principal; y. g. con-ceder, pre-ferir, Arz-obispo,
süb-rayar, trl-ángulo, úi-solver, &ntl-Jaz.
Sufijos (de i?w&=detrás), por lo que toca al propósito de esta obra, son las
partículas pronominales, y otras insei)arablos, que siguen al elemento prin-
cipal; V. g., ama-os, di-mQ, te7ned-\B, fácil-mente.
Si los dos elementos son igualmente principales, ninguno de ellos recibe
tales denominaciones; v. g., en rompe-cabezas , salva-vidas corta-frío, punti-
agrido.
21. Vicios de lenguaje— Ál hablar un idioma se puede faltar:
1.° Usando palabras ó giros do otro idioma.
2.° Quebrantando las reglas de la Sintaxis y Construcción.
3.° Quebrantando las reglas de la Ortología.
4.° Quebrantando las reglas de la Morfología.
5.° Usando palabras anticuadas, ó nuevas.
Faltar en lo primero se llama barbarismo; y en lo segundo, solecis^no: de
ésto no tratamos aquí.
En la Morfología no se puede faltar, sin quebrantar al mismo tiempo la
Ortología, no siendo en la conjugación: pues en ésta puede uno faltar di-
ciendo sabo, ero, cabo, teneré, abólo; formas cuyo juicio no pertenece á la Or-
tología. Esta toma las palabras tales como se las entrega la Morfología, y
luegf) juzga de su buena ó mala pronunciación; do suerte quo la Ortología
nada tiene que ver con las formas no admitidas antes por la Morfología.
En la Ortología puede pecarse (sin faltar á la Morfología) de dos mane-
ras: ó en la distinción de sílabas, ó en la colocación dol aconto. Do los vicios
en lo i)rimoro homos tratado en el capítulo precedente: do los vicios en lo
segundo trataremos en el capítulo siguiente.
Pero hay otros vicios do lenguaje, en quo á la vez so quebrantan las' le-
yes morfológicas y ortológicas; á saber, cuando se alteran ó pronuncian mal
las letras ó las sílabas que constituyen las palabras. De éstos vamos á tratar
aquí, y son do tros clases: vicios por mutación, por detracción y por adioion.
22. Vicios, figuras ó licencias por mutaciuyi. Son dos, antítesis y metátesis.
A) Antitesis (de ávxt = por, en lugar de, y Oíate = posición), os ol cambio
de una letra i)or otra; v. g., carámbalo, hespital, melitar, en lugar de carámbano,
hospital, militar. He acjuí algunos ejemplos en los poetas.
— 39 -
Tirso, 12'
Porque no ande por el mundo
•Cual yo, mi amo vagamundo,
Hemos aprendido oficio.
Id., 489"
Con espuela
Sombrero, calza de abuja,
Estos tales so entetulan
Sobrestantes del granado.
Id., 533
Quieren hoy sacalle alcalde
Porque el otro ha ya comprido
Id., 623
Y las montañas que dan
Seguridad á Girona.
Lope, 3.® 643
No hay risa con melecinas.
Id., 605'
Me enviaba á saber cuál era cierta (1)
De una quistionque á muchos desconcierta.
Id., 578
Más vale oiría acabar
El rínglon, y responder.
825
Id., 4.
Bien dices; que el retular
Le pone, aunque disimula,
El mismo que se retula,
O á quien se lo va á rogar:
Y asi Guzmanillo fué;
que el mismo se retido.
Arjona (Juan) dice casi siempre güeso,
güésped, agüelo.
B) Metátesis (de (Jisxá — trans) es la transposición de letras ó silabas; v. g.,
por
por pebre (antit y metát.)
» nervio.
> peligro.
» ido.
> al rededor.
tenelde por tenedle. breve
perlado » prelado. niervo
cátreda » cátedra. periglo
bulra, pairar » burla, parlar. dio
pío rijo » prolijo. al derredor
probé » pobre.
23. Vicios por detraccion.—Son cuatro: ajéresis, sincopa, apócope y sinalefa.
A) Aféresis ( de átpaipéw = quitar) es la omisión de letras ó sílabas al prin-
cipio de palabra; ejemplos:
Lope, 3.0 685"
Acrisola
Los caletres de los sabios
En sus a) cademias y escuelas.
Id., 2.» 427
No ves
Que es cosa muy fecultosa? (2)
Soto de Rojas, 526
Tirarán de tu carro
Janto y Etonte, que á tu luz se humilla.
Tirso, 123"
Como el cueífwdo (3) quiebres de una fuente,
Puedes salir y entrar seguramente.
Rojas, 471
Y Manzanares en Jararaa y Nares (4).
(1) Cuál opinión.
(2) Por dificultosa, afór. y antit.
(3) Acueducto.
l4) Henar ei..
— 40 —
B) Sincopa ''<juYxo7rr¡= concisión, contracción) es la omisión de letras ó sí-
labas en medio de palabra. Gracioso es el ejemplo do síncopa que el autor
de la Mosquea (578) propone hablando de música y mosca.
Entrambos una cosa enuncian
Si en la lengua latina se pronuncian
Pues si música en síncopa le (I) nombres,
No se quitan tajada los dos nombres.
Otros ejemplos:
Vegas, 504
Quién hizo, en subiendo al cielo,
Enviar su soberano
Espirtu al pueblo cristiano,
Sino su amoroso celo?
Virués, 544
No estés al torpe sueño así entregado:
Haz sobre tí cuidosa centinela.
Zamora, 448
Esprítus, ¿qué decís?
Qué ha respondido? — Nada.
Hurtado (Luis), 38"
¡Oh, do ti, muerto, reniego,
Pues que nos quies asolar.
A esta figura se reducen también los
pretéritos hizon, trújon, díjoíi, vinon, »úp<m,
etcétera.
C) Apócope (á7:oy.0TrT,=abscis4on, cercenamiento, de x67:tco= cortar) es la su-
presión *do letras ó sílabas al fin de palabra. Es vicio frecuentísimo en el
lenguaje familiar de Castilla y Andalucía, v. g., verdá, seña, recao, neo, ve7iio,
emhúo, sacao, etc. De aquí procede que los habituados á hablar apocopando^
cuando procuran la corrección, incurren en el extremo opuesto, haciendo
paragoges, como hacalado, corredo, Bilbado, f ardido, rido,pasedo. En los poetas
es poco frecuente; véanse algunos ejemplos:
Lope, l.®497"
Fuimos á cal (2) de la Sierpe.
Tirso, 41
Lumbre hay — Yo á entrar en calor.
Hojcda,447'
Herirá tu bel ;3) rostro macilento.
Lope, 3.0, 568"
Dice que haberlo jurado
A Gutier (4) Fernández, que es
Quien la fuerza lo entregó.
A la fe, que vien de prisa.
D) La sniídefa ((Juva?,oí?pT^= fusión, mezcla) suprime la última vocal do una
palabra, cuando la siguionto comienza con vocal, y liaco do las dos jialabras
una; v. g., estotro, esotro, del, antojo (por anteojo), antir/er i\)i.n- anteai/er).
Fil gran duque de Medina-
Sidonia vino nntii/er. (Lope, 4.**, 339").
Do la sinalefa en el verso, trataremos en el libro segundo.
24. Vino.^- por adirioji. Son tros: próstesis, rpñit<'sis y paragoge.
(1) Jjf, esto P8, á riial<|iiiora oyi>nto.
(2) CMe.
(3) Bello.
(4) Outitrrt.
- 41 -
A) Próstesis (irpó^ = pre, delante, y Géatir = posición ) es la adición de letras
ó sílabas al principio de vocablo; v. g., arrecoger, alanzar.
Asi para poder ser amatado. (Garcilaso, 26).
B) Epéntesis (de érí=sobre, é^=en, e£a!7=posicion) es la adición de letras-
ó sílabas en medio de vocablo; v. g. arruñar, Ingalaterra, coránica.
Mavorte (1) altivo del Araxico fiero. (Hojeda, 429\
Padre, la benedicion. (Cañizares, 571').
C) Paragoge (de j:apáY(j)=prolongar) es la adición de letras ó sílabas en
fin de vocablo; v. g., felice, asina ó asín, en lugar de feliz y asi; joce por hoz, y
jace por haz.
Pues quién diabros te hizo reye'í (Tirso, 537).
En los antiguos romances es frecuenta la adición de la e: véase este ejem-
plo de La Infantina de Francia (X, 164):
Al pregón de los torneos
A jParis iban llegare (llegando)
Muchos nobles caballeros
Infanzones de solare^
Que de lueñe traen su via
Por la tierra, por el niare.
Fiestas fasen muy locidas
Que en el mundo non han pare^
Por conquerir de la niña
La refasia (rehacía) volontade.
25. Distinción entre figura y licencia. — Débese notar cuidadosamente,
que hay muchas figuras de dicción que no son licencias. Para esto vale admi-
rablemente la distinción filosófica entre el elemento material y el elemento
formal. En una palabra cualquiera, el elemento material son las letras y sí-
labas y su disposición; el elemento formal es la conveniencia de la misma
palabra con una ley; y además este elemento formal puede considerarse en
la misma palabra (objective), y en el que la pronuncia (subjective).
Cuando en la formación de una palabra derivada de otra del mismo, ó de
diferente idioma, interviene alguna mutación, adición ó supresión, hay siem-^
pre figura: así en peligro hay metátesis deperiglo, y enperiglo antítesis y sín-
copa de p)ericulo, que es la palabra original- en aprender hay síncopa de apre-
hender; en del sinalefa de de el; en nervio metátesis de niervo (como debía
ser, de ñervo latino ); en hidalgo apócope y sinalefa de hijo de algo; en criar
antítesis y apócope de creare; en faltriquera antítesis de faldriquera (2), deri-
vado de falda; en ayuno aféresis y síncopa de su verdadero origen adiunio
(a=sin, y diunium, de dies=la porción ó ración diaria) ; y á este modo en la
mayor parte de las palabras. Al comenzar á formarse el idioma castellano,
todas estas cosas eran licencias contra el latin; pero ya formado y perfecto
el idioma, y sancionadas por el uso común de ignorantes y sabios tales for-
mas figui-adas, dejaron de ser licenciosas, y se convirtieron en ley. Por con-
(1) Marte. , x> ■
(2) Faldriquera decían muchos en los siglos XVII y XViii: véase Tirso, 569'; Calderón, 2.° 698' ; Kojas,
282; Diamante, 3«", SB"; Hoz, 197"; Zamora, 455; Cañizares, 507". Niervos se halla en Ercilla, 6, 40', 43, 62 f
Eibera (Luis), 285.
42 -
siguiente, tales formas no son vicios de dicción, sino simplemente figuras,
l)ues les falta el elemento formal de la licencia, que es la infracción de lo
que el uso tiene autorizado.
La verdadera Ucencia, ó el vicio de dicción, consiste formalmente en que-
brantar la forma legal ó autorizada por el uso; y así se dan casos do verda-
deras licencias, usando formas etimológicamente correctis, ó más correctas
que las sancionadas por el uso. Tal sucede en felice, por feliz, pece por pez,
niervo por nervio, henedicion por bendición, sobo \)0t sé, cozo \)0y cuezo; stih por
estilo, etc., etc.
Considerando ahora la licencia formal bajo los aspectos objetivo y suje-
tivo, es de notar que estos dos aspectos son entre sí lo que la falsedad y la
mentira. El que dice lo que siente, no miente; y de la misma manera, el que
por ignorancia incurre en vicios de lenguaje, no por eso se dirá que comete
sujetivamente licencias. Esto es necesario tenerlo presente para discernir
las verdaderas licencias en los escritores. Cuando, por ejemplo, Tirso (533)
escribe trojéronle, puehro, güesa, igreja,defiinto, helle,quesimos,resocifado y otras
palabras á este tenor, no comete licencias sino objetivamente, pues todo
aquel párrafo le pone en boca de un palurdo; pero si él á sabiendas pusiera
esas palabras por cualquier motivo, como cosa propia, serían licencias ó vi-
cios en todo rigor.
26. Arcaísmos y neologismos. — La quinta clase de vicios en el lenguaje es
el empleo de palabras antiguas ya desusadas, ó de nuevas aún no autoriza-
das por uso. Ld primero so llama arcuismo (de áp;(iToc = antiguo); v. g., vegada
por vez; magüen- por aunque; alongarse por alejarse, etc. También son arcaís-
mos las antítesis y epéntesis y otros vicios que antiguamente no lo eran.
El uso de palabras nuevas es neologismo: es vicio feísimo de algunos mo-
dernos periodistas, que no titubean en decir independizar, dictaminar, solu-
cionar, et., etc. He aquí cómo Tirso se burla de ciertos neologismos de su
tiempo (353'):
Calvo, Ha dado en mudar los nombres
El palacio á sus oíicios,
En nuestra España novicios:
Ya llama á sus gontilliombros
Acroyes: ya hay sanscrvan,
Furriel, costijler, salsior,
Guardamangel, suraillor, Infanta.
Panatit'l, que guarda el pan, Calvo.
Y otros mil con que dosoo
Que ol palacio me sustente
Y ocupe, principalmente
Entro aquestos del bureo,
Quisiera, pues, yo, señora,
Que siendo mi intorcesora.
El Duque me hiciera dar
Uno, que acabado en él,
A los demás imitara, ^
Y de nuevo se criara.
¿Y cuál es?
Mumiuratiel,
Que sin temor del castigo,
Murmurara tanto abuso
Como va inventando ol uso,
I")f> In virtud enemigo.
Por holgarme y burear.
Dicen algunos que las palabras vanguardia y retaguardia son del siglo xix
y procedentes do Francia; mas se conoce qun lian loído poco. Puedo ol
lector ver osas palal)ras (sin salir de los Poetas) oii Ca'aloron, 3.", lüü"; on ol
Romancero general, xvi, 154; Pérez de Hita, xvi, U;5, Castellanos, 129'.
43
La palabra j^ov^w creen muchos que era neologismo en el siglo XYII: pue-
de verse en Villaviciosa (José) 579', — Hojeda, 446, —Castellanos, 172,— Vi-
rués, 520,— Gróngora, 465,— Herrera (Fern.*'), 276.
La voz andén, que parece nueva, se halla en Castellanos, 65.
El diminutivo señorito le he hallado por vez primera en Fernández de
León, 391: su uso debió de comenzar hacia el año 1650.
El adjetivo chistoso era en tiempo de Lope un neologismo que encontra-
ba oposición en algunos: he aquí el pasaje del mismo Lope, en que lo dice
(tomo 2.^ 266"):
D. Bernardo.
Sancho.
No te quiero tan chistoso,
Sancho, cuando estoy mu-
[riendo.
Trátame bien, que me
[ofendo
Dése nombre verg-onzoso.
D. Bernardo.
Sancho.
Antes agora se usa
Por excelente vocablo
Entre los usos del diablo
Ese no ha tenido excusa.
¡Chistoso! ¿Qué diferencia
Do cualquier afrenta tie-
[ne?
27. - Palabras de capricho.— 'Em el lenguaje familiar se permite por broma
ó donaire inventar palabras por derivación, ó á imitación de otras. Así en-
contramos:
segismundear (de Segismundo), Calderón, 1.**, 13".
inesear ó isabelear (de Inés é Isabel), Calderón, 2.°, 135".
melanoche (como melodía), Calderón, 2.**, 629.
Jeretuyas (como Jeremías), Rojas, 308'.
el paramal (como parabién) , Lope, 4.°, 493.
fadricacion, dorotada (de Fadrique y Dorotea), Tirso, 279".
resí (como venó), Tirso, 497.
guardiana, archibispesa, pontifista, Preste Juana; Tirso, 466.
ayas (del verbo ayar, de aj), Calderón, 2.", 629'.
dueñez y endueñar'(de dueña), Calderón, 3.", 493: y otras muchas.
28. Onomatopeya ó armonía imitativa, es imitar con el lenguaje el soni-
do que se describe. La onomatopeya da licencia al que habla para inventar
vocablos á propósito para la tal imitación. Véanse algunos ejemplos:
Villaviciosa (José), 579.
Mas cuando de improvisos atambores
Oyó el taparatán, que á guerra suena.
Tirso, 207
Escápase una gata como el puño
De un gato zurdo y otro carirromo
Por los caramanchones y tejados.
Con solo decir miao y echar un fufo.
Lope,
436'
Y ella (la gata) con ñifi ñafe
Se defendía con semblante airado.
Id., 448
O pelada la mano ó con ampolla,
Fufú, fufú, diciendo.
Rojas, 311*
No hallaréis,
Esto es lo que os certifico,
Ni perro que os diga guau,
Ni gato que os diga mío.
Calderón, 3.0, 67"
Yo soy titiri titiri taina
Flor de la jacarandaina.
- 4A -
29. Últimamente deben tenerse en cuenta las siguientes nociones. Caco-
fonía (de xaxó(7 = malo, y «pww, = sonido) es el sonido desagradable que resulta
de la repetición de una misma consonante, ó del concurso de consonantes
de difícil pronimciacion; v. g., diablillo lloroso, atroz, zozobra, tu ttita te tiene
^onto, el rorro roncaba, etc., etc.
Eufonía (de £ú=bien ó bueno) es el concurso ó combinación de sonidos
agradable al oído: y letras eufónicas, las que se intercalan para evitar la ca-
cofonía ó el hiato; v. g., tendré por tenré ó teneré.
CAPITULO IV
Acento.
30. La intensidad ó fuerza del sonido, depende, según demuestra la Acús-
tica: 1.*^, de la amplitud de las vibraciones; 2.**, de la extensión que tiene el
cuerpo que vibra; 3.**, de la distancia entre el cuerpo sonoro y el oído; 4.^
del medio transmisión.
La altura ó tono dependo del número de vibraciones por segundo, y tam-
bién varía con la distancia.
3J. Ahora bien, el acento ¿consiste formalmente en la intensidad del
sonido, ó en la altui'a? El Sr. Coll y Vehí en sus Diálogos gasta mucha tinta
y aun música en demostrar que el acento es la mayor intensidad ó fuerza
con que se pronimcia alguna vocal. Yo también soy aficionado á la música,
como el 8r. Coll; y quizá por oso me parece que su música no pnieba lo quo
él quiere demostrar. Convengo con él en que la música tiene sus partes fuer-
tes y débiles, y quo las sílabas acentuadas ó tónicas de las palabras, deben
colocarse en parto fuerte del compás, especií^mente si hay notas re])etidas
(v. g., do, do, do; do, do, do); pero ¿prueba esto que el impulso que damos íI la
vocal acentuada, so pinetosiemjjre en ampliar las vibraciones, y nutica en au-
mentar su número? De ningún modo; antes croo que el efecto formal del
acento puede obtenerse de tres maneras: 1.*, aumentando la amplitud de las
vibraciones; 2.*, aumentando su número en iguaklad de tiempo; 3.*, aumen-
tando la duración del sonido, sin elevar el tono ni aumentar la intejisidad»
Voy á demostrarlo por la música:
1
^irrrv<
s
3 . i
^^^
s
'^rí^ «' ll c-s^-^t^rlyHh-f^^
ñ
oó fi ro cA fi ro
Jfi tH no ffi ta no (fi ta no
co ra zoii co rn zon co ru znn
co fi ro K ttT no Dios E ter uo Dio»
Ifi ta no trÍH to <le n\\ tris te do mi
oo ra zoa
El ejemplo núm. 1 lleva el aconto musical en la primera nota, y sin em-
bargo, por estar la segimda nota un semitono más alta, el oído siente que el
- 45 -
acento prosódico de las tres palabras se marcha á la secunda sílaba: así sue-
nan las tres palabras: cejiro, gitano, corazón. Esto pnieba que la altura de la
segunda nota prevalece contra el acento rítmico del compás, y por consi-
guiente, que el acento gramatical puede consistir en la mayor altura del
sonido.
El núm. 2 prueba que dentro de un mismo sonido, el oído gi-amatical si-
gue al acento rítmico del compás, siendo las notas de igual duración: así,
las citadas palabras suenan ahí esdrújulas: céfiro^ gitano, corazón.
El núm. 3 tiene todas sus notas en parte débil; y sin embargo, la mayor
duración de la primera, siendo todas iguales en altura ó intensidad, hace que
el oído perciba el acento gramatical en ella, resultando también las tres pa-
labras esdrújulas: y esto prueba que la mayor duración de una sílaba puede
convertirla en acentuada.
En el núm. 4 el vocablo gitano suena mal, porque ese giro y esos valores
no sirven para dicciones llanas; pero si examinamos detenidamente las otras
dos, céfiro y corazón, notaremos que la diferencia es muy pequeña ó nula: lo
cual prueba que la elevación del sí destruye el acento del sol, y por consi-
guiente, esas palabras ni suenan al oído claramente como esdi'újulas, ni como
agudas. De donde se infiere que no basta la intensidad de la parte fuerte (sol)
para el acento, si las sílabas siguientes son más altas que la primera. Si las
notas fueran si, la, sol, en vez de sol, la, si, entonces sonarían esdrújulas las
palabras.
Iguales razonamientos podríamos hacer con los demás ejemplos; de don-
de infiero la siguiente conclusión:
El acento depende de la intensidad, altura y duración del sonido: de todas
juntas, ó de dos de ellas, ó de una sola. Cuál prevalece en cada caso, no pue-
do yo definirlo; pero el oído lo aprecia muy bien.
32. La teoría que acabo de exponer está más fundada que ninguna otra
en la doctrina tradicional prosódica.
I.** Los antiguos latinos solían decir que el acento agudo consiste en
elevar (acuere, levare) la voz; pero si esta teoría es verdad, se hace imposible
en la música poner una sílaba acentuada en nota más baja que la no acen-
tuada, sin destruir el acento de la palabra; y eso no sólo puede hacerse, mas
siempre creeré que así lo hicieron también los griegos y los latinos. Ade-
más, los latinos llamaban también tono al acento (1) y tono (de -ceívw) significa
propiamente intensidad, esfuerzo, no elevación ó agudeza.
2.° Respecto de la duración ó cantidad, creo también que los antiguos
la consideraban como elemento del acento, ó como causa ó como efecto del
mismo. Interidere syllabam es, según Quintiliano, alargar una sílaba; y etimo-
lógicamente es esforzarla ó acentuarla. ¿Qué otra cosa prueba la forma de
los esdrújulos latinos? En ellos se ve claro que el acento huye, cuanto pue-
de, de las sílabas breves; y esto prueba, á mi parecer, que la duración atrae
(1) «Latini habent et alia nomina; nam accentns et tonos et tenores dicunt, quia ibi sonus et crescit
et desinit.» (San Isidoro, Etymolog. lib. I, cap. XVIII, n. 1).
- 46 -
hacia sí el acento; no digo que siempre, pero que tienen aquélla y éste gran-
dísima añnidad entre sí.
3.° Viniendo ahora al castellano, vemos á los ortólogos afirmar ya una
cosa, ya otra; y todos tienen razón, á mi parecer. Basta que pongamos tres
testimonios. Encina, en su Arf£ de Poesía: «Avenios de notar que síUabas
breves en el romance llamamos todas las que tienen el acento bajo. E luen-
gas ó agudas se dicen las que tienen alto el acento. Aunque en el latin no
vayan por esta cuenta.» Luis Alfonso de Carrillo, en su Cisne de Apolo
(año 1602): «En la sílaba acentuada se sube y tarda más la voz... La sílaba
donde el acento estuviere, en nuestra lengua española, ésa es larga, y todas
las demás son breves.» Hermosilla en el A) te de hablar (pág, 362, 3.* edic):
«El acento y la cantidad son la misma cosa en castellano; y así, toda sílaba
acentuada os larga ^or uso.* La primera parto de esta aserción de Hermosi-
lla no la admito, porque es falsa: la segunda no la recliazo, entendiendo por
larga lo que yo entiendo (v. núm. 14). Estos testimonios, tan contrarios á la
teoría del Sr. Coll y Vehí, y estas opiniones, tan encontradas y diversas, so
enlazan y unen todas en mi teoría. Las opiniones, exclusivistas son falsas
precisamente por querer constituir el acento en uno solo de los tres elemen-
tos que pueden entrar á formarle.
Concluyo y digo: 1.°, que el acento no consiste siempi-e en sola la intens'-
dad,*ni en sola la altura ó la duración: 2°, que á veces consiste en uno solo
de estos elementos: 3.", que otras veces puede consistir en dos de ellos, ó en
los tres combinados.
33. Por lo dicho so ve cuan difícil es dar la definición del acento. Yo»
conforme con mi doctrina, diré que el fono ó acento tónico ó 2>>'osódico es un
aumento relativo en las vibraciones del sonido articulado. Aumento, digo, ó en la
amplitud ó en el número de las vibraciones, el cual número puedo aumen-
tarse elevando la voz ó dando más duración á la pronunciación do la sílaba:
relativo, es decir, que en cada caso particular el aconto consiste formalmen-
te en aquel aumento que én el oído prevalece sobre los demás, y sobre las
vibraciones do los sonidos que preceden ó siguen. En castellano no conoce-
mos ni nos hace falta otro acento que el agudo: éste en la escritura se marca
con una rayita oblicua de derecha á izquierda, que se coloca sobre la vocal
tónica, cuando las reglas generales no bastan para saber en qué sílaba está
el tono. Esta rayita es el acento ortográfico.
34. Tónico y átono. — Son, pues, vocales, sílabas y ])alabras tónicas, las que
en la pronunciación llevan tono ó acento tónico; y átonas (de a = sin, y -cóvor-
=tonoi las que no le llevan.
35. División de las palabras tónicas jior razón del tono:
1." Las palabras son agudas, llanas ó graves, y csdrújaUus ó dactilicas (1)
según que tengan el tono en la liltima, en la penúltima, ó en la antepenúlti-
ma sílaba: v. g., cantará, cantara y cántara.
(1) Etdrújulí), do mlnicrUiU) itniinno, cosn riuo corro A rosbnla: ilarlilim do dáftiU). Esta donominarion no
PR dol todo fixaotH, h no Ror qiio so admita oí principio sRontndo por Carrillo y HormORÜla. l'oro no os
reprenRihle on rastollano; puoH «>Rt^ aiitorizada por el diccionario do la Acaileinin, y la uñaron Villo-
güH (Estoban), W\; DurjfOH, 117; Uoña, f>í.'t; Tapia, »*<á, y otroR.
- 47 -
2.° Ditónicds son las palabras que llevan dos sílabas tónicas; v. g., her-
mosamente, Jacilisimaménte. Subfónicas (de stib = detrás, un poco) aquellas
cuyo tono se oscurece por venir detrás de otra sílaba tónica; v. g., Oh Dios
mío: la sílaba Dios es aquí subtónica.
36. Vicios ó licencias en la colocación del acento ó tono. Cuatro licen-
cias pueden cometerse:
a) La atonía se comete pronunciando sin acento una palabra tónica;
V. g.., cuando los navarros dicen unos diez, otros cuantos, haciendo átonos
aquellos adjetivos {unos, otros).
b; La hipertonía (de óttep = sobre, excesivamente) consiste en pronunciar
con tono una palabra átona; v. g., Por la señal
c) La sístole (aua-coXT, = contracción, encogimiento) se comete poniendo el
tono en alguna vocal anterior á la tónica; v. g., sutil, méndigo, sincero, austero:
ó traído, cáido, vizcaíno, como dicen muchos burgaleses y palentinos.
d) La diástole (Stad-ro^Tj^ dilatación, alargamiento) se comete trasladando
el tono á una sílaba posterior á la tónica; v. g. oceáiio, Séneca, Ñapóles.
CAPITULO y
Sistemas ortográficos.
37. Por la íntima conexión que tiene la Ortología con la Ortografía (1)
no podemos dispensamos de tratar este asunto con alguna detención. Y para
comenzar, nada, á mi parecer, viene tan á propósito como el siguiente capí-
tulo del Fray Gerundio de Campazas, que en ameno estilo nos da idea exacta
de los diferentes sistemas ortográficos (tomo xv, 76).
«Todos convinieron en que aquel niño (G-enindico) había de ser gran
predicador, y que sin perder tiempo era menester ponerle á la escuela de
Villaomate, donde había un maestro muy famoso.
»Eralo un cojo, el cual, siendo de diez años, se había quebrado una pier-
na por ir á coger un nido Siendo cosa averiguada que los cojos por lo
comim son ladinos y avisados, este tal cojo de quien vamos hablando, no
era lerdo, aunque picaba un poco en presumido y en extravagante. Como
sal'ó tan buen pendolista, desde luego hizo ánimo á seguir la carrera de las
escuelas, esto es, á ser maestro de niños: y para soltarse en la letra, se
acomodó por dos ó tres años de escribiente con el notario de la vicaría de
San Millan, el cual era hombre curioso y tenía algunos libros romancistas,
unos buenos y otros malos. Entre éstos había tres libritos de ortografía,
cuyos autores seguían rumbos diferentes y aun opuestos, queriendo uno que
se escribiese según la etimología ó derivación de las voces, otro defendien-
do que se había de escribir como se pronunciaba, y otro que se debía seguir
en eso la costumbre. Cada uno alegaba por su parte razones, ejemplos,
autoridades, citando academias, diccionarios, lexicones, ex omni lingua,
(1) Ortografía (de ópGór ::=: derecho, recto, segun ley, y Ypó^W ■=. escribir).
- 48 -
tribu, populo etnatione; y cada cual esforzaba sn partido con el mayor empe-
ño, como si de este punto dependiera la conservación ó el trastornamionto
y ruina universal de todo el orbe literario, conviniendo todos tres en que la
ortografía era la verdadera clavis scientiarum, el fundamento de todo el buen
saber, la puerta principal del templo de Minerva, y que si alguno entraba en
él sin ser buen ortogralista, entraba por la i)uerta falsa, no habiendo en el
mundo cosa más lastimosa, que el que se llamasen escritores los que no
sabían escribir. Sobre esto pie metía cada autor una zambra de todos los
diantres, en defensa de su particular opinión.
»A1 etimologista y derivativo se le partía el corazón de dolor, viendo á
innumerables españoles indignos que escribían España sin H, en gravísimo
deshonor de la gloria de su misma patria, siendo así que se deriva de His-
pania, y ésta de Hispaan, aquel héroe que hizo tantas proezas en la caza de
conejos, de donde en lengua púnica se vino á llamar Hispania toda tierra
donde liabía mucha gazapina. Y si se quiere que se derive de Héspero, aun
tiene origen y cuna más brillante, pues no viene menos que del lucero ves-
pertino, que es ayuda de cámara del sol cuando se acuesta, y le sirve el
gorro para dormir; el cual á ojos vistos se ve que está en el territorio celes-
tial de nuestra amada patria; y quitándola á ésta la H con sacrilega impie-
dad, oscurecióse todo el esplendor de su clarísimo origen. ¡Y los que hacen
esto se han de llamar españoles! ¡Oh indignidad! ¡Oh indecencia!
> Pero donde perdía todos los estribos de la paciencia y aun de la razón,
era en la torpe, en la bárbara, en la escandalosa costumbre ó corruptela de
haber introducido la y griega, cuando servía de conjunción, en lugar de la /
latina, que sobre ser más pulida y más pelada, tenía más parentesco con el
et de la misma lengua, do donde tomamos nosotros nuestra /'. Fuera de que
la y griega tiene una figura basta, rústica y gi'osera, pues se parece á la
horquilla con que los labradores cargan en los haces el carro; y aunque no
fuera más (juo por esta gravísima razón, debía desterrarse de toda escritura
culta y aseada. Por estodecía dicho etimologista: Siempre que leo en algún
autor // Pedro y Juan y Diego, en lugar de i Pedro i Juan i Diego, se me re-
vuelven las tripas, so me conmueven de rabia las entrañas, y no me puedo
contenor sin decir entre dientes: Hi de Y al contrario, no rae harta do
echar mil bendiciones á aquellos celebérrimos autores que saben caál es
su /derecha, y entre otros á dis catedráticos do dos famosas universidades,
ambos inmortal honor do nuestro siglo y envidia de los futuros, los cuales,
en sus dos importantísimos trabajos de ortografía, han trabajado con glorio-
so empeño en restituir la i latina al trono de sus antepasados; por lo cual
digo y diré mil veces que son benditos entre todos los benditos.
»No le iba en zaga el otro autor que, dospreciandf) la etimología y la de-
rivación, pretendía que en las lenguas vivas so dobía escribir como so ha-
blaba, sin quitar ni añadir letra alguna que no se pronunciase. Era gusto
ver cómo se encendía, cómo so irritaba, cómo so enfurecía contra la intro-
ducción de tantas hh, nii, fts y otras letras importinentos que no suenan en
nuestra pronunciación. Aquí de Dios y del Rey (decía el tal autor, quo no
- 49 -
parecía sino portu^iés en lo fanfarrón y en lo arrogante): si pronunciamos
ornare, onra, ijo sin aspiración ni alforjas, ¿á qué ton emos de pegar á estas
palabras aquella h arrimadiza, que no es letra ni calabaza, sino un recuerdo
ó un punto aspirativo? Y si se debe aspirar con la h siempre que se pone,
¿por qué nos reímos del andaluz, cuando pronunciadlo, ;o^i?-a, jombre? Una
de dos, ó él jabla bien, ó nosotros escribimos mal. Pues ¿qué diré de las nn
ss, rr, pp y demás letras dobles que desperdiciamos lo más lastimosamente
del mundo? Si suena lo mismo pasión con una s que con dos, inocente con
una w que con dos, Philipo con unap que con dos, ¿ut quid perditio haec? Que
doblemos las letras en aquellas palabras en que se pronuncian con particu-
lar fortaleza, ó en las cuales si no se doblan se puede confundir su significa-
do con otro, como en perro, para distinguirle diQ pero; en parro, para diferen-
ciarle de paro: y en cerro, para que no se equivoque con cero, vaya; pero en
huro, que ya se sabe lo que es, y no puede equivocarse con otro algún signi-
ficado, ¿para qué hemos de gastar una r más, que después puede hacernos
falta para mil cosas? ¿Es esto más que gastar tinta, papel y tiempo, contra
todas las reglas de la buena economía? No digo nada de la prodigalidad con
que malbaratamos un prodigioso caudal de uu, que para nada nos sirven á
nosotros, y con las cuales se podían remediar muchísimas pobres naciones
que no tienen una u que llevar á la boca. Verbi-gracia: en qué, enpor qué, en
para qué, en quiero, et reliqua; ¿no me dirán ustedes qué falta nos hace la u,
puesto que no se pronuncia? ¿Estaría peor escrito qiero, qe,por qé,para qé, et-
cétera? Añado que, como la misma q lleva envuelta en su misma pronuncia-
ción la u, podíamos ahorrar muchísimo caudal de uu para una urgencia aun
en aquellas voces en que claramente suena esta letra; porque ¿qué inconve-
niente tendría que escribiésemos qerno, qándo, qáles, para pronunciar quemo,
quándo, quáles? Aun hay más en la materia: puesto que la Je tiene la misma
fuerza que la q, todas las veces que la u no se declara, distingamos de tiem-
pos y concordaremos derechos; quiero decir, desterremos la q de todas aque-
llas palabras en que no se pronuncia la u, y valgámonos de la ]c, pues aun-
que así se parecerá la escritura á los Tcyries de la misa, no perderá nada por
eso. Vaya un verbi-gracia de toda esta ortografía.
«Ei ombre ke kiera escribir coretamente, uya qanto pudiere de escribir
akellas letras ke no se egspresan en la pronunciación; porke es desonra de
la pluma, ke debe ser buena ija de la lengua, no aprender lo ke la enseña su
madre, etc. Cuéntense las uu que se ahorran en solo este período, y por aquí
se sacará las que se podían ahorrar al cabo del año en libros, instrumentos
y cartas; y luego extrañarán que se haya encarecido el papel (1).
»Por el contrario, el ortografista que era de opinión que en esto de es-
cribir se había de seguir la costumbre, no se metía en dibujos; y haciendo
gran burla de los que gastaban el calor natural en estas bagatelas, decía
que en escribiendo como habían escrito nuestros abuelos, se cumplía bas-
(1) El primer ensayo de ortografía de est« género, de que tengo noticia, es el de Gómalo Correa,
catedrático de lenguas en la Universidad de Salamanca, impreso el año 1^9.
- 50 -
tantemente; y más cuando en esto de ortografía liasta ahora no se habían
establecido principios ciertos y generalmente admitidos, más que unos po-
cos, y que en lo restante cada uno fingía los que se le antojaba.
. »E1 Cojo, que como ya dijimos, era un si es no es muchísimo extrava-
gante, leyó todos los tres tratados; y como vio que la materia tenía mucho
de arbitraria; y que cada cual discurría según los senderos de su corazón, le
vino á la imaginación un extraño pensamiento. Parecióle que él tenía tanto
caudal como cualquiera para ser inventor, fundador y patriarca de un nuevo
sistema ortográfico; y aun se lisonjeó su vanidad que acaso daría con uno
jamás oído ni imaginado, (^ue fuese más racional y más justo que todos los
descubiertos; figurándosele que si acertaba con él, se haría el maestro de
niños más famoso que había habido en el mundo desde la fundación de las
escuelas, hasta la institución de los Escolapios inclusivo.
»Con esta idea comenzó á razonar allá para consigo, diciéndose á sí mis-
mo: ¡Válgame Dios! Las palabras son imágenes de los conceptos, y las letras
se inventaron para sor representación de las palabras; con que, por fin y
postre, ellas vienen á ser también representación de los conceptos. Pues
ahora, aquellas letras que representaren mejor lo que se escribe, esas serán
las más propias y adecuadas; y así, cuando yo concibo una cosa pequeña, la
deba escribir con letra pequeña, y cuando grande, con letra grande. Verbi-
gracia: ¿Qué cosa más impertinente que, hablando de una pierna de vaca,
-■ escribirla con una p tan pequeña como si se hablara de una pierna de hor-
miga, y tratando de un monte, usar una m tan ruin como si se tratara de un
mosquito? Esto no se puede tolerar, y ha sido una inadvertencia fatal y cra-
sísima de todos cuantos han escrito hasta aquí. ¿Hay cosa más graciosa, ó
por mejor decir, más ridicula que igualar á Zaqueo en la Z con Zorobabel
y con Za])ulon, siendo así que consta de la Escritura que ol primero era po-
quoñito y casi enano, y los otros dos, cualquiera hombre de juicio los conci-
be, por lo menos, tan grandns y tan corpulentos como ol mayor gigantón del
día de Corpus? Porque pensar (luo no llenaban tanto espacio de aire como
llenan de boca, proportione sei'vata, es cuento de niños. Pues ve aquí que sal-
gan Zaqueo y Zal)ulon en un escrito, y (jue, siendo ó habiendo sido en sí
mismos tan desiguales en el tamaño, lian de parecer iguales en la escritura.
Vaya, que es un grandísimo despropósito. ítem, si se habla de un hombre
en quien todas las cosas fueron grandes, como si d jéramos un San Agustin.
ponderando su talento, su genio, su comprohension, ¿hemos le escribir y
p ntar en el papel estas agigantadas prendas con unas lotricas tan menudas
y tan indivisibles, como si habláramos, por comparanza, de las del autor del
Poema épico de la vida de Han Antón, y otros de la misma calaña? (1) Eso so-
ría cosa ridicula, y aun ofensiva á la gi-andoza do un santo ])adre de tanta
magnitu'I. Fuera de que ¿dónde puede haber mayor primor que el hacer que
cualquiera lector, sólo con abrir un libro, y antes do leer ni una sola pala-
I
'U, Alii'le ol autor al ri'üriilo (.omiia <lo I). Podro Xolasco .l.> ( i/n|o, t it iilndo:
«El Sil 'i|» los AnaoorotiiH, Ih luz ilol Kjfipto, el Pasmo do In fí.baida, ol Asombro dol mundo, el
1 ortento de la Uraoia; la luilaRrosa vida de San Antonio Abad.. Madrid, 1787.
I
- 51 -
l)ra, conozca por el mismo tamaño y multitud de las letras grandes, que allí
«e trata de cosas grandiosas, magníficas y abultadas; y al contrario, en vien-
do que todas las letras son de estatura regular, menos tal cual que sobresa-
le á trechos, como los pendones en la procesión, cierre incontinenti el libro
y no pierda tiempo en leerle, conociendo desde luego que no se contienen
«n el sino cosas muy ordinarias y comunes? Quiero explicar esto con el ejem-
plo de un estupendo sermón, predicado al mismo San Agustin, el mejor que
be oído ni pienso oír en los días de mi vida. Preguntaba el predicador, ¿por
qué á San Agustín se le llamaba el gran Padre de la Iglesia, y á ningún otro
Santo Padre ni doctor de ella se le daba este •epíteto? (Así decía él). Y res-
pondió:
»Porque mi Agustino no sólo fué Gran Padre, sino Gran Madre, y G^-an
Abuelo de la Iglesia. Gran Padre, porque antes de su Conversión tuvo mu-
chos Hijos, aunque no se le logró más que uno. Gran Madre, porque conci-
bió y parió muchos Libros. Gran Abuelo, porque engendró á los Ermitaños
de San Agustin, y los Ermitaños de San Agustin engendraron después todas
las religiones mendicantes que siguen su Santa Regla, las cuales todas son
ISíietás del Grande Agustino . Y note de paso el discreto , que la Regla des-
truye la Maternidad, y la Regla fué la que aseguró la Paternidad de mi
Gran Padre: 3fagmcs Parens.»
»Este trozo de sermón que oí con estos mismísimos oídos que ha de co-
mer la tierra, y un pobre ignorante y mentecato, aunque tenía crédito de
gran letrado y hombre maduro, trató de puerco, sucio, hediondo y digno
del fuego; pero á mí me pareció (1), y hoy día me lo parece, la cosa mayor
del mundo: digo que este trozo de sermón, escrito como está escrito, esto es,
con letras mayúsculas y garrafales en todo lo que toca á San Agustin, des-
de la primera vista llama la atención del lector y le hace conocer que allí se
■contienen cosas grandes, y sin poderse contener, luego se abalanza á leerlo;
«uando al contrario, si estuviera escrito con letras ordinarias, no pararía
mientes en él, y quizá le arrimaría sin haber leído una letra. Así que, en esta
xqí ortografía se logra, lo primero, la propiedad de las letras con los concep-
tos que representan; lo segundo, el decoro de las personas de quien se tra-
ta; lo tercero, el llamar la atención de los lectores . Y podía añadir lo cuar-
to, que también se logra la hermosura del mismo escrito; porque son las
letras grandes en el papel lo que los árboles en la huerta, que la amenizan
y la agracian , y desde luego da á entender que aquélla es huerta de señor;
cuando un libro todo de letras iguales y pequeñas parece huerta de verdura
y hortaliza, que es cosa de frailes y gente ordinaria.»
j(l) No 80 olvide que sigue hablando el Cojo.
CAPITULO VI
Crítica del precedente.
38. No creo que puede haber más sistemas ortográficos, que los tres
expuestos por el P. Isla en el capítulo anterior. La ortografía castellana,
aunque muy imperfecta en su origen, seguía siendo idéntica á la latina en
todas las palabras derivadas de la misma lengua, exceptuando las letras
que fueron poco á poco cambiando de pronunciación. A principios del si-
glo XVII ya se reparaba no poco en la ortografía. Véase en prueba do ello,
el siguiente pasaje de Montalban (492"):
Seceetario.
VinREY.
Secretario.
Virrey.
Secretario.
Virrey.
Esta que firmaste ahora
Es para su majestad.
Pues luego la trasladad.
CJerrada está.
Quién ignora
Que vida con v se escribe?
No, secretario, con b.
Yerro de la pluma fué,
Que no mió.
Quien recibe
Una carta mal escrita
No sabe si fué ignorancia,
Y aunque, en fin, no es de importancia,
Y al dueño desacredita,
Es una cosa tan justa
Hablar siempre con verdad
En todo á su majestad,
Que aun el alma se disgusta
De esa breve niñería;
Y asi volved ¿escribir,
Porque no so ha de mentir
Al Rey ni on la ortografía.
No diré yo, como los autores citados por el P. Isla, que la ortografía es
la llave de las ciencias; ni me esforzaré por darla una importancia que no
tiene: pero una cosa puedo asegurar, sacada de la experiencia en ocho años
do profesorado, y es que la ortografía es una de las más claras señales por
donde se revela el talento de los niños.
39. Tres, pues, son los sistemas ortográficos:
El primero so funda en la etimología: el segundo en la pronunciación: el
tercero en la costumbre. El P. Isla indudablemente defendía el tercero, como
Se convence por la razón que alega: «que en esto do ortografía hasta ahora
no se habían establecido principios ciertos y generalmente admitidos, más
que unos pocos, y en lo restante cada uno fingía los que so le antojaba.»
Posteriormente la Academia fué autorizando y estableciendo principios; y
aunque la ortografía no está del todo fijada, podemos decir que sus bases
son las siguientes:
1.* En general debe escribirse como se liabla; pero
2.* Cuando un sonido puede sor representado por dos letras diferentes,
debo seguirse la etimología. Esto no obstante,
3.* La costumbre universal en contrario hace ley en algunos casos.
Al tratar de cada letra en particular, iré notando lo que se mo ocurra
- 53 -
según las bases dichas, que admito sin vacilar; y no porque crea que éste es
el mejor sistema. (Véase la R. Acad., pág. 350).
40. He visto y leído hace algunos años un opúsculo del catedrático de
Bilbao, Sr. Escriche, defendiendo el sistema ortográfico de la pronuncia-
ción. (No sé si como invento suyo: si así lo creyó, el P. Isla puede des-
engañarle). En este sistema ni hay c ni q; ni h ni g fuerte, ni v. Evidente-
mente, este sistema es más breve, y sobre todo más fácil para los niños y
rudos: y si se tratara de inventar un nuevo sistema, el Sr. Escriche podría
contar con mi voto, aunque creo que he sudado más que él enseñando la
ortografía á los niños. Mas teniendo ya ortografía tradicional y etimológica
lija, ¿hemos de condenar todos los libros escritos hasta el día según ellaj
para introducir otra que no tiene otra ventaja sino quitar todas las faltas
de ortografía en lo sucesivo? Si nos halláramos en el caso de establecer un
nuevo sistema de numeración, yo optaría por el duodecimal, cuyas ventajas
para lo sucesivo son conocidas de todos los matemáticos: pero ¿cómo es po-
sible renunciar al decimal y hacer ininteligibles todos los cálculos hechos
hasta entonces y basados en dicho sistema? Pues de la misma manera, no
podemos ni debemos cambiar de sistema ortográfico. No basta que una cosa
sea mejor que otra absolutamente, ó bajo algún aspecto, para que la admi-
tamos y practiquemos: es necesario, cuando se elige, considerar y pesar bien
todas las ventajas y todos los inconvenientes de los dos extremos, y elegir
el que menos inconvenientes prácticos tenga, aunque bajo algún aspecto sea
peor. Otro ejemplo voy á citar al Sr. Escriche: ¿Cree usted que haríamos
bien en suprimir todas las irregnilaridades morfológicas de tojios los Acerbos
castellanos? Pues á fe que sería una grandísima ventaja. Y sin embargo,
implicaría gravísimas dificultades en los adultos al hablar, y no nos excu-
saría tener que estudiar la conjugación irregular, para entender los libros
escritos hasta aquel momento.
Pues así, el sistema ortográfico que el Sr. Escriche defiende no nos libra-
ría del trabajo de estudiar el sistema actual: si la voz gerra suena guerra en
aquél, y j erra en éste, necesario es saber los dos sistemas para leer los libros
escritos en ambos. Ni es menor el inconveniente de la separación radical de
la etimología. Además de hacerse más ditícil el estudio de las lenguas lati-
na, griega y sus derivadas, en su morfología, habría que estudiar aparte la
ortografía de esas lenguas; siendo así que la ortografía actual castellana es
sustancialmente la misma que la de las otras lenguas semejantes, especial-
mente de la lengua latina: de donde resulta que aprendida la ortografía
latina, se sabe la castellana y viceversa.
41. Respecto del sistema del Cojo del cuento, sistema gerundiano que,
como indica el P. Isla, era usado (y yo mismo lo he visto) en libros de aquel
tiempo, nada hay que decir; pues su ridiculez basta para su refutación.
Verdad es que podíamos haber adoptado, como los alemanes, el uso de le-
tras mayúsculas para toda inicial de sustantivo; pero eso ni es necesario, ni
útil, ni jamás se ha usado en castellano. Así que, acerca del uso de las letras
mayúsculas, remito al lector á la Gramática de la Academia Española.
CAPITULO VII
De las letras vocales.
42. Poco tengo que decir acerca de las cinco vocales a, e, i, o, u. Los cas-
tellanos las distinguimos muy bien en la pronunciación: los gallegos son
los que las pronuncian confusamente. Algunas veces la e parece a; otras^
la i parece e; otras la o parece u, 6 viceversa.
La R. Academia, tratando de las letras i, y, escribe lo siguiente (360):
«Las letras /, y, denominadas hasta hace poco i latina la primera, ó i griega
la segunda, han tenido sin regla fija y por mucho tiempo, oficios promis-
cuos. Ya no usurpa la vocal los de la consonante; pero sí ésta los de aquélla
en varios casos y contra toda razón ortográfica (1).
Se escribe y con el sonido vocal de i:
1.'^ . Cuando esta vocal es conjunción: Juaii y Pedro, cielo y tierra, ir y
venir.
2° Cuando es final átona precedida de otra vocal; v. gr., hay, ley, estoy.
Es costumbre viciosa emplear en lo manuscrito, como letra inicial Y
mayúscula, en vez de la /. No se debe, pues, escribir Ygncwio, Ysabcl, sino
Ignacio, Is-abeJ.»
43. Nada tengo que oponer á las reglas do la Academia en este punto:
si la y suena lo mismo que la /, lo mismo da poner una que otra, y á falta
de razones etimológicas, basta y sobra la costumbre autorizada por la Real
Academia. Pero es falso, que en todos esos casos no haya alguna razón eti-
mológica; y por consiguiente, la Academia no debió decir que eso es contra
toda razón ortográfica. Porque no se necesita haber penetrado muy allá en
los secretos do nuestra morfología y ortología, para saber que la g latina
fué en muchos casos suavizada y convertida en //; v. gr., leyendo = leyendo,
Pelagis = Pelayo; rege = reye; lege = leye; ego = yo;fugio = huyo; yrege = ^greye.
Pues pongamos los tres ablativos antiguos reye, leye,y greye: al suprimirí^e la
<? final, como en casi todos los nombres, quod » rey, ley, grey, mudándose algo
el sonido de la y para convertirse en t, á causa do la dificultad que ofrece la
pronunciación de la y final con su sonido propio de ye. Ahora bien, si esto
debió suceder en estas tres palabras, ¿por qué ha do sor disparatado emplear
la y en las otras, cuando viene detrás de otra vocal, y es final, como en las
tres sobre dichas?
(1) ;,No en bantnnto rftxon ortográfica U onntambro? .<li fiiern rontm tnid rnzon oríoprAfto», n«rl»
un «bHurflo todo lo qun oriMoñnn Ibh roerlas r|iio 4 continuaoinn da la Aoa4lcmi». Kl Sr. Hnllo {]ikg. 111>
flico tatnhion, ¡mistando al ntÍTnolo[,'ÍNta del Kr. Ooriimlio: «Soria do dnitoar <|uo no ffonnraliaaRn ]a prac-
tica do Ioh rjuo Hcñalan «Hte ■oiitdo oo todo» Ion caaos con la luirá I, i<8cri hiendo, V. gr., carei, vwi, aire,
ytint, Hiiropa i Amerita.^
— i>3 —
Respecto de la y conjunción no hay etimología que valga; pero basta el
uso general y la mayor claridad en el escrito.
44. Aparte de lo dicho, necesitamos consignar aquí, porque nos hará
falta para adelante, que tanto la y final como la conjuntiva son letras voca-
les y no consonantes.
Baste por ahora la autoridad de la Academia. «Las palabras hay, rey,
muy, no puede decirse, prosódicamente hablando, que terminan en ye. » (Pá-
gina 326, nota). En efecto, la y ñnal forma casi siempre diptongo con la vo-
cal precedente, lo cual sería imposible, si la y no fuese vocal. Pero aunque
no se pudiese probar que forma diptongo con otras vocales, bastaría su so-
nido enteramente igual al de la i, para demostrar que es letra vocal y no
consonante.
45. Al contrario de lo que decíamos en el núm. 43, la i átona entre dos
vocales, se convierte en y\ v. gr., oyendo^ oiendo; contrayente = contrátente. La
razón de este cambio es la dificultad que tiene la pronunciación de la vocal
i entre dos vocales. La i inicial átona seguida de otra vocal, también es y,
como en yegua por tegua, de equa. No siempre se verifica esta conversión en
el diptongo ie, pero entonces lleva h inicial, v. gr., hierro : y la razón de no
verificarse dicha conversión es que la h representa otra consonante cambia-
da; así en hierro (de Jerrum) la h sustituye á la/ de fierro; en hielo (de gelu)^
á la ^ de gielo. De aquí se infiere que la forma hierba es más correcta que la
otra yerba, puesto que su origen es herba.
Jjüj latina se ha cambiado unas veces en^', otras en y, y. gr., de Junius,
Junio] de Majus, Mayo. La i latina inicial, seguida de otra vocal, era siempre
consonante; pero algunas veces, imitando á los griegos, la hacían vocal los
latinos, diciendo lesu por Jesu. En castellano, la i ó j inicial átona latina se
ha convertido en j ó y; pero en nuestros poetas se encuentra vocalizada en
el nombre Ion (Forner, 361 , y algunas veces en Ionio (por Jonio) : véase en
Rufo, y en Arjona (Juan). De paso notaré aquí que en el texto de Arjona
está malamente cambiada en J(101):
En su abrigado puerto defendida
Del mar Jonio, que enojado gime.
El Último verso no consta sino diciendo Ionio. Más adelante volveremos
á tratar de estas dos palabras, con motivo de la azeuxis que forman las dos
vocales.
46. Vengamos ahora á la quinta vocal, que también merece particular
estudio. Lo que sobre ella debe notarse, lo dice Bello (111) del modo si-
guiente:
«La quinta vocal es siempre representada por la letra u. Pero este carác-
ter es á veces enteramente ocioso, porque ni representa el sonido vocal de
que le hemos hecho signo, ni otro sonido alguno. Así sucede siempre (según
la ortografía corriente) después de la q, v. gr., en las dicciones quema, quita;
y después de la^, cuando no señalamos la u con los dos puntos llamados cre-
ma.» En dos palabras se dice todo esto: La u es muda detrás de g ó q, cuan-
- 5G
do ya seguida de ^ ó i, pero algunas veces no es muda detrás de g, y en este
caso dehe llevar encima dos puntos llamados cn-ema. Antiguamente escri-
bían con q las sílabas que hoy escribimos con c, cuando seguían dos vocales
y la primera era u\ v. gr., quatro,freqüente, quota.
47. Acerca de la u, en la ortografía moderna, no hay que advertir más.
Pero en una obra como ésta, no se puede prescindir de un punto que en-
vuelve una cuestión peliaguda. En el núm. 6 dijimos que la u servía de v\
ahora bien, ¿qué sonido tenía la u cuando servía de consonante? ¿Qué sonido
debemos dar hoy á la v, que no es más que la u consonante?
Digo, respondiendo á ambas cuestiones, que la, v ó u consonante se ha
confundido siempre con la 5 en el sonido.
Prueba I.** La ortografía antigua. Puede verse el tomo LVII de la Bi-
blioteca: aquí sólo pondré un ejemplo (pág. 547'):
El buen rey por bien bió
De á Dios padre seruir,
E de Córdoua salió,
Pasó aguas de Alquiuir.
2.* El uso promiscuo en la rima: cosa general y corriente en todos los
poetas antiguos y modernos.
Garcilaso, 32'
Busco de mi vivir consejo nuei'o:
Conozco lo mejor, lo peor apruebo.
Alcázar, 407
Porque alli llego sediento.
Pido vino do lo ríuet'O,
Midenlo, dánmelo, heho^
Pagólo y voyme contento.
Tirso, 404"
Vamos, que noticia llevo
Do la casa donde vive
Don Pedro. Madrid, recibe
Este forastero nuevo.
Quevedo, 127
Erase un hombre á una nariz pegado,
Erase una i\a.viz superlativa,
Erase una nariz sayón y esañba,
Erase un peje espada muy barbado.
Era un reloj do sol mal encarado,
Erase una alquitara, peíisiativa,
Erase un elefante boca arriba,
Era Ovidio Nason, más narizado.
Lista, 293'
Del viento y la mar brava
Con el henchido vaso so burlaba.
3." Los equívocos á que da lugar la sustitución do una letra por
otra.
Lope, 1.0 299
Di aqui: b, a, n, ban.
— ¿Dónde vatt? — lüentil cuidado!
— Que se van ¿no me decías?
— Letras son, míralas bien.
Di aquí, b, c, n, hm.
— ¿Adonde? — Adonde en mis días
No te vuelva más á ver.
Perdiendo el juicio estoy.
— ¿ Ven no dice? pues ya voy.
Tirso, 132'
Esto 08 un devanador.
— Los tuyos son devanóos
— ¿Y es de ébano? — Do Eva, no.
Calderón, 3.®, 669'
Al centro llega
57
De esa caverna — Como hagan
De la c, t, norabuena.
— ¿Qué quieres decir?— Que truequen....
— Di — La caverna en taberna.
Quevedo, 202'
Hay rostro que de bello
Tiene sólo el que le quitan .
4.* El USO vulgar. Encina: «b por v jv por b muy usado está, porque tie-
nen gran hermandad entre sí.»
Cáscales (498): «La b j la v son de diferente pronunciación, como alcoba,
lobo, bota, bestia, etc.; voto, uva, vano, verdad, veraz, etc.. De aquí viene que
no son consonantes suave y cabe: yerro pueril, pero digno de gran pena en
poetas célebres y doctos. Hallo en esta parte á los poetas españoles con oído
tan voto y obtuso, que apenas sienten la dicha diferencia.» Cáscales da aquí
testimonio del uso promiscuo de la 6 y v en la rima. Y si el adjetivo voto
que hallo en el impreso fué así escrito por Cáscales, es cosa de risa la tre-
menda que dirige á los poetas; y aun más lo que escribe un poco antes: «Los
pretéritos... como en latin se pronuncian con b, en romance con v, como ama-
va, quitava.» ¿Risum íeneatis?
La Real Academia (pág. 353): «Siendo en la mayor parte de España,
igual, aunque no debiera, la pronunciación de la & y de la v, etc.»
5.* La misma ortografía moderna. Al irse fijando la ortografía, y al de-
terminarse que lav jb siguieran la ortografía latina, quedaron algunas pa-
labras con la letra cambiada; y esto prueba que ni aun los mismos sabios
distinguían una letra de otra en la pronunciación. Tales son, entre otras que
pudiéramos buscar:
abogado de advocatus
abuelo de avus
Avila de Abula
alabar de laudare
barrena de verinus
barbecho de vervactum
barniz de vernicium
boda de vota (1)
bóveda. . , de voluta
bermejo de vermiculus
bulto de vultus
bxiitre de vultur
barrer de verrere
maravilla de mirabilia
embair de invadere (2)
invierno de hibernus
Y no solamente en la derivación del latin, sino también en la derivación
de otras palabras castellanas y en dos derivaciones de un mismo origen, se
nota esta inconsecuencia; v. gr., tuve, estuve, anduve, son formas compuestas
de tener hube, estar hube, y andar hube: caudillo, sale de cabdiello, y éste de
cajñtellum; caudal, de cabdal y éste de capitalis; abulense, de abulensis (Avila
con v); vulturino de vultur (buitre con b); deuda, de debda ó debdo, y éste de de-
bitum, etc.
48. De lo dicho en el número anterior se ve que sólo los preceptistas, y
éstos sólo en teoría y no en práctica, han distinguido la b de la v. Lo que todos
y en todas partes y siempre han usado, creo que es suficiente regla y norma
(1) En casi todas estas etimologías sigo á la Eeal Academia: la de boda no es la señalada en el Dic-
«ionario, sino el latino vota. Transiré ad secunda vota, frase usada por el Papa Inocencio III en sus Decre-
tales, significa casarse segunda vez.
(2) Esta es la etimología de embaír: véase Gonzalo de Berceo (t. LVII, pág. 82).
— oa -
de lo que nosotros debemos hacer, cuando se trata de cosas de que el uso
común es juez y arbitro. Nada vale decir que eso no debió hacerse. Tampo-
co debieron introducirse tantas irregnlaridades en la conjujíacion castella-
na, y sin embargo, hoy ya son ley general. Si tú, lector amigo, me obligas á
pronunciar la Fcon el sonido que debió tener, yo te obligaré á pronunciar
ari emética, porque así suena la O griega; y á pronunciar las palabras que co-
mienzan con hidro, hipo, hiper con el sonido de la u griega, y así habría que
mudar la pronunciación en casi todas las palabras; porque en casi todas hay
algún cambio de letras ó sonido. Las duras reprensiones de Cáscales no tu-
vieron ni han tenido hasta hoy ningún fruto, sino fascinar á unos cuantos
pedantes y á algunos gramáticos, que quisieron dar por ley lo que se debió
hacer, y no lo que siempre so ha hecho, que es lo que debe ser. "Nada im-
porta tampoco la confusión ortológica do algunas palabras, que el Sr. Bello
lamenta, porque esa confusión no engendra en el oyente confusión ideoló-
gica alguna. El hombre no habla con palabras sueltas, sino con palabras
formando oración; y la oración quita la anfibología ó equivocación á los
vocablos.
Déjense, pues, los preceptistas de reprender una pronunciación tan uni-
versal, derivada acaso del mismo latin, y conténtense con su buen deseo. Yo,
por mi parte, apruebo la confusión de la h con la v; y no se escapará de que
yo le tenga por pedante y presumido, todo el que pronuncie tales letras con
distinción, ó enseñe que no son equivalentes en el sonido.
49. En conformidad con la teoría que acabo de defender sobre ía iden-
tidad del sonido de la v con el de la 6, réstanos ahora tratar del nombre que
debe tener la v. Los antiguos la llaman siempre u, como lo probamos en el
núm. 6 con el testimonio de Lope. En la Gramática oficial de 1880, la Real
Academia puso por primera vez el nombre ve; y yo, si ese ve suena he, no lo
rechazo. Pero no me parece bien que ni aun en el nombre se distinga de
la h, por lo cual apruebo la práctica muy vulgar de llamarla nhó. Es como si
dijéramos u, que suena como h, u = h; y llevando las voces compuestíis el
aconto ó tono en el segundo elemento, spgun trataremos más adelante, debe
decirse ubé, no übe, como malamente pronuncian algunos. Todavía queda
otro cabo por atar: si esta palabra debe escribirse con b ó con v. Digo que
lo mismo da; pero que es más conforme con su etimología escribirla con b.
No importa que en el nombre no entre el signo; tampoco la x entra eñ el
nombre equis.
50, Para concluir este capítulo, acerca do las vocales, notaremos lo si-
guiente:
1." Que la proposición á y las conjunciones é, ó, ú, se acentúan ortogi'á-
ficamente por costumbre.
2." En lugar do ?/ so pono é cuando la palabra que sigue empieza con /,
ó con hi, (jue es lo mismo, porque la h no suena, como Fernatido é IfiabeJ: pa-
dres é hijos: con lo cual se evita el hTafo de las dos íes.
No so verifica dicha sustitución cuando la h precede al diptongo ie. Se
dirá, pues, ti^e y hiena, nieves y hielos. Tampoco se pone é por y al principio
- 59 -
de interrogación: debe, pues, decirse ¿y Inés?, ¿y Higinio?; y no ¿é Inés?, ¿é
Higinio?
Si se aspirase algo la h inicial, en ningún caso debería hacerse la susti-
tución de é por y.
S,** La conjunción dis5rantiva ó se convierte en u cuando la palabra si-
guiente empieza por 1«, letra o sola ó precedida de la h\ v. gr., diez ú once; mu-
jer ú homlre. Fuera de este caso, el uso de la u como disyuntiva, es arcaísmo
de bajo estilo.
CAPÍTULO XIII
De las consonantes labiales.
51. Las articulaciones, ó sonidos consonantes simples, admitidos por la
lengua castellana, tal como se pronuncia en Castilla, son solamente diez y
nueve, representados en el escrito por los siguientes signos ó letras con-
sonantes:
1 — b, V
2 — c suave, z.
3 — eh
4 — d
5 — f
6 — g suave. . .
7 — g fuerte,].
be
ce
che
de
efe
gneóga
jota
8 — 1 ele
9 — U elle
10 — m eme
11 — n ene
12 — ñ eñe
13 — p pe
14 — cfuerte,k,q. cao cu
15 — r .
16 — rr.
17 — s.
18 — t..
19 - y.
ere
erre
ese
te
ye
La h no tiene sonido: la x equivale á es 6 gs.
52. División de las consonantes. — La antigua división en mudas y semivo-
cales, me parece casi inútil en castellano: sin embargo, diremos que mudas
llamaron los gramáticos á las letras b, c, d,f, g, le, j), t. Liquidas, en la lengua
latina, son la I y r, porque detrás de muda, á veces se consideraban como no
existentes para los efectos de la cantidad. Y como de esto hay algún vesti-
gio en castellano, por esa razón conviene que se diga aquí.
Más importante es la división de las consonantes, según el órgano que
determina su pronunciación. Entre las muchas divisiones que he visto, me
quedo sin ninguna; y voy á dar la que me parece más apta y proporcionada
al objeto de mi obra. Digo, pues, que
labiales son: b, v, f, m, p;
dentales » d, t, z, c (suave);
guturales » c (fuerte), g, j, le, q.
La X, como tengo dicho, es mixta de gutural y s: á las demás no doy
nombre particular.
53. Vamos, pues, á tratar de cada letra de por sí: estudio que lo misma
pertenece á la ortología que á la ortografía, aunque por distinto concepto.
Y por lo que toca á la ortografía, conviene que asentemos algunos prin-
cipios :
- GO -
Primero. Para fijar ó determinar filológicamente con qué letra debe es-
cribirse un sonido que puede expresarse con dos signos diferentes, es nece-
sario recurrir á la etimología y al uso común. La razón es que las bases se-
gunda y tercera de nuestra ortografía actual son las dos cosas diclias (véase
núin. 39). Por consiguiente, esto es propio de los sabios.
Segundo. Para el que ignora la etimología de los vocablos, no hay ni
puede haber un sistema completo de reglas ortográficas, independientes de
aquélla. Esto no necesita demostración, pues á todos consta que quedan fue-
ra de las reglas ordinarias muchas palabras sueltas. Pero poniéndonos en el
verdadero punto de la cuestión, débese negar el supuesto de ella: es decir,
que en realidad no hay persona alguna que al escribir sepa la etimología de
todas las palabras, ó atienda á ella; y por consiguiente, debemos tener por
cierto que ni las reglas independientes de la etimología, ni las mismas re-
glas fundadas en ella, bastan para el uso común en la escritura. En una pa-
labra: en castellano no tenemos ni podemos tener un sistema completo de
reglas ortográficas al alcance de todos.
Tercero. La única regla segura y universal do la ortografía es la imita-
ción. Aquél escribirá bien ortográficamente, que al leer en libros escritos ó
impresos con toda corrección, se fije en cómo está escrita ó impresa cada pa-
labra; y si uno se descuida en notarlo, jamás llegará por las reglas á observar
la corrección ortográfica. Aunque este trabajo parece grande, no lo es, como
la , experiencia enseña: Y las reglas que pueden darse, aun sin referirse á la
etimología, le alivian y disminuyen en gran parte (1).
Cuarto. Los principios anteriores so refieren á la etimología latina,
árabe, griega, etc.; pero dentro de la misma lengua castellana se simplifica
mucho el trabajo ó la dificultad ortográfica, observando el principio que es
de razón natural, á saber: que las palabras derivadas y compuestas deben
escribirse con las mismas letras que las primitivas y simples; así, ovario,
ovillo, huevera, aovar, desovar, overo, ovalado, óvalo, ovoide, ovíparo, óvulo so es-
cribirán con V porque se derivan de huevo. De esta manera queda la dificul-
tad reducida á las palabras radicales, y á otras pocas de origen raro ó for-
ma singular.
Supuestos estos principios, daremos algunas reglas, como suele hacerse
en las gt:amáticas. Y en este capítulo trataremos sólo de las consonantes la-
biales.
54, Uso de la hjv.
La roghi etimológica es una sola: no se debe escribir v sino cuando lo
pide la etimología: y ésta lo exige en los casos siguientes:
1." En los adjetivos torminados en ava, ave, avo, eva, eve, evo, iva, ivo;
Vorbi-gracia, odavo, suave, esclavo, nueva, leve, suevo, Jurtiva, activo. Excep-
túase árabe que en su origen tiene 6.
d) Cuando hablninoü de rosflas indopondientes de la etimotoKla, iiuoremoR decir que para observar-
las no so nocoHÍta atondor á olla; poro no quo las reiflas en si soan imlopondlontos do la misma otimo-
loi^la. O como dioon los (ilc\<ofos, osas ro);liis son indop^ndiontos do la otimoloiria nignatt, pero no exercí-
tc: el que las guardo, auuquo no pienso en la otimoloyia, so conformará con olla.
- 61 -
2.° Los presentes del verbo ir; voy, vaya (del lat. vado.)
3.° Los vocablos siguientes y sus compuestos y derivados: vaca, vacar,
vaciar, vado, vago, vagido, vaina, vaho, valer, valija, válvula, valla, valle, vano,
vapor, vapuleo, vara, vario, varón, vasallo, vaso, vastar (= destruir), vate, vecino,
vedar, vegetar, vehemente, veinte, vejar, vejiga, vela, velo, vello (sustantivo), ve-
llón, vena, vencer, venda, veyíder, vendimia, veneno, venero, venerar. Venus, ve-
nia, venir, venta, viento, vientre, ver, verano, verdad, verbo, verbena, verde, ver-
dugo, vereda, vermes, verraco, verruga, verso, versar, verter, véspero, vestir, veta,
vez, vía, víbora, vibrar, vice (=vez), vicio, vid, vidrio, viejo, viga, vigilia, vigor,
vil, villa, vínculo, vindicar, vino, violencia, viola, violar, virar, virgen, virtud, vi-
rus, viudo, vivir, voz, volar, Yulcano, volver, voluntad, vomitar, vos, voto, vulgo,
vulpeja, vulnerar.
4.° Los verbos lavar, llover, mover, precaver, hervir, servir, cavar, llevar,
nevar; los compuestos de los simples inusitados vocar, vorar, vitar, solver, los
nombres favor, pavor, oveja, cueva, nervio, diluvio, pavo, Jove, primavera, y
otros muchos que se aprenderán con el uso.
En el núm. 47 quedan notados algunos vocablos que se escriben hoy con
otra letra distinta de la que exige su etimología. Si se me pregunta si será
falta ortográfica escribir dichas dicciones conforme á la etimología, diré
que sí; pues la misma razón debe tener el uso en ortografía, que en morfo-
logía, y en ésta considero como faltas las formas contrarias al uso común,
aunque sigan la morfología de su origen: tal sucede, por ejemplo, en niervo,
vidro, sabo, vidua,po7io, etc.
La b de las proposicÍQues latinas ob y sub ha desaparecido en algunas pa-
labras castellanas, como en oscuro, sujeto, sustituir, de obscurus, subjefum, sub-
stituere. En las que la conservan, es vicio algo común suprimirla al pronun-
ciar, diciendo v. gr., astracto, ostinacion, por abstracto, obstinación.
55. La tu (u valona ó doble v) en realidad no pertenece á nuestro alfa-
beto, y sólo se emplea en nombres góticos ó sajones. En alemán y castellano
suena como v; en inglés, como u\ v. gr., Waterloo= Vaterloo; Washington^
Uáshigton. En castellano debe suprimirse ó eliminarse de la ortografía mo-
derna, empleando la v sencilla en los nombres connaturalizados en nuestro
idioma, como Vamba, Vitiza] y es error hacer á la w equivalente á u j v di-
ciendo Uvitiza, Uvamba; error en que incurrió Jovellanos en aquellos versos:
Todo lo creerá, por más que añadas I Deshecho por los celtas, ó que invicto
Que fué en las Navas Witiza el santo | Triunfó en Aljubarrota Mauregato. (34)'
Este ejemplo de Jovellanos es el único que he hallado en toda la colec-
ción: los demás poetas dijeron siempre Vamba, Vitiza; véanse:
Vitiza, aquese tu hermano
Ensañastes mal á Dios
Con vuestros grandes pecados.
Sepúlveda, X, 898
Rey que se vido ser Paulo,
Al rey Vamba, guerreaba;
Vamba con sus caballeros
Dióle muy cruda batalla.
ídem, 411'
Bien sabes que tú, y el rey
Lope, 2.0, 445
Siguióme, pasó la puente.
Edificio del rey Vamita.
- 62 -
56. Sobre la/ nada hay que notar: se pronuncia emitiendo con fuerza el
aire al mismo tiempo que se aplica el labio inferior á los dientes superio-
res. La ¡)hq\ie con sonido de /se usaba antiguamente en palabras griegas,
como philosophia, ha desaparecido justamente de nuestro alfabeto.
^ La m es mixta de labial y nasal: con las narices tapadas es imposible pro-
nunciarla bien. Acerca de su ortografía nota Cáscales (498): «Ante b, m,p,
no se pone n, sino m, como en campo, ambos, summo: la causa es, que para
proferir la b, m, p, se cierran los labios, y como todo se dice de un golpe, es
fuerza que la que había de ser n se pronuncie como m. Hágase la prueba, y
se verá claro.» Esta advertencia de Cáscales necesita hoy corrección. Delan-
te de 6 y p se debe siempre escribir y pronunciar m y no n. «Pero delante de
cualquiera otra consonante, exceptuando la n, no pronunciamos ni escribi-
mos m, sino n; y así, las palabras latinas en que aparece la multiplicación
vim, ó pierden la primera m como en comunidad (communitas), ó la mudan en
11 como en inmune (immunis) (1); y la misma conversión de m en n se verifica
cuando la m es seguida de otra articulación que la 6, la n ó la j9, como en
circunferencia (de circumjero), circumpecto (de circuvispicio), Por manera que
sólo antes de la n puede usarse imas veces m (como en solemne, himno), y
otras n (como en innato, connaturalizar , connivencia). Se pronuncia entonces
y se escribe m ó n según el origen de la palabra (solemnis, hymnus, conniven-
tia).» (Bello, 127).
Tampoco se escribe m ante v, según la etimología y el uso antiguo y mo-
derno; pero dado que la v suene como b, no habría dificultad en que tmtes de
V escribiéramos m, que es como realmente suena la n, según acertadamente
notaba Cáscalos. Sin embargo, entre quebrantar la etimología y pronunciar
)i con sonido de m\ prefiero lo segundo.
En algunas palabras griegas es la m letra inicial precediendo inmedia-
tamente á ir, y aunque su pronunciación es difícil, no es imposible para los
españoles: así escribiremos y pronunciaremos mnemónica y mnemotecnia.
57. La j> os una articulación idéntica esencialmente á la 6, y sólo se di"
ferencian en quo para ésta so unen ó soparan suavemente los labios; para
aquélla se unen <) separan rápidamente y con fuerza.
La Real Academia, con buen acuerdo, ha restablecido la j) antes de t y c,
<lorivada del latín, y quo en varias palabras había comunmente dosaptweci-
do, V. gr., opción, Eijipto, eijlpoio suscripto, sus-cripfor, Septiembre. Sin embargo,
(lueda todavía suprimida en escrito, setenta, siete, roto, retar, y otros.
La que ha desaparecido completamente os la doblo jj, como la doblo / y
la doble m (2j. Así no so dirá Filippo, suji/iotwr, oppuesto; sino Filipo, suponer,
opuesto.
En griego os frecuento la j; inicial dolante de n,s ó t: en castellano la su-
primimos generalmente, como en neumática, salmo, Tolomeo. Sin embargo,
puedo conservarse en pseudo, y debe en Psicología y los derivados de itTep¿v=
ala, V. gr., pterodáctilo.
(1) En oferto, la n pondo muy bion proDunciuriio ante m, contra lo quo obsorva ol citado Cáscalo».
(2) Kh cona muy niugular la doble ^quo en prinoipiodo vocablo nu halla en esoritoa autif^uoia, como
«1 Poema del Citl.
1
- 63 -
La ph inicial griega delante de t, desaparece en castellano, v. gr., tisis,
de tpOídt^
CAPITULO IX
De las otras consonantes.
Aetículo primeeo. — Consonantes dentales
58. La d se pronuncia acercando suavemente la lengua á los dientes, y
separándola luego de ellos, cuidando de no silbar. Si al mismo tiempo se
silba, resulta la z; si la aplicación de la lengua á los dientes es rápida y fuer-
te, sin silbo, se pronunciará la t.
Es vicio muy común no pronunciar la d en la última sílaba, v. gr., colo-
rao, perdió, en lugar de colorado, perdido. También es vicioso omitirla en fin
de vocablo ó cambiarla en z, diciendo v. gr., volunta ó voluntaz en vez de vo-
luntad; y mucho más cambiarla en y, v. gr., anday en vez de andad.
La d con la I no se contrae en castellano, pero sí con la r. La d no con-
curre con la I sino en palabras compuestas, v. gr., miradle, adláteres; pero si
alguna vez se encontraran en 'Una sola sílaba, deben contraerse, puesto que
no es imposible su pronunciación. Por ejemplo, en lo que Calderón pone en
boca de la tartajosa Mandinga (tomo 4.° 204:
Digo que so una glan bestia
Y si habrare más, la boca
Al colodliyo me vuelva.
Y más adelante (204)"
En sus froriras alfomblas
Censal podías tú, pues son, etc.
Acerca de la supresión de la d en las palabras compuestas de la preposi-
ción ad, hago mía la siguiente observación de Bello (122):
«Según la autoridad de la Academia, debe decirse aíZ5cn'6¿r pronunciando
la d, y astringir, astringente, astricción, suprimiéndola. No se percibe motivo
para esta discrepancia, y en ambos verbos j)arece tanto menos necesario re-
tener la d, que los latinos la suprimían diciendo ascribere, astringere.»
59. La t delante de la I se contrae con ella, y es defectuoso separarlas,
ó cambiar la í en (? ó en á' diciendo At-las, At-lántico, at-leta, ó Ad-las, Ad-lan-
tico ad-leta ó Az-las Az-lántico, az-leta, en lugar de Atlas, Atlántico, atleta, como
Tlascala y Tlatelulco.
También es vicioso cambiarla en z delante de otra cualquiera consonan-
te, V. g., logarizmo, éznico, azmósfera, en vez de logaritmo étnico, atmósfera: y lo
mismo en fin de dicción, pronunciando cenis, asimuB en lugar de cénit, asi-
mut. Este vicio es ordinario en latinos zarrapastrosos, que suelen decir ver-
bi-gracia, atnavis eum Dominus es ornavis eum, haciendo ss todas las tt
finales.
Últimamente, la palabra tmesis, que no se halla en el Diccionario de la
Academia, y cuyo uso creo que debe tenerse por bueno en castellano, debe
escribirse así (salvo que la autoridad competente disponga lo contrario),
aunque su pronunciación es imposible para nosotros. La th derivada del
- 64 -
griego ha perdido la h, y ya se usa siempre la / sola. Tampoco se duplican
en castellano la / y la d; y así se dirá adición^ ático, aunque en su origen son
additio, ai ti cus.
60. La c es suave delante de ^ ó /y suena como la 2. Antiguamente usa-
ban también una c con una coma ó virgulilla en su curva inferior (f), que
llamaban ccdilla. De ella dice Cáscales (497'): «Y porque los castellanos usa-
mos diferentemente la c y la «a* en ciertas dicciones, ponemos cedilla para
distinguir lo uno de lo otro, y esta diferencia no se halla en la lengua lati-
na; porque diversa pronunciación es ^a , ce, ci go fH qnesa, se, si , so, su,
como cabefa grandeza; en cuyo conocimiento yerran muchos, como si fue-
ra alguna cosa muy difícil.» Y más adelante: «La f y la s son de diferente
pronunciación como cabera, püfa, calabaza, calaboco, grandesa, pureza,
extrañes a. r^ Hoy la cedilla ha desaparecido de nuestro alfabeto.
Al tin de sílaba siempre se escribirá s, porque la c final suena como k.
Las sílabas sa, so, su no pueden escribirse sino con s; ce, ci se escribirán
siempre con í^ y no con s; pero en la mayor parte de las palabras griegas,
que en latin se escriben con s, no considero falta ortográfica escribirlas in-
distintamente con s ó con c, como en Zenon, Zeferino, séfiro, sisaña. Sin
embargo, hay algunas que el uso común escribe ya siempre con c, como
celo, celoso, recelar; y otras que deben siempre escribirse con s; tales son
asetixis, asimut, seda ó seta, send, sendavesta, seugma, stgsag, sipi za-
pe, s ir i gaña, sis sás.
El sonido que los andaluces y cubanos dan á la ^ y á la c suave es dife-
rente del que les dan los castellanos. Lá s de éstos suena entre los dientes
y la lengua; la de aquéllos en la concavidad superior de la boca, próxima á
los dientes. Algunos españoles y los americanos en general dan á la .S" el va-
lor de la 5, por manera que en su boca no se distinguen casar y casar, cier-
vo y siervo, cocer y coser, rosa y rosa: ellos cnsalsan á uno cuando le eit-
salsan, y rebosan cuando rebosan el bacalao.
Otros dan á la 5 el sonido de s, que es lo que se llama ceceo, propio do
los andaluces y otros. Aquí viene á propósito aquello de Calderón (tomo
,V, 511'):
¿Adonde va
A esta hora con olla?— A caza.
— Pues cómo con la justicia
A hablar se pono do chanza?
— Cecear suelo algunas veces,
Y quiso decir á casa.
Hay otros, finalmente, que omplean los dos sonidos indistintamente. To-
dos estos son vicios ortológicos graves, si ])icn dil'íciles do corregir. Alg\i-
nos castellanos, aunque en medio de dicción nunca cambien los sonidos, sue-
len hacer s la ^ final, diciendo v. gr., ves, arrós en lugar do ves y arroz. Ni
falta tampoco quien por ignorancia diga ccncillo por sencillo, y otras cosas
semejantes.
— 65 -
Aetículo segundo. — Consonantes guturales
61 . La c fuerte, la ^y la q suenan lo mismo en castellano. Se pronuncian
con un golpe rápido y fuerte de la parte media de la lengua sobre la úvula
ó campanilla del paladar. La g suave se pronuncia lo mismo, pero con gol-
pe suave y blando.
Las sílabas ca^ co, cu se escriben siempre con c; que, qut siempre con q
seguida de u muda (v. núm. 46). La k no se debe usar sino en un corto nú-
mero de palabras exóticas: ka, kahila^ Kan, Kent, kappa, kepis, kilo, kios-
co, kirie, Krause, Kur distan, etc.
Al fin de sílaba y antes de consonante siempre se escribe c y no q: v. gr.,
acto. Moloc, clima. La c puede ser inicial de vocablo castellano seguida de
/ ó /', pero nunca de otra consonante . Sin embargo , suele escribirse con c
inicial (aunque apenas se pronuncia) la palabra Cneo.
En medio de dicción, la c puede preceder á cualquiera consonante que no
sea gutural; así puede preceder á c suave, pero no á otra c fuerte; porque la
doble c fuerte ó la cq latinas jamás se usan en castellano. Se escriben dos ce
en castellano cuando en el origen se hallan dos ce ó ct, v. gr., dicción occi-
dente (de dictio, occidens): y es defecto ortológico pronunciar lecion, dire-
Cíon, etc. Sin embargo, hay palabras en que la c latina se ha suprimido, v. gr.,
objeción , objeto, sujeto, suceder, sucumbir (de objectio, objectum , subjec-
tum,succedere, succumbere). Por tanto, es vicioso pronunciar objecto, y más
todavía ojecto, como algunos dicen. En algunas palabras la ct latinas se han
convertido en ch, v. gr., en dicho, hecho, pecho (de dtctum, factum, pectus.)
62. La g es siempre suave, excepto cuando va seguida de e ó de i: para
suavizarla con estas letras se interpone una u muda, como está dicho (nú-
mero 46). Como inicial no puede preceder á otra consonante sino kl ó r: sin
embargo, se hallan con gn, gneis, gnómico, gnomo, gnomon, gnóstico, y sus deri-
vados. En medio de vocablo se escribe g delante de consonante cuando así
se hallan en el origen, v. gr., ígneo, cognado, cognación, cognoscitivo: si bien no
siempre la g latina ha pasado á nuestro idioma con su sonido propio ; pues
en algunas dicciones la hemos convertido en i, como en reino (de regnum,) •
en otras, la ^r y n se han cambiado en ñ, como en leño, puño (de lignum, pug-
niÁs). «Se dice ignohle é innoble (escribe el Sr. Bello, 128), y la Academia pa-
rece preferir innoble. Esta g en lugar de n en las partículas compositivas in
y con, nos ha venido de la lengua latina, donde se decía gnatus, gnosco, y su-
primida la n de la partícula para suavizar la dicción, cognatus, ignosco, cog-
nosco. Habría, pues, igual razón para pronunciar innorancia, innominia, con-
nación y connado, connomhre, connomento, connominar, conyioscihle jconnoscitiva,
que para pronunciar innoble. La etimología y la analogía me parecen estar
de acuerdo para la preferencia de ignoble.» Estoy conforme con el Sr. Bello.
63. La g fuerte es idéntica en el sonido á la j. Los andaluces y extreme-
ños y los americanos las pronuncian con suavidad, tanto, que algunas veces
no se percibe su son' do; pero lo ordinario en ellos es pronunciarla aspiran-
5
- 6G -
do, sin hacer vibrar la úvula sobre la base de la lengua, que es como debe
proferirse. En cambio los navarros la pronuncian demasiado áspera y rajan-
te. Este sonido áspero ó fuerte de la ^r y de la^' le hemos tomado de los ára-
bes, pues en latin no existía; y la / griega que lo tiene igual, no ha pasado
á nuestro idioma con su sonido propio, sino con el de c fuerte, v. gr,, en coro,
Cristo. TtAJ lleva siempre punto encima, como recuerdo de que en latin y en
el antiguo castellano la i corta ó alargada servía do j, do la misma manera
que la i alargada servía de i vocal: un mismo signo era unas veces / vocal,
y otras consonante (véase núm. 6).
La./ no puede ser en castellano final de sílaba en medio de vocablo; pero
sí puedo terminar dicción, v. gr., boj, reloj, carcaj.
Las sílabas ja, jo, ju no ofrecen dificultad; pero con las vocales e, i, unas
veces se escribe g, otras j, lo cual no es leve negocio para los que ignoran
la etimología.
64. Para el quo sepa latin, basta la regla etimológica siguiente: se es-
cribe g en todas y solas las palabras que la llevan en su origen; en todas las
demás se escribe siempre;'.
Para el que no sepa latin, no liay reglas claras: las que trae la Academia
me parecen mucha paja para embutirla en esta obra.
Artículo tercero.— CH y H
65. C7í.— Esta letra y la ye se pronuncian con la misma articulación, ha-
ciendo que la lengua rase Ija concavidad superior de la boca: si se hace con
suavidad resultará la y; si con fuerza, la ch. El aire debe dirigirse á los dien-
tes; porque si se dirige á la nariz, resultará la ñ, cuya articulación tiene
grande semejanza con la y.
El uso de la ch es fácil, pues no hay otro signo con igual sonido. Anti-
guamente daban también á la ch el sonido de k quo tiene en latín, y escri-
bían con ella algunos nombres quo la llevan en su orígon, como Cham, Ma-
chaheo, Chrifto. Hoy no debe ponerse nunca cH con tal sonido, sino su equiva-
lente c ó qu.
66. ^.— «Esta letra (dice la Real Academia, pág. 358), que puede prece-
der á^todas las vocales, mas no á las consonantes, no tiene hoy sonidb algu-
no en nuestro idioma. El uso, quo no siempre afina y perfecciona las lenguas,
sino que tal vez menoscaba y desfigura sus bellezas, ha privado al idioma
castellano de la aspiración de la h; la cual, dolicadamonto ejecutada, y en
ciertos casos, no carece de gracia, como puedo observarse oyéndola de labios
andaluces ó extremeños. Los poetas de nuestro siglo de oro tuvieron mu-
chas voces en cuenta la h aspirada en sus composiciones métricas; y gran
número do versos suyos, leídos sin aspiración, dosinorecon, y hasta suenan
como si no constasen.» Véanse algunos ejemplost
Quo no calo y ahondo la /iorida.— Ercilla, 117.
Ninguno, al fin, do todos lia escapado,
De muerto, de /¿erido ó de abogado.— Morillo, 189.
- 67 -
T'olgaba el Rey Rodrigo.
Con la /iermosa Cava, en la ribera, etc.— Fr. Lu's, 5.
La viva luz de eterna hermosura. — Herrera F., 263.
Tascando Aaga el freno de oro cano.
Del caballo andaluz la ociosa espuma. — Gróngora, 459.
Sin embargo, desde muy antiguo comenzó en España á suprimirse la as-
piración, y en los mismos poetas citados se hallan los ejemplos á cen-
tenares.
Dice el Sr. Bello (122) que la h en ciertas interjecciones como ah!, eh!,
oh!, ha!, he!, hi!, representa una especie de articulación tenuísima, algo pa-
recida á la /. Mas esta teoría del Sr. Bello necesita explicación. Esas inter-
jecciones y otras palabras parecidas, cuando tienen la h al fin, no se pronun-
cian con aspiración final: cuando la h es inicial, pueden pronunciarse (y de
hecho se pronuncian aun actualmente), unas veces con aspiración, y otras
sin ella. Ahora bien: la aspiración no puede exactamente representarse por
la^' castellana, sino por la h, ó por la j extremeña. Creo, por consiguiente,
que cuando se quiera expresar en esas interjecciones el sonido vocal sin as-
piración, deben escribirse ah, eh, oh ú o: cuando quiera añadirse la aspiración,
deberán escribirse ha, he, ho, y pronunciarse aspirando, es decir, lanzando el
aire con fuerza, desde muy adentro de la garganta, sin mover la lengua.
67. Otro sonido suele vulgarmente darse ala h inicial antes del dipton-
go ue. «Tan vicioso sería (escribe Bello, 123) suprimir enteramente este so-
nido pronunciando uevo, ueso, como el confundirlo con el de la g, pronun-
ciando güevo, güeso, que es el vicio en que más generalmente incurre el
vulgo.» Siendo una costumbre tan general en España y América articular
la h en esas palabras, creo en todo acertada la opinión de Bello, y tanto más
cuanto que esa suavísima articulación de la h como tenuísima g, basta para
destruir el hiato del diptongo detrás de otra vocal, como en este huerto, mi
hueso, etc. Ni el pronunciar la h con sonido parecido al de la g es cosa mo-
derna: pues hay muchos ejemplos de güeso, güevo, güésped, güero, güeco, güe)'-
tas, güele y otros en Huerta (Jerónimo), que se firma Qüerta, Arjona, Mori-
llo, Tirso, Quevedo, Moreto y otros poetas. Por todas estas razones creo que
no debe decirse en general que la h carece de sonido en todos los casos; sino
que en algunos suena como g incipiente ó tenuísima. Finalmente, advierte
Bello que «hay muchos nombres propios americanos en que la combinación
hu viene segu da de otras vocales; v. gr., Hüánuco, Tehuantepec, Coahüila,
bien que en algunos de ellos se escribe y se pronuncia indiferentemente
h ó g.»
Cuando la h precede al diptongo ie, segim Sicilia, tiene un sonido seme-
jante al de la j. El vulgo castellano suele hacer de la hi, ye, diciendo yerro
yel, en lugar de hierro, hiél. Ambas cosas las considero defectuosas, y por
lo mismo creo que el buen hablista nunca debe decir yerha y yedra, sino
hierba y hiedra (de herba y hederá). En cambio, la palabra hielo que es la usual,
sería más correcta yelo (de gelu), como yerno y yema (de gener y gemma)
(véase núm. 45).
- 68 -
68. Falta dar las reglas para el uso de la h. La regla etimológica es bien
sencilla: llevan h en castellano las voces que en latín se escriben con h, coma
hombre (de homo): y aquellas en que ha desaparecido la consonante inicial
latina en la pronunciación usual castellana; v. gr., hacer, hermano í^e faceré ^
germxinus).
Aunque no llevan h en su origen, se escriben con ella las palabras huelo,
htoeco, huérfano, hueso, huevo, tan sólo por preceder al diptongo ue, según re-
gla ortográfica adoptada en lo antiguo, con el único fin de indicar que la Ur
debía pronunciarse como vocal en tales palabras. Pero en sus derivados, al
desaparecer el diptongo, desaparece también la h.
La regla etimológica tiene no pocas excepciones, fundadas solamente en
el uso general y constante. Tales son España (1), asta (nombre), invierno, abo-
rrecer, de Hispania, hasta, hibernus, ahhorrei-e. El espíritu áspero griego es h
en latin; pero en castellano no hay razón suficiente (á mi parecer) para con-
servar dicha aspiración, si el uso comim la suprime: tal sucede con los vo-
cablos armonía, arpa, alisma. El que se empeñe en que ha de ser harmonía^
que nunca ó rara vez se halla con h en escritos antiguos, debe también es-
cribir Hespaña, como lo hacía Huerta (Vicente).
Las demás reglas que pueden darse valen muy poco.
Artículo cuarto.— L, Ll, Y; N, N, R
69. L. — La / se profiere aplicando la parte anterior de la lengua á la
concavidad de la boca, poco más arriba de la raíz de los dientes superiores.
Para la // se aplana la lengua de modo que sus bordes toquen á las muelas,
y al mismo tiempo se hace que su base se retraiga hacia la úvula: al sepa-
rarse la lengua del paladar, resulta el sonido do la //. De la v ya dijimos en
el núm. 65.
La ortografía de la / no tiene dificultad. Pero debemos notar que algu-
nos la suprimen malamente en fin de dicción, diciendo porta , candí , mati-
dí, so, en lugar de portal, candil, mandil, sol. Los que toman ol so, ¿por
quó no habían de tomar el arre?
Antiguamente era cosa vulgar la metátesis de la d y la / on los impera-
tivos plurales; v. gr., miraldc, poneldc, en vez do miradle, poncdlc\ H(iy
consideramos justamente como viciosa tal inversión: y debo cuidarse de no
Salvo limoRnero andante
De las Pióriflos iberiax
I'or (|uion España con h
Alcanzó tan ORtupondas
Victorias coFno hoy pnblican
Los oraditoR bortoras.
(Forner, 334).
Un dia pn la corto
Peí roino }\t»pauol.
Sor&fi tú un (;aEapo
Do marca mayor.
(Jovollan., 19).
1
— 69 -
convertir en s (como ya hemos dicho) la d delante de // y así no se pronun-
ciará mirasle^ ponerle.
70. Ll, y. — Los americanos pronuncian viciosamente la // con un sonido
que más se parece á la i que á la y: los andaluces, los chulos y cursis de Ma-
drid y otros puntos, la pronuncian como y. De tales personas se burlaba
Iriarte (Tomás) cuando escribió (61"):
Oi zalameras voces
De veinte damas ceceosas,
Laz unaz ya muy gayinaz,
Y laz otraz aun muy poyaz (1).
De pocos años hasta ahora se ha propagado extraordinariamente este ri-
dículo vicio, que amenaza acabar con nuestra //; y lo peor es que muchos y
muchas lo tienen como cosa elegante y pulida, no siendo sino una zalamería
melindrosa, propia de ignorantes ó chulos afectados, capaces de comerse los
poyos de las puertas, y de rallar el queso con los rayos de una carreta.
Algunos jamás pronuncian la //; pero otros que aciertan á pronunciarla,
no ío hacen siempre que debieran, y suelen cambiar torpemente las letras
y J ll proñriendo una en vez de otra.
71 . Acerca de la ortografía de la // poco hay que notar. La // castellana
ha salido unas veces de^Z, como en llama {^^flamma); otras, de pl , como
llorar, lleno (de plorare, plenus); otras, de las dos eles latinas, como en
gallo (de gallus); algunas, de el, como en llave (de clavis), y aun de una
sola I, como en llevar (de levare). Pero no siempre la. pl ni las dos eles se
han convertido en //, como en ilícito, solicitud, pluma (de ilhcitus, sollici-
tudo, pluma): de donde resulta que no hay ni puede haber regla etimológi-
ca general para todos los casos; sino que debe consultarse á la pronuncia-
ción autorizada por el uso común. Por tanto, siendo el nombre Car acalla
generalmente pronunciado con ll, no sé por qué la Real Academia reprende
tal pronunciación: lo mismo podrá reprender la de pollo, olla, silla, etc.
Lo que sí debe tenerse presente es, que el sonido latino de las dos eles ha
desaparecido en nuestro idioma.
72. A^.— La pronunciación de la n es muy parecida á la de la /; pero
aquélla no suena si no se dirige el aire hacia la nariz. La escritura de la n
seguida de vocal no ofrece duda alguna; seguida de otra n es negocio fácil
también, atendiendo sólo á la pronunciación, la cual no siempre se confor-
ma con la etimología, como se ve en conexión, inocente, anales (de conne-
xio, innocens, annales).
En las combinaciones ins, ons, uns seguidas de consonante, es vicio vul-
gar suprimir la n diciendo, v. gr., isttmnento, mostruo, costrüir, circus-
tanda. Por lo que toca á la partícula trans en palabras derivadas inmedia-
tamente del latin, creo más correcto pronunciar la n, aunque el uso (no re-
(1) Poyo, gayina y gayo, ni veyo, ni oiyo, ni mentayo. Eefran casteUano contra los andaluces, citad© por
Sicilia.
- 70 -
probado por la Academia) de suprimirla, es bastante general en la mayor
parte de tales dicciones. Las palabras compuestas de tras y no derivadas
inmediatamente del latin, deben escribirse y pronunciarse sin H, como tras-
pasar, traspié.
Acerca de la ñ nada hay que advertir.
73. R, rr. — El sonido fuerte de esta letra se representa con ;' sencilla
en los casos siguientes:
1.** En principio de vocablo, como ra^on, rosa.
2.° Detrás de /, w, w ó s; v. gr., maltratar, Amn\ honra, Israel.
En todos los demás casos, el sonido fuerte se representa con rr, la cual,
como letra simple, no se dividirá en fin de renglón.
Antiguamente usaban también la rr en principio de vocablo. También
era corriente y vulgar convertir en / delante del sufijo la, le, lo, la r final
de los infinitivos; v. gr., mirallc, tendías, liacello. Hoy también incun'en
en este defecto algunas personas rústicas: otras suprimen la r final dicien-
do saca, tendé, por sacar, tender: otros la mudan en /, v. gr., ntercíidal, ser-
vil, por merendar , servir ; otros hacen r la / final de sílaba ó dicción,
V. gr., cardo, navar, en lugar de caldo, naval, etc.
Artículo quinto.— S. X
74. 5. — Ninguna palabra castellana ó castellanizada empieza por 5 se-
guida de consonante: las que la tienen en el origen, deben llevar en- caste-
llano un e delante, v. gr., estar, esposo, estudio.
En autores antiguos so ven palabras con 5 inicial, como Scipion, scita:
en este caso la s no debe formar sílaba ella sola, pues no tiene vocal.
Así lo hizo Alarcon en los siguientes versos (272):
Qué troglodita inhumano
Scita cíüel, duro alarbe, etc.
Y Bolmonte (t. XX, 508):
Con la crueldad más feroz
Que inventó bárbaro scita.
Malarmente, pues. Calderón convirtió en sílaba la s inicial sin c (2.**, 650")^
Claram lucem lysis auri
Stella (lanlc, clarescií,
Y iSamaniego (¡MW):
A la margen estaba
Del Scamajidro undoso.
La doble s que, según enseña Cáscales, debía escribirse en las inflexio-
nes verbales en ese y ase, y en los superlativos; y que en escritos del
siglo XIV so ve duplicada aun en principio do vocablo, ha sido justamente
eliminada de nuestra ortografía.
71
En la pronunciación de la 5 final de vocablo, notamos lo siguiente: los
vizcaínos la pronuncian tan silbante, que á los oídos castellanos causa des-
agradable impresión. En Castilla la Vieja se pronuncia bien, sin exagerar
niiíacer estridente su sonido. Desde la cordillera Carpetana para abajo co-
mienza á perder fuerza el silbo, y ya en Andalucía apenas se percibe su so-
nido; mejor dicho, se convierte de silbante en aspirada gutural, de suerte
que más se parece ala h ó laj, que á la s: vicio tomado de la algarabía mo-
risca. Por el contrario, el uso castellano ha convertido en 5 alguna vez la^^
como en la interjección so, que antiguamente era Jo.
Con un jo topé en Sevilla,
Y aquí me sacude un arre.
Tirso, 398.
Jo, pollino — Arre, hombre. — ¡Piedad, cielos!
Cald., 3.°, 489".
75. X. — Que esta letra es mixta de gutural y s, nadie lo pone en duda.
Bello se inclina á creer que equivale siempre á gs: Sicilia sostiene que en-
tre dos vocales equivale á es, y en los demás casos á gs. A mí me parece
esta cuestión de ningún interés, aunque me inclinaría hacia la equivalencia
etimológica.
Lo que debe saberse acerca de la x está perfectamente expuesto en la
Real Academia (362): «Con esta letra se representaban antiguamente dos
sonidos, uno sencillo y fuerte, idéntico al de laj; y otro doble, parecido al
de la ^ ó la g, seguidas de s. Ya sólo se emplea con este último, como en
axioma, convexo, excelente, exuberancia, laxo.-»
«Cuando la x va después de una vocal y antes de una consonante, como
en explicar, extraño, suelen algunos convertirla en 5, escribiendo espli-
car, estraño. La Academia condena este abuso, en el cual, sin necesidad ni
utilidad, se infringe la ley etimológica, se priva á la lengua de armonioso y
grato sonido, desvirtuándola y afeminándola, y se da ocasión á que se con-
fundan palabras distintas, como los verbos expiar y espiar , que significan
cosas muy diversas.»
«No es vicio menos vituperable el de cambiar la x por las dos letras es,
cuando la x se halla entre dos vocales; v. gr., acsioma, ecsámen, en lugar
de axioma, examen. Los que tal hacen, pecan también contra la etimología
y leyes eufónicas de nuestra lengua, y contravienen además á uno de los
principios racionales de toda buena escritura, cual es el de excusar, en cuan-
to sea posible, el empleo de signos inútiles. Por semejante innovación se
emplean dos letras para representar inexactamente el verdadero y propio
de una sola.»
«Otros, por el contrario, y con no menor desacierto, escriben x en lugar
de s, alterando así la índole y significado de las palabras; v. gr., excaso,
expecial, explendor, expontáneo, extricto, en lugar de escaso, especial, es-
plendor, etc.»
Últimamente, según nota Bello, «cuando después del sonido de .r viene
el de la b, como en excelente, excitar, suelen algunos omitir en la escritu-
ra la c que representa el sonido de la B, escribiendo exelente, exitar.y> Este
-12 -
es tícío exclusivo de los que convierten la 2 en s; pues nunca en castellano
se escribe 5 detrás de x, aunque la haya en el origen; v. gr., exequias , ex-
pirar, expectación, de exseqniae, exspirare, exspectatio.
76. Acerca de las palabras exóticas, me contento con transcribir lo que
enseña la Real Academia (363): «En todas las reglas anteriores hay las excep-
ciones de los nombres propios extranjeros no castellanizados, los cuales se
escriben como en la lengua originaria; v. gr., Dobbio, Grabbe, Gábbata.
Hartsenbusch, Havre, etc.
LIBRO SEGUNDO
Ortología rítmica.
CAPITULO PRIMERO
Nociones preliminares.
77. Verso. — La palabra verso, en latin ver sus, viene de verter e=^volver,
y significa propiamente vuelta, la acción de volver ó volverse. En este sen-
tido, y á la manera que en castellano se dice dar ó echar una vuelta, la usó
Planto (Stich. 5, 7): Si istoc vorsu (isto versu) me viceris, alio me provoca^
to: Si á esta vuelta me ganas, has de desafiarme á otra.
Otro significado más principal es el de surco. Si se derivó de la vuelta
que el arado da á la tierra al removerla, ó de la vuelta que el labrador da al
arado al terminar un surco, para comenzar otro, ó de las dos cosas á la vez,
no se puede determinar con certeza (1). De todos modos consta que versus
llamaban los latinos á los trazos hechos en la tierra por el arado. Así Plinio
(Hist. Nat. lib. 18, c. 49, 3): In arando versum peragere: hacer un surco aran-
do. También pudo tomarse esta significación de las vueltas que algunos la-
bradores dan á las fincas arándolas con un solo surco en vórtice ó espiral,
pues en este caso cada espira es una verdadera vuelta. Como quiera que sea,
la palabra T'^r5ws se aplicó frecuentísimamente á significar ófden, serte,
traso, hilera, ya en línea recta, ya en círculo. Virgilio (Greorg, 4, 144): Ule
ettam seras in versum distulit tilmos: dispuso en hilera los tardos olmos.
Plinio. (Hist. Nat. lib. 15, c. 37, 1): Myrtus exótica, senis foliorum versibus:
de seis órdenes ó ruedas de pétalos.
78. De aquí paso á significar las lineas ó renglones de la escritura, por
la semejanza del trazo del punzón ó estilo con el surco del arado. Esta sig-
nificación es ordinaria en latin, como consta de varios testimonios de Cice-
rón, Nepote y otros; y éste es el significado propio que le damos cuando ha-
blamos de los versículos de la Sagrada Escritura ó del oficio divino. Este
significado es común á la prosa y á la poesía: pero como las líneas del poe-
ma latino están sujetas á determinadas leyes acerca del número, cantidad y
orden de las silabas y pies, de aquí provino que el uso general aplicase el
nombre versus más bien á los renglones ajustados á medida, que á los li-
bres. Si en el verso de Virgilio antes citado cambiamos el orden de las pa-
labras diciendo: Ule etiam in versum seras ulmos distulit, tendremos una
frase que indudablemente puede ser verso y versículo (esto es, línea ó ren-
(1) Versum vocatum dicunt, quod revertatur (San Isidoro, Etymolog. I, 39, a. 3),
_ 74 -
glon) en prosa; pero do ningún modo en poesía, es decir, no puede ser verso
en el sentido estricto de la palabra. De este modo vino la palabra verso á
significar estrictamente la línea de palabras sujetas á la medida ó ley del
lenguaje ligado.
S>i alguno tuviera por violenta esta derivación del significado de verso,
todavía nos queda otra razón poderosa en su favor. El lenguaje ligado es,
según S. Isidoro, más antiguo que el suelto. «Praeterea (escribe el Santo,
Etymol. I, c. 38), tam apud grecos, quan apud latinos longe antiquioren cu-
ram fuisse carminum, quam prosae. Omnia enim prius versibus condeban-
tor, prosae autem studiura sero viguit. Primus apud Graecos Pherecydes
Syrius soluta oratione scripsit; apud Romanos autem Appius Caecus adver-
Bus Pyrrhum solutam orationem primus exercuit. Jam exhinc et ceteri pro-
sae eloquentia contenderumt.» Segan ésto, verso fué primitivamente la lí-
nea del lenguaje escrito ligado; y al comenzar á escribir en prosa, so di6
también á sus líneas ó renglones el nombre verso en el sentido solamente
de hilera de palabras, no de hilera de palabras si4jetas d medida.
La palabra griega (111707= verso, también significa orden, sene, ó grupo
de cosas ó palabras dispuestas según alguna ley, ó guardando simetría.
79. Poesía. — Del griego 7rotéa)= hacer, fabricar , componer , se derivan
los nomhreíi poema j poesía, como si dijéramos obra,, composición, inven-
to. Poema en castellano es más propiamente una obra en verso, de alguna
importancia y extensión: poesía, además de significar en general obra poé-
tica, se usa en particular para designar la foiTna ó el principio del arte poé-
tica: y así se dice que no hay poesía en aquellos versos que carecen áe/ue-
go, invención, inspiración, estro, etc.
La palabra latina armen, cuasi canimen, canmen ó casmen, de cano=
cantar, es exactamente lo que en castellano canción ó canto, ü oda, del grie-
go tüíi',. Son aquellas composiciones en verso destinadas al canto, llamadas
también //r/'c/as, porque los antigTios solían cantarlas al son do la lira (=^úpa),
instrumento que constaba de un bastidor en forma de herradura, cuyas ra-
mas estaban unidas en su parte superior por un travesano: de ésto al infe-
rior se tendían las cuerdas sonoras, las que podían pulsarse por ambos
lados,
80. .Estrofa.—^s,ie> vocablo so deriva de a-z^Y^^volver , doblar, rodear.
Primitivamente so aplicó á las vueltas que los antiguos daban al rededor
de las aras do sus diosos, cantando sus alabanzas, de donde naturalmente se
transladó á significar el mismo canto ó el conjunto de versos que cantaban
en cada vuelta. Así lo dice Mario Victorino: « Antiqui deorum laudes carmi-
nibus compreliensas, circum aras eonim euntes canobant; cujus primum am-
bitum, (juGm ingrodiebantur ex ])arte doxtra, aTpócfT.v vocabant: rovorsionom
autem sinistrórsum factam, completo primo orbe, afitistrophcm appolla-
bant. Deindo in conspoctu doorum soliti consistoro, cantici roliqua prose-
quobantur, apollantes id cpodott.y La antístrofa constaba del mismo núme-
ro de versos que la estrofa.
De aquí pasó la palabra estrofa á significar las partes del canto ejecuta-
— Vo —
do por el coro en el teatro, y luego en general cada uno de los grupos igua-
les de versos en que suelen dividirse los cantos ó composiciones líricas. En
castellano tienen además el nombre de estancias (de starc=dctenerse), sin
duda por razón de la pausa ó detención del canto entre estrofa y estrofa.
Sólo así puede explicarse que una misma cosa tenga dos nombres tan opues-
tos como estrofa (vuelta ó paseo al rededor) y estancia (detención ó
parada) .
El nombre copla, que se da igualmente en castellano á la estrofa, viene
del latino copulare, ligar. «Los castellanos y catalanes guardan en esta com-
posición cierto número de pies (versos) ligados con cierta ley de consonan-
tes, por la cual ligadura se llamó copla. (Argote de Molina en su Discurso
sobre la Poesía castellana).
81 . Poeta, vate, trovador.— hñ palabra poeta tiene el mismo origen que
poema y poesía: significa lo mismo que autor, inventor, hombre de genio
creador: el uso vulgar todavía distingue entre el que hace versos y el ver-
dadero poeta (1).
Vate se deriva, según parece, die fari= hablar solemnemente , con auto-
ridad ó inspiración, y significó al principio el adivino ó profeta: luego se
aplicó al poeta, por la opinión vulgar de que el poeta era un hombre inspi-
rado por las musas, ó que habla agitado de cierto furor (ora':poí-= estro) di-
vino (2).
Trovador, del italiano trovare— hallar , inventar, es palabra antigua con
que se designaba á los poetas; de aquí también el nombre trova (poesía),
equivalente á nuesta rima, que significa lo mismo, como afirma Lope de
Vega en La Dorotea (tomo 2.°, 51): ^<Rimas se llamaron de rimar, que es in-
quirir y buscar con diligencia... Y así el que rimare hallará lo más perfec-
to; que de hallar se llamaron los versos trovas; y por eso dijo el otro poeta:
«Dios perdone á Castillejo,
Que bien habló de estas trovas.»
Conforme á esto, vemos no pocas colecciones antiguas de poesías con el
título de Rimas (sacras, divinas, humanas, etc.) Hoy la palabra rima tie-
ne más comunmente el significado de cadencia ó semejanza de sonidos, como
diremos más adelante.
82. Prosa. — Lo que acabamos de decir acerca del verso, exige que de-
mos la definición de prosa; la cual es algo difícil y oscura. Seguramente no
serán muchos los lectores que sepan que las palabras prosa y verso tienen
el mismo origen latino; y sin embargo, así es. Prosa viene de porro versa ó
proversa, y por síncopa, prorsa, prosa; y en esta forma le concordaron los
latinos con oratio: oratio prosa. Como se ve, su origen es el verbo verto,
como el de verso. Ahora bien, proversus significa propiamente vuelto ha-
(1) Ñeque enim concludere versum
Dixeris esse satis, neqne si quis scribat uti nos
Sermoni propiora, putes hunc esse poetara.
Ingenium cui sit, oui mens divinior atque os
Magna sonaturum, des nomjnis hnjus honorem. (Horacio).
(8) Est Deus in nobis, agitante calescimus illo. (Ovidio).
- 76 -
cia adelante, extendido ó dirigido hacia adelante y á lo lejos. ¿Cómo, pues,
se aplica al lenguaje por oposición al verso?
Prescindiendo de otras nociones más ó menos aproximadas, la razón for-
mal de la prosa, como distinta del verso, debo hallarse en la misma distin-
ción de sus nombres, ver sus y oratio proversa ó prosa. La distinción está
en el pro, y no en otra parte. Vimos antes (núm. 78) que la voz verso signi-
fica estrictamente aquellas series ó lineas de palabras sujetas auna medida
cierta y determinada: de donde se sigue que cuando se quiere hablar ó escri-
bir en verso, cada uno de ellos se extiende solamente tanto cuanto permito
la medida, y no más. Pues bien, la partícula pro en este caso tiene la fuerza
ó virtud de quitar al verso ó línea este límite, traba ó estorbo de la medi-
da, para que pueda correr y extenderse indefinidamente. Es, pues, la noción
propia de prosa, la de lenguaje suelto, ó libre de metro (oratio soluta): dis-
curso íoratio) cuyas lineas (versus) se extienden hacia adelante (pro) sin li-
mite fijo y determinado.
De aquí se deduce evidentemente, que ol nombre prosa es posterior al
de verso.
Esta misma noción de prosa es también de S. Isidoro, quien en el li-
bro I do las Etimologías (cap. XXXVIII), escribe: «Prosa est producta
oratio, et a lego metri soluta. Prosum enim antiqui productum dicebant,
et rectum. Unde ait Varro, apud Plautum prosis lectis significare rectis:
und.e etiam quae non est perflexa numero, sed recta, prosa oratio dicitur, in
rectum producondo. Alii prosam ajunt dictam ab eo quod sit profusa, vel
ab eo quod spatiosius proruat, nullo sibi termino praefinito.» Todas estas
etimologías coinciden en la noción que hemos dado.
Por lo demás, no se admire el lector de que la etimología do prosa y
verso sea una misma: muchas palabras que en nada so parecen tienen el mis-
mo origen, como día y ayuno ^jornal; hora y reloj; Dios, Enero, Diana,
Júpiter y jamba, etc., etc.
83. AV//;¿t).— Ritmo (del griego ^uO|j.óc, de púeiv = recorrer, ondear), es lo
mismo que movimiento regulado ó variado con regularidad: cadencia, sime-
tría, compás, distribución proporcionada. Su efecto formal os la grata y me-
lodiosa combinación y sucesión de cláusulas y de pausas y cortes, en el len-
guaje poético o prosaico. Consiste, pues, el ritmo en la sensación agradable
que ol oído experimenta al percibir la igualdad ó proporción de las partes
en que se divide el lenguaje, la distribución de los acei^tos, ó la semejanza
del sonido de las palabras.
Vamos, pues, á dividir este tratado en dos secciones: en la |)rimora ex-
pondremos las leyes rítmicas de la poesía; en la segunda examinaremos las
infracciones ortológicas á que dan ocasión his leyes rítmicas; infracciones
vulgarmente llamadas licencias poéticas.
SECCIÓN PRIMERA.-Ritmografía.
84. Ritmografía os lo mismo que descripción del ritmo, ó exposición
de las leyes rítmicas que ol lenguaje poético debo observar, para que los
- 77 —
Tersos produzcan en el oído sensación agradable. Es el ritmo en el lenguaje
lo que la melodía en la música: ambas cosas tienen sus períodos, sus frases,
miembros é incisos: en el lenguaje poético, además de existir todas esas di-
visiones con relación al sentido ó discurso, las estrofas hacen las veces de
períodos, los versos son como los miembros, y las partes de los versos sir-
ven de incisos. Las cadencias musicales son lo que en el lenguaje los puntos,
comas, interrogaciones, etc.; y en el lenguaje ligado ó poético, los cortes y
cadencias de los versos son otra especie de pausas parecidas á las cadencias
musicales. Pues de la misma manera que en música deben estudiarse pri-
mero las cadencias, luego la frase y después el período; así en verso debe-
mos estudiar primero las cadencias poéticas, luego la constitución ó natu-
raleza del verso, y últimamente la estrofa: porque debe siempre procederse
de lo simple á lo compuesto. Las cadencias ó pausas sirven para dividir
unos de otros los versos, las partes de las estrofas, y las estrofas. El ritmo
en la cadencia es de dos clases: uno referente á la semejanza de las desinen-
cias de los versos ó de sus partes, y otro que consiste en que las mismas
cadencias se coloquen á intervalos iguales ó proporcionales. Empecemos
por lo primero.
CAPÍTULO II
Del ritmo en la desinencia.
RIMA
85. Llamamos hoy rima el ritmo en la desinencia, ó sea la semejanza de
terminación entre dos ó más vocablos (1). Si esta semejanza es igualdad, se
dice que hay consonancia ; si no es igualdad, se dirá que hay asonancia.
Consiste, pues, la rima consonante, la consonancia ó el consonante, en
la igualdad de todos los sonidos finales desde la vocal acentuada inclusive.
Por consiguiente, la consonancia puede ser aguda, como en temí y alelí,
verdad y catad; grave, como en cielo y suelo, Rodolfo y golfo, grave y
sabe (2), sabio y labio, amen y examen; esdrújula, como en pirámide y clá-
mide, híadas y dríadas, crónica y Mónica, Apóstoles y Móstoles.
No son, por consiguiente, verdaderos consonantes veinte y fuente
(Lope 4.°, 216'), árbol y mármol (Id., ib., 214'), mano y Magno (Id., 3.", 151),
cubiertos y adviértoos (Id. 1.°, 71'); cree y cautivaré (Calderón, 3.°, 246');
meresco y parentesco (Tirso, 134); Sanabria y Canaria (Castellanos, 358),
huye y escabulle, casa y casa,ju3go y redusco.
86. Una palabra no puede ser consonante de si misma: pues la belleza
consiste en la unidad junta con la variedad; y en dos palabras iguales hay
unidad, pero no variedad, lo cual ofende al oído. Tanto más grata será la
(1) «Máxima rhytmorum gratia in simili versuum desinentia consistit.» (Caramuel: Shythniica,
año 1665, pág. B).
(2) Véase lo dicho en el núm. 48.
- 78 -
rima cuanto más diferentes sean los elementos que no consuenen, y cuanto
más diversa sea la naturaleza y significación de los vocablos. Así es mejor
la consonancia de amaba con puntaba que con llamaba (1); de precio con
>iecio que con desprecio (3); de nobleza con empieza que con belleza (2); de
admirable con hable que con amable (4), de virtuoso con reposo que con
suntuoso (5), etc.
Las palabras equívocas pueden rimar, tanto mejor cuanto más equívocas
sean; v. gr., ama (verbo) y ama (nombre) (6).
Los adverbios en mente pueden rimar, pero es pobre tal consonancia.
87. Los consonantes suelen colocarse al fin de verso: sin embargo, el ca-
pricho de algunos poetas ha hecho rimar el primer hemistiquio con el final
del verso anterior, como Tirso en El pretendiente al revés (30'):
Saben los cielos, mi Leonora hermosa,
Si desde que mi esposa te nombrar oti,
Y de dos enlazaron una vida
Por vella divertida en oiv9. parte,
Quisiera aposentarte de manera
En ella, que no hubiera otra señora
Que no siendo Leonora la ocupara.
Y así prosigue durante toda la escena. Véase también la Égloga 2.* de
Garcilaso.
Otros, como López de Ubeda, rimaban un hemistiquio con otro, por
ejemplo (91):
Hoy se casa el monarca con su tnarca,
No quede pollo á vida, ni comida
Con que sea servida mi querida,
Llamadla en la comarca polliparca,
Traed tocino y l)uen vin de San Martin,
Pan, leña, asadores, tenedores,
Frutas, sal, tajadores los mayores,
Presto, que el dios Machin pretende el fin.
«Hay una gala de trovar (escribe Juan de la Encina on su Arte de Poe-
sía) que se llama encadenado, que el consonante que acaba el un pie (ver-
so), en águél comienza el otro.» Véase este ejemplo do Andrés de Prado, 4G4:
Tu beldad quo me despide
Pide á mi amor que so aniña,
Niña, que te haga un retrato.
Trato mi afición codicia.
Principio por tu cabello,
Bello prodigio que aviva.
Viva esta fe quo renace,
Nace do sola su vista.
A (u frcnto mari;w/?a
Osa mirarla atrevida.
Vida que se pierde en ella,
Ella 80 gana á si misma.
(1) La parto no coiisonanto am or más diforonto ño ¡mm quo fio llum.
(2) En prerio y desprprio hay ronsonancia vordadora do una palabra consigo miHraa.
(3) Es mejor 1» consonancia do nombro con vorbo, quo oon otro nombre.
(4) Mojor ronsuona adJKtivo con vorlio, quo con otro adjotivo.
(B) Mejor consuona adjotivo con nombro quo con otro adjotivo.
(6) «Ningún vocablo puode ser consonanto de si mismo, si no oa on diforonto noniido, quo ontonocs
es gaUnteria.* (Luis Alfonso de Carrillo: Citnt de Apolo, año 1602).
- 79 -
Lope de Vega (3.", 267) y Moreto (530) hicieron rimar las dos últimas sí-
labas con las dos precedentes, formando lo que se llama eco; véase el ejem-
plo de Lope:
Peligro tiene el más probado vado;
Quien no teme que el mal le impida, j^ida^
Mientras la suerte le convida, viáa,
Y goce el bien tan sin cuidado dado^ etc.
De éstas y otras galas y juegos de trovar dice el mismo Encina: «Mas no
las debemos usar muy á menudo, que el guisado con mucha miel no es bue-
no, sin algún sabor de vinagre.» En efecto, aunque alguna vez encajen bien
en estilo festivo, disuenan en los asuntos serios y graves, porque encierran
siempre algo de afectación.
88. La teoría de la asonancia necesita alguna discusión.
Examinemos en primer lugar la asonancia aguda. Consiste ésta en la
igualdad de la última vocal acentuada, v. gr., amor, canción, vos, cayó; ve,
fué, fiel, Andrés; amarás, rapas, pluvial , vendrá, Abraham. Cuando la
vocal tónica es la última de la dicción, como en estos ejemplos, la cosa es
clara. Pero cuando la vocal tónica va seguida de otra átona con la cual for-
ma diptongo, no me parece que se debe admitir á carga cerrada, como lo
han hecho todos los preceptistas, que esas palabras sean asonantes agudas.
La teoría vulgar sobre la asonancia aguda, la expone la Real Academia (pá-
gina 336), y según ella son asonantes entre sí:
I.** Primaveral , guirigay. Amáis, Paláu, j Zaráus.
2." Arrebol, convoy, Palóu.
3.° Doncel, carey, Andréu.
En los poetas pueden verse asonantados, entre otros muchos que pudie-
ra citar, los siguientes:
parar, vais, en Lope, XXXV, 100;
traen, curial, ha^, verdad, en Ledesma, 164';
quejáis, está, en Quevedo, 151;
quillotráis, están, en Tirso IX, 416";
será, ay, cayn, seáis, en Calderón, 3.°, 112;
tray, tendrá, estáis, en Diamante, 32.
honráis, voluntad, en Moratm (Leandro), 603;
filosofal, Catay, en el mismo, 604"
elogiar, acarreáis, en Salas, 544;
muráis, entrad, pan, en Villanueva, 599.
Y pueden verse asonantes en e, ed, ey, eis, en varios autores, v. gr., Q-ón-
gora, 518; y Candamo, LVIII, 569.
Voy á copiar algún ejemplo:
Zayas, XLII, 548'
Ayer fui, ya no soy nada,
La muerte de mi triunfó;
Aprended, hombres de mí
Lo que va de ayer á hoy.
Tirso, 194"
Mil ejemplos os dijera,
A estar despacio, señor;
Mas mi ganado me aguarda,
Y ha mucho que ausente estoy.
80 —
Góngora, 519"
Sed cualquiera cosa destas;
Que yo hago traslación
De vuestros huesos á Esgueva,
Aunque todo pulpa sois.
Solls (Dionisio), 259
Pues no, cruel, no conties
Que, dado que á morir voy,
No tome de tu inconstancia
Mi ofensa satisfacción.
89. Esta es la práctica común, no puedo ne^^arlo: práctica que se tradu-
ce en la si;^iente ley formulada por Bello (pág. 338): «En los diptongos y
triptongos acentuados, se pide sólo la semejanza de la vocal en que se oye
el acento.»
En verdad que siento oponerme á la Real Academia, y acaso á todos los
poetas; pero hace ya años que vengo meditando el asunto y consultándolo
con el oído, y sin embargo, no acabo de persuadirme qne primavera/, Bom-
bay y Paláu (por ejemplo) sean asonantes entre sí.
Digo, pues, que las palabras en ay ó ais y au son para mi oído disonantes
con las en a, ar. as, etc., y lo mismo sus semejantes. En estos versos de Tir-
so, IX, 416".
El letrado pela,
Pela el oficia/,
Que hay mil peladores,
Si pelones hay.
El hay final produce en el oído una sensación desagradable, y lo mismo
cualquiera ejemplo de los citados. Voy á dar otras razones rítmicas, además
de esta eufónica, para probar que tal asonancia es realmente disonancia.
90. Cualquiera vocal átona detrás de la vocal tónica en fin de verso,
formo ó no diptongo con olla, tiene fuerza ó virtud de sonar al oído como
sílaba distinta de la primera (1); y la razón de esto es, que la medida del
verso se completa en el oído al sonar el aconto final: de consiguiente, todo
lo que viene detrás dol acento final, sea poco ó mucho, tiene en el oído el
valor de un tiempo. Este es el principio en que me fundo: si es verdadero,
la teoría tradicional sobre los asonantes, es falsa; si no lo es, tendré necesi-
dad de creer que mi oído no está bien organizado. Y no crea el lector que
faltan ejemplos para probar dicho principio, cuando se aplica á la vocal
átona siguiente á la tónica, aimque se combinen en diptongo. Mirademescua
emplea siempre diptongados en medio do verso los imperativos agudos con
el sufijo 05, y sin embargo, hace asonar intervalos con retiraos (pág. 53'1,
Las terminaciones verbales en ais son siempre diptongos; y á pesar do eso,
Meléndoz los asonanta con palabras graves en ae: embriague, animáis^
trinufatü(\ prestáis, añade, donaire (pág. 100). Estos ejemplos, y otros quo
habrá í^anníjue no tongo apuntados, poríjue no me fijó on eso al princijiio do
(1) Escrit» ya mi obra, loo on Cáscalos (Tatilat Pnétiran pAp, 160):
«La humana y divina ley.
Dicon qne OAte vomo acaba on acento agudo, y es falso; porque no hay contracción on fin de verso
oomo queda dicho.»
Esto, que es también doctrina de Benot (tomo 2." pkg, 142), rs exactamente lo que yo defiendo.
- 81 -
mi estudio), prueban que debe tomarse en cuenta para la asonancia, la vocal
átona detrás de la tónica final del verso; y quo esas palabras; para los efec-
tos de la rima, no son agudas, sino graves.
Otra prueba de lo mismo hallo yo comparando esas dicciones en ay, au,
oy, eu, etc., con las en ae, ao, ía, ío, ea, eo, etc., No sirve decir que en estas
hay azeuxis y en aquéllas diptongo; pues ésta no es cuestión de medida, sino
de eufonía, y tan lleno es el verso en ay ó en au, como en ía ó úa. En fin de
verso es igual el diptongo que la azeuxis de tónica y átona, y no hay oído
tan fino capaz de distinguir lo uno de lo otro. Pues bien, si hay, Paláu son
-asonantes en a, ¿por qué no han de serlo cae, nao, traen, caos y otros seme-
jantes? Si estoy es asonante de temió, ¿por qué temía, vacío, caías, no han de
serlo de rubí? Dirás que en estos ejemplos la vocal sobrante es fuerte, y en
aquéllos es débil. Muy bien; pero yo te responderé que en fin de verso no
hay diferencia ninguna de tiempos entre una débil y una fuerte: y siendo la
rima asonante, la igualdad de vocales en igualdad de tiempos, la débil áto-
na final equivalente á un tiempo, debe tener en su asonante otra igual ; y si
no, malamente se llaman asonantes, como malamente asonantó el romancero
k jaral, adelante, rodear, pan, alce, adarve, trae, etc. (X, 263).
Como conclusión de lo dicho, establezco el siguiente argumento: Verso
agudo es solamente aquel cuya última vocal es tónica: pero las dicciones en
(ly-, ^y> oy, au, eu, ou, tienen átona su última vocal: luego los versos termi-
nados en ellas no son agudos, y por consiguiente, no sirven para la asonancia
aguda. De este principio se infieren los siguientes corolarios:
1.° Las palabras en ay , ais, son asonantes graves en ai, y por tanto
asuenan con fácil, dabais, dátil, etc.
2.** Las en au son asonantes graves en au, pero no tienen compañeras
en castellano.
3." De las en ey, eu, oy, ou, debe decirse relativamente lo mismo que de
las en ay, au.
4.** Asonantes agudos son, pues, aquellos cuya última vocal es tónica, y
la misma; v. gr., salir, salí, salid, espadín, mai3, alfil, cénit.
91. Asonancia grave. — También aquí tengo mis reparos que hacer á la
teoría vulgar; y para mayor claridad expongo mi teoría en dos palabras:
Asonantes graves son todos los que tienen idénticas las vocales tónica y
última; v. gr.,
en aa: causa, patria, cántara, Ondárroa, áurea, cáspita.
en ae: cae, margen, sabe, aire, cambies, mástiles. Maule.
en ea: deba, recua, ea, reina, Débora, pleura, anestesia, huela.
en ao: claro, mármol, cuatro, sacaron, claustro, cesáreo, bálsamo.
en ía: vida, venía, criba, esquina, Vístula, vicia, aira, manigua.
en ai: fácil, dabais, saciáis, casi, Setanti, guirigay, mástil.
en eo: queso, plectro, encuentro, aéreo, serio, arsénico, terapéutico.
en úa: lechuda, injuria, fluctúa, murria, cerúlea, pura, busca.
en úo: engrudo, valúo, purpúreo, músico, engullo, injurio.
A esto se reduce toda mi teoría acerca de la asonanc^'a, evidentemente
6
- 82 —
más fácil, más clara, más breve y más eufónica que la teoría vulgar, si bien
algo más estrecha. El lector podrá hacer de ella el uso que le parezca; pero
yo no puedo menos de decir lo que siento.
92. Escolios.— \° Los esdrújulos asuenan con los graves: y la razón es
la misma que antes hemos expuesto, á saber: que todo lo que viene detrás
del acento en la dicción final de un verso, se reputa por un tiempo ó sílaba-^
de la cual trataremos en el capítulo IV.
2.'* Entre las vocales átonas no se pide más igualdad que la de la últi-
ma, sea fuerte ó débil; y esto porque la final es la que más impresiona el
oído, y por tanto, si falta la rima de la última, se percibe la desemejanza: la
de las otras casi no se percibe, porque el oído pasa de largo sobre ellas. He
dicho sea fuerte ó débil, porque así siento que suena en mi oído, aunque los
gramáticos digan lo contrario. Dicen éstos que en los diptongos átonos
sólo se pide la semejanza de la vocal fuerte (Bello, pág. .-1^8); do donde, se-
gún ellos, amareis es asonante de aire y amarais de planta. Pues ponga-
mos la dicción ¿í/ca// asonante en ai: ¿no es más semejante amarais ó ama-
reis á álcali, que á planta y aire? Por tanto, las desinencias en árais,
áreis, áseis, son para mi oído asonantes en ai; y las en éreis, erais, éseis
asonantes en ei. Esto siento y esto sostengo.
3.** Enseñan también los preceptistas que la e y la /átonas son semejan-
tes en la asonancia, y lo mismo la o y la ii; de suerte que, según ellos, cáliz
asuena con valle, débil con verde, Amarilis con matices, móvil con flores,
útil con luces, Venus con cielo, espíritu con efímero, Pólux con lloro, etc.
Y no faltan ejemplos de esto en los poetas. Calderón en un largo r<unance
en ae (t. III, 166", 167 y 168') asionantafácil, padre, casi, quedasteis, llegas-
teis, pase, nombrareis, estorbabis. A fénix lo encuentro asonantado con
despierte (Cald., 4.**. 263), con muere (Zabaleta, 521'), y con establece (Ca-
lleja, 574). Meléndez, según notó en el núm. 90, asonanta animáis^ prestáis
con añade y donaire. Solís (Dionisio) rima á bienes con chélis (23í)). Fran-
camente confieso que nimca he podido tragar esta teoría. Que un gallego,
en cuya boca la / parece ^, y la « parece o, la admita y defienda, lo entiendo:
pero que en oído netamente castellano esas vocales sean oíiuivalcntes en la
asonancia, aunque los poetas lo hayan practicado, ni lo entiendo ni lo admi-
to; antes creo que son defectos introducidos en la rima por la excesiva li-
cencia de los poetas.
4." Hoy no tenemos por lícita la asonancia de sola la vocal tónica: si eso
so practicara, n« habría diferencia entro la asonancia gravo y la aguda. Pero
antiguamente así parece que era, á juzgar por lo que se observa en el Poe-
ma del Cid. Véase esto ejemplo (LVII, 36):
De noche helaron laa nrrnas, e rogaron al Criador.
Tro(;ida es la nochn, ya quiebran Ioh altores.
Muchos so juntaron de buenos ricos omncB.
Por ver esta lid ca avien ende sabor
De-mas sobre todos yes el rey don Alfonsso
Por querer el derecho e non consentir el tuerto,
- 83 -
Hyas metien en armas los del buen CampeafZor:
Todos tres se acuerdan ca son de un senwor.
En otro logar se arman los ynfantes de Carríon:
Sedíelos castigando el conde Garíji Oráoñez.
Andidieron en pleyto, dixieron-lo al rey Alfonseo,
Que non fuessen en la bataUa las espadas taladores
Colada e Tizón, que non lidiassen con ellas los del Campeador.
Todos estos son asonantes en o: y por esto sabemos que el diptongo ue
se pronunciaba o antiguamente, como en el sexto verso transcrito, donde
hay que decir torto en vez de tuerto.
Lo mismo se nota en la asonancia en a: así (pág. 8) se ven rimados pías,
parten, están, andar, adelant, van, Toran^io. Poco á poco fué dividiéndose
la rima aguda de la grave, y ya en los romances antiguos se ve frecuentísi-
mamente la e paragógica, añadida sólo por la rima; v. gr. (t. X, 198):
Estábase el conde Dirlos,
Sobrino de Don Beltrane,
Asentado en las sus tierras,
Deleitándose en cazare.
Cuando le vinieron cartas
De Carlos el emperante.
De las cartas placer hubo,
De las palabras pesare.
Que lo que las cartas dicen
A él le parece male.
Y á este tenor siguen allí pane, hane, andaré, Roldane, vane, espera-
de, etc.
Hoy no toleraríamos tales licencias y tan frecuentes, si bien son más to-
lerables las que consisten en añadir la e íinal del origen, v. gr., daré, pane;
pero de ningún modo Beltrane, hane, vane, mase.
93. Advertencias sobre la rima. — Los preceptistas advierten con razón:
1.° Que no se empleen á menudo ciertas terminaciones inagotables, como los
participios en ado, ido, los gerundios en ando, endo; los imperfectos en aba,
{a, ara, era, ase, ese; los futuros en a, an, ere, los verbos plurales en amos,
emos, irnos; los adverbios en mente; los infinitivos en ar, er, ir; los nom-
bres verbales en or, ion, y los verbos con enclíticas.
2,° Que la asonancia no degenere en consonancia; defecto algo común
en lo antiguo.
3.° Que los versos sueltos intercalados entre los rimados, no asuenen ni
consuenen con los inmediatos, ni entre sí mismos,
4.° Que no se repita un mismo consonante ó asonante á pocos versos
del primero en que se colocó; toda repetición que se perciba, es enfadosa (1).
5.° Que no se junten en un mismo verso palabras consonantes ó asonan-
(1) «Aliémosnos guardar que no pongamos tin consonante dos veces en una copla. Y ann si ser pn-
4ÍM«, non le denemos repetir hasta que passe yeynte coplas. (Encina: Arte de Poesia).
84 -
tes. Tanto más sonoro será un verso, cuanto más diferentes sean sus voca-
les tónicas; v. gr. (Villavic. J., 593): ^
Allá en monto de la Sc/tia extrema
Tengo mi casa sola, osc?<ra y triste,
Donde con fuerza el alquilón requema
La tierra que de yerba aun no se viste.
Con esto no se quiere decir que se sacrifique la propiedad ó la elegancia
de la frase, que es lo primero que debe procurarse.
6.** Que las palabras que rimen sean radicales, más bien que derivacio-
nes de otras: la repetición de estas derivaciones quita su vigor y fuego á la
dicción poética y al verso. Compárense las dos octavas siguientes:
Ercilla,26'
Unos vienen al suelo mal heridos
De los lomos al vientre atravesados,
Por medio de la frente otros hendidos.
Otros mueren con honra degollados;
Otros que piden medios y partidos,
De los cascos los ojos arrancados.
Los fuerzan á correr por peligrosos
Peñascos sih parar precipitosos.
Villaviciosa J., 579'
Dijo; y al punto el varonil soldado
Mostró la cara pálida y difunta,
Y las alas del uno y otro lado,
Con el ansia postrera, ciñe y junta:
Todos los miembros del varón alado
Se tienden en presencia de la junta,
Y estirando una zanca y otra zanca,
El alma noble de su pecho arranca.
Nótese la vulgaridad y repetición de los consonantes empleados pot Er-
ciUa, con los de la octava de Villaviciosa, y se verá cuánto más rica es la
rima en éste que en aquél, á pesar del consonante en ado y la repetición de
la palabra yw«/«, si bien usada equívocamente.
94. Consonancia aguda de voces apoco padas.—BeWo califica de des-
graciadísima á esta consonancia; mas yo croo que en estilo zumbón y fes-
tivo, como el que tenía Cervantes, no son tan desgraciados los tales versos.
Véase la muestra (Cervantes, 230):
No te metas en dibu-
Ni en saber vidas aje-
Quo en lo que no va ni vio-
Pasar do largo os cordu-
Advierte que os desati-
Sicndo do vidrio el teja-
Tomar piedras ou la ma-
Para tirar al voci-
Tambien López deUbeda compuso algunos versos de esta clase; véase (69):
Los padres de la picara Justi-
Quo fueron en Mansilla mcsono-
Siondo, como son, padres y ella hi-
La enseñan y la dan buenos conso-
Como el consejo á gusto no so olvi- (da)
Estos por serlo tanto los rotio-
Que ya no hay quien so humillo á madre y pa-
Si no es que al justo con su gusto cua-
El lector forme de esta rima el juicio (jue lo parezca.
- 85 -
CAPITULO III
Del ritmo en la cadencia.
SINALEFA
95. Los versos castellanos constan de un número determinado de síla-
bas, que puede oscilar entre cinco y once. Este número determinado de síla-
bas es la medida ó metro del verso. Mas en el cómputo de las sílabas de cada
verso, ocurren algunas dificultades nacidas de la concurrencia de las voca-
les. Si esta concurrencia se verifica dentro de un solo vocablo, el determi-
nar las sílabas que contiene, pertenece á la Ortología silábica, de que trata-
remos en el libro cuarto: mas cuando la concurrencia es entre el fin de un
vocablo y el principio del siguiente, el cómputo de las sílabas pertenece á
la métrica ó ritmografía en el verso, y á la Ortología sintáctica ó retórica
en la prosa. Y aunque las reglas que se observan en el verso son en general
aplicables también á la prosa, aquí trataremos más en particular del ver-
so(l).
96. Sinalefa rítmica ú ortológica es la fusión de dos ó más vocales in-
mediatas, pertenecientes á distintos vocablos, en una sola sílaba. En la sina-
lefa ortológica no se suprime ninguna vocal en la pronunciación, pues to-
das deben sonar clara y distintamente: en la sinalefa morfológica, de que
tratamos en el núm. 23, se suprime la primera vocal.
El hiato es la separación de las vocales concurrentes, y puede ser de cin-
co maneras:
a) Uno es opuesto al diptongo, y equivalente á la diéresis (núm. 10 y 15).
h) Otro es opuesto á la sinéresis, y equivalente á la azeuxis, (núm. 9).
c) Otro hay opuesto á la sinalefa eufónica, y es vicioso.
d) Otro opuesto á la sinalefa violenta, y es bueno.
e) Otro, finalmente, hay enteramente vicioso, como en las palabras veía
á Aaron; en este caso es violenta la sinalefa y violento el hiato, por lo cual
debe decirse que tal hiato es opuesto á la ley eufónica general, de que no se
junten muchas letras cuya pronunciación sea inarmónica ó muy difícil.
El primero, tercero y quinto son, pues, viciosos y malos: el segundo y el
cuarto buenos. Del segundo trataremos en el libro cuarto: el estudio del
tercero y del cuarto pertenece á este capítulo. Por tanto, cuando hablemos
de hiato, por el contexto conocerá el lector si hablamos del hiato bueno ó
del vicioso.
97. La h muda no se cuenta por nada: pero si se aspira, impide la sina-
lefa. Ejemplos:
Y como le Aice prender,
Le /laré cortar la cabeza. (Tirso, áSS").
(1)
No creo que tenga el Sr. Bello otro capitulo mejor escrito que el de la sinalefa y hiato.
- 86 -
¡Oh! en pura nieve y púrpura bañado! (Rioja, 382).
Hasta qu« Anbiendo sol nuevo
De cuentan cómo he dormido. (Alcázar, 406).
Ah! en el sagrado y solitario huerto. (Lista, 279).
Oh! el Rey es que habrá sabido
El suceso. (Vélez J., 588"),
Ninguno, al fin, de todos ha escapado
De muerto, de | herido ó de a | Aogado. (Morillo, 189').
En este último ejemplo, la h aspirada impide la sinalefa de ee ou el pri-
mer caso, y de eao en el se^ndo.
98. Dos vocales que forman azeuxis nunca jamás pueden ambas con-
traerse en sinalefa con otra vocal precedente ó si^íuiente; porque entonces
quedaría el verso con una sílaba menos: v. ^r.,
Calderón, 3.", 304
Se ha huido de la prisión
Alarcon, 128"
iQue me ahogo, que me ahogol
iSan Crispin, Santa Lucía!
Artieda, 639'
¿A qué fin, pues, Heráclito se aira?
Solís (Antonio), 5'
Envíe' al uno primero
El original.
Así, pues, cuando la sinalefa se jimta con la sinéresis, ambas cosas se ha-
cen insufribles: ejemplos.
Viéndole ahora, salir de la batalla
Me envió á llamar á esta corte
Desafió á otro un portugués
Y sea, oh injusta ley traidora,
La afrenta del que la llora.
99. Las vocales débiles átonas, y las conjunciones c y o nunca pueden
contraerse con la vocal precedente y siguiente á la vez; pero sí con una de
ellas. Las conjunciones. entre dos vocales se unen casi siempre con la segun-
da. Ejemplos:
(Valbuena 326')
(Rojas, 162")
(Moreto, 296")
(Calderón, 4.", 83;
Trillo, 76
Se I hiela en verse á sí misma
Herrera .1., 361"
Mal le- 1 huele á vuestra alteza
Tirso, LVIII, 285
Dando la vida
Que por su ley | y rey | (^s bien perdida.
lU'lmonte; 329"
A dartí) el parabién
A tí I y ri tu esposa Octavia.. >
Hoy I está muy | ocupa<la.
Mira<iemescua, 36"
Obscura está y | huele á queso.
Eroilla, 117'
Quién aqueste | y oquél alanceando
Abre sangrienta ! y ancha la salida,
Quién á diestro y siniestro goljK^ando
I*riva aquestos | y aquellos «le la vida;
No hay | ánimo ni brazo alli tiin blando
(¿ue no cabe | y ahonde la | hi'rida,
Ni esi>a<la de tan grutiso y boto filo,
Que no dt>stile sangre | hilo á \ hilo.
Mendoza, 62'
Y mn I hieren y | hiero en un instante
Castillejo, 166'
l>udo8a cosa | é incierta.
Calderón, 2.", 14-t"
Para mí alegro | é infausta.
87 -
Calderón, 2.% 613"
Que fuera bajeza
Que solo me hallara
Ingrata, quien puede
Piadosa | é ingrata...
Castiga y perdona
Piadosa y | ingi-ata.
Moreto, 195'
A hablar no acierta, | é indicia
Lo que vos habéis pensado
Mendoza, 85
Porque de vuestro ingenio | é invención.
Herrera, 288'
Decía en sueño | ó ilusión perdido
Alar con, 170'
Mas tales fueron los gritos
De aquel demonio ó mujer.
Id., 163"
Entre tanto morirá
El leonero I ó el león.
Góngora, 438
No era sordo, | ó el músico era mudo.
Moreto, 161"
¿Qué decís, don García 1 ó estáis ciego?
Villanueva, 594
Me pinta al óleo | ó al fresco.
Son, por consiguiente, violentas y reprensibles las siguientes sinalefas;
(Rojas, 39')
(Quintana, 68')
(Mendoza, 68")
(Mora cit., por Bello)
(Mendoza, 53')
(Góngora, 436)
(Id., 462")
1. Que se ^«irá por ser veloz
2. Así Awirán pues mis esperanzas todas
3. Decía con vergüenza y ira movida.
4. Brava jornada, dice el vey, infanzones
5. Que quieras ó aborrezcas á otro ó á mí
6. Escuche la victoria yo ó el ñ-acaso
7. Que en yerbas se recline ó en hilos penda.
El verso 1 queda perfectamente eufónico suprimiendo el se.
El 2, suprimiendo el pues.
Para evitar la cacofonía que se advierte en el 4, prefirieron los buenos
poetas suprimir la y final por apócope: v. gr.,
¿Cómo estáis?— Bueno esfó ahora (Salustrio, 487')
Esta corta piedad
Les do y consagro, Itálica famosa. (RIoja, 387")
Do á fuego la mala res (Hurtado Luis, 33")
La conjunción e puede alguna vez formar sinalefa con las vocales prece-
dente y siguiente, sin ofender al oído, como se ve en este ejemplo de
Cetina (49):
Que vuestra historia
Nos dure con eterno é inmortal canto.
100. Atonas.— loási concurrencia de vocales átonas forma siempre si-
nalefa. El hiato es vicioso en este caso. Si las vocales concurrentes son se-
mejantes, suena una sola alargada; v. gr.,
Alarcon, 897"
iCaso extrañol — No se espante;
Que un hombre Aonrado ofendido
Es un toro agarrochado.
Alarcon, 250
El caso viene á obligarme
- 88
Alarcon, 289'
¡A Aurora, á Auxoxz. ee envía
Recado tan atrevido!
Castro (GuiUen), 262"
Envíeselo á decir,
Envióme á amenazar.
Herrera, 306'
Del Nilo á íJufrates fértil y istro frío
Valdivielso, 163
Cuál con su sangre y vida ó ^aron comprara
La vara.
Con hiato volento
Castillejo, 202'
El poeta castellano
Que dice | y no | en vano
Rojas, 669'
Dos mil digo que | entraron.
Todo esto se entiende en los casos en que no tiene aplicación la regla
del número precedente, la cual es preferente á ésta. Alguna vez la pausa
entre dos átonas puede hacer suave el hiato entre ellas, como en este verstv
de Garcilaso, 15':
¿Qué es esto, Nemoroso? | Y qué cosa... etc.
Pero en general, entre átonas, la sinalefa es necesidad y no licencia; y
puede constar hasta de cinco vocales, como en este verso de Bello:
Del helado Danubio á ^Mfrates fértil
Las de tres y cuatro vocales semejantes son algo violentas; pero también
es violento el hiato. Débese, pues, cuidar de no reunir con frecuencia tres
vocales semejantes.
101. Tónica con átonas.— '^\ concurren una vocal ó diptongo tónico con
otras vocales átonas, la sinalefa es natural; pero la pausa y el ritmo pueden
hacer agradable el hiato. Ejemplo:
Yo 08 lo diré en brevedad. (Alcázar, 406).
Mas oh infame remate de tal guerra! (Herrera F., 280).
Airado salió á buscar
Al que digo que vt entrar. (Solis Antonio, 46").
Son de Tolú, | ó son de Puerto Rico. (Góngora, 430).
aquí la pausa entro los dos incisos, y el ritmo yámbico liacen agradable el
hiato. En este misino ejemplo pudiera haber sinalefa á posar de la pausa,
con tal de guardar el ritmo; v. gr.
Son do Tolú, ó serán de Puerto Rico.
En este verso de Garcilaso, 10': «He | aquí vences: toma los despojos» el
hiato es violento, pues así resultan los acentos en las síhibas impares, lo
cual es antirrítmico. Por la razón contraria sería tolerable el hiato en este
otro:
Mas ho \ aquí que vences: los despojos
Toma, etc.
102. Atonas con tónica. — La sinalefa es siempre permitida; pero el rit-
mo hace siempre agra<la])]o el hiato, y tanto más manto se lialle más próxi-
mo al fin del verso. El hiato entre vocales diferentes es más agrailable que
entre vocales semejantes. Ejemplos:
- 89 -
Con sinalefa.
Calderón, 3.°, 304
La alma y los brazos, señor.
Rojas, 18'
¿To he de irme con tanta priesa?
— Señora, es orden expresa
De don Lucas, mi señor,
Y paro él delito fuera.
Cubillo, 157"
Pues por ella es ya mi padre
De otra opinión que antes era.
Con hiato.
Garcilaso, 4'
Ven, 8i por solo | esto te detienes.
ídem, 83'
De I áspera corteza se cubrían.
Cetina, 47
Que por matarle ó | él, á mi me hae muer-
[to.
Mendoza, 85'
Y lo I uno y lo | otro por ser mió.
Castillejo, 155'
Pan y | agua con ceboUa.
(Calderón, 2.°, 264').
(Mendoza, 55).
Le proveerá de | armas y dinero.
La I ira del soberbio castellano.
La codicia en las manos de la suerte
Se arroja al mar, la | ira á las espadas. (Ríoja, 389).
Deja su | urna el Betis, y lozano. (Góngora, 427")
En estos ejemplos las sinalefas y hiatos están en medio de verso; en los
siguientes, al fin.
Gíareilaso, 4
¡Ay cuan diferente era! (heptas).
ídem, ib.
Y por nuevo camino el agua se iba.
AlarcoD, 365'
Dando á cada una siete años.
ídem, 384"
¿Por qué ha de morir doña Ana,?
Rojas, 258
Sabed que me ha dicho — Xo oso
Mover los labios.
Amescua, 35''
La ventana cerró, y á eso
Las alacenas abria.
Estas sinalefas son algo violentas: y
así (creo) sonarán á todo oído bien organi-
zado.
Garcilaso, 19'
Y tan claro parece allá en la j urna.
ídem, 6
Casi los paso y cuento | uno á \ uno.
Mendoza, 62
No toparéis á | otro sino á \ él.
Alarcon, 427'
Dios no lo da todo á \ uno.
Montalban, 503"
Es excusado
Aquí lo 1 uno í/ lo I otro.
Rojas, 19
No he de casarme
Con don Lucas — ¿Por qué, | hija?
— Porque es miserable. — | Eso, etc.
Calderón, LVni, 429'
Polvo fuiste, polvo I eres,
Y polvo después serás.
Eesúrnen: 1.° En las sílabas que el ritmo pide inacentuadas, cabe mejor
la sinalefa que el hiato. 2° En las sílabas rítmicamente acentuadas es me-
jor el hiato que la sinalefa. 3.^ Si ocurren dos casos, uno de sinalefa y otro
- 90 -
de hiato, en un mismo verso, y ambos en sílaba rítmicamente acentuada,
precederá la sinalefa, á no ser que de ello resulte la destrucción del ritmo.
Citemos otros ejemplos:
1. Ea lo I uno, quiero en lo otro. (Calderón, 2.°, 369').
2. Ni es sacrilego, ni | es. (Id., ib).
3. Luis de Almeida ha siete | años. (Rojas, 259).
4. Y la que era poco | antes. (Id., 259').
5. Que ese caballero | es. (Matos, 223").
6. La I una reparada, la otra enjuta. (Góngora, 462').
En el verso 1, si se hace preceder el hiato, cae la sinalefa en el acento
final; pero es preferible esto, porque de lo contrario resulta el verso con dos
acentos antirrítmicos.
El 2, 3, 4 y 5 son antirrítmicos si precede el hiato.
En el 6, la sinalefa debe ir la última, porque de lo contrario, el verso
pierde su ritmo yámbico, (v. núms. 123 y 125).
103. Dos tónicas. — Entre dos tónicas es también permitida la sinalefa,
pero frecuentemente es mejor el hiato, según las circunstancias (v. número
107). Ejemplos:
/Aretusa, aunque no es muy avisada. (Mendoza, 53').
Sirialefa.. . . ¿Sueño yo aquesto bien? Decí ¿ea ungido? (Herrera F., 262').
'Se podrá ir con él despacio. (Góngora, 523").
ÍHeráclito fui | un tiempo (Id., 549').
Gastándole al Perú | oro en los frenos (Id,, 440').
lOh ya I isla católica y potente! (Id., 449').
Si no I índice mudo de esta vida. (Id., 454).
No habrá | áncora que afierre. (Barros, 238).
104. A cfitre dos vocales. — 1.° Si todas son átonas, la sinalefa es necesi-
dad. 2." Si la vocal precedente es tónica y la siguiente átona, la sinalefa es
también natural. .-3." En cualquier otro caso, la sinalefa es algo violenta, á
no sor que la suavice alguna circunstancia particular.
1. Arrimárase á | un roble. (Anón. X, 159').
2. Que yo á I él no lo temia. (Gil Vicente, 156').
3. Ayudó á esta confianza. (Anón. XVI, 308'). >
El hiato del 2 es muy natural; el del 1 algo violento, y la causa es, que
como el un os pala])ra secundaria, como adjetivo (v. núni. 107), la intención
del oyente va más allá, pasando por alto sobro el adjetivo, para ir á lijarse
en ol nombro roble. Por oso mismo, la sinalefa dol 3 es suave (1).
105. Monosílabos tónicos en medio.— ^on óstos los verbos auxiliaros ha,
he, y las interjecciones ah y oh,
(1) Cuando el adjotivoostá auRtuntivado, ó 08 pronombre, pasa á s«r palabra primaria, y on e«t»
oaüo, la uinalufa oh violnnta; t. gr.,
I'uHR lo quo & I uno daña, á otro aprovecha. (Mendosa, &4).
uno y otro arjul hud pronotnbroR: ol hiato aquí os buouo, y la Binalafa mala.
91
I.** Los auxiliares, como palabras secundarias, tienen un acento más dé-
bil que los participios; por lo cual, se combinan frecuentemente en sinale-
fa, con las vocales adyacentes átonas, aunque tal sinalefa de tres vecales es
algo violenta.
(Montalban, 517'),
(Enciso, 223").
(Id. ib.)
(Herrera R., 240').
(Calderón, 2.o, 541).
(Rojas, 4').
(Alarcon, 173').
(Id. 265").
Sinalefa.
1. Yo le he escrito, yo le he hablado.
2. Que toda Italia ayuda me ha ofrecido
3. La cólera: si en esto te he ofendido.
4. Bien á la reina he engañado.
5. Se ha hüiáo de la prisión .
6. Que por acá siempre he oido.
7. Lo que ha oído es cosa clara.
8. Pues su fama ha asegurado.
2.** Si alguna de las adyacentes es tónica, la sinalefa es aun más violen-
ta, y debe preferirse el hiato.
/Yo he avisado á sus parientes.
]No ha «na | hora, ¿una? no ha media.
I Me he /¿echo tantos cardenales,
VQue tolo soy eminencias.
I Y yo he I heeho finalmente.
Ninguno ha | hecho
Cosa que le cuente á | él.
3.° Las interjecciones ah, oh, que naturalmente son muy acentuadas, no
pueden formar sinalefa con la vocal precedente y siguiente á la vez; pero sí
con una de ellas átona. Ejemplos:
1. Haceos afuera, oh espíritu gallardo.
2. No haya oh españoles, nada (heptasil.)
3. Rasga tu seno, oh tierra:
Rompe, oh templo tu velo.
4. ¡Oh monte, oh fuente, oh río!
5. Ven á mi ruego humilde, oh amor de aqueUa.
6. Oh ildéfonso, le dice, que observaste.
Las sinalefas de los versos 1, 2 y 5 son reprensibles, aunque las vocales
adyacentes son átonas. Débese, pues, poner hiato entre átona y tónica, como
en este ejemplo, (el 1 reformado):
Salid fuera | oh espíritu gallardo.
Si alguna adyacente es tónica, habrá un hiato; y si ambas son tónicas,
dos hiatos; v. gr.,
Alaba, ¡oh | alma! á Dios: Señor, tu alteza. (Fr. Luis, 55).
¡Oh! I helo allí. Dichoso tú que aflojas. (Garcilaso, 7).
Pero no se prohibe enteramente la sinalefa entre la precedente tónica y
la interjección; v. gr.
A tí, oh Señor, el glorioso
De Apóstoles coro excelso. (Calderón, LVill, 376).
(Montalban, 517').
(Tirso, 435').
(Calderón, 2.°, 596)
(Montalban, 517').
(Rojas, 18").
(Valbuena, 325').
(Meléndez, 241).
(Lista, 274).
(Fr. Luis, 3).
(Herrera F., 259';.
(Jáuregui, 128').
• - 92 -
aunque siempre es algo violenta. Pero si al oh siguiera una palabra tónica
en la primera sílaba, sería más agradable la sinalefa; v. gr.,
A tí, oh Dios, el coro excelso.
lo cual prueba dos cosas: 1.* Que la interjección se hace algo subtónica en-
tre dos acentos. 2.* Que la primera sinalefa es más dura porque al verso le
falta su propio ritmo trocaico, el cual es más decisivo en este último verso;
y por tanto, que la regularidad y propiedad del ritmo contribuyen á la sua-
vidad de la sinalefa, como en otras ocasiones pueden contribuir á la suavi-
dad del liíato.
106. Enumeración de vocales. — Resta examinar un caso raro, como el
de esta redondilla de Cañizares, 571'.
¿Ahora con Borcebú
Estamos ahí? Di pues,
¿Es a I e, í, o, | «, ó qué | es?
— Estrt es a, I e, ¡ i, I o, I ti.
El tercer verso debe leerse así por tres razones: 1.* Porque así es más
suave el ritmo trocaico. 2.* Porque en que es al ñn del verso es mejor el hia-
to que la sinalefa. 3.* Porque la o conjunción forma mejor sinalefa que hiato
con la vocal precedente; y además la sinalefa suena mejor detrás del acento
rítmico, que delante de él.
107. A. Causas que favorecen el Mato. — 1.* La pausa entre las vocales
(v. núm. 100). Esta causa tiene más importancia entre dos tónicas*: menos
entro átona y tónica; menos todavía entre tónica y átona, y mucho menos
entre dos átonas.
2.* El ritmo natural en cada verso, según lo dicho (núm. 102-106).
3.* Entre átona y tónica ó dos tónicas; tiene gran influencia la cualidad
de palabra principal en el segundo vocablo (núm. 104). Las palabras prima-
rias son el nombro, el pronombre, el verbo, la interjección, y el primer vo-
cablo tónico de una interrogación. Los acentos preponderantes do las pala-
bras primarias oscurecen.no poco los acentos adyacentes.
4.* La énfasis, por razón do la fuerza que añado al acento de los voca-
blos, y la solemne lentitud que encierra. Énfasis hay en polvo eres (v. nú-
mero 102), los cuento uno á uno (ibid.), lo uno y lo otro (iliid., Mendoza).
B. ^Causas que justifican la sinalefa.— \.^ La celeridad de la expre-
sión. 2.* La deb lidad de los acentos. 3.* La observancia y naturalidad del
ritmo. 4." La semejanza de las vocales.
En fin, en una materia como ésta, sujeta á consideraciones tan minucio-
sas, ó por mejor decir, á sensaciones tan linas y delicadas, no es posible dar
reglas lijas, aplicables á todos los casos; pero tongo la lirme certeza de que
las obsorvaciones precedentes contribuyen á aliñar el oído.
108. ka.zon de la'sinalefa. — ¿Por qué varias vocales que en medio de
dicción no pnodon contraorse en diptongo, ])uodon ontre dos vocablos con-
traerse en sinalefa? Cuestión os ésta de grandísima dificultad. Bollo confie-
sa ingenuamente que no lo sabe, y yo añado (|Uo on su sistoma ^\o diptongos
y azeuxis, admitida como legítima la azeuxis de vocales átonas, toda sina-
lefa es un misterio.
En mi sistema, cuya regla fundamental es que toda combinación de vo-
cales átonas se contrae en una sílaba (véase núm. 234), se explican perfecta-
mente todas las sinalefas de vocales átonas. De las demás no alcanzo expli-
cación satisfactoria. Porque es claro que, si la sinalefa es violenta, será na-
tural y agradable el hiato; y Aáceversa, si éste es violento, la sinalefa
resultará agradable. De manera que la razón próxima es la eufonía. Mas por
qué pide la eufonía unas veces la sinalefa y otras el hiato, es cosa tan oscu-
ra, que no acierto á dar explicaciones.
1 09, Hiato vicioso por repetición.— ^sbxohd.^ veces el oído repugna jun-
tos dos ó más hiatos, aunque cada uno sea bueno de por sí, ya en medio de
dicción, ya entre dos vocablos. Ejemplos de Rojas:
Zee tú este memorial
Matea, y tú lee éste,
Eafada; y tú Gibaja
Lee éste.— ¿Qué es lo que quieres?
— Leerlos todos á un tiempo
Y que un tiempo los decrete (204')
Bajo este punto, al amor
La dama propia es mejor
Que sea fea también.
A una dama fea ved
Que todo le satisface (2-43)
lio. Plintos suspensivos. ^IjOb puntos suspensivos entre vocablos, ó
entre dos partes de un vocablo dividido, nunca se toman en cuenta, mien-
tras no se añada otra pausa. Véanse algunos ejemplos:
Tirso, 626
¿Querráme mucho? — Mu... chísimo.
— Si tanto en el mu te tardas,
Vive Dios que á perder me eches.
¿No ves lo que en mu me llamas?
Rojas, 37"
Vine... estaba... no quisiera...
Alarcon, 392'
Confesión, confesi... — Aleve
No deis voces.
Apóstrofo. — En escritos antiguos se ve algunas veces esta virgulilla, así
llamada, la cual indica la supresión en el escrito de una vocal inicial ó final
que forma sinalefa con otra; v. gr.,
Nace'l hombr'á causar y sufrir penas, (Rebolledo, 395")
Paréceme que lo dicho acerca de la sinalefa y hiato lleva alguna venta-
ja al capítulo del Sr. Bello: puede verlo el curioso lector.
CAPITULO lY
Del ritmo en la cadencia.
ACENTO FINAL
III. La cadencia ó corte de cada verso ha de ser determinada por un
acento, en el cual se llena la medida de las sílabas. El acento final hace en
los versos isosilábicos (de igual número de sílabas) el mismo oficio que las
líneas divisorias, á la batuta en la música.
- 94 -
Ahora bien, la última dicción de un verso puede ser apruda, llana ó es-
di-újula, y el verso recibe las mismas denominaciones: mas por lo dicho en
el número 90 y por lo que lue^o añadiré, deñno así el verso agudo:
Verso agudo es el que tiene acenti'iada su última vocal.
~ Por consiguiente, verso grave es aquel cuyo último acento está en la
penúltima vocal ó en la penúltima sílaba cuando la dicción termina en dip-
tongo: así, V. gr., los que terminan en hoy, amáis, lidia, sería.
Verso esdrújulo ó dactilico es el que termina en palabra csdrújula. La
introducción del consonante esdrújulo en nuestra poesía se debe, según di-
cen, á Bartolomé Cairasco de YigyiGTOdL nozn hispani saphici (sdru julos vo-
cant) inventor (1). Propiamente hablando, no hay verso esdi'újulo en caste-
llano, porque el esdrújulo supone dos sílabas detrás del acento; y en el verso,
todo lo que hay detrás del acento se cuenta por un tiempo, aunque sean dos
sílabas. Que en la consonancia se haga cuenta de todas las letras que siguen
al acento, y en la asonancia se considere una de las vocales que le siguen,
es cosa extraña á la medida; pues ésta se completa en el acento final. Por
consiguiente, no debe decirse que el verso es esdrújulo, ni que es grave ó
agudo; sino que la rima es aguda, grave ó esdrújula, y aun para esto último
es necesario que la rima sea consonante; pues no hay asonancia esdrújula.
Sin embargo, si por razón del último vocablo del verso, quiere dársele
estos nombres, sea enhorabuena; pero consto que es una denominación pu-
ramente extrínseca, que ni quita ni pone en la medida.
1 12. Equivalencia del agudo, grave y esdrújulo en fin de verso.— Di-
cen vulgarmente los preceptistas que el verso típico es el terminado en dic-
ción grave, y yo también diré lo mismo; no porque haya razón para prefe-
rirle al terminado en dicción aguda, sino por no alterar las denominaciones
vulgares de octosílabos, decasílabos, endecasílabos, etc.; pues si so tomara
como tipo el número de sílabas hasta el acento final inclusive (como debió
hacerse en un principio), habría que llamarlos hcptasílabos, eneasílabos,
decasílabos, etc., contando una sílaba menos.
Hecha esta indicación, que no es do gran interés, pasemos á examinar el
hecho admitido por todos, de que para el oído el verso agudo (2) consta do
una sílaba más, y el esdn'ijulo de una sílaba menos. Esto no puede negarse
que asi es; mas la razón de ello no es tan fácil de declarar.
Observemos desde luego que esto no ha lugar en la combinación de los
consonantes, puesto que en ellos se exige absoluta igualdad de número y
sonido: la dificultad está en los asonantes y disonantes, como en estos do
Solía (Dionisio), 2r>4':
Tiemblas del Ártico
Tú, que al estío
Prestas calor.
(li Ahi He lo llama on la inncripcion pu«sta al pió de ru retrato on un obra Templo müiUuiU, improba
eo W\'¿.
C¿) Uso <1p cutos nomhroB en «1 Rcnt i lo vd dicho en el nú moro procodonte.
- S5 -
Todos estos suenan como pentasílabos, y claro es que la equivalencia del
primero y segimdo se explica fácilmente por el principio ya varias veces ci-
tado: todo lo que viene detrás del acento final se computa por un tiempo.
Pero, ¿cómo explicar la equivalencia de ellos con el tercero? ¿Cómo la nada
(puesto que nada hay detrás del acento) puede reputarse por un tiempo? ¿Y
por qué eso cabe sólo en fin de verso, y no al medio?
Don Vicente Salva pretendió explicarlo asentando como principio que
en castellano no hay propiamente dicciones agudas ni esdrújulas: según él,
desden suena como desdéen, y máxima como maxmd. ¡Lástima grande que
no fuera verdad tanta belleza! Si tal doctrina fuera verdadera, mal, muy
mal hizo Garcilaso diciendo espirtu en algunos versos. He aquí uno de
ellos (9'):
El agradable espirtu respiramos.
Y Meléndez (245'):
La escuadra santa
De espirttcs, que dichosa (hept.)
Y Vegas (504) y Zamora (448): éste dijo esprüus (véase núm. 23, B).
Y Zarate (518):
Es y fué de los primeros
Nobilismos caballeros.
Y muy bien Hita (III, 566'):
Hermosísima Sultana, no te aflijas (endecas.)
YSepúlveda(X,401):
De los nobilísimos godos,
Kodrigo reinó el postrero, (octosíl.)
Estas absurdas consecuencias demuestran que es falso el principio.
Bello (pág. 409) pretende explicarlo diciendo que la sustitución de un
final por otro, es lo mismo que la sustitución del yambo por el anapesto y
del troqueo por el dáctilo y viceversa; lo que según él, han usado frecuen-
temente los poetas, aun en medio de verso (1). Pero todo esto es gratuito y
no explica la dificultad.
1.** En los tres versos citados de Solís, que son de ritmo dactilico, son
equivalentes al dáctico ártico, el troqueo tío y la sílaba tónica lor. Ahora
bien, no habiendo pies de una sola sílaba, en vano es buscar tales sustitu-
ciones de pies. La equivalencia del agudo con el esdrújulo, ó con el grave,
queda sin explicar en la teoría de Bello.
2.° En los versos destinados al canto, los poetas mezclan alguna vez
versos de nueve sílabas con las de ocho: ejemplo de Tirso, 407:
Borbónicos hacen las aguas
Cuando ven á mi bien pasar;
Cantan, brincan, bullen y corren
Entre conchas de coral.
(1) Para que el lector entienda esto, entérese prím«ro de lo que decimos más adelante, núm. 121.
- 96 -
Pero aquí, aunque otra cosa crea Bello, no hay sustitución de troqueo
por dáctilo: lo que hay es que Tirso no componía entonces ajustándose al
ritmo poético, sino al musical; y como en éste le ocurrió un giro que reque-
ría un tresillo en vez de dos corcheas, ó dos semicorcheas en vez de una
corchea, agregó una sílaba para que el ritmo musical saliera con la gracia
que él se imaginaba al componer, sacrificando la medida do los versos y el
ritmo poético.
Otro ejemplo cita Bello, como sustitución del yambo por el anapesto
(Calderón, a°, 87):
Atended, moradores de Delfos
Al sacro pregón, al público edicto
Que para el primer solsticio de Junio
Esparcen las ninfas de Apolo divino.
Tampoco aquí hay tal sustitución. El primer verso es decasílabo, de rit-
mo anapéstico; los dos siguientes son de arte mayor de ritmo anñbráquico
y con el primer hemistiquio agudo; el último es como los dos precedentes,
con el primer hemistiquio grave. La combinación del decasílabo con los
dodecasílabos no la repugna el oído.
Así, .pues, toda esa teoría de Bello se disipa entre las manos de la crítica.
Ni hay ni cabe otra explicación que la que naturalmente se ocurre á
cualquiera: que la pausa que sigue al acento final tiene la virtud de equi-
valer á un tiempo en nuestro oído. Este tiempo será más ó monos largo,
pero al fin itno solo: tiempo en el cual caben dos sílabas, sin quo el oído re-
clame: tiempo que el oído reputa por uno, aunque no suene en él ningima
letra (1). La medida del verso termina en el último acento, y todo lo quo le
siga, si algo viene detrás, es extraño á la medida: ])or consiguiente, al oído
le es igual que el verso termine en la vocal acentuada, como que detrás de
olla vayan otras sílabas ó. vocales átonas. Y ])or esta razón croo que son in-
exactas las denominaciones vulgares de pentasílabos, octosílabos, etc.; pues
los primeros debieron llamarse tetrasílabos, los otros hcptasílabos, etc.,
como los (lr>noTninaba Canimuol on su Rítmica.
113.. l'crsos en monosílabo átotio. — En nuestros i)ootas, especialmente
en los dramáticos de los siglos XVII y XVIII, se hallan versos terminados
en monosílabo átono, precisamente donde (lol)ía estar ol aconto cadonrial.
Varios centonaros do ellos podría citar, y su gran número olVoco una grave
dificultad rítmica ó prosódica; pues forzosamente hemos do admitir una do
las tres conclusiones siguientes: ].* Que esos vocablos no son ¡ítonos. 2.* Quo
no os nofosario (juo la modida del verso termino on sílaba tónica. 3.* Quo ta-
los versos son malos y antirrítraicos.
Comencemos transcribiendo algunos;
It) Ksta, on Hustancia, o» también la oxplicaci<^n ciada pnr Salí nn.q, ni TniTinso inaostro do Músioa on
Sainmaora on el sitfio XVl: /)<• Mit»ica, lib. VI, cap. II, cuyo tnstiinonio omito aqui; porquo aun tradu-
cido dol latin, re.sultn onibrollndo y difuso. Y ho do advertir iiuo ya Salina.s formaba los píos dul veno
oantellaDO nogun el acento, exaotainonte como los expongo on onta obra.
- 97 -
Calderón, 2.®, lO*
Pues daréte yo con el
Garrote.
Montalban, 602'
Yo soy criolla, y en la
Ciudad de Santo Tomó
Nacida de nobles padres.
Hoz, 205
Dígolo porque yo sé
Un amigo, que á ese garbo.
A ese filis, para lo
De Dios y su yugo santo,
Venia como pedrada
En ojo de boticario.
Fomperosa, 562"
Ven, Luisa, te enseñaré,
Si quieres, siete romances
Que escribi en un día á los
Siete pecados mortales.
Hoz, 223
Eso es razón. — Vaya á
lia salud del rey don Pedro.
Los Figueroas, 424"
Porque las señoras damas
Que se usan en estos tiempos
Sólo son tratables con
Oinoveses ó flamencos.
Rojas, 346
¿Dónde os veré? — En casa de
Serafina me esperad.
Matos, 314"
Trueca las polleras en
Un vestido de estameña.
Vegas, 512'
Un hermano engañador,
Que honra y hacienda ^por
Tan vil precio me compró.
Cañizares, 379"
Venimos, aunque nos vemos,
Yo con venturas y sin
Dichas vos.
Calderón, 4.°, 226"
Le ves y no le ves, le hablas
Y no le hablas, le oyes y
No le oyes...
Calderón, 3.», 151
Ni sé si me quiere ni
Por qué ha de quererme, sé.
Hoz, 211'
Cielos, ó forma la idea
Fantásticas sombras, ó
Salen de la casa mesma.
Rojas, 140'
Y una de dos, señor, ú
Le cascan ú no le cascan.
Alarcon, 392'
En la puente
Nos aguardan. — Yo voy, mas..,
— Volvámonos.
PadiUa (Fr. Juan), 374'
Y dale sentencia, pues
Según la ley nuestra es,
El debe cierto morir.
Ubeda, 231
Decidme si habéis llevado,
Hortelano, á mi Señor:
Decid si
Lo pusistes por aquL
Rojas, 341'
¿Vos, cómo estáis,
Don Alonso? — Desde que
No os reo, con menos gusto.
Calderón, 3.°, 65
Tanto miedo tengo que aun
Para huir valor no tengo.
Id., 587,
Si te quisieres quedar
En casa para criado
Mío, podrá ser que te
Reciba.
Sor Juana, 296
En el tribunal supremo
De su gusto quizá se
Revocará este decreto.
Calderón, 3.°, 542
Hombre es, pues sus padres le.
Pierden del templo á la puerta.
Calleja, 581'
Harto es, por Dios,
Que siendo zoquetes, los
Reciba la Compañía.
Id., 588'
Dirá como él y yo nos
Confesamos el domingo.
Zamora, 438'
Y ved, don Claudio, que os
Hablo de parte de Dios.
. Calderón, 2.", 678"
Yo sabré
Cortar un garrote que
Diga si es dragón ó no.
Alarcon, 261
¿Como está
En una posada quien
Es esposo de Leonor?
Fernández de León, 406"
Espera
Mi ira en el callejón
De San Blas luego que sean
Las dos de la tarde. — Don
Suero de Llanos.
Rojas, 125
Esta es la Carrera, andemos.
— Y mi calle, voto á San...
Fernández de León, 392
Veis en medio de que ttin
Desaliñado os tenía,
Que estábades muy galán.
Ahora bien, ¿habremos de decir que esas palabras no son átonas? ¿Debe-
remos admitir que el acento final no es esencial al ritmo del verso? Creo
que no: y aunque sea ciertamente duro ir contra tantos, y algunos tan bue-
nos poetas, mi opinión es que todos esos versos son malos y antirrítraicos.
La lectura de tales versos siempre resulta mala: porque ó so acentúa el mo-
nosílabo átono, poniendo entre él y el vocablo siguiente una cadencia que
repugna al oído y al sentido de la frase, ó se lee sin tal cadencia, y entonces
los versos se convierten en verdadera prosa. Véase cómo Iriarte (Tomás) se
burla de esta fea versificación (54'):
Muchos dicen que porque al
Verso siguiente va con
Las palabras de otro, don
Fulano pasa por mal
Versista; pero aun con ial
Error, cumple como buen
Poeta, pues poniendo en
Sus versos cabales las
Silabas, deja á otro más
Hábil colocarlas bien.
Lo mismo opina el Sr. Bello (pág. 335). Y es de notar que la sátira de
IrTarto condena además los versos terminados en monosílabo tónico, como
tal, buen, más, que naturalmente exigen íntima unión con la palabra si-
guiente, por lo cual no consienten la cadencia rítmica del verso entre ellos
y los vocablos á que naturalmente deben estar unidos. Poro estos mismos
monosílabos tónicos y otros como yo, tú, nos, sí, no, qn<^, etc., cuando no
exigen tal unión, bien pueden sor finales de verso.
-99 —
Como consecuencia de la doctrina expuesta, reprobamos los versos si-
guientes y todos los que tengan semejante corte:
Calderón, 2.°, 241"
Yo puedo rendir
Con mi buen arte y con mi
Buen ingenio y mi gallarda
Presunción, una Lisarda.
Fernández de León, 402"
Ya él enterado de tu
Sinrazón desapiadada, etc.
Moreto, 585'
¿Hay tal mono de Tolú?
— Mire, hermano Brito, su
Mordacidad le condena.
Góngora, 488'
A San Jerónimo ha
Dejado por un león.
Calderón, 3.° 360"
Pero dos pesares, ¿quién
Duda que caber pudieran
En un pecho?
Guacias á Dios que hallé un
Enamorado á mi modo.
Los Figueroas, 418"
El misterio no alcanzo
De tanto suene io. Dos
Papeles me dais cerrados,
¿Y os vais sin llevar respuesta?
Calderón, 4.°. 162
¿Qué región, qué patria, qué
Monte será el que en sus breñas
Me admita?
Id., 2.% 44'
Acción la más torpe, más
Cruel que ha contado la fama.
Id., ib., 200"
Muy hosco, muy fiero, muy
Iracundo y temerario.
Rojas. 64
Yo apostaré, Fénix, yo.
Que en toda su vida no
Ha rezado Ave Maria.
Alar con, 317
Mira que te sufre, no
Porque su inmenso poder
No te pueda deshacer.
Los siguientes ejemplos son correctos, y no pueden ni deben reprobarse:
Siéntate. — Siéntome, ^«es. Caro (D.* Ana), 130"
Aquí el pues es tónico y no va unido á otra dicción subsiguiente.
Cañizares, 621
iHolal ¿Pues cómo es su gracia?
Aquí el don está sustantivado.
Tirso, 671
No sé quitar de los dos
Los ojos. — Yo meconsumo,
¿Y holgaisos, Ramiro, vos?
— Don Calforras: y aun es don
Muy corto á mis circunstancias.
¿Qué hay de nuevo? ilngratol ¿qué?
¿Qué preguntas, cuando sabes
Que me abrasa un no sé qué
El alma, y qu í no sé cómo
Me ha hechizado un no sé quién?
I Í4. Escolio. — En el párrafo anterior hemos estudiado los versos en que
el monosílabo final ocupa el lugar del acento principal, que es la penúltima
sílaba del verso. Y aunque es verdad que eso es lo común y ordinario, to-
100 -
davía se hallan versos en que el monosílabo átono ocupa el último lugar.
Véanse algunos:
Vélez (J.), 598"
Desto voy á dar aviso
A la Rica Fembra, y de que
Hoy está mi amo libre,
Y desvergonzado siempre.
Rojas, 124'
Me hace mal al pecho lo que
A la garganta no hará.
Sor Juana, 296'
No puedo
Sufrir que esté en ella sin que
Le deis de esposo al momento
La mano.
Id., 296"
Perturbará el orden con que
El cuerpo del orbe alienta.
Cañizares, 584"
¿He de mostrar una indigna
Desconfianza á quien ha de
Vivir en mi compañía?
Estos versos y otros semejantes son aun más vituperables que los ter-
minados en un solo monosílabo.
1 15. Versos en desílabo átono comptiesto. — Son estos aunque^ porque y
sino conjunciones. Todos los versos terminados en estos vocablos son tan
malos y antirrítmicos como los precedentes. Y debo advertir que casi siem-
pre los poetas colocan la última sílaba de esas palabras en la cadencia. No
obstante, se hallan ejemplos en que la cadencia está en la primera sílaba ó
el primer elemento.
Zabaleta, 522
Pues de aquese modo, aunque
De aquesta Deidad se llenen
Las tres Personas que he dicho.
Quedan un Dioa solamente.
Calderón, 3.°, 184'
Tu amor, Matilde, y tu fe
No ha lugar. — ¿Por qüél— Porque
Le quiero yo para mi.
Id., Ib., 145
Esto es fuerza. — No es sino
Bajeza. — Es desdicha fuerte."
Moratin (N.), 126'
Pues don Pedro, los nobles y leales
No faltan nunca á su palabra^ ni aunque
Importara mil vidas.
Candamo, 377"
Pero aquí forzoso es
Hablar con alguno, porque
Reparo pueden hacer.
Advierto, finalmente, que no es raro hallar impreso en la Colección aun-
que, porqué^ con acento ortográfico; lo cual tengo por un error ó un dispa-
rato. Esas conjuncioHes son átonas tanto en verso como en prosa.
1 1 6. Versos en dcsüaho átono simple.
Verdugo, 126
Desde el desierto, y aun desde
Aquella encendida zarza, etc..
Calderón, 4.'^, 349"
Pues cuando no hubiera contra
Su sofístico concepto
Más que haber desconfiado, etc.,
Id., 3.", 35"
|0h si pudiesen mis ansias
Dar término, cielos, enírc
Mi deseo y mi venganza!
- 101 -
De lo contrario, no presumas ceda
A esfuerzo de hombre ni á poder de ac«ro.
Castellanos, 272
Seguir á los antiguos hombres, cuyo
Parecer servirá de buen maestro.
Calderón, 3 .«, 614
Con más causa lo resisto
Que imagináis. — ¿Cómo?-
A Serafina habréis visto,
De quien dicen, etc.
■Como
Virués, 520'
Van á la celda á entretenerse hasta
Que se llega la hora de la cena.
Matos, 272
Quisiera
No tener oídos para
No escuchar tantas bajezas.
Calderón, 4.°, 104'
Ya á la corte
No he de retirarme hasta
Que á ella victoriosa torne
De Persina, que según
Me avisan, ya marcha sobre
Los campos del Catadupe.
Id., ib., 25'
Concedo la menor. — Luego
Preciso es que me concedas
Que no hay tan perfecto objeto,
Que todo un amor merezca.
Moratin (L.), 386
Por eso ensartas
Tanto disparate. — Pero
Yo te concedo de gracia
Que es un señor.
Maury, 182'
Con tu mano se irá dócil; empero
Si difícil es juzgar de la corrección de los versos terminados en monosí-
labo átono, aun más lo es formar juicio en la presente cuestión. Yo creo,
pues debo decir francamente lo que siento, que aunque es general y común
en todos los poetas el uso de esas dicciones en fin de verso, tal uso es re-
prensible é incorrecto. La primera razón es que tales vocablos son átonos,
pues así suenan en todo oído castellano bien educado, y así deben serlo se-
gún veremos en el libro siguiente. Ahora bien, siendo átonas estas palabras,
por fuerza ha de faltar el acento final en el verso; y esto lo considero anti-
rrítmico y prosaico. Para el verso es esencial el corte ó cadencia rítmica
que es la que determina la medida del verso; y es cosa bien clara que los
versos sin acento final, aunque materialmente consten de un número deter-
minado de silabas, formalmente les falta el limite ó medida, y por tanto ta-
les versos son formalmente prosa pura: pues la división del lenguaje liga-
do debe ser sensible agradablemente al oído, y no basta la división mate-
rial en el papel. Esto siento, esto digo, y caiga quien cayere.
Finalmente, haré notar que las preposiciones disílabas, contra, entre, et-
cétera, nunca pueden ser tónicas, mientras sean preposiciones; luego es tó-
Meléndez, 114'
Pues pica lo primero
Su seno reverente,
Bien como el ara donde
Los cultos se le ofrecen.
Moratin (N.), 30'
Si es licito decirlo, como atando
Al prado baja la divina Luisa.
Vegas, 498'
Porque es muy culpable y feo
Allí cualquier yerro, tanto
En las ceremonias, cuanto
En la limpieza y aseo.
Rojas, 195
¡Jesús, qué hombre! — La gran doña
Serafina es la que veis.
- ia2 -
nico siendo adverbio de tiempo; pero es tónico siendo nombre; cuyo, cómo,
dónde, cuándo, cuánto, son voces tónicas cuando dejando de ser relativas,
son interrogativas (1). Hermoso ejemplo de versos en cuyo tónico tenemos
en aquella conocida redondilla de Alcázar, 414:
Esclavo soy, pero cúyo^
Eso no lo diré yo;
Pues cuyo soy, ine mandó
Que no diga que soy suyo.
La doctrina que acabo de exponer está confirmada también por la auto-
ridad del Sr. Bello, pág. 281: «Para el ritmo, dice, son insuficientes los acen-
tos de todas las preposiciones que tienen alguno, como contra, para\ los de
los demostrativos este, ese, aquel, cuando preceden inmediatamente á un
noml>re, formando frase sustantiva con él; los artículos indefinidos; los ad-
verbios monosílabos que inmediatamente preceden á la palabra ó frase que
modifican; v. gr,, bien alojado, mal vestido, más tarde, muy temprano, tan
á deshoras, etc.» Sólo tongo que advertir que es falso eso de que las prepo-
siciones contra y para tengan acento; le tienen cuando se pronuncian solas,
pero carecen de él unidas á un nombre ó verbo. Además, los demostrativos
este, ese, aquel y otras palabras tónicas están mal en fin de verso, no por-
que su acento sea débil, sino porque aunque fuerte, es rápido, y no consien-
te pausa entre él y la palabra siguiente, á la cual debe ir siempre adherido.
Lo que aquí se advierto acerca de la cadencia ó pausa del verso, es_ tam-
bién aplicable á la pausa de hemistiquio. No debe ningún hemistiquio ter-
minar en vocablo átono, ni en otro que exija tal unión con el siguiente, que
oscurezca ó destruya la pausa natural que el oído exige entre los dos he-
mistiquios. Una sola diferencia existo; y os que entre hemistiquios se per-
mito la sinalefa, soguu diromos más adelante.
1 17. Versos dactilicos. — Hemos visto ya que el verso dactilico debe te-
ner una sílaba más que el grave, y que los vocablos terminados en dos vo-
cales átonas no son esdrújulos, sino graves; lo cual comprobaremos mejor
en el libro cuarto. Ahora quiero hacer una observación, reprendiendo á Da-
mián de Vegas, ol cual hace versos esdrújulos con pahibras que no lo son;
véase (i)ág. 50.)).
Ya sin propósito
Inquirir do los otros; mas cmp. ro, .si
Es liumana pasión, c<>mpado7xámonos.
...Dejáronme
En poder do un tutor, nial liouihro f/in sr lo
Levanto, porcjue es voz y l'am.i iiúl)Iir;i).
...Los piadosos ánimos
Y madurds ingenios como (ewtñndo que
Során los luáh de los quo están oyúndomo).
Id., 518
Culjriréto y«> el cuoUo y manos (lenas dos
IMeles (le Ion rain itos.
Esta ridicula vorsilicacion (iactílica («luo no lo es), no ha sidojanuis imi-
tada por los ])OPlas suhsiguiontns.
(1) No CllIt.Hri'i II liüt.iii !■ i I) iii- Mi> )iil ini)cii (jo i| !](' «li rmo g ii>> I ;ii> ijii i icii i.is son rr/<iíii i.«: pu
en olVcto. V<^ft«ool núm. Iftó.
— 103 —
1 18. Versos en enclíticas.— G^vayq es la dificultad que ofrece este pun-
to, aunque es más bien dificultad prosódica que rítmica. Todo el punto de
ella consiste en determinar si los verbos llanos con sufijo pronominal son
palabras esdrújulas ó agudas; pero siendo esta cuestión puramente prosódi-
ca, la dejamos para el lugar correspondiente en el libro tercero (núm. 197).
1 19. Versos en dicción cortada. — Hállanse en nuestros poetas algunos
versos terminados en palabras truncadas, con el final de ellas al principio
del verso siguiente. Tres casos pueden ocurrir: 1.° Que la palabra truncada
sea un adverbio en mente. 2.° Que sea una palabra compuesta de preposi-
ción y nombre, ó de verbo y nombre. 3.° Que sea una palabra simple.
Primer caso: Estos versos son correctos rítmicamente, por cuanto los
adverbios en mente son ditónicos, y por consiguiente, al verso no le falta su
acento final. Ejemplos:
Fr. Luis, 3'
Y mientras miserable-
Mente se están los otros abrasando.
Moratin (N.), 26'
Pero si sorda estás ¿cómo afrentosa-
Mente te nombro aun para abominarte?
'Pueden verse otros en Medrano, 358; Jovellanos, 29', 38', 39, bis.
Lógicamente son censurables y malos estos versos porque la unión ínti-
ma de los dos elementos de tales adverbios, destruye la pausa ó cadencia
métrica del verso.
Segundo caso. En las palabras compuestas, exceptuando los verbos con
sufijo, el acento único que tienen se halla siempre en el segundo elemento:
por tanto, todos los versos cortados por el primer elemento de un vocablo
compuesto son antirrítmicos, porque les falta el acento final. Ejemplos:
Id., ib., 426"
Calderón, 3.°, 368'
Soy un cate-
cúmeno muy diligente.
Dígame si el guarda-
Infante de yerba
Trae que demos á la
Primera que venga.
El tercer verso, además de la sinéresis de trae, termina en dos átonas
como si fuera verso llano. ¡Qué versos!
Id., 4.°, 360
Supiera que es un derriba-
Príncipes, y no le hubiera ,
Servido.
Cuando la palabra cortada es un verbo con sufijo, aunque el verso tiene
«u acento final, es muy reprerisible tal división de elementos, que siempre
pronunciamos unidos; véase este ejemplo de Fr. Luis, 35:
Que sobre seca rama
Xo quiere bacer asiento ni manida
Aquel malo, y desama-
Te ya, porque la boca denegrida
Y las canas te afean,
Que en la nevada cumbre ya blanquean.
- 104 -
Otras palabras hay compuestas de des átonas, v. gx-, aunque y porque; j
en división es tan fea y antim'tmica como las anteriores y aun más.
Tercer caso. Es una ridiculez en que varias veces incurre Calderón.
Cald., 2.0, 373"
¿Qué crtado ves tratar
De cosa que no sea mar-
Tiriaar á su señor?
Id., ib., 568"
Y hasta ver el de estos chis-
Mes que andan en esta casa,
Sobre si es Félix ó L¡-
Sardo este hombre que queremos^
Pendiente el alma de un hi-
Lo está á las iras do un tras,
Puesta la vida en un tris.
Id., 3.°, 501
Y es que pues vino aquí á espul-
Garse este hombre, y vio á las dos,
Le demos ahora una zurr;
Pues muerto él, las dos se quedan
Seguras de no ser pu-
Ercas... Pero tente, lengua,
Que en lo infiel eres Dragut.
Id., ib., 608"
Y la otra mitad á cuenta
De la primera desca-
Labradura que se ofrezca.
Tal es la fea cadencia rítmica que usa el poeta impecable, según el señor
Hartzenbusch.
Y con esto creo haber dicho todo lo que sé acerca del corte del verso.
Id., 4.°, 61
Mandóme don César que
Buscase á don Félix, por-
Que quiere hablarle, y aunque
Me ha costado mucho tor-
Mento, á don Félix no hallé.
CAPITULO V
Del ritmo en el acento.
120. El ritmo en la cadencia, os decir, en el acento final, es lo que pro-
piamente determina la medida ó número de sílabas do cada verso; y por
esto correspondo propiamente al capítulo anterior la clasificación de los ver-
sos según su medida. Pero como había mucho que decir acerca del acento
final, y como por otra parte hay en los versos otro ritmo, á veces esencial)
entre sus acentos, dejamos para este capítulo el estudio de las diferentes es-
pecies de .verso castellano, y de su estructura interna.
121. El verso castellano, sobre todo si es largo, tiene una tendencia mar^
cadísima á la ordonada colocación de sus acentos cada dos ó cada tres síla-
bas: dos acentos juntos suenan mal (1). Esta distribución ordonada de los
acentos es lo que llamamos ritmo en el acento, y para explicarlo como es
justo, no hay ni pundo haber otro medio que acudir á lo que llamamos />/>5
del verso. Antiguamente llamaban pie á cada verso: en esta obra,/)/V signi-
nca cada una de las partos simétricas en que los acentos dividen el verso.
Según esto, el ritmo uniforme oniro los acentos do un verso puodo f^or bina-
rio o ternario, segim que los pies en que puedo dividirse consten de dos ó
(1) «Lm allabaü Iarfra8(e8 decir, Uu actnluadat) et mejor que vayan ontrepuestas, que no arreo (B«n-
fifo, odio, denae, p¿g. 16). / j H / f tH
- 105 -
tres sílabas; ó lo que es igual, según que los acentos ocurran cada dos 6 tres
sílabas.
En conformidad con esto mismo, en castellano sólo consideramos anco
especies de pies, á saber:
Tj. . íTrog^eo (acento en la 1.*), como ^áafo.
(Yambo (acento en la 2.*), como pastor.
/Dáctilo (acento en la 1.*), como sílaba.
TernaTios ....'Anfíbraco (acento en la 2.*), como ^as/dr«».
{Anapesto (acento en la 3.*), como pastoril.
Trocaico:
Yámbico:
Así, pues, el ritmo será trocaico, yámbico, dactilico, anfibráqutco, ó ana-
péstico, según el verso se componga de troqueos, yambos, dáctilos, etc.
Ejemplos:
Yó me entrego al dulce sueño. (Alcázar 406)
Acude, acorre vuela,
Traspasa el alta sierra, ocupa el llano (Fr. Luis, 6)
Dactilico: Hinchen los aires de dulce armonía (Garcilaso, 7)
Anfhráquico: Y luego el estrépito crece (Espronceda)
Anapéstico: A las armas valientes Astúres (Jovellanos, 21')
122. Escolios:
1.° El ritmo trocaico no cabe más que en los versos de 6, 8 y 10 sílabas,
el yámbico, en los de 5, 7, 9 y 11;
el dactilico, en los de 5, 8 y 11;
el anfibráquico, en los de 6 y 9;
el anapéstico, en los de 7 y 10.
2.^ La abundancia de palabras átonas y la longitud ó crecido número
de sílabas de otras, hacen difícil la observancia exacta del ritmo uniforme;
especialmente del trocaico y yámbico. Por esto, en muchos versos falta uno
ó más acentos; y esta falta, si no es de algún acento esencial, no destruye el
ritmo del verso. Ejemplo:
Cantemos al Señor, que en la llanura
Venció del ancho mar al Trace fiero. (Herrera. 306)
En el primer verso faltan dos acentos rítmicos, y sin embargo, compa-
rándole con el segundo, que los tiene todos, se advierte que es perfecta-
mente rítmico. Notaremos también, aunque esto no es de gran importancia,
que los pies binarios, que se quedan sin acento, se convierten en pirriquios
(pies compuestos de dos sílabas átonas); y los de tres, en tríbracos (pies
compuestos de tres sílabas átonas).
3." Dividimos, pues, los acentos: en rítmicos, que son los que ocupan su
debido lugar, según el ritmo; y antirrítmicos, los que ocupan otro lugar
distinto del que el ritmo exige.
Los rítmicos son esenciales ó accidentales: sin los esenciales, no hay
verso: los accidentales pueden faltar, sin que el ritmo se destruya; pero rara
vez sufre el oído cinco sílabas átonas seguidas.
- 106 -
La misma división podemos hacer de los acentos antirrítmicos: los hay
que destruyen el ritmo, y son esencialmente antirrítmicos; y los hay que
sólo le debilitan, y podemos llamarlos antirrítmicos accidentales.
4.° Debe notarse, según lo dicho en el núm. 112, que el último pie de un
verso puede quedar falto ó redundar, sin que la medida se altere.
5.° El arte puede variar el ritmo, á veces con notable gracia. Ritmo ar-
tístico ó variado es el que se compone de dos ó tres especies de pies. Pero,
en general, debe notarse que, cualquiera que sea el ritmo que el poeta es-
coja, al oído le es grato sentir la uniformidad ó repetición de un mismo rit-
mo. Debe también procurarse no poner juntos dos acentos igualmente prin-
cipales (si uno es menos principal, la sílaba se hace subtónica, la cual, para
el ritmo, debe considerarse como átona); por tanto, no deberán seguir el
troqueo ni el dáctilo al yambo ó al anapesto.
6.° Los versos que so destinan al canto, deben tener todos el mismo rit-
mo. El ritmo musical es algo más estrecho que el poético, y pide más uni-
formidad en los giros que forman los miembros ó incisos de la frase musi-
cal: sin embargo, bien puede cambiarse el ritmo de frase á frase, y mucho
más de período á período.
123. Ritmo en los versos cortos. — Tales son los de 5 á 8 sílabas. La
práctica constante de nuestros poetas ha sido prescindir del ritmo en ellos;
sin embargo, el ritmo natui-al y más agradable de estos versos, es el
siguiente:
A. En los de cinco sílabas = pentasílabos:
El yámbico: O el dactilico:
(Moratin N., 4')
Aplauso eterno
Haré que os siga,
Y en otros siglos
Daréis envidia.
(Id., ib.)
Cómo desvian
Cómo sujetan
Cómo acarician.
B. En los de seis sílabas = exasílabos:
El trocaico: O el anfibráquico:
(Góngora, 5;}0)
Dales ún botin,
Dos octavas rimas,
Irés sortijas n/^gras.
Cuatro clavellinas.
(Id., 529')
Iremos á misa,
Veremos la iglesia,
Dnrános un cn-drlo
Mi tía la ollera.
C. En los de siete sílabas = hoptasílabos:
El yámbico ó el anapéstico; j)ero el choíiuo do uno con otro es algo vio-
lento. Véanse on este ejemplo do Molóndez, 1<>:
1. Si más gozosa vida
2. Me diera á tní el dinero
3. O con v.\ las virtudes
4. Encerrara on mi pecho,
Uuscáralo |áyl entonces
Con hidrópico anhelo;
IVro si ésto no puede,
Tara nada lo quiero.
- 107 -
Los versos 1, 2 j'" 5 son yámbicos; los otros anapésticos. El ritmo yámbi-
co es más grato en el heptasílabo.
D. En los de ocho sílabas = octosílabos, ó versos de aete eeal:
El trocaico ó el dactilico: el choque de ambos es algo duro.
(Anón, X, 78) (Id., Ib.)
Brama, bufa, escarba, huele, Vista enojosa y soberbia.
Anda ah-ededór, patea. Vuelve á aguardarle Zuléma.
124. Ritmo en los versos de nueve y dies sílabas.
A. El ritmo natural del eneasílabo es el anñbráquico, como en este
ejemplo de Espronceda:
Y luego el estrépito crece
Confuso y cambiado en un son,
Que ronco en las bóvedas hondas
Tronando furioso zumbó.
El ritmo uniforme yámbico de estos versos es áspero y difícil:
En este valle de miserias,
Cercado de dolor y angustias.
Suspira á ti, gran Dios, mi pecho.
Que sólo en ti podrá gozar.
El ritmo artístico ó variado se compone de un dáctilo y tres troqueos,
en esta forma:
/ Dulce vecino de la selva,
^ .,,,,,.. . i Huésped eterno del Abril,
1.*, el dáctilo al prmcipio... . . . . / ~,„ , , , ,.
' f r X Céfiro blando, ven ligero,
\ Templa el ardor de este infeliz.
! Salve, oh luz que mi vista alegras;
Tú iluminas la oscura cárcel,
Cárcel fiera que merecí (1).
Suprimiendo el primer acento, lo cual hace más fácil la versificación, re-
sulta esta forma compuesta de dos anapestos y un anfíbraco:
Acudid, acudid, valientes,
A las armas, que ya el clarin
Eesonando por la comarca.
Os convida á gloriosa lid.
Todas estas formas artísticas son de buen efecto, con tai que todos los
versos guarden el mismo ritmo. El dáctilo en el tercer lugar hace al verso
duro y poco aceptable: véanse estos dos de Tirso, ya citados:
Borbollicos hacen las aguas...
Saltan, brincan, bullen y corren.
Nota. Los de seis sílaba?i, más los de siete, y aun más los de ocho, pueden artística-
mente componerse con otro ritmo. Nuestros poetas los mezclan segmi mejor les place; pero
téngase entendido lo que dejamos dicho en el número precedente, 5.°
(1) Dispense el lector lo chabacano de estos ejemplos, que son míos. No hallándolos á propósito
en ninguna parte, he tenido forzosamente que hacerlos, aunque ni soy ni presumo ser poeta.
- 103 -
B. En los versos decasílabos, el mejor ritmo es el anapéstico, como en
el himno citado de Jovellanos, y en este otro de Somoza, 475':
Condenóle á vivir la fortuna
Entre guerras civiles y bandos;
Cual de Alcides los monstruos nefandos,
Los rencores cercaron su cuna.
El ritmo uniforme trocaico exige en estos versos un acento en la 5.*, y se
reduce al endecasílabo, suprimida la primera sílaba: v. gr..
Dales un botín de color rosa,
Dos octavas rimas de jalea,
Tres sortijas negras de azabache,
Cuatro clavellinas de oro y perlas.
Artísticamente puede variarse el ritmo, de los modos siguientes:
a) 2 dáctilos. 1 anapesto. . . í ^^^^^^°' ^^^*^^° ^ ^^kv^bU,
( Un decasílabo formarán.
lí o - *,-u 1 i ( Alerta, soldados vigilantes,
bj 2 anñbracos, 1 anapesto. ] ^ ' e i
( Que avanza feroz el enemig».
-» AJL ii t/v j. ( Dáctilo V anfíbraco componen
cj dáctilo, anfíbraco v anapesto.... 1 ,. "
f >er80, si los sigue el anapesto.
j. .,, j, ,., n j. I Adiós, anfíbracos de mi vida,
dj anfíbraco, dáctjlo y 2 troqueos. \ ' '
( Pasadlo bien, que me cansa el verso.
En el primer troqueo puede suprimirse el acento, convirtiendo los dos
troqueos en anapesto, como en el primero de estos versos.
Cada ritmo de estos es bueno de por sí, pero no mezclado con otro: y ad-
viértase que los eneasílabos y decasílabos apenas sufren un acento an-
tirrítmico.
125. Ritmo en d verso endecasílabo simple.— Ijo?. preceptistas son ge-
neralmente estrechos tratando de esta especie de versos, y tienen por malos
todos los que no tienen acento en la 6.*, ó en la 4.* y 8.* simultnnoamohte.
No estoy conformo con eso, y voy á exponer mi teoría fundándola en la eu-
fonía y en Ja práctica de los poetas.
El ritmo natural y ordinario del endecasílabo os el yámbico, el cual pido
que dominen los acentos de las sílabas paros. Según esto obscivaremos:
1.° El acento en la 1.* ó 3.*, desvirtúan tan poco el ritmo yámbico, que
basta el acento subsiguiente do la 4.* ó la f).* para restablecerle.
2." El aconto de la 5.* os muy antirrítmico, y s do puedo destruirse su
mal efecto, por el acento siguiente de la fi.*
3.° Más antirrítmico os todavía el aconto do la 7.*; y para quo sea to-
lerable es necesario contrarrestarle con el do la 6.* ó la 8.* El acento de la
9.* está siempre oscurecido por el acento final.
109 -
Ejemplos:
1. A la tranquilidad tiranizada
6
2. Con las vigilias del desasosiego
4
3. Ni de las peregrinaciones rota
8
4. Mas todo se convertirá en abrojos
a 8
6. De los campos y mares se apodera
3 6
6. Céfiro, tu ministro á su albedrío
14 6 8
(ArgensoJa, B. 291)
(Acevedo, 249)
(Góngora, 444)
(Garcilaso, 23)
(Argensola B., 291)
En los umbrales
7. De África la vio Eneas transformada
1 6 6
8. Confiada dilata, otra se inclina
3 6 7
9. Va haciendo bien anchos los lugares
1 3 5 6
10. Prosigamos en las galanterías
3
11. Esperé yo más virtuoso oñcio
3 4 5 8
12. Mas cuando se cae la flor al suelo
5 8
13. Si quebrantas el inviolable fuero
3 8
14. También maldigo el lugar donde voy
2 4 7
15. Al fin yaces, |oh del valor latino
2 3 5
Ultima glorial
16. Al silencio con que tiene cerrada
3 7
(Id., 291')
(Id., ib.)
(Castellanos, 209)
(Moreto, 13")
(Alarcon, 225)
(Quevedo, 253)
(Arquijo, 399') '
(Mendoza, 66)
(Herrera F., 325)
(Calderón, 3.°, 91)
Ahora bien: los versos 1; 2, 3, 4 son debidamente yámbicos, puesto que
todos sus acentos ocupan lugar par: el ritmo del 3 es algo defectuoso por
tener siete sílabas átonas seguidas. Y conste que como el 2, esto es, con el
solo acento de la 4.*, sin el de la 8.* hay muchos versos en nuestros poetas.
Los versos 5, 6, 7, 8 y 9 son correctos, puesto que los acentos antirrítmi-
cos están oscurecidos por el de la G.**, que rítmicamente es más decisivo.
El 10 es malo, porque el acento único de la 3.* le hace antirrítmico.
El 11 le tengo también por malo: el acento de la 5.*, no contrarrestado
por el de la 6.*, produce muy mal efecto, á pesar de los acentos de la 4.* y 8.*
Con mayor razón es antirrítmico el verso 12.
El 13 y el 14 son también incorrectos, por prevalecer en ellos los acentos
antirrítmicos de la 3.* y la 7.*
- lio -
El 15 tiene dos acentos antirrítmicos, no oscurecidos por el de la 6.* que
allí era necesario.
El 16 es totalmente disparatado, pues no tiene más acentos que dos an-
tirrítmicos.
Para mayor declaración de esto, notemos la siguiente octava de Caste-
llanos, 209':
1. Quemadas casas mucuras y tures
2. Atravesaron por aquella vía
3. Rompiendo con machetes y segixres
4. La montaña que se les ofrecía;
6. Llegaron, pues, á tierra de Bubures
6. Donde Francisco Martin residía,
7. El cual de parte de indios comarcanos
8. Tuvo noticia cierta do cristianos.
Los mejores versos son el 5 y el 7: luego el 3 y el 2. En todos éstos los
acentos son rítmicos. Detrás de éstos va el 8, que tiene un acento antirrít-
mico. Los versos 1, 4 y 6 son malos según lo dicho. El 6 tiene ritmo dactili-
co, y como tal es bueno; pero, la combinación de los dactilicos con los yám-
bicos la tengo por antirrítmica y mal sonante. Consúltese Garcilaso, 7,
8 y 10.
En la doctrina que acabo de exponer bien caben algunos versos reproba-
dos por el Sr. Bello (págs. 322-324); y no se cuenta para nada la que él lla-
ma se guyida forma del endecasílabo (acentos rítmicos en la 4.* y 8.*); ni se
hace caso de la cesura^ que para nada sirve en castellano; ni consideramos
compuesto ningún endecasílabo yámbico, como en realidad no le ha consi-
derado ningún poeta.
El endecasílabo, segim lo dicho, puede también tener ritmo dactilico
como en el verso antes citado de Garcilaso; pero es mucho menos suave que
el yámbico: tan inflexible, que. apenas si permito en el primer pie algún
acento antirrítmico; y tan raro en nuestros poetas, que aparto do algún ver-
so suelto, no recuerdo haber hallado composición algima en esto metro
sino la fábula LVI de Iriarte (18):
Cierta criada la casa barría, etc. ,
126. l^asoH del fiietro en d verso. — Aunque esto correspondo más bien
al capítulo anterior, lo trataremos aquí porque ahora se entenderá mejor lo
que diremos. La cuestión es, por qué un verso lia do tenor tantos pies y no
más ó menos; y voy á decir lo que yo entiendo.
Comienzo transcribiendo el siguiente pasaje de San Agustín: «Ne lon-
gius podnni rnrsns provolvorotur, qnnm njus judicium possot snstinoro, mo-
dum statuit undo rovortorotur, et ab oo ipso vcrsutji voravit. C^uod autem
non osset certo fino raoderatum, sed tamon rationabilitor ordinatis pedibus
currerot, rJiytJinii nomino notavit; qui latino nihil nliud qiinin nniiiirus dici
potest.» (Do Online, lib. 2.'\ núin. 40). «Para quo la sorio do los pies no so ex-
tendiera más de lo quo ni juicio pudiese aguantar, puso (se entiendo la ra-
- 111 —
son humanaj ley para volver á comenzar otra serie (cortando la preceden-
te); y por eso llamó verso á cada serie de pies. Y como esta ley no señalaba
un límite fijo y determinado, sino más bien una serie ó número razonable
de pies ordenados, la llamó riUuo, el cual en latin significa lo mismo que
mímero.y>
Muchas cosas hay en estas pocas palabras: 1.* Que verso es lo mismo que
vuelta ó retroceso para comenzar otra serie de pies, lo cual coincide con lo
que dijimos al principio de este libro. 2.* Que esta vuelta está sujeta á una
ley, fundada en la capacidad de lo que el Santo llamayw/V/o. 3.*^ Que esta ley
no determina en todos los casos un mismo número fijo de sílabas ó pies,
sino que puede haber versos de distinta medida. 4.* Que esta ley se llama
ritmo, el cual es formalmente una serie ordenada y razonable de pies; ó lo
que es igual, un número razonable de pies ordenados. Dice razonable^ por-
que si la serie ó número es demasiado larga, el oído pierde la sensación del
ritmo, que es lo que San Agustin quiere decir con aqueUas palabras /o«-
gius quam ejus judíciuní possct sustinere. J^íq.q pies ordeíiados, porque sin
orden no hay ritmo ni belleza eufónica ó musical, que es de la que aquí se
trata.' Como consecuencia de esto, diremos que el lenguaje ligado es el len-
guaje sujeto á ritmo. Y antes de pasar adelante, voy á resolver una grave
dificultad. Si verso es una serie de pies sujetos á ritmo, dedúcese que los
versos cortos castellanos, que (como hemos dicho) no tienen ritmo esencial,
no son versos. Respondo: que en efecto, los versos cortos considerados en
sí mismos aisladamente, no son esencialmente versos, porque no les es esen-
cial ningún ritmo; pero como esos versos cortos van combinados entre sí ó
con otros de distinta medida, en esa combinación hay siempre orden y nú-
mero, y por tanto son versos en cuanto son series de sílabas sujetas á núme-
ro, aunque no á orden entre las mismas sílabas. Pongamos un ejemplo.
Este verso de Trillo (70') : Miedo guarda viña, de seis sílabas , tiene rit-
mo, porque tiene orden entre sus acentos; pero este orden no es esencial al
verso de seis sílabas, porque también es verso el que sigue: Que no viña-
dor, el cual no tiene orden entre sus acentos. Mas en la combinación de los
dos versos ya el oído percibe la igualdad del número de sílabas, y por tanto
ya hay algún ritmo, aunque externo al verso. Así, pues, los versos cortos,
que per se no exigen ritmo interno, no son per se versos; sino relativamen-
te, ó considerados con relación á los que preceden ó siguen. La misma doc-
trina enseña Bello (pág. 278).
De paso notaremos también la diferencia entre ritmo y verso, los cuales
son entre sí como el abstracto y el concreto. El lenguaje con ritmo, es ver-
so: el ritmo solo (el abstracto) es la forma que da ser al verso. El verso es
el lenguaje con orden: el ritmo es el mismo orden puesto en el lenguaje.
Volviendo ahora al propósito, preguntamos qué número de sílabas debe
ó puede tener el verso castellano, para que se acomode á la capacidad del
oído. Y respondo que un verso simple no puede tener más de once sílabas,
porque el oído pierde la sensación del ritmo, si las sílabas exceden á ese nú-
mero. Y lo pruebo: el oído no aguanta versos de doce y catorce sílabas, si
- 112 -
no van divididos en hemistiquios, los cuales son otros tantos versos. Así,
pues, que un verso puede tener de cinco á once sílabas, nadie lo niega: pero
¿bastarán cuatro ó tres sílabas para formar verso?
Para resolver con algim fundamento sólido esta cuestión, necesitamos
exponer antes la teoría y la práctica de los versos compuestos.
127. Ritmo en los versos compuestos.— Ijos dos hemistiquios iguales ó
desiguales en que puede dividirse un verso compuesto, necesitan sujetarse
á ciertas condiciones, para que pueda decirse que son un solo verso com-
puesto, y no dos versos simples.
«La unidad del verso, escribe el Sr. Bello (pág. 305), no depende de es-
cribirse en una línea separada, ni de la colocación de las rimas, que pueden
ponerse no sólo en los finales, sino en medio del verso, (v. núm. 87). Depen-
de de haber entre verso y verso una pausa tal, que sea allí permitido el hia-
to, inadmisible la sinalefa, ó indiferente para el ritmo el acento ñnal agudo,
grave ó esdrújulo.»
Eso de permitido es una inexactitud en que incurrió el Sr. Bello. Las
condiciones que necesita un verso para que no deba unirse con el siguiente,
son dos:
1.* Que sea inadmisible la sinalefa entre los dos, y natural y necesario
el hiato.
2.* • Que el segundo verso no pueda considerarse como compensación
del primero; esto es, que el primer verso quede completo , cualquiera que
sea su final; ó lo que es igual, que ni quede falto por terminar en voz agu-
da, ni redunde por terminar en esdrújulo.
Según esto, que nadie puede razonablemente negar, digo que dondequie-
ra que hallemos entre dos versos admisible la sinalefa ó la compensación,
dichos versos no son versos completos, sino hemistiquios de un verso com-
puesto. Mas conviene advertir cuidadosamente:
1." Que aunque entre dos hemistiquios puede haber sinalefa ó hiato,
muchas veces el número de sílabas que debe tener el verso es quien deter-
mina lo uno ó lo otro. En este verso de Moratin L., (608):
También con olla | iba un pastor
debe haber liíato, porque el verso es decasílabo.
2.° "Que entre los poetas antiguos es cosa frecuente la compensación," se-
gún veremos: hoy tenemos esa compensación por antirrítmica y cacofónica,
á lo menos entre hemistiquios casi iguales.
S.** Que auní^ue el primor hemistiquio do un vorso compuesto sea verso
perfecto en sí mismo; sin embargo, para que al leer se guarde la unidad del
vorso compuesto, es necesario que la pausa que so haga en ol primer hemis-
titjuio, soa menor que la que so hace en fin do vorso completo, ó del se-
gundo hemistiquio.
Esto supuesto, oxamiiiomos los versos comjiuostos que tenemos en cas-
tellano.
A. Decasílabo compuesto.— Y éaso la receta de D. Juan Nicasio Galle-
- 113 -
go, en que se burla de Hermosilla por haber atribuido á Moratin (Leandro),
la invención de este verso. Realmente creyó Moratin haber aumentado con
nueva cuerda la patria lira.
Toma dos versos | de cinco sílabas,
De aquellos mismos | que el buen Iriarte
Hizo en su fábula | lagartijera.
Forma de entrambos | un solo verso,
Y esto repítelo | según te plazca.
Mezcla si quieres, | que es fácil cosa
Algún esdrújulo | de cuando en cuando:
Con esto solo, | sin más fatiga,
Harás á cientos | versos magníficos,
Como estos míos | que estás leyendo, etc. (LXVII, 435).
Bien pudiera ser agudo el primer hemistiquio, ó haber sinalefa ó hiato
entre ambos, aunque no puedo presentar ejemplo de ello. Los hemistiquios
pueden ser de ritmo yámbico ó dactilico, sin que el oído reclame.
B. Endecasílabo compuesto=sáfico. —El verso sáfico (de Safo, poetisa
griega) es esencialmente artístico ; y para que haga la música natural que
tiene el sáfico griego y latino, debe constar de un pentasílabo grave y dac-
tilico, mejor que yámbico; y de un exasílabo formado de dáctilo ó anapes-
to y anfíbraco, mejor que de ritmo trocaico.
Cada tres sáneos suelen ir seguidos de un adónico (1), el cual es un pen-
tasílabo dactilico y grave: si no es dactilico, suena mal á nuestro oído, aun-
que no faltan adonices latinos que no suenan á pentasílabos dactilicos;
verbi-gracia, Fabrtciumque y Cum I are fundus de Horacio. Ejemplo de Vi-
llegas E., 563:
1. Dulce vecino | de la verde selva,
2. Huésped eterno | del abril florido,
3. Vital aliento | de la madre Venus
4. Céfiro blando.
5. Ven, que abismado | el ánimo fallece (Meléndez, 191 ").
0. Dame tocar | al más humilde puerto (Id. 192).
7. Manoseaste (Forner, 299').
8. Baten festivas. (Arjona M., 511').
El pentasílabo de los versos 1, 2 y 5 es dactilico; el del 3 yámbico.
El exasílabo del 5 se compone de dáctilo y anfíbraco; el de los tres pri-
meros, de anapesto y anfíbraco.
En el 5 hay sinalefa: el 6 es malo, por la compensación del pentasílabo
agudo por el heptasilabo.
El 4 es adónico perfecto: el 7 es poco aceptable por carecer del acento
en la primera sílaba: el 8 es pesado por las sílabas largas que contiene.
Porque tratándose de dáctilos, y más en estos versos sáficos y adónicos,
(1) La etimología de este nombre es iaciarta , si bien todos le derivan de Adonis. Puede verse esto
en Salinas (De Música, lib. VI).
- 114
debe procurarse que las sílabas átonas sean breves, esto es, que no conten-
gan diptongos, sinalefas, ni vocal seguida de dos consonantes ó de r/f, //, fi,
rr, y, z.
Las sílabas largas quitan al sáfico la celeridad que le hace tan grato al
oído (1).
C. Dodecasílabo=verso de aete mayoh.— Debe constar de dos exasíla-
bos anfibráquij2os, con hiato ó con sinalefa entre ambos, según ocurra. En
estos versos no se prohibe el ritmo trocaico en algún verso, ó algún hemis-
tiquio; pero el ritmo propio, y que debe dominar, es el anfibráquico.
Ejemplos:
1. Quizás quo aunque el hombre 1 esté trascordado,
2. Y harto de andar | por valles y cuestas,
3. Y traiga las mientes | en vos mucho puestas,
4. Diréis vos á hombre | que coma un bocado. (Pedraza, 43').
5. En murmuración | nunca sois hallado,
6. No tenéis pereza | en la devoción. (Castillejo, 172*).
7. En vos no parece j ofender en ausencia. (Id.)
8. Ejemplo tan sano | á cualquier pecador. (Pedraza, 45).
En los versos 1 y 6 hay hiato: en el 7 y 8 sinalefa: el primer hemistiquio
del 2 y del 5 es agudo: el del 6 y el segundo del 5 son trocaicos. Con el^pñ-
mer hemistiquio esdrújulo no hallo ejemplo, pero bien puede hacerse.
En los antiguos poetas se hallan otras formas, á mi ver, malas.
1.*, pentasílabo con exasílabo:
Nuevas te traigo, | señor, dolorosas.
Dime dó vienes, | Satán bullicioso.
2.*, pentasílabo agudo con heptasílabo:
Simple varón | y do grande cordura.
3.*, exasílabo agudo y. heptasílabo:
Presuma de vos | y de mi la fortuna.
Yo os ruego quo vos | me queráis informar.
4.*, exasílabo esdrújulo con pentasílabo:
Aquél con quien Júpiter | tuvo tal celo.
La compensación de un hemistiquio con otro, como se halla en los cuatro
últimos versos, la tongo por antirrítmica. El último podría ajustarse al rit-
mo, con el primer hemistiquio esdnijulo, diciendo:
Aquél á quien Júpiter | miró receloso.
(Anón. LVIII, 81).
(Id.)
(Mena).
(Castillejo, 172').
(Mena, 170').
(1) Caramnel on «n Rítmica, pAg. B34, tieno por baeoot estos dos ejemplos suyos:
Fobo, dol ciólo I noblo corazón,
Corre su esfera | para (loficansar;
Ua« DO descansa, I quo ha de iluminar
Toda regioD.
Mira, soñor, | quo conocerás
Cuánto laurel | hoy se te ofreció;
Y quo después | te arrepentirás,
6i falto yo.
- 115 —
El dodecasílabo puede componerse de otros modos:
1° De dos exasílabos trocaicos:
Virgen siempre pura, | toda inmaculada,
Reina de las vírgenes, | Madre del amor.
2.** De heptasílabo y pentasílabo; lo cual es facilísimo y no deja de te-
ner gracia. Consiste en unir dos versos de seguidilla, con sinalefa ó hiato
entre ellos, según convenga.
Para andar cuesta arriba | quiero mi mulo;
Que las cuestas abajo | yo me las subo.
3.° De octosílabo y pie quebrado, según diremos después.
4.° De eneasílabo anñbráquico y un complemento trisílabo; de lo cual
trataremos más adelante, Y nótese que este modo no es igual al dodecasíla-
bo compuesto de dos exasílabos: en éste la pausa del hemistiquio se hace
en medio: en aquél, al fin de la parte eneasílaba.
Es de advertir también, que en estos dos modos últimos, cabe la com-
pensación (véase el núm. 129).
A. Verso de catorce sílabas = alejandrino. ~Vov qué se llama así este
verso, no lo sé: tal vez sea porque así son los del Poema de Alexandre.
Consta el alejandrino de dos heptasílabos yámbicos, con hiato ó sinalefa en-
tre ellos. El ritmo anapéstico en el primer hemistiquio puede tolerarse: en
el segundo, no suena bien. Ejemplos:
1. La paz et la salut | por ti fué reformada. (Berceo, LVII, 100)
2. Conforta los enfermos, | convertí los errados,
3. Conserva los pacíficos, | reforma los irados. (Id., 100')
4. Ruega por la paz, madre, | é por el temporal. (Id., ib.)
5. Eres padre del fuego, | pariente de la llama,
6. Más arde e más se quema | cualquier que te más ama;
7. Amor, quien más te sigue, | quémasle cuerpo et alma,
8. Destrúyeslo del todo, | como el fuego á la rama,
(El Arcipreste de Hita, LVII, v. 187)
9. Sacóme de la choza, | ei llegóme á dos senderos (Id., v. 9-59)
10. Radío ando, serrana, | en esta grand espesura (Id., v. 963)
11. Et engerir de escoplo, | e gavillas amondar. (Id., v. 1.254)
El primer hemistiquio del 1 es agudo; el del 2 grave; el del 3 esdrújulo:
en el 4 hay hiato, que es lo más común: en el 9, 10 y 11 sinalefa: el primer
hemistiquio del 5, que es anapéstico, puede pasar; el segundo del 8 hace
lánguido el verso, lo mismo que el del 10 que carece de ritmo. Es, pues, ad-
misible la sinalefa entre los dos hemistiquios: y lo menos que se puede de-
cir, es que consta de ella en nuestros poetas con tanta certeza como del
hiato.
Los innumerables versos de más ó menos sílabas, ó de forma irregular.
- 116 -
que hallamos mezclados con los alejandi'inos roblares en los poemas de los
siglos XIII, XIV y XV, demuestran una de estas dos cosas: ó que la medi-
da de tales versos nos es desconocida, ó que la versificación de entonces era
ruda y sin ritmo fijo, tanto en el número como en la distribución de los
acentos. Véanse estos dos:
Fasta que pasa Agosto, non dexan de rebusn&r (Id., v. 1.259)
Mis fablas e mis fasannas, ruégete que bien las miras. (Id., v. 882)
1 28, ¿Hay versos de trece síiabasP—lriarte (6*) creyó metrificar en ver-
sos de trece sílabas, compuestos, según Bello, de pies yámbicos, con un
acento necesario en la 6.*:
En cierta catedral una campana había,
Que sólo se tocaba algún solemne día, etc.
Mas yo no opino como el Sr. Bello: todos esos versos son exactamente
de catorce sílabas, con el primer liemistiquio agudo, ó con hiato en concu-
rrencia de vocales. Según esto, el segundo verso copiado debe leerse con
hiato y no con sinalefa.
Además, si el verso de trece sílabas no ha de leerse como prosa, debe di-
vidirse en dos hemistiquios desigTiales y de ritmo contrario; y ambas cosas
son difíciles de tragar. Haciendo la división en los citados ver&os, ten-
dríamos:
En cierta catedral u | na campana había.
Que sólo se tocaba al | gun solemne día.
Mas esta división es antirrítmica; porque todo hemistiquio debo termi-
nar en palabra completa y na cortada. La división rítmica que cabe en esos
versos, es en los vocablos catedral y tocaba; poro de oso modo resultan,
como son en realidad, versos alejandrinos. Y conste que versos de trece sí-
labas, quo no sean prosaicos, sino perfectamente rítmicos, son imposibles.
129. ¿Hay versos de cuatro y tres silabas?
A. -Sobre el verso tetrasílabo.— '^o^un lo dicho, el hemistiquio so dife-
i'oncia dol verso: 1,°, en (juo después do lieniistiíjuio se permito la sinalefa,
])orquo suena bion al oído; 2.°, en que, según la práctica do los antiguot?, un
liemistiquio sufre compensación; el verso entero, no. Es así que en los ver-
sos do cuatro sílabas os natural y frecuente la sinalefa, y también la com-
])ensaci()n: luego no liay verdaderos versos de cuatro sílabas. Probemos la
menor en sus dos partos. Los únicos versos que pudieran ser tetrasílabos en
nuestros poetas antiguos son los pies quebrados ú octosílabos ])art¡dos.
J'uos bien, á posar de (juo ol mismo nombro pie quebrado está diciendo á
voces que no es verso, sino hemistiquio, vamos á ver la sinalefa y la com-
j)onsacion entro el pie (juobrado y ol octosílabo procodento: do donde infiero
xjuo entro los dos formaban un solo dodecasílabo trocaico, al modo que pu-
117
diera decirse que el eneasílabo es compuesto de un exasílabo, mas un he-
mistiquio de tres sílabas. Pongamos ejemplos:
Mi víctima insuficiente
Algún amparo.
Pie quebrado complementario del
octosílabo agudo:
Manrique, 257'
Las mafias y ligereza,
Y la fuerza corporal
De juventud,
Todo se torna graveza
Cuando llega al arrabal
De senectud.
Trülo, 94'
A vos, señor Juan de Dios,
Contra vos lie menester
Por no ofenderos;
Y si me ayudáis^ por Dios,
Que milagros han de hacer
Vuestros dineros.
De sinalefa:
Manrique, 268
lOh juicio divinal!
Cuando más ardía el fuego,
ÍJchaste el agua.
Id., 258'
Es tu comienzo lloroso,
Tu salida siempre amarga
Y nunca buena.
Montesino, 414
Que del se quiso Dios vivo
En grado superlativo
J.MCtorizar.
Trillo, 94'
Débaos, pues, divino Juan
Los casos de sinalefa son muy numerosos, y los de compensación no ra-
ros: y como ninguna de estas cosas se advierte en los versos completos, sino
en los hemistiquios de un compuesto, deduzco que nuestros antiguos poe-
tas negaron al pie quebrado la cualidad de verso aparte, aunque le escribie-
sen en línea distinta. Y la razón es clara, porque tanto la compensación
como la sinalefa son eufónicas en el pie quebrado; y la razón divisoria de
los versos es la repugnancia de la sinalefa entre ellos, y la eufonía de la
compensación (1). Entre versos simples de once, diez... cinco sílabas, no son
admisibles la compensación y la sinalefa: entre versos de cuatro, lo son: lue-
go los versos de cuatro sílabas no son versos. La capacidad del oído no que-
da satisfecha con cuatro sílabas solas: y la novedad del invento de los ver-
sos tetrasílabos no consiste más que en dividir un octosílabo en dos hemis-
tiquios, y escribirlos en línea separada, haciendo rimar un verso con otro, ó
un hemistiquio con el otro. La rima, como está dicho, no indica per se, pau-
sa de verso, ni aun de hemistiquio (véase núm. 87). Ejemplos:
Lobo, 30.
Mi esperanza... — Mi venganza..
— Lisonjera...— Siempre fiera...
— No podrá retroceder.
— Pues constante... — Vengativa...
— Fiel amante...— Siempre esquiva.
— Al destino he de vencer.
(1) Lo que aqui enseño acerca de la compensación y la sinalefa, deduciéndolo de la práctica comxrn
de los poetas, lo he visto después muy bien expuesto en Nebrija, Encina, Kengifo y Caramuel. Este
último (pág. 36), advierte que, tanto la sinalefa, como la compensación, no caben fuera de las coplas
de pie quebrado, porque entre versos son intolerables. «Quam (synalepham) axítís postulat in hoc car-
xuinum genere, in alus omnino non tolerat.»
- il8 -
Lobo, 31.
Enlazado | Tu cuidado
Con mi agrado,
To aseguras el favor;
Que en los bienes | Que previenes,
Xada tienes
Sin la prenda del amor.
En el primer ejemplo resultan versos octosílabos compuestos de dos he-
mistiquios iguales: en el segundo resulta un pie quebrado, que, según lo
dicho, debe unirse al precedente, constituyendo un dodecasílabo. No niego
que tengan especial gi'acia y donaire tales octosílabos y dodecasílabos así
compuestos: lo que niego es que esos sean versos simples de cuatro síla-
bas. Y voy á demostrar la naturalidad de la sinalefa entre hemistiquios do
cuatro sílabas, con otros ejemplos del mismo autor (32).
Ya ha vencido
El vano ruido
Del sentido
Y las potencias.
Ya su vida
^Enardecida
Con la herida
De mis flechas.
En dichas tres sinalefas nada hay que el oído repugne, porque caen entre
porciones do sílabas que son verdaderos hemistiquios. Pero nótese esta otra:
Ya más quieto
Va sujeto
Hacia, el objeto
Que desea.
En este último ejemplo es violenta y dura la sinalefa, porque no cae en
sitio donde el oído pueda suponer pausa do hemistiíjuio.
B. Afortiori no puede hal)er versos de tres sílabas. Pongamos un ejem-
plo (el mismo que pone el Sr. Bello, pág. ííOD):
El viento
Azota
La selva
Hojosa.
Batiendo
Las playas
El ábrego
Bramaba.
Batiendo
Las playas
El ábrego
Brama.
Batiendo
Las playas
El ábrego
i4.salta.
Los hiatos del 1 son insufribles: el último verso del 2 no ca])o ^w el oído,
y para que ésto acepto el ábrego en la tercera línea, es i)rec¡so quitar una
sílal)a á la cuarta, como en el 3; ó poner sinalefa como en ol 4. Es decir, que
ahí son necesarias la sinalefa y la compensación, lo cual ])rueba que no pue-
do liabor versos de tres sílabas.
Estudiemos ahora estos otros versos de Lobo, 32':
¿Qué 08 cato, qué os esto, .TacobV
— No lo sé.
— ¿Tan presto, tan presto despiertas...
— Me asombra...
— Dül sueño... — La sombra... — Do amor?
— Que miré.
— 119
El segundo pie quebrado es trisílabo, porque si fuera tetrasílabo, no ven-
dría bien con el final grave del precedente: el primero y el tercero son te-
trasílabos, y el oído los acepta porque así compensan el final agudo de los
precedentes. Luego tales pies quebrados no son versos trisílabos ni tetra-
sílabos, sino hemistiquios de versos dodecasílabos compuestos de eneasíla-
bo y otra parte que sirva de compensación.
Tenemos, pues, otros tres versos compuestos: uno octosílabo, de dos be
mistiquios iguales; otro dodecasílabo, de octosílabo y otra parte tetrasílaba,
y otro también dodecasílabo de ritmo anfibráquico, compuesto de eneasí-
labo y otra parte trisílaba. En todos tres son necesarias la sinalefa y la
compensación. En los demás compuestos, cuyos hemistiquios tienen á lo
menos cinco sílabas, tengo por antirrítmica la compensación, mas no la si-
nalefa. Y aun si quiere el lector, no tengo dificultad en admitir otros dos
compuestos: uno exasílabo anfibráquico, de dos hemistiquios trisílabos, y
otro eneasílabo también anfibráquico, de un hemistiquio exasílabo y otro
trisílabo; ambos con las mismas condiciones que los precedentes. La coloca-
ción de las rimas no dejará de prestar gracia á tales versos.
130. Sinalefa entre dos í;^r50S.— Hemos dicho muchas veces que la
sinalefa es permitida entre dos hemistiquios, pero inadmisible entre dos
versos completos, y así es la verdad. Pero como no hay ley que no haya sido
quebrantada, voy á estampar aquí alguna de las pocas sinalefas licenciosas
que he notado en nuestros poetas.
Hidalgo L., 288'
Muj- abominables brujos,
Dicboso y afortunado
EV que no queda espiritado
Mirando vuestros dibujos.
Calderón, 4.° 172"
Atiende á mi canto
Atiende á mi acento,
Pues vengo por ti
íJn las alas del viento
Meléndez, 218'
Que del átomo eres
El Dios, y el Dios del sol, del gusanillo
Que en el vil lodo mora,
Y del ángel puro que tu lumbre adora.
I3f. El sistema que acabo de exponer para explicar el ritmo del verso
castellano es, con algunas diferencias, el mismo del Sr. Bello. Bien sé que
éste ha tenido poca fortuna; pero la causa, á mi ver, es la confusión con que
le expuso. Poco importa que nuestros pies métricos no sean como los lati-
nos de igual nombre: con ellos se explica brevemente el ritmo de los ver-
sos castellanos; sin ellos la explicación se hace confusa y difusa. Sujetán-
dose á las leyes rítmicas aquí expuestas, se harán versos correctos y sono-
ros; despreciándolas, no puede haber más que rudeza y desaliño.
Ni crea el lector que el sistema es difícil de entender. Una vez que él
sepa distinguir las cinco especies de pies, declaradas en el núm. 121, ya
puede comprender el ritmo que exigen los versos cortos (núm. 123); los
de nueve y diez sílabas (núm. 121); el endecasílabo (núm. 125), y los com-
puestos (núms. 127 y 129).
— 120 —
Cuanto agradar no deba, omite cauto;
Severo oído á la cadencia ajusta:
Y el hemistiquio en la mitad del verso
Quede siempre suspenso, haga una pausa.
Procura que en el tuyo presurosa
Una vocal con otra á herir no vaya;
Sonoras voces presta á la armonía;
Y huye el encuentro de sonidos duros:
La idea más feliz, el mejor verso
Pierde el vigor cuando al oido ofende.
(Arriaza, 119': en la traducción del Arte Poética de Boilean.y
SECCIÓN SEGUNDA— De las licencias poéticas.
132. Además de los vicios do dicción (núms. 21-25), suelen los poetas co-
meter otros defectos rítmicos ó prosódicos, v. gr., sístoles, diástoles, sinére-
sis, diéresis, atonías ó hipertonías, sinalefas y hiatos indebidos, etc.
Y vamos á tratar ahora de la permisión ó licencia que debe darse á los
poetas para incurrir en tales vicios; y al mismo tiempo investigaremos la
ley ó regla para leer ciertas palabras que pueden leerse de dos ó más mo-
dos; y para discernir las verdaderas licencias, y su valor en la determina-
ción de las leyes ortológicas.
CAPÍTULO VI
Fuentes de las licencias poéticas.
133. Las licencias poéticas pueden preceder:
1.° De la necesidad del metro ó de la rima, de tal suerte qno el poeta
las cometa contra su voluntad, á más no poder.
2." De la dificultad grande que el poeta experimenta en la versifica-
ción (1).
3.** De su mal oído, ó ignorancia de las leyes ortológicas (2).
I.** De los errores ortológicos que la mala educación causó en la inteli-
gencia del poeta.
5." Do la voluntad libre del poeta, por no molestarse un poco en rimar,
ó en limar sus versos.
No parece que puede haber más causas de las licencias poéticas. Vamos,
pues, á tratar do cada una en particular.
134. Necesidad (id ritmo.— x>'\ el ritmo impusiese alguna voz la necesidad
absoluta de alguna liconci.i, no habría allí licencia. Pero yo niego que so dé
esa necesidad absoluta. Uso el poeta do otras palabras, y no se vorá en la
necesidad do cometer licencias. Poro si la expresión do la idea fuese por sí
(1) La primnra cauxa os ohjrtiva; estA en ol vorso: ésta os (hijXíivi,- ostA on el poeta.
(2) «A munhoH po«taH ho visto qui) por no ontondor f>sta« t\mt mu ( Urcucitu poftirtu)) hucnn intolorablps
vorsos y porfian quo están coust mitos,- poro los talos, ó uo tioiion onijas, ó la« tienen tttu grauíli'S, que
r^bon bion on ollas sus versos.» (Hoiipifo, pi'ig. ¿6).
— 121 -
misma difícil de variar, entonces se le da al poeta licencia para cometer al-
guna de esas incorrecciones ortológicas, y diremos que la fuer sa del verso
le obliga á ello. Vamos á examinar algunos casos particulares.
A. El ritmo en el acento ocasiona á veces algunas sístoles y díástoles
en los versos largos, ó en fin de verso corto; v. gr.:
Negaron la fúnebre sepultura. (Rufo, 93).
De haber visto al que en Sínai le aparece. (Valdivielso, 169').
Remedio hallaron mis intentos felices. (Lope, 3.", 147").
Ha convocado Córdoba
Sus Lucanos y Sénecas. (Góngora, 534).
Esta última procede del asonante en ea.
Criado de Semirámis. (Calderón, 3.«, 37).
Los reyes castellanos
Deben de ser angeles. (Lope, 1.°, 484").
Que sea yo el astrólogo. (Trillo, 62).
Y otras muchas que pudiera citar (1). Pero nótense estos dos versos:
Hizo Semirámis madre de Niño. (Ercilla, 102).
Viva Semirámis bella. (Calderón, S.**, 37).
En ambos debe leerse Semirámis esdrújulo, pues no hay razón para cam-
biar el acento, siendo asi que ambos versos son de ritmo dactilico. Pero si
se quiere dar al primero el ritmo yámbico, hay que leer Semirámis, como
unisones en este otro de Lope, 4.° 326':
Dos instrumentos unisones tiemple.
B. El ritmo en la cadencia, ó sea el número de sílabas de cada verso,
puede ocasionar sinéresis, diéresis; adiciones y sustracciones de sílabas; si-
nalefas y hiatos. De todo ello hemos dado y daremos más adelante muchos
ejemplos. Pero debo decir, porque así es, que la causa principal de tantas
licencias, no es la necesidad del verso, sino de las otras causas que después
examinaremos. Los antiguos poetas pecaban de diéresis, no por el verso,
sino porque así hablaban ellos; y los modernos, por la misma razón, abun-
dan en sinéresis.
C. El ritmo en la desinencia, ó sea la rima, es también frecuente y más
razonable causa de impropiedades, diástoles, paragoges y otras licencias.
1.** El asonante no da derecho á frecuentar tales licencias, pues los aso-
nantes generalmente son numerosísimos, y rara vez pueden poner al poeta
en tal aprieto que sin remedio deba trasponer el acento ó cometer otra li-
cencia. Entre las licencias procedentes de la asonancia, podemos citar las
sístoles viuda (asonante en ia) y descuido (asonante en úo); la diástole
océano (asonante en ao); las paragoges daré, Beltrane (asonantes en cíe) ,
etcétera, etc.
(1) Véase filosofo: Trillo, 84.~Ántipóda: ídem 63.— Bogotá: Lope, 3.°, 485"— Y la disparatada composi-
ción de Jáuregui á Santa Teresa.
122
2." La fuerza del consonante es uno
beza para los poetas. Oigamos á Alcázar
Quisiera la pena mia
Contártela, Juana, en verso;
Pero tomo el fin diverso
De como yo lo querría.
Porque si en verso refiero
Mis cosas más importantes,
Me fuerzan los consonantes
A decir lo que no quiero.
Ejemplo: Inés me provoca
A decir mil bienes della;
Si en verso la llamo bella,
Dice el consonante loca.
Y asi, vengo á descubrir
Con término descompuesto,
Que es una loca, y no es esto
Lo que yo quiero decir.
de los mayores quebraderos de ca-
(-410'):
Y si la alabo de aguda,
Y más ardiente que fuego,
A la aguda dice luego
Su consonante />¡ci<c?a.
Y asi la llamo en sustancia
Picuda, quizá sin sello,
A lo menos sin querello.
Sólo por la consonancia.
El verso en todo me impide,
Y podrán hacerme cargo
Que en la relación me alargo
Más de lo que el cuento pide:
Aunque puede haber descuento
Si el mentir no es excesivo.
Pues si miento en lo que escribo.
Por los consonantes miento.
No es menos gracioso este otro pasaje de Tirso, pág. XXXIX';
Escribano.
Garlito (alcalde).
El Preso.
Espinilla.
(Otro alcalde).
Garlito,
esplvxlla.
Garlito.
Espinilla.
Señor, aqueste preso á un hombre honrado
En unos versos le llamó quemado.
— ¿Es aquesto verdad?
— Digan vuarcedes.
Yo soy poeta, ó por lo menos piénsolo,
Y ciertas coplas hice en su alabanza:
La una acabó en hado, y yo, forzado
Del consonante, le llamé quemado.
— Parecéis á un poeta que cantando
Cierta batalla, dijo aquestos versos:
«Mas el joven, con un bastón de enebro
Le dio un golpe mortal en el celebro.»
Y un critico infernal de verso y prosa
En la margen le puso aquesta glosa:
«Por ser el bastón do enebro
Diz que lo dio en el celebro;
Y si fuera de membrillo.
Lo diera en el colodrillo.»
— Forzóle el consonante á oso cuitado.
— A galoras llevad este forzado.
— ¿Por qué? Decid.
— Porque do aquí adelante
Del Roy lo sea, y no del consonante.
La dificultad do la consonancia os, en efecto, ocasión do varias licencias.
Vóanso algunas:
El Conde mi señor so va á Ñapóles. (Góngora, 457').
(consonante do españolen).
— 123 —
Porque un liumbre con. colera
Derriba un toro, Gilote. (Tirso, 112').
(consonante de huera).
Sin duda la tarántula
Le ha picado, ó tiene amor. (Rojas, 6").
(consonante de rec\üa).
Morían con grandísima miseria
Del mal de flujo dicho disenteria. (Castellanos, 259').
Sí, el suelo tiene aún quien venza y quiebre
De Esmirna y Roma el presumir celebre. (Céspedes, P. 365).
Otra buena nueva os do (Vegas, 504').
(consonante con yo).
135. Naturaleza y valor de estas licencias. — Hay palabras que en su
forma ordinaria carecen de consonante, v. gr., océano; de donde resulta que
el poeta nunca podrá usar tal dicción en fin de verso consonante, sino di-
ciendo por diástole océano, la cual tiene muchos consonantes: mano, her-
manOj decano, etc. A la manera que el latino alterius no cabe en verso
exámetro ó pentámetro con la / larga, por lo cual en esos versos se lee
siempre alterius; á este modo en castellano las palabras como océano, Cór-
doba, Séneca, Númida, Ñapóles, no puede terminar verso consonante sino
trasladando el acento á la sílaba siguiente.
Primeramente ocurre preguntar si el uso de tal diástole es licencia ó no:
por un lado parece que no, porque tal diástole es necesaria, y lo que es ne-
cesario no es licencia, la cual supone libertad. Por otro lado parece que sí,
y se prueba: licencia es el uso de una palabra alterada en la forma ó acento
que tiene fuera de verso: pero fuera de verso esas palabras son océano, Cór-
doba, etc.: luego decir océano, Córdoba, es licencia. Respondo distinguien-
do: tal uso es licencia absolutamente, y eso es lo que prueba la segunda
razón; pero no es licencia hipotéticamente y en algún sentido (secundum
quid), y eso es lo que prueba la primera razón. En efecto, lo que es necesa-
rio no es licencia en cuanto es necesario; pero si esa necesidad es libre, todo
ello es pura licencia. El no poder salir de un pozo, no es libre; pero si uno
se tira en él porque quiere, entonces sí que puede decirse que fué libre la
imposibilidad de la salida. Ahora bien, el uso, v. gr., de océano en fin de ver-
so es ciertamente libre en el poeta; pero también es verdad que á veces es
conveniente tal uso, y en algún sentido hasta necesario, so pena de traba-
jar mucho para expresar lo que tan fácilmente puede hacerse diciendo
océano. Este algún sentido es el secundum quid de la distinción.
Otra cuestioncilla. ¿Qué valor tiene para la determinación del acento de
un vocablo, el uso del mismo vocablo en fin de verso consonante, cuando
no cabe más que de un modo? Respondo que ninguno. El uso de tal voca-
blo, dependa ó no de la libre voluntad del poeta, no está allí sujeto á regla
ni razón: luego no puede ól servir de regla. La determinación del acento de
tales vocablos debe hacerse según los otros casos en que no intervenga ne-
cesidad manifiesta.
— 124 -
136. La dificultad en la versificación. — Es evidente que un poeta malo
que tiene mucha dificultad en rimar ^ ó ha de hacer los versos muy despa-
cio, ó ha de cometer muchas licencias, aun contra su voluntad.
Es gente que se mata y se descarna,
Y al cabo son como el que en una copla
Quitó la u para decir Cal'arna. (Lope, 5.", 428'.)
Tales poetas, antes de hacer versos malos, deben dejar el oficio, y no
meterse en aquello para que no tienen aptitud. La literatura patria no ne-
cesita de sus versos, ni íjana nada con ellos; antes pierde, por el ningún va-
lor intrínseco que tienen y por el mal ejemplo que dan.
El verdadero poeta ha de poseer por naturaleza ó por arte tal facilidad
para versificar, que espontáneamente le salgan los versos ajustados á la me-
dida, al ritmo y á la consonancia; como Ovidio confesaba de sí:
Sponte sua carmen numeres veniebat ad aptos,
Et quod tentabam scribere, versus erat.
(Tristium, lib. IV, eleg. X).
Quien á los ecos
De virtud y de gloria no se inflama,
Ni al tierno sollozar del afligido
Súbito llanto de piedad derrama;
El que al piiblico bien ó al patrio duelo.
De gozo noble ó saña arrebatado,
Cual fuego que entro aristas se difunde,
O como chispa eléctrica invisible
Que en insianiáneo obrar rápida cunde.
Su corazón do hielo
Hervir no sienta en conmoción secreta.
Ni aspiro á artista, ni nació poeta.
(Gallego, 407.)
_^ 137. El mal oido y la ignorancia.— Jimio estas dos cosas, porque el mal
oído se corrige con la ciencia; y á mi parecer, nunca aquól puede ser causa
de licencias, si no va fundado en la ignorancia ó en la mala educación, ó jun-
to_con el descuido.
Proí.;untar si el poeta que no sabe explícitamente las leyes ortológixjas,
y por otra parte tiene mal oído para discernir lo que suena bien ó mal, tie-
ne derecho á cometer licencias que é\ no conoce, es lo mismo (juo pregimtar
si el asno tiene derecho á dar coces ó á rebuznar. Por tanto, ima vez ])roba-
do el mal oído de un poeta, debe tenerse por nula su autoridad, fundada en
las licencias que rn é\ se hallen. La sefial más cierta del mal oído es la in-
consecuencia; que unas veces digan enviar, y otras env/'«r; unas cruel, y
otras cr7/íl: pues eso prueba que lo mismo suenan en su oído la sinéresis y
la azouxis.
Ahora, vayan para í^stos unas coplitas:
Una copla mo envíastos,
Señor, do mala yacija,
Hecha con pies do estornija;
El mal 08 que trasnochaates,
- 125 -
Y al cabo paristes hija.
Mas, sin. más satisfacción
De los yerros que hay en ella,
Sois digno de haber perdón.
Siquiera por la pasión
que pasastes en hacella.
Vuestras coplas recibí,
Y es cierto que si no fuera
Porque no digáis de mi
Que de envidia no las vi.
De asco no las leyera.
Y porque daros razón
De los yerros que llevaban
Era daros más pasión,
No os digo sino que son
Cuales de vos se esperaban.
El que las coplas hicistes.
Todos los que las miramos.
Sabed que en deuda os quedamos
De la risa que nos distes:
Pero vos de vos y dellas
Quejaros también podréis.
Porque el tiempo nos debéis
Que gastamos en leellas.
(Castillejo, 160.)
Maestro que tan mal trova
Hallamos que debe ser
Condenado á no traer
Monjil, bonete ni loba,
Si no fuere de alquiler;
Y que en su vida se vea
Con las barbas que desea,
Ni crezca más adelante;
Y aunque yerre el consonante,
Que no lo alcance ni crea.
Y por cuanto en su jardín
Tales posturas no vemos,
Justa sospecha tenemos
Que del macho ó del rocín
Saca los pies que leemos.
Por lo cual se determina
Que le cabalguen ahina
Sobre la haca al revés,
Y reciben todos tres
Juntamente disciplina.
Venga delantero el macho,
Por guardar sus ancianías;
Que ya con los muchos días
Habrá perdido el empacho
De estas tales romerías:
Y el pregón de la sentencia
Diga y haga diferencia
Que sufren esta justicia
Macho y haca por malicia,
Y el amo por inocencia.
(Castillejo, 171.)
138. La mala educación. — El poeta educado entre gente que pronuncia
mal el castellano, aunque le parezca que sabe mucho, no puede menos de
cometer licencias pensando que habla correctamente. Este detecto se hu-
biera evitado en los hombres estudiosos si hubiese habido modo de conocer
con toda exactitud y certeza las leyes ortológicas, especialmente las de los
diptongos y azeuxis: mas como hasta ahora todo lo dicho en los libros y en
las cátedras es incompleto y erróneo, resulta que buena parte de las sinére-
sis y diéresis, se deben á la educación incompleta y errónea que los poetas
recibieron.
Ahora bien, ¿hemos de dar autoridad á tales licencias? De ningún modo.
Los poetas constituidos en esas circunstancias, no son á la verdad dignos
de reprensión, sino de indulgencia; pero las licencias, licencias son.
Y dirás tú, lector amable: ¿por dónde conoce usted las licencias? ¿dónde
están esas leyes exactas, completas y ciertas de nuestra ortología? Respon-
do que no lo sé; pero que he trabajado mucho por descubrírtelas, y muchas
(ya que no todas), encontrarás demostradas en esta obra.
139. La libre voluntad del poeta. — Supongo á éste sabio y de buen oído,
y que el motivo que le impulsa á atrepellar las leyes ortológicas, es hallar
- 126 -
alguna dificultad en guardar el ritmo debido, ó en ajustarse al metro ó á la
rima. Y digo que esa dificultad no es legítima excusa para frecuentar á sa-
biendas tales atropellos. Oigamos á los príncipes de la poesía Horacio y
Lope.
lUe
Si foret hoc nostrum fato dilatus in aevum,
Detereret sibi multa, recideret omne, qiiod ultra
Perfectum traherotur, et in versu faciendo
Saope caput scaberet, vivos et rodoret ungues (1).
(Horat. Satyr. lib. I, X.)
Nec virtute foret clarisquo potentius armis,
Quam lingua Latium, si non offendoret unum —
Quemque poetarum limae labor et mora. Vos, o
Pompilius sanguis, carmen roprohendite quod non
Multa dies et multa litura coercuit, atquo
Perfectum decies non castigavit ad unguem (2).
(Id. Arte Poética, 289.)
Las ideas aquí expuestas por Horacio, las expresó Triarte escribiendo
cómo componía un poeta (28'):
Primeramente, amigo, el pobrecito
Tuvo en hacer sus versos gran trabajo.
Alguno de ellos hubo que le trajo
Tres dias mal comido y caviloso.
Buscó en su casa una remota pieza,
Y retiróse á ella silencioso.
Rascóse dos mil veces la cabeza,
Y tres mil se chupó los dos pulgares;
Escribió treinta versos regulares,
Doscientos malos y catorce buenos,
Y echó sus cien borrones á lo monos.
Batalló contra un perro consonante
Que todo su concepto deslucía;
Desterró un cpitéto redundante
Y enmendó una feroz cacofonía.
ítem más, con bastante sentimiento ••
(¡Oh sacrificio raro é inhumano!),
Desperdició un famoso pensamiento.
Que aunque era agudo, enfático y galano.
Entonces no venia bien á cuento.
No menos bien ensoñó nuestro gran Lope la misma doctrina, on La Do-
rotea, acto IV, escena 2.* (t." 2." 51):
(1) Si aqiiAl (Lucilio) viviera on nuostros tiompoB, borraría mucho do lo fine rscribiA, y tacharía
todo lo quo no fuesp perfecto; y al haoitr los vorsos, ináH de vina voe ho ranearía la cabrza y se morderla
hanta lo vivo do la* uñas.
(¿) Ni fil Lacio Horiii niá.s ilustro por an valor y por «u» armas que por su loníjua, si no molofttaAO k
los poetas el trabajo y ol tiempo nocoHario para limar bus obras. Vosotros, ¡oh dosoondientos do l'om-
piliol, tened por malo todo poema en cuya composición no ki> (rastnron muchos días y se hicieron mu-
chas enmiendas, y (|uo diez veces no so corrillo hasta la perfección.
- 127
JULIO
Las licencias claro está que son permitidas, y como dijo un Poeta: «Que
los trabajos obligan á lo que un hombre no piensa». (1): lo mismo también
se ha de entender de los consonantes...; y Quintiliano llamó á esta permi-
sión/w^r^a del verso.
LUDO VICO
Ninguna cosa debe disculpar al buen poeta: piense, borre, advierta, elija
y lea mil veces lo que escribe; que rimas se llamaron de rimar, que es in-
quirir y buscar con diligencia.
CÉSAR
De suerte que no es alabanza no borrar.
JULIO
Oid lo que respondía en una comedia un poeta á un príncipe que le pre-
guntaba cómo componía, y veréis con qué facilidad lo dijo todo:
«¿Cómo compones? — Leyendo,
Y lo que leo imitando,
Y lo que imito escribiendo,
Y lo que escribo borrando,
De lo borrado escogiendo.»
CÉSAB
Oid una curiosidad de Suetonio Tranquibo, que hablando de que Nerón
era poeta, y que muchos creían que eran ajenos los versos y que los vendía
por suyos, dice que después de muerto hallaron los cartapacios borrados y
los versos sobrescritos; con que se certificaron de que eran suyos. Luego en
lo borrado se conoce lo que se piensa; que quien no piensa no borra: y así
el que rimare hallará lo más perfecto; que de hallar se llamaron los versos
trovas: y por eso dijo el otro poeta (Greg. Silvestre, t.'* XXXII, 159'):
«Dios perdone á Castillejo,
Que bien habló de estas trovas.*
Después de estas autoridades tan respetables, á mí no me queda nada
que decir.
140. El descuido. — Añade esta causa á la anterior, porque en efecto, se
diferencia algo de ella. Quandoque bonus etiam dormitat Homerus: hasta
en los buenos poetas se encuentran faltas que ningún trabajo hubiera cos-
tado enmendarlas, las cuales debemos atribuir, no á que el poeta se propu-
(1) Lope mismo, t." XVI, 498'.
- 128 -
siese cometerlas, sino al descuido: á que no cayó en la cuenta de la licencia,
ó de su'fácil corrección. Vayan algunos ejemplos:
1. La verdad es hija de Dios. (Moreto, 499").
2. Quo purpúrea ropa vestía. (Sepúlveda, X, 354).
3. Pues como sea tu esposo. (Rojas, 354').
4. Y mil veces felice sea llamado. (Id. ib.)
5. Diógenes cuando veía. (Alarcon, 496"').
6. El invariable ceño de mi suerte. (Vaca, 281').
7. El suave trébol y arrayan florido. (Id. 301).
8. Mas ¡ay! que mi admiración se aumenta. (Id. ib.)
9. Forma nieblas el diáfano elemento. (Id. ib.)
10. Enviar mañana por ti. (Calderón, 2.° 186').
11. Por si socorrer podía la villa. (Cetina, 44').
12. Ansioso el viajante busca en vano. (Reinóse, 223).
13. O le linean ó le pautan. (Calderón, 2.", 171'').
14. Reunidos que fueron (heptasíl.) (Jérica, 717'),
Ni afirmo que todos los citados sean buenos poetas, ni que todos esos
versos sean licenciosos en la mente de sus autores; pero sí afirmo que lo son
objetivamente, y vamos á ver cuan fácilmente se ajustan al ritmo.
El 1 se arregla diciendo:
La verdad hija es de Dios.
El 2 :
Que de púrpura vestía.
El 3 suprimiendo el pites.
El 4 tiene la paragoge/p//c^ y la sinéresis sea: ambas se evitan diciendo
felis.
El 5 diciendo via en lugar de vcia.
El 6 tiene sinéresis en invariable; so evita diciendo:
El ceño invariable de mi suerte.
El 7 se ajusta suprimiendo el artículo.
El 8 está falto: puede corregirse diciendo:
Mas ¡ay! quo asi mi admiración se aumenta. ,
ó Mas ¡ay! que esto mi admiración aumenta,
El 9: Nieblas forma el diáfano elemento
El 10: Mañana enviar por tí.
El 11: Por si podía socorrer la villa: como SO halla im|>rcso os antirrítmico,
por los acentos do la 5:* y 7."
El 12: Lista leía esto verso así : AnsYoso, etc.,
y reprendo tal diéresis (t." LXVII, 222'). En el impreso está:
Ansioso el viajante, etc.;
poro de ambos modos está mal, ydebe corregirse como Lista indicaba:
Solícito ol viajante busca en vano.
- 12;) -
El 13: Si se lee linean, se comete una sístole intolerable; si linean, una
sinéresis poco aceptable: debe ahí suprimirse la o inicial.
El 14 debe corregirse así: Reunidos que estuvieron,
ó Congregados que fueron
ó Reunidos los vocales; pues es verso libre.
CAPITULO VII
Palabras de lectura dudosa.
141. Tres son las principales dudas que ocurren leyendo verso: una
sobre la colocación del acento en algunas palabras; la segunda sobre la co-
locación de una licencia, cuando cabe en dos lugares del mismo verso; la
tercera sobre la colocación de la sinalefa y hiato.
Sobre el ac^w/o.— Supongamos que se trata de la palal)ra zodiaco, cuyo
acento en prosa no está aún bien determinado, y que me encuentro con el
verso siguiente de Tirso (383):
Zodiaco considero (octosílabo)
en que para el verso lo mismo da leer Bodíaco, que sodiaco, y se pregunta:
1.°, cómo debe leerse; 2.°, qué valor tienen esos casos dudosos en la deter-
minación del acento de dicha palabra.
A lo primero, respondo que debe leerse como se lee en los versos del
mismo poeta ó de los demás, en que su acento sea claro y determinado.
Respecto de lo segundo, pueden darse dos soluciones: 1.^, que los casos
dudosos no se cuenten, y sólo tengan autoridad los ciertos; 2.^, que los du-
dosos se sumen con los ciertos, y tengan el mismo valor que ellos.
La primera solución puede fundarse en este argumento: los casos dudo-
sos pueden leerse de dos maneras; pero si pueden leerse de dos maneras no
pueden hacer autoridad por ninguno de los dos extremos: luego los casos
dudosos no deben contarse. Pero en realidad este argumento no vale, por-
que el supuesto es casi siempre falso. En efecto, aunque el acento de una
palabra no puede constar por los versos en que pudiera leerse de otro modo,
consta por otros versos que exigen lectura determinada y ñja. De suerte
que los casos dudosos si no se atiende más que al verso en que se hallan,
dejan de serlo atendiendo al conjunto de los casos de la misma palabra ó de
sus semejantes.
Sostengo, pues, la segunda solución, y la fundo en este argumento: Nadie
nos da derecho para afirmar que hay licencia en una palabra, mientras no
conste ciertamente: pero si en un verso tal palabra puede leerse de dos mo-
dos, no consta ciertamente que hay licencia; luego no debemos afirmar que
la hay. Luego los casos dudosos no pueden ser argumento en favor de las
licencias, sino de la corrección, la cual consta primero por los casos ciertos;
9
- 130 -
y segundo por los dudosos, los cuales deben leerse como los ciertos. En el
verso propuesto debe leerse zodíaco.
142. Colocación de las I icen cías.— Ocurre á veces hallar un verso cierta-
mente licencioso, pero se duda dónde se colocará la licencia, v. g.:
1. Gutad ahora hacia la calle. .. . Guiad a/iora hacia la calle.
(Calderón, t, 2.°, SKT)
2. Ataré ahora al Patriarca, Ataré ahora al Patriarca.
(Id, ib., 369)
3. Envié á llamar un criado. . . . EnviV á llamar un criado.
(Id, ib., 463)
4. Las diáfanas vidrieras Las diáfanas vidrieras.
(Id. 3.° 7(35")
5. Diáfanas las vidrieras Diáfanas las vidrieras.
(Rojas, 429")
6. Que de cruel se gloriaba Que de cruel se gloriaba.
(Ai-ión. X, 75)
7. Día I era de Santiago Día era de Santiago.
» (Sepúlveda, XVI, 158)
8. ¿Cuál diablo te en vi(í acá?. .. . ¿Cuál diablo te envió acá?
(López J. José, XVI, 236)
9. Tiré desviasteis, hwi Tiré, desviasteis, huí.
(Lope, 1.0 557")
lÜ. Me embarcaría y para aviarme quiso (endecasil.) — Moreto, 411'
11. Aunque el color purpúreo de oriente (ídem) — Herrera F. i>07'.
12. La piedad filial, y de la amena. (Lista, 290).
En el verso 1, la palabra guiad debe leerse con azeuxis. que p<; lo más
usado en Calderón, y lo más correcto.
En el 2 se hará azeuxis en Patriarca, por la misma razón.
En el 3 haga el lector lo ([ue lo parezca; ])ero el ritmo os mojor jionioiido
la sinéresis en criada (Ij.
En el 4, suena mejor la sinéresis en vidrieras: poro el uso más frecuento
en Calderón es hacer sinéresis en ambos.
En el 6, debe ponerse la sinéresis en diáfanas, por ser más eufónic-o, y
porque Rojas la usa en ese vocablo y no en vidrieras.
En el G, es dudoso dónde deba ponerse la sinéresis.
En el 7 hay duda, porque el uso del poeta en la palabra Santiago es
vario.
En el 8, la sinéresis estará en diablo; eso pide el uso común de los poetas
(le aquel tiempo.
En el 9 hay duda: Lope rara vez cometía sinéres s en esas palabras.
En el 10, la sinéresis debe estar en embarcaría.
(1) En casos como éste, en que no h»y rasone^ pu contra, deben ponerle Ion acento* leguu piJ» «1
ritmo, que en el veno citado debe «er trocaico.
- 131 —
El 11 debe leerse así:
Aunque el color purpúreo de oriente,
porque Herrera siempre pronunciaba así.
El 12 está así impreso, pero mal; porque Lista no decía piedad y %i filial.
Por estos ejemplos conocerá el lector que no es cosa tan fácil determi-
nar las licencias en algunos casos, y que la determinación que yo hago en
esta obra va fundada en sólidos cimientos.
143. Colocación de la sinalefa.=^lí-nj muchos versos que necesitan una
sinalefa y un hiato, y so duda do su colocación. Y digo que si no hay razón
poderosa en contra, deben colocarse según lo pida el ritmo. Ejemplos:
Trocaico: ¿Es de | oro? — De oro ñno (Lope, 1.° ;36j
Id. No ha «na | hora, ¿una? no ha media (Tirso, 433)
Id. En lo I alto está entreabierta (Calderón, 3.° 101"j.
Yámbico: De | algo más crecida edad miraba (Garcilaso, 17).
Id. Está en mi | alma mi opinión escrita (Cetina, 49)
Id. Paes lo que á \ uno daña, á otro aprovecha (Mendoza, 54)
Id. Aunque pedir tú | eso no es cordura (Garcilaso, 9')
En estos cuatro últimos versos no hay duda en la colocación de la sina-
lefa; pero eso se debe á que el ritmo es ahí esencial. Cuando no lo sea, guár-
dese en lo posible (v. núms. 101-107).
LIBRO TERCERO
Ortología prosódica.
Al ponerme á escribir este libro casi he estado por dejar la pluma, ate-
rrado por las dificultades que hay que superar para escribirle; y principal-
mente porque creo que el remedio es peor que la enfermedad: (luiero decir,
que son más difíciles de aprender las reglas prosódicas que el acento d-í
cada palabra de por sí. Sin embargo, aunque no aspiro ni puedo aspirar á
escribir un tratado de Prosodia, me pareció que debía hacer algunas obser-
vaciones; y así, con el auxilio de Dios, pongamos manos á la obra.
144. El fin do la Prosodia es dar á conocer por medio de reglas fijas ol
acento de las palabras (1).
Pero no todas las palabras son t'micas en el discurso ó proposición, auii-
(jue aisladamente no puede haber polisílabo sin acento. De un monosílabo
aislado ni se puede decir que es átono, ni que es tónico, porque no so da otra
sílaba con que compararle, y el acento es una cosa relativa.
Comenzaremos examinando las palabras átonas, y adviort.) que esto li-
bro será una mezcla de Moi'fología y Prosodia, pues quiero aprovocliai- on
él varios datos morfológicos que tienen importancia especial.
CAPITULO I
Palabras átonas.
Artículo 1."— Artículos v prki'osicioxks
145. IJl uso común hace átonos los artículos el, la, Jo, loft, ¡aa; y las pre-
j)usic¡ones á, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, ha^fa, ¡>ar(),
jior, mi, so, .sobre, tras:
La preposición setjnn no es tal proposición; sino gerundio del verbo .«fí»-
quor seguir; secundiim por seqiiendum = siguiendo, seyíoi. \ aunque so le haya
dado carácter do proposición, conserva en ol uso común y debo conservar su
acento en la u. También son tónicas otras palabras (juo so usan como locu-
ciones prepositivas ; talos son los adjetivos conjorme, junto, durante, median-
te, excepto, respecto, y los adverbios cerca, enjmite, fuera y ulti'a. Casi siompre
van unidas á otra proposición, v. gi'., cerca de, respecto de, junto á: y aunque
ll) Véanse las nociones preliininarefi 00 oí ckp. IV del primer libro, oúiii. :KI y aiguientes.
- 1.33 -
este adjetivo suele frecuentemente pronunciarse átono, creo que es inco-
rrección, y que mejor le pronuncian los gallegos que le hacen siempre
tónico.
146. Naturaleza del artículo.-- Ijos oficios que desempeña el artículo (de
artículus = miembro pequeño! son tres:
1.° Sustantivar lo accidental; v. gr., lo verde, el heber.
2° Individualizar lo común; v. gr., el Apóstol, el Poeta, el libro.
.3.° Concretar más lo individual y propio, considerándolo como univer-
sal ó común; v. gr., la España de nuestros tiempos, el Tajo.
No es lo mismo singularizar que individualizar: el artículo siempre indi-
vidualiza, pero no siempre singTilariza: la singularidad no es^er se obra del
artículo, sino de la significación del nombre, ó del contexto de la frase, ó de
lo que se sobreentiende por antonomasia.
El apóstol puede ser cualquiera; sobreentendiendo ó añadiendo San Pablo,
ya es rmo solo. Hombre es todo lo que tiene naturaleza humana; el hombre,
aun en singular, es término universal, particular ó singular, según el con-
texto, así:
en El hombre es imagen de Dios, el sujeto es término universal;
en El hombre baila, es término particular; pues no todos bailan;
en El hombre se marchó sin despedirse, es término singular.
Si ponemos en plural estas proposiciones, el sujeto los hombres resulta
término universal en la primera y tercera, y particular en la segunda.
De aquí resulta que el artículo no tiene extensión determinada; y por
consiguiente, el artículo no es determinante de la extensión ó número de
individuos significados por el nombre á que se antepone.
«El oficio del artículo, escribe Fr. Luis de León (pág. 198), es reducir á
ser lo común, y como demostrar y señalar lo confuso, y ser guía del nom-
bre, y darle su cualidad y su linaje, y levantarle de quilates, y añadirle exce-
lencia.» En efecto, el artículo es el mismo pronombre personal él, ella, ello
(los dos últimos con aféresis), prepuesto como adjetivo á los nombres ó á
otras partes de la oración para personificarlos. El artículo convierte en su-
puestos (1) las cosas que no lo son; y aun hablando de supuestos ó personas
demuestra y señala las que el nombre expresa confusamente ó en común.
Es, pues, el artículo, un aiá.}eti\ o personal, que personifica y hace indivi-
duo ó supuesto el nombre á quien se junta; y tiene los mismos caracteres
que el pronombre él. Y así como este pronombre representa la persona ó
supuesto absolutamente, sin determinar por sí extensión alguna, sin relación
á tiempo ni lugar, y sin subordinar á otra la oración en que se halla; así el
artículo da á los nombres subsistencia y personalidad ó individuación abso-
lutamente.
Por consiguiente, defino el artículo: El signo general de la suposiciojí per-
sonal del término á que se junta. Expliquemos la definición.
(li Supuesto, filosóficamente, es lo que existe por si, sin necesidad de estar inherente á otro. El su-
puesto es el sujeto natural de todos los predicados; mas él no puede, naturalmente, predicarse de nadie,
no siendo en las proposiciones cuyos términos son idénticos y transponibles; v. gr.. Cristo es la vida: La
viia es Cristo, hsi persona ó supuesto racional, es el supuesto de mayor dignidad.
- laá -
Suposición es la posición ó uso de un término por lo que significa. La su-
posición material es el uso de un término por sí mismo; v. gr., pero es propo-
sición. Suposición lógica es el uso de un termino por la idea existente en
el eatendimiento; v. gr., perro es una idea especifica. Suposición absoluta es
el uso de un término por la naturaleza de la cosa; por ejemplo, yo soy hom-
bre. En todos estos casos huelga el artículo, puesto que los términos no tie-
nen suposición personal. Esta consiste en el uso de un término por los indi-
viduos; V. gr., el hombre nace para trabajar. Esta suposición personal puede
ser universal, colectiva, particular y singular, según la extensión del
término.
Pues bien: el pronombre personal, y lo mismo el artículo, suponen siem-
pre por la persona ó supuesto absolutamente, sin ñjar por sí la extensión,
como está dicho, y sin ninguna relación á lugar ó tiempo. Al contrario; los
otros pronombres, ó tienen por sí una extensión fija y determinada, ó repre-
sentan al nombre con relación á tiempo y lugar. (Véase lo que decimos en
el núm. 186).
De lo dicho se infiere que ?m no es artículo, ó que á lo menos no puede
llamarse tal, sino con el mismo derecho que tienen los demás pronombres á
\\2iTa.Sir?,e personales. Porque en realidad, todos los pronombres son en algún
modo personales, por cuanto representan á las personas; pero absoluta y pu-
ramente personales no son más que éJ, ella, ello. Así, un, este, ese, alguno, et-
cétera, son también de alguna manera artículos, por cuanto dan al nombre
suposición personal; pero absoluta y puramente artículos no hay más que
el, la, lo. Por tanto, así como no es exacto dará todos los pronombres la de-
nominación de personales, tampoco lo es decir que un os artículo.
Resumiendo, digo: 1.** El nombre sin artículo, naturalmente tiene supo-
sición absoluta ó material ó lógica.
2." Ni el vocablo en sí, ni la idea, ni la naturaleza, son de jjor sí sujetos
capaces de recibir predicados.
3." El sujeto natural de todo predicado es el supuesto; lo que por sí
existe ó puede existir fuera del entendimiento y sin inherencia á otro sujeto.
4.** Ni la sustancia ni el accidente son de por sí supuestos; y los nom-
bres que significan tales cosas, para hacerse sujetos de la pi-edicacion, nece-
sitan conv^itirse en nombres de supuestos, personas ó individuos.
5." Esta subsistencia, personalidad ó individuación se la comunica el ar-
tículo, prescindiendo de toda determinación extensiva, demostrativa, rela-
tiva, etc.
6.° Los demás pronombres adjetivados, además do la individuación, in-
cluyen alguna otra determinación extensiva, etc. Luego no hay más artículo
que el, la, lo; como no hay más pronoml)res personales (juo él, ella, ello. El ar-
tículo es do torcera persona: por eso no pueden juntarse con las primeras yo
y tú, las cuales tienen do suyo suposición personal.
147. Uso del articulo.— \.° El artículo sirvo de antecedente al relativo
(]ue, y eso es otra pnieba de que representa allí algún supuesto tácito: allí
está el signo de la personalidad, aunque falte la persona. Sin embargo, no es
— 135 -
pronombre: el pronombre él representa la persona, y no es puramente el
signo de ella.
2." El artículo acompaña á veces á los numerales; v. gr., vinieron los
cuarenta soldados. ¿Y qué hace aquí el artículo? El oficio segundo de los que
le señalamos. Soldado es nombre común; cuarenta soldados pueden ser cua-
lesquiera, aunque cuarenta; los cuarenta soldados, individualiza y da personali-
dad conocida á dichos cuarenta soldados.
3.° El artículo no se junta naturalmente á los nombres propios, que por
sí son supuestos singulares. Sin embargo, el entendimiento puede conside-
rar el nombre propio como común á muchos, y entonces bien puede llevar
articulo; v. gT., Los Juanes, Las Lsabeles (1). En singular llevan también algu-
na vez artículo los propios de varón, y más frecuentemente en el lenguaje
vulgar los de mujer; v. gr., la Clara (Solís Ant.", 4). la Leonor (Tirso 157')-
La Inés, la Fabia y Rosalía,
La Arsenia cuyo rostro es aplaudido,
La Julia y otras mil pastoras bellas. (Fr. Diego, 185).
Por tanto, no debe haber reparo ninguno en este uso autorizado por to-
dos. Que el entendimiento prescinde de la individuación en los nombres de
mujer más que en los de varón: y ¿qué le vamos á hacer?
4." El artículo no puede juntarse con los demostrativos (el éste, el ése),
ni con los relativos quien, cualquiera quienquiera, ni con los interrogativos
qué, cuál, etc., ni con los indeterminados alguien, alguno, ni con los negativos
nadie, ninguno; ni proponerse al adjetivo todos, y otras palabras en las que
no se puede suponer cosa accidental ó común que necesite individuación.
148. Sobre el uso de la preposición. — No es mi intento en esta y otras
materias decir todo lo que se sabe; sino hacer algunas observaciones que
creo convenientes para disipar dudas, ó completar lo que sabemos.
1.* El modismo que consiste en usar la preposición de entre el adjetivo
y el sustantivo, es muy clásico: v. gr., loca de vos (Lope, 3.", 328), el pobre
simple de Don Claudio (Zamora, 452'), el picaro del criado (Calderón 2.®,
2,38").
2.* Se puede decir ecliar menos una cosa (Calderón, 3.**, 182' — Lista, 216'),
y echar de menos (Solís, Dionisio, 263'— Moratin N., 126').
3.* Decir por ejemplo: año de sesenta, en vez de 1560 ó 1660, etc., no es
galicismo: véase Castellanos, 351, 391— Moreto, 58— Lope, 1.°, 109', 159.
4,* El uso de dos preposiciones juntas es frecuente:
Con hasta quince en número venía. (Ercilla, 131').
Por de dentro, j por de fuera, ^or de contado, etc. (Calderón, 1.°, 72"— ídem
3.°, 302"-Lobo, 37— Iglesias, 4.30'— Mendoza, 58, 62').
Por sin duda creo. (Quevedo, 232').
De por medio. Castellanos, 468). De so el olmo. (Tirso, 532).
Para en matrimonio. (Lope, 4.°, 91').
ll) Véase el romance do las condiciones de las nanjeres, XVI, 407.
- 136 -
¿Y ha de ser vicioso decir voy á por agua? Creo que no: si no lo es vengo
de por agita, pues vengo por agua puede significar vengo por mar ó vengo á por
agua, por qué voy á por agua ha de ser vicioso? No veo razón para condenar
este uso vulgar castellano.
-No hallo más que decir en este capítulo. Lo referente al artículo se pres-
ta á curiosos y sabrosos comentarios; pero debe saber el lector que para me-
terse en tales disquisiciones se necesita no pequeño aparato de ideas y no-
ciones metafísicas, que no todos entienden. Yo no he querido extenderme
más ahora, porque no lo creo necesario.
Artículo 2."— Conjunciones.
149. Las verdaderas conjunciones todas son átonas, y todas se colocan
antes del segundo elemento, pues no tienen otro oficio que imir. Estas con-
junciones propiamente dichas son las siguientes, todas simples, ó compues-
tas de preposición y que.
1." Copulativas = y, e, ni. Que es conjunción relativa.
2.° Disyuntivas = o, u.
3.*^ Adversativas = ma^, pero, aunque, sino. Aunque compuesto do ad-
verbio y que.
4.** Condicionales = si, como (con subjuntivo).
5." Causales = porque, pues, romo.
fi." Continuativas =j)Me«f.
7." Finales = para que.
8." Ilativas = luego, conque, pues.
No admito conjunciones comparativas. Todas las demás (^ue rezan las
íiramáticas son puros adverbios ó frases conjuntivas.
150. Notas. — 1.* La conjunción y es tónica al principio de pregunta di-
recta, V. gr., A Y tíX? ¿Y HiginioY
2.* Los adverbios mas y menos son átonos en el uso vulgar cuando so
usan como conjunciones sumando ó restando; v. gr., 7 was o, igual á l'^: 12
m^nos 7, igual á o.
3.* Malamente acentúan algunos las conjunciones adversativas más, em-
pero, sirio (sed latino ó tiisiJ.Y también los gallegos acentúan malamente
aunque, que debo sor átono sogun el uso de las personas doctas de Castilla-
1." La palabra romo so eini)loa á veces en lugar do la relativa que, y en-
tonces os también .itona.
El rey mo envia á avisaros
Como mañana os espora (Cañizares, 642)
Poro si el r-í/mo tuviese carácter interrogativo ó dubitativo, es adverbio
de modo, y os tónicf); v. gr.,
¿Xo vois, Don Egae,
Cómo rae voy enmendando?
- 137 -
5.® La conjunción adA'-ersativa compuesta mas que, es también átona:
Galera y el mvindo todo
Mas que se queme y se abrase. (Calderón, 3.", 964).
El mas que, en este ejemplo, está mal colocado).
Y dice: Si ésta me falta,
Mas que todas se oscurezcan. (Avellano, 550) (1).
Mas que, se usa también apostando y es átona:
Al que se Ueva me atengo.
¿Mas que no tiene seis cuartos? (Tirso, 132).
Otro ejemplo aun más claro:
Pues ¿mas que no la descifra
Rodamonte aragonés
Con más elegancia? (Caro, D.» Ana, 128').
6.* El adverbio antes también se usa como conjunción adversativa, y en
alguna^ parte he oído pronunciarla átona; pero no sé si con razón ó sin ella:
los castellanos de por acá la pronunciamos tónica (2).
7.* La conjunción compuesta causal y adversativa jpwesío que, debe, na-
turalmente, ser tónica en su primer elemento; pero el uso común la hace
átona, á no ser que el puesto se tome como participio. En la equivalente su-
puesto que, creo que no se prescinde del carácter participial del supuesto, y
que con razón se pronuncia siempre tónico. Por los versos no es fácil de-
mostrar si esos participios en tales frases conjuntivas son átonos ó tónicos.
Y aunque pudiera citar muchos versos terminados en puesto y supuesto, no
lo hago: sólo digo que me parecen poco bien los tales versos, por la unión
íntima que exige el que siguiente con ellos.
8.* La continuativa pues puede posponerse á alguna ó algunas palabras
de la frase; v. gr., digo pues, que, etc.; ó no creo, pues, que, etc. En este caso es
tónica, lo mismo que cuando es adverbio de afirmación, de cuyo carácter no
dista mucho cuando se pospone, aun siendo conjunción.
9.* En las demás locuciones conjuntivas, cada palabra será átona ó tó-
nica, según la especie á que pertenezca,
Aetículo 3.° — Vocablos relativos
151, Relativo en Gramática es un término de ima proposición subordi-
nada, que representa á otro de la proposición principal, de que aquélla de-
pende.
(1) Varias veces se encuentra en la Biblioteca malamente acentuado el mas.
(2) Valga por lo que sea, allá va este ejemplo de Calleja (533'):
Mas aun con esto no cesa
De sa empeño el Señor; antes (sic)
Le da de su amor más nuevas.
Por lo visto, Hartzenbusch también acentuaba ánfes.
- 138 -
Proposición subordinada es la que depende de otra, cuyo sentido comple-
ta, la cual se llama principal: v. gr.. El león mandó al asno (principal) qi4£ re-
buznara (subordinada).
Las oraciones en que entra un relativo se llaman incidentales, y sirven
para explicar ó determinar el tónnino representado.
Este se llama antecedente, y el representante (que es el relativo), consi-
fjmente. Cuando antecedente y consiguiente son los dos términos de una
comparación, ambos son correlativos.
Claro es que los pronombres de todas clases pueden representar térmi-
nos de otra proposición; pero sólo los relativos lo hacen subordinando su
proposición á otra, y jamás caben en oraciones absolutas, ó sea, las que ha-
cen sentido completo por sí solas. Y para entender bien lo que voy cá decir,
es necesario dar algunas nociones metafísicas.
La comparación es de dos clases: de igualdad y de desigualdad. Igualdad es
la unidad en la cantidad, la cual puede ser cantidad de magyiifud, ó de nú-
mey-Q, ó de virtud, ó die perfección en una cualidad. Es decir, que cosas igua-
les son las que tienen la misma magnitud, ó número, ó virtud ó perfección.
La semejanza es la unidad en la cualidad: de suerte que semejantes son las
cosas que tienen una misma cualidad, aunque no sea en el mismo grado. To-
das las cosas iguales son semejantes, á lo menos en la cantidad; mas no to-
das las cosas semejantes son iguales
Esto supuesto, examinemos los relativos castellanos.
152. Relativos castellanos. — Los relativos tienen todos el mismo origen,
íiue es el pronombre que, en latin qui: su raíz es ka ó Ici, y su radical primi-
tiva, qu.
Los relativos, como tales, todos son átonos. Do los numerosos derivados
que en latin tiene el qui, el castellano conserva los siguientes: y ninguno de
ellos admite delante de sí el artículo, con una excepción que ahora ve-
remos.
1." El pronombre que. Carece de género y número y sirve para todas las
personas. El artículo que á veces le sirve de antecedente, según lo dicho
'^núm. 147), pertenece realmente á la oración principal.
2." El pronombre quien. Naturalmente exige que su antecedente sea
persona, y no cosa personificada por ol artículo. Tiene plural; pero algunas
veces se usa en singular detrás de antecedente plural; v. gr., T^ns primeros
con quien topamos (Fajardo).
3.° El pronombre y adjetivo cual. Carece de género, peni tiene plural,
('aando su antecedente es tal, expreso <> suplido, nunca lleva artículo y es
átono: en otro caso, va siempre precedido do artículo y es tónico. La razón
de esta diferencia es, según entiendo, que cual, del latino qualis, aunque pa-
labra relativa, es primariamente ad.jotivo, y el único calificativo transcen-
dental; como que de él se deriva la palabra cualidad, que os una do las ca-
tegorías filosóficas. Y como todo ad^jotivo tiene do suyo suposición absoluta,
cuando hace falta pasarle á la categoría de sustancia ó persona, necesita
del artículo, que es quien tiene la virtud de personificar las cosas acciden-
— 139 -
tales. En virtud de esta transformación, se hace tónico, como toda palabra
átona personificada por el artículo.
4.*^ El adjetivo cuyo. Tiene género y número, y no es más que el geniti-
vo de que, quien ó cuál- Nunca lleva artículo, y jamás puede concertar con
su antecedente; en lo cual yerran muchos, diciendo, por ejemplo: Ardía una
casa, cuya casa, etc.
b° El adverbio de lugar donde ó do: en latin unde por cunde, la cual afé-
resis se demuestra comparándole con alicunde y necunde. La d inicial es eu-
fónica; donde por onde ó ende, formas arcaicas. Su antecedente es cualquiera
nombre ó adverbio de lugar, y á veces va oculto. Ejemplos:
En Jaén, donde resido
Yive clon Lope de Sosa. (Alcázar, 406').
Donde el dolor me inclina, vuelvo el paso. (Herrera, 320).
6." El adverbio de tiempo cuando: su antecedente natural es entonces,
ahora, y algunas veces van ocultos, ó detrás del relativo. Ejemplos:
Cuando de lo claro se retira
Al limbo de si mismo,
No está lejos de dar en barbarismo. (Lope, 5.° 202').
Cuando el alto solsticio se resuelve, etc., etc.
Entonces denodado el sulco echa
El marinero al mar. (Villaviciosa J., 584')
7.** El adjetivo y adverbio de igualdad cuanto: su antecedente es tanto
expreso delante ó detrás del cuanto, ó suplido; v. gr., Dime cuanto quieras,—
Tanto vales cuanto tienes.
8.° El adverbio de igualdad cualitativa cuan. Su antecedente es tan. El
cuan sólo sirve para correlativo de las igualdades cualitativas, y por esta
lazon sólo puede juntarse á los adjetivos calificativos y á los participios;
V. gr., Volvió tan rico, cuan pobre había llegado. Es de muy poco uso el cuan,
pues generalmente le sustituimos por como.
9.° El adverbio de igualdad y semejanza como, del latino quomodo.
a) Como adverbio de igualdad, le sirven de antecedentes: tanto, cuando
se refiere á la cantidad; tal y tan, refiriéndose á la cualidad; asi, refiriéndose
al modo. Algunas veces van ocultos, y asi repetido. Ejemplos:
Tengo tanta razón como tú. — Tal es mi casa, como yo la deseo. — Tan/also es
como ima mida. En el primer caso, como equivale á cuanta; en el segundo, á
cual: en el tercero á cuan (cuan jalsa es muía).
Hazlo como ayer (suple a.90. — Como lo dijo, así lo hizo.— Asi como el rayo
cruza de oriente á occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
b) Como adverbio de semejanza, el antecedente (ó cualidad) va expre-
sado por un adjetivo calificativo. Ejemplos:
El oro es amarillo como el limón. — María es hermosa como la luna, escogida
como el sol, terrible como los ejércitos ordenados en batalla.
Finalmente, el como tiene otros oficios menos importantes como adver-
- 140 -
bio, y sirve también de conjunción de varias clases. En todo caso es pala-
bra átona.
10. La conjunción relativa que: en latin quam, quod, quia, ut, uti {=cutr,
de qui). Es falso que esta conjunción sea copulativa, pues no es otra cosa que
el mismo pronombre relativo que, y como tal relativo representa siempre
alguna cosa. Mas como su antecedente en muchos casos es un demostrativo
oculto, ó una cantidad ó cualidad indeterminada, gramaticalmente parece
que no tiene antecedente; y por esto se le ha dado en tales casos el nombre
de conjunción.
La discusión y aplicación de esta doctrina supondría un tratado comple-
to de Sintaxis; y así, la dejo sin meterme en más honduras. Pero conste que
acerca de esto hay mucho y bueno que decir.
153. Notas.— 1.^ Los pronombres indefinidos compuestos cmilquiera y
quienquiera son también relativos en su primer elemento, y llevan el acento
en el segundo, como las demás palabras compuestas de algún elemento tó-
nico. También es relativo el adverbio doquiera.
El apocopado cuaJque es tónico en la á.
2.* El adverbio casi ó cuasi se deriva también del relativo, y equivale á
como si (latin quasi=quam si). Sin embargo, en castellano ha perdido, al pare-
cer, su carácter relativo, y así no es fácil determinar si es tónico ó átono.
Este adverbio puede posponerse, en cuyo caso indudablemente es adverbio
tónico; V. gr.:
¿De dónde en mi que involuntaria casi
Resbale á la maldad súbitamente
La fácil voluntad? (Forner, 362')
Cuando se prepone, unos le hacen tónico y otros átono; mas el uso co-
mún en esta mi tierra de Castilla le hace átono, como queriendo recordar su
origen y significado relativo.
3.* El distributivo cada es también derivado del relativo, pero no es tér-
mino relativo, sino adjetivo ó adverbio absoluto. Muchos le hacen átono:
pero los castellanos de por acá le hacemos tónico, y creo quo con ^-azon. Sin
embargo, no es correcto colocarle en final de verso; v. gr.:
Que no son de perder cada
ViRÍta catorce cuartos. (Zanmrn, 440').
En la frase adverbial rada y cuando, ambos son t iiicos, aunque así pare-
cen ambos relativos.' v. gi*.
Y yo con olios me junto
Cada y ciuitido que barrunto
Cosas que contra mi soan. (Mendoza, 78).
4.* El adverbio de tiempo mientras, derivado del latino interim = entre'
tanto, tiene dos significaciones. La primera es esta misma do interim, y es
- 141 -
significación absoluta, la cual no hace subordinada la oración en que se
halla. La segunda es entretanto que, y es relativa. Véase este ejemplo de
Jáuregui, 144':
Yo siguiendo un lobo,
Me embosqué en lo profundo de la selva
Tanto, que lo perdí de rastro; y mientras
Volverme procuraba al mismo puesto
Donde partí primero^ el lobo miro.
Si suprimimos estas tres palabras últimas, el mientras tiene la primera
significación, y el verbo procuraba, hace oración absoluta. Pero añadiendo el
lobo miro, se ve que el mientras tiene sentido relativo, y equivale á miro el
lobo al tiempo que procuraba, etc., y hace oración subordinada.
Digo, pues, que tnientras es tónico cuando es adverbio absoluto; y átono
cuando es relativo, lo cual se conoce en la subordinación del verbo que le
sigue. Y este es el uso vulgar en Castilla.
DigOj^demás, que mientras es á veces preposición, y tiene entonces mu-
cha semejanza con hasta y entre. Es preposición, cuando precede á la conjun-
ción que ó al adjetivo tanto; ó á un sustantivo; v. gr.: Mientras la cena. — Es-
táte aquí mientras tanto = entretanto. — Esperad mientras que se hace la comida=
á que se haga, ó hasta que se haga.
Así entiendo yo la naturaleza de este término; y añado que también es
átono cuando es preposición. De donde se infiere que Hartzenbusch y otros
que acentuaban siempre mientras, distinguían poco de colores.
5.* Los pronombres indefinidos alguien, alguno, se derivan también del
relativo; pero ellos no son relativos. Por tanto, son tónicos como los demás
indefinidos.
154. Palabras interrogativas. — Los términos relativos ^¿¿6 (pronombre),
cual, quien, cuyo, como; donde, cuan, cuando y cuanto, son frecuentemente par-
tículas interrogativas, admirativas ó indefinidas: y en este caso dejan de ser
relativas y son todas fuertemente tónicas. Ejemplos:
¿Qué quieres que haga? — ¡Qué bien lo haces! — No sé cuál de los dos es
mi primo.
Alcázar, 414
Esclavo soy, pero cuyo
Eso no lo diré yo;
Pues cuyo soy me mandó
Que no diga que soy suyo.
Iriarte, 55-
He reñido á un hostelero.
— ¿Por qué? ¿dónde? ¿cuándo? ¿cómo?
- Porque donde cuando como
Sirven mal, me desespero.
Todas llevan acento ortográfico, para distinguirlas de sí mismas cuando
son relativas.
Nüta. — ha. partícula qué, interrogativa, es frecuentemente adverbio de
cantidad, equivalente á cuan ó cuanto: v. gr.: ¡Qué hermosos son, oh Israel, tus
tabernáculos!
- 142 —
CAPÍTULO II
Palabras compuestas.
Artículo 1.°— Palabras castellanas
155. Los compuestos puramente castellanos tienen, generalmente, un
solo acento, y éste se coloca siempre en el último elemento; v. gr., enhora-
buena, buenaventura, estotro, e^^óti'o, maltratar, etc.
Vaivén (no va y ven): Lope, I.'', 411"— Rojas, 344.
Desaventurado: Tirso, 530". — Carivinagre: Id., 480".
Señora ajeita-retáblos: Tirso, 495'.
Siete -durmiente, uno-volante: Calderón, 2.". 277'.
Pisaverde j pisapardo: Id., Ib., 632'.
Malaventura: Yegaa, A96' .—Reeiennacido: Arjona J., 103', 122':
Dentipostiza y trencicaiui: Quirós P., 421".
Campos-santos: Arjona M., 548. — Siempre viva: Reinoso,'281.
Simve-oliente (con dipt.i: Noroña, 496'.
Sacabuche, saca-mete, roynpe-esquinas, mata-siete: Villarroel, 86'.
. Medio matar: Calderón, 4.°, 25". — Medio hombre y medio fiera: Góngo-
ra, 460'. — El Océano, medio mar, medio ría: Góngora, 470'.
Medio riendo: Anón. XVI, 436'.— J/erf/o vivo: Arjona J., 75, 117 , 120.
Media mujer (aquí el media es adjetivo y no adverbio, como en los ante-
riores ejemplos), véase el verso íntegro:
Y que media mujer ea medio infierno. (Alonso, G70';
Ambos medios aquí son tónicos, sin disputa ninguna.
Calderón, 3,", 601"
Según la razón me enseña,
En una duda tan honda,
Filis es carirredonda,
Pocris 68 car iagui leña.
Y si el moño, que tal vez
Suele engañar, no me engaña,
Filis es pelicastaña,
Y Pocris es pelinuez.
En sus barnizados mapas
Tienen loa ojos ingratos,
La una de arrebatagatos,
La otra de arrebatacapas.
Id., ib., 686
iQuél ¿Piensa usted que era sola
La quita-retratos? iBueno!
Pues también hay quita-libros.
Corre-ve-dile: Calderón, S.*', \0\'— Sánalo-todo: Moreto, 205".
156. A"^ote.9.— No es fácil explicar distintamente la naturaleza y coloca-
ción del acento en todos los vocablos compuestos que pueden ocurrir. Yo,
según lo que entiendo, haré las siguientes observaciones:
1." Cuando los dos elementos son átonos, también lo es el compuesto;
v. gr., del, al, porque, aunque.
2." Cuando ol primor elemento os de suyo átono, la cuestión es clara, y
no necesita explicaciones; v. gr., perdurable, antifaz, cualquiera.
- 143 -
B.* Cuando el primer elemento está alterado en su forma natural, es
siempre átono; v. gr., carivinagre, hociquirr orno, patitieso, bendecir, boquirrubio,
manirroto, mantato, pediluvio, rabicorto.
4." Los adverbios en mente son ditónicos; v. gr., hábilmente, velozmente:
y el primer elemento se acentúa ortográficamente, cuando lo necesite, se-
gún las reglas del acento.
5.* Cuando ambos elementos son de suyo tónicos, debe distinguirse:
a) Hay palabras cuyos elementos son naturalmente inseparables, por-
que los dos juntos forman un solo nombre ó adjetivo: tales son aquellos
cuyo primer elemento es y Qrho: pisaverde, catavinos, sacatrapos; y otros va-
rios, especialmente nombres propios, v. gr.. Buenaventura, Fuenteovejuna,
Nueva España, Buenavista, Torrevieja. El primer elemento de éstos es siem-
pre átono, aunque se escriban separados, ó unidos por guión (1).
b) Otras hay cuyos elementos son separables ó inseparables, según el
sentido en que se tomen y la intención del que habla: tales son malgastar,
bien aventurado, mal aventurado (sic Hurtado Luis, 11, 29; Castellanos, 546),
todopodei'oso, todavía, malquerer, maltratar. Padre nuestro, Ave María, enhora-
buena, bienvenida, etc., etc. Si los elementos de estas dicciones se conside-
ran separables y separados, ambos son tónicos: si se los considera unidos, el
primero es átono. Así, pues, no puede reprenderse el hacer ditónicos los vo-
cablos bienaventurado, malaventurado, malquisto, bien quisto, mal gastado, mal
tratado, bien venido, cuando son predicados, Malgastado y maltratado como
participios unidos al auxiliar haber, no son ditónicos. Malquisto, presente del
verbo malquistar, tampoco es ditónico; ni Bienveyíido nombre propio.
Rezando, se harán tónicos Padre y Ave; en la locución el Padre nuestro,
el Ave María, en singular, es libre hacerlos tónicos ó átonos; en plural, de-
ben hacerse átonos: siete Padrenuestros, diez Avemarias.
En la frase: que sea enhorabueua, esta dicción debe ser ditónica: en esta
otra: te doy la enhorabuena, hora será átona.
Todopoderoso y todavía se escribían en lo antiguo frecuentemente con los
elementos separados, lo cual prueba sus dos acentos. Hoy es también vul-
gar en Castilla hacerlas ditónicas. Sin embargo, no creo que pueda nadie,
con razón suficiente, exigir que se les dé uno ó ambos acentos. In dubiis, li-
bertas.
Medio, equivalente á semi, es átono; cuando es rigurosamente adjetivo, es
tónico, según ya dijimos.
El adverbio asimismo es también ditónico; ó al menos deberá decirse que
el mismo es subtónico. Darle un solo acento en el mismo, es gravemente
vicioso.
Nota.—^ii estas minuciosidades conocerá el lector cuan reprensible es el
atrevimiento de quien, sin conocer estas delicadezas eufónicas, se mete á
corregir la acentuación de los castellanos viejos. Y no menos reprensible es
(1) Si á estos nombres propios se les antepone el articulo, ambos elementos son tónicos, puei dejan
de ser compuestos: la Nueva España; la huena ventura.
- 144 -
la regla de la Academia (pág. 339;: «Las palabras que se componen de dos
elementos distintos (¿qué querrá decir este distintos?) y separables en nues-
tro idioma, llevan dos acentos prosódicos...; como carilargo, destripaterrones
paracaídas.-» Si nos detuviéramos á explicar y aplicar esta regla, ¡qué de ga-
zapos cazaríamos!
Ahtículo 2.°— Palabbas latinas
157. Los compuestos latinos tienen un solo acento, el cual depende de
la cantidad de la penúltima sílaba. Si el segundo elemento es trisílabo, vor-
bi-gracia, inválido, ultramontano, no hay dificultad alguna, ni tratamos do
eso. La dificultad está en los compuestos cuyo segundo olomonto os disílabo:
si la primera sílaba es breve, el acento estará en la última sílaba del primor
elemento; si la primera del segundo es larga, en ella cargará la acentuación.
Si el lector estuviera enterado de la cantidad de las sílabas latinas, nada
tendríamos que añadir; pero en gracia de los ignorantes, daremos el catálo-
go de los compuestos esdrújulos más principales:
1. Compuestos de cola (de cola = cultivar): agrícola, vinícola, apícola,
etcétera.
2. fero, ( = llevar): mamífero, cnicífero, conifera, fructífero, etc.
3. fice, f ico (de Jacio = hacer): artífice, prolífico, magnífico, ote.
4. Jrago (do /rango = quebrar): naufrago, osifrago.
5. Jugo ( — huir): prófugo, lucífugo, etc. Malamonto dijo VillaViciosa J.,
ranijúga (582).
6. geno, (de geno = engendrar): oxígonr», hidrógeno, halógeno, etc.
7. gero ( = llevar): alígero.
8. grado (do gradas = paso): centígrado, retrógrado, ote. Mal dijo Car-
vajal retrogrado (573).
9- locuo (de loquor = hablar*: grandílocuo, multílocuo, ventrílocuo, etc.
10. mano (de manus = mano): bímano, cuadn'unano, contíinano, longímn-
no, etc.
11. para, 2)aro (de jjario = parir): ovíparo, vivíparo, puérpera, víbora, ote.
12. so?io (de sonus = sonido): alísono, altísono, belísono, cónsono, dísono,
dulcísono, horrísono, undísono, unísono. Unisón es mal dicho.
13. vago (de ragiis = v&g;o): solívago, noctivago, hondívago (1), undívago-
14. voco (= llamar): equívoco, unívoco. El sustantivo cgít/róco se deriva
del verso equivocar.
15. voló (de i^elle = querer): benévolo, niabnolo.
16. yugo (do jungo = unir): conyugo.
17. ito (de itum, supino de íre = ir): ámbito, éxito, circuito, introito (ésta
no es esdrújula, por ol diptongo oi), óbito, tránsito.
No se cuentan aquí los verbos, todos los cuales se rigen por una proso-
dia ospocial, como voremos.
(1) Mal montivagu: Jovellauut, 7.
- 145 -
De algunos compuestos particulares nos liaremos cargo cuando tratemos
de la prosodia de los nombres.
AeTÍCULO 3.° — P ALABEAS GRIEGAS
158. El acento de los compuestos griegos se rige, como en los latino?,
por la cantidad, pero no siempre.
Pondremos un breve catálogo de los esdrújulos más usados en caste-
llano.
1. Compuestos terminados en bole, hola, bolo, (de páXXw = lanzar): hipérbo-
le, hipérbola, parábola, símbolo.
2. bata, baton (de ^aívw = andar): acróbata, hipérbaton.
3. braco (de Ppa/ú(^ = breve): tríbraco, anfíbraco.
4. cope, copa (de xótito) = cortar); síncopa, apócope, etc.
5. crata, crates (de xpaxrí = imperio): demócrata^ aristócratar, Sócrates,
etcétera.
6. crono (de ypóvor = tiempo): isócrono, síncrono.
7. dosis, doto (de otoco[jLt = dar): apódosis, antídoto.
8. dromo (de opó¡j.of = camino): hipódromo, velódromo, i^ródromo.
9. deton (de oéw = ligar): asíndeton, polisíndeton.
-10. . edra, cdro (de £Ópa = cara, asiento): cátedi'a, diedro, poliedro, tetraedro,
etcétera.
11. Jago (de tpáya) = comer): esófago, antroi)úfago , sarcófago.
12. Janes, Jano (de (¡.ab/w = mostrar): Epífanes, Teófanes, diáfano.
13. foro, Jora (de cpépcú = llevar): fósforo, metáfora, Telésforo (el uso vul-
gar le hace grave), etc.
14. filo (de «p'-Xor = amante): Teófilo, demonio.
15. Jisis (de cpúw = crecer): diáfisis, epífisis, apófisis.
16. jobo (de cpó^o^ = temor); hidrófobo, Deífobo.
17. fona, fono (de cpwvéw = sonar, dar voces): antífona, teléfono, micrófono,
fotófono, etc. (Aquí el acento no va según la cantidad).
18. frasis (««páat^ =diccion): perífrasis, antífrasis.
19. gamo (de vái-no^ = boda): criptógamo, bigamo, x^olígamo.
20. genes, geno (de yT'»;-'-^' = engendrar): oxígeno, etc., Protógenes, etc.
21. gono (de y¿)vo^ == ángulo): polígono, i)entágono, etc. (Aquí el acento
tampoco va según la cantidad).
22. grajo (de Ypácpiü = escribir): epígrafe, autógrafo, telégrafo, liológrafo,
fonógrafo, meteorógTafo, topógrafo, taquígrafo, párrafo (= parágrafo), etc.
23. /a¿;o-« (de Xaij.Sávw ^ tomar): sílaba.
24. Usis (de Xúw = disolver): análisis, diálisis, parálisis, electrólisis (mal
lo pronuncian vulgarmente llano), etc.
25. litro (de Xkpa = libra): decalitro, hectolitro, etc.
26. logo (de XóYog- = palabra, discurso): análogo, diálogo, prólogo, decálo-
go, hom logo, epílogo, apólogo, filólogo, teólogo, etc.
10
- 146 -
27. Uto (de Xi6oc = piedra): crisólito, aerolito. No sé por qué á éste se le
hace vulgarmente grave.
28. maco (de u-á/ojiat = luchar): icón 'maco, taurómaco, Telémaco, etc.
29. inetro (de (jitpov = medida ) : termómetro, densímetro, electrómetro,
exámetro, decámetro, etc., etc.
30. noyno (de vó;í.oc = ley, medida): ecónomo, astrónomo, autónomo, agró-
nomo, metrónomo, gastrónomo, etc.
31. odo (de óooc = camino); método, sínodo, éxodo, período fl\ etc.
Y conforme á éstos deben ser esdrújulos también: ánodo, ráfodo, electro-
do, aunque ordinariamente los pronuncian graves.
32. pedo , poda , pode (de ttoú^, t.o^jík; = pie): solípedo, bípedo, antípoda, trí-
pode, caprípede, trébedes.
33. polis (de TtóXic = ciudad): acrópolis, necrópolis, pentápolis, decápolis.
Ñapóles, Heliópolis, etc.
34. scopo (de ffy.oréw = mirar): baróscopo, higróscopo, horóscopo.
35. stilo (de u-cúXoc = columna): sístilo, diástilo. Según esto, debía decirse
peristilo y no peristilo.
36. stole (de <jzí\)m = enviar), sístole, diástole.
37. stíco (de axí/oc = verso): dístico, acróstico.
38. stroje, strojo (de (jTpéffw = volver): apostrofe, apóstrofo, anástrofe, ca-
tástrofe, etc.
39. tesis (de tIOt^uii — - poner): metátesis, antítesis, epéntesis, prótesis, hipó-
tesis, síntesis, epíteto, etc. Es muy de notar que esto último vocablo, aunque
debe ser esdrújulo segua todas las leyes prosódicas, sin embargo, en nues-
tros poetas se lialla siempre grave, hasta el P. Isla, que le usa ya esdrújulo.
Véanse Cueva. XVI, 51G-Góngora, 519'-Lope, 1.", 251 -Id., 3.°, 61 -Tirso,
215' — Alarcon, 479"- Vólez (Luis), 118" -Que vedo, 2(i3', 335'- Vil la vicio-
sa (Seb.), 458'-Calderon, 2.^ 135-Polo, 192', 193', 207'-Iríarto (T.), 29- Mo-
rat n (L.), 580.
Y porque otra llamó á un criado chido,
Dijo que aquel epíteto era nulo. (Isla, 198').
40.- tome, tomo (de -céij-vü) = cortar): epítome, átomo.
41. tono (do T^jvor = tono, intensidad): átono, monótono. Conforme á éstas
deben ser también esdn'ijulas trítono y semitono: pero el uso vulgar las hace
graves; véase trítono en Iriarto, 57.
42. ptero (de Trxepóv = ala): coleóptero, díptero, etc.
Y basta de griego: que aunque lo dicho es poco, no tengo libros (ni hu-
mor) para hacer un catálogo completo. Sólo quiero que el lector advierta
que no todos los vocablos terminados, por ejemplo, en bolo ó bola, son com-
(1) Muere k ti mismo, y vivir&fi contento
Vifla quo on sus periodos no dura. ((KSmoí TnjmlB, 637).
Léese tambían periodo ph Oñinfora. 464', 478 bis -Calderón, LVIII, 8«7'.-Td. ¿.". 231— Lope, 5.", á40' -
Vin*rrool,67"— Vaca, 299 -Iriarto, T. 67'— Fornor, !W6, 372'— Lista, 3H3, .187. Hon.^>uos, viciosos los caHO»
•lue hallamos do poriódo con sint^rosii: Val buena, lül' ,\rriajrn. l"l H\iriío«. 444 —Tapia, 078 -Pt^roí dp
Camino, 729.
- 147 ■
puestos griegos; por tanto, antes de decidir si un vocablo cae bajo la regla
de estos compuestos, mire bien si lo es, y de qué.
Finalmente, hay en castellano palabras compuestas del árabe; pero todas
ellas tienen un solo acento, como si fueran simples. De éstas nada me atre-
vo á decir.
CAPITULO III
Del verbo.
La prosodia verbal es sumamente sencilla y uniforme en castellano; poro
antes de tratar de ella, voy á estampar aquí un tratadito de la conjugación
del verbo, que tengo escrito hace algunos años, con algunas observaciones
importantes para los que se dedican al estudio de la lengua latina.
159. Vej'bo es un vocablo que expresa acción ó estado con relación á
tiempo.
El verbo puede ser s^ustantivo, transitivo é intransitivo.
Sustantivo: es el signo de unión entre los términos del juicio. Es único en
castellano: ser.
Transitivo (de transiré = pasar;: aquél cuya acción puede recaer en otro
ser distinto del que la ejecuta. Se conoce en que se puede responder á la
pregunta ¿qué cosa? hecha ó enunciada detrás do él; v. gr., yo corto: ¿qué cosa?
un árbol, una flor, etc.
Intra7isítivo: aquél cuyo significado no puede recaer ó recibirse direc-
tamente en otro ser dist nto del que la ejecuta, ó en quien se verifica. Se
conoce en que no se puede responder á la pregunta ¿qué cosa? después de él;
y. gr., yo caigo, yo vengo, yo muero.
160. Notas. — 1.* Muchos verbos intransitivos pueden ser transitivos en
otra significación; v. gr., sui)ir y bajar, significando ir arriba y abajo, son in-
transitivos: significando llevar arriba j abajo, transitivos. En los poetas se ha-
llan algunos casos curiosos de esta especie. Véanse:
Entrarla (á una mujer) en el convento: Solís (Antonio), 37.
Llega otra silla, Leonor: Lope, 1.°, 367'.
Con su pie le ha florecido: Los Figueroas, 403'.
No estar parecida crece j yni pesar y mi mohina: Monteser 162.
Aquí he menesterme todo: Id., 170".
Así 08 necesito á no mentirme: Tirso, 492'.
Aunque yo alquilo la casa, \ no vivo sino el balcón: Calderón, 2.°, 279".
De un parto las desnació: Calderón, 3.**, 492'.
Aromas que arde reverentes la atención: Trillo, 94'.
Esa (la culpa) me arrice de frió: Vegas, 541.
Aparecerle (al Manzanares) muy anciano: Fomer, 346'.
Los verbos entrar y llegar, están autorizados como transitivos por el uso
- 148 -
de varios poetas y de algunas regiones de España: los demás, no: y así deben
tenerse por incorrectos tales ejemplos (1).
2.* Los verbos caer y quedar, que son intransitivos, los usan algunas
personas indoctas romo transitivos: mira que te caigo la gorra — Le quedó
amstado.
S.** El verbo coger, transitivo, se usa también como intransitivo equiva-
lente á caber:
Quieren que lioni-a y provecho
Coja en el saco. (Isla, 292')
Y á este modo liay algún otro, v. gr., dar: Las once dan ( = suenan).
Artículo 1.° — Accidentes del verbo
161. Te/ Mjw^ac/o/i.— Conjugar un verbo (de conjugare = ]\3iQ.Í2ir) es darle
las diversas inflexiones que puede tener, según el modo, tiempo, número y
persona.
El modo expresa cómo significa el verbo su acción: el tiempo, cuámlo so
verifica; el número, á cuántos se aplica; y la persona, á quién se aplica.
La conjugación ])Uode ser: 1.'^ Uanay perijrcu^tica. Llana so dice cuando
consiste en que una misma radical tome diversas terminaciones: jJí'/v/ríif^/m
(do perífrcms = rodeo), cuando el que so conjuga ó varía no es el verbo de
(jue se trata, sino el auxiliar que le acompaña.
2." Activa y pasiva. La activa (ó vo& activa) significa que el sujeto hace
^w//7^ ú obra: ] a pasiva significa que el sujeto padece (patitur) ó recibo lo
(¡Lie expresa el verbo.
A'o^fl.— Más adulante volveremos á tratar do esto. Ahora advierto que el
maestro que quiera que sus discípulos tengan ideas claras y distintas do las
cosas, debo procurar á toda costa que luiuca llamen activos á los verbos ni á
las oraciones en la voz activa, porque fácilmente confunden las dos ideas:
■activo con transitivo, y no son iguales.
íi." Conjugación regular os aquella ««n ([uo todas las inflexiones se ^for-
man según la regla general: irregular, aquella on ([ue, ó la radical no es in-
variable, ó las inflexiones no son todas C(mf(H-mes con la rogla general.
\'erl)os defectivos (de deflcere = faltar), son los que carecen de algunas in-
flexiones.
162. ^l/oí/o.s-.— Son seis: tres |)ersonales y tros inipoi-sonalos. Los perso-
)ialos toman distinta inflexión para cada persona; los imi)ersonales tienen la
misma terminación j)ara todas las personas. Todos olios loman distinta in-
flexión en cada tiempo.
El indicativo (do indicar) ommcia la significación del vci-lx) absolutamon-
to; pero con i'olacjon ;i ticmiio y ])orsona, como ostií dicho.
( I ) Kst» <"i 11 111 1 cli- I lis i-ri ri'ii'l i'i i'i ili'l r ull fiíiiusmo.
- 149 -
El imperativo (de imperare = mandar) dirige su significado á la segunda
persona, y sirve para mandar, aconsejar ó pedir positivamente: por lo cual
nunca lleva negación.
El subjuntivo (de suhjungere = jíoner detrás ó debajo) expresa la idea con
dependencia de otro verbo, muchas veces sobreentendido.
Modos impersonales: El infinitivo (de in privativo y /?n/re = limitar)
enuncia la idea en abstracto. Carece de género y número.
El gerundio (de gerundi \)oy gerendi = de hacer) aplica al sujeto su signi-
ficado á modo de cualidad abstracta, como el adverbio. Carece, pues, de gé-
nero y número (1).
'SA participio {áe particeps = partícipe) ó verbo adjetivado, aplica al suje-
to su significado á modo de cualidad concreta, como el adjetivo. Tiene, pues,
género y número; pero cuando se junta al auxiliar haber, carece de dichos
accidentes.
163. Tiempos. — Son tres princiiDales:
presente (de praesens = lo que está á la vista).
pretérito (de praeterire = pasar) lo que ya pasó.
futuro (de futurum = lo que será ó sucederá).
En los modos indicativo y subjuntivo, cada tiemjío principal comprendo
dos, en este orden: j^resente y pretérito imperfecto; pretérito (perfecto) y
pretérito pluscuamperfecto; futuro (imperfecto) y futuro perfecto.
Nota. — La significación de cada tiempo en el modo indicativo, es esta:
Presente lo presente, como tal, v. gr soy.
Pretérito imperfecto lo presente en el tiempo pasado . . . era.
Pretérito lo pasado en el tiempo presente . . . Jui.
Pretérito pluscuamperfecto . lo pasado en el tiempo pasado .... había sido.
Futuro. lo presente en el tiempo futuro.. . . seré.
Futuro perfecto lo pasado en el tiempo futuro habré sido.
Por esto sería más filosófico, sencillo y breA'e dar á los tiempos estos
nombres: presente, antepresente; pretérito, antepretérito; futuro, ante-
futuro.
El modo imiDerativo no tiene más tiemj)os que el presente.
El infinitivo, un presente y un pretérito: los futuros se suplen con el
presente y el f)retérito perifrásticos.
El gerundio, un presente y un pretérito: los futuros se suplen con el pre-
sente y el pretérito, ijerifrásticos (igual que el infinitivo).
El participio tiene actualmente una forma pasiva que se acomoda á to-
(í) La naturaleza del gerundio castellano es algo difícil de explicar, pues no es igual al gerundio
latino, el cual parece ser el mismo presente de infinitivo declinado por casos. El gerundio castellano
tiene carácter modal en miichos casos, y en tal sentido es como el ablativo del gerundio latino, del
cual es derivado: Pero se debe notar qixe generalmente el gerundio castolJano es equivalente al parti-
cipio activo de presente latino, y que estos participios han casi des-aparecido en castellano, poniéndo-
se en lugar de ellos el gerundio. De aquí se infiere que es una especie de participio indeclinable, ó de
adverbio, que se acomoda á todos los géneros, números y personas, al modo que el adverbio mct? susti-
tuye al adjetivo malo en frases coiuo estas: estoy mal = estoy malo; vengo mil = vengo malo ó enfermo. Asi pa-
rece explicarse bien la equivalencia de estas otras: soy oyente de Don Fulano = estoy oyendo... etc. ; los e«(!<-
dianfes de Retórica = los que.están estudiando Retórica.
— 150 -
dos los tiempos. Algunos tuvieron antes una forma activa de presente, como
en latin; pero ya no se usa como participio, sino como adjetivo.
Tiempo simple es el que consta de un solo vocablo, como amé.
— compuesto^ el que consta de dos ó más, como he amado.
164. Género, número y persona.
1.° Ningún modo del verbo tiene género, sino el participio, como está
dicho (núm. 162).
2.° Los números son dos, como en los nombres, singular y plural (de >f//í-
guU = cada uno, y piares = muchos).
3." Las personas son tres en cada número, correspondientes á los pro-
nombres personales.
El modo imperativo no admite más que la segunda persona en cada nú-
mero. El infinitivo y el gerundio carecen de número.
Los modos impersonales carecen de persona, ó mejor dicho, prescinden
de ella; pues una misma forma sirve para todas las personas.
4.° Por razón de las personas hay verbos:
unipersonales, que sólo tienen la tercera persona en cada número;
é impersonales, que sólo admiten la tercera de singular, y carecen grama-
ticalmente de sujeto, como llueve, se vino, se duerme, etc.,
Más adelante trataremos de todos estos verbos,
Aetículo 2.°— Conjugación regular
165. Radical y aumentos.— Treíi son las conjugaciones regulares, según
f|ue el infinitivo termine en ar, er, ir. Las letras que quedan, separada esta
terminación, forman la radical del verbo.
En cada tiempo se aiíade á esta radical algo que le distingue de los do-
mas tiempos, y puede llamarse aumento temporal.
A este aumento se sobreañaden las letras que distinguen unas personas
de otras, y constituyen e\. aumento personal.
Los aumentos temporal y personal juntos, componen una terminación, o
inflexión, ó desinencia, ó Jornia completa (1).
166. El aumento temporal no es igual en todas las personas de los pre-
sentes de indicativo é imperativo, y del pretérito de indicativo, como so
verá en ^1 cuadro que después pondremos.
Los aumentos personales del pretérito de indicativo y del imperativo
no son los mismos que tienen los demás tiempos: los de éstos son los si-
guientes:
S¡n(ftilar
1.* 2.^^ a*
Aum. personales » ^ »
Ejemplos ame, amo-s, ame; ame-mos, amé-is, amo-n
El am es la radical del verbo; la e, ol aumento temporal.
(1) No hfthlo de iara>trriiihr(u, por ner rosa intrincada, é inútil on castenaiio.
— 151 -
Notas.— 1.^ Las primeras y terceras personas del singular carecen de
aumento personal.
2.* El is de la 2.* de plural era antiguamente des; v. gr.
Sí me Uevades, llevedes \ Como no me matedes (López de Ubeda, 87).
167. Advertencias acerca del cuadro siguiente.
1.* La rayita horizontal — indica que se ponga allí la radical del verbo
que se conjuga.
2.* Aunque las conjugaciones son tres, sin embargo, las reduzco á dos,
porque la tercera no tiene más que cuatro terminaciones distintas de las de
la 2.* Y así, cuando en el cuadro haya dos, la segunda es para la 3.* conju-
gación.
3.* En los tiempos que se componen del auxiliar haber, no hay más que
una sola conjugación para todos los verbos: el participio del verbo que se
conjugue, va señalado en el cuadro por un aspa X.
4.* Cuando en el cuadro no se ponga más que la primera persona, se
entiende que las demás se forman lo mismo, con sólo añadir los aumentos
personales.
5.* El futuro de indicativo y la segunda forma del imperfecto de sub
juntivo son realmente compuestos del infinitivo del verbo que se conjuga,
aíiadiendo para el primero, el presente del verbo haber (amar -he = amaré:
amar -has = amarás, etc.); y para la segunda, el imperfecto del citado verbo
(amar-hia (1) = amaría, amar -Mas = amarías, etc). El infinitivo va suplido
en el cuadro por una cruz -h.
(1) Imperfecto antiguo de haher.
168.
Cuadro de las tres
conjugaciones.
TIEMPO
1.»
2.» y 3.*
• -1
i> indicativo.
Frrf^ndr.
— o
--as
— a
— áraos
— ais
— a 11
— o ■
— es
— e
— émos — ímos
— éis — ís
— en
PreiirUo imperfecto.
1 — aba, etc
— ía, etc.
rretérito.
— é «1 h"'
— ásttí ó has
1 — ó ó ha
— amos ó hemos
— ásteis ó habéis
— áron ó han
X
X
X
X
X
X
— í ó he
— iste ó has
' — iú ó ha
— iinos ó hemos
' — ísteis ó habéis
— iéron ■') han
X
X
X
^ i Pretérito x>luscuamperfecto.
había x, etc.
Futuro.
-f- ás
+ á
-4- émos
-í- éis
-!- án
Futuro perfecto.
habré x, etc.
Modo imperativo
Presente.
a tú
á<l rcSoiros
— p tú
-- é'l i<l vosotros
Prrsnil<
--' e, etc.
— a etc.
Prrft'rilo iuiperfi <li
— ara, -j- ía, — a8<', etc. — lera, -{- ia, — ie-^^e, »'tc
a
s
s
O
•a
o
J'rfti'rito.
liaya x, <•!
Prrlíiitn píliftiKrnilJirrfrilii.
Futuro.
Futuro perfecto.
liul»icra, haltria y liubiese X, etc.
are, i'tc
— iére, etc
liubiere x, etc.
es
a
o
X
u
o
O
O
Jhfinitiro.
) Présenle.
I Prrt/'rifo.
n 1- \ Presente.
OerunavK ¡
I Pi ctérito.
f'iirtiiiiii'
— án.!(
— iéndo
liabien<lo X.
- 153 -
Xofas.^1.^ Es arcaísmo el cambio de la terminación ía en íe en los pre-
téritos imperfectos; v. gr., serie, habie por sería, había.
■ 2.* Es vicioso cambiar en astes, istes, las terminaciones aste, "'ste, de la,
2/'^ persona del pretérito. Antiguamente fué muy usado esto en la 2* perso-
na del plura ; \. gr., amastes, suhistes, por amasteis, subisteis.
B.^ Acerca del modo de sutijar los pronombres á los verbos, trataremos
en el capítulo siguiente.
169. Tiempos compuestos. — Se forman con los simples del verbo haber,
que por eso es llamado auxiliar: de suerte que el pretérito j)erfecto, el plus-
cuamperfecto y el futuro perfecto de cada modo, se forman respectivamen-
te con el presente, el imperfecto y el futuro del verbo haber.
El pretérito de indicativo tiene tres formas: una simple (amé, amaste, et-
cétera), y dos compuestas; la primera con el presente, y la segunda con el
pretérito del verbo haber (he amado, hube amado).
La primera es el pretérito histórico, y expresa la idea de un tiempo ya
limitado y concluido con relación al tiempo en que se habla; v. gr., Ayer es-
tuve de paseo. — César venció á Pompeyo.
La segunda se aplica á las acciones verificadas en tiempo pasado, pero
considerado como parte de un tiempo compuesto del pasado y del presen-
te; V. gr., este año no hemos cogido nueces. — Plegué á Dios que este año sea mcis
feliz que lo ha sido el pasculo (la falta de felicidad abarca^ no sólo el año i^asa-
do, sino también el momento en que se habla, aunque pertenece al año pre-
sente).
La tercera forma significa acción enteramente pasada cuando se verifica
otra también pasada; es decir, que equivale al pretérito pluscuamperfecto
en el sentido que expresa el siguiente ejemplo: Apenas hubo salido el sol,
nos pusimos en marcha = Apenas había salido el sol cuando nos pusimos en
marcha. No se usa más que en oraciones circunstanciales temporales.
170. Yerbos semejantes al auxiliar haber. — Los verbos tener, estar, dejar,
quedar, llevar, unidos al participio de otros verbos, tienen un oficio seme-
jante al del auxiliar haber; v. gr., tengo entendido que es asi ( = entiendo ó he
entendido). — Dejó dicho que volvería ( = di\]o).— Está tendido en el suelo ( =
yace). — Quedé pasmado de miedo ( = me pasmé). — Llevaron entendido que no
quieres ( = entendieron). Lo mismo el verbo estar con el gerundio; v. gr., estoy
leyendo { = leo); pero con el participio de los verbos transitivos, general-
mente equivale á la voz pasiva; v. gr., este libro ya está leído ( = ya ha sido
leído). El verbo ir con el gerundio, unas veces parece como auxiliar, v. gr., se-
gún iba leyendo ( = según leía); otras veces da al verbo un significado incoa-
tivo; v. gr., ya voy entendiéndolo ( = ya comienzo á entenderlo).
Nota.—Jja, resolución de estas y otras perífrasis en latin es bastante di-
fícil para los principiantes; y así deben enterarse bien de la doctrina aquí
expuesta, para que aprendan á resolverlas.
- J.M -
Abtícülo 3° — CoJíJUGACIOy ihregulab
171. Los verbos iiTegulares son muy numerosos; pero todas sus iiTsgu-
laridades pueden reducirse á siete.
~ Las formas primarias, en que radica la irregularidad de los verbos, son
b'es: la 1.* persona del presente; la 1.* del pretérito, y si ésta no es irregular,
la 3.*: finalmente, la 1.* del futuro: todas en el modo indicativo. Cuando al-
guna de estas formas primarias es irregular, arrastra consigo y hace irre-
gulares otras varias formas, que llamaremos consecuentes de la primaria. La
mayor dificultad está en que no pocos verbos de las conjugaciones 2.* y 3.*
tienen más de una irregularidad.
No es irregularidad el cambio de consonantes exigido por la pronuncia-
ción; ni el de la i en y entre dos vocales ó al principio de dicción; ni la adi-
ción de la h antes del diptongo ue inicial (véase núm. 68): por ejemplo, me-
zo, unjo, toque, oyendo, huyera, huelo, yerro. Si se escribiese cueco, ungo, toce,
oiendo, huiera, uelo, ierro, desaparecería la semejanza de sonidos ó resultaría
hiato, ó habría vicio en la escritura.
iVbte.— Este sistema de irregularidades es parecido al del Sr. Bello; pero
ni es igual, ni yo le he sacado de él. Este mi sistema, tal como va expuesto,
sin quitar ni poner una letra, estuvo concluido año y medio antes que yo
tuviese noticia de aquél.
172.
Cuadro de las irregularidades.
PRESENTE PRETÉRITO FUTURO
Cambio Interpo- i
i de siciou ó
!i e = ie i '^^^'^^o
i' i = ie 1 de
o = ue 1 consonan-
!! u = ue 1 ^^
3.*
Cambio
de
e en i \
4.* 5.^ 6.^ 7*
Son exclusivas de la \ ;!
tercera persona. i!
Supresión Cambio S^^onT
„ , . de la i de los Af, iptras >• i. •
Cambio ^;^*^„„^„ , ierras cambio ,
fififpni diptongos o aumento ,,„i„ „n„
,^? ^ ^^ ^ , ií>, io, después de sílabas i f -
o de 0 en ?< , ' ^,' • fj _ ¡^^ "^^'^U'^^ ba tónica
Presente
riego
r/egas
riega
riegan
perezco !
■A '
pido
pides
pide
piden
1
i
1
2
-
!: 1
dije
dijiste
dijo
diiimos
i 1
pidió
sintió
tañó
dijisteis II
& > i 1
pidieron
sintieron
tañeron
dijeron
Futuro
diré, etc.
sí
riega
pide
Presente
de subjuntivo
riegue
riegues
riegue
perezca
perezcas
perezca
perezcamos
perezcáis
perezcan
pida
pidas
pida
pidamos
pidáis
pidan
i
sintamos
sintáis
rieguen
o
u
4>
Vi
O
t
pidiera
...pidiese
etc
sintiera
sintiese, etc.
tañera... ta-
ñese, etc
dijera., di-
jese, etc.
. .diría. .
etc.
O
u
d
d
pidiere
etc
1
sintiere, etc
tañere, etc
dijere, etc
1 ©
•o
: §
1 "^
!
pidiendo
sintiendo
tañendo
1
- 156
En el cuadro precedente se ve en qué consiste cada irregularidad, y cuá-
les son sus consecuentes; en lo cual conviene fijarse muy bien. Las irregu-
laridades particulares que no se pueden clasificar, las iremos notando en el
catálogo siguiente. Debe también notarse que á veces ocurren dos irregula-
ridades en una misma forma; así en r/ñendo hay dos, la 3.* y la 5.*; pues de-
bía ser reñiendo.
173. Catálogo de los verbos irregulares.
Advertencias: 1.* Todo verbo compuesto sigue la conjugación regular ó
irregular de su simple, si otra cosa no se advierte,
2.* En este catálogo no se expresan los compuestos de otros compues-
tos, V. gr., desenterrar, desconcertar, de enterrar y concertar.
3.^ Las cifras indican el número de la irregularidad.
4." Ponepaos también aquí varios verbos regulares que pueden parecer
in^egulares, y los señalamos con imaR.
ij.** El asterisco * señala los verbos simples desusados en sí, pero usados
en sus compuestos.
174. Primera conjugación.
Verbos Irregularidad Compuestos Verbos Irregularidad Compuestos
/ Fres, doy^ das etc. .
\ Sub."r/(í.........R
I conjugación 6 /
andar, pret. anduve fi | des-
estar < estoy, estás, ote
(a). ..I estuve (5
Todos los demás verbos irregulares de
esta conjugación sólo admiten la 1.* irre-
gularidad,
abuñolar.
acezar (= jadear) .R
acrecentar,
adestrar (b) .
afretar R
agorar,
alebrarse.
alentar | dcs-
almorzar.
alongar (c) R ó I
amelgar
amolar.
amollar
aneblarse.
anegar (d)
apacentar.
aporcar (do pona ^sulcuV .
aportar (do parare = \\ovar).
apostar (do apuesta).
apostar {áo posta)
apretar
arregostarse
arrendar
asestar
atestar (= henchir"! R ó 1
atestar (= atestiguar) . . . .
azolar.
di>s-
ro-
des-
sulv
(a) Estar os propiamente mono.silabo stur, con la c (Mil'única. l'or eso tit-nc el acento
en la final y no en la radical éstas, ésta, etc.
(b) También hay adiestrar, regular.
(c) Alongar, verbo antiguo, es irregular, según la Acadoniin. Yn croo f|uc debe sor
regular, como su hermano prolongar.
(d) Véanse: Lope, 2.", 400"— Calderón, 4.", 431' .Melcmlez, IOS; y lodos los modor-
no8. Castellanos, 208', 359, 431 ', 4.53, y Oña, 407' le conjugan irregular.
Verbos Irregularidad
- 157 -
Compuestos Verbos
Irregularidad
Compuestos
bregar (a) E.
calentar | re-
cegar I obcecar.. . R .
( de- (b).
* contar (de /.oí;vór = nuevo). < en-
( re- (c)
cerrar | en-
*^«^^a^' ¡con-
cimentar.
^io<^ar ¡^;_
( es-
colar (del lat. colum). ...... .1 re-
( tras-
* colar (de rola) R gj^_
colgar I des-
* collar (del lat. collis) | ^gg_
^ TI T ,, s ( degollar.
'^ collar (de cuello) | pgj._ /^\
*■ comendar | j.q_
comentar R
comenzar,
confesar.
(su gemelo xyrofesar. . . .R).
contar \^^^'
\ re-
'a-(e).
con- (f ).
* cordar (de cor = corazón ) . | dis-
\ re-
\ tras-
\ a- (e).
"* cordar (do cuerda) < dos-
( en-
a-
/j \ \ des-
cornar (de cuerno) i en-
\man-
* corvar (de corvo) R '
costar (de coste).
í a- (g).
* costar (de coste = costado).' descostarse
(h)-
\ re-
cumplimentar R
chocar R
denostar.
dentar (de diente) |
derrengar (i) 1 ó R
desflecar (de fleco) R
desflocar (de flueco).
deslendrar.
desmajolar.
desmembrar.
desollar.
(a) Blanco, 660, le hace irregular.
(b) Decentar (=estrenar): Hurtado (Antonio), 424'— Lope, 5.", 289'. Adecentar — po-
ner decente, es regular, aunque Salazar le trae irregular.
(c) Regular, según Salazar; irregular según la Academia.
(d) Peí-collar^ de per collian, coger por el cuello, y por extensión coyer ó tomar., no se
halla en ol Diccionario, poro sí en Lope, 2.° 237''. Apercollar su compuesto, úsale Cubillo
como regular, 129'.
(e) Acordar es irregular en todas sus significaciones, según la Academia. Salazar
hace regular al segundo.
(f) Castellanos, 464', le conjuga regular.
(g) Acostar, significando arrimar á la costa ó ribera, es regular; véanse estos ejem-
])los: Mira que el barco se acosia (Lope, 4.°, 179') — Patrón, acosta la barca (Id., ib., 379).
Otros: Lope, 5.°, 516— Calderón, 3.°, 665".
(h) DeZ vM^^io se descuesta (Fr. Luis, 3') Descuesías (Noroña), 443).
(i) Regular: Oña, 406— Forner, 331"— Arríaza, 132'. Irregular: Tirso, LAT:II, 278'—
Ercilla, 42— Lope, 5.°, 387— G-óngora. 5.32'— Quevedo, 162— Zamora, 454.
Verbos Irregularidad
- 158 -
Compuestos Verbos
Irregularidad
Compuestos
desosar (deshueso),
des ó dispertar,
dospezar :,de pieza).
dolar.
emparentar (a),
empezar.
emporcar {de puerco).
encontrar,
encorar (de aiero).
encovar (de cueva).
engorar (de huero).
engrosar | des-
en ó inhestar.
enjugar R
cnlenzar.
ensangrentar,
entortar.
entregar (b) R
entroncar R
entrojar R
errar (yerro),
escarmentar.
escorzar R
estercolar (c) R
estregar 1 ó R | re-
ferrar(d) i^ \^?u
^ ^ I do.s- 1 ó R.
follar (de folium = lioja) . . . . R
follar (de fnlUñ ^= fuollo) a- (o).
^ íorar (de foro 6 foritm) R | a-
* forar (de fuero) j a-
forzar | ^^-
( re-
^''^^' !ír¡ns.
gobernar | des-
hacendar.
helar | des-
herbar I des-
herrar (de hierro) \ ^^'
herventar R
holgar.
hollar , re-
incensar,
infernar.
infestar R
invernar.
jalbegar (c) R 6 1 | en-
jimenzar (de simiente] .
jugar.
manifestar.
melar ! 5'^"
/ des-
* mendar S "'
I re-
morar ( = mezclar) R
ik 1 \ 6n-
* merdar ] ■
íja-
moblar ¡a- (f).
mostrar I de-
(a) Tirso, 3.56"'.
Cb) Eniriego (vicioso), Hurtado (Antonio), 447".
(c) Irregular le conjugan muchos castellanos, y el Arcipreste de Hita, LVII,
verso 1.270.
(d) Ferrar es irregular: pero sus compuestos pueden ser también regulares. Vense
irregulares: Ercilla, 42, 58, 74, 96, 110' - Valbuena, 149,325', 397' - Villaviciosa (Jos6)
5H5, 592. 620, 624'-Voga8, 503— Ribera (Luis), .58'— Anón, X, 221'— Navarroto y Monta-
ñés, XVI, 2aT— Morillo, 192'— Huerta (León), 238-Castillejo, 146-Bnrro8, 238— Caste-
llanos, 447 -Quovodo, 197, 20V— Regulares: Corvantes, 605 — Castillejo, 165' — Jáuregui.
112'-Hidalgo (Juan), 587'— Calderón, 2.°, 344" - Id., 3.°, 667'— Id., 4.o, 376',387"— Triguo-
ros, 611"— Barbero, 582— Solía (Dionisio), 245— Moratin (Nicolás), 52' — Jovollanos, 28—
Tapia, 691". Posible os que algunos ejemplos no sean de los autores, sino de los editores,
(e) Follarse es regular, según el uso común castrllnno.
(I) También hay amueblar, regular.
Verbos Irregularidad
- 159 -
Compuestos Verbos
/ab-
de-
^egar des-
' re-
* nervar (de nervio) -^l e-
nevar,
^ , -, , i in- R (a}.
^ novar (de nuevo) ^^
* ovar (de huevo) \ j
* pedrar (de piedra) | '
pensar (b).
(a-
* pernar (de pierna) < des-
( entre-
empernar (dej?e»vío) R. | des-
plegar (O... , 1 ó R¡ ^^f"
P°^l^^ \^t'
Irregularidad
Compuestos
ra-
•, } com-
P^-°^^^ jim-
\ er-
/ali-
1. \ perni-
quebrar { ^g^
I res-
recovar (de coba = gallina). R
regar | sor-
regimentar,
regollar.
remolar (d).
remolcar R
rendar (= cavar) R
resollar.
* rocar (de roca) R| ^^' ^^''
''^ ^^ í sonrodarse .
rogar (f ) | Todos R
salpimentar.
(a) Otra rareza: renovar irregular; innovar, regxilar; Claramonte, LII, 587.
(b) Todos los demás verbos terminados en pensar son regulares.
(c) Según la Academia, |;/e^ar es siempre irregular; pero el uso común, y el de al-
gunos autores le hacen también regular; véase Reinoso, XXIX, 510 Id., LXVII, 214'
220' — Lista, 277, 338'. En los compuestos, las dos formas son clásicas. La irregular: Lopp,
2.0, 98"-Id., 5.", 203', 259', 397'— Rojas, I03'-Monroy, 106"- Calderón, 2.°, 1.53-3.°,
145', 155', 190", 547"— 4.0, 222,299, 3S5 -Fomperosa, 561— Trigueros, 606" -Hurtado
(Luis), 19'— Ledesma, 75, 168— Anón., X, 432— Anón., XVI, 637'— Vaca, 301, 303— Melén-
dez, 98", 107', 246'— Forner, 305, 312', 324', 342, 353, 358'— Noroña, 442, 471 Arjona (M.),
508, 512', 528, 535— Barbero, 570', 574', 578', 613'— Cienfuegos, 19— Gallego, 400— Burgos,
U6'— Quintana 7', 13', 15— Id., LX\T:I, 196, 198'— Herrera (Fernando), 257'— Medrano,
346, 357— Céspedes íPablo), 366 — Góngora, 450', 464', 477. Sospecho que algunos de estos
casos son de los editores, que creyeron obrar bien corrigiendo á los autores.
En la forma regular: Lope, 2.°, 140'— Rojas, 119— Hojeda, 436', 442', 444— Virués,
534', 539, 541', 542', 564'-Cubülo, 105'— Mendoza, 71 Fr. Luis, 45', 54-Toledo, 17"—
Meléndez, 126', 170', 248-Arjona (M.), 518-ArrTaza, 49', 67, 97, 110', 112— Reinoso,
XXIX, 509— Id., LXVII, 216, 219— Lista, 279', 293, 309, 313, 330, 339, 341', 342, 346, 364-
Xúñoz Díaz, 614' - Calle, 631 — Quintana, 71. Y acaso haya no pocos en ios tomos 29, 43,
45 y 58 y algún otro, en que no cuidé do apuntar.
(d) Irregular según la Academia; pero debía sor regular: pues, según parece, es de-
rivado de mole.
(e) Regular: Barbero, 616— Vargas, 605'— Gallego, 403'. Irregular: Mendoza, 93'—
Fr. Luis, 43'— Barros, 234'— Anón., X, 173— Hidalgo (Juan), 586-Navarrete, XVI, 200—
Lope, 3.0, 80' - Vaca, 302-Marchena, 622.
(f) Todos sus compuestos son regulares.
Verbos. Irregularidad.
- IGO -
Compuestos. Verbos.
sarmentar | de-
segar I re-
sembrar } ^^"
( sobre-
sementar.
sentar ¡ a-
serrar | a-
* sertar (lat. serere) E di-
/in-
(a- (a).
Sídar (de suelo) ¡ de-
/ sobre-
j con-
'dc-
* solar (lat. solñri)
soldar | de
soltar.
solventar (lat. solrere) . . . . R
/ a -
' re -
soñar | Ira -
sosegar | desa -
temblar | re -
templar (b) R | des-
^a-
tentar ( = tocar ó probar). . . des -
Irregularidad. Compuestos.
/ a-
i con-
* tentar ( tener ó acometer) R de •
/in-
\ 03 - (c)
¡a- (C)
* terrar (de tierra) '^^^'
^ ' J en -
' so - (d)
. ^*-(®)
tesar (de hem) R' en -
\ re -
tostar re -
trasegar.
travesar a -
trocar (f )
\ des -
( tras-
tronar \ ' , .
(re - (g)
tropezar.
ventar (de viento) des -
f re - (h)
* vergonzar (de veryüenza)..^ ,
volar
volcar
re -
tras-
! re-
Todos estos y los demás verbos irregulares so conjugan fácilmente, con
el cuadro de las irregularidades á la vista.
(a) Mal anola, Barbero 635.
(1)) Los antiguos, basta Calderón erclmive, le conjngaljan promiscuamente regular c
irregular, de lo cual pudiera aducir mu bos ejemplos, como el de Lcdesma, lót». Desde Cal-
derón gAiá todos le bacen regular.
(c) No poco sutil es la diferencia entre los regulares ó irregulares compuestos de Ye;//í/r,'
pues los seis primeros son todos derivados del latino tenére; los dos últimos lo son <I<'
tendere.
(c') Irregular, sin duda alguna. Véase Cervantes, 74\ Aien-ar —. causm- terror^ es regu-
lar: Barbero, 078; Lista, 277; Quintana, 60. Tero hay casos en que es difícil discernir cuál
de los dos signiücailos tiene; v. gr., El nombre araucavo \ Los levantados ánimos atierra
(Ercilla, 47'). Kn estos casos siempre lo hallo irregular: véanse Herrera (Fernando), 287";
Oña, 411'; Ribera (Luis), 28ó.
(d) Incorrectamonte 1<( hicieron regular Reinóse, 2 Jó; y Roldan, C,i'¿\
(e) También hay atiesar, regular, con el mismo signiticado.
(f) Troea, dijo Castiil<>jo, 173'.
(g) Dcntronnr, de trono, es regular.
(li) .SVÍÍ/7ÍV7Í/Í//-.VC, del italiano so^/rpíí/o, es rt'guKir.
161 -
175, Segunda conjugación.
Todos los terminados en ecer tienen la 2.* irregularidad. Mecer y remecer
«e conjugan en Castilla con la irreg-ularidad y sin ella: ni se ve razón sufi-
ciente para declararlos regulares exclusivamente.
Vamos á tratar de los demás:
Verbos Irregularidad
Compuestos
/' quepo 2
, \ cupe 6
^^^«'^- cabré 7
\ sin imperativo
caer (caigo) ^^ re -'
,, . V / V ^S concernir (b)
cerner (lat. cerneré) (aj... 1¡ ^^^^^^^^^
Ídes -
pre-
re -
cocer (cuezo) ^ 1 re -
defender (c) 1
doler (d) 1 | condolerse
encender 1
Fres, he, has, ha, he-
mos, habéis, han (e)
Pret. hube 6
Fut. habré 7
Imperat. \xq tú.. . .
Suhj. pres. haya. . . 2
haber.'
Como unipersonal, sólo tiene la
3.* persona de singular, la cual sirve
para los dos números. En el presente
de indicativo esta persona es hay.
Verbos Irregularidad Compuestos
hago
hice
hacer . ( haré
haz tú
partic. hecho,
heder (sin participio).
hender
llover
moler
morder
mover
contra -
des-
re -
rarefacer (f)
satisfacer (g)
1
1
1
1 I re -
1 ! re-
lí co;
nacer
oler (huelo) (h).
pacer
* peler (lat. pellerCj lanzar).
perder
placer (i)
com-
pro -
re-
re-
com-
im-
ex -
re -
!a-
com-
des - ó dis '
/ puedo
I pude
poder . I podré
/ sin imperativo.
\ ger. pudiendo .
(a) Cerneré = mirar, distinguir. Sus compuestos son de la 3.* conjugación.
(b) Unipersonal defectivo; sólo tiene lo siguiente: Fres., concierne, conciernen; Impe-
rativo, concernía, concernían; Siihjt. pres., concierna, conciernan; Gerundio, concerniendo.
(c) Su gemelo ofender es regular.
(d) La forma irregular del futuro doldré es algo vulgar en Castilla; pero no es clásica
ni correcta.
(e) La 1.* persona plural habernos es forma arcaica.
(f) Verbo casi desusado, y sin participio.
(g) Satisfaciera, satisfaciese, aunque se ven alguna vez en los clásicos (v. gr., Alar-
con, 265; Lope, 6.°, 505'; Rojas, 316), son formas arcaicas reprensibles.
(h) Nótese lo mismo que en doler.
(i) Como impersonal, tiene además estas formas: Fret., plugo; Svhj.pres., plega ó ple-
gué; Imperf., pluguiera, pluguiese; Fut, pluguiere.
11
- 1G2 -
Verbos Irregularidad Compuestos Verbos irregularidad Compuestos
poner .
ante -
com -
contra -
de-
dis -
ex-
pongo 2| im-
puse 6 1 Ínter -
pondré 7/ o -
pon tií j pos -
puesto j pre -
pro -
re -
sobre -
su-
I tras -
yuxta-
proveer R 1 des -
, quiero 1
querer | quise 6
( querré 7
/ rao R
raer. ..jó raigo (a) 2
' intperat. rae tú. . . .
( roo, (a) R 1
J ó roigo 2 f
roer . .{ . '^ ,0 corroer
] o royo, royes. . 1 y 2 i
1 impcrat. roe tú.. . . '
/ Sé, sabes R ,
saber . ' Subj. pres., sepa. . . 2 f
(*; \ supe 6 (
sabré 7 '
* Boender (lat. 8canderez= í ,
«"^''•) ^Wran-
Fres. Soy, eres, es;
somos, sois, son.
Imperf. Era, etc . .
iV/. Ful, fuiste, fué;
fuimos, fuisteis,
fueron
ser..., ^^^f ggj.^ jj
Imperat. Sé tú, sed
vosotros R
Suhj. Pres. Sea, etc.
Imperf. Fuera ....
\ fuese, etc 6
sobreseer R |
soler (b) 1
( ab-
* solver ^^(7 >-/ic suelto). ... 1< di-
(del lat. soíi-ere = desatar) f re -
sorber (c) RJ j.^ _
tañer ó | a - (unipers.)
a-
con -
tender ^^ ex-
pre - R
Hub -
' atenerse
abstenerse
/ tengo 21 con -
i tienes, etc 1] do -
tener . | tuve O entre - (d)
i tendré 7 1 mun -
\ ten tú í ol) -
I re -
\ 808-
torcer (tm-rzo) M re - "
(a) La forma regular es la mejor. Véase Corvantes, 595. El presente de subjuntivo rc-
giJar de raer es desusado.
(b) Carece de imperativo y de futuro de indicativo. Del subjuntivo no se xiaa. máa que
el presente; y el infinitivo sólo para nombrarle.
(c) Mal suerbes; Quevedo, 612.
(d) Por ser único en su género, pongo aquí este ejemplo de Lope (2.", H3), en que la
preposición entre es el correlativo de la conjunción que: iliruno, entretai un poco osos zaga-
lea I Que llego á refrescarme á aquella fuente»
(♦) No chtro y uo $aho: Cubillo, 134'.
Verbos Irregularidad
- 163 -
Compuestos Verbos
/ *■
abs -
I con-
''-••i:sr(aj:::::::::e|;
í re -
retro -
\ sus - ó subs -
, ... ( valgo 2( equi-
valer (b).j^al|^.é 7Jp;je.
Irregularidad
Compuestos
Sante-
entre-
pre- (d)
re-
tras-
( re-
verter 1/ sobre-
( tras-
volver (partic. vuelto).
( de-
1< en-
yacer (yazco), (e) 2
176. Tercera conjugación.
Prfs. Voy, vas, va; vamos, vais, van.
1 Imperf. Iba, etc.
1 Pi-et. Fui... (como el de Se7') 6
ir...) Fiít. Iré... R.
Iímper. Ve tú; id vosotros.
Subj. pres. Vaya, etc. (f ).
Imperf. Fuera... fuese, etc.
Ger. Yendo (R).
A. — Verbos en cir
arrecirse (me arrizco) 2y3 (g).
balbucir: carece de las consecuentes de la
2.* irregularidad: en lo demás es regular,
I ante-
decir.
digo, dices. . . 2 y 3|
dije (i) 6
diré 7
di (compuestos: dice)i
dicho
ben- (h)
contra-
des-
entre-
mal- (h)
inter-
pre-
(a) Truje es arcaísmo que debe evitarse. También son arcaicas las forma traya, de
traer (subj. pres.) y caya (de caer) (Castillejo, 176"), y raya (de raer). La 3.*^ persona plm'al
del pretérito es trajeron, y no trajieron.
fb) Val por vale y vala por valga, son arcaísmos.
(c) Ver era antiguamente veer (vidére): según eso, reo, vees, (Mendoza, 52), etc., era lo
regular, lo mismo que veía, veías, etc. Hoy tenemos por arcaicas las formas vees, vía, etcé-
tera, al contrario de lo que debia ser. Yide y vido por vi y vio, son arcaísmos.
(d) Cuídese mucbo de conjugar este verbo como su simple ver.
(e) No debe admitirse otra forma, aunque Lista (302') diga yazga, y Jovellanos (28)
yagan.
(f ) Antiguamente también se decía: vamos, vais por vayamos, vayáis.
(g) No hay por qué hacer defectivo á este verbo: completo le conjugan los habitan-
tes de las sierras do Avila, donde son frecuentes los pasmos causados por el frío.
(h) El futuro y consecuentes de bendecir y maldecir son regulares, lo mismo que sus
participios bendecido y maldecido. Bendito y maldito son puros adjetivos verbales. El fu-
turo de los demás compuestos es irregular^ aunque la Academia indica (por inadverten-
cia, á lo que creo) que es regular. La forma irregular maldiré se halla alguna vez en
autores antiguos; v. Mendoza, 76.
(i) Los pretéritos traje, dije, duje pierden en la última persona la i del diptongo ie: asi
se dirá dijeron y no dijieron.
Verbos Irregularidad
- 164 -
Compuestos Verbos
Irregularidad
Compuestos
* ducir. . . I duzco (a) 2'
f duje 6
(lat, ducere = guiar.)
lucir (luzco) (a) 2<
a-
con-
do-
e-
in-
intro-
pro-
re-
se-
tra-
des-
en-
entre-
pre-
re-
tras-
B Verbos en chir, eir, Uir, ñir
bruñir 5
Í escabullirse
rebullirse
za- ó zam-
ceñir 3 y sí ^^^'
•^ / re-
deslelr 3y5
engreír 3y5
engullir 5
freír 3 y 5 | re-
Partic. freído y frito.
gañir 5 | re-
gruñir 5 I re-
guañir 5
henchir (b) 3 y 5 | re-
reñir 3y5
retiñir (unipers.) 5
sal ó sarpullir 5
heñir 3 y 5
mullir 5 I re-
plañir 5 I com-
reír (c) 3 y 5 | son-
!con-
e-
re- ó restriñir
teñir (lat. iingere) ^ y ^1 re-'
(aj Eu los antiguos se ve alguna vez cnnvortida la c del presente en g; produzgo
(Alarcon, 291; reduzgn (Calderón, 3.", 654); dciliizga (Id ib., 708"). También se hallan al-
gunr>8 pretéritos regulares, que no deben imitarse: tales son: prodnció (Castellanos, 188');
reduciese (Id. 544'); ?7já?ícíó (Herrera, F., 302'— Castellanos, 428'— Salustrio, 482'); prodttci
(Candamo, LVllI, 574'); iraducí (Rojas, 55); introdnciste (Moreto, 54'), y otros.
(b) Todos los modernos niegan áeste verbo la irregularidad f).*, mas sin fundamen-
to sólido. Cierto que hallo hinchicro)}, hinchió, etc., en Ercilla, 42— Castellanos, 256, 287,
481 — JovollanoB, 11, 29— Rivadoneira, LX, 374— Granada, VIII, 550'; y recuerdo haberle
hallado también en Moratin (Leandro). En primer lugar, dudo de la autenticidad de
muchos ejemplos de esos; porque el del P. Granada *A los hambrie/ttos hinchió de bienes*,
le he encontrado en otra edición: 'A los hamhrieiüns hinrhñ de bienes*. En segundo lugar,
nada valen esos ejemplos contra los siguientes: Hincheron, etc.: Oña, 453'— Valbiíena,
341— Hojcda, 430', 441' (bis)— Virués, 513', 563'— Tirso, 280'' -Vegas, 553'-Ribera (Luis),
62— Castellanos, 15', 136', 277, 232, 404'— Arjona (Juan), 120— Fr. Luis, 65'— Mendoza,
68— Anón., XVI, 154— Estobanillo, 367'— Melóndoz, 152', 184, 189, 195, 228, 239'— Forner,
298'-Barbero, 575'-Villanuova, 598"— Boña, 646— Tapia, 682"— Moratin (Nicolás), 1",
4r-Quintana, 432-Id., LXVII, 201'.
7/í/ír//ó; Ercilla, 125— Castillejo, 248' -Mendoza, 9:j- Castellanos, 147'— Arjona(Juan),
135— Ribera (Luis), 288'— Molóndez, 261— Noroña, 462, 472.
En tercer lugar va la razón eufónica: el diptongo detrás do ch es tan cacofónico y di-
fícil como detrás de // ó ñ.
(c) Esto verbo puedo conjugarse sin la 5.* irregularidad; v. gr., rii/ó, riyera, riycse,
en lugar do rió, riera, riese. Estas tienen dos irregularidades; aquéllas, la 3.* sola.
- 1G5 -
Del catálogo de estos verbos se desprende que todos ellos tienen la 5.*
irregularidad, lo mismo que el verbo tañer de la 2.* conjugación. Y la causa
no es otra, sino la dificultad del diptongo ié ó ¿ó después de ch, i, II ó ñ. Y
notemos también que todos los verbos que en la radical tienen e, la con-
vierten en /, siguiendo la 3.* irregularidad.
C. — Verbos en üir.
Todos I Pres. — uyo, — uyes ... 1 y 2.
Admiten la y después de la radical en todas las consecuentes de las irre-
gularidades 1.* y 2.*
Nota. — El catálogo de estos verbos irá en el capítulo lY del libro si-
guente.
Del verbo huir sólo se usa el infinitivo y el participo huido.
La Academia dice que inmiscuir es regular y no sé por qué. Mucho peor
parece inmiscua que inmiscuya, y si está bien el pretérito inmiscuyó ¿por qué
ha de estar mal el presente imniscuyo? ¿Y qué razón hay para qué sólo él
entre los en üir sea regular? Ni tampoco alcanzo la razón por qué muchos
le hacen defectivo. Si se le conjuga (como debe ser) inmiscuyo, inmiscuyes,
etcétera, no es defectivo.
Luir (de hio = disolver, pagar) es irregular también, aunque algún gra-
mático diga lo contrario, y lo mismo su compuesto diluir. También tiene
la significación de rozar, como usado en vez de ludir; y en este sentido es re-
gular (a).
D. — Yerbos con las irregularidades 1 y 4.
adherir (lat. adhaerere).
arrepentirse,
dormir.
ferir (lat. ferrc = llevar)..
* gerir (lat. gerere = llevar).
herir ^
hervir I re-
™entir ¡j.^^
morir (partie. muerto) (b). . j ,^
a-
con-
sentir <( di-
pre-
re-
ad-
con-
* vertir (lat. verteré, lo mis-\ contra- (c) .
mo que verter) ) contro-
di-
in-
per-
sub-
(a) Circuir es en realidad compuesto de ir, pero se conjuga como los demás en üir,
también subir es compuesto de ir, y sin embargo se conjuga regularmente.
El presente de huir era también antiguamente hiiigo, con sus consecuentes huiga, et-
cétera. Véase Barbadillo, 272.
(b) El uso común autoriza el empleo de los tiempos compuestos de morir, en la sig-
nificación transitiva de matar: V. Calderón, 2.'', 630.
Tarde medicina aplicas | A quien han muerto los cielos. (Lope, 1.°, 21).
(c) Cubillo, 182'.
- 166 -
E. — Verbos con la 3.* irregularidad.
concebir (a),
embestir.
derretir.
erguir (b) (irgo, etc.)
gemir.
* legir (de legere = elegir).
co-
e-
medir (lat. metiri) ) desmedirse.
/ re-
pedir (lat. petere).
regir. . .
rendir.
seguir .
des-
ex-
im-
re-
competir (c).
repetir.
I cor-
/ con-
) por-
pro-
\ sub-
i^.— Otros verbos,
asir (asgo) (e) 2
oír.
I dos-
' des-
oigo
oyes, oye. . . oyen. . j entre-
Imperaí. oye ' tras-
pudrir R I
Part. podrido.
Podrir no se usa fuera del infinitivo.
I ad-
* quirir (lat. quaerere) ' in-
rcquerir ly4
I salgo
salir .. saldré
I Impernt. sal
ungir R I
surgir R I re-
vengo 2l contra-
vienes, viene. . . .
vienen
vine 6
vendré 7
ven
viniendo
ro-
sobre-
servir. .' | de- (d).
!in-
re-
sobre-
(t. — Verbos defectivos.
En ffonoral sólo tienen las personas cuya terminación empieza con /, abo-
limos, hlamiisfc, manirá, etc., (f). Todos son ro^íularos, excepto los cuatro que
tienen e en la radical, los cuales admiten la 4.* irrejíularidad: aguerrir, aterir-
se, empedernir, preterir.
embaír.
empedernir.
garantir.
abolir.
aguerrir.
aterirse.
blandir.
desmarrirse.
despavorirse
manir.
preterir.
usucapir.
Alfíunos de estos verbos no so usan sino on muy j)ocos tiempos y perso-
nas; pero oreo que no se deben prohibir sino on las consecuentes de la 1.*
(a) Sus hermanos percibir y recibir (regularos), oran antiguamente 7>erce6ir y recebir:
Ercilla, :{•'.•— f)ña, 411'.
(b) Esto verbo admito (á voluntad) la irregularidad 1." on voz do la ¡3." en las con-
socuentos do aquélla: yergo, yergues, yérguete, ote, (Lope, 3.°, 291").
(c) t por d.
(d) Tirso, 342.
(o) Ante por fUHe: Valdiviolso, LVIU, 22R', 240' (bis).
(f) Esto quiero decir quo carecen do las consecuentes de la 1.* irregularidad.
- 167 -
irregularidad, en que tienen una forma ingrata al oído y nunca usada por
nadie.
177. Participios irregulares:
1° El de los verbos irregulares decir, hacer, morir, poner, solver, ver y
volver. 2.° El de los regulares abrir, cubrir, *scribir, imprimir: abierto, cubier-
to, scrito, impreso (1). 3.'' Los yerbos Jreír, prender, proveer y romper, además
del participio regular tienen otro irregular: frito, preso, provisto y roto (2),
los cuales sirven como los regulares para formar los tiempos compuestos.
Notas.— 1.^ Muchos verbos tienen un adjetivo verbal, llamado participio
en las Gramáticas, derivado del pasivo latino; v. gr., abstracto de abstraer, tin-
to de teñir, confuso de confundir, etc. Digo que éstos no son participios en
castellano, pues nada participan del verbo sino el origen. Lo mismo pudie-
ran llamarse participios otros como ordenando, futuro, tremendo, estable, dúc-
til, etc. Para que sea participio, es menestsr que el adjetivo conserve el ca-
rácter y naturaleza del verbo, su régimen, etc., como algunos participios
activos le conservaban antiguamente; v. gr.: «-Los duros clavos \ Causantes do-
lores ba-avos» (Montesino, 434').
2.* AlgTinos participios suelen á menudo usarse como activos, por ejem-
plo: hombre mwj leido ó sabido^liombre que ha leído ó que sabe mucho; ca-
tallo bien comido=que ha comido bien. Véanse otros muchos en la Gramáti-
ca de la Academia.
Aetículo 4."— Complemento
178. Verbos unipersonales:
1.° Acaecer, acontecer, atañer, conceriiiir y retiñir.
2.^ Amanecer y anochecer, teniendo por sujeto la palabra día.
3." Haber significando existir; v. gr.: hay un signo, hay seis cartas. Este
verbo, como ya se ha dicho, tiene una sola terminación en cada tiempo para
ambos números. La forma ha solamente se usa para expresar transcurso de
tiempo; v. gr.: ha tres días, y en la locución ha lugar, ó no ha lugar á... Signi-
ficando tener, también se dice ha: pero entonces no es unipersonal.
4.*^ Hacer, en frases como estas: hace frió, hace ocho días.
5.° Y finalmente, muchos verbos omnipersonales en un sentido, pueden
ser unipersonales en otro; á saber: cuando el significado de la 3.* persona es
inaplicable á las demás; como suceder, tocar, importar, parecer, etc.
179. Verbos impersonales:
I.*' Alborear, amanecer, anochecer, oscurecer (venir la noche), y los de fe-
nómenos meteorológicos, como llover, nevar, tronar, etc.
(1) Imprimido: Castillejo, 1&3' — Castro (G-uillen), 379. No sé por qué no ha de usarse este participio,
como el de sus hermanos comprimir, deprimir, exprimir, reprimir y suprimir.
(2) Cuarenta autores puedo citar que usan el participio rompido; digo también que puede usarse solo
y'unido al auxiliar, según se desprende de este pasaje de Lope, 2." 90 (diálogo entro Liseno, Cornejo y
Feliciana):
L. Que tengo de andar buscando
El escritorio rompido? —
C. Miralo, Liseno, bien. —
F. ¿Qué es eso? — L. ¿Has tú por ventura
Rompido la cerradura,
Y el escritorio también?
P. ¿Góiao rompido? — L. Que está
Bota.
- 168 -
2." Todos los verbos en la voz media sin sujeto; v. gr., aquí se duerme
hieti — Se los premió como merecían.
3." El verbo me pesa, te pesa, etc., significando arrepentirse ó dolerse.
Nótese que en sentido metafórico muchos verbos unipersonales é Imper-
sonales pueden dejar de serlo. Ejemplos: Amanecí ei\fermo~ Cicei-on tronaba
contra Catilina — Cielos, lloved al Justo.
180. Voz pasiva:
Consiste en añadir al verbo ser el participio del verbo que so quiera
conjugar; v. gi'.: soy amado, eres amado... son amados, etc.
181. Voz media ó reflexiva:
A semejanza de la lengua griega, tiene el castellano una voz media entre
la activa y la pasiva. Consiste en ir añadiendo á cada persona de la voz ac-
tiva el pronombre reflexivo correspondiente: me, te, se, nos, os. Para aclarar
este punto oscuro, pongo el siguiente cuadro.
Todo verbo transitivo puede estar en la voz:
Activa V. gr.: yo lavo, visto, adorno, ahorco (á otro), (a)
¡ o • -• I Per>:ona¡^lavürse, vestirse, adornarse, ahorcar-
bujetiva: /■ ' ■ x o- i • I 4.
, , . , . \ 56 (a SI mismo), oi la acción es mutua entre
/ (el suieto eie-l -. i • n - i •
/ , •' • ,/ dos, la oración se llama ríCíwroca; verbigra-
cutaporsis • l x
^ j cía: abrazarse, (a)
. ■ ' \ Impersonal {\.Ti^n\i.° ahsolxxU) y reflexivo se)\
Directa: I \ v. (rr.: mAtdLrse es yrarisimo j^ecado. (í\)
(El reflexi-j ,' Personal=^hañarse (caj'-endo en el agua)— wía-
eelvo es acu-<; Objetiva- i ^^^'•'"'í? ('^^ ^^^^' ^^ ^^n andamio)— aíí'^rírr^e —
•r:|sativo di- L , ". , \ lleparsedcniiedo. ote. El trino se secó— Me per-
/■\ i (el suieto re"i ,
¿Irectoj. I -1 "' X- di en el camino— Te conáendLrás yi crrs malo —
■->— 1 I ' icioeo suire /
(Se dice que viene — Se oye que haii queira. (b)
» I unaaccionquoA ^ % „ , .^ -' ^ ,.^
'O \ iwwer.s'o^íflí; lleva otro rogimen en acusativo;
^1 no procedo dej ^ , . ■ , , . , n
Si \ +• • 1 nf "^'- í?^'" -Aquí no se premia al cobarde íacus.) —
"■ su act/iviciaciji ni.- ■ ? i • i j •
I tastiguesemeie ise, le, acusativos; me, dati-
Indirecta (el reflexivo es dativo=^ lavarse la cara — ponerse lax botas -quitar-
se el sombrero — procurarse un pi/rsto ffie tomé la medicina — Te perdiste lo
mejor — Micifuc y Zapiron se comieron idi capón, (d)
Cai(>sativia fdirecta ó indirecta) so dice cuando el sujeto hace hacerse algo;
pf)r ojoiiiplo, cortarse í-/ 2^^/61= sacarse xna macla — graduarse de doctor=
inscribirse m la ronyreyacion. A vocos lleva delante el verbo de acción;
V. gr.: Hizo coronarse ;r//— Mandó hacerse un vestido, (e)
Pasiva V. gi\: yo soy lavado, vestido, adoi-iüido, aliorcado (por otro), (a)
(a) lln latín se resuelven comci suenan en castellano.
(b) No liay exacta correspondencia en latin: unas veces son intransitivas, otra»
pasivas.
fe) En latin son pasivas, cuyo sujeto es el acusativo pnnc¡]>al, no el reflexivo,
(d) En latin como en castellano; porf» onlinariamente hay <|Uo omitir el rclloxivo.
(o) No hay exacta correspondencia en latin.
169
Voz media.
De la misma manera, el verbo intransitivo puede estar en la
"Voz activa. . v. gr.: yo caigo, duermo, muero, etc. (a)
Personal=reirse, caerse, dormirse, morirse, quejarse, salirse, con-
dolerse, marcharse, etc. «Las once dan, yo me duermo | Quédese
para mañana (Alcázar, 408). (b)
Impersonal=¡Qu6 lien se duerme aquí! = Con poco se vive lien, (c)
Carece de voz pasiva propia. Si alguna vez se junta el participio de un
verbo intransitivo al verbo ser, éste hace las veces del auxiliar haber;
ejemplos: Ya era llegada la hora (=había llegado)— Fa es muerto /¿<7flW0
(=ya lia muerto).
182. Conjugación perifrástica:
Significa el propósito, la intención, la necesidad ú obligación, la inmi-
nencia ó proximidad de hacer algo, ó la necesidad de que algo suceda. Su
forma ordinaria es ésta: A cada tiempo simple del verbo haler, se agrega el
presente ó el pretérito de infinitivo del verbo que se quiere conjugar, según
el tiempo sea simple ó compuesto, interponiendo siempre la preposición
de. Así:
Indic. pres. He de. .... . amar (ó el que sea).
Imperf.". .. Había de... amar.
Pretér.°... Hube de amar; ó he de haber amado.
Plusc Había de haber amado, etc.
Carece de imperativo, y de futuro de infinitivo (porque el presente y el
pretérito tienen por sí mismos carácter de futuros); pero no de gerundio.
También carece de participio. La perífrasis cabe también en las voces me-
dia y pasiva: v. gr.: yo he de alegrai me— yo he de ser amado.
Hay además en castellano otras formas perifrásticas, tales como ir «...
estar para... tener que... ó tener de... (en presente), deber de... (indicando supo-
sición ó sospecha), hay que... había que... etc.
Notas.— 1.^ Todos los tiempos compuestos de activa y todos los de pasi-
va pudieran ser llamados perifrásticos, por cuanto son perífrasis, circunlo-
quios ó rodeos de palabras; pero no se les da ese nombre.
2.* El verbo deber, significando obligación ó necesidad, no admite detrás
de sí la preposición de, en lo cual pecan algunos castellanos. Cuando signi-
fica suposición ó sospecha, puede suprimirse la preposición. Véanse estos
ejemplos de Tirso, 483" (entre muchos buenos que pudiéramos citar):
Aun no debo estar despierto.
Sin duda debió de entrar,
Y el asombro repentino
De verme aqui cuando vino.
Le debió de desmayar.
(a) En latin, lo mismo.
(b) En latin, lo mismo; pero sin reflexivo. En castellano no siempre el reflexivo es
pleonasmo.
(c) En latin, pasivas.
- 170 -
3.* Aunque la Academia dice que de la perífrasis tener de... no se usa más
que la 1.* persona tengo de..., es muy cierto que nuestros poetas la han usado
en todas las personas del presente de indicativo.
Tengo de Tirso, 282' -Moreto, 43'— Valdivielso, LVIII, 207'
^Tie7ie8 de Sánchez (Miguel), 29'— Tirso, 7', 277, 278'— Vélez (Luis), 164"— Cué-
llar, 608"— Valdiviolso, LVIII, 207,216. (1)
Tiene de Sánchez (Miguel), 23', 2G"— Miraderaescua, 10"— Tirso, 107, 520",
585', l'J7'— Anón., XXXV, 392' — Castellanos, 14', 292.-Arjona
(Juan), 90, 91' -Villaviciosa (José), 6J2.— Matos, 316".
Tenemoa de Lopo, 1." 541'— Villaviciosa, 583.
Tenéis de Barbadillo, 270"— Mejía, 397'.
Tierien de Castellanos, 3S'— Quevedo, 409'— Tirso, 137', 490, 560".
Y no liabiendo razón para desechar como incorrectos estos ejemplos,
debemos decir que aquella limit;icion se puso allí inadvertidamente.
4. La perífrasis hube de... signiñca en castellano lo mismo que tuce que...
es á saber, la necesidad que hubo de verificarse lo que el verbo significa, y
que realmente se verificó; v. gr.: Como no tenia luz, hube de estar á oscuras.
Los gallegos la dan el sentido de estuve á ¡yunto de una cosa que no se veri-
ficó; v. gr. Por poco hube de caer al río; esto es, j)or poco caigo, pero no caí. En
este sentido no está admitida en la lengua castellana.
Artículo 5.°— Phosodia verbal
183. Según lo dicho en los números 167 y 172, consideramos como radi-
cal de un verbo, lo siguiente:
En los presentes y pretéritos, lo que queda á la izquicnla, separando las
terminaciones ar, er, ir, p, a, e. i, etc. (2)
En el futuro de indicativo y consecuentes, el presente de infinitivo del
verbo que se conjuga; ó sea lo que queda, separando los sufijos é, ás..., ía,
etcétera. (3;
184. Reglas. I.** Todos los monosílabos verbales son tónicos. Si en ellos
hay diptongo, el acento está siempre en hi vocal fuerte, ó en la 2.* si ambas
son déljiles; v. gr., dais, dio, fui
Nola.—YX verbo estar es propiamente nKmosilábico, pues la e inicial es
puramente eufónica: c)star, como e)strofa, e)stilo, c)spcro. Al contra-
rio, el verbo ver es en rigor disílabo: vccr., como se decía antiguamente
(vces, vee, veen): su radical es ve, y esta vocal se suprime delante de otra e
ó de diptongo: ves, viendo, vio, on lugar do vces, veyendo, veyó = ve-es,
(1) Sin de: Rompor tipnr>s Ion /.apatas (Lopo, 1," 39). Trasposición violi-nta.
(2) Lus torniitiacioiioM ar, rr, ir, oorrospoii'loii á l.is latiuas are, ere, err, iré. Sijjuicnilo ol oastollano su
inolinanioii i'i suprimir las voc..ilos oxtroinas, olitiilni'i la c tiiial latina: alargó los intinitivos «lo la :<.*,
que oran un obstáculo para la u niforini'lail tiuiira; y asi formi'i los intinitivos aif u<los qu« hoy tononíou.
Do am'ir(», mover(e, iirntir(e saliorou atuir , mover, sentir; y conformo » éstos so formaron todos los
doniás.
(•S) Ln irregalaridari do los futuros está slempro on la radical. Los antii^uos solian oniitir la última
vocal radical de los futuros pnnrri. tenerif, venir^, (quo ahora cambiamos on d), y trasponían por mótate-
ais l»s cuusouantos, dicioodo parné, lerni, verné, y lo mismo od sus coosücueutoa, vtrnta, Urnia, etc.
— 171 —
ve-tendo, ve-tó. Circundar se conjuga regularmente, como si no fuera com-
puesto de dar.
Regla 2.* — Todas las consecuentes de la 1.* irregularidad tienen el acen-
to en la última sílaba radical: v. gr., dm-o, óig o, cáig-o, hiél-o, piéns-o,
téng-o, rí-o, hiíy-o, etc.
Esta regla no tiene excepciones; pero en algunos verbos ofrece dificultad
la determinación de la última sílaba radical. Para esto se ha de observar lo
siguiente:
I.** Vocales contiguas delante de la última consonante radical. — a) Si am-
bas son débiles ó ambas fuertes, el acento está en la 2.^; empeór-o, arruín-o,
triúnf-o. Prescindimos ahora de si forman ó no diptongo: eso lo veremos
en el libro cuarto, b) Si las vocales son débil y fuerte, ó fuerte con débil, el
acento está en la fuerte: arriésg-o, persuád-o, manióbr-o, réin-o, óig-o.
Pero tendrán el acento en la débil: 1.°, cuando ésta es inicial del segundo
elemento de un compuesto; v. gr. aír-o, aísl-o, aiUl-o (del lat. ululare),
atin-o, rei'in-o. 2.", en aupar, baraustar, desamar, embaular, maullar, trai-
llar, y acaso alguno más. Se dirá, pues, aupo, de saíno, embaúlo, matíllo,
atraillo, y no aupo, barausto, desaino, embaulo, maullo, etc. (1) Nótese
que si entre las dos vocales hay h, no son contiguas, y por tanto, el acento
estará en la segunda: ahtim-o, desahucio (y no desahucio). V. Quevedo, 65 —
Calderón LVIII, 299, 433'.
2.° Radical terminada en vocal fuerte. — En ella estará el acento, según
la regla: v. gr. delinean (^Iriarte, 30) — purpureas (Cañizares, 593— Cienfue-
gos, 8"). Por tanto, es sístole intolerable decir delinean (Anón. XLIX, 175
— Villan-oel, 68'— Iglesias, 443'— Forner, 327').
3.° Verbos en uar. — La última sílaba radical de estos verbos es la u; pero
de los en cuar ó guar lo es la vocal que precede á la consonante gutural:
así se dirá acentú-o, perpetú-o, individú-o; santiguo, evacuó, fraguo, pro-
miscuo. Y no promisciio, como veo escrito en algún periódico. Cuando á la
ti precede una gutural, dicha u se combina en diptongo con la vocal de la
terminación.
4.'' Verbos en üir — Lo u es la última radical, según la regla.
5." Verbos en iar — En la mayor parte de ellos, la / se combina en dipton-
go con la vocal del aumento: por tanto, la última sílaba radical es la pre-
cedente: V. gr., lid-io, sác-ias, prém-ie. Así han de conjugarse también
agriarse, ansiar, cariarse, auxiliar, conciliar, espaciar, paliar, radiar,
rumiar y vaciar, como se probará detenidamente en el libro cuarto (cap. V,
art. 4.°)
(1) Chillan, aullan, ladran | Maullan y berrean (Jérica, 715").
Ocasión tiene grande de tenerle,
¡Ay de mi! si el Señor no barausta
Sus pensamientos. (Vegas, 517).
De tmhaxtcar debe decirse emháuco (Barbero, &2i), no embauco (Villaviciosa, 581).
Mal dicho embaulo (Tirso, 464").
El con maullo (sust) habló y ella con mirlo. (Lope, 5." 437).
— 172 —
Excepciones. Pero hay algunos que tienen el acento en la /' final. Estos
son: 1.** Todos los disílabos; criar, fiar, liar, vTar, etc., con sus compuestos,
y nótese que también pertenecen á esta clase adiar (de día), ejspiar (de
specular!=miraT), ejstriar (de strfaj, aviar, etc. (Libro cuarto, cap. V,
art. 3.°). 2.° Los polisílabos siguientes:
ampliar
avallar
averiarse
contrariar
cuantiar
I acuantiar
chirriar
descarriar
enlejiar
espurriar
extasiarse
gloriarse
— grafiar
/ esgrafiar
' fotograriar
(litografiar
telegrafiar
y los semejantes
hastiarse
I enhastiarse
rociar
variar
I desvariar
vidriar
vigiar
zurriar
Regla 3.* Todas las formas verbales que no sean consecuentes de la 1.*
irregularidad tienen el acento en la primera vocal do la terminación; pero
si ésta cf)mienza con z'c, io, el aconto so colocará en la vocal fuerte. Ejem-
plos: amamos, tem-ías, hah-éis, part-ieudo, o-ído, rc-ido, iujlü-ido; dij-
imos, tím-tó, sal-i éron, cre-yére; amar-éis, teridrriais. (1)
Excepciones. 1.* Los imperfectos irregulares era, iba, tienen el acento
en la jirimera vocal, que es la radical.
2.** La L* y 3.* persona singular, de los pretéritos irregulares (6.* irre-
gularidad), tienen el acento en la radical: tiív-e, túv-o, dij-c, dij-o. Las demás
siguen la regla.
185. Corolarios. — 1." Luego la colocación del acento en la conjugación
castellana, no depende de la cantidad de las sílabas.
2." Luego tampoco depende de la letra final.
3." Luego en castellano la colocación del acento es per se; y que la in-
flexiftn resulte aguda, llana ó esdrüjula, es per accidens.
CAPÍTULO IV
Del pronombre.
Hemos tratado dol verbo en ])rimor lugar, j)or(iuo os el vocablo cuya
prosodia es más uniforme y regular; y conviene ir descartando dificultades
en un camino tan intrinoado romo éste. Siempre dobo jn-ocederse de lo fácil
ú lo difícil.
186. Pronombre (proven lugar do; ;/£7Wí';/=nombre) es un vocablo que
se pono r-n lugar dol nombre común ó propio, para evitar la enfadosa repe-
tición del mismo.
Los pronombres son de seis clases:
1." Personales: los que se ponen en lugar de las personas, sin relación
(1) lÍKlamente, puon, diccD algiinoH palontinos eáido, tráióU), on vez de caido y (raido.
- 173 -
ni subordinación alguna: yo, tú, él, en singular; nosotros, vosotros, ellos, en
plural. Yo j tú sirven para los dos géneros: nosotros, vosotros, ellos tie-
nen también terminación femenina: él tiene tres terminaciones, él, ella, ello,
cada una para su género.
2.* Rejlexivos: son los que se ponen en lugar del sujeto de la misma
oración en que aquél se halla. En las personas 1.* y 2.* los mismos persona-
les sirven de reflexivos: en la 3.* el reflexivo es se, sí.
Naturalmente carecen de nominativo.
3.* Demostrativos: los que demuestran ó señalan las personas ó cosas
con relación á lugar ó tiempo. Son todos de 3.* persona: éste, ése, aquél en
el género masculino; ésta, ésa, aquélla en el femenino; esto, eso, aquello en
el neutro. Los de los géneros masculino y femenino tienen plural: el del
neutro, no; pues el género neutro no tiene plural en castellano.
4.* Relativos: los que sin relación á lugar ni tiempo, se ponen en lugar
de una persona ó cosa ya nombrada en una oración para representarla en
otra oración añadida para determinar ó explicar la misma persona ó cosa.
De éstos ya hemos tratado difusamente en el cap. I de este libro.
5.* Interrogativos: son los mismos relativos usados con interrogación,
y representan anticipadamente la persona ó cosa que ha de servir de res-
puesta á la pregunta. Ejemplo: ¿Qué comes? — Pan. Esta oración reducida
á enunciativa, es: Pan comes ó comes pan. — ¿Quién llatna? — El correo {=el
correo llama.)
6.*^ Indefinidos: Son los que se ponen absolutamente por personas ó
cosas indeterminadas. Uno, otro, alguien, alguno, nadie, ninguno, y los
relativos indefinidos cualquiera y quienquiera. Todos ellos son tónicos, se-
gún el uso castellano. En Navarra hacen átonos uno y otro cuando son ad-
jetivos; como en las locuciones un perro, otro día, unos cuantos, otros dies.
Quien y cual repetidos suelen también usarse como indefinidos, y deben
acentuarse ortográficamente. Ejemplo:
Quién cae acá, quién cae allá aturdido. (Ercilla, 76').
Cudl ó cudl significa alguno que otro. Ejemplos de Tirso, 627'.
Cuál ó cuál tuvo noticia
Del rigor de la justicia.
Agora que cuál ó cuál
Sabe el daño.
Cual, después de cada, también es indefinido. En la locución tal para
cual, tal ó cual, ambos son indefinidos. En la frase adverbial tal cual, sig-
nificando regularmente, ambos son tónicos, pero ahí son adverbios. Para
esto es necesario que ambos pertenezcan á una misma proposición. Si per-
tenecen á distintas proposiciones, el cual es término relativo átono: v. gr.,
Estoy tal cual. — Lo dejé tal cual estaba. — ¿Cómo le dejaste? Tal, cual (át.)
estaba (el tal pertenece á la oración interrogativa).
De los relativos, interrogativos é indefinidos no hay más que decir. Va-
mos, pues, á tratar de los otros pronombres.
- 174
Aetículo 1.** — Phoxombees personales y eeflexivos.
187. Declinación. — Estos pronombres tienen dos formas en el dativo y
acusativo, y la se^inda de ellas nunca lleval preposición.
1.*^ persona.
^.^ persona.
Beflexivo de 3."
Nominat. »
yo
tú
>
Genit. De
mi
ti
si
Dat. A, para
mi, me
ti, te
6i, se
Acusat. A
mi, me
ti, te
si, 86
Vocat.
>
tú
>
Ablat. Z)e, en, etc.
mi
ti
si
Nominat. ■
nosotros
vosotros
Genit. De
Dat. Ampara
Acusat. A
nosotros
nosotros, nos
vosotros
vosotros, os
Este plural es
nosotros, nos
vosotros, os
lo mismo que e
sigular.
Vocat. >
>
vosotros
Ablat. Con, rfe, etc.
nosotros
vosotros
Avías. — 1.* La proposición con unida al ablativo de singular, forma las
palabras conmigo, contigo, consigo (ésta última vale también para el plu-
ral), (a)
2.* En plural también solía decirse nos y vos en lugar de nosotros y
vosotros.
PRONOMBRE PERSONAL DE 3.* PERSONA
0
I»
13
u
Regla.— Ijü primera forma de todos estos ¡pronombres es siempró tónica.
Los palentinos hacen ditónicos los pronombres nosotros y vosotros, se-
parando los elementos componentes de los mismos: y como ol otros resulta
subtónico, parece que los hacen esdrújulos: nosotros y vosotros. Lo consi-
dero como un provincialismo algo tosco.
Hoy no so usa nos y vos sino como tratamiento, ó en poesía, ó cuando lo
oxigo la gravedad del estilo.
Masculino.
Femenino.
Xeidro
N.
El
Ella
Ello
G.
De
El
Ella
Ello
D.
A , para
El, lo
Ella, la
Ello, lo
Ac.
A
El, lo
Ella, la
Ello, lo
Ab.
Con, rfe, e7í, etc.
El
Ella
EUo
N.
Ellos
Ellas
G.
De
Ellos
Ellas
D.
A, para
Ellos, les
l'Jlas, las
Carece
Ac.
A
Ellos, los
Ellas, las
Ab.
Con, de, etc.
Ellos
Ellas
(a) Como rareza singular, véase este ejemplo do Afán do Ribera (XXXUI, 454):
En esto mundo enemigo
No hay nadio do quion fiar:
Cada cual cuido do sigo.
Yo do migo, y tú do tigo,
Y procurarse salvar.
~ 175 -
Artículo 2.° — Segunda forma de los pronombres personales.
(Dativos y acusativos.}
188. El uso común y general de Castilla, excluyendo solamente algunos
gramáticos y escritores que hablan con conocimiento reflejo de esta mate-
ria, es muy diferente del que prescribe la Academia. Aquél, tal como le
hemos expuesto en el número precedente, hace iguales en singular los acu-
sativos á los dativos, y son me, te, se, le, la, lo.
Dat .... nos, os, se, les, las.
En plural •, . , ,
f Acus. . . nos, os, se, los, las.
Sistema sencillo y claro, que no da lugar jamás á confusiones; porque
el vulgo en general distingue bien de géneros; pero en faltando las prepo-
siciones, no distingue de casos.
Mi único intento en esta materia es sal'r á la defensa del vulgo caste-
llano, puesto injustamente por los gramáticos en la absoluta necesidad de
hablar mal. Y entiendo yo que la lengua castellana no es solamente la que
hablan ó enseñan los gramáticos, sino también la que habla instintivamen-
• te el pueblo. No hemos de hacer una lengua para el pueblo, y otra para los
sabios.
Partiendo, pues, de este principio, haré algunas observaciones sobre el
pronombre de 3.* persona.
189. Dativo de singular. — Dice la Academia que el dativo de singular
de los tres géneros es le, porque es el equivalente al latino illi.
Esto no me parece concluyente. Los dativos latinos de los otros pronom-
bres son mihi, tibí, sihi, nohis, vohis, bien diferentes de los acusativos me, te,
se, nos, vos; y sin embargo, en estos pronombres á nadie se le ocurre dar otra
terminación al dativo. Por tanto, el dativo de la 3.*^ persona bien puede ser
igual al acusativo.
Tampoco vale la razón fundada en que si no se distinguen los casos, ha-
brá confusión.— No la hay en me, te, se, le (mase), nos, os, ni en de mí (ge-
nitivo y ablativo), ni en d mí (dativo y acusativo): luego es ilusión pensar
que la habrá en la, dativo y acusativo femenino; ó en lo, dativo y acusativo
neutro.
Digo, pues, que el dativo natural é instintivo del singular femenino es
la, y que éste tiene en los poetas solidísimo fundamento. No niego que al-
gunas veces digan le en vez de la; pero es mucho más frecuente la, Moreto
(por ejemplo) usa el la el 80 por 100 de los casos.
Ni hay poeta que, refiriéndose á una dama, no diga hablarla, servirla,
decirla, etc., etc. Véase algún ejemplo:
Rojas, 12.
iBlanca muerta! No lo creo.
El cielo vida la dé,
Aunque esposo la quité
Lo que amante la deseo.
17ü -
Calderón, 4.°, 193'
Si la palabra la di,
Y la palabra la dejo,
¿Qué la debo?
Lope. 1.°, 483'
Yo la tengo de hablar...
ProméteZa plata y oro...
Di que la daré un tesoro...
Y áile que la daré..., etc.
(Di/« que /a daré, sería menos euf(')nico, y en este caso no hay confusión
alguna.)
En ñn, la regla de la Academia es imposible de cumplir. ¿Cuántos hay,
aun entre los doctos, que en todos los casos sepan perfectamente si el pro-
nombre ha do estar en dativo ó en acusativo?
1 90. Acusativo de singular. — Autoriza la Academia el uso de lo en vez
de le masculino. Si el uso de lo es habitual, como el de los loístas Hojeda
y Claramonte, no tengo reparo en condenarle. El acusativo natural é ins-
tintivo del singular masculino es le; y éste es el que usan casi siempre nues-
tros mejores clásicos, lo mismo que el vulgo.
Sin embargo, voy á ser más generoso que la Academia: no me atrevo á
condenar el uso frecuente del lo en sustitución de nombres masculinos ó
femeninos. La razón es muy sencilla. Por una ficción mental, que consiste
en abstraer del género, suele el pueblo castellano considerar como neutras
muchas cosas, especialmente aquellas cuyos nombres tienen suposición par"
ticular confusa, v. gr., las cosas que se miden ó se pesan. Ejemplos: ¿Quieres
pan?— No lo quiero— ¿Tiene agua este botijo?— No lo tiene. Otras veces la
ficción consiste en considerar al objeto como una cosa indeterminada y con-
fusa, como se ve en este ejemplo de Caldoron (2." 19G"):
No puede estar aqui nadie,
Que matar/o ó conocer/o
Ya no me importe.
Con esta ficción, no veo por qué ha de reprenderse el uso del lo, que de
suyo os neutro, representando nombres de otro género. Cuando no pueda
haber lugar á osa ficción, ropruebo tal uso, como solecismo.
191. Dativo de plural.Sogun la Academia, ol dativo es les para los dos
génoros.
1." Convengo en que en los escritores lo común y ordinario os les para
el dativo masculino, y los para ol acusativo; poro yo me abstendré de llamar
reprensible incorrección ol uso de los i)ara ol dativo, y de les j^ara el acu-
sativo. En esta mi tierra ol uso de los para ambos casos es mucho más fre-
cuento quo ol do les: poro hay otras regiones on quo ol uso do les para am-
bos casos os más frecuente cjuo ol de los.
Y por una sutileza metafísica ¿vamos á tachar do incorrecto al pueblo
rastel laño? ¿Es cosa fácil para ol puoblo distinguir ol acusativo del dativo?
Pues si no lo es, digamos que su confusión os natural on castellano. Vn caso
liay on que la eufonía sii-ve de distinción, y os cuando al dativo sigue el acu-
sativo los; V. g.:
— 177 —
Les tengo
De seguir todos los pasos,
De medir todos los dedos,
De contar/es las visitas,
De saberles los deseos,
De aniquilarles los gustos
Y soplarles los secretos. (Enriquez, 485')
2.° El dativo natural é instintivo del plural femenino es las, como el
acusativo, y no faltan ejemplos en los poetas.
¿Y qué joyas las has dado?
— Las más ricas, más hermosas.
Más lucidas, más curiosas
Que tengo de tus haberes,
Para mostrar/as quién eres. (Calderón, 3.", 677''').
Con todo, hay casos en que el sentido ó la concurrencia del las hace que
■se distingan el dativo y el acusativo; v. gr.:
(el agua) A las serpientes
El veneno les apaga. (Zabaleta, 518.)
192. Acusativo sirviendo de nominativo. — Ejemplos:
A daros he entrado aqui
Satisfacción— ¿HayZa?— Si. (Zamora, 462').
El lo neutro es el predicado general: los otros pronombres no sirven
para predicados; v. gr.: Parece buena y no lo es — Parecen buenas y no lo
son. Y la causa es que el predicado se toma siempre en la suposición abso-
luta, ó sea por la naturaleza ó cualidad de la cosa. Los otros pronombres
representan á las personas.
193. Dativo ético. — Ocurre con frecuencia el dativo redundante y enfá-
tico, llamado ético, v. gr.:
No te me hagas sofista. (Lope, 1.", 130.)
No te me pierdas, Zoquete. (Cañizares, 648".)
Blanca me era yo. (Lope, 4.*^, 266".)
Ese castigo no te le merezco. (Morete, 398".)
Siempre se son lagañas.
Aunque Lucinda las tenga. (Quevedo, 183.)
Traigo orden de prender.
Si á Milán revuelvo, un hombre...
Y no le sé más que el nombre. (Calderón, 3.°, 611'.)
No sabéis lo que os cantáis. (Id., 2.", 21'.)
194. Colocación de estos p-onmnhres. — Antiguamente era indiferente co-
locarlos delante ó detrás del verbo en todos los modos. Hoy el uso esta-
blece la regla siguiente: en los modos personales (excepto el imperativo), lo
más común es preponerlos al verbo: en el imperativo y los impersonales
siempre se posponen.
12
- 178 -
Cuando ocurren dos verbos, uiio rigiendo á otro, puede el pronombre
colocarse donde se quiera, con tal que no sea detrás de preposición (lo cual
era frecuente entre los antiguos); pero es mejor colocarle detrás del verbo
que le rige. Ejemplo: Le voy á buscar (bien)— Voy\h á buscar (no tan bien)—
yoy d buscarle (mejor)— Fojy d le buscar (mal).
Antiguamente, solían preponer el pronombre al imperativo (1) y á los
modos impersonales: v. g.
Al Conde saca libre, y al momento
A mí y á Celia nos le trae (en vez de tráenosle). — (Lope, 1.°, 33").
Se hi20 hombre por nos redimir .—Para se lo dejar entre renglones^.
(Castellanos, 20'). — 5/« se fiar la oveja de su cria. (Sor María, 445').
A tanta maravilla
En plateado grupo se juntando
Los peces á la orilla,
Al aire respirando,
De las húmedas grutas se alejando. (Carvajal, 575).
En los tiempos compuestos del auxiliar haber, el pronombre se colocará
delante ó detrás del auxiliar, pero no detrás del participio, á no ser que ésto
preceda al auxiliar. Puede decirse: me ha dado miedo, hame dado miedo,
y dddome ha miedo; pero no miedo ha dddomc, como feamente escribió
Calderón (3.°, 96'): Nunca habéis YÍsto/o5.í'— Sí.
Cuando en una misma oración concurre el pronombre se con otro de los
personales, aquél debe siempre preceder; v. gi\, se me ofrece^ se te importa,
se nos da, etc. Y no me se ofrece, como muchos erróneamente dicen, sin
fijarse en que nunca dicen le se ofrece; y la ley debo ser igual en todos lo»
casos. Cuando se sufijan tres pronombres, el primero es se; el segundo, otra
de 1.* ó 2.* persona; el tercero, el de 3.* persona; v. gr., castíguescmele. Sin
embargo, tres pronombres juntos no están bien.
195. Prosodia de los pronombres delante del verbo. — Todos son átonos;
pero los que se hallen detrás de proposición, ó dolante do imperativo, ó
mcdo impersonal, son tónicos.
La razón do la primera parto /Os el uso corriente: la razón de la segunda
parto es la atonía mal sonante, y la confusión del imperativo con la 3.^ per-
sona del presente de indicativo. Si dices mé da, entiendo que es imperativo;
pero si haces átono el me, entiendo que es presente. Si hay dos pronombres
prepuestos, el primero será tónico; el segundo, átono. Véanse los ejemplos
arriba citados.
Cuando el pronombre prepuesto al im])erativo viene detnís de /// ó vos,
resulta aquél naturalmente subtónico; por lo qiio debo osfoizarso ol quo ha-
bla en hacerlo tónico, como en este ejemplo:
Tú nos salva.
—Tú nos favorece. — Tú
Nos socorro y nos ampara. (Calderón, 4.°, 247').
(1) Como lo hizo también HermoRÍlla, que en do poco archico.
— 179 —
Detrás de otro acento, el pronombre delante de infinitivo ó gerundio es
átono: v. gr.:
El huir de mi sin mé tocar la mano,
El no me hablar palabra en el camino. (Valbuena, 232).
196. Advertencias acerca de los sufijos.— 1.^ A ningún verbo en 1.* ó 2.*
persona puede sufijarse el pronombre de la misma persona del otro núme-
ro; V. gr., amas-os, amamos-me.
2.* La primera persona de plural pierde la s delante del sufijo nos: así se
dirá alegrémonos, y no alegrémosnos.
3.* Aunque es raro el sufijo os en la 2,* persona plural, se ve alguna vez
en los poetas; unas veces junto, otras separado por guión; v. g. tenéts-os,
(Castillejo, 170); pretenderéisos, (Tirso, 560").
4.* La 3.* persona de plural, con el sufijo nos tendrá dos enes, como tam-
bién los imperativos en n; v. g., tendránnos, ponnos. Cuando lleve el sufijo
os, se separará con guión para que no se confunda con la 3.* de singular y el
sufijo nos; v. gr. vean-os (Anón. XXXV, 186.) Véanos sería 3.* persona de
singular del presente.
5.* La 2.* persona de plural del imperativo pierde la d delante del sufi-
jo os: Rendios, cobraos ó perdeos. (Zarate, 545.) El del verbo irla, conser-
va: V. gr..
Idos, por Dios, señor; idos.
Idos si valgo con vos. (Alarcon, 420) (1).
El imperativo 5fl/ unido al les debe tener guión en medio, coíno en este
ejemplo de Quintana (LXVII, 190): Sal-les al paso.
La gente rústica suele cambiar en 3' la í? final de los imperativos: cosa
que vemos alguna vez en los antiguos.
Mordey sabrosos bocados...
Antes os anday esentas... (Rueda, 197).
197. Prosodia de los sufijos pronominales.
A. Si el verbo es agudo y tiene un solo sufijo, resulta llano el voca-
blo; V. gr., amarle, amaros, metióme, dirásle, tendránnos, tendrán-os, íen-
drános.
Ya ba salido, vete — Yoyme,
Temiendo aquel encontrarme,
Pues sólo con querer darme,
Por descalabrado doyme. (Vélez, Juan, b^fA.
Os adorarán los vuestros,
Y los otros temblarán-os. (Anón., X, 336).
En esto todos convenimos, y no hay disputa. El primer sufijo de un ver-
bo agudo es siempre átono (2).
(1) En los poetas se hallan algunos otros, pero necesitan gnion entre el imperativo y el pronom-
bre: T. gr., acostad-os (Ledesma, 177') — apartad-os (Id. 156).
(2) Un solo ejemplo he visto en los Poetas, en que el pronombre es tónico. ,
¿Qué intentas?— Desprenar-vós
Las naeces de la garganta. (Morete, 479").
- 180 -
B. Pero los verbos agudos con áos ó tres sufijos, y los llanos ó esdrúju-
los con uno ó más, ofrecen no pequeña dificultad. La cuestión se reduce toda
al último sufijo, pues los que le precedan, convenimos todos en hacerlos
átonos.
~ La Real Academia (1870, pág. 300) decía: «Se cuentan también on esta
clase (esdrújulos) los verbos con afijos, por ejemplo, dtjole, habiéndose,
diósela. Suelen asimismo tomar esta forma esdrújula algunos participios
por razón del mismo aditamento; como cuando se dice: Habiendo traído al
reo, y notificádole la sentencia... etc. Por este enlace de afijos resultan á ve-
ces palabras compuestas, en que la sílaba acentuada va seguida de otras
tres, como castígiicscmelc: éstas se llaman sobresdriijiilas, pero ocurren
rara vez, y deben evitarse.»
«No falta quien ponga dos acentos en los verbos acompañados de afijos,
pronunciando, v. gi'., adorárnoste^ dinteló: y aun algunos poetas de nota lo
han usado do esta manera; sin embargo, debe considerarse, en prosa como
una vulgaridad, y en verso como licencia poética poco admisible.»
La Gramática de 1880 admitió la misma doctrina; pero modificó la se-
gunda cláusula en estos términos (pág. 340): «Algunos escritores antiguos
y modernos suelen dar dos acentos á este género de voces, cuando constan
de tres ó más sílabas, diciendo adorárnoste, glorificárnoste ;^^r<d en verdad,
no hacen sino pronunciar el verbo y el pronombre separadamente, á la ma-
nera latina: adoramns te, glorificamus te. Lo cual no es admisible en nues-
tra prosodia.»
Esto dice la Academia; mas para formar juicio exacto acerca de ello, de-
bemos exponer la historia de los esdrújulos pronominales.
1." El sufijo os detrás de consonante, nunca se halla en fin de verso.
2." El mismo sufijo detrás de vocal (tónica ó átona) forma siempre dip-
tongo con olla, según probaremos en el libro siguiente. Una sola vez le lio
hallado tónico en fin de verso, en esto octosílabo:
Y no contentando-ós. (Vegas, 544').
3." El infinitivo y el gerundio son siempre esdrújulos on nuestros poetas.
Solos tres gerundios he hallado con el último sufijo tónico:
Antojándosoló quo con porfía
Se suelo muchas voces matar caza. (Castellanos, 91).
Porque destetándonos
Con hiol de tribulaciones. (Vegas, 552).
Yo os promoto do alcanzar
El perdón — Buscándole,
Pardiobro, quo me colé. (Rujas, G').
Y un infinitivo Basta que me veas
Sin llegárteme. (Anón. XVI, 50.-/).
4." Desde principios del siglo XVI hasta el XIX, fuoroii cosa corriente
los sufijos acentuados después de los modos ])orsonalos del verbo, especial-
mente después del imi)erativo singular, ó del subjuntivo imperativo.
- 181 —
Vea el lector algunos casos:
En me: Fr. Luis, 52— Sánchez (Miguel), 4— Timoneda, 205— Anón. X, 90
—Anón., XXXV, 393'-Lope, 3.^ 342"— Villegas (Juan), 344"— Tirso, 53",
155', 279^", 391, 417, 429', 629, 671", 679'— Quevedo, 97— Hui-tado (Ant.°), 431'—
Anón., XVI, 505'— Calderón, 2.^ 320— Id. 3.^ 389', 410'-Cuéllar, 608-Ro-
jas, 113", 136 bis, 172", 195", 312", 343', 346, 359", 364', 405 bis-Moreto, 94',
473, 481— Fomperosa, 571".
En te: Anón., LVIII, 17— Sánchez (Miguel). 21'— Tirso, 6, 35', 38", 226,
477', 569", 613, 641"— Id. IX, 408-Montalban, 523"-Quevedo, 521— Solís
(Ant.°), 62 — Rojas, 173, 174, 341, 442"— Valdivielso, LVIII, 213'— Vélez
(Juan), 590" -Anón., XLIX, 192 bis— Iglesias, 441.
En se: Góngora, 488"-Tirso, 148', 263', 407, 453 bis, 615", 671"— Id. IX,
419-Anón.,XVI, 505'-Hurtado (Ant.°), 470'-Enríquez, 494' -Calderón, 4.^
723'— Rojas, 172", 195, 321-Moreto, 431-Zamora, 423.
En le, la, lo, las, los: Anón., X, SOO-Lope, 2.^ 314— Tirso, 49 bis, 50, 169",
182', 415", 536", 612, 244— Id. IX, 404'-Anón., XVI, 569'— Rojas, 47", 195",
375'— Moreto, 131, 209' bis, 300', 332-Vélez (Juan), 595'— Calleja, 590— Fom-
perosa, 558"— Moratin (Nicolás), 68'— Maury, 172.
En nos: Hurtado (Luis), X, 320— Vegas, 478, 552 bis— Lope, 3.^ 327'—
Tirso, 148', 533', 536", 570, 699-Fr. Hortensio, XXXV, 149'-Moreto, 480.
Voy á transcribir algunos:
Sánchez (Miguel), 4.
Principe, corriéramé.
Hurtado (Ant.°), 431'
Sois una... Inés, déjame.
Cuéllar, 608.
Ali bobillo, burlóme.
Tirso, 629.
Pero antoj áraseme.
Rojas, 195"
No vi tal. — Pudriéramé
Con sólo oírle.
Valdivielso, LVIII, 213'
Levanta, consuélate.
Tirso, IX, 404'
Dame la mano, que peso
Un monte — Tómesela
Bésela, etc.
Enríquez, 494'
Acabemos, siéntese.
Rojas, 195"
Este hombre me viene á mí
Cortado.— Pruébatelé.
Moreto, 131.
Siendo así, saquémoslé.
Lope, 3.°, 389'
Pero perdónoseló.
Moreto, 209'
¡Bestia! Haré teatro
De venganza. — Déjalo.
— No hay dudar, llámemelo.
Calleja, 590.
Señora, llamémoslos.
Hurtado (Luis), X, 320.
Si os parece, vamonos.
Treinta y dos son los autores arriba citados, y eso que no tengo comple-
tos los datos. Agregúese que el vulgo castellano aun hoy acentúa esos su-
fijos, y dígase que tal práctica vulgar, sólidamente fundada en la tradición,
no es admisible en nuestra prosodia.
— 182 -
Un solo pronombre detrás de verbo a^do es átono, porque aborrecemos
instintivamente dos sílabas tónicas se^idas. El sufijo os es átono detrás de
verbo llano en vocal, porque entre los dos vocales hay propensión irresisti-
ble á la sinalefa ó contracción; y si se le hace tónico, resultan dos sílabas
tónicas seguidas, v. gr., diéra-ós. Después de los modos impersonales, se
comprende que el sufijo puede ser átono, porque como aquéllos nunca for-
man oración principal, el entendimiento parece como que va de paso sobre
loa sufijos, para fijarse más en lo que sigue; v. gr., acordársete dcbría —
habiéndole traído.
Pero que aquellos sufijos que son complemento de una oración princi-
pal sean átonos, viniendo detrás de sílaba átona, eso no lo probará nadie.
Antes al contrario, lo dicho piiieba que pueden ser tónicos, y que eso es
admisible en nuestra prosodia. No digo que siempre han de ser tónicos;
pues puede ocurrir que lo que sigue al sufijo, exija pasar rápidaraonto sobre
él, como si digo vístete pronto^ déjamele ya. Basta asentar que per se son
tónicos; per acctdens pueden ser átonos.
Así, pues, formulo la siguiente regla: En los modos personales con sufi-
jo pronominal, no hay esdrújulos per se: en los modos impersonales y en los
verbos auxiliares, sí. Entiéndase siempre exceptuado el verbo con el sufijo
05, como está dicho.
5." ■ Bastante más inadmisibles son los esdrújulos en los modos persona-
les. Los primeros esdrújulos que hallamos son los gerundios: v. Mendo-
za, 73— Fr. Luis, 46-Herrera (Fem.°), .-i39'— Aldana (Francisco), 507." Y sólo
genmdios esdrújulos vemos en algunos siguientes: Góngora, 521 — Espino-
sa, 41 — Arguijo, 3%'— Mirademescua, 15'.
A últimos del siglo XVI salió Cairasco con sus esdrújulos, y á pesar de
que le atribuyen (no sé si con razón) la invención del verso esdrújulo, no
usa más quo infinitivos y gerundios (pocos en verdad), y sola una vez el
presento rcprnébola (474). Pero vino Vegas hacia 1590, y compuso algunos
versos esdrújulos sin tino ni freno (509, 518). Véase la muestra (518):
Do mi on aquesto. — Y madro mía, ¿on cam que
Engañar no so dejo, ¡ay mo! quoriéndomo
Con las manos tontar?...
Asegúrate, hijo; hijo, créeme...
Dol alma y corazón siempre he yo amádote
¡Oh Dios do imensa \>otostsiá\ gobiémnme...
Ante tu eterna Majestad, implicóte
Veas si yo (mas ¡ay! qut'í digo, ¡ay misero!
Que ya tú habrás eternamente víafoln... etc.
Estos esdrújulos, (ino huelen ya á gongorinos, aunque G-óngora no los
usó, se ven raramente y on pocos poetas; y casi siempre en estilo culto, ri-
dículo ó afectado. Citaremos los siguientes ])or orden cronológico: Lope,
l.''71,79'-Id., 3.''4(i', 118, .•i:«)'-Id., 5." 72', 77' 78-Ll., XXXV, 271-Tir-
80, 702, 672-Anón., XV, 514, íi39-Calderon, 1.", (Í2.3', 723'-Id., XXXV, 196*
- 183 -
—Rojas, 210 '— Villarroel, 68— Barbero, 634'— Burgos, 449 -Tapia, 681'. Co-
piemos algún ejemplo:
Con la luna las aguas vanse y vuélveme;
No sé si peces hay, pero presúmolo,
Que en estas ovas frágiles etivuélvense...
No es bien hecho reñir. Tú, Bato, estámpanos
Tus versos, pues los pintas beneméritos,
Y de tu furia y tempestad escámpanos...
Yo cuando canto del soy humildísimo,
Recetóle, veneróle y adoróle
Y juzgóme, pastores, indignísimo;
Con apacibles versos enamoróle,
Y más que piedras y tesoros tíbares
En mis propias entrañas atesoróle (Lope, XXXV, 271).
Soneto... A tus amantes (ninfa vil) repástalos,
Y en regalada cama incasta, acuéstalos,
Búscalos, enamóralos, recuéstalos.
Preténdelos, escóndelos y engástalos.
' A todos castos con fervor descástalos.
A todos peros en tu cesta encéstalos;
Aunque no te molesten, tú moléstalos,
Aunque no te embanasten, tú embanástalos.
Por cuatro ó cinco endrinas. Dina, endrínalos;
En ocho ó nueve cubas, Cuba, enmóstelos;
Con doce ó trece sustos. Dama, asústalos:
Llámalos, amonéstalos, inclínalos,
Abrásalos, enciéndelos y tuéstalos,
Enfráudalos, engáñalos y embústelos. (Rojas, 210').
¿Es esto corrección y buen gusto? De ningún modo. Y repare el lector
en el soneto de Rojas, quien le atribuye d don Juan el Valenciano,
Que en juegos de la poesía
Fué gran tahúr de vocablos,
es decir, que todo ese tinglado de esdrújulos es un puro juego de vocablos,
propio de los tahúres de la poesía; y por tanto, inadmisible en nuestra Pro-
sodia. Y sabida cosa es, que los tales esdrújulos son una de las notas salien-
tes del culteranismo, como ha poco lo eran del krausismo.
Concluyo, pues, distinguiendo la doctrina de la Academia, y repitiendo
la regla ya enunciada, la cual reduzco á los siguientes términos:
I.** El sufijo os se contrae siempre en diptongo con la vocal precedente,
y es átono (v. n.** 257 y 271-276).
2.** Los verbos auxiliares {haber, ser, etc.), y los modos impersonales
forman esdrújulos con los sufijos, según la práctica general de los poetas y
el uso del vulgo castellano.
■ 3.** En los modos personales no hay esdrújulos compuestos de verbo y
sufijo: si el verbo es agudo y el sufijo es uno solo, el vocablo es grave,
como cayóse, veréisnte: en otro caso el último sufijo es per se tónico, y el
- 184 -
vocablo ditónico (v. n.° 35); como cayósemé, adorátnosté. Así hablaron lo»
poetas; así hablamos los castellanos (1).
AbTÍCULO 3." — PsOIfOMBRES DEMOSTBATIVOS
198. ^5/^=el que está aquí: lo que sucede ahora.
Ese=e\ que está ahí: lo que sucedió poco ha ó sucederá luego.
Aquél = el que está allí: lo que sucedió ha mucho tiempo, ó suce-
derá mucho después.
Algunos gramáticos tienen por artículos á estos pronombres: lo dicho
acerca del artículo pone de manifiesto la inexactitud de tal denominación^
Estos pronombres son siempre tónicos y llevan acento ortográfico para
distinguirlos de sí mismos cuando acompañando al nombre sirven de adje-
tivos; aunque también en este caso son tónicos, según el uso general do
Castilla y la práctica universal de los poetas. Es, por consiguiente, viciosa
la atonía usada por los riojanos y navarros en estos adjetíjos.
CAPITULO V
Del adjetivo.
199. Diez son las categorías ó clases en que pueden dividirse todas las^
cosas, según enseñan los filósofos, siguiendo á Aristóteles, á saber; sustancia,
cantidad, cualidad, relación, acción, pasión, lugar, tiempo, situación ó disposición
de partes, y hábito ú ornato.
El nombre ó sustantivo es el vocablo correspondiente á la sustancia, y
á las demás categorías consideradas como sustancias.
El artículo y el pronombre corresponden también á la misma categoría^
con las diferencias ya explicadas. Entro los pronombres, los personales re-
presentan al nombre en cuanto á la sustancia: los demostrativos en cuanto
al tiempo y lugar: los indefinidos en cuanto á la cantidad: los relativos ó in-
terrogativos cuanto á la cualidad y relación.
El verbo es el vocablo correspondiente á la acción, ;i la pasión y á>la si-
tuación.
La proposición es el vocablo correspondiente á la relación; y como ésta
puedo ser do muchas clases, así las preposiciones también son de varias es-
pecies: de cantidad, con, sin: de tiempo y lugar, desde, hasta, hacia, sobre, eni
de acción y pasión, á,por, etc., etc: Do a(iuí se deduce que la conjunción no
(1) Concluido osto articulo, tal como PKtá ORcrito, hallí con Rran «atisfaccion mi», qiio Caramnel
y Bonot HOHtioncn esta misma doctrina acerca do] aconto do Ioh huAjom: prueba de quo tal pronuncia-
ción en adniisiblo «n nuestra l'rosodia.
El primero en hu H<tmica, páf;. t¿V), dice: «Si acutam iiequitur, non aciiitur; rí ^ravi affigatur, acuitw..
CJuo OH lo minino quo yobijfo en el oniinciaifo 3.". '-«»-4
Honot, frimodia, toin. iJ.", píit'. lilO, también atírma quo los HufljoR «o aocntúan dondt tt haga ¡>an*a na~
tumi. Lo mismo ho dicho yo on ostu mihmo párrafo, B, 4.° Y oh de notar que Benut refuta á Bello, qu»
áM la foente donde bebió el autor académico del texto arriba citado.
- 185 -
es más que una preposición que se puede juntar á todos los casos del nom-
bre, ó que sólo se puede unir al verbo.
El adjetivo es un vocablo correspondiente á cualquiera de las catego-
rías, aplicada al nombre ó predicada de él, á modo de cantidad ó de cualidad
concreta. Es, pues, el vocablo correspondiente á la cantidad y á la cualidad,
como predicados del nombre.
El adverbio es el adjetivo del verbo, y propiamente es el vocablo que
expresa en abstracto cualquiera de las otras categorías como determinacio-
nes del verbo.
Si hubiéramos de sacar todas las consecuencias de estos principios, ve-
ríamos cuan imperfecta es la Gramática que se enseña en las escuelas y en
las cátedras superiores. Veríamos muchos nombres impropios, muchas de-
ñniciones malas, muchas clasificaciones ó divisiones inexactas. Verdad es
que el asunto es muy complejo é intrincado; y además muy metafísico; pero
lo dicho demuestra que en la G-ramática pudieran hacerse graves y exten-
sas modificaciones.
Ahora trataremos del adjetivo:
§ I.*' — Prosodia geneeal de los adjetivos
200. Los adjetivos son todos tónicos, exceptuando los siguientes:
1.° Los tratamientos de las personas: don, doña, sor,Jray, san, santo (en
singular), freí/: y en los vocativos es ordinario hacer átonos á fio, tía, señorr
señora, padre, madre, y quizá algún otro, como maese, mosen, micer.
Cualquier castellano hará átonos estos adjetivos en frases como estas:
Este retrato es de don Juan; aquél de doña Clara. — Sor Teresa es hermana de
Fray Andrés.— Los apóstoles San Pedro y San Pablo.— La Suma de santo Tomás»
— Oh'os de frey Lope de Vega.
Se ha de notar que á veces se junta don con fray, y ambos son átonos:
que santo es tónico cuando le precede artículo, v. gr., el santo Job: y que este
adjetivo se emplea completo sólo con los nombres Domingo, Tomás y Tori-
hio. Sin embargo, San Tomás, dijo Salustrio (485'), y San Tobías, Vélezr
Luis (134): el uso vulgar es, el santo Tobías.
Adviértase también que de estos adjetivos, los que pueden posponerse
al nombre, son siempre tónicos detrás de él.
2." En vocativo hacemos átonos algunos adjetivos calificativos prepues-
tos; V. gr., buen hombre, gran Dios, gran camueso, mal alma, etc.
3.*' Los numerales simples (gramaticalmente), son tónicos: v. gr., seis,
diez, veinte, ochenta, ciento, mil. En una cantidad de dos cifras significativas^
las unidades son tónicas: las decenas, átonas: diez y seis, ochenta y cuatro, et-
cétera. En las de más de dos cifras, pueden ocurrir varios casos: pongamos
ejemplos:
a) 628: el seis que precede al cientos es átono, y el veinte; el ocho es
tónico.
- 186 -
b) 4.204: el cuatro que precede al w/7, y el dos que precede al cientos
son átonos: los demás, tónicos.
c) 50.050: el cincuenta que precede al mil es átono; el otro tónico.
d) 700.302: el setecientos que precede al mil es átono, y el tres que pre-
, cede al cientos.
e) 852.045: aquí son átonos el ocho que precede al cientos, el cincuenta
y dos y el cuarenta.
Regla general: las unidades, las decenas completas, las palabras cien-
to y mi i, son siempre tónicas: las decenas no completas, las unidades que
preceden á las palabras ciento y mi¿, y las decenas de millar son siempre
átonas. Excepción: las centenas de millar completas también son átonas.
Los ordinales, primero, segundo, tercero, etc., son todos tónicos; pero es
de notar que es frecuente el uso de formar un vocablo compuesto de las de-
cenas y unidades, en cuyo caso puede y debe hacerse átona la primera par-
te; V. gr.: decimoquinto.
De otros adjetivos hemos tratado ya en los capítulos precedentes.
§ 2." — Adjetivos posesivos
201. Posesivo es todo adjetivo que significa propiedad, y puede poner-
se en lugar del genitivo del nombre primitivo; v. gr., real, perruno, español; ó
sea lo perteneciente al rey, al perro y á España. Así, alma real es lo niisrao
que alma de rey; hambre canina, lo mismo que hambre de perro; suelo español,
igual que suelo d£ España.
Entre estos posesivos se cuentan los pronominales mió, tuyo, suyo, cuyo,
nuestro y vuestro. Son pronominales, porque representan á los gen ti vos de
los personales y relativos; i)ero no son pronombres. Pruébolo: Los pronom-
bres, como pertenecientes á la categoría de sustancia ó persona, no pueden
predicarse de otros supuestos ó individuos; lo cual quiere decir que no pue-
den adjetivarse (y convertirse, por consiguiente, en otra categoría), sin de-
jar de ser pronombres. Además, ningún pronombre do suyo lleva artículo,
á excepción de ciud; y eso porque sin artículo no sería pronombre, sino
adjetivo.
Ahora bien; mió, tuyo, suyo, nuestro y vuestro son adjetivos, como nadie
puedo negar; y por otra parto, admiten el artículo propuesto (sobroonten-
dióndoso un nombre en los géneros masculino y femenino) (1), pues bien
puedo decirse el mío (v. gr., el gato),la mía í^por ejemplo, la suerte), y lo mío
(expresión en que mío se hace supuesto en virtud del artículo): luego talos
pala))ras son tan pronombres como real ó perruno. No tienen nada de pro-
nomljres, sino el origen: de mí, de ti, de si, de que, de nosotros, de vosotros. Cuyo,
- 187 -
aunque relativo, nunca es pronombre ni puede serlo. Y no se admire de esto
el lector; pues ya hemos dicho (núm. 152) que en la clase de relativos hay-
pronombres, adjetivos, adverbios y conjunciones, Cuyo, como relativo, es
átono: de los demás trataremos ahora.
202. Forma completa. — Estos adjetivos son siempre tónicos. Algunas per-
sonas hacen átonos delante de nombre á nuestro y vuestro; pero el uso gene-
ral de Castilla la Vieja los acentúa prosódicamente, á no ser que precedan
á un vocativo, como en este ejemplo de Rojas, 130:
Nuestra ama ¿dóndo pondremos
Estos cofres?
203. Forma apocopada: mi, tu, su— Delante de nombre se usa siempre esta
forma, aunque antiguamente no fué así. La Academia (pág. 341) dice que
acentuar estos posesivos es vicio y tosquedad, y que con el acento se les qui-
ta su calidad de adjetivos, y se rompen las leyes nativas del idioma. Pero
yo que soy castellano viejo, quisiera ver las pruebas de estas aserciones,
pues no veo fundamento para tales reprimendas.
Lo único que aparece es la equivocación que tales posesivos pudieran
tener con mí y tú pronombres, y con la interjección sus. De aquí parece in-
ferir el autor del parrafillo citado, que tal equivocación es real y efectiva.
Voy á responder: 1.", de que se puedan confundir, no se deduce que se con-
fundan: depossé adfactum non valet illatio. 2.°, niego quepuedan confundirse;
pues el pronombre va casi siempre seguido de vocablo que no es nombre, y
las raras veces que va seguido de sustantivo, jamás puede pronunciarse
unido á éste, como en el siguiente ejemplo de Lope, 5.°, 324':
Tú, fortuna, tú, amor, tú, hermosa ciega,
¿Qué bien podrá esperar mi confianza?
mas el posesivo va siempre unido al sustantivo ó al infinitivo, y se pronun-
cia siempre unido al nombre, es decir, sin pausa en medio. Esto , aparte de
que el sentido de la proposición quita todas las anfibologías: si así no fuera,
se confundirían siempre sí (pronombre y adverbio), la (pronombre y ar-
tículo) sé (inflexiones de ser , y saber) , y otras infinitas palabras equívocas,
que tienen una misma acentuación. De donde resulta que, aunque los acen-
tuáramos ortográficamente, no habría motivo para quejarse de la confusión,
que sería puramente material] ni por acentuarlos prosódicamente les quita-
mos su calidad de adjetivos, ni rompemos las leyes del idioma, á lo menos
las que yo conozco.
3." Los castellanos viejos, cultos é incultos, doctos é indoctos, hacemos
tónicos á mi, tu, su al principio de oración y detrás de palabra átona ó es-
drújula; y átonos (ó mejor, subtónicos) detrás de sílaba tónica ó muy pró-
ximos á un acento predominante; aunque á veces por la énfasis es predomi-
nante el acento del posesivo. Resta copiar algunos ejemplos.
De posesivos tónicos: En m¿ lugar — Para m¿ hijo— Cuando tu caballo co-
- 188 -
rre — Entre mt esposo y yo — Te quiero como á mis ojos — No está para iu
cabeza.
Ponían sobre su boca las manos.
Fr. Luis, 65.
Lios dichos que de mis labios salían.
Id., ib.
Yo cantaré algún dia
Las s^is saludes y la mi alegría.
Id., 60.
Que cuando iu prenda dejo
En S1Í poder por testigo
Del valor de mi enemigo.
Injustamente me quejo.
Calderón, l.«, 318'.
Allí lo vi con su doña María.
Castellanos, 184.
Del mismo modo miré
De mi doña Serafina
La hermosura peregrina.
Tirso, 215.
Yo mismo á tu doña Juana
En San Quirce la dejé.
Id. 410".
Fiel y segura para mi sosiego.
Argensola B., 298'.
Y á la de tus arneses fiera lumbre.
Góngora, 449'
Fieras naciones contra tu fe armadas.
Id., ib.
Si sobro tu piedad divina, sobro...
Calderón, 1.® 351'.
Pues para mi guadarnés
Ha comprado parte della.
Cubillo, 157'.
Algún consuelo en mi dolor tuviera;
Pero mi no temida desventura.
Arjona J., 91'.
Es camarada
De don Diego. — Tu don Diego
Fué quien causó todo el fuego.
Alarcon, 87.
Para mi satisfacción
Vuestro engaño es la disculpa.
Id., 261".
No haces bien, que mi razun
Puesta á tu luz, no luciera.
Rojas, 598.
Ejemplos do posesivos átonos: /ay mi madre] — dame tu capa — ya se fué
\m padre— dirán sus maestros — aplatidirúii sus discípulos, etc. También en
verso puede influir mucho el ritmo; pues si cae el posesivo en sílaba que el
ritmo exija sin acento, aquél, como palabra menos principal que el nombre
y el verbo, permite hacerle átono.
1. Triunfa tú dése, y al fin
2. Dueño tú de tu al bodrio,
.3. Guárdate tu vida tú, ^
4. Huye tú do tu peligro,
5. Hazte tú tu duración,
6. Lábrate tú tus designios
7. Cuéntate tú tus alientos,
8. Y sirvo al fin tantos siglos, etc. (Calderón, 1.", 486).
En el verso 2 y en el 4, el tu posesivo es tónico: viene detrás de dicción
átona y lo exige el ritmo natural del verso.
En el .'} puedo hacerse átono ó tónico á voluntad, sc^^un el acento que se
dó al sulijo te (véase lo dicho, núm. 197, B. Af*).
En el 5 es átono.
En el O y 7, como el suñjo es íxiono per accideus, el ritmo resulta dacti-
lico; y por tanto el posesivo cae en sílaba átona.
- 189 -
Notemos también este verso de Meléndez (242).
Todo su lugar tiene.
Si hacemos átono el su, se entiende que el todo concierta con lugar:
para evitar alií la confusión, debe hacerse tónico el su. Así se entiende que
el todo es sujeto de la oración.
Resumiendo, digo que no puede darse regla fija para la acentuación de
los posesivos: pero que en general son tónicos después de sílaba átona. Es
esta una de las cosas que no pueden sujetarse á regla; pero conste (y esto es
lo que quiero asentar aquí) que no es vicio ni tosquedad hacer tónicos los
posesivos. Digo más: los posesivos nunca son realmente átonos, sino subtó-
nicos; es decir, que permiten que su acento se obscurezca por la proximi-
dad de otro acento precedente, ó por la rapidez que exige la locución (véase
núm. 35, 2.").
CAPITULO VI
Del adverbio.
204. Fuera de los adverbios relativos, los demás en general son todos
tónicos.
Ya hemos tratado también de los adverbios mas, menos, antes, medio.
El vocablo ¡liego, cuando es adverbio de tiempo es también tónico.
Resta discutir una palabra no poco dudosa, y es el llamado adverbio aun.
«El adverbio aun (enseña la Academia, pág. 366) precediendo á verbo no
se acentúa, porque en este caso forman diptongo las dos vocales; pero se
acentuará cuando vaya después del verbo, porque entonces se pronuncia
como voz aguda disílaba: ¿Aun no ha venido? — No ha venido aún.»
Después del verbo, todos convenimos en hacerle disílabo agudo, y no
hay cuestión (1); lo mismo cuando venga detrás de otra palabra á quien mo-
difique; V, gr.: más aún, joven aún. Sin embargo, sepa el lector que nues-
tros poetas rarísima vez posponían el aún.
Mirademescua, 46"
No se acaba el mundo aún (2).
— ¿Qué es aún? — Aun no podemos
Hablar bien los pobres?
Tirso, 603
Siento el sobresalto
Que me dura aún (3).
Virués, 549
Pero fáltame aún despedazarte.
Polo, 212
Yo le certifico que
Llevará, si no se escapa,
Del pan y del palo aún:
Aun del palo y de la tranca.
Calderón, 3.°, 248'
No he tenido dicha tanta,
Que haya podido, Daría,
Cumplirte aún la palabra.
(1) Algunas sinéresis hallamos en los poetas del siglo XVIII;
Para aquél que en las letras es aún nuevo.
Que está aüyi envuelto en mantillas.
(2) Consonante de común.
(3) Asonante en u.
(Noroña, 443).
(Villanuevn, 695').
— 190 -
En el periodo postclásico es más frecuente el aún pospuesto.
Acerca del aun antepuesto, tenemos tres opiniones:
1.* La de los gallegos, que siempre acentúan la u, como también Jove-
llanos; (véase o', 9, 22, &\, 71').
2.* La do Hartzenbusch y Cueto, que siempre ponen acento en la a,
3.* La de los que hacen átono el anu.
El texto do la Academia arriba citado no dice más, sino que aun es dip-
tongo delante del vocablo modificado por él; y esto es indudable, ni necesi-
ta demostración. Por consiguiente, los gallegos hablan mal. El acento de
dun está mal, porque esa palabra es átona, según parece por los poetas, y se-
gún el uso de la mejor parte de Castilla.
A pesar de todo esto, cabe una cuarta opinión que distingue así: el antt
adverbio de tiempo, es tónico en la «, ya delante, ya detrás del verbo; el
aun adverbio de encarecimiento (perteneciente á los de cantidad) es átono y
no debe colocarse nunca detrás. Pero como es difícil en muchos casos dis-
tinguir cuál de los dos caracteres tiene el aun, creo que debe decirse que
en todo caso el atm antepuesto es átono, y el aun pospuesto tónico, y que no
se posponga sino cuando es claramente adverbio de tiempo, y raras veces.
Los adverbios en mente son ditónicos, según está dicho; (núm. 156).
CAPITULO VII
Del nombre.
205. Los nombres son todos tónicos. Sin embargo, esto no impide que
en los vocativos hagamos átonos algimos nombres por fijarnos más en el ad-
jetivo ó nombre siguiente; v. gr.: ¡Dios mío!. Pero esto no sucede siempre^
pues depende del afecto ó intención con que se habla.
Lo que sí os falta, es hacer átono á Dios al rezar: Dios te saJve, María, etc.
206. Quiero poner aquí las diferentes formas ó metamorfosis que han
sufrido los tres tratamientos compuestos vuestra merced, vuestra señoría
y vuestra excelencia.
Entonces Roma reinaba
En tiempo de su sonado,
Cuando al cónsul más honrado
Tú Bolamente llamaba. (Castillejo, 236).
Mas ahora solácese el lector recorriendo la siguiente lista:
1. Vuestra merced.
2. Vuosa merced: Calderón, 1.", 5.'K.
3. Vuosarcod: Cubillo, 141' -Rojas, 2r-Quovodo, 277 — Calderón. 2.^
213".
4. Vuesarcé: Vélez íLuis), 14-i"— Cañizares, 507'.
6. Usarced: Calderón, 2.", 174, 177".
6. Vuarced: Lope, 4.°, 289'-Quevodo, 117'.
- 191 -
7. Vuesanced: Tirso, 241'.
8. Vuesancé: Avila 552— Tirso, 234"— Moreto, 316.
9. Vusancé; Moreto, 315".
10. Vuesacé: Hurtado (Antonio), 452.
11. Usancé: Tirso, 234"— Moreto, 59', 202'.
12. Usaced: Solis (Antonio), 17"— Moreto, 489".
13. Vueced: Rojas, 144.
14. Vucé: Rojas, 141'.
15. Uced: Rojas, 21'— Solís (Antonio), 15'- Calderón, 3.°, 614.
16. Ucé: Matos, 221'— Zarate, 578'.
17. Vuesamested: Tirso, 559'.
18. Su mested: Calderón, 2.°, 32— Id., 4.^ 138".
19. Su mesté: Moreto: 110.
20. Vuesansted, Tirso, 267'.
21. Vuesansté: Tirso, 266'.
22. Vuesasted:Tirso, 559'— Quevedo, 277'.
23. Vuesasté: Tirso, 192', 236".
24. Vuesesté: (no encuentro la cita, que creo es de Tirso).
25. Usasted: Rojas 271— Calderón, 4.°, 633— Cañizares, 649".
26. Vuested: Quevedo, 122', 520'.
27. Yuesté: Sor Juana, 291'— Moreto, 651.
28. Vuested: Cubillo, 132— Trillo, 68' -Tirso 232,
29. Vusté: Cubillo, 141— Tirso, 232- Quevedo, 124'.
30. Usted: Quevedo, 520'— Calderón, 2.°, 93'— Moreto, 59".
31. Usté: Matos, 224'— Solís (Antonio), 17".
1. Vuestra señoría,
2. Vueseñoría: Cubillo, 164— Quevedo, 156— Calderón, 2:°, 253".
3. Vuseñoría: Lope, 4.'', 90'.
4. Vusiñoría: Lope, 3.°, 639.
5. Vusiniría: Tirso, 659'.
6. Useñoría: Cubillo, 159' —Anón. XVI, 370.
7. Usiniría: (Tampoco encuentro la cita).
8. Vueseoría: Cubillo, 150'— Monroy, 111'.
9. Vuesoría: Cubillo, 168— Polo 209.
10. Vuesiría: Tirso, 547, 643'.
11. Vusoría: Tirso, 152'.
12. Usiría: Calderón, 1.°, 544— Zamora, 415.
13. Vuesía: Cubillo, 154'.
14. Vusía: Cubillo, 179— Moreto, 504'.
15. Usía: Cubillo, 158— Cañizares, 550".
1. Vuestra excelencia.
2. Vuexcelencia: Tirso, 573" — Cañizares, 563.
3. Vuecelencia: Montalban, XIV, 462''— Cruz (Ramón), 510,
- 1^2 -
4. Yueselencia: Alarcon, 120"— Tirso, 38.
5. Vuecencia: (No hay ejemplo).
6. Usencia: Cañizares, 562— Anón, XVI, 413'.
7. Ucencia: Cruz íRamon), 510.
También hay vuesencia = vuestra reverencia; Alarcon, 446"— Isla, 396".
El título señor también se halla seor, sor (Rojas, 371') y so (Leiva, 368.
Señora, seora, seña (Zarate, 573), sora (Alarcon, 82', 87 ) y sa (Tir-
so, 4^5"— Rojas, 31— Cañizares, &38').
207. Género de algunos nombres. — Los géneros son sets^ según la Aca-
demia: masculino, propio de los animales machos; femenino, propio de los
animales hembras; neutro (de neuter = ni uno ni otro), propio de aquellas
cosas que llevan el artículo lo; epiceno (srl xotvó^), propio de aquellos anima-
les en que no distinguimos género, como lagarto, murciélago, anguila,
sardina; común, propio de algunos adjetivos sustantivados de una sola
terminación, que lo mismo pueden aplicarse á machos que á hembras,
V. gr., mártir, virgen, testigo; ambiguo, el de los nombres que sin razón al-
guna usamos unas veces masculinos, otras femeninos.
Los nombres femeninos (excepto los apellidos y los propios de mujeres)
que comienzan con á tónica, llevan artículo masculino; v. gi'., el agua, el
águila, el África. Los nombres de las letras a j h y el nombre haca llevan
artículo femenino.
También puede decirse: un hora (sola ó con adjetivo; larga, escasa, et-
cétera): véanse Oña, 390— Garcilaso 3', 29, 30"— Moreto, 59', 159: -/a postrer
línea, Matos 202": un gallina mojada (hablando de un hombre), Vólez
(Luis), XX: 499: un marica. Rojas, 386".
De la lectura de los poetas, resultan de género ambiguo:
Arfe, enigma, orden, cisma, corriente, creciente, menguante, mar, mim-
bre, estambre, puente, calor, color, fénix, serpiente, enjambre, dogma, trí-
pode, tribu, fm, fraude, mapa, tema. dote, anagrama, epigrama, crisis, re-
belión, aroma, metamorfosis, problema, frase, cometa, origen, linde, fan-
tasma (en los poetas es femenino), catástrofe, yunque, iris, perífrasis,
pirámide, centinela, guarda, hipérbole, adarme, clima.
Hallo también en los poetas: apóstola i}Io']eda, i'yl); wíí7í://a (Miradomos-
cua, 73"— Lope, 2.°, 140); caracola (Polo, 197); la poeta (Caro, D." Ana, 135');
giganta (Cervantes; 602'); catedrática (Calderón, 3.**, 358"); ese máscara
(Cakloron, 4.^ 78'); cofrada rid., 98-TriHo. G5i; vasalla (Calderón, 4.°, 113');
palana (Id., 210'); doños (Hurtado, Luis, 13); hereja (Vegas, 482); idolatresa
(.Jovellanos, 30').
Chinche os femenino (Vegas, 506' — Tirso, 125); pliegue y dobles, mas-
culinos.
208. Plural de los nojnbres.—hos nombres en general son el ablativo
latino, suprimida frocuontemonte la vocal extrema: apóstol(o, fuártirío,
sermonee. VA aconto do los derivados del latin se conserva generalmente
en la misma vocal acentuada en latin, pero no siempre. Y como el plural os
sencillamente el ablativo latino, añadiendo una s, resulta (luo la forma-
— 193 —
c'on del plural es en castellano segiin la regla siguiente: Los que en singu-
lar terminan en vocal átona, ó en ^ tónica, forman el plural añadiendo una
s; mapas, especies, leyes, amos, espíritus, quinqués. Todos los demás le
forman añadiendo es: bajaes, alelíes, tisúes, saludes, dátiles, gérmenes,
amores, agraces.
Excepciones: el plural de sofá es sofás; el de papá, mamá, chacó, cha-
pó, se forma igualmente, añadiendo una s. El de la letra e es ees.
Los terminados en vocal átona y s, v. gr. Carlos, crisis, éxtasis, lunes;
y los patronímicos en s llanos ó esdrújulos, tienen el plural idéntico al sin-
gular: los Carlos, las crisis, los lunes, los Peres.
209. Plurales caprichosos en los poetas.
cees: Calderón, 1.'' 183'.
síes: Castro (auillen), 382-Tirso, 104'.
noes: Id. 369"— Tirso, 104'.
mases: Rojas, 36" — al líes: Vélez (Luis), 120'.
míes: Polo, 197'— mieles: Villegas (Esteban), 554.
qués": Trillo, 72'— qttees: Salazar (Agustín), 66".
ay de míes: Solís (Ant.°), 23'— Calderón, 2.^ 178.
túes: Lope, I.*" 213— Quevedo, 181'— Isla, 311— Calderón, 3.*' 244".
frenesíes: Solís (Ant.°), 23'— Iglesias, 449'— Calleja, 573".
adioses: Id. 72— Pérex de Camino, 732'.
hipérbatones: Caro (D.*^ Ana), 135'.
teces: Valbuena, 236, 299.
greyes: Hojeda, 444— Vegas, 496'— Forner, 311'.
toses: Quevedo, 220.
senectudes: Calderón, 3.° 478.
tuses (de tusj: Id, 3.** 478".
hambres: Id. 4.'' 252.
sedes: Id. ib.
Agnus Deies: Quevedo, 162'.
quiquiriquíes: Id. 225.
arremeteres: Id. 292'.
remifasoles: Id. 541.
satanases: Id. 587'.
mapas mundi: Castellanos, 10'.
nadas: Barbero, 587'.
otrosíes: Id. 617'.
traspieses: Vargas, 605.
despueses: Moreto, 616'.
Es frecuente en los poetas el plural en ts de los agudos en /; tabís, ale-
lis, jabalí s, rubís, borceguís, neblís.
El catálogo precedente da alguna idea de la índole de nuestra lengua
tocante á los plurales de adverbios y otras palabras raras.
210. Plurales de los nombres propios. — Propio en G-ramática es el
nombre que conviene á uno solo (quod convenit solí, sed non omni); v. gr.,
13
- 194 -
Guadalquivir, Perú. De aquí se infiere que los nombres propios son muy
raros. La mayor parte de los que llamamos propios no lo son, sino comimes
(apta inessc multis), con la diferencia de que no se predican de los indivi-
^duos como los demás predicamentos, sino como mera denominación que
nada significa. Por eso no decimos éste es Juan en el mismo sentido que
éste es hombre, y para hablar propiamente decimos éste se llama Juan.
Por consiguiente, es falso que los nombres propios no tengan plural;
porque en realidad debe negarse el supuesto de que hay nombres propios;
y si algunos hay, los hacemos comunes por medio de ficciones mentales.
En los poetas son frecuentes los plurales de nombres propios. Léase el
romance de las condiciones de las mujeres (XVI, 407), y las comedias de
Tirso, Rojas y Calderón, donde abundan especialmente los propios de mujer.
Propios de varón y otros, véanse:
Cosmes, Damianes, Barrabases: Rojas, 171.
Sanchos: Id. 165".
Guadalquivires: Góngora, 508.
Giles: Tirso, 420'.
Caínes y Abeles: Id. 288'.
Saúles: Trillo, 99.
Dionises y Ulises: Tirso, 225".
Tomases: Cañizares, 610".
Anibáles y Tubálos (diástole): Valbuena, 320.
Fadriques: Calderón, 4.° 120.
Treinta mil don Félix: Id. 2.° 208".
Etnas: Id. 240'.
Andreses: Id. 4." 454'.
Satanases: Cáncer, XIV, 525".
Vitruvios y Abrahanes: Cruz (Ramón), 510.
Matusalenes: Polo,. 181.
San Juanes: Id. 183.
Perúes: Villegas (Esteban), 555".
Luises: IMoreto; 518.
Varios: Calderón, 4." 616' — Góngora, 515"— Vaca, 316— Arriaza, 93— Mo-
rat¡n-(Nicolás), 65'.
211. Pros!0(/ia de lo.f Jemeninos- y ])hiraJes.
1.** Femenino.'^. — Cuando al pasar un nombre ó adjetivo masculino al
género femenino, no sufre más alteración que cambiar hi e ú o del mascu-
lino en a, ó tomar una a aiuidida á la consonante final, el aconto no se tras-
lada; v. gr., sabio, sabia; ladrón, ladrona; alares, alaresa. Exceptúase el nombro
Félix, cuyo femenino es Felixa (1). Pero si el femenino añade al masculino
algo más (juo la a, el acento está en la penúltima vocal; v. gr. alcalde, alcal-
desa, abad, aba<lesa.
2." Plurales. -El j)lural nunca altera el acento del singular. Sin cmbar-
(1) Y Carlon, cuyo fornonino oh Carlota.
- 195 -
go, de régimen se dice regímenes, y de carácter, caracteres. Acerca de esta
-última palabra es de notar lo siguiente:
Alarcon hace siempre agudo á carácter, como debía ser, del ablativo
caractérfe: v. 99", 359', 361", 364, 4AA".
Fuera desto: al carácter (99).
Te imprimo mi carácter (359).
Por consiguiente, están mal los acentos de carácter que allí imprimió
Hartzenbusch (pág. 99"). Antes de Alarcon no recuerdo haber hallado este
vocablo en singular. Desde Calderón inclusive en adelante, todos dicen
carácter.
En el plural; muchos dicen caracteres, que es plural de carácter; pero no
pocos dicen caracteres. Vea el lector: Eufo, 122' — Cervantes, 419' — Lope,
LVIII, 148— Argensola (Bartolomé), 319' -Yalbuena, 195, 283', 360— Lope,
5.° 69, 128, 200', 218', 323', 370, 522— Herrera (Jacinto), 263'— Calderón, L"
^2— Id. XXXY, 343— Noroña, 471'— Arríaza, 102'.
Si entendéis sus caracteres escritos (Cald., 4.**).
Porque son sus caracteres de fuego (Lope, 5." 200).
Donde estaba mi alma entretenida
En formar ciertos rombos y caracteres (Cervantes).
También el plural áe fénix e^f emees: Lope, 5.° 189', 190, 490.
CAPITULO VIII
Prosodia de los nombres, adjetivos, pronombres
y adverbios tónicos.
212. Hasta aquí hemos tratado de la distinción entre los vocablos tóni-
cos y los átonos; pero no hemos dicho si los vocablos tónicos son agudos,
llanos ó esdrújulos.
Los monosílabos, claro es que son agudos; por lo cual no ofrecen dificul-
tad alguna. Sin embargo, el decidir si un vocablo es monosílabo ó no, cuan-
do'tiene dos vocales, es cosa imposible si se desentiende uno de la pronun-
ciación. Porque las reglas de los diptongos suponen conocida la colocación
del acento, y este es un negocio difícil é intrincado.
Estas dificultades aumentan en los polisílabos por muchas razones:
1.* Porque sería necesario distinguir en nuestro idioma las palabras
griegas, latinas, árabes, castellanas, francesas, italianas, etc.
2.* Porque en cada uno de estos idiomas tienen los sufijos diferente
cantidad.
3." Porque sería además necesario conocer la etimología, raíz y aumen-
tos de cada palabra de por sí.
4.° Porque no siempre en castellano guardamos la ley de la cantidad
latina.
-- 196 -
Estas dificultades son tan graves, que no sé si será posible formar una
prosodia que con reglas fijas fundadas en la cantidad dé á conocer el acento
de las palabras. Algo se puede hacer; pero si no se hace todo, siempre ha-
-brá quien se confunda con las reglas.
213. Mas el acento ortográfico (per sej, y la vocal final de las palabras
fpe?' accidens) nos suministran los datos suficientes para conocer dónde está
el acento de cada palabra, cuando se lee.
1." Las palabras esdntjitlas deben acentuarse todas, porque no hay otro
modo de distinguirlas de las demás.
Las terminadas en vocal fuerte ó en 5 y los verbos en ;/ son graves; por
consiguiente, deben acentuarse las agudas en vocal fuerte, ó en 5, y los ver-
bos agudos en n (1).
3.° Las terminadas en vocal débil ó en consonante, exceptuando las en
5 y los verbos en //, son agudas: por consiguiente, se acentuarán las graves
en vocal débil, etc.
4.° Toda vocal débil adyacente á una fuerte es naturalmente átona; por
consiguiente, toda vocal débil tónica, adyacente á una fuerte, debe acen-
tuarse.
5.° Toda vocal débil que precede á la otra débil, es naturalmente áto-
na; por consiguiente, se acentuará cuando sea t '>nica.
6." Las vocales fuertes concurrentes, se considerarán como separadas,
respecto de la acentuación; así debe acentuarse aéreo, empíreo, etc.
Con estas reglas ya se puede leer sin peligro de confundir las agudas con
las graves; las esdrüjulas son bien conocidas por el acento.
Si uno no supiera dónde está el acento de sería, haría este razonamien-
to: esta palabra es llana; pero la i es átona, puesto que no lleva aconto; lue-
go la tónica es la e.
Lo mismo en Braulio: como ni la / ni la // tienen acento, deduzco que la
letra tónica es la a.
214. De los monosílabos se acentúan: 1.°, las letras a, e, o, u, por cos-
tumbre, no porque sean tónicas, que no lo son; 2.°, los pretéritos fue, fui,
díó, víó, aunque realmente no le necesitan; H.", las notas musicales ////, la,
sí, (tampoco le necesitan); A.^, él, mí, tú, pronombres personales; 5/p^(tnom-
bre y adverbio) sé inflexión de ser y saber ; dé inflexión del verbo dnr\ té
sustantivo.
Los adverbios en tueute y los verbos agudos ron un suiijo, se acentuarán
ó no, como si no tuvieran tal aditamento; fdcílineiite, cortéstneute, pcrf'ec-
tísímameutc; ser eos, mandar vie, mandónos, .
Los verbos agudos con dos sufijos y los llanos con uno ó más, so acen-
túan también según la regla do la Academia, v. gr.: dándome, dístenos.
(1) La Ara'loiniB, rlocln IftftO, no distinfru» los nombro» do los vorbos. Franonnicnto, tnntoi nrontoo
on án, in. tin ino parecen muihim arentog. Tampoco distiiiiruo ontro las terminadas on vocal fvicrto y on
vocal débil, y oso qne éstas son muy niimorosas, como <(ue lo son todaK las primeras personas d«> sin-
gular del pretérito do las conjtipacionos ¿.* y ¡i.'. Ln ro(;la aijui puosta diro lo i|ue doliiera sor: sin eni-
barffo. yo también acentúo los ai^ udos on i. l'oro al fin, por un aconto mis ó menos, no he de reñir con
nadie, porquo oso ni quita ni pono en ol idioma.
- 197 -
■dmote, dármelo, etc. Que se acentúen ortográñcamente poco importa, con
tal que se reconozca que no es vicio ni licencia hacerlos ditónicos en los
<3asos ya explicados (núm. 197).
Todo lo demás que pudiera añadir sobre la colocación del tono ó acento
prosódico en general , fundado en la cantidad de las sílabas y formación de
las palabras, es tan incompleto y difícil, que prefiero dejarlo en el tintero.
lEn latín, el sistema prosódico es relativamente fácil, conocida la radical, ó
mejor dicho, la raíz de la palabra; porque la cantidad de todos los aumen-
-tos está sujeta á reglas generales y fáciles, como podrán atestiguarlo algu-
nos de mis discípulos, á quienes enseñé el modo de conocer la cantidad de
todas las sílabas latinas; y yo mismo, con mi sistema prosódico, conocía (ya
se me ha olvidado algo) la cantidad de todas las sílabas casi tan rápidamen-
te como leía. Pero en castellano, como lengua menos pura, es la dificultad
inmensamente mayor; y además tendría poca utilidad tal sistema; basta el
uso y la acentuación ortográfica para conocer el acento de las palabras. Y
Jfustra fit per plura quod fieri potest per pauciora.
Mas para concluir este libro, voy á fijar bien el acento de algunas pala-
bras qíie le tienen vago ó mal entendido.
215. A.
1) Abdalá y Audalla, árabes, que parecen un mismo nombre, son agu-
do aquél (Calderón, 2.°, 335 y siguientes) y llano éste (véase el Romancero).
2) Adonaí. — Esta palabra hebrea es en latin Adónai: una sola vez le
hallo Adonáy, y debe pronunciarse Adonaí, según el uso de nuestros poe-
tas: Calderón, LVIII, 397, 413-Id., 4.°, 200"-Moreto, LVIII, 557 -Igle-
sias, 466.
Si soy sumo Adonaí,
Abrazaros pienso luego. (Moreto)
3) Ahí. — Es vicio algo frecuente en el norte de la Península decir áhi
por sístole.
Como esas, estatuas hay
Por ahí que se idolatran. (Calderón, 3.°, 707)
4) Alboíno. — Así nuestros poetas, menos Laso, X, 396.
5) Alcibíades y otros en ades ó adas griegos, deben ser esdrújulos: ta-
les son Mil ciad es, híadas, dríadas, hamadríades, (véase Solís, Dioni-
sio, 263— Acevedo, 266— Arquijo, 403'— Lope 5.°, 366'); hclíadas (427'),
Olimpíada (Cairasco, 498), Oríade (Calderón, LYIII, 354'), anftirioníades
(Lope, 5.°, 451') tespíades (Lope, XXXV, 270), miríada (Lista, 370), fiadas,
(Lista, 287'): no está en el Diccionario): Ilíada (Argensola, B., .350 — Cairas-
co, XXXV, 300 — Quevedo, 458'), Liisíada (Góngora, 456), Austríada, (Hita,
XVI, 172'), Pléyade (Arjona, Juan, lOV)— Cicladas (Villegas E., 561)—
náyades (Herrera F., 302\ Aunque no falta algún ejemplo con diástole,
no debe hacer autoridad contra la regla .
6) Alcínoo. — Este y otros grigos en oo como Antinoo* Piritoo, Piroo,
- 198 -
Pántoo, AstÍHoo, deben tener átonas las oo, según su origen griego y
latino.
Sin embargo, nuestros poetas suelen hacer tónica la primera o: así.
Alcinóo (Cervantes, 596); Piritóo (Lista, 30G). Hermosilla los hace en ge-
neral agudos; Pirüoó, Arttnoó, Piroó. Creo debe seguirse la acentuación
griega. Aritinoo dijo muy bien Reinoso 221. Aquelóo, sin embargo, tiene la
o primera tónica (en griego omega).
El apellido Feíjoó tiene y debe tener tónica la o final, según se halla im-
preso en documentos contemporáneos del famoso benedictino, y en Moratin
(Nicolás), 65'
7) Aloe. — En griego, según el acento, es aloe; según la cantidad áloe,
como en latin. Puédense admitir ambas acentuaciones.
Teñidos nardos y áloes, espirando. (Ribera, Luis, '289')
Y al divino Camóes
En indianos aloes (heptas.) (Lope, 6.°, 197)
No es admisible decir áloes; como Hojeda escribió, 500'.
8) J^/i^ar.— Apócope de Alvaro^ debe ser grave y no agudo. (Véa-
se X, 5iOj.
9j Ambrosia: Los antiguos decían ambrosia^ de lo cual tengo muchos
ejemplos: Cervantes (589') ya dice ambrosia: en Lope es vario el acento:
désele Calderón en adelante todos dicen ambrosía. Debía ser ambrosia, se-
gún es en latin, sin embargo, en griego tiene el acento en la t,\
10) Amcfi.—^ste verbo hebraico es agudo en castellano, como en he-
breo. Tirso, 340, 417.
A sátiros que me llamen
Como lega digo amen, (verbo: equívoco)
En vez de decir amén. (Calderón, 4.", 273)
11) Auacréon. — El nominativo griego así es, y así le usaron nuestros
poetas, V. gr., Villegas (Esteban), 557". Si fuera apócope del ablativo
Anacrcontc, dolíoría ser agudo.
Véanse también Villanueva, 593'— Jovellanos, 6.
12) Anagrama, epigratna: llanos. Así todos los poetas, sin excApcion,
Y cfmformo á éstos, deben ser llanos los demás en grama ó gramo; tele-
grama, kilogramo.
13) Aiiibal, Asdrübal, Amilcar, Tiíbal. — Aunque parezca increíble, es-
tos nombres son agudos en todos nuestros poetas antiguos, hasta Calderón
inclusive; véase Cueva X, 362, 373. Los acentos allí puestos por el Sr. Du-
ran, no debieron ponerse. Un solo caso hallo do Aníbal (Virués, 509), en lo
antiguo. Los modernos, con mejor acuerdo, los hacen llanos, como deben
sor, según la regla general.
La palma por Aníl)al obtenida (Moratlu L., 696')
El gran hijo de Amilcar te amenace (Arjona M., 63fi')
Diga vencido ABdrúl)al y el Metaurn. (Lista, 287)
— 199 —
Arjona M., 536'— Arriaza, 69'— Moratin N., 59— Moratín L.,580 — Quinta-
na, 17 — Pérez de Camino, 726" — Lista, 286'.
A este modo, debían ser graves Gaspar y Baltasar que hacemos
agudos.
14) Animalia. — Lo mismo que animal^ tiene tónica la «, no la /, como
malamente escribió Jovellanos, 30.
15) Antíoco: Calderón, 1.°. 311 y siguientes; Lope, 5.", 131, Algunos an-
tiguos como Timoneda y Castellanos, decían Anttoco.
16) Antípatro. — Esdrújulo debe ser este compuesto del griego TraTT,p =
padre. Sin embargo, grave le usa Lope, 5.° 196,324.
17) Areopágo: grave: Moreto, 498'— Cañizares, LXVII, 488— Melén-
dez, 219'.
18) Ariete. — Acevedo y Moratin (N), dicen ariete: Calderón y los mo-
dernos, ariete con diptongo; pero su verdadera pronunciación es, como en
latin ariete.
Combatidos de Arietes cayeron. (Caro, Rodrigo, 386')
19) Aristides. — Así es en griego y así le usó Marchena, 624. G-eneral-
mente se le hace esdrújulo. Lope. 3.", 294" también le hace grave.
20) Arquimédes.—K.^i todos los poetas: Argensola (B.), 346'— Esquila-
che, XLII, 317-Tirso, 566' -Lope, 2.^ 358.
Aquellos edificios y colosos
Que del grande arquimédes fueron traza. (Lope, 5,°, 353')
Y lo mismo todos los griegos terminados en medes, como Nicomedes
(Calderón, 1.", 13'), Diomedes (Claramente, 511), Ganimedes (Gróngora, 441),
y Palamedes (Laso, X, 321).
21 j Arrecife.—YxoiWd., 61':
La brava costa de arrecifes llena.
22) Atáide. — Este apellido portugués tiene la a tónica en Tirso. 109"—
Calderón, 3.°, 70'— Quintana, 43 y siguientes. Tiene la / tónica en Cervan-
tes, 604'— Lope 4.°, 134— Meneses, 466'. Es preferible con la a tónica.
23) Ataúlfo.— K.'&i todos. Sólo Valbuena contrae en sinéresis el au.
^) Atmósfera. — Según el acento griego es esdrújulo; según la canti-
dad, grave. De uno y otro modo le usan nuestros poetas. Llano: Huerta (Vi-
cente); 230— Cienfuegos; 20'.— Esdrújulo: Arriaza, 74'— Maury; XXIX, 487
Ahumada, 707 — Somoza, 473.
No será falta decir atmosfera, fotosfera.
25) Átropos: esdrújulo: Oña, 372— Arguijo, 397.
26) Auréola y lauréola. — La Academia en su Diccionario hace grave y
esdrújulo al primero, y grave al segundo. En latin, ambos son esdrújulos:
el sufijo ola es siempre breve en latin. Los poetas hacen grave al primero:
Hojeda, 467' — Vaca, 336' — Burgos, 449 bis; y grave al segundo: Castella-
nos, 60', 112— Cervantes, 83— Silvestre, 245'— Lope, 5.^ 198, 217', 484—
Olmo, 146'-Trillo, 56— Cortés, 183.
- 200 —
Debían ser esdrújulos; mas por respeto á la tradición podremos admitir
indiferentemente las dos acentuaciones.
27) Austero. — Es incorrección hacerle esdrújulo. Muy bien Salazar
(Agustin), XLII, 225'.
28) Ayctx.—Gcraxe: Mendoza, 83'. En plural, Ayáces, según la cantidad.
216. B.
1) Balatistre. — Tónico en la n, aunque no tiene acento en el Dic-
cionario.
Almenas y balaustres. (Calderón, 3.°, 478')
Véase Id., 203", 670'-Id., 4.^ 170"-Coello, XIV, 409". Mal Arriaza, 106'
En griego también tiene el acento en la //.
2) Í3«/Sí7/';/.— Todos así, v. gi\, Góngora, 459".
3) Baraiinda. — Tónico en la ti. Oua, 355'— Polo, 178 — Arriaza, 129'.
4) ^^//■««¿'s. -Calderón; 4.^ 620'.
5) BeHOÍ.-Loj)e, A.", 104".
6) Bigamia y poligamia, según el acento griego (Caiítillejo, 165' —
Triarte, 54'). Vulgarmente se acentúa la a, según el uso latino.
7) Biobío. — Este nombre de un río de Chile, lleva el acento en la últi-
ma ?', y así debe leerse en los poetas, aunque parezca que puede leerse de
dos ó tres modos. Ercilla, alguna vez, comete la diéresis diciendo Biobio, j
Arjona M., (542') la sinéresis del final ¿o. En el siguiente ejemplo del mismo
autor (543'),
Gime y llora de ver que su dicha,
Se traslada al Biobio distante.
puede leerse Biobio ó BXóbio, sin que se altere el ritmo anapéstico del de-
casílabo; pero debe leerse Biobio, según los otros casos en que el mismo au-
tor usa dicho nombre.
8) Borístcnes ó Boristéncs, según se siga la cantidad ó el acento: es el
antiguo nombre del Niéper.
9) Bredá.—lAüwo le usó Reinoso, 223; agudo (y mejor) Cald., I.**, 128.
217. C.
1) Cades ,
Entre palmas do Cades (octos.) (Calderón, LVIII, 469').
2) caduceo — Contra lo quo debía sor, ha prevalecido siempre el decir
caduceo. Solo Acevodo dice caduceo (265')
Lleva el caduceo en la derecha mano.
3) Cafantaúm, Corosain— Tirso, XXXIX y 451'.
4) Caistro—TodoH los poetas.
5) Cal ainos— Anón. X,243— Quovodo, 212' y todos.
6) Ca/í/5=Ca/«/s— Vall)uona, 145'.
7) Cdndia—Aai todos los poetas: Lope, 5." 453'— Calderón, 3.° 336— Mo-
reto, 556".
- 201 -
8) Carteles— Versonsije de una comedia de Calderón, 3° 88, 108'.
9) C«r/)(í/oro— Viciosamente le hizo grave Calderón, 3° 237 y si-
guientes.
10) Castor j Pólux—Argnijo, 400'— Mal dijo Oña (397') Castor.
11) Catúlo y Ti bul o — G-raves, según la cantidad, y el uso de nuestros
poetas. Solo Jovellanos desafina escribiendo Tibiilo (46'); y Quevedo, Cá-
ttilo (453)
12) Cáucaso — Esdrújulo. Sin embargo, Oña, 440' y Jáuregui, 105', dije-
ron Caucáso.
13) cénit — Aunque alguna vez se halla (malamente) acentuado cénit,
sin embargo, no hay un solo poeta que asi hable. Todos los que yo tengo
apuntados, y son treinta y cinco, dicen cénit.
Arbitro de un cénit y otro cénit (Calderón, 2.*^ 679'.)
Y trueca en incendios el claro cénit (Lista, 362).
14) centimano — (Briareo, el de cien manos) — Esdrújulo según la com-
posición latina y la Academia. En los poetas es grave: Villaviciosa (José),
612' — Vaca, 282. Debe hacerse esdrújulo.
15) Cerbero (el can) — Aunque esdrújulo en latin, el uso vulgar y los
poetas le hacen grave.
Te vio el Cerbero en la tartárea roca (Lista, 287').
16) á cercen — Los modernos le hacen agudo (v. Hermosilla, tomo 1, 135,
y el Diccionario de la Academia). Su origen, el latino circimis (del griego
xtpxoí-= compás), exige, tanto por el acento como por la cantidad, que en
castellano sea grave; y así se halla en nuestros poetas:
Se lo cortó todo al cercen. (Rufo, XVI, 77').
A quien cortaron á cercen. (Alarcon, 338).
Fierres y Cosmes á cercen. (Quevedo, 203).
¡Qué dices! ¿quitada? — A cercen. (Calderón, 3.° 404").
17) ciclope ó ciclope — La cantidad es ambigua, y el uso vario; pero lo
más común es ciclope.
Y la fragua y los ciclopes esconde (Villaviciosa, José, 588).
18) Cister
Un monje del Cistér allá, en Florencia. (Barbero, 606).
(Mal impreso Cister: es y debe ser agudo).
19) citeréa (Venus) — Así según su origen y la mayor parte de los poe-
tas; aunque Herrera (Fernando), 262, y Solís (Dionisio), 255, dicen citérea.
20) a^o/¿Í5— Altamira, 190'— Moratin, L. 604.
21) Cleopátra — Llano en todos los poetas, excepto en Cairasco, 499.
22) cónclave y concldve—A.mho's, acentos están autorizados por la Aca-
demia. Conclave es en latin, y en Hojeda, 415', 422 y Callecerrada, 462'. Con-
— 202 -
clave cuenta con más votos: Oña, 371'— Tejada, 38' Hojeda, 429, 434', 449',
480 bis— Villaviciosa (José), 612— Morillo, 175'— Lope, 4.*' 274'.
Y en generales cónclaves y acuerdos (Oña, 430).
23) Cóndor — Del peruano ahttur, es grave. Por tanto, licenciosamente
dicen muchos cóndor, agudo.
Y de funestos cóndores comido (Oñ^i 403).
24) Cósroas ó Cósdroas=Cósrocs; y Siróes (hijo de aquél), son esdrú-
julos en latín. Calderón que los usa, los acentúa como en latin (2.'' 355 y si-
guientes). Pero usa otro Siróes, nombre de mujer (3.° 142 y siguientes).
2,5i Crcúsa—Axión. X, 324'— Alarcon, 142— Nieto, 588".
218. D.
1) Dálila—YX uso es algo ambiguo; sin embargo, nuestros poetas le ha-
cen esdrújulo: Dueñas, 499' — Carrillo, 530.
1) Da7nóc¿ es— Grave le usan nuestros poetas: Cueva. X, 344— Quove-
do, 26'. Más correcto me parece Dámocles, como Empédotles (Fomer, 371),
y Sófocles.
3) Darío — Así es en latin; pero la mayor parte de nuestros poetas le
hacen tónico en la a. Así Lope, Alarcon, Rojas, Villaviciosa (José), Fuen-
tes (Alonso), Laso, Castellanos, Anón., X, 4513; Polo, Arjona (Manuel).
Daría no se halla más que en Calderón, siempre con la i tónica (3.° !241"),
Desde Calderón en adelante ha prevalecido la pronunciación latina, Darío.
4) Dcmóstenes y todos los griegos en sienes: Antistencs, Sostenes, etc.
5) dictan 10 --'Esdrújulo, según el acento griego y la Academia: grave
segim la cantidad latina y los poetas: Acevedo, 262'— Moratin (Nicolás), 55.
6) Diez y Dies (apellidos):
Lope, 3.» 572'
Do tu sangre mis dos manos
Estas diez bandas harán,
Y por armas quedarán
De los Diez toledanos.
Según esta etimología, parece que de-
bía ser Diez monosilabo.
López de Uboda, 74.
Diego D\ez desafió
A romance y á latin
A la muerte. Ella venció
Y al Diego Dx^z lo metió
En un medio colemiu,
Con que vencido (|Uodó. %
Segim la etimología del segundo ejemplo, parece debía ser Díe3:acaso
hay sinórosis en osa palabra.
7) diócesis — Esdrújulo según ol aconto griego y ol uso moderno: grave
según la cantidad y los poetas: Castellanos, 381— Oña, 427'.
8) dominico— Endrújulo en latin, viciosamente le pronunciamos do-
minico.
A la una en seráfico mortero,
A la otra en dominica campana, (Góngora, 447').
219. £.
1) elegía— Así todos, menos Castellanos, 124', 17d—Elego (esdrújulo)
dijo muy bien Lope, 5." 3(55.
- 203 -
2) elíseo, los campos é'//'sé'C»5— Tiene la i tónica, aunque Quevedo, 244 —
Anón., X, 55' y García, XVI, 646, hicieron tónica la e. Elíseo, adjetivo, lo
perteneciente á Elisa ó Dido, es tónico en la e. Y lo mismo el nombre pro-
pio Elíseo.
3) ^/o/5fl— Todos: Quintana, 8— Marchena, 625.
4) Engadi^ksi Lista, 280', mejor que Engádí: Quevedo, 344 y Carva-
jal, 583.
5) erítréo—K'&i es. Solís (Dionisio), 255'— Lista, 289.
6) Eróstrato, Sóstrato, Písístrato— Aunque el uso en nuestros poetas
es vario, me parece mejor la acentuación esdrújula, como en latin.
7) Esdrrís — Alguna vez le hacen llano los poetas, según es en latin: la
pronunciación hebraica aguda, es mejor; como Jonás, Caifas, etc. Judas,
sin embargo, es siempre llano.
8) Esténtor—Vov ningún capítulo debe ser agudo este nombre, como
malamente le hizo Hermosilla.
9) Etiopia y etíope— 1° Etiopía. Sólo un ejemplo hay de Etiopia (Arjona
M., 515). Todos los demás ponen el acento en la o, como debe ser. Así, entre
otros,'Montesino, Castellanos, Lope, Hojeda, Ribera (Luis), Acevedo, Villa-
viciosa (José), Tirso, Alarcon, P. Céspedes y Rojas. Y aunque en alg-uno de
éstos, y en Vegas, Cóngora, Trillo, Calderón, Polo, Salazar (Agustin) y
Maury puede leerse casi siempre Etiopia, sin faltar al verso; sin embargo,
fundándonos en el principio establecido en el n.*' 141, decimos que debe
siempre leerse Etiopia. Erróneamente acentuó la / Hartzenbusch en los to-
mos de Calderón: pues pudiendo esta palabra leerse de dos maneras, debió
Hartzenbusch deducir que la usada por Calderón es la de Etiopia, porque
así la pronuncia éste en el ejemplo siguiente(4.° 207"):
No será acción impropia
Saber á boca nuevas de Etiopia.
Al fin, Hartzenbusch salió de su error, y en los tomos de Lope ya pone
crema en la primera í. En mis apuntes figuran más de 70 casos de Etiopia^
con azeuxis, como debe ser. (Véase el libro IV, cap. V, art. 3. ).
2.° etiope, y todos los griegos en iope son esdrújulos. Véanse:
Caliope en Castellanos, Cervantes, Fr. Luis, Góngora, Cairasco, Lope,
Ribera (Luis), Callecerrada, Calderón, Trillo, Verdugo, Salas, Roldan, Mo-
ratin (L.) y Reinoso. Caliope hay en Herrera y Meléndez: Caliope ó Caliope
con sinéresis, en Arjona (Juan), Vaca y Noroña. La primera acentuación es
correcta; la segunda es diástole; la tercera es mala por todos conceptos.
Driope: Maury, 178.
Liríope: Lope y Calderón: véase este verso dactilico:
La ceguedad del hijo de Liriope (Lope, 5.° 78).
Etíope: Góngora, Lope, Arjona (Juan), Cairasco, Acevedo, Villaviciosa
ÍJ.), Vélez (Luis), Prado (Fr. Adrián), Arguijo, Solórzano, Calderón, Polo,
— 204 -
Rojas, Cubillo, Jovellanos, Porcel y Noroña. Véanse estos versos dactilicos:
Triunfa del etíope. (Cairasco, 458).
Pues vuela su Caliope
Desde el blanco francés al negro etíope (Góngora, 456).
Castellanos, Cervantes, Argensola (L.) y Lobo decían etíope: con sinére-
sis hay un ejemplo, Anón. XVI, 190. De las tres pronunciaciones digo lo
mismo que de las de Caliope.
10) Eufrates — Así todos, como debe ser. Sólo Ercilla, 101", y Lope dicen
Eufrates, esdrújulo.
11) ¿"íí/ras^ma— Esdrújulo en latín: nuestros poetas le hacen llano, se-
gún el acento griego: Herrera (Femando), 257 — Callecerrada, 461.
12) Eurialo—Asi todos: v. Morillo, 179'— Villarroel, 68.
13) Earidice -^Mejor que Euridice, según le usan hope, 5.° 315', y Anón.,
XVI, 636".
220. F.
1) farándula— Así la Academia, como debe ser. Farandida, Gróngora,
447'.
2) faraute (= heraldo) — Así la Academia: /arawíe, Tasis, 163.
3) fárrago y fárrago — Ambas acentuaciones están autorizadas por la
Academia y los poetas. La segunda es más conforme con el origen y está
más autorizada. V. Moratin (N.), 34'— Iriarte (T.), 62'.
4) filaucia — La Academia y Forner, 421, dicen filáucia; poro es mejor
filaueía, según el acento griego: Argensola (B.), 314 — Lope, b.'^ 188, 225'.
5) FroUa—Así todos: Lope, 3." 466"— Valbuena, 203— Moreto, 473. Y no
Fróüa, aunque así parece que está en Valbuena, .'3.37.
221. G.
1) Geloíra y no Gcloira. — Todos. V. Moreto, 465-488.
2) Golfas por Goliat dicen algunas veces los poetas: García, 644" — Se-
púlveda, X. 2íí8.
3) Guadaira^ y no Guaddi'ra. — Todos: Monroy, 109 — Vaca, 278' — Lis-
ta, 325.
222. //.
1) -Harmonía ó armonía sa ha. dicho siempre. Arjona (Juan), escribe
harmonía.
2) //í?//;/rt.— Esdrújulo en latin, es llano según la acentuación griega, y
el uso de los poetas. V. Medrano, ,317'.
3) Heródoto y Hcvodóto. — De ambos modos puede decirse.
\) Héroe. — Así el uso general. Heróc. Aldana (Cosme), 504', 511 —To-
ledo, 6.
5) Hcroida. Lope, 5.", lí)8.
'o) Hcslodo. — Muí escrito en V'ilhirroel, ^^^ cxiodo.
7) Hípogrífo.—'Ei9 lo común en nuestros poetas. Los acentos de hipó-
grifo en el tomo I de Calderón, tal vez son puestos por el Sr. Hurtzenbusch.
— 205 —
223. l.J.K.
1) Ibero. — Así todos. Pero su compuesto celtibero, que también debe ser
llano, y así le usaron Esquilache, 296% y Cueva, X, 369', es esdrújulo en la
Academia y en Calderón, 4.**, 351", y Yaca, 284'. No se ye razón para hacer-
le esdrújulo.
2) Impío ó impío. — Esta segunda forma, más correcta que la primera,
fué más usada que aquélla entre los antiguos hasta Calderón; véanse He-
rrera (Femando), Arguijo, Castellanos, Acevedo, Ribera (Luis), Medrano,
Ríoja, Rebolledo, Jáuregui, Hojeda y otros; más de veinte autores. Calde-
rón siempre dice impío, y también Trillo, Moreto, Belmente. En el si-
glo XVIII es muy vario el uso, hasta Quintana inclusÍA'"e; mas al fin ha pre-
valecido el decir impío. No es, pues, sístole el impío de los antiguos poetas^
T hombres impíos fingieron impías glorias. (Hojeda 368'),
3) Intervalo. — Grave en latin y castellano. Veintidós son los poetas que
siempre le hacen grave; esdrújulo solo Tapia, 680'.
4) ^Introito. — Derivado del introittis , áettiím latino, tiene tónica lo o.
Los poetas que le usan le hacen tónico en la i (introito): Anón, XXXV, 150 —
Tirso, 128"-Polo, 206.
5) Jamaica. — Asi pronunciamos hoy. Castellanos, sin embargo, dice
siempre Jamaica; (v. 42').
6) Kepléro. — Así le pronuncia Lista, 322.
224. L.
1) Laines. — Así todos sin excepción. V. Anón., X, 478 y siguientes. Lo
mismo Lain (Mirademescua, 59-71).
2) Láqiiesis. — Así todos correctamente, excepto Castellanos, 308.
3) Leibníts. — Así Lista, 381.
4) Leónidas. — Meléndez, 262 — Cienfuegos, 31 — Lista, 286' — Igualmen-
te es grave Leonido, tan frecuente en Lope.
5) Lisias. — Así Pérez de Camino. Calderón siempre dice Lisias, no sé
por qué; véase tomo I, 313 y siguientes — 3.*^, 24-65.
6) Los terminados en logia llevan en la i el acento, según el uso univer-
sal. Iriarte (T.), sin embargo, hace tónica la o\ (v. 31').
1) Lúcido. — Brillante, claro, luciente, es esdrújulo, aunque elP. Cés-
pedes le hace grave, 151'. Lucido participio de lucir es grave. Lo mismo
debe decirse de válido = valedero, y valido = favorito y participio de valer.
225. M.
1) Manda (de ¡j-avieía = adivinación)— No hay en nuestros poetas más
que un solo ejemplo de máncia; véase Castellanos, 522'.
Geomancía: Calderón, 2.", 356.
Griegomancía: Trillo, 77.
Heteromancia: Calderón, 2.*^, 295, 356.
Hidromancía: Id., ibid.
Piromancia: Id., ibid.
- 206 -
Pardomancía: Víllarrool, 85.
Nigromancia Alarcou, 90"— Anón, X, 178 y otros.
Quiromancia: Morete, 68'— Calderón, 4.", 158'.
2) Macedón. — La repugnancia del esdrújulo en n ha hecho agudo este
Vocablo. Y. Meléndez, 232' — Cienfuegos, 15', y todos.
3) J/flco/r^.- Castellanos, 256'.
4) Mapochó.—Oña., 364'.
■ 5) Medida.— TodiOs sin excepción. Véanse Acevedo, 280' — Lope, L'\T!II,
154 -Calderón, ib., 299'— Valbuena, SlO'-Hojeda, 461'~Montalban, XIV,
420— Quevedo, 54'— Lobo, 31'— Arjona (M), 540'— Arriaza, 130'— Bonilla, 70.
Los acentos impresos en médula están mal. Ni hay razón alguna para hacer
esdrújulo el vocablo.
Corre
En llamas el furor por sus medulas. (Quevedo, 445).
6) Melódt. — Así es, aunque Oña, 366 dice mélode.
7) Melpómene y Melpoméne. — Uso vario, casi por igual. la forma es-
drújula es mejor.
8) Metahírgia, littírgia. — Asi nuestros poetas: Vaca, 305— Moratin
<L), 5&3.
9) .Metamorfosis, según la cantidad: Calderón, 2.^, 358— Quevedo, 154—
Verdugo, \d^' —Metamorfosis, según el acento griego: Argensola (B), 322 —
Moratin (N), 55'.
10) Meteoro.— Asi todos los poetas: Arriaza 107— Lista, 391'— Tapia, 682
Jovellanos, 30'. En griego es tí'tnica la e.
1 1) Mi tri dates. —Asi todos : V. Herrera (Fernando) , 320' .
226. N.
1) Nadir. -Todios: V. Lope, LVIII, 154'.
2) Néstor y Néstor.— JJ so vario, casi por igual. V. Lope, 5.**, 471, 501.
3) A^í'w/dw.-Fomer, 364— Moratin (N), 65'— Lista, 297', 381. Newton en
Somoza, 466'.
4) Niobe.—Asi debe ser según la cantidad del origen; y así pronuncia-
ron Arguijo, 401— Molóndez, 232'— Lista, 384'. Conforme á estos casos cier-
tos, deben leerse los dudosos: Aula, 2'— Góngora, 469 — Quevedo, 41j8—
Porcel,l76'.
Dos ejemplos hay viciosos: uno de Nlobc (Arriaza, 146), y otro de Ntobe
con sinéresis "(Blanco, 655).
5) Númida. —Así debe sor; pero hallo munida en Lope, 5.*', 395— Trillo,
79'— Arjona (M), 536', 538.
227. O.
1) Océano.— Asi es, aunque frecuentemente cometen los poetas la
díástole.
2) Ojalá y d/Wa.— Compuesto árabe, puede tener las dos acentuaciones.
V. Alarcon, 57, 81"-Vogas, 518', 522-Castillejo, 181-Tirso, 250' -Lope,
2.", 555.
— 207 —
3) Opimo. — Así todos, como debe ser. Una sola vez Arríaza (107) dice
opimo.
4) Oréades. — Esdrújulo: Triarte, 43 (v. núm.215). Oreadas: Gcoxcilo.-
so, 11.
228. P.
1) Pábilo y pabilo. — Esdrújulo, por su origen, pábulo ó pabulum. G-ra-
ve, según el uso de nuestros poetas: Montesino, 402, 415', 425 — Contreras,
486— Alcázar, 408— Oña, 442— Hurtado (Luis), 17"— Trillo, 51 —Anón., XVI,
345— Tirso, 387", 463"-Matos, prólogo, XXVI'-Rojas, 192", .311", 380"-
Salazar (Agustín), XLII, 226. Pábilo; Tapia, 682; otro de Villarroel, 65' es
dudoso. La Academia autoriza con razón ambas acentuaciones.
Lal)rando voy cera hilada,
Pero fáltala el pabilo. (Tirso, 463).
2) Palemón.— Asi debe ser.
Será juez Palemón, que allí viene...
Que atiendas bien, Palemón, nos conviene. (Fr. Luis, 20').
3) Partinuplés. — Agudo en nuestros poetas: Hurtado (Luis), 20' — Tir-
so, 72", 91, 418", 466', 636 bis.-Caro (D.* Ana), 138 bis.
4) Pelicano (adjetivo) —
Vale más...
La bolsa abierta de un rico pelicano,
Que un pelicano pobre, abierto el pecho. (Quevedo, 490).
5) P^/<9>(9.— Arjona (Juan), 97': bien.
6) Pensil. — Erróneamente se pronuncia hoy agudo. El sufijo tlis añadi-
do al verbo latino es breve: reptilis, facilis, ductilis, pcnsilis. Nuestros
poetas eran más entendidos que nosotros; véase:
Y más de estima que los hMevtos pensiles (Arguijo, 397').
Oblicuos nuevos, j;é/isi7es jardines (Góngora, 468).
7) Pétrea (Arabia).— Tiene la e tónica: Calderón, 4,° 204. — Villanue-
va, 598".
8) Pitagoréo, y no pitagóreo, como está impreso en este verso de Gó-
mez Tejada, 5.38:
De \os pitagoreos, siempre amigos.
9) Poligloto.— K^i en latin y en Moratin (L), 582': pero no es falta decir
polígloto, pues la /' es tónica en griego.
10) Polimni a. —Moratin (L), 597- Lista, 2^' .—Polimnia, Carvajal, 576.
11) Porséna.—ÜMÍo, 56— Cueva, X, 354 — Anón, XVI, 162— Jáuregui,
104. Por sena: Quevedo, 5'. Ambos acentos son correctos, pues en latin es
Porsena y Porsenna.
12) Praxitéles. — En latín, esdrújulo. Acaso en griego tendrá el acento
en la e. Villegas (.Juan), 337— Eeinoso, 221— Lista, 296.
13) Presago. — La Academia autoriza présago j presago, y no sé por
— 208 —
qué razón; porque, aunque no faltan acentos en présago, sin embargo, no
hay un solo ejemplo en que esa palabra deba ser necesariamente esdrújula;
al contrario, hay algunos que no pueden ser de présago. El origen latino
pide también que ese vocablo sea grave. Por consiguiente, no hay razón al-
aguna para hacerle esdrújulo, ya se mire el origen ó la cantidad, ya el uso de
los poetas. Véanse Rufo, 125— Herrera (Fern.°), 302', 305, 319 — Gróngora,
476— Arguijo, 401— Calderón, 2.", 220'-Jáuregui, 143.
Yo vi el cometa y las lumbres
Do mis desdichas ^-esá^os. (Calderón).
14) Proserpina y Prosérpíua.— \J?,o indiferente, aunque algo más fre-
cuento es Proserpína. V. Corvantes, 592.
15) Proteo.— Toaos, exceptuando Oña, 398'.
Príamo. — Esta es su verdadera ortología; pero algunos poetas, por igno-
rancia ó diástole dijeron Príamo: así Hurtado L., X, 817 — 320 — Anón. X,
316-322-325-Sepúlveda, X, 313— 315-Noroña, 451'— Solís D., 261' -To-
tal, 20 casos. Príamo se halla ciertamente en Argensola B., 315 — Villarroel,
68' — Arguijo, 397' — Lista, 382, 299. Y conforme á éstos deben leerse otros
dudosos: véanse Martínez, 11 — Herrera, 261 — Céspedes P., 363'— Valbuena,
173. Hermosilla en la Iliada dice siempre Príamo.
PrJapo.—A.'&i Fr. Luis, Castellanos y Carvajal, como debe ser. Sin em-
bargo, Priapo dijeron Castellanos (258'), Jáuregui y Soto de Rojas. Dos
casos hay dudosos: Argensola L., 287— Moratiu N., 61. En conclusión, que
debo decirse Priapo y no Priapo.
229. E.
Pavciia.— Como en latín: Castillejo, 154' — Anón. XVI, 503.
Reptil.— Xi^i debe ser (véase pensil).
Y acomodarle á si: soberbio reptil (Cicnfuegos, 19).
Retahila y no rcM/7«— Todos: Ercilla, 129'— Quevedo, 169'— Moroto,
136'— Zamora, 445"— Cañizares, 601— Iglesias, 435.
Que has dicho una refahüa (ason. en ia)
De allios, i)ara cansar ,
Con allies á una tía. (Vélcz, L., l'2{y).
Reuma. — Aunque iiiiulin gente dice reúma, i)aroco (juo debe ser reuma.
Tirso, 270'— (^lc vedo, VM.
En relimas trueca el curso de los dias. (Valbuena, 219).
Rusia.— Jjoh antiguos decían Ritsia.y. Castillejo, 242"— Anón. XVI, 148.
230. v.
1) Sab(íi/a (= cami)o, llanura) — Gravo:
Con tarda huella pisan la sabana. fSalazar, A. XLII, '22b).
Sabana, lienzo, os esdrújulo.
2) Samaría.— Lo, cantidad latina es dudosa: nuestros poetas todos ha-
— 209 -
cen tónica la a: Chaide, 291'— Hojeda, 429, 435 bis— Valbuena, 291'— Calde-
rón, I.**, 311'— Id., 4.^ 725.
3) Sandio— a. — Asi es. Castillejo, 212'; y Castellanos, 254, dicen sandia.
Sandia es nombre y no adjetivo.
4) Sardanapálo. — Así en latin y en todos nuestros poetas (once tengo
apuntados), excepto Tapia, 681.
5) Sése y Sesé indiferentemente usa Moreto, 431 — 437.
6) Sínaió Sinai. — El uso es vario, conforme se atenga uno á la pronun-
ciación hebraica ó á la latina.
7) Sincero y no sincero, como malamente dicen Triarte (T), 49' — For-
ner, 362 y Burgos, 449. Todos los demás dicen sincero: v. Carvajal, 575.
8) ^/sz/'o.— Esdrújulo. Algunos antiguos le hicieron llano: Fr. Luis, 31'.
Arjona (Juan), 107' — Castellanos, 513'.
231. 7.
trailla. — Viciosamente dicen muchos castellanos trailla: los poetas to-
dos trailla^ como debe ser. V. Turia, 223. (Diez tengo anotados).
Tr&ilo. — Solo Hermosilla dice Tróilo: los demás, Troilo: Hurtado
(Luis), X, 317,' 319'.— Fr. Luis, 30'.-Anón., X, 323', 325.— Sepúlveda, X, 316'.
Valbuena, 397.
232. U. V.
1) Urania.— Urania dijo Herrera (F.), 333'.
2) vdina. — Aunque todos dicen así, sin embargo, se halla vaina en
Anón., XVI, 29, 205'; como antiguamente se decía, del latino vagina, lo mis-
mo que reina de regina.
3) válido. (=poderoso, valiente). — Frecuente en Castellanos.
4) Valor. — (El apellido de Don Fernando de).— Una sola vez se halla Va-
lor en Hita, XVI, 164, y allí significa ciudad: las demás veces siempre dice
Valor, (III, 608, 617' bis.— Id. XVI, 172'.)
5) vampiro.— Asi la Academia y el uso vulgar. Burgos, 449, dijo vam-
piro.
6) vaniloco.—(vane-loquor). Bien Castellanos, 519: mal (vanilóco).
Polo, 200.'.
7) vigil (arcaísmo).— Callecerrada, 473'.
8) Fío/a.— Esta es palabra equívoca. Como inflexión del verbo violar,
no ofrece dificultad, según la prosodia verbal.
Significando la violeta, en latin viola, deba acentuarse en la i, como lo
hizo Herrera (338'):
En sombra desteñido
Tiernamente de viola suave,
y también Ribera (Luis), 286). Los demás poetas dicen siempre viola, con
la o tónica; y yo creo que debe restablecerse la pronunciación de Herrera, y
decir viola, que es lo natural y regular.
Viola es también un conocido instrumento musical. Según la Academia,
14
- 210 -
se deriva de vítíílor-arts=a.leg;ra.Tso; pero su origen no es ése, sino el nom-
bre latino fidicula, que signiñca la lira^ de /idcs-ütm=\As cuerdas: y su
metamorfosis puede explicarse así: fidicula, fídiula, fídula, vidiila, vido-
la, vihuela ó viola. Debía ser esdrújulo; pero el uso prevaleciente al for-
marse los idiomas italiano y castellano, puso el acento en la o.
9) vítor y Víctor, interjecciones, son iguales. Y, Lope, 3.", 252.— Góngo-
ra, 520'.
10) viscaino.—Fin. las montañas de Burgos dicen viBcdino, sin razón nin-
guna. Los poetas todos (treinta y siete tengo anotados) y los castellanos di-
cen vizcaíno. Vea el lector á Castillejo, 243. -Bonilla, 236'.— Lope, 4.°, 318;
y la comedia de Montalban La loquera viscaina.
Resumen: significando la violeta, debe ser viola; cuando es verbo, ó so
refiero al instrumento musical, viola, con azouxis, según veremos.
233. Z.
safio (adjetivo).— Todos: Vegas, 537.— Ubeda (el Lie), 273'.
safio (sustantivo).— Lope, 5.°, 57.
-s-rt/Ziro.-Todos. V. Calderón, 3.°, 663".
saino. — Todos (diez y seis tengo anotados). Alguna vez está errónea-
mente impreso saíno.
Zain (hebraico).— Lope, 5.°, 406.
Zares (hebraico).— Calderón, 1"., 312 y siguientes.
Zoilo y Zoilo. — Todos los antiguos decían Zoilo: Corvantes, 592. — Caste-
llanos, 151.— Oña, 353'.— Lope, 5.°, 78', 189'.— Tirso, 3&V'(mal impreso Zóilo\
Trillo, r>3, 65, 70.— Polo, 191. El primero que dijo Zoilo fué Salinas (Ma-
nuel), 565"; y detiVis do ésto todos los modernos, excepto Arjona (Ma-
nuel), 546'.
sodiaco y todos los en iaco son esdrújulos; pero como pueden tener tres
pronunciaciones distintas, nos liaremos cargo do ollas.
/ sodiaco: Dueílas, 499'.— Castellanos, 129'.— Virués, 55.8
Góngora, 429, 430, 466', 495'.-Lope, 5.", 72', 42^3'.- Tirso,
3H3.— Acovodo, 2í>3, 2Gj.— Valbuena, 179, 395'.— Villegas
(Esteban), 561. — Valdivielso, 189.— Arguijo, 397'.— Quovo-
do, 9'.-Folipe IV, 152'.-Caldoron, l.^ 317", 58^r.-Id., 3.^
zodíaco ^706.— Id. 4.", 195,731 '.-Zarate, 5-.^l.— Toledo, 12.-Villa-
rroel, 67'. — Porcel, 146'.
sodiaco (con diéresis): Castellanos, .512.
sodi&co ó sod\Áco (con sinéresis): Valdivielso, 163'. —Val-
buena, 187, 313.— Moratín (N.), 28.— Jovollanos, 10.— Mo-
léndez, 231.
austríaco: Lope, 5.", 311', 350, 351.— Candamo, 370".
(¡ustr\diC0 ó austríaco (con sinéresis): Hita, XVI, 177'
awítriaco i tor. — Moratín (N.), 57.— Huerta (Vicente), 220'.— Iriarte
(T.), .32.-Arríaza, 94'.— Arjona (M.), 618'. Como se ve, lo
"> clásico os austríaco.
- 211 -
Cariaco: Castellanos, 88', 133, 145'. (Es un pueblo en la costa de Paria.)
Í Ciríaco: Castillejo, 251: esta es la forma más correcta.
Ciríaco: Hojeda, 466': ésta es viciosa.
Cir\diCo: Que vedo, 527: ésta es la más vulgar.
! egipciaco: Villarroel, 68. Correcto.
egipciaco: Villegas (E.), 559'. Vicioso.
egipc'xdiCO ó egipciaco (con sinéresis): Lope, 1.**, 377.—
Anón., XVI, 328.
elegiaco: Castellanos, 5.— Lope, b°, 72'. — Arguijo, 397.
demotiíaco: Rojas, 346".
hipocondríaco: Lope, 5.°, 44 '2.— Calderón, 2.°, 220".
ilíaco: Dueñas, 499'— Maury, 176.
amoníaco: No hay ejemplo.
maníaco: Calderón, 4.**, 169. Correcto.
maniaco ^ ^laniaco: Anón, LXIII, 114. Vicioso.
lagriinoníaco: Samaniego, 398'. Con sinéresis: Forner, 333'. — Jovella-
nos, 15'.
f así acó (propio del río Faso en la Cólquide): debe ser asi, pero Castella-
nos, 152; la usa con acento en la a.
olimpíaco: Lope, 5.°, 72'.
siríaco: Calderón, 4.°, 158' (ejemplo dudoso). Con sinéresis y acento en
la «, Lope, 5.°, 574.
He concluido lo principal que había que decir en esta materia. A unos
les parecerá largo; á otros, corto. A mí me ha sido necesario alargarme algo
en Morfología, por dos razones: primera, porque así se explica mejor la
Prosodia; y segunda, por no desperdiciar algunos preciosos datos recogidos
en la lectura de los poetas.
Dej ando, pues, ya esta árida materia, pasemos á otra no menos árida,
pero más regularizada y completa.
LIBRO CUARTO
Ortología silábica.
234. Entramos en la materia más importante de esta obra, por ser la más
nueva, la más ignorada hasta el presente, y la que con más afán he traba-
jado.
Paréceme que he atinado á formular las leyes ortológicas pertenecientes
á la unión y desunión do vocales concurrentes, y si esto he logrado, no es
pequeño el fruto de nueve años de estudio.
Todo este libro se reduce á ocho reglas fáciles y claras, que voy á fundar
sólidamente en la autoridad de nuestros poetas, cuyas citas pondré por or-
den cronológico, para que en cada regla y en cada palabra se vea su his-
toria. •
CAPITULO I
Combinaciones de vocales átonas.
235. Regla única (fundamental de toda la Ortología silábica): Toda com-
binación de vocales átonas es siempre diptongo.
Esta regla os tan general, (juc la vemos cumplida en nuestros poetas, aun
cuando entro dichas vocales so hallo interpuesta la h, ó aunque cada A'ocal
l)ertenezca á distinto elemento componente. Y la razón del diptongo es la
violencia del hiato resultante de la diéresis (v. n." 15).
Es además tan necesaria, que sin ella se hace imposible enteramente re-
gular Questro sistema silábico; y así el ortólogo que no admita esta regla,
se verá obligado á quedarse sin ninguna.
La ignorancia do esto princi])io fundamental ha conducido á los ortólo-
gos á falsísimas conclusiones contrarias, como suelo suceder en todas las
materias. Asentado el principio que parece verdadero, las inflexiones y de-
rivaciones se rigen por la misma ley que las raíces, argüyó Salva: es así que
on acentuar no liay diptongo; luego tampoco le hay en accnhionon. y así ve-
mos que en su Gramática pono crema en la u do esta palabra. Otros, por ol
contrario, parociéndoles falsa esta conclusión, dijeron: es así que en acen-
tuación hay diptongo: luogo también en acentuar. 'Y oi\o^ so equivocaron, ])or-
que la premisa mayor es falsa tal como suena, y necesita esta distinción:
Las inflexiones y derivaciones que conservan el acento on la misma vocal
- 213 -
que la raíz, conservan la misma cantidad de la raíz, concedo; las que no con-
servan el acento en la misma vocal, subdistingo: si ambas vocales quedan sin
acento, niego enteramente; si el acento pasa de la una á la otra, lo veremos
en el capítulo V de este libro.
236. Historia de esta regla. — Los antiguos poetas, extraños á toda in-
fluencia no española, cometían muchas diéresis de átonas: tales son Monte-
sino, Castillejo, Hurtado (Luis), Fr. Luis, Herrera, Rufo, Castellanos, Ve-
gas, Cervantes y Góngora. Los poetas vecinos á Italia, y los aficionados á
la literatura italiana, eran más correctos en el diptongo de átonas: en esta
clase entran Grarcilaso, Timoneda, Mendoza, Cetina, Ercilla, y todos los va-
lencianos. Cuando apareció Lope en el mundo literario, desaparecieron casi
del todo las diéresis de átonas, sobresaliendo por su corrección D. Juan
Ruiz de Alarcon, en cuyo tomo no se hallan más que cinco, á saber: cuatro
de átonas fuertes y una die fiaréis (479). Siguió, pues, el diptongo siendo
ley general y constante, hasta el período de hierro, en que con Pitillas,
Villarroel y Moratin (Nicolás) vino á oscurecerse no poco (ignoro por qué
€ausa); mas afortunadamente la reacción iniciada por Meléndez y gloriosa-
mente sostenida por Lista en sus obras poéticas, devolvió al diptongo su
vigor y pureza clásica. Los preceptistas posteriores han vuelto á confundir
la regla, según adelante observaremos; y esta confusión es el origen princi-
pal de los errores ortosilábicos hoy reinantes.
Hecha esta observación general, aplicable á toda clase de combinaciones
átonas, pasemos á demostrar la regla.
Artículo 1.° — Fuerte y débil delante del acento
237. Palabras simples. — Entiendo aquí por palabra simple aquella en
que las vocales átonas pertenecen al mismo elemento, aunque la palabra
sea compuesta, v. gr., embaucar, sonreiré. Fuera del período anteclásico y
el de hierro, apenas se halla una diéresis de esta especie: las más frecuentes
son deidad, oiré, oidor, reiré, etc. Vea el lector algunos ejemplos en que
■estas dos últimas palabras (que son las más importantes) tienen diptongo.
Lope, 2.°, 4(08
Apelo
A vuestros tiernos oídos
Oidores de su consejo.
Id., 3.», 367
El oidor también á oír.
Timoneda, II, 289
Yo estaba no ha mucbo tiempo
Con un amo que reiréis.
Tirso, 556;
¿Qué es esto? Esperad, oíd.
— Oidor es gran preeminencia.
Calderón, 4.° 186'
Y siendo así
Que desde el valle os oí,
No os oiré desde la cumbre.
Matos, 203
Yo voy á la iglesia, hermano,
- 214
Porque oí decir que oiría
Misa en ella el Rey.
Moreto, 220'
Otros concetos distintos
Oirá Julio, que despierten
Sus incapaces oídos.
Lista, 311'
Cuando el sol muere, en sus purpúreas alas
Lo halagará, y á la canción suave
Sonreirá amante la gentil pastora.
Tapia, 677'
No en tus brazos, Florinda, el cariñosa
Infante sonreirá, ni el nombre tierno
De padre oirá jamás tu yerto esposo.
Nótese que en oidor y reiré hay supresión de la consonante d del origen
latino auditor, rídere; y sin embargo, nuestros clásicos hacen ahí diptongo.
Advierta también el lector que en la mayor parto do estos ejemplos copia-
dos y en los que estamparé en todo este capítulo, acompaña al diptongo
átono la azeuxis tónica. Lo cual prueba con toda evidencia que la azeuxis so
convierto en diptongo al retirarse de ella el acento.
238. Palabras compuestas.— ^\ Sr. Bello (pág. 219) admite que si el pri-
mer elemento termina en a, ésta forma diptongo con la vocal siguiente
pero no cuando aquél termina en otra vocal. La K. Academia ¡so limita á
decir ( pág. .334 1 que no liay diptongo en ciertas dicciones compuestas, como
reunir^ réuntar. Yo, fundándome en los poetas, digo que en todas hay dip-
tongo, aunque intervenga // en medio, á no sor que ésta se aspire, lo cual
es frecuento en los poetas. Si la h no se aspira, la diéresis es violenta y ca-
cofónica. Pongamos ejemplos del diptongo.
Jáurogui, 128
Ya mira al sacro triunfo embebecido.
El cielo y mar, y venerarte rt?<uado8.
Arriaza, 132'
Y aííUando en tiple á modo de cerrojos.
Tirso, 396'
El amor consiste
En rcíteiar asistemnas.
Jovellanos, 28
Busca con delitos
Reiterados el mal de otras criaturas.
Lista, 31G
Padre del venturoso pueblo ibero.
Aun más que de tus hijos, tú rewniste
Virtudes de hombre y Rey.
Otros: Id. 299, 302, 327', .•^', 3(J9',
386.
La sola autoridad de Lista, aunque otras no hubiera, basta para destruir
la do todos los poetastros del siglo XVIII, que son los únicos que hacen
díéresis^en reunir. Hay azeuxis en rciiuo, pero no en reunir.
Citemos siquiera otros diptongos, contra la doctrina do Bollo:
'í>ahun\-.\Y: JMoreto 146".
I)osrt////c¡ar: Tirso, 133', 382, 390"-Caldcron, .3.", 6(ry, 674', Arriaza, 111'.
Extrema/nicion: Tirso 156— Tapia, 694.
Guar(l<'//nfnnto: Calderón, 2.", .396, cinco veces.
Amo///n;i<lo: Moreto, 224".
Pro///bir: Lope, 5.", 121'— Tirso, 648, y todos.
Pro///j;ir: Tirso, 2(57".
llehuHnr. Espinel, 5lH'-Tirso, MI, 418", 419'-Lope, 1.", 536-Id., 2.", 383.
Id., .3.", 43í3"— Calden)n, 3.", 421' (hermoso ejemplo).
— 215 -
Sobre huvasijio: Cervantes, 590 bis — Arríaza, 114, y todos.
Conste, pues, que no ha lugar al reparo ó excepción que pone el señor
Bello. La ortología clásica repudia todo hiato entre vocales átonas.
Artículo 2° — Débil y fueete delante del acento
239. Palabras simples. — Cuando en la raíz forman diptongo las voca-
les, es rara la diéresis en las derivaciones; asi que en esto no hay dificultad-
Pero cuando las voca'es en cuestión formaron ó forman azeuxis en el voca-
blo radical, es algo frecuente la diéresis. Sin embargo, el uso general de los
clásicos, está claramente por el diptongo, según pide la eufonía.
Las únicas palabras que pudieran ofrecer duda son Criador y criatura
en que, según la Academia, hay azeuxis, porque la / es vocal fuerte en su
origen creare. Pero esto no hace regla; porque también en aire, Juan y cua-
jo hay diptongo innegable, á pesar de que ambas vocales son fuertes en el
origen: cier, Joannes, coagulum. Ni tampoco vale la malhadada ley de las
inflexiones, proclamada por Bello (pág. 219). Nada importa la azeuxis de
criar, fiar , etc., para que neguemos el diptongo en criatura, fiaré ^ etc. En
el artículo 6." pondré el catálogo referente á las palabras criador y criatu-
ra: ahora copiaré numerosos ejemplos en que vea el lector qué caso hicie-
ron nuestros poetas de las azeuxis radicales, cuando el acento se retira de
ellas.
Calderón, LVIII, 509
Increado Padre mío
Y Criador monarca vuestro.
Id. 4.°, 209'
Este nombre supremo
De criar, es de Criador,
No de cr?atm-a. — Yo puedo
Haber una flor criado.
Lope, 3.0, 511'
De donde luego contempla
Al CríVídor en la criatura.
Id. 2.0,311'
Discurriendo en la hermosura
De una angélica criatura
La perfcíccion del Criador.
Valdivielso, 143'
Yo criaré una bellísima criatura.
Id. 181
¿De quién smo de vos nacer debía,
Pues quiso. Virgen, que á vos sola cuadre
Ser la criadora del Criador que os cría?
Ubeda, 79
Lloraba de compasión
De ver pérdida tamaña,
Como es perder la criatura
Lo que su Criador le daba.
Eibera (Luis), 285
Hollado y abatido
Está el sumo Criador de la criatura.
Bonilla, 70
Sólo es Dios qmen no es criatura.
Que cuando el ser Dios criado
Juzgue la torpe agudeza,
Dicta la razón buscar
Algún Dios que Criador sea (1).
(1) Lea el curioso toda la composición, que es hermosa para el caso.
- 216 -
Huerta (J.), 252*
Luego tomó en los brazos la criatura.
Sin descubrir el cuyo, fué criada.
Anón., X, 185'
Siendo yo chica criatura.
De aqueea noche criado.
Vos me mostrastes crianza,
Por do fui siempre estimado.
Alarcon, 306'
Mira que es locura
Por amor de una criatura
Ofender así al Criador.
Id.. 362"
Gloria á Dios en las alturas;
Y en la tierra paz y amor,
Pues hoy desciende el Criador
A redimir las criaturas.
Id., 371'
¿Y pudo vencer
A su Creador la creatura? (1).
Ledesma, 151
La cuadrilla angelical
Corra por ver á María,
Que siendo criatura, cría
Al Criador siendo inmortal.
Id., 152'
Y tanto que desconoce
El Criodor á su criatura.
Estrella, 76
Aquí te veo nacido
Siendo tú Criador, criatura.
En un humilde pesebre.
Entre un buey y entro una muía.
Forner, 301'
Tú, que desde el Olimpo el atributo
Del eterno Criador á su criatura
Propagas, etc.
Lista, 302'
Y calumnió con pérfida impostura
Igualmente al Criador y á la criatura.
Hay, pues, azeuxis en criar, criamos, criéis, crió, crianza, criollo; poro ou
a'iaremos, criadilla. o'ioUifo, Criador, a-iatura, no liay azeuxis, sino diptongo.
240. Ahora pongamos ejemplos de otras palabras.
Tirso, 226'
Mas buen fiador os daré:
El Conde puede fiarme'.
Hojeda, 410'
Como el jüezá quien humilde clama
El amigo fifidoT ejecutado,
Que de lina parte la razón le llama
A obligarlo que pague lo fiado.
Cubillo, 193'
Siempre he de hallarte ocupado
Desafiador del Jonlan,
Que en el puro cordobán
Me tienes desafiado.
I/edesma, 221
Mis padres. Dios los perdone,
Sacaron eso fiado.
— Gracias á Dios que has hallado
Quien lo pague y quien te abone.
— Luego ¿más fiaréis de mí,
Aunque no os puedo pagar?
— Mi vida te he de fiar:
Mira si fiaré de tí.
Lope, 3.", 32'
Por Dios,
Que aumiue sean 1<íh rigores
De Blanca buenos fiadores,
Que no es discreto primor
(1) Aquí 86 hallan íliptoníradas las do» vooalof» fuorten del orltfon.como lo hacían nuestros oIAhico».
Para que ol lector so vaya ontorando d« quo loquoquitay pono los dipt.on>;cis, no os la naluraloKado las
vocales, sino ol aconto; y qiio toda loy do diptonífos y azouxis, quo proscinda dol aconto, o.s iiua pam-
plioa.
- 217 -
Hacer al competidor
Tercero de los amores.
— La fianza, gran Señor,
En vuestro valor está.
Calderón. l.« 288"
Decid si para un viandante
Habrá en vosotros vianda.
Castro (Guillen), 308 y 311'
Dejadme á mi, desviad...
Desvtaréle la ocasión.
Lope, 2.^, 127
Nunca se queda
Sin guarda. — Enviaré á llamar
Aquesta noche á Lisardo...
Quiero enviarle á llamar.
Quevedo, 197'
No hay tela para enviarla,
No hay sino vestirse apriesa.
De la que mantiene á todos;
Que también se llama tela.
Enviaré sin duda alguna
Las varas de primavera.
Cortadas el mes de Abril
De las faldas de esta sierra.
Pedii'é para enviarla
Las tres vueltas de cadena,
Los eslabones á un preso
Y á algún gitano las vueltas.
En lo qne toca á los brincos,
No serán de plata ó perlas.
Mas procuraré enviarlos,
Aunque de una danza sean.
El regalillo de Martas,
Que pide con tantas veras,
Como Lázaro su hermano
Le enviaré de Magdalenas.
Calderón, 2.°, 143"
De don Pedro mi señor
Es éste, cuya respuesta
Podrás á casa enviar;
Que él por ella enviará allí.
Anón., XVI, 184
PiaU-Bajá, general
Que la mi armada regia
Me lo envió á avisar
Por Ah en romería.
Mahoma, con tu esperanza
Una carta le enviaría.
Gálvez, XXXII, 122'
Más alegre sobre grave
Que el sol tras la tempestad,
Y de mayor suavidad
Que viento fresco y suave.
Alarcon, 326'
Salieron con swavidad
Las flautas de la tercera...
Que de espíritus suaves
De pomos y cazoletas,
Y destilados sudores
De aromas, flores y hierbas,
En el soto de Madrid
Se vio la región sabea.
Ea un hombre de diamantes,
Delicadas de oro flechas.
Que mostrasen á mi dueño
Su cr?<eldad y mi firmeza.
Calderón, 3.0 711
Haciendo á tu vista salva
La música de las aves.
Te servirá en más suaves
Auras que gozar presumas...
Del clarín la sztavidad
Hable, etc.
Forner, 316
La influencia soberana
Con que sttavizan al mortal y arrojan
De su pecho la rústica fiereza.
¿Qué fuera
Nuestro vivir sin el deleite ingenuo
De las artes suaves, que benignas
Al hombre estrechan en fraterno lazo?
Reinoso, 229
iOh cuántos genios, cuántos
Excelsos genios de mi ardor movidos,
La lira pulsarán suavemente
En deliciosos cantosl...
|Cuál, oh, con faz risueña
En ingenuo solaz al hombre enseña,
218 -
Y en risas mil suaviza placentero
Su vivir lastimero!
Lista, 322'
Oh, dulce Filis, que á mi triste herida
Remedio des suave...
Se exhalan ya de mi vergel frondoso
Símvísimos aromas.
Zarate, 680'
¿Tú en el Piamonte. — Piando
Vengo por tí, porque pían
Mucho las que quieren bien.
Lista, 274
Ante Dios irritado
No expiación, fuera pena del pecado.
El último suspiro del Dios fuerte,
Que la humana maldad deja expiada,
Suba al solio sagrado,
Do vuelva en i)adre tierno al indignado.
Góngora, 475'
En los campos tal vez de Mellona
Intempestiva 8alt"ó leona
La melionesa gala.
Espinel, 620
Per troppo variar tia'ura é bella,
Y sin la varíí'dad queda dasnuda
Del pez que nada, y del halcón que vuela.
Argeusola B, 361
Tú ahora añade,
CómO quedó aquel gi'iego pers(((7dido.
Nota que aunque la r(!gla nos agrade.
Siempre queda en los ánimos más firme
Lo qu<í la viva vi^z nos persuade.
Alarcon, 377
Alcaide, 8in fundamento
A HU alteza persuades..,
Y es bárl)aro p<'rsKadir,..
Lojxi, 3.", 22'J' y 232
lAy, FinefJl con (jué fuerza
Otón la está persiiadiendol
No me admiro de que temas;
Que es mujer, y persuadida,
Podrá ser muestre flaqueza.
Ve á tu casa y persuade
Tu hija: rey soy. — Señor,
Persuádeme tu amor,
Y mi honor me disuade.
Casti-o (Guillen), 342"
Me pude persitadir un imposib e.
iCon qué facilidad le persüadol
Tirso, 369
No me puedo persuadir
Que mujer qje me desdeña...
Quien cual yo se persuada
Que es la mujer, etc.
Moreto, XIV, 638'
Con lo mismo que divierten.
Enseñan y persuaden.
... Koban mi inclinación
De suerte, que algún instante.
Persuadida á que era alguna
De aquellas rudas beldades, etc.
Lope, 4.° 98
Si de mi pura fe te persuades...
No quiero persí/adirme.
Sino es saber que no hay amante firme.
ídem, 3.» C4
El cielo
Oyó las piadosas voces
Del pueblo; mas le sucede ■*
Julia, en la cri«lda<l conforme,-
— ¿Cruel es .lulia?- Es hermana
De Ludovico,
Ídem, ih, 80'
¿Cómo se juntan en uno
La crufildad y la belleza?
— |Yo crüell Do vos mi- espanto.
Id. 1°, 33"
lOh príncii)e crüell ¿Quién le consiente
Al príncipe tu hijo estas crwfldades?
219 -
Hurtado Ant.°, 457
[Terrible padre! — Cruel.
— Mirad que es mucha crueldad.
Tirso, 592"
Si es cruel como le pintan.
No hará de cr^íddades caso.
Calderón, 2.°, 551'
Hay firmeza que es desden
En cierta cr?teldad piadosa
Que pasa á piedad cruel.
Véanse otros semejantes: Id., 3°,
190 y 648.
Calderón, 4.°, 337
MonstrHosidades de amor
A cada paso se ven.
— ¿Y á quién las monstruosidades
No dan horror? ¡Ay de quien
Adora una realidad,
Que su mostrííosidad es
El ser monstruo de hermosura!
— Esperad;
No prosigáis, que no es bien
Que quede por monstruoso
Mi amor.
Castellanos, 456
Mandaban un soldado diligente
Con avisos al dicho Maldonado
Que la monstrííosidad le represente.
Movido por los ciertos mensajeros
A ver tan monstruosos animales.
Vino con treinta y dos arcabuceros.
Id., 508
Y en la contin?<rtcion de su corriente
Se viene por la tórrida metiendo.
El cual continuando su derrota
Pasa por Panamá.
Calderón, 4.°, 431
Porfíarásme, cuando airada
Sólo á despreciar acierte,
Para yo quererle. — Advierte
Que soy poco porfiada.
Anón., X\J, 255
Subían á las estrellas
Las forzadas cabriolas
De toda la concurrencia...
El usurero judio
Cabriolaba con destreza.
Calderón, 3.°, 367'
Quisiera...
— ¿Qué? — Que su EKotez me diera
El hábito de Ellota.
Tirso, 395"
La voluntad...
Viendo espiíñtiíalizada
La imagen...
Tienen acciones sutiles
Por ser espirituales.
Alarcon, 300"
Yo itriste! ¿qué fin aguardo,
Si en defensa de Dionisio
Animoso moví el brazo
Contra Dion? — Ya mis dichas
Han confirmado los hados.
Meléndez, 117
Anhelaras
Redoblar las delicias
En que ya me embriagas...
Mi musa le responda
Loca, embriogada, llena
De cuanto más ardiente
En su pasión se encuentra.
¡Qué embriaguez, qué delicia!
Estos y otros infinitos ejemplos que pudiera transcribir, demuestran que
la desaparición del acento convierte en diptongo las azeuxis radicales. La
eufonía se ha sobrepuesto siempre á la fantástica ley de las derivaciones; y
aun Castellanos, que es el poeta más amigo de hiatos, ha tenido que rendir
tributo á la eufonía, olvidándose de las azeuxis de las raíces.
- 220 -
241 . Palabras compuestas.— C\x.d\(\xáQTa. creería que en éstas es la diéresis
más frecuente que en las palabras simples. Pues no es así, y yo no puedo
obsequiar al lector sino con las cuatro siguientes, las únicas que he hallado
en toda la colección.
Triangular: Castellanos, di22' —maniatasen: Id., 100' ^paniaguado: Anóni-
mo, XVI, 67i— trienal: Maury, 179.
Ahora, citemos algunos ejemplos de diptongo:
Boqu/abierto: Vegas, 470-Lope, 2.°, 136-Hoz, 209— Cañizares, 518'.
Car/aguileño: Tirso, 246— Gróngora, 531.
Car/acontecido: Arriaza, 127.
Car/flmpollado: Vélez (Luis), 146'.
Car/V/éTmoso, clar/oscuro, cuell/(?rguido: Tirso, 641', 289', 473.
Pan/flguado, pech/flbierto , pat/abierto: Tirso, 499"— Lope, 3° ATS —
ídem I.'* 86'.
Pern/abierto, punt/'flgudo, rostr/'amargo: Alarcon, 34; 198 ", 427'.
Santmmen: Tirso, 41", 129", 497— Solís (Antonio), 53'— Vélez (Juan), 589.
Sem/Vrudito: Fornor, .337".
Patr/«rcado: Alarcon, .366— Olmo, 143'.
Triangular: Callecerrada, 470— Lope, 5.*^ 322.
Man/atar, man/atado: Castellanos, 64, 127, 244', 346', 476— Anón., XVI,
.366' bis-Vélez (Luis), 106"-Tirso, 463'— Hojeda, 431-Valdiviolso, 212 (va-
rias veces) — Quintana, 71'. Véase el primero:
Maniatan los míseros captivos,
Y llevan á los muertos y á los vivos.
El miserable triste maniatado,
Y de rabiosos porros rodeado.
Aetículo 3.°— Dos débiles del.\nte del acento
242. Este diptongo está reconocido por todos. Los reparos del Sr. Bello
no tionon fundamento alguno. Las pocas diéresis que se hallan do dcí^trüi-
cion, küirc , triunfar y algunos otros vocablos, pertenecen (como todas), á
los poetas arcaicos y al siglo XVIII: en el período clásico son sumamente
raras. Ejemplos de diptongo:
Lope, 3.", 297
Estos huirán como galgos.
Ya los vi á todos huir.
•Táurogui, 125
Trtunfastos do los reinos del abismo,
Nunca vencida siompro triunfadora.
Castro (Guillen), 383"
Que bajan, huid. — lIuiromoB.
Calderón, LVIII, 386'
Si destruirnos quisiera,
Lograra la destrutcion.
Alarcon, 86G y 868'
Mirad que so avecina
Del universo la fatal ruina.
Arruinaré el edificio
Que en mi ha fundado el Lotoo.
221
Arjona (M.), 539
Del seno
¡Oh cíwdad infeliz! de estas ruinas
Mi mente en sacras luces iluminas.
Desde Roma arruinada la justicia.
De dos débiles en palabra compuesta no hallo á mano ningún ejemplo,
pero no hay razón para negar en ellas el diptongo, siendo así que la ley se
cumple en todos los demás compuestos. Es, pues, licenciosa la diéresis diu-
r éticos que puso Iríarte (14').
AeTÍCULO 4.°— Dos FUERTES DELANTE DEL ACENTO
243. Al tratar de esta combinación, en todo este capítulo hago caso
omiso de las diéresis que tienen h interpuesta, porque entonces dicha letra
debe aspirarse, como en el ejemplo de Morillo copiado en el núm. 97.
Comenzamos á discutir un punto en que la lucha contra los preceptistas
es terrible: sin embargo, el prudente lector verá si hemos de seguir teorías
convencionales y cavilosas, ó hemos de atenernos al uso general de nues-
tros poetas. En el artículo 6.° pondré el catálogo: ahora copiemos algún
ejemplo entre millares que pudiera transcribir.
§ 1.° P ALABEAS SIMPLES
244. aa.
Castellanos, 284'
Hubo ciertas palabras desabridas
Por un fulano Sanctos de Saavedra.
245. ae.
Mirademescua, 52"
Y no quiera
Caer en la necedad
De volverlo. — No caeré.
Hurtado (Luis), 12.
Se raerán y raen ya.
Lope, 3.°, 317"
De traedores de estos cuentos
Los han llamado traidores.
Tirso, 603"
¿Qué traerán? — Traedme aquí
Espadas negras.
Jovellanos, 30
Se los nombres
De Baalim y Astarot, aqueste de hembra,
I Y el otro de varón, fueron servidos.
Ercilla, 126'
Luego á empalar y asaetearle vivo
Fué condenado.
Hurtado (Ant."), 459.
No lo haré, vive Dios, si me asaetean.
Sepúlveda, XVI, 45.
Pero Esteban el maestre.
De Calatrava maestrazgo.
Lope, 4.0, 422"
No querría ser Faetón
Y caer por ambición.
Moreto, 361.
El tonto va á caer. — Claro está eso,
Beatricilla; caerá como con queso.
— 222 —
246. ao.
Alarcon, 368.
Mi nombre es el dios Maozin.
Tirso, 57"
¿Qué es cazabe, y qué jaojao?
247. ea.
Lope, 2.0, 148.
La aceituna
Que habernos de varear
No deja que desear.
Deja las avellanicas, moro,
Que yo me zas varearé, (octosil.)
Y repite este verso diecinueve veces.
De \ea\ y U^ltad son muy nume-
rosos los buenos ejemplos: véanse
Lope, 3.°, 4(M-Td. 4.^ Sj y 488'— Tir-
so, 126', 674'— Alarcon, 13'— Anón. X,
567-Rojas, 159, 3(36', 503, 509'— Cal-
derón, 4.°, 298' y 552'
Góngora, 543'
En moneda de reales.
Yo soy do un lugar realengo.
248. ce.
Torre (Franc»), 566"
Ni has creído ni creerás
Por siempre jamás, amen.
Tirso, 298.
■ ¿Creeráslo? — Creeré que miente.
Rojas, 289"
Leed vos y yo leeré.
249. co.
Lope, 2.0, 221"
Púsolo por la leona
Leonido: tu vida os ésta.
Id., 222.
No seas león, Leonido.
Calderón, 4.», 146'
Con que para Vallaolid.
— Para Vallaolid con que...
Rojas, 324.
Hermosea á la fealdad,
Y á él le afea la hermosura.
Anón., XVI, 507'
Salteáronme unos ojos
En poblado salteadores.
Tirso. 671.
Para que experimentéis
Lo que os quiero, desearé
Lo que vos me deseáis.
Id., 472"
Mantenía y torneaba.
Pues á las tres torneaduras,
Cena nos dio torneada.
Añádanse los innumerables dip-
tongos de Beatriz y los futuros do
los verbos en ear.
Moreto, 110.
Proveeré un auto al momento.
Yo no he do salir do aquí
Sin proveer algo bueno.
Véase otro l)uen ejemplo oii Enci-
so, 219'; y añádanse los numerosos
futuros do los verbos en cev.
Id., 515'
Leonardo el Icón valiente.
Y toda la comedia está jugando
con las dos palabras.
223 -
Alarcon, 163"
El leonero ó el león.
Hojeda, 444.
Y el teólogo insigne de Nazianzo,
Vivos rayos de sacra Teología
250. O A.
Cervantes, 616'
Es cierto
Cuanto dice voacé, señor soldado.
Anón., XLIX, 188"
Boabdiles, el rey mi tío (1).
Moreto, 198
Jicaras de Mechoacan,
^ Y paños que dar con ellas.
251. OE.
Lope, 1.°, 181'
El amor todo es poesía...
Poeta quisiera ser,
Virués, 521
Dos cosas en que fundan sus poemas,
Para llegar al fin de la poesía.
Agregúense los infinitos dipton-
gos de Leonor, Leonelo, Leonardo,
Leonido, Leónidas, leoneses, Teodo-
ra, Cleopatra (v. Rojas, 73 veces en
Los áspides de Cleopatra), Jeliová
(v. Rebolledo, 394-410: 24 veces).
Castro (Guillen), 354
Hola, traime una almo/íffdilla.
Siéntate en esta almohada.
Lope, 2.°, 562'
A manera de mohatra...
Porque si es amor mo/iatrero, etc.
Véase Moah j nioabita en Calde-
rón, 2.°, 421.
Cueva, 'KXl, 515
Huyendo va la poesía
Despavorida y temblando
De una chusma de poetas.
Ejemplos semejantes hay muchos
y buenos.
De la combinación oo átona en palabras simples, no recuerdo haber ha-
llado ejemplo.
§ 2.°— Palabeas compuestas
252. En los diez y seis tomos de comedias, en el de Autos y el de las
obras líricas de Lope, no hay más que cinco diéresis de esta especie. En los
otros tomos hay algiina más, pero nada significan contra la multitud de
diptongos. Ejemplos:
Salazar, XLH, 220' (2)
Mueres a/iajada y vives presumida.
Moreto, 187"
El rector de Villa/i ermosa.
Lope, 2.°, 472'
Será
Fácil, á lo que yo creo,
De contra//aeer. — ¿Eso dudas?
(1^ El nombre es Boá!>dil; mas el poeta prefirió la paragoge á la diéresis.
(2) Ahajada por ajada.
- 224
P. Céspedes, 141 <1).
Tomás, Goillermo y el Sahagnn divino.
Calderón, 3.®, 207.
Harto estuve humilde
AheTTojado en una cárcel
Y arrojado en un desierto (2).
Lope, 2.°, 564,
Cual os el dueño,
Tal el criado. — A fe de calaAorreño,
Que estoy sin culpa yo.
Moreto, 1.
Mas tu desesperación
¿Qué tanta es á la sazón?
— La mayor. — ¿Cosa do ahorcarte?
Que si no, poco te ahoga.
Calderón, 2.», 271"
Ahorraré de ahorcarme aqxii
La costa.
Tirso, 500'
Ella está loca. — ¿Qué sientes,
Hija? ¿Si me la han aojado?
Boscan, XXXV, 253.
Hasta el bien extraordinario
Se iba do cuando on cuando (3).
Meléndez, 146'
Cuiden de realzar el lustro
Do su beldad peregrina (4).
Noroña, 453'
Y entreabriendo sus ojos adormidos.
Montalban, 489"
Saliendo un rato
Anteanoche á pasear,
Inés me bajó á alumbrar
Con candil de garabato.
Ledesraa, 137'
Gobiernos y preeminencias
Esperan visitador.
D.» Cristobalina, XXXY, 275.
El que lo incomprehensible comprehende.
Lope, 3.», 633"
Para que don Juan Pacheco
Fuese vuestro coadjutor.
Lope, 2.0, 73"
Mañana, entreoí decir
Lista, 383'
Supo
El gran Philoalotheia en pocas hojas
Dar generales leyes de poesía.
Verdugo, XXLX, 485.
Liquidando el seno
De sus aguas, coagula otro terreno.
Calderón, 3.°, 150.
Un amigo que tenia
La coartada mo probó.
— ¿La coartada? ¿Cómo así?
(1) Sahajfun, do Sancto Faoundo=Sant Hnctin(lo=Sant Hagun=SahagTin.
(2) Para quo se voa la equivalencia do aherrojado y arrojado.
(3) Los cJemploR do extraordinario son frocuentoaen muchos poetas, antipuos y modornoí.
(4) «('ontraccion duriKima de las dos vocales <•« (escribo Horniosilla), (|ucdobi'u jiruuuDCiarNO con
separación. Para quo baya vorso, es necesario loorso como 6i ostuvicso escrito
«Cuiden de raizar el lustre.»
«Tal voz me dirá alf^uno: usted os demasiado rlffido. Si los poetas no i>e toman osma licencias, ¿cómo
han de hacer buenos versos? Hespuesta: como los hizo Moratin (L.), en cuyas obras no so encuentra
una sola de las innumerables incorrecciones y licencias de prosoilin que se jierinit ¡«S Molóndez. Y ésto
os el mérito do aquel insipne poeta.» Pocos parruHtos tendrá el Sr. Hermosilla más graciosos quo «'1
presente: ól no contó las incorrecciones do Meléndez, porque son innMmrralile»; poro la«do Moratin tam-
poco las contó. Pues const*' que en Moratin he liallado (3H diptongos de vocales átonas fviortes; un n\'i-
mero repular de sin/'resis de dos fuertes (una tónical y otro más quo regular do átona fuerte y dí^hil
tónica. Todas éstas son licencias, según líermosilla. Pero lo más gracioso del caso es (pie él miamo en
su traducción do la Jhnda tiene '¿JH tliptongos de vocales fuertes átonas, y solas üí* diéresis. Herraosilla
y otros muchos, cuando se metían á preceptistas, enseñaban lo contrario do lo que practicaban como
poetas. Por lo quo toca al ridiculo radar, ya está respondido on el libro i>rimcro do esta obra, núm. l'i.
225
Valdivielso, 179.
Indigno soy de cohabitar con ella,
Acevedo, 250.
El pnercoespin huyendo se retira.
Bonilla, 72.
Esta espiración divina
No es en tiempo, mas coeterna (1).
Tirso, 8"
El que se deja cohechar.
Anón., XVI, 311.
Cooperaba con la Reina.
Anón. X, 439'
Desque todos han comido,
Van á bo/iordar á la plaza.
Aetículo 5.° — Combinaciones detkás del acento.
§ l.° Débü con fuerte.— Fuerte con débil.— Dos débiles.
253. Que todas estas combinaciones son diptongo, lo enseña la R. Aca-
demia, lo dicen todos los ortólogos, lo demuestra la práctica universal de
nuestros poetas, y lo exige la eufonía. Así que en esto no necesitamos dete-
nernos'.
Diéresis de esta especie en medio de verso, que es donde cabe la verda-
dera licencia, sólo hallo 35 en toda la colección, casi todas de Castellanos,
el poeta hiático por excelencia: ímp'io, pátr'ia, queríais, etc.
En fin de verso, son varios los poetas que usan como esdrújulas tales
palabras, v. gr.: Vegas, 509, 518, 519. — Herrera, 339. — Góngora, 456. — Cairas-
co, 453' y en otros lugares: Mirademescua, 15'.^Villegas (Esteban), 561. Si
no fuera por los otros esdrújulos claros, que juntos con éstos emplean los
citados autores, nunca sabríamos que á tales palabras, como gloria, oficio^
continuo, considerasen como esdrújulas; pues el verso lo mismo consta sien-
do tales vocablos graves, como siendo esdrújulos (v. n.° 112). El hecho, pues,
es innegable. Pero yo tengo que oponer á dichos autores lo siguiente: Si
tales palabras son en realidad esdrújulas, lo mismo deben serlo en medio de
verso que en el fin del mismo. Pues ¿por qué nunca las emplean como es-
drújulas en medio? Y si no lo son en medio, ¿por qué han de serlo al fin?
Mientras no se me responda satisfactoriamente á estas objeciones, tengo de-
recho á llamar inconsecuentes á dichos poetas, y á afirmar que el uso de ta-
les vocablos como esdrújulos en fin de verso, es tan licencioso y híático
como en medio. En todo oído castellano bien organizado, dichos vocablos
suenan y deben sonar siempre graves. Pronuncíese Pitio con las mismas
cantidades que Títiro, y se percibirá el hiato cacofónico de tal pronuncia-
ción. Así es que todo cuanto dice el Sr. Bello (pág. 218) acerca de la disolu-
bilidad de tales diptongos, son puras cavilosidades sin fundamento.
254. Dos vocales débiles detrás del acento no se hallan jamás en pala-
bras castellanas; pero si alguno las usara en palabras exóticas, deberá ha-
(1) Asi debió de escribir el autor, que no era lerdo. En el impreso falta la preposición en, resultando
dos disparates, uno ortológico y otro teológico.
15
— 226 -
cerlas diptongo, según la regla general, que acertadamente observó G-óngo-
ra en este ejemplo (521):
Serví á condes, serví á reyes.
Hasta que por varios casos
Tendimus in Latium, digo.
Me miráis tendido y lacio.
tí 2.'^ Dos fuertes.
255. Aquí la lucha es recia, y vamos á ver quién triunfa. Defienden la
azeuxis Hermosilla, Hartzenbusch, Bello, Lista y la R. Academia.
A. Contra Hermosilla baste decir que él mismo en su Ilíada tiene 199
diptongos de esta clase: diéresis... ninguna.
B. Contra Hartzenbusch (t.** V. pág. VII del prólogo) es suficiente no-
tar que las que él creía licencias en Tirso, no son tales: Tirso tiene 305 dip-
tongos de fuertes detrás del acento: diéresis... ninguna.
C. Vamos al Sr. Bello, que aunque confiesa que el valor monosilábico
de estas combinaciones es en verso la regla general, y el disilábico la excep-
ción (lo cual bastaba para dejar de impugnarlo), todavía se esfuerza por de-
mostrar el valor disilábico con estos dos argumentos:
1.° En Ddnao, virgínea, héroe se consume más tiempo que en espacio,
Virginia, serie, fragüe. Bien, sea así, pues no tengo interés en negarlo: mas
para que valga el argumento, es necesario probar que el ao de Ddnao, por
ejemplo, dura naturalmente un tiempo que no cabe en una silabar y mien-
tras esto no se pruebe, el argumento no concluye (v. n.** 16). 2." El verbo
purpurear, v. gr., tiono el acento en la e en el presente y sus consecuentes
(v. n." 172): purpureo, purpureas, etc., y esto prueba qnepiírpúreo, purpú-
reas, etc., son esdrújulos. ¡Oh señor D. Andrés! no veo la consecuencia: y si
no, dígame usted qué merece este otro argumento: El verbo variar tiene el
acento en la /' en el presente y sus consecuentes: luego ¿vario, vdrias son
esdrújulos? ¡Ah, lógica, lógica!
D. Al Sr. D. Alberto Lista, poeta tan clásico en el siglo XIX como los
más clásicos del XVII, le sucedió lo que á Hermosilla: como poeta se guia-
ba por el instinto eufónico, y como preceptista prescindía de ese instinto y
se encandilal)a con las teorías y reparos do otros jieorcs que él. Y para que
se vea cuánta verdad es esto, sepa el lector que Lista en sus obras tiene SV)
diptongos de fuertes detrás del acento; diéresis... ninguna.
Y basta de crítica: en el artículo siguiente veremos (juo el diptongo quo
ahora defendemos, tiene á su favor el 98,5 por 100 de los ejemplos de toda
la serie de los poetas incluidos en la Biblioteca. Copiemos aquí algunos.
256. Palabras s!ni])les:
Céepcdes (Pahlo), 'M'A
Con paso audaz do ihistro intento
Del áurea eternidad halló ol camino;
Puso en ol trono del purpún,'í> asiento
Al magnánimo Enea».
Góngora, 470*
Corúlen agorn, ya pnrpi'nvvi guia.
Cai rasco, 483'
El áurcrt puerta del empíreo cielo.
- 227 -
Tirso, 431
Usúrpale el béarnés (diéresis)
A Guipúzcoa, y en su ofensa
Quitarle á Vizcaya piensa.
Quevedo, 75
Molesta el ponto Bóreas con tumultos
Cerúleos y espumosos.
Castellanos, 498
A los hercúleos golpes se empareja
Con el impulso de sulfúreo rayo.
Iríarte (T.), 20'
Será, pues, un pequeño escarabajo
El héroe de la fábula dichosa.
Porque conviene un héroe vil y bajo,
Meléndez, 205'
T de héroe en héroe hasta tus venas corre.
Maury, 160
Aérea joya del etéreo espacio.
Verdugo, 132'
Y etérea Astrea en plaustro laureado.
Blanco, 657'
Empero muestra cual virgínea rosa
El pecho torneado.
Salas, 535
En figura lineal,
Y en la línea que formaba.
Alonso, 664'
Perpétuanoche, náusea, hedor inmundo (1)
Calderón, 1.» 275
Casó con Pasífae, hija
De Artemidoro de Grecia.
Pasífae, la más hermosa.
Fr. Luis, 28'
Del mar Mirtoo dudoso
No será navegante temeroso.
Reinóse, 221
El hierro dócil en Antínoo miente.
Arriaza, 123'
De héroe vulgar fastidian las proezas.
En Calderón, 2." 355 y siguientes, y 4:.° 290 y siguientes, hallará el lector
29 ejemplos de CósdroSiS. En el mismo Calderón, 2.° 636 y siguientes, 14
ejemplos de Dándie; y no pocos en La Andrómeda de Lope, 5.° 492. Por fin,
para muestra de una combinación tónica que se convierte en diptongo al
perder el acento, véanse los siguientes ejemplos:
purpúreo: bastan los ya copiados,
purpureó: Góngora, 535.
purpurea: Feijoó, 606" — Cañizares, 593'.
purpureará: Góngora, 444'.
257. Palabras compuestas:
El único sufijo que puede formar diptongo al fin de dicción, es el prono-
minal os. En los líricos se hallan pocos ejemplos; pero en los dramáticos
son los más numerosos.
Naharro, TI, 187
Demandándoos cómo estáis,
Diciéndoos que le mandéis,
Consolándoos como suele,
Preguntándoos dónde os duele,
Poríiándoos que comáis.
Valdivielso, 228
Sirviéndoos, regalándoos como pudo.
Tirso, 677
Dándoos la fama loores.
Id. 145
Desazónaseos la traza.
(1) Tan eufónico es el diptongo de náusea como el á.e i)erpetua.
228
Claramonte, 545"
Guárdeos Dios — Guárdeos el cielo.
Vélez (Juan), 588"'
Guárdeos Dios — Besóos las manos.
Hurtado (Luis), 22
Y acuérdeseos que hay profundo.
Rojas, 528"
Hágaos, Mingo, buen provecho,
Y cáigaos mi bendición.
Lope, 1.° 78'
Quiérooslos poner fingidos,
Que yo así me entenderé.
Calderón, 3.° 534
Duélaos mirar. . . Duélaos ver.
— El talle de mi marido.
Rodríguez, X, 516
Que salirseos el caballo
Cosa que fué por Dios guiada.
Es muy de notar que varios poetas, antes que cometer la diéresis, pro-
firieron usar el sufijo vos. Así Quevedo, 270, dice primero Mandóos u>ia col-
gadura; y después Mirándovos vuestra cara; pues en Diin'uidoos liabría
hiato desagradable.
Artículo G.° — Prueba general histórica del diptongo de
Criador, criatura y átonas fuertes
258. Nota. En este índice cronológico no hago dist'ncion de palabras
simples y compuestas, con h ó sin ella: el número representa el total de
diptongos y diéresis que cada poeta tiene en la Biblioteca. No euento las
diéresis con h interpuesta, según tengo dicho (n.° 243); ni las comb'nacio-
nes átonas finales do verso, porque allí nada prueban. Acerca de éstas hága-
se el mismo razonamiento que para las demás átonas finales (n.° 253).
Va á tres columnas: en la 1.* van los datos do Criador y criatura juntos;
en la 2.* los de las combinaciones delante del aconto; en la ;í." los do las que
siguen al acento.
Período anteclásico.
1."
Dipt. Diér.
Yillasandino
Ferránde3
Leiva (J.)
Soria
Lope de Sosa
Cota
Quirós (N.)
Montesino
Naharro
Oil Vicente
Encina
Altamira
Padilla (Fr. Juan)
Albio
Castillejo
BoBcan
Garcilaso
Villatoro
Oviedff (Gonzalo)
Acuaa
Timoneda
Cetina
Baptista
0arcia
Anón., XXXV y LVIII
Escobar (Fr. Luis)
Mendoza
Pedraza
Miranda
Traspinedo
H. de Yelasco
Salceda
Hurtado (Luis)
Fuentes (Alonso)
Pérez (Luis)
Santa Teresa
Barros
Zapata
Contreras
Silvestre
Reinosa
Riaño
Fr. Luis
Selaya
Sepúlveda
Córdoba
Salazar (Eugenio)
Ercilla
Herrera
Anón., X
PadiUa (Pedro)
Torre (el Br.)
Rufo
Alcázar
Céspedes (Pablo)
Suma y sigue
16
2.*
Dipt. Díér.
28
»
1
»
1
»
]4
1
3
1
»
1
1
2
>
1
2
>
>
9
27
1
»
2
»
»
>
>
>
»
2
1
1
2
»
»
>
2
2
13
4
>
1
11
6
11
2
10
1
36
2
63
7
1
71
2
1
3
6
26
16
268
136
3.*
Dipt DJér.
2
2
>
1
17
>
6
1
22
45
32
Periodo anteclásico.
Suma anterior
Gal vez
S. Juan de la Cruz
Virués
Cueva
Rodríguez
Mey
Barahona
Laso
TJbeda
Figueroa (Francisco)
Castellanos
Aldana (Cosme)
Torres Lizana
Vegas
Arjona (Juan)
Chaide
PadUla (Fr. Pedro)
Sánchez (Miguel)
Cortés
Pagan
Espinel
Cai rasco
Corvantes
Morillo
Artieda
Oña
Pérez de Hita
Herrera (Cristóbal)
Góngora
Total.
Periodo clásico.
Lope do Vega
Anón., XLII
Huerta (J.)
Aula
Mesa (Cristóbal)
Ponco "
Avila y Sotomayor
Ocaña
López do Ubcda
Argensola (L.)
Valdivieso (Fr. José)
Ribera (Juan)
Hidalgo (Lucas)
Tárroga
Caro (Rodrigo)
Süarez de Figiifroa
Espinosa
llojoda
Suma y siyue. . . .
46
24
>
2
18
39
135
3
1
>
Dipt. Diér.
268
17
20
5
3
>
49
6
>
6
8
1
3
7
>
»
2
45
24
1
>
9
4
1
37
521
136
10
92
1
299
2.663
Dipt. Diér.
296
12
26
8
1
3
»
6
1
S7
1
1
12
23
2
2
1
2
32
18
6.
1
31
»
2
69
679
2.434
1»
414
1
12
2
3
47
17
j>
1
1
>
>
1
>
1
>
1
»
1
4
T)
1
> 1
i
>
1
»
2
30
.S
2
> •
>
1
2
i
9
20
>
31 1
491
l."^
2.
a
3.*
Período clásico.
Dipt Diér.
Dipt.
Díér.
Dipt. Diér.
Suma anterior
39 5
2.653
24
491
2
Boil
> >
7
1
>
D.* Cristobalina
» »
1
4
Ribera (Luis)
11 5
5
81
AgTiilar
1
17
2
Tejada
> >
>
13
Urrea
> »
2
t
Ezquerra
» >
>
1
»
Argensola (B.)
2 1
31
33
Valbuena
4 1
145
4
66
Acevedo
3 18
4
6
38
Ledesma
11 1
22
6
Villaviciosa (J.)
1
19
23
Arguijo
> >
3
4
Fr. Jerónimo
» >
1
>
Grajales
> >
6
2
Mejia
1
4
1
3
Turia.
> >
54
1
> ]
Valdivielso
78
100
2
76
Medrano
3
7
4 >
Soria Galvavro
> »
1
» 1
Claramonte
> >
32
1
8
Tirso
12 2
1.045
23
306
Bonilla
14
5
6
Céspedes (Gonzalo)
> >
3
2
Céspedes (Sebastian)
» >
»
1
2
Castro (Guillen)
> >
52
10
11
1
Salustrio
> »
21
1
6 1
Segura
> >
1
1 s
Muxet
> >
1
^ ^
Jáuregui
17
26
1
22 )
Avila
3
53
4 i
Alarcon
7 »
767
4
81 5
Basto
» >
1
2 I
Mirademescua
3 1
107
1
15 J
Pacheco
> >
1
> ;
Enciso
> >
70
3 a
Vélez (Luis)
1
106
34
1
Tasis
> >
>
2 J
Herrera (Jacinto)
» y
37
1
7 s
Herrera (Rodrigo)
> >
12
1
3 >
Fr. Hortensio
> >
y
2 >
Quevedo
3 1
75
13
36 J
Varios: apéndice t. XII
> >
JO
5 1
Barbadillo
> >
18
3
1 >
Belmonte
9 2
36
> >
Callecerrada
> >
2
3
31
Godinez
> >
5
> )
Corral
> >
»
1
2 1
Villegas (Juan)
> >
3
>
Fr. Gaspar
> >
6
1
2
Salinas (Juan)
2 >
2
1
>
Moreno
1
8
1
Rebolledo
4
30
5
1
Suma y sigue
224 41
5.517
111
1.389
4
1.
a
2.
a
3.»
Período clásico.
Dipt.
Diér.
Dipt.
Díér.
Dipt. Diér.
Suma a)iifí>ior
224
41
Ó.517
111
1..389
4
Villegas (Esteban)
>
>
a
1
1
1
Montalban
»
»
271
1
13 1
Solórzano
1
»
95
6
13 j
Soto de Rojas
»
»
6
>
» ]
Esquilache
»
>
3
1
1
6
Rioja
»
»
»
»
15
Felipe IV
»
»
2
>
, ,
Trillo
4
»
7
2
22 1
P. Céspedes
>
»
6
>
1 1
López de Zarate
>
»
>
>
4 1
Caro (D." Ana)
»
»
6
9
3 1
Los Figuoroas
»
»
66
»
9 1
Villaviciosa (Sebastian)
»
»
22
»
3 i
Zayas
í>
»
2
»
>
Gómez Tejada
>
»
3
»
> ]
Hurtado (Antonio)
»
»
111
»
6 )
Anónimos, XVI
;j
20
127
42
19
4
Calderón
6a
1
3.676
5
518 s
Anónimo, XIV
»
»
4
»
1 s
Navarrotc Ribera
>
»
»
1 ]
Zavaleta
1
1
1
» ]
Cáncer
»
■S)
9
3 1
Coollo'
»
>
27
4 1
Estobanillo
2
■»
2
1
3 s
Morlanes
>
>
1
»
» " 1
Polo
»
•»
12
6 j
Matos
»
1
169
1
16 1
Enriquoz
2
>
48
6 i
Zarate
>
»
103
1
10 j
Monteser
»
»
10
1 1
Rojas
6
1
662
10
113
Olmo
»
1
»
1
3 1
Villaizan
»
>
96
4 1
Salinas (Manuel)
»
»
1
1
> ]
Navarreto Montañés
»
»
1
» j
Ulloa
»
»
»
1
1 1
Solís (Antonio)
2
»
98
7 ■
Cubillo
1
»
101
1
19 1
Meneses
»
»
28
4 1
Loiva
>
»
90
lu
a
Vélez (Juan)
»
1
6
4 1
Cuéllar ^
»
1
47
» 1
Moreto
4
»
526
10.960
4
85 1
2.817 1
Total. ..."
non
68
189
7
Período postcláslco.
*j\J*j
Anónimo, XLIX
>
»
13
>
3 »
Barrios
»
»
»
>
2 »
Quirós (Fr. Podro)
»
»
1
»
1 >
Diamanto
»
»
68
1
11 >
Siona // siguf
>
•
82
1
17
1.
a
2.
a
3.
a
Período postcláslco.
Dipt.
Diér.
Dtpí.
Diér.
Dipt.
Diér.
Suma anterior
»
»
82
1
» ■
17
>
Monroy
1
1
120
13
Calleja
»
»
20
5
1
Fomperosa
4
»
3
>
1
Estrella
2
1
1
»
»
Santos
1
1
»
>
»
Torre (Francisco)
»
»
2
»
»
Valenzuela
»
»
1
»
1
Salazar (Agustín)
»
»
11
»
7
Hoz
»
»
90
2
2
Fernández de León
3
»
47
»
6
Sánchez (Vicente)
Ü
»
»
»
1
Sor Juana
1
»
127
»
4
Vera Tasis
»
»
4
»
2
Candamo
»
»
67
4
24
Dionisio
»
»
1
2
1
Fuego
s
»
»
1
»
Fuentes (Juan)
»
:»
»
1
»
Fuentes (Pedro)
»
»
2
»
>
López (J. José)
»
1
1
»
»
Morales (Alonso)
»
»
1
»
»
Toledo
»
2
3
»
28
Oviedo (Luis)
»
:»
1
»
»
Lobo
>
»
18
»
li
Feijoó
» .
»
1
»
4
»
Zamora
»
»
110
2
18
»
PitiUas
:»
>
1
1
»
2>
Cañizares
»
J>
177
2
33
»
Villarroel
»
5
10
4
9
»
Luzan
»
»
3
3
11
»
Iriarte (Juan)
>
1
»
»
2
¡»
Isla
»
»
8
2
1
»
Verdugo
»
»
3
»
23
»
Nieto
»
»
2
»
6
»
Porcel
»
»
4
»
16
6
Trigueros
»
»
8
»
3
y
Feliú
■»
1
»
»
»
»
Cruz (Ramón)
»
»
6
»
1
»
Moratin (Nicolás)
5>
4
40
24
30
»
Cadalso
2>
»
6
6
16
1
Fr. Diego
»
3
8
2
4
»
Huerta (Vicente)
»
1
8
3
27
»
Iglesias
»
3
44
3
18
»
Ayala
»
1
1
i
4
»
Hore
1
1
2
»
1
>
Rejón
»
»
»
1
»
»
Vaca
6
»
71
3
51
1
Samaniego
»
4
11
9
3
2
Iriarte (Tomás)
»
4
11
32
4
»
Jovellanos
3
3
22
14
32
»
Meléndez
»
5
71
20
60
1
Forner
36
10
41
20
59
»
Helguero
3>
»
»
1
3
»
La Calle
S>
»
1.260
»
4
»
Suma y sigue
57
52
167
557
10
1.
a
2.»
3.»
Periodo postcláslco.
Dipt.
DUr.
Dipt.
Diér.
Z>i>/. J)»Vr.
Suma anterior
57
52
1.260
167
557 10
Salas
>
>
4
7
4
Carvajal
>
7
4
8
4
ViUanueva
>
»
3
»
8
Arellano
»
1
»
1
>
Noroña
»
3
8
11
27
Moratin (Leandro)
>
4
44
4
24
Vargas
»
>
7
>
6
Sánchez Barbero
>
>
16
6
36
Cien fuegos
>
»
7
6
11
Arjona (iManuel)
3
»
12
»
47
Arríaza
»
11
•^0
28
83
Marchena
^
»
3
2
3
Núñez Díaz
2
>
4
>
2
Castro (Francisco)
>
»
»
1
1
Roldan
»
>
14
>
3
Maury
»
»
2
3
33
Roinoso
»
2
22
5
17
Quintana
>
1
4 y
14
38
Solís (Dionisio)
»
>
4
>
37
Marcos
>
»
6
2
2
Blanco
1
»
>
1
4
Lista
12
»
64
>
89
Alonso
»
1
»
>
2
Gallardo
»
»
1
>
1.
Gallego
>
1
7
3
18
Tapia
1
>
10
1
16
Ahumada
1
»
4
.
4
Burgos
>
>
fi
3
7
Jérica
»
»
3
>
»
Somoza
>
1
10
>
8
Pérez de Camino
>
2
,
1
2
1
MUBSO
>
»
2
>
>
Hidalgo (Félix)
.
»
4
>
3
Rivas
»
j>
1
>
1
Total
77
87
l.«00
274
1.096
11
258. Observación acerca do Criador y criatura. Aunque en los períodos
anterior y posterior al clásico supera el numero de diéresis al de dipton^ros,
sin cmbaríijo, en toda la serie hallamos todavía 427 diptongos contra 300
diéresis. En el período clásico desafinan Acevodo, Hobollodo y los Roman-
ces del tomo XVI (muchos de los cuales seguramente no pertenecen al pe-
ríodo clásico); poro os de notar que Acevedo, ilobolledo y Esquilache, son
algo arcaístas. Y debiendo juzgar cuáles son los casos rectos y cuáles las
licencias, debemos atenemos en general al mayor número, ala mayor auto-
ridad, á la mayor eufonía, y á la mayor universalidad en la regla. Ahora
bien, el diptongo de estas palabras supera en número á la diéresis, es más
clásico, está más autorizado, es más eufónico y más conforme con la regla
general. Para poner una excepción á una regla, es menester probarla con
— 235 —
razones que superen á los motivos de la regla; y creo que jamás podrá nadie
demostrar concluyentemente la excepción en favor de dichos vocablos. Re-
pito que no hemos de renunciar á la autoridad de nuestros mejores poetas
por seguir antiguallas ó novedades fundadas en principios imaginarios que
la lengua repudió instintivamente al llegar á su perfecto desarrollo y eufo-
nía. Ni vale tampoco (hablando en general), decir que la diéresis es per-
mitida, como á cada paso dice Bello, porque eso es lo mismo que decir: no
hay ley. Si Dios, al mismo tiempo que manda tto matar, permitiera el ho-
micidio, ¿á qué vendría á reducirse el quinto mandamiento del Decálogo?
Una de dos: ó las vocales en cuestión forman azeuxis, en cuyo caso no debe
permitirse la sinéresis; ó forman diptongo, y entonces no debe tolerarse la
diéresis.
260. Sobre las vocales átonas fuertes.— 1.° Lo primero que salta á la vis-
ta en el catálogo precedente, es que muchos poetas que alguna vez ó muchas
usan la diéresis delante del acento, nunca la usan detrás de él, por ejemplo,
Castillejo, Herrera, Rufo, Cervantes y Gróngora. Tales poetas parécenme in-
consecuentes, porque si la atonía compone en diptongo las vocales concu-
rrentes detrás del acento, lo mismo (á mi juicio), debe suceder delante de
él. Lo segundo es la uniformidad y constancia del uso de este diptongo de-
trás del acento, quebrantada tan sólo por Esquiladle; única falta grave que
en él se encuentra. Y en virtud de esta uniformidad y constancia, declaro
inconsecuentes á los pocos poetas que emplearon tales vocablos como es-
drújulos en fin de verso dactilico, y por no repetir las cosas, digo que debe
hacerse aquí la misma observación que puse tratando de débil y fuerte
detrás del acento (n.° 253).
2.° En las combinaciones de fuertes delante del acento, ha de observarse
que en el período anteclásico hubo dos tendencias casi paralelas y simultá-
neas, una hacia el diptongo y otra hacia la diéresis. Prevaleció al fin el dip-
tongo, y continuó dueño del campo, no sólo en el período clásico, sino en
todo el período decadente, hasta el de hierro, en el cual se oscureció la eufo-
nía; y como se verá más adelante, esta regla, que fué la postrera en perder su
vigor, fué también la última que se restauró.
3.° La demostración resultante del catálogo que precede, no puede ser
más elocuente y poderosa: he aquí los resultados finales:
Detrás del acento Detrás del acento.
Período anteclásico . í J'P^ongos ... 65,0 p''. (Ij 94,46 p^
( diéresis o5,ü 5,o4
Id clásico ^^^P^-- ^''^ ••••• ^'"^^
icL, Clasico. ^^^,^^ ^,^ Qg^
Id. postclásico. n^? * H A^'r^-^ Vn
1 dier. 14,62 1,U
(1) El tanto por ciento se averigua dividiendo cada cantidad por la suma de las dos (diptongos y
diéresis), y uiultiplicando por 100 el cociente.
— 236 -
-c, ^ -, 1 . í dipt. 94,5 98,47
En toda la sene. ... _ _ /«o
( dier. o,o l,o8
Y todo junto; diptongos, 95,4 p7o; diéresis, 4,6 p7o
diptongos, 17,073; diéresis, 824.
Ahora bien, si las reglas ortológicas deben fundarse en el uso constante
de los poetas, y no al revés; si la piedra de toque de ellas está en los versos;
si los poetas son los reveladores de esas mismas leyes; me parece claro como
la luz del día que toda cojnbmacion de vocales átonas fuertes, y á fortiori si
alguna es débil, Jornia siempre diptongo.
261. Corolario: número de diptongos. — Por consiguiente, los diptongos
ni son 17, como quería Salva; ni 14, como enseña Bello: ni 2, como decía
Cáscales; ni 12, como escribió Nebrija. Los diptongos átonos son 25, á saber:
aa, ae, ai, ao, au
ea, oe, ei, eo, eu
ia, ie, ii, io, iü
oa, oe, oi, 00, ou
ua, ue, ui, uo, \ui.
Lqs diptongos tónicos pueden ser 18, según probaremos en lo que resta
de este libro.
Artículo 7." — Combinaciones de tres vocales
262. Si alguna vez concurren tros vocales átonas, ft)rman triptongo, se-
gún la regla general, tanto delante como detrás del acento. Triptongo for-
mó Samaniogo en Mií7//regato, 307'; y Hormosilla (el campeón do las diére-
sis; en Sátniois (t." 1.", pág. 180; t." 2.", pág. 71 y 292); y bien hecho, por-
que así lo pide la eufonía. Por consiguiente, se hará triptongo en Bcaumont
y otríis palabras exóticas pronunciadas á la castellana.
CAPITULO 11
Fuerte tónica seguida de débil átona.
ái^ éi, ói ; (¡11, en, ñu.
263. ]\rgla (sogunda de nuestra Ortología):
Toda combinación de fuerte tónica con débil átona es siempre diptongo; v. gr,, en
amáis, liabcis, oigo, < ansa, J ( ndo. Sonsa.
Esta es tambion regla sin excepción. Nuestros poetas la cumplen con tan
rigurosa exactitud, que no he visto en toda la Colección más (juo 26 diére-
sis, pertonofientos casi todas á Castellanos, y á los poetas del siglo XVllL
— 237 —
Pueden verse:
SOIS ...... en Moreto, 40.
heroico ... en Iriarte, 29.
Lats en Pérez de Camino, 724.
Tais. ..... en Noroña, 435.
Así, pues, no siendo necesaria la demostración de esta regl¿x, pasamos á
otra cosa.
CAPITULO III
Tónica con fuerte átona.
áa, áe, áo; aá, aé, aó
éa, ée, éo; eá, eó, eó
óa, óe, óo; oá, oé, oó
ai, eí, oí; ía, íe, ío
aú, eii, oú; úa, úe, úo
264. Regla (tercera de nuestra Ortología):
Toda combinación de vocal tónica con fuerte átona es azeuxis; v. gr., peleo, peleó,
María, paraíso.
Exceptúanse los verbos con el sufijo os, el cual sufijo forma diptongo
con la vocal tónica precedente; v. gr.:
Rend/os, cobraos, ó perd¿''os (Zarate, 545).
La verdad de esta regla nadie la niega, y convienen en ella los poetas.
La excepción que pongo no la enseña ningún gramático (1); pero la práctica
uniforme de los poetas nos obliga á admitirla. La razón eufónica de la regla,
es la claridad de la pronunciación y la majestad natural de nuestro idioma:
la razón de la excepción no es tan fácil averiguarla; sin embargo, más ade-
lante diré lo que me parece.
Artículo 1.° — Sinéresis de fuerte y débil
§ l.°— Fuerte con débil.
265. Esta sinéresis, rarísima hasta que Valbuena vino al mundo, se halla
algiuias veces en éste y Valdivielso; es frecuente en Calderón, que en esta
es el peor; no tanto en Rojas, Moreto y Leiva; algunas veces también en
Zamora: vuelve á ser rara en el siglo XVIII, y el poeta moderno que más
se excede en estas licencias es (¡quién lo creyera!) Moratin (Leandro), el
poeta impecable, según Hermosilla.
Gran número de poetas, como Hojeda, Esquilache, el P. Céspedes, los
(1) Después de escrito esto, la he visto formulada en Sicilia.
— 238 —
Fiffueroas y Solís (Antonio) no se pennitieron ni una siquiera de esas licen-
cias. A lo menos yo no tongo apuntada ninguna, aunque los he leído con
cuidado.
Las palabras más frecuentemente contraídas son los verbos oir y reir^ el
adverbio «///', los participios creído y caído, los nombres Laín (1), roído,
roín (por ruido, ruin), ataúd, laúd, y el adverbio aína.
Como ejemplo de corrección en esta clase de palabras, puede citarse este"
verso de Tirso (148): Creí oíros decir (octosíL). Tal vez se dirá que en ese
verso hay hiato y no lo niego; pero mucho peor estaría con sinéresis, di-
ciendo: Creí oíros decir eso.
Conste, pues, que por este punto no sufre menoscabo alguno la regla.
§2.0- Débil con fuerte.
266. En las palabras que tienen esta combinación al principio ó al me-
dio, v. gr.: híadcs, etíope, elegiaco; 6 al fin del primer elemento componen-
te, v. gr.: continúese, porfíale, son sumamente raras las sinéresis, y algu-
nas son difíciles de conocer. Véase este verso de Solórzano: (310'):
Mi periodo habrá entendido:
aquí es difícil saber si el poeta quiso decir período ó periodo. En este pun-
to no hay dificultad contra la regla.
267. Mas cuando se trata del fin de vocablo, débese notar lo siguiente:
1,° Oña y Ercilla U'^aban casi constantemente la sinéresis, lo cual se ex-
plica bien. Ercilla en su juventud estuvo mucho tiempo viviendo entre ita-
lianos, y se le pegó (como en parte le ocurrió á Garcilaso) el uso italiano de
contraer esas combinaciones. Oña es, como si dijéramos, el satélite do Erci-
lla (2).
2.° Algunos, como Yalbuena, Quevedo, el Lie. Ubeda, Cuova, Rodrí-
guez, Sepúlveda, Arjona (Juan), Aldana (Cosme), Cetina y Fernández de
León son muy licenciosos; en ellos andan á medias las azouxis ^ las siné-
resis.
3." Los demás usan más parcamente de la sinéresis, sobresaliendo por
su corrección Alarcon (19 sinéresis en todo el tomo), Tárroga, H n'l, Zirato
Polo, Belmonto, Coello, Diamante y otros varios.
4." En los líricos del siglo XVIII son ya pocas las sinéresis de esta
claso.
5." Los perfectos modelos en esto son aquellos poetas que nunca hacen
sinéresis tal combinación; son los principales Herrera (Fernando), Pacheco,
Villegas (Estél)an), Hojeda, Esquihiclio, Avila, P. Céspedes, Veloz (Juan),
Controras, Gallego y Argonsola (Bartolomé).
Resulta, ])uos, que las sinéresis do esta clase son algo numerosas on va-
(1) T.din iniirluiH vccnn piiodo «or Átono, y entoncoH os diptoneo.
(2) Tntnbion n Jáiirn(;ui .so lo poifó hIíío tlol itnliiiiio, piios iiiieutruH on sus obras origínalos obsorvs
siempre la iizouxit, on \a Aminta ph co-íb corrionto la «inérosis.
— 239 —
ríos poetas del siglo XVI: algo frecuentes en muchos del siglo XVII, y me-
nos en los del siglo XVIII y XIX. En vista de estos datos se debe concluir
que son verdaderas incorrecciones y licencias tales contracciones.
A la verdad, es cosa que afea no poco al lenguaje la oscuridad que resul-
ta de esas contracciones, lo mismo que de cometer la diástole leyendo (como
algunos) habla venido, hablan dado, etc., contra toda la tradición castella-
na. No falta quien diga que esas licencias en Ercilla no son sinéresis, sino
sístoles, y que debe leerse háhia, tenia, etc.; á mi ver, eso es un disparate,
pues Ercilla usa varias veces esas palabras con la i acentuada en medio de
verso y con azeuxis (32 tengo yo apuntadas y no están todas) ; y además esa
sístole sería mucho más licenciosa y ridicula que la sinéresis.
Lope, en las 66 primeras páginas del tomo I tiene 61 azeuxis contra 5 si-
néresis. Y en esta proporción (poco más ó menos) las emplean Moreto, Tir-
so y Rojas; Calderón es más licencioso. También advierto que los poetas ha-
cen más sinéresis cuando remedan el lenguaje antiguo, y así rara será la
azeuxis en la frase el mío Cid y otras semejantes. Concluyamos con algún
ejemplo:
De sinéresis:
El Lie. Ubeda, 121
Mas con ánimo Bernardo
Grandes voces había dado,
Diciendo que había ladrones,
Y luego se había tornado
La triste dama... etc.
De azeuxis:
Monteser, 170"
Tío mió, no os canséis.
Garcilaso, 9
Me ha ya quitado el gusto que tenía
De echar la pena mía por la boca.
(Mía aquí es consonante de tenía).
No es posible cerrar este artículo sin hacemos cargo del siguiente repa-
ro del Sr. Bello (pág. 206, nota): «Cuando las dos vocales terminan la dicción
la sinéresis ofende poco ó nada al oído; y tal vez sería de desear que imitá-
semos á los italianos, que en esta situación las contraen siempre, y aun ha-
cen lo mismo en la concurrencia de dos llenas finales:
Pur, se non della vita, avere almeno
dalla siuz fama dee temenza e cura. (Taso).
Serían entonces más nutridos nuestros versos, y cabría más en ellos».
Cierto, pero no serían tan sonoros y majestuosos. Y como no se trata de
crear una nueva lengua, sino de estudiar la nuestra, tal como nos la legó la
tradición clásica, no convengo en que debamos renunciar en este punto á la
autoridad y el uso constante de nuestros poetas. Sigan en buen hora los ita-
lianos su ortología dulzaina; á los españoles nos toca seguir aquella norma
instintiva que Francisco de Figueroa en su carta á Ambrosio de Morales
(año 1.560) expresó diciendo: «Cuanto ellos (los italianos) pretenden dulzura,
procuramos á nuestra lengua majestad y gravedad.» En efecto, las diéresis
hacen lánguida y perezosa la frase; las azeuxis, majestuosa, grave y clara:
los diptongos, fluida y suave; las sinéresis, oscura, precipitada y volatinera.
- 240 -
Por último, Sicilia opina que es lícita y aun natural la sinéresis en los
verbos con sufijo, v. gr.: decíate, tendríamos; yo ciertamente no contó los
casos de esta especie en nuestros poetas; pero creo que ni hay razón eufóni-
ca para tal sinéresis, ni nuestros mejores poetas la han usado re'gularmente.
Artículo 2.°— Sinéresis de dos fuertes
268. «Xo puede nuestra lengua formar diptongos con las tres vocales
fuertes a, o, c^ . Esto dice la Academia, y yo lo distingo así: Si ambas son
átonas, niego; y lo pruebo con el 95 por 100 de los ejemplos de nuestros
poetas. Si una es tónica, concedo; pero con una excepción relativa á las in-
flexiones verbales con el sufijo os, y en lo demás quizás tengamos en contra
el 20 por 100 de los ejemplos. Tal es la exactitud del principio fundamental
do la ortología académica.
A pesar de esto, y de las numerosas sinéresis que cometemos hablando,
yo también digo que una fuerte tónica no debe contraerse con otra fuerte
átona. La sinéresis obliga á precipitar la vocal átona sobre la tónica, oscu-
reciendo la primera, y faltando á la claridad que el oído castellano exige en
la locución.
Aunque pudiera ocupar muchas páginas con datos sobre esta materia,
me parece que bastará hacer algunas observaciones.
1.*^ Los poetas más correctos en esto, son:
Contreras ninguna sin. Hojoda 17 en 100 págs
Céspedes (P.). » » Turia 3 en 24 »
Herrera 2 on ÍK) páginas Claramonte S en 56
Enríqupz .... 1 en sus dos com. Boíl 4 en 26 »
Esquilache ... H en 60 páginas Garcilaso (5 en ;38 »
Huerta (J.)... 3 en 50 Castro (G-uillenj. . 'M en 150 -
SolísíD.) 2 en 32 ». ¡ Acevedo í) en 40 »
Alarcon 43 en todo et tomo | Herrera (R.) 3 en 15 »
Castillejo 11 en 146 páginas ' P. Céspedes. ... . 4 en 18 »
Villegas (E.).. 1 en 10 >> ^ Avila. .......... . 8 en 32 »
Y acaso habrá algunos más.
2."- En Lope y Montalban so halla próximamente una sinéresis cada dos
páginas; alguna más en Tirso; más todavía en Pojas y ^foreto.
3." Valbuena, Calderón y algunos del ])oríodo de decadencia, como Sa-
lazar. Hoz, P'ernández do León, Candamo y Zamora, son enteramente dispa-
ratados y semil)árbaros en esta y otras sinéresis, según veremos. Tuvo la
curiosidad y paciencia de contar todas las azeuxis y sinéresis de las 100 pri-
meras páginas del tomo IV de Calderón; y aunque en ollas hay algunos
versos de Veloz (Luis), que es mojor qu^ Cnldoron, hallé todavía 253 ozeu-
xis y 150 sinéresis; esto es, el 37,5 por 100 de licencias.
4." Al comenzar el siglo XVIII se inició con Toledo y Lobo una fuer-
te reacción contra tales sinéresis; y aunque todavía en aquel siglo y el XIX
— 241 -
se hallan algunas, son relativamente pocas, al modo próximamente de Lope
y Montalban, y aun menos en algunos. Lista, por ejemplo, tiene solas 14 si-
néresis en las 109 páginas primeras de sus poesías; en El Imperio de la Es-
tnpides, que sólo coge 13 páginas, tiene 17 sinéresis. Esto prueba que Lista
se corrigió con la edad; pues aquel poema le escribió á la edad de veintidós
años. La reacción violenta contra las sinéresis llevó más adelante á otros
poetas, como Moratin (Nicolás), Triarte (Tomás), Fomer y Arriaza al extre-
mo contrario de las diéresis.
269. Resulta de todo lo expuesto, que debe observarse la azeuxis de
dos fuertes cuando una es tónica; pues aunque muchos poetas han quebran-
tado esta ley, sin embargo, la azeuxis tiene á su favor la inmensa mayoría
de los ejemplos, y la autoridad de los poetas más correctos en todo. Véan-
se algunos ejemplos en los números 243-251.
Notas. — 1.^ Es más frecuente y menos dura la sinéresis cuando la vocal
tónica precede á la átona; v. gr., en sea, trae, cae, caos, sarao, ea, veo, creo,
etcétera; y en los áes, como Narváes, Abindarráes: y no tan frecuente en
seáis, traer, caemos, veamos^ creéis, peor ^ pelear, etc. La sinéresis en aho-
ra es, Bin embargo, muy frecuente.
2.* Aun cuando el poeta quiera usar alguna vez de licencia, no convie-
ne que lo haga sin causa razonable. La principal causa que puede hacer to-
lerable la sinéresis, es la rapidez de la locución exigida por el sentido ó el
afecto, como en este ejemplo de Lope, 1.", 107:
Trae diez, trae doc«, trae veinte,
Trae mil, trae todo ei mundo.
Apéndice. — Sobre el vocablo reai.
270, La Real Academia dice que hacer monosílabo este vocablo es si-
néresis; y claro está que lo es, según la regla general. Pero yo no me atrevo
ni á incluirle en la regla, ni á excluirle de ella; y las razones que me hacen
vacilar, las verá el lector ahora. En el catálogo que voy á dar, faltan los da-
tos de Cairasco, los Argensolas, Acevedo, Valdivielso, Rebolledo y algún
otro de menor cuantía; pero el lector dispensará; no es cosa de volver á leer-
los para tan poco negocio. Además, los números en algunos poetas no se re-
fieren á todas sus obras, sino á parte de ellas; pero sea como quiera, es cierto
que las azeuxis y los diptongos apuntados pertenecen á un mismo número
de versos.
16
Az.
Dipt.
G rájales
Az.
Dipt
QuirÓB (Fr. P.)
Az.
Dipt.
Manrique
1
1
1
>
1
Montesino
X
Mejia
8
5
Diamante
2
5
Proaza
1
Turia
1
»
Monroy
1
5
Padilla (Fr. J)
2
Medrano
3
4
Calleja
1
>
Albio
4
Claramonte
6
3
Fomperosa
>
3
Castillejo
38
Tirso
21
185
Salazar (A,)
>
3
Ti moneda
'¿
Bonilla
1
s>
Hoz
.
8
Cetina
1
Céspedes (S.)
»
1
Fernández do León
>
6.
Baptista
3
Castro (G.)
12
»
Candarao
2
»
Anón. LVm
12
Sal U.S trio
16
6
Dionisio
>
1
Mendoza
2
Segura
2
*
López (J. A.)
.
1
Salceda
1
Jáuregui
1
>
López (J. J.)
.
7
Hurtado (L)
5
Avila
1
2
Perreras
>
3
Fuentes (A)
3
Alarcou
54
5
Toledo
2
.
Contreras
1
Mescua
12
8
Interian
>
1
Aldana (F)
1
>
Pacheco
>
1
Lobo
>
6
Silvestre
1
Enciso
1
>
Zamora
.
13
Pansac
6
1
Vélez (L.)
16
7
Pitillas
»
1
Fr. Luis
12
4
Tasis
s
2
Cañizares
>
26
Sepúlveda
24
3
Herrera (J.)
2
»
Villarroel
1
3
Ercilla
11
>
Herrera (R.)
4
4
Luzan
1
3
Herrera (F)
7
•
Herrero
s
1
Fr. .T. de la Concep.
.
1
Anón. X
80
27
Quevedo
19
42
Iríarte (J.)
>
2
Rufo
19
2
Barbad i lio
»
1
Isla
4
»
Alcázar
1
1
Callecerrada
■»
6
Verdugo
4
»
Virués
40
2
Gotlínez
>
2
Trigueros
»
10
Cueva*
19
10
Corral
»
2
Cruz (R.)
»
1
Rodríguez
18
5
Villegas (J.)
1
2
Porcel
2
6
Laso
6
4
Salinas (J.)
2
J>
Moratin (N.)
18
32
Ubeda (el Lie.)
6
1
Montalban
13
4
Fr. Diego
»
2
Castellanos
X
>
Solórzano
í>
]
Huerta (V.)
8
>
Vegas
X
>
Esquilache
X
1
Iglesias
»
10
Arjona (J)
12
4
Trillo
»
6
Vaca
3
26
Padilla Fr. P.)
1
>
López do Zarate
1
»
Samaniego
>
4
Sánchez (M.)
3
»
Caro (D.** Ana)
3
1
Iriarte (T.)
6
1
Pagan
1
»
LoH Figueroas
1»
3
Meléndez
12
3
Espinel
2
>
Villaviciosa (S.)
»
X
Forner
2
»
Cervantes
10
1
Gómez Tejada
»
1 .Tovellanos
6
8
Fr. Arcángel
2
»
Hurtado "(A.)
2
» Salas
>
2
Morillo
21
>:
Anón. XVI
fi4
38 Carvajal
5
>
Argote
1
■j.
Calderón
14
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3
.
Oña
4
^
Coello
1
1 A rellano
1
»
Pérez di- Hita
7
3
Estebanillo
1
1 jNoroña
3
.
Góngora
50
7
Polo
2
» Moratin (L.)
6
4
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4
12 Barbero
4.
.
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6
1)
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1
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3
26
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4
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»
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1
22
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1
1
Villaviciosa (J)
»
ít
Moreto
13
43
A r guijo
2
1
Anón. XLIX
1
26
— 243 —
No sumo, por ser los datos tan incompletos; mas ellos nos dicen tres co-
sas: 1.*, que en el período anteclásico es común y corriente la azeuxis; 2.*>
que especialmente desde Valbuena en adelante se vulgarizó el diptongo más
que la azeuxis; 3.*, que en el siglo XYIII hubo alguna reacción contra el
diptongo.
Si la autoridad de la Academia y de los poetas antiguos, unida á la regla
general, tienen fuerza suficiente á contrarrestar la multitud de diptongos
usados por tantos poetas y aun por el vulgo, otros lo decidan.
Ningún interés tengo en abrir portillos en las reglas. Pero conste que la
sinéresis de real es mucho más frecuente de lo que indica la Academia al
transcribir (como si fuera una rara licencia) el verso de Ig'esias:
Alma rea.1 en cuerpo hermoso.
Y si no, hojéense las obras de Tirso, Calderón, Rojas, Moreto, Valbue-
na, Ledesma, los Villaviciosas, Quevedo, Cañizares, Arríaza y otros mu-
chos (1) .
Artículo 3.*' — Inflexiones veebales agudas, con el sufijo os.
271. Hemos dicho (núm. 196) que los imperativos plurales pierden la d
final cuando se les agrega el sufijo pronominal os: así se dice deteneos y no
detenedos. Solo el imperativo del verbo ir la conserva; aunque dos veces le
hallo ios: Vegas, 533' — Anón., X, 526,
Y vosotros los tras ella;
Pues tan mal os va conmigo.
A los imperativos plurales hay que agregar las primeras y terceras per-
sonas de singular de algunos presentes, de muchos pretéritos perfectos, y
de todos los futuros; v. gr.: haos, heos, busquéos, dióos, daréos, seráos. Y
aunque el lector se sorprenda, voy á probar, contra la regla general, que la
vocal tónica final de un verbo forma diptongo con la o del sufijo os que se
le añada.
Dividiré este artículo en dos párrafos; en el primero trataremos de los
imperativos; y en el segundo, de las otras inflexiones.
§ 1.°— Imperativos con os.
272, Mucho siento no tener completos los datos: pero sepa el lector que
no faltan más que los de algunos poetas incluidos en el tomo XLII. Voy ya
cansándome de leer; y más, que mi vista, debilitada por una ulceración gra-
vísima que durante seis meses padeció el año pasado , después que comencé
á escribir, no está para obligarla á trabajos forzados poco necesarios. Ahora
véase el catálogo, tal como consta en mis apuntes.
(1) En algunos tomos de la Biblioteca se ve la palabra real con crema (reaJ): Sin duda Rosell y otros
colectores creyeron que ahí era natural el diptongo. Véase el tomo V de Lope.
El Cora, de Avila
Montesino
Naharro
Castillejo
Marquiua
Timoneila
Baptista
Anón. LVIII
Mendoza
Pedraza
Rueda
Traspinedo
Salceda
Hurtado (L.)
Bermúdez
CJontreraa
Ortiz
Pansac
Ríaño
iSepúlveda
Ere i Ha
Herrera (F.)
Anón. X
Rufo
Gu'znian (Fr. D.)
Virués
Cueva
Laso
TIbeda (el Lie.)
Castellanos
Aldana (C.)
Vegas
Arjona (J.)
Sánchez (M.)
Cervantes
Morillo
Heredia
Olla
Góngora
Lope
L. de TJbeda
Hidalgo (L.)
Tárrega
Espinosa
Hojcda
Boíl
Ribera (L.)
Dipt.
Díé.
2
»
1
»
3
»
»
3
Dipt. Díé.
SutȒi antevio}- 492 106
Dipt. Díé.
Suma anterior L462 283
23
6
2
16
4
1
1
»
7
16
6
7
»
23
8
2
2
5
1
1
6
1
5
1
»
1
2
1
2
11
310
1
2
6
1
2
1
2
1
1
1
»
1
2
»
1
16
1
64
Aguilar
Valbuena
Ledesoia
Villavicio8a(J.)
Arguijo
G raja les
Mejía
Turia
Valdivieleo
Claramonte
Tirso
Bonilla
I Céspedes (G)
! Castro (G.)
, Salusti-io
I Jáuregui
Avila
A lar con
IMescua
Enciso
Vélez (L.)
Herrera (J.)
Quevedo
Barbad illo
Belmonte
Godínez
Villegas (J.)
Villegas (E.)
Montalban
Solórzano
Colodrero
Caro (D." Ana)
IjOS Figueroas
Villaviciosa (8.)
Hurtado (A.)
Anón. XVI
Calderón
Anón. XIV
Zabaleta
Coello
Matos
Enrique'/
Zarate
Monleser
Rojas
Suma y nigue 402 106
6
1
1
1
7
6
1
9
18
233
2
2
29
86
3
4
49
8
11
18
5
10
1
1
4
3
1
12
3
20
1
10
16
264
»
1
3
27
11
22
2
96
16
2
I
1
2
»
2
1
6
105
2
)¡>
»
1
7
11
1
6
Suma y sigue 1.462 283
Villaizan
5
>
Solía (A.)
6
1
Cubillo
34
»
Meneses
1
Leiva
14
>
Vélez ,J.)
1
Moreto
104
26
Anón. XLIX
>
Diamante
3
Monrov
2
Calleja
»
Fomperosa
1
Hoz
10
>
F. de León
3
Candamo
10
2
Fuentes CP.)
1
López (J. J.)
1
Interian
1
Feijoó
1
Zamora
3
Cañizares
18
3
Isla
3
Trigueros
>
Moratin (N.)
4
Cadalso
1
Huerta (V.) -
»
Iglesias
>
Vaca
4
Samaniego
1
IrTarte (T.)
3
Meléndez
1
Jovellanos
10
Carvnjal
1
Noroña
1
Cienfuegos
2
Arjona (M.)
1
Arriaza
»
Hoinoso
f
Quintana
11
2
Solís (D.)
2
Blanco
* 1
>
Lista
>
.Monso
1
Gallardo
1
Total..
. 1.731
371
Do osto catáloíío liistórico so dodiico: ],", r|uo ol diptoníxo tiene á su favor
más del H2 por 100 do los casos, y osto creo que os muy suliciento pnra fun-
dar la excepción; 2.", quo el período postclásico os ol más inconsecuente en
esto; ])or consiíruionto, dohomos atonomos al «so del período clásico, en el
cual reina íjran unilbrniidad rcsj)ecto do este punto; pues sólo tres ó cuatro
poetas dosajfinan algo; estos son Calderón, Enríquez, Zarate y algún otro.
- 245 -
Las diéresis en el siglo XVIII, paréceme que se deben á la reacción con-
tra las sinéresis, de que ya he hablado muchas veces. Como al fin del si-
glo XYII se cometían tantas sinéresis de átona y tónica fuertes, vino la
reacción á principios del siglo XVIII, y precipitó á los poetas en el extre-
mo contrario, por dos razones: I.*", porque es ley histórica que la reacción
lleva siempre al otro extremo, sin detenerse en el justo medio; 2.'', porque
los poetas eran no poco ignorantes y pedantes, y les sucedió lo que dice Ho-
racio: Diim vítant stulti vitia, in contraria currtmt.
Es muy de notar que varios poetas antiguos, que están plagados de dié-
resis, emplean siempre el diptongo en este caso; por ejemplo, Montesmo,
Hurtado (Luis), Rufo, Vegas y Góugora. Mucha más razón parece que hay
para no contraer los imperativos: primero, por el acento, y segundo, por ser
palabras compuestas; sin embargo, esos y otros poetas que pecan de diére-
sis de átonas, guardan siempre el diptongo en los imperativos.
Si el lector me pregunta la razón eufónica de esta excepción, digo que
no la sé. Cierto que ahí parece haber una especie de sinalefa; pero que ésa
es la razón eufónica del tal diptongo, no me atrevo á afirmarlo. Resta que
copiemos algunos ejemplos:
Lope, 1.0, 482"
Teneos apartaos, villanos.
Id., 2.0, 511"
Llegaos más, llegaos á mí.
Id., ib., 153'
Juan, asentaos — Señor, ¿qne yo me asien-
[te?
— Sentóos, pues quiero yo: sentaos, parien-
[te.
Cubillo, 91
Levantaos, estaos en pié.
Hurtado (L.), 17'
Dejaos ya de aquesos chistes;
Tenéoslo, pues lo quisistes,
Y la embajada decí.
Id., 386
Prevemos de recato (heptasil).
Virués, 565'
Alzaos oh santo monje, alzaos del suelo.
Castro (Guillen), 255'
Cubrios, don Martin; mió Cid,
Levantaos: embajador,
Sentaos. — Asi estoy mejor.
Salustrio, 479'
Quedrtos aqiü. - No podré...
Yeníos conmigo, señora.
Enciso, 218
Partios luego, y esto baste...
Dijo: «Cosme, partios luego»...
Yenc¿os vos, que yo no puedo...
Partios al punto, ó matadme.
Alarcon, 241'
Yolvéos, conde, volveos luego.
Notas— \?- Los imperativos de la primera conjugación son mucho más
numerosos que los de la segunda, y éstos algo más que los de la tercera.
2." En el catálogo no van incluidos los imperativos finales de verso,
porque en tal sitio no prueban nada.
3.* Estos imperativos finales de verso son consonantes ó asonantes se-
- 246 -
gun el caso; así en Moratin (Nicolás), 105, volveos es consonante de deseos;
y en Moreto, 180, deteneos es asonante con luego. Nada importa que el dip-
tongo del imperativo rime con la azeuxis do otra palabra; pues todo eso se
explica perfectísimamente en mi teoría de la consonancia y asonancia (nú-
meros 88-92).
4.* Tal era la persuasión que nuestros poetas tenían del diptongo en los
imperativos, que con frecuencia se les ve incurrir en otras licencias, para
evitar la diéresis; así, entre otras, puede ver el lector:
partid-os: Vélez (Luis), 101";
acostad-os: Ledesma, 117; recogedos, id., 1.%';
llevádosla: Zabaleta, 523';
apartad-os: Ledesma, 156; enamorad-os, id., 162';
quitadvos: Anón, X, 469': idvos, id., 527; tratadvos, id., 5.34'; seuíadvos,
id., 535'; tt'radvos, id., 550'.
§ 2.'^— Presentes, pretéritos y futuros con os.
273. Los datos acerca de este punto no son tan completos como los del
párrafo anterior. Después que caí en la cuenta del diptongo en los impera-
tivos, advertí (según iba prosiguiendo la lectura) el mismo fenómeno en los
futuros; más adelante noté lo mismo en los presentes, y últimamente en los
pretéritos. La fírme creencia que yo tenía en la generalidad de la regla, me
impidió advertir desde el principio que algunas contracciones eran dipton-
gos, y no sinéresis, como yo imaginaba. Pero en fin, los datos que voy á pre-
sentar me parece que bastan y sobran para probar el diptongo de que tra-
tamos.
La razón eufónica, aunque oculta para mí, debe de ser la misma que hay
para diptongar los imperativos.
274. A.— Presentes.
Todos ellos han dé ser necesariamente monosílabos, porque los disíla-
bos no tienen el acento en la final: el verbo estar os monosílabo, como está
dicho (núm. 184), en cuanto que la e inicial no so computa para nada en la
acentuación do dicho verbo.
Ejemplos do diptongo:
Góngora, 51'.)"
Sed principo ó sed plebeyo,
Seos decir al menos yo,
Quo fuera guante do ámbar
Lázaro, puesto con vos.
Anón., X, 411
Dice; «¿Cómo os va, buon rey?
¿Vaos bien con lacompañia?
líorrora (J.), 259
DroM la mano osta criada,
Porque ella os tendrá más bien.
Lope, 2.", 450
¿HaoB regalado? — Y mo ba dado
DociontoB escudos.
Tirso, 35"
¿Heos querido yo jamás?
Alarcon, 107
¿Haos venido á la memoria
Esta uoclio doña Clara?
247 —
Otros ejemplos: Lope, 4.'', 193
353 bis, 360', 5-24"— Alarcon, 440
ron, 2.**, 481'. Diéresis no hallo.
275. B. -Pretéritos.
Valdivielso, LVUI, 258
Hechizóme una mujer.
— Dióos con la mano del gato.
Calderón, 1.°, 609
Hablé al Rey, busqueós á vos.
Y como hallaros no pude,
Fletó un barco.
Tirso, 65"
Celos de algún labrador
Tenéis: ¿quebróos la palabra?
', 354"-Monroy, 98-Tirso, 113", 67', 154",
■—Tirso, 486", 619'-Id., IX, 404'— Calde-
Vegas, 535'
Cogiéndoos en fuerte punto,
Dejóos tan como difunto, etc.
Ledesma, 218
Y ¡cómo si os ha costado!
Costóos la gracia de Dios.
Medrano, 346'
Y olvídeos, fuente llena y siempre pura.
Quevedo, 167
Costóos la mujer que os dieron
Una costilla.
Otros: Tirso, &35, 634", 537', 4.38', 273', 269", 265, 253", 105".— Rojas (ó
quien sea), 451' — Anón, XYI, 635. No hallo diéresis; pero sí saquévos en
Tez de saqueos con diéresis. Anón, XVI, 202.
276. C— Futuros.
Los futuros son algo más numerosos, por lo cual pondremos el catálogo.
Dipt. Dié.
Hurtado (L.)
Sepúlveda
Anón., X
Rufo
Morillo
Lope
Alcalá
1
»
3
1
1
11
1
Suma anterior. 18
1 I Valdivielso
1 Alejía
1 Claramonte
> Tirso
. ¡Castro (G.)
1 JAlarcon
» iMescua
Suma y sigue. 18
Suma y sigue. 53
Dipt.
Dié.
. 18
4
2
2
»
1
>
26
>
2
> 1
1
1
1
>
. 53
5
Dipt. Dié.
Suma y sigue. 53
Quevedo
3
»
Anón., XYI
2.
1
Calderón
9
,
Rojas
7
>
Leiva
1
>
Morete
2
»
Diamante
1
»
Total
...76
6
Cosa rara; en los poetas posteriores no se halla ejemplo ninguno.
Calderón, L^TÜI, .340
Daróos horror, daráos miedo.
Rojas, 4"
Daráos premios — Y castigos.
— Daráos gobierno— Y cuidados,
— Daráos bienes — Envidiados,
Daráos favor — Y enemigos.
Tirso, 65'
Si verdades de ella oís,
Oleráos mi boca mal .
Valdivielso, LVHI, 227
Venid vos, daréos por cuenta
La algarroba v la bellota.
- 2A8
Tirso, IX, 418"
Cansaráos el juego presto.
Llegárnosla 30 á tomar...
Forzarnos, dalda por bien.
Mejia, 396"
Quitaos de delante, viejo.
— ¿Quiéreste echar á perder?
— Pagaréos con el pellejo.
Alcalá, 557
Moveráos, Marina á risa,
Sirviendo de juguetillo,
Pues la llevan do un colmillo
Cuando sale novia á misa.
En mis apuntes no liay más datos relativos al punto que discutimos; creo
que estos bastan y sobran para fundar sólidamente la excepción que arriba
pusimos: La vocal tónica final de un verbo forma siempre diptoniio con la o
del sufijo os que so le añada.
CAPITULO IV
(Combinaciones tónicas de dos débiles.
w, tu: II, tu, la, uu.
277. Las tres reglas dadas hasta ahora prescinden de los cambios quo
pueden sufrir las vocales ó el acento en las inflexiones, derivaciones y com-
posición de las palabras. Pero en las que hemos de dar en este capítulo y el
siguiente, es necesario tener presentes otros tres principios generales, que
compenetrándose con las reglas, completan y perfeccionan todo el sistema
de nuestra Ortología silábica.
Estos principios son los siguientes:
Primero. — Todaazouxis radical permanece en las derivaciones, aunque
la segunda vocal se cambie en otra, ó reciba el acento do la primera. En los
verbos consideramos cómo forma radical la primera ])ersona del ]>resente
de indicativo. Así hay azouxis en iliense, cruel, influencia, ponjue taml)ien
la hay en IlTon, crüor, influir; en viaje, diario 1/ elTota, ponpio se derivan do
via, día y Elias; en rociamos, rociéis, roció, porque la })riincra persona d,el pre-
sento de esto verbo es rocío, que tiene azouxis tónica es la débil.
¡¿EGUNDO. — Toda azeuxis en vocablo simple ])ermanoce en sus compues-
tos. Así hay azeuxis en desllar y semidlámefro, compuestos de llar y diámetro,
quo también la tienen.
Estos dos principios además do ser eufónicos y de razón natural, los ho-
rnos de ver observados por nuestros poetas.
Terí'kko.— Toda ley deducida do la práctica constante do los poetas,
debe aplicarse también á las i),il:ilii-!is (juo caen bajo la misnuí rn/,011 orloló-
gica, y que ellos no usaron.
Esto principio es también do raz )ii natural; pues lo quo los ])of'tas lucio-
ron en las palabras (|no usaron, debe servir de regla para las (¡uo nunca
usaron (ó algiina voz lo hicirrun apartándose de la regla), cuando porteño-
- 249 -
cen á la misma categoría (1). Las aplicaciones de este principio se harán
oportunamente, cuando llegue el caso.
Sentados estos principios generales, trataremos ahora en particular la
materia del presente capítulo.
278. Regla (cuarta de nuestra Ortología):
Toda combinación tónica de dos vocales débiles es azeuxis: v, gr., endrüida,pTi-
simo, oriundo, fluir.
Excepciones. Hay diptongo:
1.° En Ruy y muy.
2.° En triunfo, viuda y mmisiur.
3.° ui es diptongo por uso común en los derivados de nombres, en gua,
como agüita, de agua\ en buitre, cuido, cuita, Luís, Monjuí, muito (gallego y
portugués); y en fui, pretérito de ser é ir.
Por uso cambiado, es permitida la sinéresis en Ruiz, juicio, ruido, ruin y
ruina, con sus derivados. Primitivamente los poetas guardaban en ellos la
azeuxis, como debía ser.
Est^ es la regla con sus excepciones: ahora vamos á discutirla detenida-
mente.
Artículo 1.° — Combinaciones üi, lü
279. Comencemos copiando algunos ejemplos de los sístoles viuda y
desmido.
Góngora, 551
Fuese por la villa
A dar parabienes
Y á consolar viudas.
Tirso, 136
Y te abra
Los ojos Santa Lucía;
Mas don Luis sale aquí
Con una enlutada ó viuda.
Y decidme, ¿en qué puesto andan
Desvelos y amores viudos?
Cervantes, 332
Yo no sé adonde me guía,
Y así navego confuso.
El alma á mirarla atento,
Cuidadosa y con descuido.
Lope, 2.°, 226
Quiero trasponer la olla
Y decir que la traspuso
El salvaje que se fué.
— No ha sido por mi descuido.
Por lo menos, el no hallarla.
Id., 240
Eso averigüelo el tiempo,
Que es gran desentierra-vivos .
En estos ejemplos, /)^r se no se ve el esdrújulo, como debe serlo si la
combinación es azeuxis y no diptongo. Mas fundándonos en el principio de-
mostrado en el núm. 141, afirmamos que estos vocablos son esdrújulos y la
combinación os azeuxis.
En primer lugar, va la autoridad del Sr. Hartzenbusch, el cual, al últi-
(1) «Ees tota (de diphthongis) ab auctoritate, et auris judicio depeodet.» (Caramuel, Rhyihmica, pá-
gina 33j.
- 250 -
mo ejemplo arriba copiado de Tirso, pone la siguiente nota: «Para que sea
asonante de este romance, hay que hacer un esdrújulo, leyendo viudos.*
Muy bien, y voy á confirmar este esdrújulo con otros casos semejantes y
ciertos de nuestros poetas.
^ 280. Caniúy
Y el que nombró Luisa la cacica,
Camúy, Culibrinas y el Aguada,
De fértiles labranzas cultivada. (Castellanos, 51)
281. dniida.
El cruio altar dol druida espantoso. (Lista, 317)
Esta es verdadera prosodia, y no druida, como dijo Ubeda, 365: si la í
fuese tónica, esta azeuxis sería también correcta; y es inadmisible, tanto en
la ortoloííía silábica, como en la j^rosódica, el diptongo druida.
282. fluido.
Como con llamas fluidas el lago. (.Tovellanos, 28)
El participio íS.q> fluir o?, Jlüido; el Q.á.]QÚY o, fluido, esdrújulo: como el
adjetivo válido os esdrújulo, y el participio valido grave. El sustantivo flui-
do es .de prosodia dudosa: en el Diccionario de la Academia no lleva acento:
le tiene en este verso de Jovellanos, 43:
Un fluido sutil, 8U voz, su fuerza:
pero aquí bien puede Berfüido, como es en este otro do Arríaza, 67:
Dispútause el eléctrico fluido.
Así, pues, no habiendo razón que nos obligue á dar al sustantivo el acen-
to en la u, y habiendo otras en contra, me inclino li fijar ol aconto en la /'en
fluido sustantivo y participio, y on la u en el adjetivo y?« /'<-/(?, En todo caso
hay azeuxis, sogun la regla.
283. gratuito.
La cantidad latina do fortuifw^ -^ gratuituíf es muy problemática, aunque
los mejores latinistas los tienen por esdrújulos. En castellano no lo es mo-
nos. Dofortuito no hay ejomi)lo on la Biblioteca, y en ol Diccionario sé la
supone tiHiica on la i. Do (jratuHo hay dos ejemplos: uno con esdrújulo, y
otro con sinéresis:
El tenir)r os primero, quo ol sor timido
Do Dios, es don ijrniúito. (Cairasco, 407).
En la gran copia do (/rntuHos donos. (Iglesias, 47;i).
No sabemos cuál do las dos vocales liaría tónica Iglesias, pero supongo
sería la i, y bajo este supuesto, trataremos de esta palabra más adelante (nú-
mero 318). Opino, j)uos, que jortaito y (jratiiito son tónicas en la /. Como
quiera quo soa, ol ejomj)lo do Iglesias os totalmente licencioso, pues debie-
ra observar allí la azeuxis. Poro si alguno dice gratuito, como Cairasco, la
- 251 —
palabra es correctamente esdrújula; y esto es lo que ahora viene á nuestro
propósito.
284. Monsoriu (1).
Galceran Monsoriu la gobierna. (Lope, 5.°, 468).
Nota.—'EiQ. el impreso tiene crema la i (!!).
285. my.
Algunos reprenden el acento y la azeuxis que la Academia pone en Túy,
del latino Tude; y sin razón ninguna, arbitrariamente dicen Tui. La proso-
dia de esta palabra, aparte de las razones etimológicas, cuenta con la auto-
ridad de Valbuena, 311:
Túy, que los amigos de Diomedes
Fundaron en su orilla al mismo rio.
286. yúy = húy.
¡Yúy, yúy! Abelino,
Bueno estás:
Algún tiempo llorarás
La pérdida del de ahora. (Anón, LVIII, 12).
287. Excepción de Ruy y muy.
El nombre Ruy ofrece no poca dificultad, pues en nuestros poetas se le
halla siempre contraído en diptongo. G-eneralmente se le halla impreso Ruy
(véase Vólez (Juan), 599— Castellanos, 548— Anón., X, 440— Moreto, 465).
Hartzenbusch, unas veces imprime Rui con acento (Lope, 3.°, 387 y siguien-
tes); otras, Rui sin acento (tomo V); otras Ruy con y. Muchas veces es ó
puede ser átono. Ejemplos:
Anón, X, 443
Castellanos, 449
Benalcázar andaba previniendo
A Buy Diaz de Rojas su teniente.
Salustrio; 440
Ya Ruy López se partió.
Doña Lambra y Ruy Velázquez,
Y Gonzalo su cuñado.
Lope, 4.», 103
Ruy de Silva y el Prior.
En el último ejemplo parece que debe ser tónico. Ahora bien, ¿qué po-
dremos sacar en limpio de tanta algarabía? Voy á dar mi opinión:
Con Ruy sucede lo que con muy: ambos son j;er se tónicos en la u, y na-
turalmente debían formar azeuxis, según la regla. Pero como ambas diccio-
nes exigen alguna rapidez en la pronunciación, por ir casi siempre (y muy
siempre) unidas á otro vocablo siguiente, resultaron dos cosas: 1.*, que el
(1) En Calderón, 4.", 77, hoy el ejemplo siguiente:
Veniu las miñenas
A bailar al Clos.
¡Tararera!
Que en las Carnestolendas
Se disfraz Amor.
¡Tararera!
Parece que el primer verso debe ser heptasilabo, como el cuarto, en cuyo caso el iu es disílabo y
comprueba la regla. Mas como en la columna siguiente hace sinéresis el tu (Yeniu vosaUres conmi; octo-
sílabo), no quiero confirmar nui regla con este ejemplo dudoso.
- 252 -
acento se oscureciera de suerte que apenas pueda discernirse si tales voca-
blos son átonos, ó tónicos en la u ó en la /; 2.**, que la combinación se contra-
jera en diptongo. Los gallegos pronuncian muy , acentuando la u; los caste-
llanos acentuamos generalmente la /, porque nos es difícil articular rápi-
damente el diptongo úi, tónico en la u\ mas en este caso debiéramos escribir
Rui, muí. Yo, por no alterar el uso común, sentaré la siguiente conclusión:
Aunque estas palabras debieran acentuarse en la u , la dificultad de la pro-
nunciación autoriza para acentuar la /; la cual, por respeto á lo que debiera
ser, continuará escribiéndose griega y no latina. Bajo este aspecto, Buy y
muy no son excepciones de esta regla, sino de la que expondremos adelante.
Notas. — 1.* De los arcaísmos huiyo (Villaizan, n92\ huygo (Lope, 4.°, 86) y
fuiga (Id., 3." 467) y otros que nuestros poetas usan con sinéresis, piense el
lector como le plazca: esos arcaísmos no deben tener autoridad contra nin-
guna regla.
2.* Las combinaciones ií, úu no sé que ocurran alguna vez en castella-
no; si por casualidad llegaran á usarse, deberíase guardar en «^Uas la azeu-
xis, según la regla.
Artículo 2.** — Combinaciones ií, iú, uú.
288. Raras son las palabras con las dos íes: acaso no haya más que pií-
simo, friísimo, tíita, Folíido. Ninguno de ellos se halla en la Biblioteca de Ri-
vadencyra: del último hay dos ejemplos en Hormosilla (1.°, 139, y-2.°, 39),
ambos con azeuxis, como debe ser; pues esto último debe seguir la regla de
los tres primeros, y en éstos es aplicable el principio general do las azeuxis
radicales (núm 277; irriynero), pues se derivan de pío, frío y tía.
Dos lies no so hallan sino en la voz (/üúmviro.
289. La combinación iú es también rara: se halla en diurno, f lucia, Fíun-
ga, htulco, Ltuva, Mtura, FTura, OjTuco, orhuido, SantTusfe, triunviro; monsiur,
triunfo y viudo.
Diurno y htulco tienen azeuxis en su radical (día y hiarc latino).
Dejiucia por fiducia, del latino fidcs, liay tres azeuxis: Anón., X, 164 — Al-
cázar, 411— Góngora, 511.
Liiuva so halla en Vallmcna, 157' bis, con diptongo; pero su antorídad
vale poco.
Fíura so halla en Castellanos, 4-16' y 44H.
A l'Iiira con gente de A caliallo
Fué i)ara socorrer la coni|>añía. (440')
Con sinéresis en Ercilla, 53, 103'.
Ofíuco, con sinéresis en el citado Valbuena, 317.
Oriundo. — \}nix azeuxis en Lobo, 37':
El Hubcinericio pan
Que Elias coiiiii» en la higuera,
rarcciera junto al mío
Oriundo de Vallecaa.
253 —
Otra azeuxis hay en Hermosilla, 2.*^, 382.
Triunviro, grave, se halla en Góngora, 479: debe ser esdrújulo y con
azeuxis, como en latin.
En medio de este desorden y confusión, y siendo tan poca la autoridad
de Valbuena, creo que para todas estas palabras y las demás que no se ha-
llan en los poetas, debemos tener i)or regular la azeuxis, que es lo que ins-
tintivamente pide el oído castellano.
290. Excepciones: monsiur, triunfo y viuda.
El primero, como palabra francesa, que no hace regla, la usan siempre
nuestros poetas con diptongo.
Triunfo y viuda han tenido diverso uso, y es lástima que haya prevaleci-
do el diptongo: naturalmente pedían azeuxis estos vocablos, y con azeuxis
los hallamos no pocas veces.
A. — Triunfo.
Algunos antiguos, como Herrera (F.), Montesino, Hurtado (Luis), y Ri-
bera (Luis), dividen siempre las vocales de esta palabra; pero el diptongo es
tan general que no necesita demostración. Algunas diéresis se ven en Cas-
tellanos, Gróngora, P. Céspedes, y otros autores.
La humildad" y el amor, en fin, triunfan
En el cielo, cual triunfa en la tierra;
Triunfe amor y humildad de nosotros,
Que el vencido es quien vence esta guerra. (Arj. M., 550).
B. — Viuda.
Del latino vidua, por metátesis. Véanse las vicisitudes ortológicas de
esta palabra en el siguiente catálogo, aunque no es muy completo.
Az. Dip. S. anterior.. 29 67 ; S. anterior.. 139 250
Montesino .
Naharro . . .
Castillejo. .
Mendoza. . .
Hurtado (L)
Fuentes (A)
Silvestre.. .
Ortiz ......
Fr. Luis. . . .
Sepúlveda.
Ercilla
Anón., X.. .
Alcázar.. . .
Virués. ....
Cueva
Laso
Castellanos
Vegas
Arjona (J) .
Cervantes..
Suma ....
15
10
1
12
»
1
1
1
1
3
12
6
10
2
29 67
Morillo . . .
Heredia.. .
Góngora. .
Lope
Hojeda . . .
Aguilar. . .
Valbuena .
Ledesma. .
Grajales . .
!Mejía
Turia
Tirso
Castro (G)
Salustrio. .
Alarcon. . ,
Miradem.*"
Vélez (L) . .
Quevedo. .
Godínez.. ,
Villegas (E)
Suma. . . .
67
2
1
3
1
23
1
1
139 250
4
1
14
22
»
2
3
2
1
1
3
99
2
3
12
6
Montalban .
Solórzano. .
Trillo
P. Céspedes
Hurtado (A)
Anón. XVI
Cald. (3 t.) .
Anón. XIV.
Coello
Polo
Matos
Rojas
Leiva
Moreto ....
Diamante . .
Santos
Salazar (A).
Hoz
F. de León.
Vera Tasis .
TOT.U. . . .
1
18
1
14
6
»
1
i
1
8
1
11
1
1
1
24
3
1
186 325
- 254 -
Este catálogo llega hasta el año 1700. No respondo de su entera exacti-
tud por lo que se refiere á los dramáticos de segundo orden: hace ya varios
años que los leí, y no recuerdo si apunté todos- los casos. Sin embargo, lo
dicho basta para formar idea de la vaguedad del uso en esta palabra, ya
desde principios del siglo XVI.
Desde 1700 acá es general el diptongo; pero se encuentran algunas diére-
sis, y aun Mcléndez y Lista parece quo quisieron restituir la azeuxis al es-
tilo de Castellanos, Lope, Quevedo y Moreto.
Este es el estado do la cuestión, en vista de lo cual, establezco como ley
el diptongo, que es lo más común en los poetas.
Ejemplo de azeuxis:
A bien librar, tú quedarás viu<lo,
Y no sólo viudo, pero mudo. (Castellanos, 386')
Ejemplo de diptongo:
Es viuda de aquestos dias...
Y afirma un barbimoreno
Que una viuda ensabanada
Es cual trucha salmonada
Que está empanada en centeno,
— Polonia, no dudes del lo.
¿No son las viudas mujeres? (Tirso, 236")
Conste, pues, que en triunfo y viuda establecemos el diptongo en virtud
del uso cambiado, contra la naturaleza y exigencia de la combinación iü.
Artículo 3,° — § 1."— Combinación ui.
Aunque hemos de tratar de esta palabra separadamente, conviene poner
aquí ol catálogo de los verbos en üir, con sus compuestos y derivados.
291. Catálogo de los verbos en üir.
argüir
[ redargüir
biiir
circuir
I circuito, y mejor circi'iito
* el üir (do cludere — cerrar)
/ concluir
) excluir
j incluir
\ recluir
* congrüir (de congruere = convenir)
congruencia
cínigrñento
cf)ngrfiismo
derruir ó din'üir
fluir
flüente
; añüir
( aílfionoia
a 11 fien te
con Uñir
confluencia
conllfiente
difluir
inlifíii'
I influencia
nioliflúencia
refluir
- 255 -
* füir ( = huir)
defüir
confuir
huir
I rehuir
gruir
imbuir
inmiscuir
luir (de hcere = pagar ó disolver)
( diluir
( lüismo
lüír (por ludir = rozar)
* minüir (de minuere = disminuir)
( disminuir
f minuendo
* nüir (de nuere = condescender)
( anuencia
} renuencia
( renuente
estatuir (de sfatuere — establecer)
[ constituir
i destituir
\ instituir
' prestí tüir
I prostituir
I restituir
1 sustituir
* strüir (de struerc — edificar)
í construir
) destruir
\ instruir
\ obstruir
* tribuir (de tribuere = dar)
atribuir
contribuir
distribuir
retribuir
Ahora probaremos la regla examinando el uso en cada palabra; enten-
diéndose que bajo cada verbo radical van comprendidas sus derivaciones.
292. Albüino.
García, XVI, 646'
Como Postumo Albñino
Así mueras con brebaje.
293. Alcüin.
Valbuena, 313
Y allí los de Alcüin, más singulares.
294. argüir.
Uso común en todos los poetas: el catálogo (desde Castillejo hasta So-
moza) comprende 31 poetas: 147 azeuxis, contra 7 sinéresis (Calderón, cua-
tro— Salazar y Torres, 253 — Zamora, dos).
Castillejo, 236'
Si comenzáis á argüir,
No huelguen veros salir.
Rebolledo, 404
Y extraño que ninguno haya querido
295. Baldüino.
Candamo, 331"
Ausentóse Baldüino.
Id., 331', 343.
296. benjuí.
Tárrega, 86"
¡Oh lo que oléis á pastillas,
Y á cuentas de benjuí!
Redargüir de Job las sinrazones.
Lope, 3.°, 615
Pues ¿qué pretendes? — No más
Que argüir; que el argüir
No es lo mismo que sentir
Las verdades.
Tirso, 235"— Moreto, LVIII, 559.
Sinér. Calderón, 4.°, 200''— Anóni-
mo, X, 549'.
297. Büicio.
Jovellanos, 49
¡Fértil Büicio, valle deleitoso 1
256 -
298. Büil.
Castellanos, 33
y el padre Fray Büil, como debía,
Dijo las excelencias del baptismo.
Id., 22', 33 bis, 34' bis, 35.
299. büir.
En 16 poetas (Yirués— Toledo), 32
azeuxis: 1 sinéresis, Leiva, 360.
Montalban, 510'
Tan flaca, tan langaruta,
Tan buida y desbüida,
Qae, vista con atención,
Parece, en lo penitente
Chorizo convaleciente,
O lenguado en oración.
300. Büiro.
Mescua, 20
Ya Alejandro liberal,
Ya más pobre que Büiro»
301.
Cabüin.
Castellanos, 52'
En Quiminen, Guainea y Iloromicos,
Duyey y Cabüin, ríos bien ricos.
302. A. — circuir.
Aguilar, 156
Pues quedó circuida de peligroa
Como la fuerte inexpugnable torre.
Anón., XVI, 434'
Circuido de pasión,
De firmeza coronado.
Virués, 528', 529, 542', c49', 565-
Castro (G.), 262"— Moratin L., 583'
No hay sinéresis.
Alarcon, 198"
Un mozuelo
Buido de pies, que andando
. Va cada momento dando
De puntillazos al suelo.
B. — circuito.
La etimología pide el acento en la u (circuito), según lo dicho en la Pro-
sodia (núm. 157): en los poetas se halla siempre tónico en la /. En ambos ca-
sos debe guardarse la azeuxis, según la regla. Las tres sinéresis que hallo:
Calderón, LVIII, 423' — Quevedo, 334— Rojas, 556, son licenciosas por ambos
lados.
Cervantes, 606'
En fin, primero fueroii ocupados
Los troncos de aquel ancho circuito.
Acevedo, 2fi0
Corre por el dorado circuito
De \a. esmaltaila cinta treinta grados.
303. * fluir.
Hallo los compuestos do esto ver-
bo en 67 poetas íForrándes-AiTiaza),
390 azouxis, 5 sinéresis: Valbue-
na, 183'— Calderón, LVIII, 516'— Sa-
lazar y Torres, 262" — Zamora, 469" —
Yaca, 334'' (los de siempre).
Castellanos, 425
l"ii('' ])ara su vt-ngan/.a concluido
Hacer viaje para Cartagena.
Castellanos, 116
En circuito del pusieron fuego...
El circuito todo rodeando.
Id., otras catorce— Huío. 83'— Val-
buena, 272', 287', 289, 315.
23 azeuxis, 3 sinéresis.
Morillo, 180
El desengaño
Los excluidos y encerrados vieron...
Y viéndose los griegos excluidos, etc.
Morolo, 512"
(¿uo Iin'g") con é\ se trate,
O ya para concluirse,
O ya para dnsvuirne.
257 —
304. * congrüir.
Oña, 452'
No piensen que es lo dicho congruencia.
Sor Juana, 296'
Y hallarás, si lo ejecutas,
Más de tres mil congruencias.
Alarcon, 279"
Y el pobre, á quien congruente
Sustento señalaréis,
Si enriqueciere, sabréis
Que ha sido ilícitamente.
Cald., LVIII, 313-Coello, 410 -
Solís A., XLII, 440.
No hay sinéresis.
305. .Crñillas.
Turia, 188
La Crespin y CrñiUas soberana
(Doña Esperanza digo) miro agora.
Otra: Tárrega, 44'.
306. cüibas.
Castellanos, 213
Cüibas, caquetios y coyones,
Guiraharas feroces y valientes.
307. cuicas.
Castellanos, 183'
Los cñicuas, guahiguas, los itotos,
Todas extendidísimas naciones.
Id., 239', 245' bis.
308. Cuicüí.
Castellanos, 412
A Cuicüí cualquiera los aplica
Afirmándoles ser provincia rica.
Id., 412\ 414.
309. Cüisco.
Castellanos, 806'
Son Itüango, Pubio, Ceracuna,
Pebere, Nitaná, Tüin, Cüisco.
Id., 520', 523.
3i0. chncüitos.
Dos sinéresis: Calderón, 4.°, 252"'
311. Chüipa.
Castellanos, 101'
Hubieron entre piezas recogidas
Un indio que Chüipa se decía.
312. derruir.
Quevedo, 467'
Alcanzaron á verla derruida,
Dando vergüenza de sí misma á todos.
Jovellanos, 49
Al cerro del altísimo homenaje,
Que el tiempo y la codicia han derruido.
313. Düilio.
Arjona M., 538'
Así en émula gloria resplandece
La plebe que en Düilio el escarmiento
De tiranos da á Roma.
314. Duina.
Herrera, 297
Y si á do el hondo Argiro l£L ancha vena
Derrama, y el Duina grande y frío
Las tardas ondas con el hielo enfrena.
315. estatuir.
Este verbo, del latino statuere, se halla así en su forma simple en algu-
nos poetas: véanse Ercilla, 11, 137— Lope, 5.° 445-Alarcon, 178, 360", 3&4".
En sus compuestos cambia la a en i, y pierde la e inicial eufónica (núme-
ro 74); V. gr., constituir por con estatuir.
En vano se buscará en la Academia una regla que comprenda á este ver-
bo; pero el uso castellano y la constante práctica de los poetas, guardan la
azeuxis, según la regla general que estamos discutiendo.
Hallo de este verbo y sus compuestos 355j azeuxis, pertenecientes á 85
17
258
poetas: las sinéresis son 10, esto es, menos del 3 por 100. La primera sinére-
sis se halla en Valbuena, 367'; la última en Iríarte (Juan), 500'. Ejemplo
de azeuxis:
Cervantes, 307.
Con el cielo ha estatuido
Que pues lo imposible pide.
Lo posible aun no lo den.
Fr. Luis, 4.
¡Oh desmayo dichoso!
¡Oh muerto que das vida! ¡oh dulce olvido!
Durase en tu reposo
Sin ser restituido
Jamás á aqueste bajo y vil sentido.
Lope, S.o 358'.
Fuiste constituido,
Ángel divino, para guarda nuestra.
Enriquez, XLII, 384'.
La parte racional destituida
De no poder obrar, quedó vencida.
Rojas, 598".
¡Oh leyes instituidas
Contra la naturaleza!
Tirso, 225".
Ya queda sustituido
Por otro aquí tu lagar.
316. fluir.
De este verbo y sus compuestos y derivados hallo 2G0 azeuxis, en 70
poetas (Montesino — Pérez de Camino), y pertenecen
205 á influencia.
39 á fluir y sus compuestos. •
9 á afluencia: v. Cairasco, 462, 465.
3 á afluente: Moratin L., 581', 596', 598.
2 í'i influente: Montesino, 425'— Ercilla, 87'.
1 á flücnte: ]N[eléndoz, 130'.
1 á melifluencia: Castellanos, 225'.
Cañizares, 50G.
Este sentido no cesíi
Do influir con desengaños,
De llamar con influencias.
Calderón, 2.° 531.
Influencia do influencias
Que sobre los astros manda.
Hojeda, 414'.
Luz copiosa
Do gracias, do dvilzura, do atiüoncia,
J'or labioH finos do oro derramados.
Molóndoz, 1.30'.
Ella to engalana
De rosas las sienes,
Y el manto to visto
Que ostentas flüonto.
Ercilla, 87'.
Y alcanza por h»s astros intlücntes
Los destinos y hados do las gentes.
Arríaza, 113'.
Las aguas desdo el fondo refluían^
Y á besar del palacio el pie llegaban.
Argensola B., 321.
Para influir sus premios y sus donos
Otro sol ha formado y otra luna.
Moratin L., .598.
Naci do honesta madre; dióme el ciri'
Fácil ingenio en gracias afluente.
Ca.stolIan<)8, 225'.
Y ú los j)obrcs que dúbadcs do palón.
Habláis luego con gran melifluencia.
259
Sinéresis no liay más que dos, ambas de influencia: Calderón, 3.** 133' —
Hojas, 151'.
Füir es arcaísmo de huir: véase luego este verbo.
316 bis. Fríiime.
Un solo caso, y es de sinéresis:
Lista, 380'.
317. genuino.
Barbero, 624.
Encontrados están en opiniones
Sobre la genüiua inteligencia
De una lev.
318. gratuito.
Un solo ejemplo, y es de sinéresis:
Iglesias, 473' (v. n.*' 283).
319. Huí.
Lope, 4.° 238,
La toma de Huí, los despojados
Holandeses, etc.
320. huir.
La azeuxis en este verbo está reconocida y practicada por todos.
Hallo este verbo en 165 poetas, con 17CX) azeuxis próximamente. Las si-
néresis son 113, de las cuales corresponden 80 á Calderón, 13 á Valbuena,
las otras 20 á varios autores incorrectos. Y no se crea que Calderón y Val-
buena hacían siempre sinéresis, pues aun en estos inconsecuentes ortólogos
son mucho más numerosas las azeuxis de huir. Concluiremos con cuatro
ejemplos:
Castellanos, 324'.
Pensó hallar salud en la huida.
Por huir las zozobras de prisiones.
Monteser, 163".
Sobrino, á fe que has huido
Con valor muy desigual.
— Pues hüi de natural;
Que en mi vida lo he aprendido.
Porcel, 143'.
Rehusan
Dejar el espectáculo suave;
Huir quisiera, pero huir no sabe.
Valbuena, 318.
Huid, dice, señor, hiád, que conviene;
Huid á lo más alto, huid ligero.
321. .Jarlüin.
Don Jarlüin de Montfart,
De la gran casa d© Hungría. (Cueva, XVI, 140).
322. jesüita.
Góngora, 438.
Alimento verdadero
De jesuítas, santas compañías.
CaUeja, 591''.
Ya es su amo jesüita.
Otras: Góngora, 457— Calderón, 1.'' 121". Una sinéresis, Oüa, 449'.
323. * minüir.
17 azeuxis, todas de disminuir, en 12 poetas (Aldana F.— Moratin L.).
Sinéresis, dos: Valbuena, 259— Villaviciosa J., 618. ,
Aldana F., 50G'.
Viene á disminuir de aquel concepto
Y estimación debida á buen soldado.
Coello, 407'.
Este rato que tenéis
El valor disminuido.
- 2m —
324. mohiiiyes.
Sumos regalos eran los corles,
Hutias, mohüiyes y qnemies. (Castellanos, 310.
325.
nuir.
Noroña, 453' .
Aquí vivo, aqui mando, aquí doy tono,
Y nada se hace aquí sin mi anuencia.
Monroy, 180'.
¡Oh dulce hermana! renuente apelo
A artes mágicas.
326. pituita.
Aunque no le hallo más que con sinéresis: Tirso, 390 — Zamora, 451; siii
embargo, no veo razón para exceptuarle de la regla general.
327. * strüir.
Según mis apuntes, hallo los compuestos de est« verbo en 111 poctr.í^
con 4.S7 azeuxis: sinéresis, solas 5 : Valbuena, 144', 191 — Quovedo, 275— M;;-
tos, .^309" -Vaca, SaO".
Alarcon, 365.
Escucha las profecías
Que alegar puedes por tí,
En ivi favor construidas.
Solis A., 47".
Ya Casilda está en la historia,
Y en todo la he instruido.
Jovellanos, 27'.
Abismo
Do yace destrfudo, ciianto pueden
Ser las puras sustancias destruidas.
Somoza, 469'. -
Pildora que al tragarla so revienta,
Y es porque el paladar está obstruido.
328. Suiza, suizo.
Esquilache, 328.
SüÍ7>o8, alemanes y valones.
Monroy, 84.
Pero huyeron los suizos
Con afronta y con infamia.
Que vedo, 211.
La Pñiza, do una junta,
En pareceres lo aguarda.
(Juega aquí Quevedo con el equí-
voco Sw/za por YAitza).
Otras: Monroy, S() -^lirademoscua, 92'.
329. Taciiica, Tfíin, Tüingo, Uriorebüí.
Palabras usadas por Castellanos.
529
Chacuri, Nuguirota, Tacñica,
Tacujurango y otros principales.
Tüin (v. núm. 'MY.)).
Otras: Id., 200', 520'.
52lV
Rompió por la provincia do Cüisco,.
Y por Araquo y vallo do Tüingo.
20(T
Docia Fodriman: «¡A(|ui his mios!»
El Uriorebüí: «¡Aiiul vasallo8!>
- 261 -
330. *
tribuir
Azeuxis.
Azeuxis.
Azeuxis.
2
Siwia anterior
Góngora
13
Suma arderior
Solis (A.)
36
Cetina
4
1
Ercilla
3
Lope
2
Cubillo
2
Anón., X
1
Hojeda
1
Moreto
Rufo
1
Claramonte
1
Calle a
Cueva
1
Alarcon
4
Candamo
Ubeda
1
Rebolledo
2
Cañizares
Castellanos
1
Esquiladle
1
Huerta (V.)
Arjona(J.)
1
Calderón
7
Carvaj al
Oña
2
Rojas
1
Arriaza
Suma y sigue. 13 | Suma y sigue. 36 | Total .... 46
Sinéresis, seis: Quevedo, Calderón, Tirso, Matos y Rojas, que tiene dos.
Cetina, 49'
Bien sé que deste mal la mayor culpa.
Querrás atribuirme,
Porque estando tan bien, osé mudarme.
Rebolledo, 404"
Y siempre será justo atribuirle
El perdón de dejar de destruirlo.
33 1 . zuiza.
Por el jardin se hizo salva
Hermosisima zuiza
De flores.
Góngora, 549'
Nada habéis de negociar,
Si no me contribuís.
Moreto, 310
Fío yo de la justicia
Del rey, que nos haga iguales.
— ¿En qué?— En distribuirla.
(Rojas, 515).
Una sinéresis: Moratin (N.), 43, cuya autor' dad es poca y no debe preva-
lecer contra la regla.
332. Se ve, pues, que la azeuxis üi es clásica y constante, y debe guar-
darse siempre, no sólo en estas palabras, sino también en las que no se ha-
llan en los poetas, como imbuir, luir, gruir, según el principio general ter-
cero del núm. 277. No importa que alguna palabra aislada se halle una ó dos
veces, y que estos casos sean de sinéresis: por la autoridad de un poeta ó
dos, no vamos á fundar excepciones contra la eufonía y contra la regla ge-
neral.
Sin embargo, con motivo suficiente á mi juicio, estableceremos algunas
excepciones.
§ 2.° — Excepciones
333. Las palabras enumeradas en la primera parte de la excepción 3.*
del núm. 278, se hallan siempre en los poetas con diptongo.
- 262 -
De buitre, hay una diéresis en Rebolledo, 402'.
De cuido, otra en Vélez L., 131.
De cuita, otra en Carvajal, 565'.
De Monjui y muito, nino-una, y como no son palabras castellanas, no hay-
dificultad en el diptongo.
El nombre Luis cuenta con varias azeuxis en el siglo XVI y en el XVII
hasta Gaspar de Avila inclusive; pero el uso es muy ambiguo. Así Castella-
nos tiene 87 azeuxis y 33 sinéresis; Tirso, 88 azeuxis, 42 sinéresis; el misma
Avila, 7 azeuxis y 10 sinéresis. Desde Alarcon en adelante, es general el dip-
tongo; y aunque todavía se ve alguna diéresis en algunos poetas, como So-
lís (Antonio), Polo, Forner y Arriaza, no merecen tenerse en cuenta. Y así
diremos que en Luis hay diptongo, fundado en el uso común desde el
año 1620.
334. Ruiz.
Apellido derivado de Muy ó Rodrigo.
Az.
Siv. '
Suma anterior.
Lope
Valbuena
Alarcou
Tasis
Montalban
Suma y sigue.
Az.
Sin.
Suma anterior.
Anón., XVI
Rojas
Candamo
Cañizares
Iglesias
Total. . . .
Az.
Sin^
3
1
1
1
6
3
1
44
10
60
15
Sepúlveda
Ercilla
Castellanos
Oña
Hita
Gongo ra
6
2
18
2
1
1
1
o
1
1
>
1
1
1
Suma y sigue.
44
10
60
15
64
52
El diptongo de Buy es común en los poetas, según lo dicho (núm. 287):
con todo, muchos guardaron la azeuxis en el derivado JRüi^, y eso es porque
el principio de las derivaciones (núm. 277) no es siempre verdadero aplica-
do á los diptongos, no siendo en los verbos, según veremos.
Ahora bien, consultando el catálogo, ni me atrevo á incluir este vocablo
en la regla general, ni tampoco á excluirle do olla en absoluto. Creo, pues,
que la azeuxis es lo eufónico y lo clásico, y que las sinéresis de esta- pala-
bra, como de otras muchas, se deben más á la ignorancia y á la falta de re-
gla explícita, que á otra cosa. Mas por ol respeto debido á los poetas que di-
cen Ruiz con sinéresis, juzgo que ésta puede permitirse.
Fué con su gente siguiendo
A Fernán Rui/, de Castro. (Lope, 3.", 574).
Aquí está Fernán Rüiz,
—¿El do Castro?— Si, señor. (Id., 58:3).
335. Juicio, ruido, rfíin, ruina.
Vamos á tratar á la vez do estos cuatro vocablos que son los más usados.
Juicio es en latín judiciutti: ruido, rugltus, según la Academia; aunque bien
— 263 —
pudiera ser derivado del supino ruñum, de ruó = caer, Ruin y ruina son de-
rivados del dicho verbo ruó.
Por su etimología exigen azeuxis entre las dos vocales, ya por la conso-
nante suprimida, ó ya por ser derivados de un verbo en uo: pues hemos vis-
to en el párrafo primero de este artículo, que hay azeuxis en todos esos
verbos y sus derivaciones.
La Academia dice que en juicio y ruido hay diptongo, y que nuestros
poetas se deleitaban en disolverle, licenciosamente, por supuesto.
Yo siento mucho no tener completos los datos que nos suministran los
poetas* pero los que tengo anotados bastan y sobran para formar idea exac-
ta de la ortología de estas palabras. Voy, pues, á poner el catálogo hasta el
año 1700 próximamente, advirtiendo dos cosas: 1.% que los datos que pre-
sento se refieren á un mismo número de versos; 2.*, que la x significa núme-
ro indeterminado, porque no conté los casos.
-
Juicio.
Ruido.
Ruin.
Ruina.
Az. Dipt.
Az. Dipt.
Az.
Dipt.
.4^. Dipt.
Manrique
1 »
s> »
»
»
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Quirós (N)
1 »
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^
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Montesino
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2 »
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Padilla (Fr. Juan)
1 »
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Albio
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1 »
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Castillejo
3 »
11 »
3
14
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Boscan
1 »
» »
»
»
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Garcilaso
3 »
10 1
»
»
2
Anón. LVIII
X
X
1
5
X
Escobar (Fr. Luis)
1 »
» »
»
>
» »
Mendoza
7 »
3 »
»
»
■¡, »
Hurtado (Luis)
7 »
» »
1
8
2
Bermúdez
i »
» »
»
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Barros
5 »
» »
»
j,
* j.
Zapata
» »
» »
»
1
1
Silvestre
2 ^>
» »
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i
» »
Riaño
1 »
» »
»
»
» >
Fr. Luis
5 1
9 1
»
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» »
Sepúlveda
» 1
» »
»
2
Ercilla
1 2
48 »
2
1
12
Herrera (Fernando)
1 »
3 »
»
,
4
Anón. X
8 2
17 ()
4
2
8
Padilla (Pedro)
» »
1 »
»
»
> »
Rufo
1 6
22 »
»
»
14
Alcázar
» »
» »
>
1
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Virués
8 1
13 »
»
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2 1
Cueva
5 1
8 1
»
>
> »
Rodríguez
» »
6 3
»
>
Laso
1 »
4 »
»
t
10
Ubeda (el Lie.)
1 »
» »
»
»
»
Castellanos
44 »
116 »
14
»
18
Aldana (Cosme)
11 »
1 »
1
,
1
Vegas
12 1
3 »
6
>
'¿
Arjona (Juan)
» »
26 »
»
>
20
Juicio.
Az.
Dipt.
Sánchez (Miguel)
4
» 2 »
Espinel
»
» » »
^Cairasco
3
1 X
Cervantes
ó
1 8 1
i>Iorillo
»
> 6 »
Oña
»
» 16 2
Pérez de Hita
»
» 1 »
Herrera (Cristóbal)
1
» » »
Góngora
7
i 19 1
Lope (5 tomos)
108 1
0 125 7
Huerta Jerónimo)
»
» ; 8 »
Morales (Juan)
»
» > »
López de Ubeda
»
» 1 »
Argonsola (L.)
1
» ! » »
Hidalgo (Lucas)
1
* 1 » »
Tárrega
1
» 1 17 »
Caro (Rodrigo)
»
» » »
Süarez de Figueroa
»
» ' 1 »
Hidalgo (Juan)
»
» 1 »
Hojeda
7
» 7 »
Boíl
1
» » »
Ribera (Luis)
2
» » »
Aguilar
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Argensola (B.j
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Acevodo
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Castro (Guillen)
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Veloz (Luis)
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Herrera (Rodrigo)
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Martin (Podro Luis)
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Juicio.
Ruido.
Ruin.
Ruina.
Az.
Dipt.
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Dipt.
Az.
Dipt.
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Dipt.
Moreno
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Villegas (Esteban)
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Montalban
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2
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Solórzano
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1
2
1
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2
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Esquilacho
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Bloja
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Trillo
8
»
6
1
»
»
20
2
P. Céspedes
»
»
2
»
»
»
1
Caro (D.a Ana)
4
2
2
»
»
»
2
€
Los Figueroas
,>
lü
»
7
»
4
»
4
Villaviciosa (Seb.)
1
3
»
2
»
»
1
1
Zayas
»
»
1
»
»
>
»
Hurtado (Antonio)
2
2
6
»
9
2
»
Anón. XVI
15
3
16
7
iJ
2
9
1
Calderón (2.° tomo)
4
69
6
97
1
Ití
2
49
Zabaleta
1
1
»
»
»
»
»
Cáncer
„
.
2
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»
»
2
»
£)oello
1
1
3
10
»
»
»
3
Polo -
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»
1
:■,
2
1
3
»
Matos
2
13
3
7
1
»
5
»
Enriquez
1
5
2
3
-
»
i
»
Zarate
»
21
»
10
»
»
»
4
Monteser
2
1
.
3
i>
]
Rojas
2
16
10
75
3
9
9
13
Villaizan
1
1
»
»
»
»
»
Ulloa
1 ■
»
»
1
»
»
X
íSolis (Antonio)
íj
18
2
12
»
1
1
Cubillo
li
1
6
»
»
»
1
Meneses
,-,
2
»
»
»
»
*
Leiva
»
3
6
10
1
3
»
Vélez (Juan)
»
1
»
»
»
»
»
Moreto
13
91
11
49
»
12
6
Anón. XTJX
,
1
»
»
»
»
.
Prado (Andrés)
1
»
»
.
»
»
Quirós (Fr. Pedro)
»
»
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»
*
»
1
Diamante
3
6
5
9
» -
»
4
Monroy
3
3
5
1
»
»
2
Calleja
»
3
»
1
•
1
»
Fomperosa
»
»
1
4
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»
»
Estrella
1
»
>
»
»
»
*
Salazar (Agustín)
1
6
4
7
»
1
8
Hoz
»
7
»
5
t
»
1
Fernández de León
»
4
»
2
»
1
»
Sor Juana
»
4
2
3
>
»
»
Vera Tasis
1
»
»
2
»
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1
Candamo
,
14
1
17
»
1
»
Zamora
»
13
»
26
1
•¿
>
12
Cañizares
»
40
2
29
»
5
»
11
- 2G6 -
Fíjese bien el lector en los datos precedentes. Las tres palabras juicio,
ruido y ruina conservan su natural azeuxis hasta que vino Quevedo al mun-
do; pues las pocas licencias de Rufo, Lope, Valbuena y Tirso son cosa muy
insignificante; y adviértase que Valbuena es muy incorrecto en todo. La pa-
labra ruin es más frecuente con diptongo; sin duda porque el desprecio y
repugnancia á su significado hace apresurar la pronunciación, precipitando
indebidamente las vocales; lo cual tendremos más adelante ocasión do ob-
servar en los vocablos diablo j piojo. Con Quevedo comienza á vacilar la or-
tología de dichas palabras, y liacia el año 1700 era ya común el diptongo.
Desde 1700 acá, el diptongo es general; pero no tanto que no se hallen fre-
cuentes casos de azeuxis en Toledo, Meléndez, Forner, Noroña, Arjona (Ma-
nuel), Barbero, Cienfuegos, Arríaza, Reiuoso, Lista. Solís (Dionisio), Villa-
nueva, los Moratines, Gallego, Carvajal, Ayala, Marchena, Blanco, .Térica
y Jovellanos.
Y en vista de ésto, ¿qué hemos de resolver? Voy á decir mi opinión. La
regla general, y el respeto á los poetas del siglo de oro, y las frecuentes
azeuxis de los siglos XVIII y XIX no nos permiten exceptuar estas pala-
bras. Mas los diptongos frecuentes desde Quevedo acá y la tendencia gene-
ral moderna á la contracción nos autorizan para permitir la sinéresis. Pero
conste que lo natural, lo clásico, lo eufónico y correcto es la azeuxis.
- 267 -
CAPITULO V
Débil átona seguida de fuerte tónica.
uá, lié, uó; iá, ié, ió.
Las reglas que á fuerza de inmenso trabajo lie logrado formular acerca
de estas combinaciones, pueden reducirse á las cuatro siguientes, que con
las cuatro ya demostradas, componen ocho: en ellas está resumido todo el
sistema ortosilábico de nuestra lengua.
336. Eegla quinta: Toda vocal débil forma azeuxis con la vocal tónica siguien-
te^ cuando cada una pertenece ¿ distinto elemento componente; y. gr., en patriarca,
perteco, sesquióxido. veintiuno. (Sin excepción).
337. Regla sexta: uÁ, uó son siempre azeuxis, si no van detrás de consonante
gutural. Así hay azeuxis en suave, suntuoso, virtual, aduana, sinuoso, ruano,
sexüaJ, Züazo; y diptongo en Acuario, acuoso, santiguar, santiguó, Juan, enjua-
go. (Sin más excepciones).
338. Regla séptima: lÁ, ló derivadas de ía, ío, ó adyacentes á la primera
consonante (ó combinación primera de consonantes) del vocablo, son también
azeuxis.
Así hay azeuxis en rociamos, roció (derivados del presente rocío): en dtá-
¡ogo, tiara, Slon, biombo; y en Artadna, Astíages, Ilion, Orion.
Excejíciones: 1.^ En palabras que empiezan por consonante, exceptúase
el santo nombre de Dios, las inflexiones verbales dio, vio, y la interjección
miao, en que siempre hay diptongo. Además, es permitida la sinéresis en
diablo, diantre j piojo: y en los propios Mariano y Santiago.
2.* En palabras que empiezan por vocal se exceptúan los verbos agriar-
se, ansiar y odiar: los adjetivos anciano, asiano, asiático, ocioso, odioso, unctal,
y los sustantivos ostión, unción y unión. En éstos debe guardarse siempre el
diptongo. Además, es permitida la sinéresis en aciago, axioma, idioma, idiota>
indiano.
339. Regla octava: lÁ, i6, fuera de los casos dichos, y las combinaciones ié,
uÉ no derivadas de azeuxis, son generalmente diptongos; v. gr., lidiamos, lidiemos,
lidió', eclesiástico, lección; hielo, Juego, estruendo.
Excepciones: L* iá es azeuxis en breviario. Curiados, Goliat, pipían y
venial.
2.^ ió es azeuxis detrás de muda y líquida (nvím. 52) ó de rr; v. gr., en
cabriola, gorrión: sólo es diptongo en industrioso y patriota.
3.* ié es azeuxis en cliente, Líeo, Piérides, riel, rielo-as (del verbo rielar)
Tiestes, Viena.
4.* ué es azeuxis en Früela, genüense, Josué, ueste, Süecia, Süevia, Suez.
340. De estas cuatro reglas, las dos primeras son fáciles y generalísi-
mas: la regla 7.^ es también muy general y clara, no siendo en las dicciones
que empiezan por vocal. Este punto y las excepciones de la regla 8.* son de
- 2íi8 -
tan difícil determinación, que á posar de todo el trabajo y buena intención
que he puesto en la materia, no presumo liaberla a^^otado, do suerte que no
se pueda exceptuar alguna palabra más ó menos. La ignorancia, la vague-
<lad del uso en los poetas y la tendencia moderna á las contracciones son
cosas que deben tenerse en cuenta para la determinación de una regla ó ex-
cepción; poro cuando las razones en pro y en contra son casi iguales, ol ha-
cerlo autoritativamente pertenece á la Real Academia.
Voy á discutir estas cuatro reglas en otros tantos artículos.
Articulo I.** — Discusión de la regla quinta (núm. 336)
341. Esta regla es de razón natural, pues no debe contraerse la inicial
tónica del segundo elemento con la fínal del precedente. La regla 4.* de la
Academia (pág. 334), sogun la cual hay azeuxis «on ciertas dicciones com-
])uestas, como reunir, rcimtar», es inservible: L", porque es falsa cuando las
vocales son átonas (núms. 238, 241 y 252); 2,°, porque en reúne, por ejemplo,
basta el acento de la u para que se veriñque,la azeuxis (núm. 2G4); 3,", por-
que decir ciertas es lo mismo que no decir nada.
Debo notar también que, aunque en este capítulo se trata do las combi-
naciones de débil átona seguida de fuerte tónica, sin embargo, la regla pre-
sente es aplicable á los casos en que el segundo elemento empieza con débil
tónica; pero como éstos son raros, y caen, además, bajo la regla 4.*, lie pre-
ferido colocar aquí la citada regla de los compuestos, dándola el quinto
lugar.
Ahora examinemos los compuestos quo hallo en h)s ])oetas.
342. Antíoquia.
Supongo quo esta palabra es compuesta, aunque no sé definir su compo-
sición. Un solo ejemplo hay do Antioqiiía (Vaca, 322); nuestros poetas dije-
ron siempre Antíóqiita, con la o tónica. No digo que sea mejor una pronun-
ciación quo otra; pero lo (jue hace al caso es la azeuxis. Lojie, Castellanos y
Moroto dicen siempre Atitloquia; Vegas y Rojas, Aiitióquin con diptongo:
total, 45 azeuxis contra 8 sinéresis. Véase un ejemplo (Moreto, 152):
¡Oh Ginés! on AntToquia
To dé ol Santo una parroquia.
Los-acontos que el Sr. Aribau puso en el tomo IV, están mal: Castella-
nos nunca jamás dijo ^//í/bí/M/rí, sino Antíoquia, con azeuxis. Los colom-
bianos modernos acentúan la o y hacen sinéresis como Rojas. O dígase An-
tioquía, ó si no, lo correcto es AntToquia.
343. Antíoro.
Usan esta palabra Fornor y Jove-
llanos: 18 azeuxis, 5 sinéi-osis.
344. cariharto.
Góngora, 531
La iglesia do San Diunis
Canónigos tiono muchos,
Delgados, cariaguilcños,
Carihartos y espaldudos.
Polo, 178
Muy cariharta y muy llena
Salió anocho Bollocintin.
269 —
345. celiandro.
No se halla en el Diccionario.
Lope, 5.« 122
Con el apio saludable
Y el celiandro oloroso.
346. cenobiarca.
Debe ser azeuxis; pero sólo hallo
un ejemplo, y es de sinéresis (Yaca,
325).
347. deciocho.
Se halla comunmente dies y ocho,
sin sinalefa: con ella (aunque violen-
ta), alguna vez: véase Calderón, 2.^
598. Con azeuxis, dectocho:
Rufo, 107
Sin deciocho, que propicios vientos
Han de traer del golfo veneciano.
Anón. XVI, 40
Hoy cumplo decisiete años
Y en los deciocho vo}-.
348. demiurgo.
De Saítj.wv = demonio, y £pyov= obra.
Error de un hombre,
Pero sublime error. Del Demiurgo
La omnipotente engendradora mano. (Forner, 368'.
Otro ejemjílo: Id. 369. Habla aquí el poeta según la mente de Platón.
349. Guadiana.
Este río en latín es Anas: vinieron los árabes y le antepusieron el gené-
rico guací, ó guada ( = río), y de aquí resultó el compuesto Guadiana. Yéaso
^ el catálogo, que en este caso particular creo no está muy completo, por des-
cuido mío.
Áz.
Sin.
Anón., X. .
2
»
Rufo
1
»
Góngora . . .
5
»
Lope
2
»
Valbuena . .
3
1
Acevedo. . .
1
»
Yélez (L.)..
1
»
Quevedo.. .
1
»
Hurt.'^ (A.)
1
»
Suyna. . . .
17
1
^_
m^mm
S. anterior.. 17
Anón XYI,
Cañizares. .
Moratin (N)
Fr. Diego . .
Huerta (Y.)
Triarte (T.)
Yaca
Jovellanos.
Meléndez . .
Suma. . . .
2^1
S. anterior. 24 6
Forner
Calle
Carvajal. . .
Yillanueva .
Cienfuegos.
Arriaza ....
Quintana . .
Lista
Gallego ....
Totales . 32 9
Como quiera que sea, lo cierto es que los del período clásico, y los res-
tauradores del clasicismo Meléndez y Lista, guardan siempre la azeuxis,
que es lo correcto, según la regla (1).
(1) También Benot pone azeuxis en Guadiana.
— 270
¡Oh Guadiana, Guadiana hermoso! (Cienfuegos, 23).
Según esto, parece que deberemos también poner azeuxis en Guadiaro y
OuadTafo. Digo parece, i)orque ignoro su etimología. De Guadiaro hay un
ejemplo en Valbuena, 31.3: de Guadiafo con sinéresis, uno en Vaca, 278.'
350. lieresiarca.
De aVpEa:^ = herejía, y izyr, -= principio ó cabeza.
Hojeda, 456.
Lobo se hizo de almas fraudulento,
Y en España infeliz heresiarca,
Do hombres carnales sucio jiatriarca.
Vaca, .340"
Por la fe que propugna,
Y los heresiarcas
A la sazón perturban.
Avila, .568.
Bien puede llamareo á engaño
La heresiarca porfía.
Arjona M., 543.
Son invenciones
De heresiarcas.
Otras azeuxis: Lope, 3.", 596-5.^ 103— Id., LVIII, 160'— Belmonte, 323-
Calderon, 2.°, 22.'3. Total, 9 azeuxis contra 2 sinéresis: Argensola B., 301-
Calderon, 1.", 92"
351. libíarco.
Los liblarcos, do floridos talles. (Valbuoua, 384').
Único ejem]>lo. Supongo compuesto este vocablo, (lue no hallo on el
Diccionario.
352. manlato-as.
De )Na>io y atar. Azeuxis: Castellanos, CA, 31.") y 420, y los dos ejeinj)los
siguientes, contra una sinéresis: Anón., XVI, .3.j9.
López J. A., 384'
Salieron ocho la<lrones,
Y á todos los maniatan.
353. maniobra.
Un ojomjílo, do sinéresis: Ahu-
mada; 70s'
354. María I va.
Lope, 4.°, 137'
Mi camarero mayor,
Y marqués do Marialva
Lo hago.
Argensola B., 314'
Y dejados llevar del movimiento
Común, el albedrio maniatan,
Generoso y real, de ley exento.
355. mixtiárabes.
Caldoron, l.«, 33'.)'
Vivieron entro nosotros
Mixtiárabes cristianos,
ó mozárabes.
Dos sinéresis: Id., .'i.37"; j)oro nó-
tese que CaMoroii os muy mal oii»'»-
logo.
356. oriámliar.
Compuesta, 5» lo (luo croo, do oro y (Inihnr: no ostá on el Diccionario.
No on tierno brillo la rosada aurora
Do oriámbar pintando el vago ciólo. (Roinoso, XXIX, 512).
— 271
357. Panlagua.
Polo, 185.
Y es tal la necesidad,
Que se murió por el nombro
Paniaorua el cardenal.
Castellanos, 170.
Un viejo Panlagua y Figueroa.
Otra azeuxis: Id., 177'
358. patriarca.
De 7:aTT,p= padre, y apyto = mandar. Hállase esta palabra en treinta y cinco
poetas, con 93 azeuxis, y una sola sinéresis: Vaca, 340"
Por consiguiente, creo que el lector no exigirá aquí el catálogo, y voy
á copiar algún ejemplo.
Lope, 5.0, 19?.
Poema heroico, armónico y suave
Del patriarca Ignacio de Loyola.
Yaldivielso, 140'
Dale de patriarca la fe pura.
Fr. Gaspar, 456'
Patriarca, patrona y virgen madre.
Lobo, 33'
Allá donde mansión tiene desierta
Del patriarca Bruno la familia.
359. Periaudro. (Uno de los siete sabios de Grecia.)
Hurtado L., 29.
Períandro, que al furor
Mandabas poner la rienda,
¿Cómo no hubiste dolor? etc.
Lope, 5.°, 415.
Períandro fué igual á sus iguales.
Polo, 178.
Períandro el advertido
Han dicho que por traviesa, etc.
Vaca, 320'
De Períandro borra
Parto de su talento.
Una sinéresis: Valbuena, 263.
360. periódico.
De pei'i y odos, como derivado de período (v. n.° 158). El uso vulgar le
liace sinéresis; pero la lógica exige la azeuxis, no sólo por esta regla, sino
también por el principio general primero (núm. 277). Un solo ejemplo hallo
y es de sinéresis: Tapia, 684'.
361. Políarco.
P. Céspedes, 146'
Verla hablar de los autores
De Argenis y Poliarco.
Calderón, 1.» 439
No vajeas tú, Poliarco.
En dicha comedia usa esta palabra
39 veces, siempre con azeuxis. Polí-
arco significa príncipe de muchos.
362. Polieucto.
Significa apetecido por niuclios.
Barbero, 593
Cid y Seleuco, Polieucto, Cinna,
Y Horacio, el venerable rostro arado
Con hondas rugas.
363. Taliarco.
Ponce, .31'
¡Oh Taliarco hermano!
¿Ves el Soracte monte levantado, etc.
Iglesias, 471, pone como suya la
mismísima oda de Ponce.
— 272 -
364. Trián^lo.
Acevedo, 258
Allí corre derecho, aUá asegunda
El natural triángulo á otra parte.
Otro ejemplo: 264.
Lope, 5." 211'
Triángulo y firmeza soberana
De la nave católica romana.
Id. 221, 257, 505-Id. 3." 594'.
Quevedo, 510
Triángulo embligenio
Que sirve de jaqueca á la fortuna.
Moratin, N. 39'
El escudo en triángulos cortado
Muestra las rojas bandas de que gozas.
Total, 9 azeuxis, contra .3 sinéresis
del incorrecto Valbuena.
365. trienio.
De tres y annus=ímo.
Castellanos, 450*
La cual no tuvo menos inclemencia
Con él después, trienio ya pasado.
Rojas, 429"
Se quedó más blando
Que corregidor que espera,
Acabado su trienio.
Que le tomen residencia.
366. veintiocho.
Acevedo, 265*
Acaba el giro de su estrella helada
En veintiocho días la serena
Luna.
Una sinéresis hay en Alarcon, 452:
cosa rara en él.
367. veintiuno.
Aunque debe ser azeuxis, no hay
más que un ejemplo, y es de sinére-
sis; Lope, 1.** 374.
En decíocho, veintiocho, veintiuno, no puede suponerse sinalefa.
368. No liallo en la Biblioteca más vocablos compuestos; pero de su
discusión so infiere que la regla es verdadera. Para exceptuar de la regla
un vocablo, no es razón suficiente el hallarle una sola vez con sinéresis en
un poeta, porque eso es una casualidad. Al contrario, el que la inmensa ma-
yoría de los ejemplos de dicciones compuestas coincidan en la azeuxis, es
señal clara de que la exige el instinto eufónico y la naturaleza de nuestra
idioma.
Por tanto, la regla (que tiene á su favor el 8("> ]>or 100 de los casos\ debo
ser aplicada también á las palabras compuestas no discutidas aquí, puesto
que caen bajo la misma razón ortológica, (n.** 277, ])rincipio 3.°). Son también
vocablos conocidamente compuestos los siguientes:
bienio.
bióxido, sosquit'xido.
antiético.
)0(|níancho, cariancho
1
callialto.
centíárea.
claviórgano.
diéresis.
diócesis.
dioico.
dióptrica.
gimnasiarca.
perieco, periholio.
periostio.
poliánpnco, poliandria.
semiojo.
semihora.
semiusto.
Y algunos más (|ue suelen encontrarse.
27.3 —
Abtículo 2.°— Discusión de la regla sexta (núm. 337)
369. Catálogo de las voces comprendidas en esta regla
, agrupadas bajo sus raíces.
acto
/ Düardo
hábito
actual
1 Düart
( habitual
i actuar
) Díiarte
1 habituar
< 1 actuante
j Eduardo
impetuoso
/ actuario
f Fedüardo
incestuoso
1 actuoso
' 0 düardo
individuo
aduana
dúo (=dos)
\ individual
j adüano-as
( dual
j individuar
aduar
1 düeto
1 individuante
afectuoso
Düodo
intelectual
año
efecto
Itüango
( anual
( efectttal
Janüario
( anuario
/ efectuar
Jurüara
Arüaca
electo
lactüoso
Alüaca
( electüario
Litüania
Azüaga,
( letuario
Lüanco
baluarte
espíritu
Lüarca
Billüart
( espiritual
luctuoso
Bisüano
\ espirituoso
Lusüarte
Burburüata
estatua
majestuoso
canttis (=canto)
í estatuar
mano
{ acentuar
1 estatuaria
K manuable
( concentuoso
( estatuario
j manual
carruaje
aestus (=torbellino)
' amanuense
Carüan (=Cairvan)
í estuante
mantüano
caso
\ estuario
Marüana
casual
( estuoso
mes
. casüismo
Estüardo ó Stñard
1 mensual
( casuista
eventual
menstrual
censo
exceptuar
1 menstrüoso
í censual
fastuoso
monstruoso
1 censuario
fatuo
montuoso
( acensuar
( fatuísimo
mortüorum (latino)
concepto
\ infatuar
1 mortuorio
' conceptual
flatüoso
p aduano
conceptuar
flexüoso ó flejüoso
perpetuo
i 1 conceptuante
fluctiis (=ola)
( perpetúan
\ conceptuoso
\ fluctuar
( perpetuar
continuar
j 1 fluctüante
peruano
conventual
' fluctuoso
preceptuar
Comüalla {inglés)
fruto
prontuario
Cortüar
/ fructuoso
püar
crüor (=sangre)
\ 1 infructiioso
punto
í cruel
i usufructuar
\ 1 usufructuario
1 puntual
\ cruento
1 puntuar
< ( crüento-as
gentualla
1 puntuoso
/ ( incruento
grado
rédito
\ crueza (= crudeza)
í gradual
1 reditual
defectuoso
\ graduar
1 redituar
( 1 graduando
1 reditüoso
18
— 274
]?edüan
respetuoso
ritual
Romualdo
rúa (calle)
rüan ó Rüaii
ruano
ruar
I arrüar
Rüanza
salto
saltüario
saltüoso
santuario
sensiis (=sentido)
sensual
consensQal
sexual
si ñus ''seno)
i insinuar
\ insinuante
I sinuoso
situar
Süabia
* suadir (del lat. sua-
dere)
( Süada
j disuado
( persuado *
Süárez
suave
sumptus ''=<2:asto)
( suntuario
< suntuoso
f I presuntuoso
tempestuoso
tenue
( atenuar
< I atenuante
( extenuar
Tetüan
texto
textual
textüario
tortuoso
trüan
tüarum y füonmi (la-
tinos)
tumulto
• tumultuar
\ tumultuario
I tumultuoso
Turüaco
untuoso
uso
usual
usuario
valuar
I evaluar
vestuario
vidual
virtud
I virtual
\ desvirtuar
I virtuoso
visiial
vitualla
I vitüallo-as
vohq)fas (^-deleite)
( voluptüario
( voluptuoso
zuavo
Züazo ó Süazo.
No todas estas palabras se hallan en los poetas; pero á las que ellos no
usen, lo mismo que á las pocas que podrán ai'iadirse á este catálogo, debe
aplicarse la rehila, seí^Tin el principio general del núm. 277, 3." Nótese ade-
más, que las inflexiones de los verbos en üar caen también bajo el j)rinci-
pio 1."; y véase la relación de esta regla con la que dimos en la prosodia
verbal (núm. 1&4, regla 2.*, 3.").
370. Ahora, antes de discutir cada palabra, pondré seguidos los catálo-
gos de azeuxis y sinéresis que crea necesario estampar: con esto se evitará
en gran parto la gravo dificultad que hay en la com]íOsicion tipográfica do
tanto catálogo dividido en tres columnas, y de tantas sumas parciales como
habría ({uo hacer.
Acto.
Belmonto
Calderón
Zarate
Cuéllar
Oandamo
Vaca
Sam aniego
Triarte
Jovellanos
Arríaza
Solis D.
Total ,
Az. Sin. Caso.
Afectuoso.
Tegas
Oña
Góngora
Hibera L^
Argensola B.
Avila
Montalban
P. Céspedes
Trillo
Caro (D.a Ana)
Anón. XVI
Calderón
Rojas
Villaizan
Solís A.
Diamante
Villar roel
Velázquez
Moratin N".
Iglesias
Iriarte
Porner
Calle
Noroña
Ciénfuegos •
Arriaza
Quintana
Lista
Total
Caso.
Castellanos
Oña
Huerta J.
Góngora
Vélez L.
Calderón
1
1
»
1
1
10
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2 j
» I Cáncer
1 I Enriquez
1 1 Moreto
» i Calleja
1 'Zamora
2 I Cañizares
1 I Porcel
3 ! Fr. Diego
» Samaniego
Iriarte
1 1 Forner
Salas
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Arríaza
Beña
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14
10
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L. de Ayala
Padilla (Fr. J.)
Castillejo
Mendoza
Aldana F.
Fr. Luis
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Rufo
Laso
Ubeda
Castellanos
Sánchez M.
Góngora
Lope
Argensola B.
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Tirso
Quevedo
Montalban
Trillo
Anón. XVI
Calderón
Anón. XIV
Matos
Solis A.
Moreto
Diamante
Fomperosa
Salazar A.
F. de León
Candamo
Dionisio
Zamora
1
1
1
1
1
5
3
»
1
42
1
2
Suma y sigue,. . 14
Continuar.
Suma anterior.
Cañizares
Luzan
Porcel
Fr. Diego
Huerta V,
Iglesias
Samaniego
Iriarte
Jovellanos
Forner
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Moratin L.
Vargas
Tapia
Total.
19 28
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Ercilla
Castellanos
» ¡ Góngora
1 Lope
» ¡Boil
«• Valbuena
1 Grajales
» Tirso
» I Castro G.
2 Alarcon
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» Calderón
' ¡ Enriquez
» ¡Rojas
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» I Diamante
1 Quintana
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» 1
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» 4
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63
3
1
1
1
36
1
1
1
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13
3
2
7
4
3
4
24
36
Suma y sigue. . . 63 40
Efecto.
Anón. XXXV
Anón. X.
Padilla (Pedro)
Rufo
Castellanos
Vegas
Padilla (Fr. P.)
Cervantes
Anón. XLH
Lope
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Suma y sigue. .
164
2
1
1
10
30
2
1
1
1
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1
59
Efecto.
Az.
Sin.
Espíritu.
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Cañizares
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Montesino
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El lector deberá tener á la vista ó consultar cada uno de los preceden-
tes catálogos, cuando se entere de la discusión que vamos á hacer en cada
palabra.
37 L acto.
Véase el catálogo. La autoridad de Belmonte, Zarate y Solís (Dionisio),
es grande, y representa siempre la tradición clásica. Calderón y Cuóllar son
muy licenciosos; los demás poetas no valen nada, según iremos viendo. Así,
pues, aunque aquí las sinéresis son 11, y las azeuxis 5, no hay razón sufi-
ciente para que en actual y aduar no se guarde la azeuxis.
Belmonte, 363
Pertenece al sentimiento
El daño actual que ves.
Zarate, 523'
Son fulgores actuales
Vaca, 317'
Interrumpió á Minerva
Y dijo: «Yo actuada
Estoy de esos sucesos.»
372. aduana .
En 13 poetas: 25 azeuxis, 1 sinéresis (Iriarte, 60).
Polo, 200
Es puerta de la a.lüana.
Argeneola B., 320'
Si no encadenas los infieles canes,
•Que tu aduana á lo3 viandantes suelta,
Ni tu muro veré ni tu camino.
Lope, 3.°, 543'
A la puerta me hallaréis
De la Lonja ó la Aduana.
Moratin L., 603
Y á f e que en las aduanas
No visitaran el cargo.
373. aduar.
En 10 poetas: 13 azeuxis.
Cervantes, 101'
Entre pobres y aduares,
¿Cómo nació tal belleza?
Moreto, 448
Veréis que asegurar puedo
Un aduar de gitanos.
282 -
374. afectuoso.
Góngora, 472
Ponderado!- saludo afectuoso
Avila, 558'
Tan afectuosamente
Y con un mal accidente
Me estorbe el ay del comer.
375.
Diamante, 11
Porque estimé afectuosa
Tu atención quise excusarla.
Lista, 326
Si"» bondad dulce y celo afectuoso
Te informarán.
Poicel, 16S'
Por sacrificio de anuales ritos
Deis á mis urus los dolientes gritoa.
ano.
Esquilache, 297
Cual negra nube á la anual ofrenda.
En agua espesa desatada baja.
Otrasj^ Moratin N., 116'— Vaca, 328'-Cienfiiegos, 16', 18', 29' — So-
lís D., 235'— Barbero, 576'. Total, 9 azeuxis, contra (> sinéresis do malos poe-
tas: Candamo, Triarte, J., Fr. Diego, Vaca y Arriaza:
376. Arñaca, Atuaea, Azüaga.
Usadas por Castellanos: 14 azeuxis.
Los aruacas pocas veces pierden. (88)
Chapaos, atüacas más urbanos. (453')
Un Pulgarín, vecino do Azüaga. (350)
377. baluarte.
En 44 poetas (Manrique-Quintana);
98 azeuxis, 4 sinéresis (Rufo, 9— Me-
jía, 407'-Tirso, 240-Barbero, 568).
Pérez (Luis), 325'
Torre de David, guarnida
De muy fuertes baluartes.
Hita, XVI, 109.
Y todo el bando morisco
Hace do si un l)a!fiarte.
378. Billnart
Arjona M., 543.
Y si quiere, la puedo rellenar
De Goudin, do Gonot, do IJülüart,
379. Bisñano
Anón, L VI II, 28
Mas, pues cerca de aquí osla
Mi conl'osor IJinfiano,
Quiéromo llegar allá.
380. Burburñata
Castellanos, 244
Y su principio fué Burburñata.
Id. 172', 247.
381. cantiiíi.
Trillo, 50
Antes
Mármoros culto acentuó olegantos,
Que su lira se oyóse espaciosa.
(íóngora, 45(5'
Concontíioso coro diligente. >
Id. 429'
Un culto Risco en venas hoy suaves
Concontüusnmonto se desata. (1)
Otro: Id. 472.
382. Carfian
Virués, 538'
Deata fiera mujor l'nlso marido
Y del gran Carüan traidor alcaide.
(1) _ Mal iiuprr'Ho ronrflitonanimir, romo «i fuora eoncrptuoxamtntf . Xo elopialia fíóiipora bI poof», sino
lil múfiico.
28íJ
383. carruaje
GÓDgora, 527'
Previene pues carruaje,
No alegue anterioridad
Cualque marqués de Alfarache
O conde de Rabanal.
Barbero, 608
Dis. done... Sin discrepar en un pelito
Hicisteis el viaje
Los caballos y vos y el carruaje.
Otras: Mendoza, 57'— Castellanos, 402— Lope, 2.° 245— Calderón, 3.° 496'
bis — Barbero, 582— Arriaza, 131'. Total, 9 azeuxis contra 1 sinéresis, en
Hoz, 216.
384. caso.
Por el catálogo (núm. 370) se ve que lo clásico es la azeuxis, pues las
sinéresis pertenecen todas al período decadente. Juzgo que tal sinéresis es
una corruptela contra el instinto eufónico. Ni se admire el lector del creci-
do número de sinéresis: también éstas se pegan de unos á otros poetas. He
de notar que las azeuxis son todas de casual; entre las sinéresis hay varias
de casualmente.
Enríqtiez, 497'
Dos ilusiones forzosas,
Dos ca&üales engaños.
385. concepto.
Lope, 5.° 198
Raro maestro del hablar suave,
Gallardo en prosa y verso,
Conceptuoso, fácil, puro y terso.
Oña, 451
Suceso casual y contingente.
Cubilla, 154'
¿Es aquesta el lenguaje
Conceptuoso y galán
Que acreditar puede á España?
Una sinéresis: Leiva, C85", poeta inconsecuente.
386. continuar.
Véase el catálogo (núm. 370). Durante el siglo XYI siguió este verbo la
regla general de los demás en üar. Pero al comenzar el siglo XVII, empie-
za á vulgarizarse la sinéresis de tal suerte, que hasta los grandes ortólogos
Lope, Acevedo, Tirso, Montalban y Trillo incui'ren constantemente en ella.
Esto se explica en parte, observando que las azeuxis peor tratadas son, ge-
neralmente, las que se hallan en la tercera ó cuarta sílaba del vocablo. Sin
embargo, teniendo en cuenta la autoridad de los antiguos poetas, y que el
instinto actual del vulgo castellano reconoce todavía la azeuxis en este
verbo, creo que no se le debe exceptuar de la regla general. Las excepcio-
nes deben ponerse sólo cuando no hay modo posible de restaurar las reglas
en toda su generalidad. ¿Qué resolverían Lope, Acevedo y Trillo, si les pi-
diéramos su voto? Tengo la seguridad de que si ahora vinieran al mundo,
tendrían por licenciosa la contracción que ellos mismos usaron en este
verbo.
L. de Ayala (Pero), 324
Siempre la virginidad
En nueva é madura edad
La fuiste continuando.
284 -
Aldana, F., 506
Tiene continuado el rostro siempre
Al bulto, y duda, y no se determina.
Castellanos, 22
Efectuando, pues, aquesta vía,
387. conventual.
Tirso, 57"
Ya me doy
Por conventual del Nuncio.
Quevedo, 178'
Conventual de las jaras
Entre peñascos habito.
Moreto, 418
Si aquesto dura, del Nuncio
SereniOS conventuales.
Que con todo hervor conlinüaba,
Gran número de gentes acudía.
Solía A., XLU,
Prólofío, pág. LII.
Continuó la muerte su sosiego.
388. comüalla.
Equívoco usado por Tasis, 163'
Duda el toro la batalla
Y no sabe, en tanto aprieto,
Si ha de perder el respeto
Al rey de la cornüalla.
389. Cortüar.
Dicción liebrea, usa Ja c(m sinére-
sis por Iglesias, 466'
390 crüor.
Crüor = la sangre que mana de las heridas, es un vocablo castizo, que es
lástima haya caído en desuso. Tráele, sin embargo, el autor de La Mos-
quea (517) en estos versos:
Ya que estuvo el crüor de calor lleno,
Y de la sangre y el materno nido
Tuvo la bestia hormiga el nacimiento,
Y"" con él Pu color sanguinolento...
El crüor venenoso se endurece,
Y del la turba hormigonase cría.
De crüor sale cruento. Cruel viene del latino ci-udelis, ésto de crudus, y es-
totro del cruúr latino. Crueza, síncopa de crudeza, se deriva del castellano c/ii-
do. Todos ellos conservan la azouxis de su raíz, según el principio general,
número 277.
A. cruel.
La azeuxis de esta palabra está reconocida por todos, incluyendo la Real
Academia. No creo que la azeuxis se deba á la supresión do la d originaria;
pues también en cruento hay azeuxis, donde no falta ninguna consonante in-
termedia. Igualmente, todos los verbos en ü¿r tienen azouxis, sogun lo de-
mostrado en el capítulo procedente; y de aquí so iníiore que la razón de la
azouxis en hüir y r7¿2/r, que son los dos únicos que en su origen tienen con-
sonante intermedia (Juíjere, cludere), no es la supresión de dicha consonan-
te. Por consiguiente, la regla 2." de la Academia (pág. Íj-'M), (lue se funda en
tales supresiones, es inútil ó inservible, y además falsa cuando se aplica á
coml)inaciones átonas, ó compuestas de fuerte tónica y dóbil átona; v. gr., en
traidor, reina, do traditor, regina.
2Sj —
Cruel en los poetas es palabra que ocurre á cada paso. No he tenido pa-
ciencia para contar todos los casos, sino en 12 tomos; y según ellos, calculo
que en toda la colección habrá 4.500 azeuxis, y unas 300 sinéresis, esto es, el
94 por 100 de azeuxis. Las licencias se hallan en pocos poetas: Valbuena (75
azeuxis, 80 sinéresis), Valdivielso, Calderón, Huerta (Jerónimo), Cueva,
Laso, Fray Diego, Vaca, Moratin (Nicolás) y algunos otro^, Valbuena, como
ortólogo disparatado, en quien los extremos se tocan, emplea algunas ve-
ces o-uel con sinéresis, y crueldad con diéresis (327', 364', bis, 378', 396, bis),
debiendo ser todo al revés.
En el núm. 240 quedan estampados algunos ejemplos de cruel: aquí me
contento con uno entre muchos buenos que reservo:
El vio que te cantaba
Tan cruel como hermosa,
Y agora estás cruel y peregrina. (Céspedes Gonzalo, 191)
B. cruento, crueza.
En 45 poetas (Encina— Hidalgo Félix), 110 azeuxis, contra una sinéresis,
Oña, 442. De las azeuxis, corresponden 44 á cruento, 66 á crueza,. Ejemplos:
Boscan, 501
Que sosegar no puede en su crñeza.
Fr. Luis, T
De hierro, de crueza y fuego armado.
Hurtado (Luis), 15
I Oh poca fe y gran crueza
De los que en el mundo son!
391. defectuoso.
Vegas, 529
Llena de calamidades,
Defectuosa, imperfecta.
Otras: Lope, 4.°, 121'— Quevedo, 391, 397-'— Anón., XVI, 327'— Calde-
rón, 3.°, 103", 247 -Id., LVIII, 337'~Eojas, 372", 503. Total, 11 azeuxis.
Sinéresis: Moreto, 442".
392. Düardo, Düart, etc.
Considero estas seis palabras como una sola, con diferentes formas; y así,.
la prueba es para todas en globo. Ya pusimos el catálogo (núm. 370): vayan
los ejemplos.
Lope, 5.°, 432
La víctima incruenta
Pusiera sobre el ara.
Gallego, 400'
Allí en padrón cruento
De oprobio y mengua que perpetuo dure.
La vil traición del déspota se lea.
Alarcon, 486
Quien ama á un defectuoso,
Ama también sus defectos.
Gil Vicente, 156,
Y fueron á las galeras
Que don Düardos había.
Lope, 1.", 315.
No ha dos horas
Que Miseno la promete
A Diiardo en nombre mío.
Id., 5.0, 459.
Casó con el infante don Düarte.
Alarcon, 243"
Triste, Düarto, estaba on Troya Aquiles,
286
Quintana, 52.
De todos tiemblo:
De Eduardo, de Oren, y aun de mi mismo.
— ¡De Eduardo! ¿Y por qué? la ilusión
vana, etc.]
Castro (Guillen), 310.
Bueno está; no más, no más,
Fedüardo, ya te entiendo.
Valbuena, 387*
Reinaldos, Odüardo, ol duque Arncsto.
393. Düodo.
Francisco ora, del nombre de Dü'<lo. ;Rufo, 109).
394. efecto.
Y. el catálogo (núin. 370): todos los casos son del verbo efectüai:
Anón., LVIII, 60.
Enviemos á rojear
A nuestro rey Faraón
Que lo venga á efotüar.
Castellanos, 334.
Con aquesta valiente compañia
Efetüo Coendo su viajo.
Calderón, 3.", 58.
Hasta el cuarto pasemos
Del Roy, no porque nada ofectüeraus.
Sino porque veamos, etc.
Los Figuoroas, 4u7'
Y sólo espera que venga
Para efectuarlos. — Eso, etc.
395. electo.
En 8 poetas (Anón.LVIII.-
ratin L., 600"
Anón., LVIII, 143'
En aqueste santuario
Mi porción está encerrada,
Y la mi cena guisada,
Y'' el divino letuario.
-Diamante), 18 azeuxis: loin sinéresis en Mo-
Lope, 1.°, 193'
Pues, sus, denos á los dos.
Aguardiente y letuario.
396. espíritu.
Véase el catálogo (núm. 370). Todos los datos se refieren á espiritual, y
ol ser relativamente algo numerosas las sinéresis, se debe: í." á que no es
tan armónica la azeuxis en palabra tan larga; 2." á la incorrección de los
poetas. Hurtado, Calderón, Fomperosa, Iríarte y Fr. Diego, no son cierta-
mente muy escrupulosos.
Tirso, LVIII, 287'
Y en sus prados celestiales
Flores espirituales
Cojo.
Morcto, LVIII, 554
Agustino dice aqui
Que fué decir que en sentido
Espiritual hablaba.
397. estatua.
Esta palabra y ol verso estatuir tienen un misnn) oi'igon, el supino sta-
tiun del verbo latino stare.
Alcázar, 410
Y halló ser necesario
Para enterarse del hecho.
Irse á la tienda derecho
Do un insigne estatuario.
- 287 -
Salas, 546 I Como Calasauz, los niños,
Con dos distintos respetos Como estatua, estatuarios.
Parece que está enseñando: |
Otras: Yalbuena, 174' — Eeinoso, XXIX, 512'
Sinéresis, tres: Vaca, 290, 305'— Triarte, 33. Ellos habían de ser.
398. Estüardo ó Stüard.
Lope, 5.0, 433'
Al santísimo Urbano dedicada
Trágica musa, coronó la frente
De Estüarda inocente.
Coello, 40C>
Con fuerza ó con artificio
Prendió á Mari a Estüarda
Reina de Escocia.
399. exceptuar.
Otra palabra desgraciada por su largura. Véase el catálogo (núm. 370).
La sinéresis de Castellanos es singularmente rara en él. La de Lope es tam-
bién rara, y tal vez dijera allí Lope exceptando (5.° 442'), como escribió ex-
ceptar (2.°, 316). Los demás que usan la sinéresis, son casi todos muy malos
ortólogos; por lo cual no se ve razón para excluirle de la regla general.
Lope, 1." 539"
Que vuelvan todos,
Sin exceptuar ninguno.
400. fastuoso.
Carvajal, 581
Y despreciar con aire fastuoso
Al rico, deslindando su linaje.
401. fatuo.
Barbero, 608
Rocinante no más de aquí saliste,
Y rocin fatuísimo volviste.
402. flexüoso.
Acevedo, 258
Y como por la tierra va arrastrando
Con viaje torcido la serpiente,
De tal manera el Océano infido
Camina flexüoso y retorcido.
Góngora, 472'
De flejüosas mimbres garbín pardo.
403. flioctus.
En 28 poetas (Hurtado L. — Núñez
Díaz), 49 azeuxis, 2 sinéresis (Calde-
rón, 2.° 568"-Hoz, 233").
Hurtado A., 454'
Mal me ha salido la traza.
Alarcon, 286"
Hace al Rey exceptuado
Lo que tiene de divino.
Y barquilla fluctüante
En olas tantas bien cruje.
Rojas, LII, 566
A pique os vais, fluctuando
Borrascoso el mar que veis.
Acevedo, 256
Vuelven las fortalezas fabricadas
Sobre el inquieto y fluctuoso asiento.
404. fruto.
En 24 poetas (Montesino— Arria-
za), 34 azeuxis, 2 sinéresis (Padilla
Fr. Juan, 372'— Samaniego, 362).
31 azeuxis de fructuoso.
2 » de usufructuario.
1 » de usufructuar.
Gil Polo, 552
Deja la seca ribera
Do está el alga infructuosa.
288 -
Calderón, 1,® 521'
Un mayorazgo que á él
Le toca, su madre muerta,
A quien yo usufructuaba.
ErciUa, 137
La ocasión dichosa y suerte buena
Vale más que el trabajo infructuoso,
Trabajo infructuoso como el mío.
Que siempre ha dado en seco y en vacio.
405. grado.
Véase el catálogo (núm. 370): las sinéresis son del período decadente.
Forner, 300
Dejó á los hombres de tender al cielo
Infructuosamente.
Ledesma, 103'
ítem: mando que mi Esposa
Usufructuaria quede
De todo cuanto yo tengo.
Góngora, 470
Y premiados graduadamente
Advocaron á si toda la gente.
Polo, 196'
Soy maestro graduado,
Y en lo humano y lo divino
Graduado de inocente
Por Carabanchel ó Pinto.
Artieda, 539'
De artes me gradué á los catorce años,
Gradüéme de leyes á los veinte,
Con aplauso y pronósticos extraños.
406. hábito.
Argonsola (B.), 311'
Quien esta mengua habitual profesa,
¿Dirás que vive?
Otras: Timoneda, 98— Santos, 434'— Cairasco, 472'— Ercilla, 52'-Lobo, 3] .
407. impetuoso.
En 43 poetas (Castillejo-Gallego), 119 azeuxis, 9 sinéresis. Cinco de éstas
pertenecen á Pitillas, Jovollanos y Noroña.
Lope, 1.° 383
Aprovechóse bien y graduóse
Por un colegio, y vínose á la corte.
Quevedo, 105*
Gradué de esportilleros
Al Tiñopo y á Perotc.
Bonilla, 140'
Quedan
Los vicios dosí^radüados
De sus antiguas poteneías.
Aldana (C), 500
Dices que melancólico y muy triste
Soy por natura propia habituada.
Padilla (Fr. Podro), 46'
Hijo del trueno, rayo impetuoso.
Y tan exorbitante torbellino^
Cien fuegos, 33*
. Dulce, respetuoso
En sus cariños, on el niarcio duelo
Su brazo impetuoso, etc.
Castellanos, 226
Tempestuoso tiempo sobrevino
Con tan impetuosa víoloncia
408. ¡ncostüoso.
En 13 poetas (Eríilla-'ra])ia), 15 azeuxis, 2 sinéresis ('rirso, IX, 112- Ta-
pia, 681).
Lope, 5.«, 521.
Ercilla, 10.')
Incestuoso, desleal, ingrati
Que por esta maldad incestuosa
Aromáticas lágrimas lloraba.
— 289 —
409. individuo.
Solos 3 ejemplos liay, y son de si-
néresis: Matos, 285. — Cañizares, 609'.
Vera Tasis, 257". La autoridad de
Matos es regular; menor la de Cañi-
zares; la de Vera Tasis, nula. No
hay por qué exceptuarle.
410. intelectual.
Lope, 1.0, 191.
Si por agentes intelectuales
Animados parecen, no me espanto.
Lobo. 48.
La Fe, de quien es sujeto
Potencia intelectual.
Lleva primera en origen,
Pero no en la dignidad.
Otras: Lope, ibid.— Id. 5.°, 334'.—
Calderón, 4.^ 733".
Dos sinéresis: Calderón, LVIII,
448.— Triarte, 23'.
411. Itüango.
Úsale Castellanos 10 veces con
azeuxis (506-554).
Y ansi Gaspar de Redas pidió votos
Para fundar ciudad en Itüango.
Y en Itüango puso sus banderas (521').
416. Lusüarte.
412. Janüario.
Latinismo arcaico.
Calderón, 2.", 530'.
Consagrado á Jano,
Tomé su nombre en la lengua
Latina, pues Janüario
Y Enero una cosa es mesma.
Dos sinéresis: Cándame, LVIII,
567'.— Vaca, 335.
413. Jurüara.
Castellanos, 192.
No quería servir ya Jurüara.
414. Litüania.
Ercilla, 103.
Mira á Livonia, Prusia, Litüania,
Samotracia, Podolia y á Suría.
415. luctuoso.
Castellanos, 433'.
Vinieron luctuosas compañías.
Moratin L., 593'.
¿A los reyes
No vencidos antes,
De Sabá preparas
Guerra luctuosa?
Otras: Hurtado L., 4. — Castella-
nos, 332'.— Hita, III, 617'. — Rojas,
562'.— Vera Tasis, XLII, 226'.
Dice el sabio Lusüarte
Que para olvidar á un hombre, etc. (Lope, 3." 524).
417. majestuoso.
Las sinéresis de Lope, Tirso, y el P. Céspedes son cosa rara: las de los
otros poetas nada significan. Véase el catálogo (núm. 370).
Góngora, 438'
El Betis esta urna en sus arenas
Majestuosamente ba levantado.
Quiroga, 153
Cuya majestuosa arquitectura
Del estrago del tiempo se asegura.
Quintana, LXVII, 201'
Te verás hinchendo el aire
Con tu voz majestuosa.
Somoza, 468
Rueda majestuoso
En zona invariable.
19
290 -
418. mano.
Argensola, B, 316 I Montalban, 527
Asi en los haces manuales puesta i Como trasto manual
Al sol se enjuga. | Que cabe en cualquier rincón
Otras: Castellanos, 320, 337, 356— Rufo, 11'— Orngora, 519'-Polo, 206'—
Rojas, 158".
419. inantiiano.
Véase el catálogo (núm. 370): las sinéresis son anticlásicas.
Garcilaso, 4'
Tanto, que no pudiera el raantüano
Tí tiro ser de ti más alabado.
420. Marüana.
Castellanos, 88
Y á los de Chacomar también regía
Marüana, cacique prepotente.
Lista, 296'
Vuelva, que ya la escena mantOana
Le espera armado del puñal luciente.
421. mes.
Góngora, 538
Noticia, aviso y señal
De las cartas que 1" trajo
El correo mensual.
Una sinéresis: Arríaza, 5t.
422. monstruoso.
•Véase el catálojío (núm. 370). Admirable es ciertamente elnúmero de si-
néresis que aquí hallamos. Sin embargo, la exigencia de la regla, y el ha-
llarse la mayor parte de las sinéresis en malos ortólogos, nos obligan á no
apartarnos del uso clásico de Lope, Castellanos, Hojeda, Acevedo y Tirso.
Castellanos, 488
No por otro salario, ni otro gaje.
Sino la monstruosa golosina.
Acevedo, 268'
El monstruoso can Cerbero aullando
Atruena las cavernas del Cocito.
Porcel, 146
Defensa del valor fué generosa
Sí, pero monstruosa.
Solis, D., 245
De este modo decía, y su paseo
Continúa la bestia monstruosa.
423. montuoso.
En 16 poetas CFr. Luis. - Cienfuegos), 56 azeuxis, 3 sinéresis (Fr.,Luis, 32
—Fuego, 263-Moratin N. 54').
Esquilacho, 301
Y un roto y negro manto que tenia
La espalda montuosa lo cubría.
424. inoi't ñorio.
Que vedo, 125'
Más vino han despabilado
Que un mortuorio en Vizcaya.
Morales, A., 250
En un áspero desierto
Tan montuoso y espeso, etc.
Lista, 275
¿Qué blanco velo
Cual lienzo mortuorio
Cubro la ma¡esta<l quo adora el cielo?
Otras: Hurtado L, KV, 27" Qucvedo, 119' 11>7'. Total, 6 azouxis contra
una sinéresis de Iríarte, 61". El consabido.
- 291
425. mortuorujH.
Palabra latina usada por Lope, 2.°
242'.
Los vi por una pendencia
Muy cerca de mortüorum.
426. padüano.
No hay ejemplo. Valga el del res-
ponso de San Antonio:
Cuéntenlo los socorridos,
Díganlo los padüanos.
427. perpetuo
Salustrio, 485"
Deja ya perpetuada
Una ilustre decendencia
Moreto, 488"
Sus oficios de esta guisa
Perpetuad en sus fijos.
Otras: Bonilla, 225 ter-Castellanos, 233, 284, 357', 377'-Tirso, 120', 677
— Quevedo, 467'. Total, 12 azeuxis contra 5 sinéresis del período decadente:
Huerta V., 219— Jovellanos, 63— Noroña, 462'— Arriaza, 102, 117.
Los ejemplos de Bonilla son de perpetúan: voz inventada por él, diQ per-
jpetuo, á imitación de galán, de gala.
428.
peruano
Oña, 425
Virrey le vi del reino peruano.
Quintana, 75
Del español á vista el peruano.
Fr. Diego, 181'
¿Rehusaste por ventura
Probar el amargura
De la roja corteza peruana?
Otras: Cervantes, 85'— Góngora, 471— Calderón, 4.° 238", 243— Moratin
L., 601" — Pérez de Camino, 725". Total, 9 azeuxis contra una sinéresis: Jo-
vellanos, 24'. Otro que tal.
429. punto
V. el catálogo fnúm. 370). Las sinéresis señaladas á Tirso y Rojas se
hallan en comedias falsamente atrÜDüidas á ellos. Las tres únicas que po-
drían hacer fuerza, son las de G-óngora, Lope y Tárrega; las demás nada
valen.
Villegas (Juan), 339'
¡Qué puntual acudir!
¡Oh cómo los dos se adoran!
Castellanos, 536
Conf lándome, pues, de vuestro tino
Con que soléis guiar puntualmente.
Antes de ver el rayo matutino
Quiero que á Santafé guiéis la frente.
Rojas, 255
Yo puntual os serví:
Pagadme vos puntual.
Salas, 527'
Esta oda, extractada con cuidado
Y puntual esmoro
Del Epódon de Horacio,
Que á mi mano llegó casualmente.
- 292 -
430. Eedi-ian
En 9 poetas (Hita — Moratin N.), 52 azeuxis, 2 sinéresis.
Anón. X, 115
A vista de su palacio
El anciano Rediian
En un ruano caballo, etc.
Anón. XLIX, 184'
Enmendarlo es ya
Fuerza. — Redüan valiente
Moro soy.— ¿Tú, Redüan?
431.
respetuoso
Lista, 386'
Mira con atención respetuosa
El rayo ardiente de ¡as sacras ciencias.
Otra: véase el n.° 407.
Sinéresis: cuatro en Meléndez, y
una en Noroña. La autoridad de Lis-
ta vale más.
432. ritual
Arjona M., 542'
Un obispo que estudie el Ritual
Regula cleri y el Pontifical.
Fna sinéresis: Gallego, 418'.
433.
434.
rúa
435.
Romilaldo
Solórzano, 305'
San Lcsmcs, San Romualdo,
San Pantaleon, San Bruno.
Otras: Hojeda, 488 -Vaca, .3.33'.
Sinéresis, dos: Vaca, ibid. — P. Cés
pedes, 141.
436. santuario.
Las sinéresis que se ven en el catálogo (núni. .370) valen muy poco
En 15 poetas (Timoneda— Moratin
L.), 31 azeuxis: no hay sinéresis.
Llana Piego), 646"
La venta de Malaber
Ruando sobre una nube.
Lope, 3.0 527'
Por cuchillos el francés,
Mercorias y rúan,
Lleva aceito.
Moratin N., 61
Y arrüando y las cerdas erizadas,
Pasa el colmillo al joven descuidado.
Eüanza
Anón. X, 230
Mató á madama RGanz»;,
Reina de tan gran estado.
Rebolledo, 408
y y<> con sentimiento extraordinario
Hollar el santuario
A las naciones via.
Carvajal, .583"
Do mil modos extiende su-venr'no.
Hasta ver lleno de él el santuario,
El santuario do virtud amable.
437. senftus.
\'óase ol catálogo rniim..370).
Proaza, 334'
Y a juí grueso y sensual
Cuanto vemos y tocamos.
438. sexual.
Cionfuegos, 21
Hombre fué ol hombre. Al sexual cariño
El brutal apetito rindió el cetro.
Contreras, 401
Debajo do cuya mano
Está ol poder sensual.
— 293 —
439. sinus.
Véase el catálogo (núin, 370).
De insinuar, 4 azeuxis y 4 sinéresis; de sinuoso, 9 azeuxis, 1 sinéresis.
Todas las licencias son del período decadente.
Porce], 160
Docta en insinuar tiernos amores
Levantó á mavor llama los ardores.
Góngora, 481
Al Támesis el día
Mucha le esconde sinuosa vela.
Acevedo, 264
La cruel serpiente
Con oro esmalta el cuerpo sinuoso.
Fr. Luis, 55
Da el hombre á su labor sin miedo alguno
Las horas situadas.
Forner,303
Tu regalado fuego insinuando,
Inflame activo el desnudado pecho.
440. situar.
Véase el catálogo (núm. 370).
Proaza,XVI, 421'
Debajo del mejor clima
Eres puesta y situada.
441. * suadir.
Del latino suadere; derivados, Süada, la diosa de la persuasión, y los ver-
tos disuadir y persuadir.
En el catálogo fnúm. 370) faltan los datos de las 430 primeras páginas
del tomo I de Calderón. Además las dos sinéresis atribuidas á Rojas, están
en la comedia que no es suya.
De la inspección de dicho catálogo, se deduce: 1.^, que la mitad (ó poco
menos) de las sinéresis, son de Calderón; 2.°, que la ortología clásica de este
verbo es la azeuxis. No creo habrá ningún amante del clasicismo, que afir-
me que debemos renunciar á tal azeuxis, sostenida ]3or nuestros ortólogos
modelos, para seguir la desviación que la turba de poetas de la decadencia
introdujo en la lengua.
Lope, 5.°, 231'
Persuade, aconseja ó disuade.
Forner, 400
Desplegó la Süada
Sus labios hala^'iieños.
Caira se o, 457'
Regala, punge, obliga ó persuade,
Incita, disuade.
Alegra y entristece, etc.
Gómez Tejada, 538
Tres guerras disuaden de Cartago.
Véanse otros hermosos ejemplos, núm. 240.
442. Süárez.
De Suero: úsale Castellanos 33 veces, siempre con azeuxis; pueden verse
wice casos en las págs. 293 y 294.
Decíale Süárez que huyera (pág. 53').
Otra azeuxis: Cervantes, 82.
443. suave:
Famosa palabra. Caramuel sostenía que en suave hay diptongo, porque
— 294 -
en latín la u es líquida... !!. Bello cree libre la azeuxis. Cáscales tiene p(^r
contracción hacerle disílabo. Nuestros poetas clásicos (v. el catálo^jo, nú-
mero 370) hasta Monroy inclusive, aun contando las sinéresis de A'albuena,
Valdivielso, Villegas y Calderón, guardan la azeuxis el 93 por 100 de lo&
casos.
De los 189 poetas que emplean este vocablo, ,136 lo hacen siempre con
azeuxis. Las sinéresis de Villegas son un mismo verso repetido siete veces.
Las de Meléndez y Lista son cosa algo extraña.
A los ejemplos copiados en el núm. 240, añadiremos los siguientes:
Villegas (E.), 557
Suaves daré olores,
Suaves diré versos,
Y juntos yo y mi dama
Suaves bailaremos.
Valbuena, 379'
A gozar fueron de las flores y aves.
Suave olor y músicas suaves.
Noroña, 439
Las suaves viandas preparadas
Siguen gustando llenos de contento.
Moratin (N.), 102'
¡O Tarquino, qué bien me persuades
Con voces lialagiicñas y suaves!
Trillo, 74'
Hermosa es la nave
Y apacible el viento;
Suave el intento
Y el sentir suave.
Pérez do Camino, 729"
Tú solo liaces alegres y suaves
I Nuestros dias ¡oh Dios! tempestuosos.
Arjona (M.), 530-'
Ven ya, céfiro blando
Suavemente espira.
Corvantes, 595'
Mostrábanse los olas lisonjeras.
Impeliendo el bajel suavemente.
444. suniptus.
De los datos que arroja el catálogo (núm. 370), corresponden: kaiintüoso^
136 azeuxis y 12 sinéresis; A presuntuoso 26 azeuxis y 6 sinéresis.
El Conde de Salinas, 23'
Herrera, 290
Un templo insincmente suntuoso
Cual fué en Pafo á Díone consagrado.
Alarcon, 50
Séneca la comparó
Al vano presuntuoso.
Y más soberbio y más )<rosuntüoBo
Que el pavón alabado.
Arguijo, 396
Las suntuosas aras que dedicas
A los nuevos jiatronos.
445. tonipestüoso.
Palabra grandemente llevada y traída á los dos extremos: véase el catá-
logo (núm. 370).
Santa T(M-oHft, 512 I
Y aní alegre paHn y muy goz«j80 i
Las ondas de este mar tempestuoso. |
(Véanse otros ejemplos, núms. 407 y 413).
Mol.MKk'Z. '217'
Tü, Orion tempestuoso,
Que del mar mueves las iras.
295 —
Lobo, 43"'
Hético y extenuado
Un débil colchón se hilvana.
446. tenue.
Argensola B., 336 I
Ya la enemiga fuerza atenuando, i
Y ya creciendo la de su guerrero. |
Otras: Góngora, 457— Acevedo, 281— Porcel, 166*. Total, cinco.
Sinéresis, cuatro: Góngora, 547' — Zamora, 451— Vaca, 333'^Noroña, 461.
447. Tetüan.
Las sinéresis son todas del período postclásico: véase el catálogo (nú-
mero 370).
Grajales, 420" 1 Lope, 4.°, 331
De Tetüan, sobre unas vidrieras, Este compré por San Juan,
En un balcón con solos cuatro ramos. j Y le trajea Tetüan.
448. tortuoso.
En 18 poetas (Anón. X — Tapia), 26 azeuxis, 2 sinéresis (Porcel, 162' — No-
roña, 493).
Acevedo, 258 1 Iriarte, 48'
Ya con viaje oblicuo y tortuoso . De los rios el curso tortuoso
Bañase sus confines y cantones. | Considerar podrás y sus orillas.
449. trüan.
Este vocablo se halla muchas veces escrito con h entre las dos vocales
y siempre es azeuxis, excepto una sola vez en Jovellanos, 34'.
Sin h es igualmente azeuxis, y le hallo en 7 poetas (Castillejo — Vaca): 13
azeuxis. No hay sinéresis. Pongamos un ejemplo:
Que quien fué trüan en burlas.
Es predicador en veras. (Quevedo, 335).
450. tüorum y tüarum.
Palabras latinas usadas por
Cañizares, 513
In saecula saeeulorum,
Qíme iñorum^ quae tüarum.
Otra: Salustrio, 444'
451. tumulto.
Caslell-inos, 473'
Mas en oyendo la tumultuante
Turba contáronlo con los difuntos.
Id., 504
Y la tumultuosa pestilencia
Con el alborotado movimiento.
Isla, 284'
¿Será razón que la espada
Se esté en la vaina metida^
Por más que tumultuaria
La muchedumbre me oprima?
Otras: Castellanos, 255, 550' — Ar-
gensola B., 311 — Vaca, 329; total, 7.
Sinéresis, c¿ía/ro: Rufo, 9' — Trigue-
ros, 610 — Samaniego, 369 — Jovella-
nos, 63'.
452. Turüaco.
Castellanos, 371
Vamos á Turüaco, cenaremos.
Id., 368', 369, 370.
453. uso.
Polo, 193'
Comienzo á lo usual, por los cabellos,
- 296 -
Estebanillo, 366'
Porque agravios por finezas
Es ya moneda usual.
Otras: [Castellanos, 553-Calde-
ron, LVIII, 510— Rojas, ia3'.
454. valor.
Forner, 319'
jNIís sortijas en miles valuadas;
Sombrero de tres altos prepotente.
455. vestuario.
Castellanos, 436'
Y ai bárbaro que nada se vestía
Usar bizo de nuestros vestuarios.
Anón., XVI, 37'
Mas ya del mundo desnuda,
¿Por qué me entré en vestuario?
Otras: Castellanos, 157— Vegas, 500
Grónftora, 427'— Lope, 5.", 489'— Qug-
vedo, 222, 278'-Caldoron, 1.°, 24".
456. vidual.
Turia, 213
¿Y quién {^} el asombro horrible
De viduales trabajos?
457. virtud.
Véase el catálogo (núin. B70): las
sinéresis son casi todas de malos
poetas.
Villasandino, 321
Generosa, muy íeryaosa,
Sin m msilla, Virgen santa,
Virlüosa, poderosa,
De quien Lucifer sé esi)anta.
(i(')ngora, 414'
En polvo, «n jugo virlüosaní -ule
Soliciten salud, produzgan vi<l:i.
458. visfuil.
(;ul)illo, 186"
¿Por qué parto comenzó
La visual á encubrirse?
Zarate, 521
Es clara
Consecuencia visual.
Otras: Castellanos, 509, 527' — Tir-
so, 395"-Quevedo, 73'-.Mor., XIV,
541", Candamo, 370"; total, 8.
459. vitualla.
En 11 poetas (Ercilla— Triarte), 29
azeuxis, una sinéresis, (López Juan
José, 238).
Anón., X, 63
Por falta de vituallas
Se entregó el misero alcaide.
Nieto, 683
Ponen sobre dromedarios
Las diversas vituallas.
460. volupfas.
Meléndez, 2;íT'
O si en voluptüot^os
Rayos de Sirio el triste desitliento
Calmar te place.
Cieufuego?, 17
Kl sibarita, en languidez ociosa
Voluplüoeamonte adormecido
Sin poder desear, los brazos tiende.
-Otras: Meléndez, 95"— Arríaza,c/«-
co — Pérez do Camino, 7±y, total 9
azeuxis contra 3 sinéresis de Cadal-
so, 262— Norofia, 41H3 ])is.
461. Züazo.
Kufo, 46'
Süazo anduvo allí buen caballero.
C^aHtt'UunoH, 76'
Y encaminados todos al viaje,
Züazo fué postrero del pasaje.
Otras: Kufo, U', 94 Castnllanos,
25 vecos-Ofia, 431-Loi)e, LVlll, 151',
Id., 5.", 217. Total, 32 azeuxis.
(•) Suplo 'oní ir ;>!/<(.•.
- 297 -
462. En los poetas no hay más ejemplos. Descontando los datos relati-
vos al adjetivo cruel, por estar incompletos, resultan todavía 4.144 azeuxis
contra 772 sinéresis; las cuales, por consiguiente, no llegan al 16 por 100 de
los casos.
Resulta, pues, mi regla demostrada con el 85 al 90 por 100 de azeuxis.
Más adelante, si Dios nos da tiempo y lugar, veremos más claramente el
poco valor de talos sinéresis.
Observaremos también que muchos poetas, antes que cometer esta siné-
resis, preferían la síncopa, elidiendo la ii; lo cual prueba que á su oído re-
pugnaba la sinéresis; A^éanse:
gentalla: Cervantes, 603';
majestoso: Id., 596— Hojeda, 407;
montoso: Herrera, 336' — Castellanos, 399;
puntoso: Lope de Salinas, XLII, 31'— Calderón, 4.°, 1';
respetoso: Arjona (M.), 513'— Lista, 290';
tempestoso: Herrera, 309— Virués, 524 — Lista, 277;
exceptar: Cairasco, 487— Rufo, 69'— Castillejo, 182— Morillo, 197' — Lope,
2.°, 316— Quevedo, 154.
463. La excepción. — ^La combinación ua ó uo detrás de consonante gutu-
ral pura, c, g, j, (no de gutural mixta, como la x) es siempre diptongo. Esto
no necesita demostración; los ejemplos de diptongo se hallan á cada paso.
Las diéresis que hay en toda la colección no llegan á dos docenas.
El fundamento principal, si no único, de esta excepción, está en el me-
canismo de la emisión de la voz. Fijémonos, por ejemplo, en la palabra cua-
tro. La c es producida por las vibraciones de los órganos más internos de la
garganta (guttur): la u exige que la boca esté casi cerrada; de suerte que las
dos letras cu suenan allá dentro. La «, por el contrario, suena á la entrada de
la boca, y exige que ésta se abra más. De donde resulta que la pronuncia-
ción de cua puede representarse por un ángulo, cuyo vértice está en la gar-
ganta; en el vértice está la c; la u entre los lados del ángulo, y la « en la
abertura correspondiente á los labios.
Es, por consiguiente, tal pronunciación facilísima y recta. Pero si la con-
sonante primera no es gutural, la pronunciación no es recta de dentro afue-
ra, sino doble; es decir, comienza en la parte anterior de la lengua ó en los
labios, marchando hacia adentro en busca de la u, y exige después otro im-
pulso hacia fuera para la otra vocal.
Esta mayor dificultad, unida al acento, es á mi juicio la causa de que na-
turalmente no se contraiga tal combinación detrás de consonante no gutu-
ral. No alcanzo otra explicación mejor.
Aetículo 3.°— Discusión de la regla séptima (núm. 338).
464. Tres partes podemos decir que tiene esta regla: la primera es sen-
cillamente la aplicación del primer principio general, núm. 277; la segunda
se refiere á las palabras cuyas primeras vocales son iá, ió, como viaje, díame-
- 293 -
tro; la tercera comprendo aquellos vocablos en que la combinación lá, ió, va
precedida de otra vocal inicial del vocablo, como Lríon, ostiario.
El instinto eufónico traducido en la regla es bien claro y determinado;
pero en unos poetas la ignorancia ó inadvertencia de los principios genera-
les 1.° y 2." (núm. 277), en otros la excesiva licencia en las contracciones,
hacen que la presente regla ofrezca una dificultad enorme, cuando se trata
de determinar las excepciones.
Por otra parte, yo, aunque conocí pronto el principio 1." general aplica-
cado á los verbos, y la segunda parte de la regla, tardé mucluí en conocer
la generalidad de dicho principio aplicado á los nombres y adjetivos, y ya
había terminado la lectura de los poetas, cuando caí en la cuenta de la ter-
cera parte de la regla. Por esta razón no tengo apuntados todos los datos
que yo deseara; sin embargo, estoy seguro de que nada nuevo sacaría de re-
petir dicha lectura.
Es muy do notar que la mayor parte de las palabras comprendidas en
esta regla caen bajo las dos partes de la misma: es decir, que á la vez que
la combinación se halla adyacente á la primera consonante de la dicción, es
también derivada de azeuxis tónica en la débil: así, v. gr., diario, enfriar,
viático, prJor, brioso, etc., etc.
465. Antes de pasar adelante, es necesario explicar bien el primer prin-
cipio general.
1." Tratándose de azeuxis, como él está enunciado, es verdadero y ge-
neralísimo, sin excepción alguna. Pero con una diferencia notable, y es que
en los verbos, dicho principio es recíproco; en los nombres, no; es decir, que
en los verbos, toda azeuxis en las inflexiones y derivaciones supone azeuxis
en la forma radical. De consiguiente, probada la azeuxis iá, ió en las infle-
xiones, está demostrado que la forma radical lleva el acento en la /. En los
nombres no hay tal correlación, pues no es verdad <juo toda azeuxis en las
derivaciones suponga azeuxis en el vocablo primitivo: así hay azeuxis en
amjMar y gloriarse, á pesar de que en el origen amplio y gloria hay diptongo.
2.° Tratándose de diptongos, no puedo aplicarse el mismo ])rincipio á
los nombres, según acabamos de decir; pero en los verbos es general y recí-
j)rocf): por consiguiente, probado el diptongo radical, está probado el de las
inflexiones y viceversa.
Así, pues, no puedo tolerarse la inconsecuencia do proimnriar roció, ro-
das, por ejemplo, y luego diptongar rociamos, rociado: ó la de diptongar roH-
cihamos, concilio, y luego decir concilio, concilids-. Tanto los diptongos, como
las azeuxis, son correlativos en los verbos.
466. También debemos hacernos cargo de las reglas 2." y H." de la Aca-
demia f p;ig. .-l'M). Por la 2.**, reconoce y admito azeuxis entro las vocales con-
tiguas, (jue en el origen tuvieron consonante interpuesta; v. gr., en Jiar>
cruel, oído, rüiz, reír, róido, Tüy, huir, liar, piar, ruar. ÚGJidere. crudvli)i, audi-
ftis, radi.r, ridcrc, ródcrc. Tude, fúgcrc, ligare, pipiláre, rotare. Observemos lo
siguiente:
1." Piar, según fd i )i<ci<tnario do la misma Academia, es aféresis de jw-
- 299 -
piare, no deriyado áe pipiláre, como dice en la Gramática, Así, pues, este
ejemplo es impertinente.
2.° La regla se opone en parte á lo que la misma Academia afirma en la
página anterior, donde dice que los poetas se deleitaban, licenciosamente,
por supuesto, en desunir las vocales cuando entre ellas medió una conso-
nante: aquí dice que esa desunión debe hacerse, no por licencia, sino por natu-
raleza y uso constante.
3." Verdad es que hay azeuxis en esas palabras; pero la regla queda en
el aire, porque su cumplimiento supone conocida la etimología de las pala-
bras; cosa imposible para el vulgo, si no se da juntamente con la regla el
catálogo de las voces comprendidas en ella, con su etimología correspon-
diente.
4.^ Aun concedido el hecho, debe negarse la razón de él. Véase lo dicho
en la discusión de cruel (núm. 390, A). Además, en oído, raíz, reír, roído, basta
para la azeuxis el acento en la i, como todos admiten sin controversia. Y
así, huelga la crema allí estampada.
5.° Finalmente, tiene la regla, por lo menos, la mitad de falsa, por no
distinguir entre combinaciones átonas y tónicas.
La regla 3.** dice así: «Cuando la débil persiste en conservar la indepen-
dencia que tuvo en el vocablo aceptado por nuestro idioma, como desleír,
variar, enviar, del latino dilúere, variare, in viam míttere; laúd, del árabe aúd."
Acerca de laild y desleír, basta saber que tienen la débil acentuada. Respec-
to de lo demás, con perdón de la Real Academia, esta regla es un borrón en
en la Gramática, por ser una purísima petición de principio. Eso precisamen-
te es lo que se trata de averiguar: cuándo la vocal débil átona es indepen-
diente de la tónica siguiente.
Así, pues, como las citadas reglas son inservibles, procedamos á discutir
y probar la nuestra.
467.
Catálogo
de las
palabras que hemos de discutir en este artículo.
Abiados
Aliastras
Arion
aciago
aljamiado (a)
Ariosto
achiote
almadiado (b)
armonioso (d)
Adriano
ampliar
Arria ga
adriático
Antion
arriano (e)
Albion
Anguíana
Arriaza
Alciato
apiolo-as (c)
Artiaga
alción
Aquior
Astiages
Aliarda
Ariadna
averiarse (f)
Alíarto
Ariana
avión
(a) de
aljamia.
(b) de
almadía.
(c) de
jnJiucla.
(d) de
armonía.
(e) de Arrío, y ]
lo Arrio, como malamente se
pronunci
a.
(f) de
averia.
300
axioma
Bíáfara
tiaíra
Biarmia
biombo
tria {=vaso)
[ embriago-as
\ inebriado
\ ebrioso
/ calabriada
cncalaI)riado
bríal
Brianda
Briático
Briones
brioso
Ciane
ciar
contrariar
criar
\ crianza
' criollo
cuantía
\ cuantioso
< acuantiar
Chiapa
Cliif>ne
cliirrlar
I clnrrion
demasiado (a)
descarriar
día
adiar
Diana
diario
dieta (b)
I adioto-as
diurno
cotidiano (c)
meridiano (d)
diablo
I endíablo-as
diácono
subdiácono
arcediano
diáfano
diálogo
Diámene
diámetro
diante (e)
diantre ó dianche (f)
diaspro
Diaulo
Diocles
Diógenes
Dion
Dione
Dióscoro
I) rían te
Ebion
Ecliion
I echionio
Egíon
Eguion
Eliano
Elias
1 eliano
eliota
' eliótico
Eliata
embrión (g)
endriago ( h)
Equion
ería
erial
eriazo
espiar ( i )
! espión
espurriar
estriar ( j )
Etion
Etiopia
I etiópico
extasiar
fiar
fianza
! alianzo-as
aflar
confiar
I desconfiar
confianza
I desconfianza
desafiar
porfiar
I porfióse
freír (1)
I refreír
frío
enfriar
resfriar
fiambro (m)
frión
frióte
Giaro
Glon
gloriarse
I vanagloriarse
* grallar y sus com-
puestos (n)
grial ó Grial
I agrial
Guiana ó Guiaina
guiar
I guión
hastío
hastiarse
hastioso
hediondo
Hollato
Hermion
do demasía.
jornal, no privación de alimodo.
do (¡HotiiH dic8 = cada día.
do nieri y dies = medio día.
voz portuguosa, (juo signilica ndelanie.
mr-LapIasmo do dnnmdre, y ésto do demonio.
do ¿V y opjdi -^ gorininar,
do en y tínico = dragón.
do /tjyerttlari = ojear.
do Htria=eHtrín, con la e i n ir i al pu tónica.
los vorboB on eír caen bajo tata regla: frío, fr'ies, ole: fi iitmon, /j/.fíí/o, ote.
(m) síncopa do frlamhre.
(n) Véauso on el núm. 181.
ía)
ih)
(c)
(d)
(o)
(f)
(K)
(h)
(i)
(.i)
(1)
301
Hesiodo
* híar (a)
í hiante
j hiato
histrión
idioma
idiota
Igion
Ilion
I iliense
Ion
Ionio
Ir i arte
Ixion
jeremiada (b)
judiazo (c)
Líampo
Líafio
liar
/ ajiarse
) ( aliado
i \ alianza
\ desliar
Liar
Liarte
lion
Liorna
maniático (d)
mariano (e)
melodioso (f )
mesianico (g)
Miago
miasma
naviazo (h)
Ocrion
Opiano
Oriana
Orion
Periáñez (i)
piache
pian, piano (j)
piar
I piada
piara
pío.(l)
apiado-as
expiar
piojo
Priapo
prior (m)
I priado
prioste (n)
reír (ñ)
I sonreír
riata
río y ría (o)
arriada
arriarse
enriar
Riada
riacho
Rialto
Riana
Kiaño
Kiar
Ríaza
Rioja
rociar
I rociada
Santiago (p)
Slam
Sion
síor, sioro, siolo (q)
tiar (r)
tiara
tiorba (s)
triaca
Triana
triones (t)
I septentrión
triorco (n)
Ulpiano
Urdiales
Urriaga
Urriola
Urtiaga
valía
avallar
valioso
variar
\ variable
variante
(a) del latino hlarc = abrirse la boca.
(b) de Jeremías.
(c) áe judío.
(d) de manía.
(e) de Mafia.
(f) de melodía.
(g) do Mesías,
(h) de navio.
(i) Pedro Ibáñez^Pero lbáñez=Peribáñez=Perzáñez.
( j) del italiano ^íVmo^sñave, despacio.
(1) del latino piíis ó pío castellano, salen piedad, piadoso, y los dos verbos.
(m) del latino prior, j7níís=primero. Priado es adverbio antiguo, equivalente al
prins y también se decía privado.
(n) de preboste, y éste del praejíósihis latino.
(ñ) riamos, rióse, ríente, etc.
(o) Rialto, Piaña, Rlaño, Biaza, tal vez son nombres compuestos: Rioja en latín
Rivogia, sale de rivus^rio.
(p) Sanctus Jacobus ó Sanctus Jacob^Sant Jacob^=Sant Yago^^Santiogo.
(q) metaplasmos rústicos de señor.
(r) verbo formado de tía por Moreto.
(s) nombre de un instrumento músico.
(t) significa ]a Osa mayor, compuesta de siete estrel]as=sí'^fí'»i triones.
(u) compuesto griego que significa una especie de gavilán.
- 302
vía
viada
viaje
I viajo-as
vial
I trivial (a)
viático
aviar (b)
ataviar (c)
\ desviar (d)
enviar (e)
enviada
envión
extraviar (f)
obviar (g)
Víana
vianda (h)
Viar
Víara
vidriar
vidriado
vidriera
vidriera
vidrioso
^vitriolo (i)
viola
violo-as
zurriar (j)
A este catálogo deben agregarse otras muchas palabras que caen bajo la
misma razón ortológica, y que no se hallan en los poetas.
Verbos.
chiar
desleír
engreír
enleji}\r
vigiar
Vocablos
que empiezan por
consonante.
ciática
biólogo
biógrafo
coriambo (1)
diálisis
diáfisis
liioides
pTafo-as
Vocablos
q le empiezan por
consonante.
Pionio
piorno
riostre
Siagrio
triarlo
tnásico
y otros muclios.
Palabras que
empiezan con vocal.
I abiar
I acial
aciano
ación
adiafa
adiano
Palabras que
emDíezan con vocal.
agriazo
agrión
aliaca
aliáceo
aliadas
aliaga
aliara
aliarla
ali(\i
almiar
amianto
amniótico
andriana
Aniano
Arriaz
Arrióla
Auriol
axiómetro
Palabras que
empiezan con vocal.
Enaltes
estiómeno
Gudiómetro
hagiógrafo
hastial
heliómetro
hellóstata
herrlal
ictiófago
opiado
opiata
Opiano
oriol
Osiandro
ostiario
Urriola
Uriarte
yotrasquoliabrá.
(a) do trivium=troa vían.
(b) ad ríVím=disponer para el camino.
(c) nd ariar=a.v\íir cnn estudio y osmcro; cumo en latin adumarr =:am&r ai'dien-
temonto. Otros lo derivan <lel arabo.
01)
(c)
(O
(^)
(h)
(i)
de i'í'í=rsoparar del camino.
in ?'iV/m=poner en camino.
rjfra ?'iV/wrrponor ó estar fuora dol camino.
oh viam (Trente al cainino)=oponor8o ó salir al encuentro.
do viranda, do r/rcív, según la Academia.
unque no todos estos se deriven de vidriar, portonocen & la familia, y loa dos
stán comprendidos también en la excepción 2.* de la regla H." (núm. 3539).
iiltimos están comp
(j) do «!<.s)ovví>r— susurrar, zumbar
(1) de coreo y yambo.
468. Catálogos ci'onológicos de azeuxis y sinéresis.
Anfión.
Az.
Sin.
Aríon.
Suma anterior
Az. Sin.
Bría.
Anón. LVIII
Az.
Sin.
Castellanos
1
»
9
1
2
»
Arjona J.
6
3
Castellanos
1
■»
Morillo
12
»
Morillo
»
Vegas
1
»
Góngora
2
»
Cairasco
.
Lope
1
»
Lope
10
»
Cervantes
»
Hojeda
1
»
Morales J.
2
>
Góngora
2
Valbuena
•¿
>
Arguijo
>
Morales J.
■-
Valdivielso
4
1
Soto de Rojas
^
Valbuena
*
Villegas E.
1
>
Trillo
j,
Arguijo
»
Calderón
7
>
Calderón
26
8
Valdivielso
]
Polo
1
»
Solís A.
N>
Quevedo
^
Rojas
1
»
Cadalso
1
Iglesias
»
Fr. Diego
1
>
Iríarte
»
Huerta V.
»
Vaca
1
>
Meléndez
»
Arjona M.
>
Jovellanos
2
1
Noroña
Arjona M.
»>
Meléndez
Lista
6
1
1
»
¿J
Total ....
. 20
4
Arriaza
i
»:>r^
Pérez de Camino
»
2
Lista 1
Pérez de Camino »
Í
Armonioso.
Esto catálogo está muy in-
Total
.33
5
Tofal ....
68
].T
^mm^n
completo: la X significa
mero indeterminado, poi
nú
no
Demasiado.
Arlad na.
haber contado los ejemp
los.
Montesino
4
Xaharro
1
Sepúlveda
1
»
Góngora
5
»
Proaza
1
Rufo
1
»
Trillo
6
»
Castillejo
1
Virués
1
Calderón
12
2
Garcilaso
1
Morillo
1
»
Rojas
1
X
Ti moneda
2
Lope
2
»
Fomperosa
2
..
Anónimos LVIII
Arguijo
2
'"
Moratin N.
2
*
y XXXV
2
Valdivielso
1
1
Iglesias
1
Mendoza
1
Céspedes G-,
1
»
Vaca
1
»
Fuentes A.
1
Alarcon
1
»
Jovellanos
»
2
Barros
.
Zayas
1
>
Meléndez
1
X
Contreras
1
Calderón
14
1
Carvajal
3
»
Fr. Luis
1
Cáncer
5
»
Moratin L.
1
Sepúlveda
1
Nieto
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1
Cienfuegos
1
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Ercilla
2
Moratin N.
1
«
Arjona M.
1
X
Anón. X
2
Iglesias
1
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9
»
Rodríguez
1
Vaca
»
1
Castro F.
»
1
Laso
»
Meléndez
4
»
Roldan
3
»
Castellanos
11
Barbero
2
y
Maury
1
»
Vegas
»
Maury
T
»
Quintana
»
1
Arjona J.
1
Quintana
»
2
Solís D.
1
»
Padilla (Fr. P.)
1
Camino
»
1
Blanco
»
]
Sánchez M.
»
T.1 gf o
4
»
Oña
Hita
1
1
Total
40
7
Somoza
1
^^_
__
Camino
1
»
Lope
1
Hidalgo F.
1
»
Anón. XLII
>
Arion.
Setanti
»
Casi todos son naodernos:
Aguilar
1
Fr. Luis
1
1
bien pueden au
torizar
la.
Argensola B.
>
Castellanos
2
^
azeuxis.
Acevedo
»
2
Arjona J.
6
9
1
Ledesma
Stnna y sigue. . .
1
»
Suma y sigue. .
46
31
Demasiado.
Suma anteñor.
Villaviciosa J.
Mejia
Medrano
Tirso
Alarcon
Mescua
Vélez (Luis)
Qucvedo
Montalban
Los Figueroas
Hurtado A.
Anón. XVI
Calderón
Matos
Enríquez
Zarate
Kojas
Solis A.
CubiUo
Moreto
Anón. XLIX
Diamante
Calleja
Hoz
Zamora
Cañizares
Iriarte T.
Jovellanos
Salas
Noroña
Moratin L.
Maury
Az.
Sin.
1
46
31
,
2
»
1
»
A
10
3
1
4
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1
•¿
ii
»
1
»
1
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7
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2
»
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»
2
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1
»
1
»
3
>
1
3
4
1
>
2
>
3
Diario.
Cruz (Ramón)
Moratin X.
Fr. Diego
Vaca
Samániego
Iriarte T.
Forner
Moratin L.
Vargas
Barbero
Arriaza
Lista
Total . .
13
Total 73 ICO
Cotidiano.
Encina
Castillejo
Rufo
Castellanos
Vegas
Góngora
Argensola B.
Ledesma
Alarcon
Rojas
Moreto
Fuego
Isla
Moratin X.
Cadalso
Samániego
Iríarto
Forner
Moratin L.
Somoza
Total .
Az. Sin.
Diablo.
Az. Sin.
IMeridiano.
Rufo
Castellanos
Lope
El Lie. Soto
Valbuena
Alarcon
Qucvedo
Callecerrada
Corral
! Calderón
'Rojas
' Véiez J.
\ F. do León
Porcel
Triarte
Jovellanos
Total . .
I Diablo.
¡Mena
Xaharro
Padilla Fr..
Cnstillojo
Mendoza
Miranda
. Hurtado L.
Sepúlveda
I Anón. X
1
I
20
1
1
1
'2
J
10
1
1
2
6
1 I Sutna anterior.
Castellanos
Vegas
Espinel
' Caira seo
Góngora
Anón. XLII
Leca
Aguilar
Grajales
Avila
Alarcon
Mescua
Vélez L.
Quevedo
Belmente
Estobanillo
Enriquez
Rojas
Diamante
Hoz
Vargas
Barbero
Arjona M.
12
13
1
1
)
1
1
•¿
2
1
1
]
1
2
1
2
1
1
20
Total .
96
Diácono.
Anón. X
' Tirso
^ Zamora
Vaca
Total
10
>
>
1
»
>
X
2
11
2
X
7
»
X
X
X
y
1
X
*
Arcediano.
2 azouxis do Castellanos:
7 sinéresis de Lope, Polo, los
Moratinos, Vaca y Solis (Dio-
nisio). ■*
Diáfano.
!H. do Velasco.
» Ercilla
» Ruto
A. Montano
1 O ña
» Góngora
» Lope
. jHojoda
» Argensola B.
9 Acevodo
Suwa y RÍffur.
28
10 ' Suma 1/ sigue.
28
Diáfano.
Az. Sin.
Diógenes.
Az. Sin.
Gloriarse.
Az. Sin.
Suma anterior. . 28
Valdivielso
Que ved o
Montalban
Trillo
P. Céspedes
Calderón
Polo
Matos
Rojas
Cubillo
Fomperosa
Sánchez V.
Candamo
Cañizares
Verdugo
Nieto
Moratin N.
Yaca
Iriarte ,
Meléndez
Porner
Moratin L.
Tapia
TotaL
Diálogo.
Cairasco
Lope
Argén sola B.
Samaniego
Iriarte
Moratin L.
Maury
•Quintana
Tapia
Total .
1
1
»
»
41
Diámetro.
10
»
1
4
1
1
1
4
»
1
1
4
1
1
3
1
2
I Cueva
Lope
Argensola L.
I Argensola B.
Arguijo
i Vélez L.
Quevedo
Gómez Tejada
j Calderón
Rojas
Hoz
Cañizares
Isla
Forner
Barbero
Arrlaza
Total ,
37 12
46
2
.
1
1
»
»
1
»
2
>
1
1
»
»
3
»
1
Ruío
>
Castellanos
»
Espinel
>
Cairasco
»
Oña
»
Valbuena
>
2
Acevedo
2
»
Calderón
1
»
Jovellanos
»
1
Salas
»
I
Total ....
8
4
Etiopia.
Catálogo imperfecto.
Montesino 2
Castellanos 4
Vegas 1
Góngora 1
Lope, cerca de 30
Mesa (Cristóbal) 1
Hojeda 1
Ribera L. 1
Valbuena 1
Acevedo 1
Villaviciosa J. 1
Tirso 2
Alarcon 5
Trillo 1
P. Céspedes 2
Anón. XVI 1
Calderón, más de 20
Polo 1
Rojas 1
Salazar y Torres 1
Villarroel 1
Maury 1
» : Anón. LVIII
2 Rueda
» I Herrera
Rufo
Ubeda
Castellanos
Morillo
Argote
Valbuena
Vélez L.
Calderón
Farfan
Verdugo
Moratin N .
Vaca
Jovellanos
Meléndez
Carvajal
Arriaza
Reinoso
Quintana
»
1
>
»
»
>
1
»
»
1
>
1
»
>
»
Total.
Hediondo.
Anónimos LVHI
y XXXV
Fr. Luis
Castellanas
Vegas
Lope
Anón. XLII
Hojeda
Valbuena
Villaviciosa J.
Valdivielso
Solórzano
Anón. XVI
i Iglesias
j Jovellanos
I Forner
Calle
Carvajal
Arríaza
Reinoso
Burgos
11 22
1 1
» 2
» 1
2 4
» 1
1
1 1
1 »
2 >
Total j más de. . 80 j
Sinéresis, 2 de Calderón
y 1 de Villanueva.
Total
Orion.
Fr. Luis
Ercilla
Rufo
Suma y sigue.
12 27
20
Orion.
Az.
Sin.
Piojo.
Suma anterior..
Az.
Sin.
Rociar.
Suma anterior.
A:.
Sin.
Sumn anterior.
5
]
4
1
. 72
20
Castellanos
1
»
Llana (Diego)
,
1
Nieto
>
1
Arjona J.
3
1
Lope
Vülaviciosa J.
1
»
Porcel
1
■-
Oña
]
»
53
Moratin N.
1
'¿
Góngora
>
1
Castro (Guillen)
.
1
Iglesias
1
Lope
4
•^
Quevedo
>
fi
Vaca
1
>
Argensola B.
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Montalban
1
1
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>
Suma y sigue. .
. 58
13
. 18
Procedamos ahora á la discusión de cada palabra.
469. Abíados.
Valbuena, L03
Es Espafia mi patria y en España
El reino de León, y allí Abiados.
470. aciago.
Los datos que tengo son muy de-
ficientes; sin embargo, le hallo con
azeuxis en todo el período anteclási-
co, y además en Valbuena, Hojeda,
Tirso, Turia, Jáuregui, Quevedo y
Anón. XVI; total, más de 40 azeuxis.
Con sinéresis, Lope, y en general to-
dos los demás, con pocas excepcio-
nes. En vista de estos datos, no veo
razón suficiente para exceptuarle de
la regla; por lo menos, la azeuxis es
tan regular y clásica como el dip-
tongo (1).
(1) Por un descuido inexcusable, puse en el núm. 12, como ejemplo de diéresis, el adjetivo aciago.
310 —
Tirso, 545'
Ua día que aciago, fué heredero
Del martes agorero,
Salí á templar calores
Por entre los naranjos y las flores.
Id., 332
Que los martes y las deudas
Dicen que son aciagas.
Turia, 226'
Hoy es el día aciago
Para mi casa y suerte.
471. achiote.
Lope, 2.", 526
Ninfa del sombrero negro
Y los guantes de aclñote.
Id., 5.^ 193.
Una sinéresis: Tirso, 130.
472. Adriano.
Castillejo, Herrera, Castellanos,
Hita, Lope, Ponce, Caro (Rodrigo),
Medrano, Rioja, Moratin N. Con si-
néresis, Calderón, Candamo y Vaca.
Tampoco debo exceptuarse.
P.ioja, 387
Aquí de Elio AdrLino,
De Teodosio divino... "
Rodaron de marfil y oro las cunas.
Ponce, 9
PjU el mar Adriano tiene mando
Do pouer calma ó tempestad suplandu.
473. Adriático.
Acevedo, 270'
Eu las cuevas dȒl seno Taren tino
O en las del Adriático vecino.
Mornto, 641
Abrasaba entrambos maree
Con tan l)árbara soberbia,
Que el Adriático y Jonio
Eran destroncadas selvas.
Otras: Rufo, 118'— Lope, 5.°, 290.
Sinéresis en Valbuena, Calderón y
Jovellanos. Adnático y Adriano tie-
nen el mismo origen: amijos deben
seguir la regla.
474. Albion.
En 14 poetas (Belmonte— Galle-
go). 25 azeuxis, 2 sinéresis (Noro-
ña, 445' — Quintana, 18),
Meléndez, 224
Cuando tn las rocas de Albion llorabas.
Maury, XXIX, 488'
Caiga Albion, mas víctima primero
Que de su iniquidad, del noble acero.
475. Alciato.
Lope, 5.*>, 386
Digna siemjn'e será tu docta frente,
Alciato español, del verde engaste.
Lista, 381
Y ostenta en competencia de Alciato
El Marini aiiu emblemas más obscuros.
Otra: Lobo, 41.
476. Alción.
- En 9 poetas (Montesino — Huer-
ta, V). 20 azeuxis, contra una sinére-
sis de Moratin N., 56 (1).
Góngora, 50ü'
i;i pobre Alción se queja.
Huerta V , 612'
Y (ílauco y Alción competidor* s.
477. Aliarda.
Anón., X; 181-240; 10 azeuxis.
i Muera aquel que lia deshonrado
A Aliarda la más bellal —
Kn saber esto Aliarda,
Gran enojo recibiera. ( • 8 1')
(1) CaHtpIlaiinR, 220', rlico arrian, con otro significado.
- 311
478. Alíarto.
Arjona J., 140'
Y los que el Aliavto húmedo envía
A la tierra.
478. Aliastras.
Anón., X, 408
Mandó á Alíastras que cuente
Todo como había pasado.
Alíastras se lo cuenta.
Otra: ib id.
430. aljamiado.
Sepúlveda, XVI, 9'
Súpolo de aljamiados
Que tenía por espías.
48 1 . almadiado.
Castellanos, 23'
Puesto caso que son almadiados
Del olor y marinos movimientos.
482. ampliar.
Rufo, 32
Con poder ampliado y extendido
En los negocios de su caro hermano.
Solórzano, 316
Las cuarenta le añadí.
Cinco tiene. — He de ampliarla.
Otras: Rufo, 61, 63' — Castellanos,
ocho; total, 12 azeuxis, contra 3 siné-
resis de Calderón, Reinoso y So-
moza.
Conjugándose este verbo, como
debe, amplío, amplías, es lógica la
azeuxis en ampliamos, amplió, é inco-
rrectas las sinéresis.
483. Anñon.
Véase el catálogo, y obsérvese que
ocho de las quince sinéresis son de
Calderón.
Arjona J., 183'
Le canta más hazañas y loores
Que á Cadmo y Anfión sus fundadores.
Lista, 288'
Por tí los muros de la antigua Tebas
Levantó osada la anf lonia lira.
484. Anguiana.
Tirso, 36'
Marqués eres de Anguiana.
— Gran Señor... — No hay para qué
Me des por aquesto gracias.
485. apiolo-as.
Yillanueva, 6S8"
Mírelos él una vez,
Mas que en pos los apiole.
Sinér: Cañizares, 550.
486. Aquior.
Baptista, 292 - 297: 7 azeuxis, una
sinéresis.
Y dejaron á Aquior
Al pie de un árbol atado. (292')
487. Ariadna.
Véase el catálogo.
Cáncer, XLH, 434
Ya se presenta á ^Minos obediente
Y en su vista á Aiiadna un fuego ardiente.
Ariadna, de Minos hija hermosa.
488. Ariana.
Herrera, 335'
Las ricas hebras del dorado velo
Yencen á las que cercan á Ariana
En el eterno resplandor del cielo.
489. Arion.
Véase el catálogo.
Arjona J., 130'
Y hubiérase Aiion atrás quedado.
Iglesias, 452
Al Arion Menalca se aventaja.
490. Ariosto.
Arriaza, 124
El Ariosto y sus burlescos cuentos
Prefiero á todo autor helado y grave.
Lope, 5.°, 447
Como Ariosto dice,
A diez y seis de Agosto,
Que fué muy puntual el Ariosto.
Id,, 4.° y 5,°: otras seis.
— 312 -
491. armonioso.
Véase el catálogo. Casi todos los
poetas citados son modernos; bien
(creo) pueden autorizar la azeuxis.
Calderón, 2.", 123
¿Deja un templado instrumento,
Como armonioso suene,
De sonar armonioso
Porque no le diferencien
Cada vez las fantasías?
Lista, 288'
Por tí Delille armonioso y blando
Gloria es del St>na.
492. Arriaba.
Castellanos, 425'
Alcalde fué Francisco de Arriaga.
493. arríano.
En 9 poetas (Gónfi'ora — Lista), 11
azeuxis, una sinéresis de Moreto.
Vélez (Luis), 163'
Y á las arrTanas armas
Un principe Hermenegildo,
Columna de la fe santa.
Arjona M., 512
Cuando el godo arrTano
Sus coligadas huestes desbarata.
494. Arríaza.
ArrTaza, 140
Malion, Tirimero de Octubre,
Tu fiel amigo: Arriaza.
Id., .77', lio— Vargas, (X)7, 612 bis.
495. Artiaga.
CastellanoH, 22'.t'
Mas ya Filipo de üten y ArtTaga
Salen armados amlioH á laballo.
496. AstTagos.
Sepúlveda, X, 329'
Fué preso el rey Astlagcs
Y toda HU compañía.
Villegas, 562"
No el reino de Astiages
Ni el batallón de Jerjes.
Otras: Sepúlveda, fres - Lope, S.° 4.
Calderón, 8.°, cuatro. Total, 10 azeu-
xis, 6 sinéresis, Timoneda, III, 157 —
Arjona J., 1G4 — Calderón, 3.°, 532' y
tres do Lope.
497. averiarse.
No hay ejemplo; pero conjugándo-
se averio-as, tendrá azeuxis también
en averiarse, averiado. Véase mime-
ro 4(j5.
498. avión.
Salas, 6;í7'
O el sencillo gracejo
Del avión, la tórtola y vencejo.
Anón., LVUI, 415
Tantos nidos de zorzales,
Vencejos y gorriones.
Mirlos, tordos y aviones,
Triguerillos y pardales.
Otras: Huerta J., 25íí— Nieto, 586",
499. axioma.
Algún ejemplo hay de azeuxis, no
sé dónde. Do sinéresis tampoco pue-
do decir los que hay; véase Lope, 5.%
190 -Tirso, 390', 3»)".
500. Biáfiíra y biafra.
Lope, 4.°, 78"
En Bláfara nació
Mi ma<ln^, y mi j)ndro en Lima.
Krcilla, 102'
Mandiii>;()H, monicongos y los feos
Zapes, biafras, jélofos, guineos.
501. liíaiinia.
Lope, 5.", 222'
Porfjue de la venhid tan lejos viven.
Como está la Hiarmia de Ktíopia.
Valbuona, 146'
A IflH alunas de \V\ .rmia 8u))e.
— 313 -
502. biombo.
Tirso, 552" y 710"
Biombos de este aposento.
Lope, 5°, 361'
Las nubes, ya biombos celestiales.
Otras: Quevedo, 157— Cald. 2.^639'
Cubillo, 182'. Total, 7.
503. bría.
Véase el catálogo. Pertenecen:
á embriago 25 az. 4 sin.
á calabriada 7 » »
á encalahríado 1 » 1 »
Anón., LVm, 122'
El vino que le daremos
Embriaga y no deriiba.
Calderón, 4.°, 642'
A calabriada
Pase la que babía
De ser mojiganga.
Polo, 208
Saqué encalabriados los sentidos.
504. brial.
En 17 poetas (Montesino-Arriaza),
29 azeuxis: una sinéresis de Pan-
sac, 222'
Anón., X, 483'
Con ssngre de mis palomas
Ensangrentó mi bríale.
Encina, X, 160'
IJn brial vestido blanco
De damasco singular.
505. Brianda.
En 8 poetas (Anón., X — Isla), 42
azeuxis: 3 sinéresis de Calderón.
Castro (Guillen), 330
Porque sola no estuviera
Brianda, vino Mencía
Por mi guí?to, de Valencia.
506. Briático.
Rufo, 106
El conde es de Briático animoso
Que en hermosura y en edad florece.
Id., 129.
507. Bríones.
Castellanos, 354'
Isabel de Biion<^s quedó manca.
Huerta J., 253
Genistas, terebintos y cirisos,
Bríones y brasiles y copisos
Otras: Castellanos, 82 bis.
508. brioso.
En 82 poetas (Timoneda-G-allego),
.339 azeuxis. Sinéresis: Valbuena, 20
(azeuxis, 62'), Calderón, una (2.°, 65');
los demás, ninguna.
Cervantes, 353
Esta que veis de rostro amondongado,
Alta de pechos y ademán brioso,
Es Dulcinea, reina del Toboso.
Marcos, 712'
Y brioso la arroja á Pisacienos.
509. Ciane.
Porcel, 148
En vano
Ciane clama, y Cei-es gimo errante.
510. ciar.
Gallego, 406
No hay cedir, no hay ciar. De nuevo es-
[talla.
Retumbante el metal del anglo fiero.
511. contrariar.
Los dos ejemplos que puedo citar, ambos son de sinéresis; pero como el
uso vulgar conjuga este verbo así, contrarío-ías, la lógica pide que la azeu-
- 314 -
xis se guardo también en conb-artamos, contrañar, según el principio gene-
ral arriba puesto (uúins. 277 y 465).
512. criar.
La azeuxis do este verbo y sus derivados está reconocida y universal-
mente practicada por todos; así es que no necesitamos demostrarla.
Las azeuxis son numerosísimas, especialmente en los poetas dramáticos
(240 en el tomo III de Calderón): las sinéresis, rarísimas y en pocos poetas.
Hasta Hurtado (Antonio;, incluyendo Vallmona, no hallo más que 17 siné-
resis. Vienen luego unos cuantos poetas licenciosos: el dicho Hui'tado, Cal-
derón, Salazar y Torres, Hoz y Fernández de Loon. Desde ésto en adelante
reina en todos una exquisita corrección respecto de este verbo; y en los tres
tomos de Líricos del siglo XVIII no encuentro más que ima sinéresis (Ar-
jona M., 520).
Ejemplos de criar hemos copiado muchos en el núra. 239.
Calderón, 2.", 99" Hoz, 201
Dejemos en este estado La criolla os algo franca.
Tu crianza y mi crianza. Esto solo me disgusta.
513. cuantía.
Por inadvertencia no apunté todos los casos. Véase este do Lope, 5.°, 3-12'.
Caballeros de Apolo cuantiosos.
Las sinéresis deljon atribuirse á la falta de advertencia al origen de esta
palabra.
514. Chíapa.
Castellanos, US'
Siendo después obispo de Chiapa,
Acabó su carrera santamente.
ídem, 351 450'. Una sinéresis: Val-
buena, 3.31".
515. Chíono.
Salinas (Manuel), 566
Chlone, si sabor quieres
Pyr qué de tu nombro digna
Te juzgo, y también indigna,
Porque negra y íria eres.
516. fliiiTíar.
(¿uovodo, 221'
(Tolíjndrina en cb i rilar,
517. demasiado.
Palabra dudosa es ésta, y desgraciada poi- lo larga. Véase el catálogo.
Sin embargo, como todavía on Castilla la Vieja hay (juion dico (IcmasJado, no
veo razón sulicionto para establecer como loy ol diptongo. Débese, puos,
guardar la azeuxis.
Y venir á los veranos.
Maratin(L.,) 002'
Cigarras
Que aqui y allá chirriando
El ronco estrépito alternan.
Moreto, 578"
Y si os poco, te daré
Un chirrión de la villa,
Otras: Que vedo, 201, 2.'31'. íSinéro-
sis, dos: Id., 216'— Calderón, S.*', 496';
ambas de chirrión.
315
Lope, 2.0, 239
Lo que importa es no comer
Demasiado, ni hacer
Desórdenes por ahora.
Alarcon, 445
Muy demasiado andáis,
— ¿Demasiado? Un huen día
A la corte habéis do dar.
Castellanos, 487
Demasiadamente van errados.
518. descarriar.
Descarrío-as dice el uso general, como también Meléndez, 146' y Barbero,
598. Esto nos lleva lógicamente á la azeuxis en descarriamos , etc.
En 1-1 poetas (Padilla Fr. JMa>2— Huerta Vicente) , 21 azeuxis: 3 sinéresis
hay, todas posteriores á las azeuxis, en Hore, Samaniego, Jovellanos.
Timonedo, 82
Andará descarriada
Mi oveja por los jarales.
Que se descarrió por solo vicio.
Calderón, 3." 103"
Un criado á su amo tope
Descarriado. — Esperad.
Chaide, 341
Y pues eres pastor busca tu oveja,
519. día.
A. — Diana.
En 90 autores, 1.240 azeuxis y 103 sinéresis; pero debe advertirse que de
éstas, 79 son de solo Calderón (azeuxis 404), y las otras 24 pertenecen á 13
diversos poetas.
Polo, 178
No lo creo de Diana,
Que no es Diana tan necia.
Viendo que á Diana estimo?
— ¿Pues cómo tú aquí, sabiendo
Que Diana es dueño mío?
— ¿Tú de Diana galán?
Rojas, 180 — ;Tú de Diana marido?
¿Pues cómo tú en esta casa,
B. — diario.
Véase el catálogo. Las sinéresis de Lista se bailan en su poema El Im-
perio de la Estupidez. (Véase nvím. 268).
Cruz (Ramón), 512' Moratin (L.), 600"
Yo sé contra su diario, Dile... Así nunca tus versos
Cómo y de quién tradujera. Se impriman en el diario.
C. — dieta.
Esta palabra puede ser derivada de día, equivalente á jornal ó concilio;
y también del griego Síatxa = régimen de vida, abstinencia. Los datos que
tengo son -incompletos; pero ahí va lo que sé. En el primor significado, debe
ser azeuxis, según la regla, como le usó Mendoza, 64', y Barbero, 624, en es-
tos versos:
Entiendo: su trabajo y las dietas.
Quien mandó trabajar, ése las pague.
316 -
Con sinéresis le hallo en Cáncer, XLII, 432.
En el segundo significado, tiene la misma forma que hiena (de üatva ), y
ambos vocablos parece que debían seguir también esta misma regla; pero
atendiendo á que el diptongo griego cu ya sonaba e en latín, y á que el uso
de los poetas es vario y fluctüante, creo deberemos legalizar en ambos el
diptongo. Sin embargo, véanse estos ejemplos de dieta, y cómo juega More-
te con el equívoco.
Tirso, 631
La dieta es el remedio
Más eficaz y ordinario:
Guardad, honor, pues dieta
De silencio cuerdo y santo.
Moreto, 572*
No come este día.
¿Por qué?— Porque alo de Wormes,
Ha dado en tener diota
A mediodia.
D. — diurno.
En 17 poetas (Céspedes P. — Solís D.), 23 azeuxis.
Céspedes, 365
Cuyo esplendor se extiende y crece harto,
Más vivo y puro que el diurno electro.
Alarcon, 393
En este bolsillo tiene-
Unas llaves y un diurno.
S. — cotidiano y meridiano.
Estos dos vocablos, aunque largos y de composición no muy clara para
el vulgo, conservaron su propia azeuxis durante el período anteclásico,
como se ve en los catálogos arriba estampados. Y si el principia general
2." (núm. 277) debe aplicarse , hemos de convenir en que las sinéresis sub-
siguientes son ima desviación de la regla. Así, pues, con el respeto debido
á Argensola, Alarcon y Moreto, digo que si queremos que nuestra ortolo-
gía sea regular y lógica, debemos restablecer la azeuxis en su primitivo vi-
gor. Si ahora resucitaran tan afamados poetas, creo que asentirían á lo que
propongo; pues no es de presumir que quisieran convertir nuestra lengua, á
fuerza de excepciones, en olla de grillos.
El Lie. Soto, 15'
En galos y britanos,
Y cuantos hace el sol meridianos.
Castillejo, 224
Y penas cotidianas
De escribir.
Castellanos, 358'
Cuotidianamente recorriendo
Ranclierias de inflios y convescs.
Rojas, 339'
Padre que no onvia
La porción cotidiana,
Padezca cada semana
Nuestra hambre de cada dia.
Lope, 5.", 470
Ya se inclinaba
Do su meridiano el sol, pcnlida
La encendida color que lo doraba.
Vélez (Juan), ñ9.3'*
Se asegura cierto y llano
El pasto meridiano.
520. diablo.
Véase el catálogo do azeuxis: la x significa número indeterminado, por-
que no conté las sinéresis en esos autores. Tenemos, pues, tres cosas: 1.*, en
- 317 -
todo el período anteclásico no recuerdo haber hallado más sinéresis que las
apuntadas, y alguna en Timoneda y Cervantes; lo cual prueba que también
á esta palabra la guiaba el instinto eufónico hacia la azeuxis, como debía
ser; 2.*, desde Lope en adelante se generalizó la contracción, y es muy cre-
cido el número de sinéresis; no parece sino que nuestros dramáticos tenían
siempre el diablo en la pluma; 3.*, aun desde Lope acá, no faltan autores que
siempre guardaban la azeuxis (1).
Por otro lado, debemos observar dos cosas: 1.*^ que en el uso actual cas-
tellano son comunes la azeuxis y la sinéresis; 2.*^, que la sinéresis tiene más
de artificial que de natural. Me explicaré. Las tres palabras diablo, diantre
j piojo, son las únicas simples en que las sinéresis superan con mucho á las
azeuxis. Este fenómeno me hace creer que la sinéresis se debe á la repug-
nancia ó desvío que causa naturalmente la cosa significada; la cual repug-
nancia estimula al hombre á pronunciar dichos vocablos con la rapidez que
el enfermo se toma de un sorbo la medicina amarga, para evitar en lo posi-
ble el mal sabor.
Conclusión: La azeuxis es natural, regular, instintiva y eufónica; pero
debe permitirse la sinéresis, en razón á la repugnancia que en el ánimo pro-
duce la cosa significada.
521. diácono.
La azeuxis de diácono es corriente en Castilla la Vieja; la de sus com-
puestos tiene y ha tenido mala suerte, como otros compuestos largos, en
cuya pronunciación incorrecta han inflíiido no poco la ignorancia y el des-
cuido. Creo, pues, que debe rectificarse su pronunciación, á pesar de la auto-
ridad de los poetas. Véanse los catálogos (núm. 468).
Anón., X, 218"
El Arzobispo de Milán
De diácono servía;
Por subdiácono de ellos
El Obispo de Aux venía (a).
Castellanos, 381
Primer arcediano dan mis cantos
A don Francisco Díaz de los Santos.
Id., 436
Acabó cordobés arcediano,
(a) Este ejemplo es el único que hay de subdiácono, y es algo dudoso. El primer verso
no consta, sino diciendo Obispo en vez de Arzobispo, ó leyendo Milán.
522. diáfano.
Otra palabra desgraciada. Pero debe observarse que las sinéresis perte-
necen casi todas á poetas incorrectos; y además se notará que también las
sinéresis se pegan de unos poetas á otros. Tal sucede con Meléndez, Forner
y Moratin (Leandro). La ortología pura y clásica exige la azeuxis.
Acevedo, 280
Por claros y diáfanos cristales
Ilustran á las cosas inferiores.
Montalban, 490
Con diáfano acero la degüella
Por la garganta de su pie delgado.
(1) Por e¡einpIo, Vélez (Luis) en su comedia El diablo en Cantillant, cuyo titulo se lee asi al final de
la primera, jornada, y no puede ser de otro modo. Y como Vélez dice siempre (itaftío , con azeuxi», juzgo
que el señor Mesonero Ronianos corrompió feamente dicho titulo, poniendo El diablo está en Cantillana.
- [US -
523. diálogo.
De esta palabra hay qiio decir lo
mismo que do la precedente; véase el
catálogo (núm. 468).
Lope, 5.", 445
Y ¿quién habrá que note,
Aunque fuese satírico Aristarco,
De Ulises el diálogo á Plutarco?
Argensola B., 350'
¿Quién no se burlará de uno persona
Que, sin oyente, sobre algún suceso.
En forma de diálogo razona?
524. Drámcne.
Lope, 5.", 188'
Cimódoce, Diámene y Climene.
Impreso D'iamene, pero así no cons-
ta rítmicamente el verso. Cimódoce
es llano, según el acento, y esdrújulo
según la cantidad.
525. diámetro.
Véase el catálogo.
Espinel, 519'
Y en diámetro Fabo la miraba
Desde Acuario en León.
Calderón, 1.°, 121"
En la figura se cuentan
Del diámetro las líneas.
526. díante.
Tirso, 302"
Deixai-nos pasar diante.
Que toinus prisa.— Ksperad.
Otras: Lope, l.«, l.'}2 Td., 2.^ 173".
527. díantre.
15 sinéresis y esta azouxis.
Barbero, 5í)8'
Pues ¿no <ís cosa del diantre
Que á nosotros, si r<)l>arao9,
Nos zurren los cordobanes?
Es ])alal)i'a usada sólo on ol perío-
do postclásico, y nótese lo dicho en
el núm. 520.
528. diaspro.
Una sinéresis: Triarte, 30'.
529. Diaulo.
Lope, LVIII, 14.Í
Mistilo fué famoso cocinero,
Diaulo enterrador, y de Toraiiio, etc.
Sinéresis: Salinas 31., 56<j'— Far-
fan, 568".
530. Diocles.
Lope, 5.", t45
Y tanta filosófica fatiga
Di ocles puso en alabar el nabo.
(Pudiera ser, y acaso mejor, Dio-
des ) .
531. IJiógonos.
Véase el catálogo. En al^^unos ca-
sos de sinéresis, pudiera ser Diogé-
nes, i)(»r diástole.
Cueva, X, 342'
Dió;¡^enes puesto en medio ..
Y Diógenes lodico...
A Diógenes detiene...
DiógC'nos so rió, etc.
Cañizares, 53(>"
Sólo la media tinaja
Le falta á esto ostraralario
Diógenes de la legua.
532. Dion.
Alarcon, 5í<ñ"
Piincipio al engaño doy
Con Dion.— AI punto voy
A hablar de tu parte á Aurora.
— Perdona, Dion amigo.
Idom, 2H5-.'Í05, cuarenta y fres ve-
ces.—Lopo, L\'1IÍ, 15."í.
319
533. Dione.
En 12 poetas, todos líricos (Herre-
ra— Somoza), 20 azeuxis.
Lista, 360
Y á abrirse se atreve
La flor de Dione.
Otro ejemplo, núm. 444.
534. Dióscoro.
Hojeda, 450
Por Dióscoro muerto y afrentado,
Llevó su afrenta y muerte no cansado.
Otro dudoso en Lope, 5.", 297; tal
vez diría allí Lope Dioscóro.
535. Driante.
Arjota (J.), 172
El horrendo Driante se ha movido,
De la sangre heredero y las pasiones
De Orion, de Diana aborrecido.
ídem, 140', 154', 172', 173 - Mori-
llo, 189'.
536. Ebion.
P. Céspedes, 140'
EbTon y Menandro acompañados
De los nicolaitas obstinados.
537. Echion.
Castellanos, 8
Anfión, Echion, Erex, Climino.
Céspedes, P., 367'
Ver espero
El echíonio Píndaro y Homero.
538. Egion.
Dos sentidos tiene esta palabra en
los poetas.
Arjona(J.), 100'
Por orden han pasado
Los de Egíon y Arañe populosa.
Cervantes, 253'
Con su rueda Egion no se detenga.
(Aquí significa Ixion, y debiera es-
cribirse con j.
539. Eguíon.
Mendoza, 72'
, EguTon ilustro y glorioso.
(Falta una sílaba á este verso) .
540. Eliano.
Lope, 4.'', 275
Vete, villano Eliano.
— Señor...— Huye. — ¡Que esto quieras!
Otras: Quevedo, 225'— Matos, 265"
Vaca, 337.
541. Elias.
Sor María, 444
En el nombrado puerto d« Ulisea, (a)
Donde la ilustre capa Eliana
Con su antigua blancura lo hermosea,
Aquí la Elísea gente Mariana (b)
Sigue á la Sacra Virgen.
Calderón, 3.°, 368'
Venga del arca la llave.
Para saber á qué sabe
Ei pan de los eliotas.
Id., 370
Catecúmeno, eliótico
Y apóstata he sido. — Basta
Que has sido esdrújulo. — Eso
Solamente me faltaba.
Mas no es malo ser esdrújulo
Ahora que validos andan (c).
Otras azeuxis: Calderón, 3.°, 357 —
371, nueve. Total, 12 azeuxis.
542. Elíata.
Laso, X, 899
Y casó con Elíata,
Del rey de Fez hija hermosa.
(a) Lisboa, de Ulisijw.
(b) Es muy dudoso como pronunciaría
Sor María el adjetivo elíseo, y de quién le
supondría derivado, si do Elias ó de Elíseo.
(c) Añádase este testimonio al de Ro-
jas, núm. 197,
- 320
543. embrí»>n.
En IG poetas (G^ms^ora— Tapia), 45
azeuxis, 4 sinéresis en Calderón, y
y otra en Lista.
Calderón, LYIII, 41S
¿Quion vio
En el vientre de una nube
Tan monstruoso embrión?
544. endríao;o.
Forner, 333'
Después que tendido
Hubieres en la palestra
A tanto ruin endriagu.
Una sinéresis: Jovellanos, 17'.
545. Equíon.
Morillo, 183
Equion, cuya mano es siempre buena.
Para cerrar la herida más nociva.
ídem, 180.
546. ería.
Podraza, 4G
Por estos desiertos, en este erial.
Trillo, 83
La barba es de erizo
Y hecha un eriazo.
Otras: Calderón, LVIII, 547 — La-
zan, 114' — l^oinoso, 214' — Castro
(Francisco), 634' — Roldan, G42. To-
tal, 7.
Sinéresis: Moratin (N.), 37', 58.
547. - espiar.
En 18 poetas (Naharro— Arrlaza),
31 azeuxis: 5 son do c^'pTon.
Naharro , XVI, 428
Porque temo la celada
De quien siempre me ha esjúado.
Zarate, od>^
Es^üóle lindamente.
Ercilla, 113
Que de cierto espión era avisado.
548. espurriar.
No hay ejemplos. Se conjuga ef^pu-
■n'ío-as; de consiguiente, habrá azeu-
xis cuando el acento pase ;i la termi-
nación (núm. 465).
549. estriar.
Góngora, 473
Impedida
Si de purpúreas conchas no istríadas.
De trágicas ruinas de alto robre.
Huerta (J.), 245
Las basas, los pilares estriados.
Otra: Valbuena, 195'.
Sinéresis: Moratin (N.), 40'— Mora-
tin, (L.), 575.
550. Etion.
Arjona, (J.), 130
A su Etion Euueo llama en vano,
ídem, 148.
551. Etiopia.
Véase el catálogo. Do las azeuxis,
7 son de etiópico, sin sinéresis.
Véase también el núm. 219.
Acevedo, 37V>
Canta ahora los Ímpetus osados
De aquellos etiópicos varones.
652. oxtasiar.
Exfaftío-a-<t decimos vulgarmente, como también Moratin L., 601". Do
consiguiente, es lógica la azeuxis en extíU^Jado, e.rta^<7óy etc.; aunque los cua-
tro ejemplos ({uo liallo son do sinéresis; Jovellanos, 41' — Moléndoz, 232' —
Arríaza, 100 — (Quintana. Y.)'. Hay, pues, inconsecuencia on unos ó en otros: y
así, si te empeñas, lector amable, en poner diptongo en extasiado, ponle
también on cxtásio-ay.
— 321 —
553. fiar.
La azeuxis de este verbo y todos sus compuestos y derivados está admi-
tida y practicada por todos. Los casos de azeuxis se acercan á 4.500; las si-
néresis á 300; y pertenecen todas á los poetas licenciosos: Valbuena, Hurta-
do (Antonio), Calderón, Rojas, Leiva, Salazar (Agustin), Hoz, Fernández de
León, Zamora, Vaca, Jovellanos, Samaniego, Triarte. Más de la mitad de és-
tas son de solos Calderón y Rojas, y este último que en fíar guarda siem-
pre la azeuxis, por una inconsecuencia incomprensible y detestable, comete
en los compuestos la sinéresis un crecido número de veces, acaso 80. Hay
tomos tan limpios que no contienen una siquiera de estas licencias; entre
ellos el lY, XVI, XX, XLIII, LXVII. En los tomos XXXII, XXXV,
LXIII y LXIX, hay una en cada uno; dos en el X y en el XLVII; tres en
el XLV y LXI; cuatro en el V, XXXIX y XLII; y cíjico en Lope de Vega.
Copiemos algún ejemplo, además de los transcritos en el núm. 240.
Aguilar, 147
Yo quiero agora probar
Que' soy hombre de fiar,
Sólo en fiarme de tí.
Que aunque esto es propia alabanza,
Confiarme en este aprieto.
De mi contrario, es efeto
De sobrada confianza.
Solís Antonio, 11'
Aunque aquesto de fiar
Algo á las criadas sé
Que es una fianza en que
Se suele siempre lastar,
Hacer puedes confianza
De mí, aunque no lo merezco;
Que tengo caudal, y ofrezco
Sacarte de la fianza.
Lope, 1.°, 521'
Fianzas me han puesto así.
— ¿Qué mal no han hecho ñanzas?
Moreto, 96'
¿No me fías? — Ni á mi madre
La fiara yo al pagar.
¿Por qué? — Porque por fiar
Perdió su hacienda mi padre.
ídem, 194'
No os fiéis del sentimiento.
ídem, 332
¿No porfió vuestro amor?
— El porfiar tanto yo,
Que fué preciso el cansarme.
— Porfiar un agasajo
¿Os cansó? — ¡Hay tales extremosl
Señora, no nos cansemos.
Que el porfiar es trabajo.
Castellanos, 467'
Decía: «¡Hijo mío, cuan incierta
Es á los confiados confianza!»
Mas una cosa la desconfiaba.
Calderón, 2.° 238'
Ni con necios porfié.
Ni con sabios argüí,
Ni con señor competí,
Ni de damas confié.
Rojas, 414
El padrino en su lugar
Ni puede desafiar,
Ni salir desafiado...
Que á mí me desafió
Es lo que importa saber.
Meléndez, 232
El genio enciende
De Rafael y el cetro le afianza
Con eterna alabanza.
Herrera J., 260'
Porfiadamente necias.
Alarcon, 431'
Si son Don Sancho é el Conde
Porfiosos, perdonad.
21
322 —
554. freír.
Quevedo, 232'
Denme á las mañanas
Un gentil torrezno,
Que frien<lo llame
los cristianos viejos.
Otra: Iglesias, 477'.
555. frío.
En 39 poetas (Castillejo — Xoroña),
110 azeuxis, 5 sinéresis; correspon-
diendo:
á enfriar 17 az.
á resjriar. .......... ;"> 1 »
á JTamhre 35 »
á jríote-a 4 »
Las sinéresis sonde Tirso, Valbue-
na, Calderón, Salazar A., y Yaca.
Garcilaso, 20'
La sangre alguna vez le calentaba,
Mas el mismo temor so la enfriaba.
Grajales, 411"
Erróse algún compañero,
O la invención enfrióse.
Lope, 1.", 520"
Advertid que habéis jugado,
3 sm.
1 »
2 »
Y que os podéis resfriar.
— Antes me temo abrasar.
Que morir de resíríado.
Tirso, 46
¿No hay más? — Hay una gallina
Fiamljre y medio pernil.
Rojas, 271'
Es aloja de verano.
— Mientes. — Digo que es frión.
Id., 224'
¡Qué temeraria friotal
Cañizares, 65 '.
lAy señora, y qué frióte
Novio, y qué desmazaladol
556. Giaro.
Quevedo, 30
Esta frente loh Giaro! en remolinos?
Torva, y en rugas pálida y funesta.
Otra: Arjona J., 95'
557. C-rion.
Huerta J., 255
Gion, atado á la voltaria rueda.
(Otra forma de Ixton.)
558. gloriarse.
El presente do este verbo q% glorío- as\ y ajilicando el principio general,.
tenemos legal y correcta la azeuxis en glorJamos, gloriemos.
Sin embargo, debo hacer constar que Argcnsola B., 296, Aldana C.. •')! I
y Olmo, 146', dir-on glório-as. Las sinéresis de gloriarse son más numerosas
íjue las azeuxis ^ véase el catáloG:o\ ])oro aquéllas son de poetas malos ó mo-
dernos.
Rueda, 28fi''
No tienes de gloriar,
Ni mostrar más presunción.
Herrera, 258'
Y podrá gloriarse en mis despojos.
Argote, 616'
Bien pue<le8 gloriarte
lOh reina del Ponientel
Carvajal, 682
Aquel odio perfecto y santo encono
De que el poeta rey se gloriaba.
- 323 -
559. * gratíar.
En los poetas no hay ejemplos de
este verbo; pero como todos le con-
jugan grajío-as, se impone la azeuxis
en telegrafiar^ litografié, fotografío,
etcétera.
560. grial,
Villanueva, 590'
No ha catavientos,
Grlales, jarras,
Ni bastimentos.
Otras: Fr. Luis, 7, 31. .
561. Guiana.
Zarate, 561'
Al castillo
lie Guiana os retirad.
Valbuena, 285'
Ni del ducado de Gulaina rico,
Que á su padre Gofredo dio Alarico.
Otras: Lope 3.°, 617, 620', 622", 628'.
562. guiar.
Hallo este verbo en 120 poetas
próximanaente, con unas 800 azeuxis.
Sinéresis tengo apuntadas 27 (16 de
Calderón y 6 de Valbuena: las otras
de otros poetas malos). De las azeu-
xis, 24 son de guían,
Mey, 52'
Tener piedad de un corazón contrito
Y guiar al que admite ser guiado.
Valbuena, 182
Por el ciego mar y sordo viento
El alto fin guió de aquel camino.
Lope, 3.°, 301
Aquí está, Arceo,
Acabado el guión. — Verle deseo.
— Este es, señor, el guión. (octos.)
563. hastío.
No hallo ejemplo en los poetas;
pero la azeuxis es lo correcto: hastía-
do, hastiarse, hastioso, etc.
564. hediondo.
Véase el catálogo (núm. 468). El
que las sinéresis sean más numerosas
que las azeuxis, tal vez se deba á la
rapidez de la pronunciación, como
noté al tratar de diablo (núm. 520), A
mi oído castellano suena mejor la
azeuxis; y ésta es regular y con-ecta.
Villaviciosa J,, 611
Reto la chusma de Letiria sucia
Y al capitán Putrífola hediondo.
Carvajal, 581'
En vez de arder la pura lumbre,
Castellean pavesas hediondas.
565. Helíato.
Timoneda, m, 151'
Y por manos de Heliato
Doctrinada y bien regida.
Otra; Id., ibid.
566. Hermion.
Fr. Luis, 36
Esclava de Hermíone brava y cruda.
Otra: Arríaza, 128.
567. Hesiodo.
Ariiaza, 126
Muestra Hesiodo en métricas lecciones
Al tardo campo á acelerar las mieses.
568. * hiar.
Góngora, 448'
Desta pues siempre abierta, siempre
[hiante,
Y siempre armada boca.
569. histrión.
Rioja, 388'
De la virtud infames histriones.
Meléndez, 206
El precio
De una ciudad en histriones viles.
Una sinéresis: Iglesias, 481'.
324 "
570, idioma, idiota, indiano.
Idioma pronunciaban Castellanos, Gróngora, Yillaviciosa (José) Olmo y
Cubillo, y acaso más. También se hallan varias azeuxis en Polo, Barbero,
Arriaza y Reinoso. Sin embargo, el uso común en Lope, Tirso, Alarcon,
Calderón Rojas y otros es el diptongo.
Idiota encuentro en Hurtado (Luis), Góngora, Yillaviciosa, (José) y Boíla;
y alguna vez en Calderón. Los demás, en general, dicen idiota.
Indiano dijeron Fray Luis, Góngora, Valbuena, y á veces también Que-
vedo y Hoz. El diptongo es lo común en los demás.
Conclusión: Por respeto al uso más general, creo permitida la sinéresis,
contra la regla. Vayan algunos ejemplos de azeuxis.
Barbero, fi25
Tal idioma con razón desecha
La augusta majestad de nuestras leyes.
Reinóse, 229
Del gran Lucano
La trompa suena en idioma hispano.
Calderón, 2.", 312
Oscura, idiota y lega,
¿No te medra cada día
La concomitancia mía?
Beña, 646'
A un idiota colosal camello.
Góngora, 446'
Púrpura ilustró menos indiano
Marfil. (culto).
Hoz, 201
Aquesas son pataratas
De indianos peruleros.
Un Fúcar es la indiana. .
571. Igion.
Arjona J., 85'
Ya deja á Telamón alli gimiendo,
Y aquí al bravo Iglon tiendo en la tierra.
572. Ilion.
En 16 poetas (García -Lista), 22
azeuxis, 4 sinéresis (la que algo pue-
do valor, es una de Mirademes-
cua, XIV, 415).
Hermosilla usa también esta pala-
bra 73 veces con azeuxis, y una sola
sinéresis.
Anón. X, 323
Dico vuelto al Ilion
Aun no dol tí)do abrasado.
Lista, 2H7
Robó á la hoguera do Ilion famosa.
Villogaa (Esteban), 562"
No el odio Miconoo,
Ni el amor ilionso.
573. Ion.
Forner, 3GP
Ion, Solón, justificada Minos.
Otras: Id. 3(31 bis.
574. Ionio.
Herrera, 329
Toñistodol Ionio la corriente
Con la vertida sangro do otomano,
Otras: Rufo, 105, IOS, 111', 121'—
Fr. Luis, ir -Arjona J., 101: To-
tal, 7.
575. IriiU'lo.
Arriaza, HI
Supieron dar aspecto verdadero
A la graciosa farsa
Dol divino Iriarto.
Otras: Iríarte, .3.3, M'— Lista, 3S7.
Sinéresis: 5 do Samaniego, 2 del mis-
mo Iriarto, y 2 en Forner y Gallego.
- 325
Total: 4 azeuxis, 9 sinéresis. Al
oído castellano suena mejor la
azeuxis.
576. Ixíon.
En 15 poetas (García- Arjona M.),
25 azeuxis; 2 sinéresis (Arjona J., 107
y Noroua, 437').
Alarcon, 124
Tiene el pensamiento atado
A la rueda de Ixion.
Toledo, 11
Atados en servil tahona
De Ixion imitaron el tormento.
577. jeremiada.
Barbero, 579'
Y tus jeremiadas importunas
A náuseas me provocan.
578. judiazo.
Barbero, 615'
Salid á latigazos,
Calvinistas, andad, y judlazos.
Id. 615.
$79. Llampo.
Valbuena, 288
Entre el Japón y el cabo de Líampo.
580. Liaño.
Castellanos, 286
Vuelto Alonso Martin, llegó Líaño...
Porque no le sabía mal el mosto
Con quel dicho Líaño lo convida.
Id. 285 bis.— Lope, 5.° 394.
581. liar.
Sospecho que no tengo apuntados
todos los casos: sin embargo, hallo
en 51 poetas (Mendoza-Hidalgo F.),
116 azeuxis y 13 sinéresis de Calde-
rón, Cañizares, Trigueros, Samanie-
go, Iriarte, Jovellanos (tíeis) y Quin-
tana.
Delíar 28 az. O sin.
de aliado 33 » 4 »
de alianza ... 55 » 9 »
Vélez (Luis), 151
El otro lió las hormas;
Liemos las ollas nuestras,
Y llevémoslas á Egipto;
Que allá no compran cazuelas.
Sor Juana, 290"
Sí, señor; si las lió,
¿No era preciso liarlas?
Calderón, 3.° 389"
Abierta entiendo que viene
Con solo un cordel liada.
— Desliadla. — Desliada
Está. — Ved lo que contiene.
Alarcon, 456.
El Principe tiene
Nobles amigos, deudos y aliados.
Barbero, 568'
Fiel aliado te pregonas, hijo.
-Hojeda, 453
Y hizo con las furias alianza.
Hidalgo (Félix), 739'
Vierte
La sangre del Cordero, por lianza
De la nueva alianza.
582. Liar.
Anón. XVI, 222
Deste modo vengó el Rey
A Doña Isabel Liar.
Id. 221'.
583. Liarte.
Enríquez, 501"
Doña Elvira de Liarte,
Sol de Castilla divino.
Id. 502'. Sinéresis: Cubillo, 104.
584. lion.
Rebolledo, 402'.
Ni del lion los pasos las midieron.
326 -
585. Liorna.
Anón. XVI, 300'
La más hermosa y divina
Quo se ha criado en Liorna,
Porque Liorna es mi patria.
En 7 poetas (Rufo-Castro José
Julián) 10 azeuxis, 1 sinéresis de
Calderón, 2.° 350'.
586. maniático.
Una sinéresis: Cañizares, 451.
587. Mariano-a.
Esta palabra, si es derivada de María, ó compuesta de María y Ana, debe
tener siempre azeuxis.
Calderón, 2." 397
Anón. XVI, 337'
Para dilatar en todos
La devoción Mariana.
Trocando
La divina Mariana
En felices posesiones
Perezosas esperanzas.
Mariana es también una cordillera, y apellido del famoso jesuíta liisto-
riador, y nombre propio de islas. El uso en nuestros poetas es muy ambicio
en todos los sentidos: por lo cual creo que cuando Mariana ó Mariano son
nombres propios ó apellidos, no puede considerarse legal exclusivamente
la azeuxis; aunque no es reprensible, como se ve por los sijíiiientes ejemplos
y otros que puedo citar.
Castellanos, 351
Y á su hermosa hija Mariana.
• Id. 369
Cierto religioso
Que llamaban ol Padre Mariana.
Carvajal, 579'
Peregrino en los montes Marianos.
Hidalgo (Félix), 738
Las bases del fragoso Mariana.
588. melodioso.
Arriaza, 48'
La dulcísima garganta
Del ruiseñor melodioso y vario.
Camino, 732
Al son melodioso
De tu divino aconto.
Mi seno palpitaba do con tonto.
Sinéresis: Alonso, (jGS — .Jérica,
718.
Do los demás poetas no tr-ngo
datos.
589. mosiánico.
No hay ejemplo.
590. Miago.
Rojas (532-543), veintidós azeuxis.
Quo deste tronco desciendo
Mi padre Kuño Miago (535) "
Otra: Quevedo, 199.
591. miasmas.
Maury, IGO
Y huyos de hurgar los fétidos miasmas.
592. 11 avia/o.
Vargas, 010
Aró la espumosa espalda
En un navia/.o amigo.
327 -
593. Ocrion.
Lope, 4.0 478"
Las impiedades de Sila,
De Alboíno y Ocrion.
594. Opiano.
Una sinéresis: Moratin, (N.), 50'
595. Oriana.
Anón. X, 185
El campo tiene regado
Por una carta sañosa
Que Oriana le ha enviado.
Tirso, 472
¿Sois la infanta
Lindabrides á lo Febo,
A lo amadisco Oriana,
Gridonia á la Primaleon,
Micomicona á lo Panza,
O á lo nuevo Quijotil
Dulcinea de la Mancha?
Otras: Anón., X, 185' ter.— Rodrí-
guez, X, 186'— Lope, 1.° 271-Anón.,
XVI, 665'. Total, 8, contra 4 sinére-
sis (Anón., XYI).
596. Orion.
Véase el catálogo.
Lista, 282'
Y en curso igual el Orion radiante
Sobre el mar del ocaso reverbera.
Arjona, 3, 140'
Y su gallardo capitán Dríante
Es nieto de Orion, bravo gigante.
597. Periáñez.
Lope, 3.0 295
Rodríguez de Salamanca
Y Periáñez— Detente.
¿Qué Periáñez? Aguarda,
Que la sangre se me hiela
Con ese nombre.
598. piache.
Tirso, 3
No quiero gastar el seso.
— ¿El seso? Tarde piache.
Castellanos, 29
A sombra de las velas y en opaco
Usaban los piaches sus excesos.
Id. 144.
599. pían, piano.
A. Con azeuxis.
SoHs (A.), 51"
Llegaste pian, pian;
Estos planes sintió
Tu padre.
Zarate, 581
Poco á poco
Me vengo, pian, pian
Al Piamonte.
Camino, 728
¿Será tan solamente un ser humano
El que pulsa tu mágico plano?
Otras: Villaviciosa S., 452"— Ro-
jas, 415', 518'— Calderón 3.°, 379— Ca-
mino, ibid. Total, 15.
B. Con azeuxis y sinéresis (véa-
se niim. 142).
Rojas, 125
Ese arroyo, pian, pian...
Candamo, 383
La caja y piano, piano...
Otras: Calderón 3.°, 115, 496'— Co-
rral, 532'— Zamora, 425", 439".
C. Con sinéresis: Pitillas, 93'—
Meléndez, 116-119, nueve.
Total: 22 azeuxis, 19 sinéresis. No
debe exceptuarse, ya sea adverbio,
ya nombre. Los castellanos no tene-
mos obligación de observar el dip-
tongo de tal palabra italiana.
600. piar.
En 10 poetas (Castellanos — Lista),
20 azeuxis.
Gongo ra, 524
En la torre se quedaron
328 -
Cuál sin pluma, cuál con ella,
Y todos de hambre piando.
Piola cual gorrión,
Cacareóla cual gallo,
Arrullóla cual palomo,
Hizola ruedas cual pavo.
(Buen ejemplo de la dativo).
Zarate, 580'
¿Tú en el Piamonte? — Piando
Vengo por ti, porque pian
Mucho las que quieren bien.
Meléndez, 144
Valen más mis cariñitos
Que las ardientes piadas, etc.
601. piara.
No entiendo la composición de este
vocablo, derivado dol hará latino,
se^íun dicen.
En 8,poetas (Cervantes— Villanue-
va), 8 azeuxis.
Cervantes, 601
Llevando la piara gruñidora
En calabazas y odres convertida.
Quevedo, 228'
Dos piaras do fregonas
Renuevan el adanismo.
602. pío.
Véase el Catálogo.
J)c aplado-as . . 5 az. 9 sin.
do expiar (5 »
Ahora bien; siendo apiado tan de-
rivado do pío como expiar, no so ve
ra/on para tal disonancia, ni para ex-
cluirlo do la regla.
Castillejo, l.'.O
Con los ojos lo convida
Y apiada.
LÍHta, 337
Lágrimas que to apiadan,
Amor llorarlas quorria.
Id., 371'
Victima digna
Se ofrecerá expiando tu delito.
Barbero, 56S
De nuestra aletargada coniianza
Harto expiamos los funestos males.
603. piojo.
Véase lo dicho, núm. 520, y el ca-
tálogo, núm. 4(58.
Hurtado L., 16
A quien triste están picando
Sabandijas y piojos.
Anón. XVI, 540
Acompáñanlo piojos.
Ganado de los perdidos,
604. Priapo.
Véase núm. 228.
Fr. Luis, 24'
Pues guardas tú, Priapo, un pobre huerto
Carvajal, 577
Que nada oculta, y puedo
Afrentar á Priapo.
Otras: Castellanos, 290' — Argonso-
la L., 287'— Moratin N., 61.
605. prior.
En 33 poetas (Montesino— Arria-
za), lí)7 azouxis, 3 sinéresis.
De las azouxis, 13 son do Pf lado.
Anón. LVIII, 18
Eliacor, vuelvo priado.
Anón. X, 241
Afuera, afiUM-n, priado.
Anón. XVI, 40'
Ellos on aquesto estando,
El Prior llegado hae...
Bien vengados vos. Prior...
Pues convidóos, el Prior
Para conmigo cenar.
— Pláceme, dijo el Prior.
329 -
Moreto, 217'
Os debe muclios primores.
— Os debe muchos priores.
(Buen ejemplo para el núm. 15).
606. prioste.
Coello, XIV, 496
El tercer oficio es...
— ¿Cuál? — El do prioste.— ¡Fuego!..
— ¡Viva el prioste!— Me huelgo.
— ¿Yo prioste? ¡Hay tal desdicha!
Otras: López (Miguel), 537'— Cal-
derón, 4.° 513.
607. reír.
En 82 poetas (Castillejo— Somoza),
371 azeuxis, 4 sinéresis.
Alcázar, XLII, 25U''.
Púdolo tu madre oír,
Rió las palabras feas
No es delito contra el Papa
Que os riáis, señor Centeno.
Cervantes, 60o.
Pisuerga la rió, rióla Tajo.
Lope, 1°, 414.
Las aguas se están riendo.
— Mejor se riera el vino
Con un pernil de tocino.
Cienfuegos, 9".
Pastoras, zagales, todos
Rieron en mi vergüenza,
Y por mayor desventura,
Rió también Galatea.
Meléndez, 107.
Y en mis rientes ojos
Bullía el vivaz fuego.
Ercilla, 50.
Sonriéndose el indio respondía.
Valbuena, 190'.
Ella se sonrió y llorando dijo.
608. ríata.
Tárrega, 44^
Siguen las sillas
Ricas de bordadura y de riata.
609. río.
A. — arriada.
Lope, 2.0, 248'.
¡Oh! quién me trnjera aqui
La arriada de Sevilla!
Otro: Anón. XVI, 410.
B. — riacho.
Castellanos, 308'.
Ocuparon los nuestros el estrecho,
Por ser el compás breve del riacho,
C. — Riada.
Arjona M., 505'.
Que Jovo á Febo así lo ha prometido^
Porque no se publique otra Riada.
Otras: Forner, 420.— Lista, 382.
i).— Eialto.
Lope, 3.°, 549'.
¿Quieres ir hoy á Rialto
Y comprar joyas ó sedas?
Otro: Id. 547".
E. — Eiaua.
Xoroña, 471',
Los cauces del Biana ya cegados.
Ningún vestigio de su forma ofrecen.
i^.— Riaño.
Quevedo, 149.
Riaño dio repetida
Grande y dichosa caída.
G. — Riar.
Una sinéresis: Yalbuena, 222'.
H. — Riaza.
Huerta (Vicente), 233"
Monta una manchada yegua
Que riberas del Riaza
Nació.
aso
I. — Ríoja.
Cen-antes, 594',— Lope, o.'', cinco.—
Yalbuena, 310'.— Tirso, 300, 440".—
Meléndez, 159.— Reinoso, 229'.— Lis-
ta, 289', 291', 297',-Burgos, 450. To-
tal, IG.
Sinéresis: tres de Valbuena y dos de
Jovellanos.
Lope, 5.", 893.
Si juzgas á soberbia tanta
Dedicarlo á Rioja, honor y gloria
Del Betis
Ríoja, aquel vacon cuva memoria, etc.
Meléndcz.
En la oprimida Rioja,
ADí está el honor de España.
610. rociar.
Rocío-as, decimos todos. De los 47
poetas en que se halla, 30 no tienen
sinéresis; 9 no tienen azeuxis. Las si-
néresis de Ercilla y Acevedo son
ciertamente una rareza. (V. el catá-
logo.)
Mallara, 512'.
Y sus cuerpos de sangre rociando,
Hasta que el uno al otro venza y mato.
Hita, XVI, 174'.
Los dan una rociada
De buena arcabucería.
Calderón, i.", 6^3'.
Seca está la boca: quiero
Echar una rociada.
Rociemos la garganta, etc.
611. Santiago.
No estoy cierto de haber apuntado esta palabra en todos los poetas, y
menos en todos los casos; pero tengo datos completos de muchos autores, y
éstos bastan para formar juicio exacto. Como al comenzar la lectura no te-
nía yo sospecha siquiera de que en tal vocablo pudiera encontrar azeuxis,
no cuidé de apuntar hasta que caí en la cuenta. (Véase el catálogo, número
468.) Dos sinéresis de Castro (Guillen) no son de él, sino de un romance aje-
no que intercala en una comedia.
Para ejemplos do sinéresis, vea el lector la comedia do Lope Santiago el
Verde, (t." 2.°)
Sepúlveda, XVI, 87.
Santiago va diciendo:
Ayuda, Sancta María
Y al apóstol Santiago,
A quien su favor podían.
Arjona M., 526.
¡Viva Santiago,
Defensor de España!....
Santiago ol Grande
La hueste comanda.
En conclusión, opino quo la azeuxis es más correcta; pero que debe per-
mitirse la sinéresis.
612. Siam.
Solís I)., 240,
Preguntad en Siam, ó donde .ii día
Cede la noche umlMÍa.
613. Sion.
En 55 poetas (Pero L()])oz de Aya-
la— Musso), 182 azeuxis, 12 sinére-
sis.
San Juan de la Cruz, 2fi»J
Preguntábanme cantares
De lo que en Sion cantaba.
Canta de Sion un liimno,
Veamos cómo sonaba.
Decid: ¿cómo en tierra ajena
Donde por Sion lloraba.
Cantaré yo la alegría
(¿ue en hJIon s« me qued.iba?
— 331
Bonma,3lá'
Slon es capaz y es ancha;
La Mancha es pobre rincón;
Mira tú cómo Sion
Podrá fundarse en la Mancha.
614. sior, etc.
Claramonte, 507
Sloro, sioro, estamo
Belensados. — Sin mí estoy.
Id., 505
Que con sTora venimo
De Mérida á véngame— ¿Y sabe
Que eres mujer? — Sí, síora.
Calderón, 5.°, 722'
Síola, aquellas seis cajas
De chocolate me mande.
Otras: Id., 204 bis— Claramon-
te, 500—507, seis. Total, 13 azeuxis
contra dos sinéresis Claramonte, 505,
Calderón, 4.°, 203'.
615. tiar.
Moreto, 73'
Sí tía. — Ese nombre deja,
Sobrino, quí es mucha tía
A quien ser tu esposa espera.
— Pues tía, esto ¿no es cariño?
Oíro.— Eso sí, dale con ella.
Déjale tiar, señora.
616. tiara.
En 34 poetas (Montesino-Noroña)'
64 azeuxis , una sinéresis de Valbue-
na, 386'.
Góugora, 427'
Subiréis de la mitra á la tiara.
Iglesias, 459
Jamás se vio sin mitra ni tiara.
Villaviciosa J., 575'
Sobre tiaras, mitras y coronas.
617. tiorba.
Montalban, 605
Y va corriendo con secreto ruido,
Cual tiorba de plata fugitiva.
Otras: Góngora,458, 473, 535'— Mo-
ratin N., 2'
618. triaca.
En 31 poetas (Montesino— Vargas),
84 azeuxis, tres sinéresis: Hidalgo
(Juan), Yaldivielso y Eojas.
Lope, 1.°, 54"
Traigaa triaca. — Es amor.
— Mi bien, por triaca envían...
— Yo voy á darles triaca.
Cañizares, 510
Que en veneno
Se convierta la triaca.
619. Triana.
En 17 poetas (Sepúlveda-Arriaza),
73 azeuxis, una sinéresis de Salazar
(Agustín), 243'.
Lope, 2.°, 495"
Muero por ir á Triana...
— Dejemos para mañana.
Ir á Triana, señor.
Gamarra, 589
Y en la puente de Triana
Encontraron con Silvera.
620. triones.
De esta palabra hallo 34 azeuxis
en 18 poetas (Anón, LYIII — Galle-
go). El compuesto septentrión necesi-
ta discusión aparte, por el crecido
número de sinéresis (véase el catálo-
go); y creo que estas sinéresis se de-
ben á que los poetas ignoraron la
composición de este vocablo, ó no se
fijaron en ella. Nadie puede negar el
principio general 2." (uúm. 277); aho-
a->2
ra bien, si la azeuxis es universal en
trtoneSf ¿por qué no se ha de obser-
var en septentrioyi? Además la mayor
parte de las licencias son del período
postclásico.
Anón., LMH, 113
Hundiré el cielo y tiionee.
Rwbolledo, 402
En hueco espacio los tríones tiende.
Lope, 6.°, 370
Y Bóreas fiera á las distantes osas,
Por el septentrión temor ponía.
Lista, Ü89
Tronó el Septentrión: el ronco estruendo
Oyó el mar de la ¡Sirte,
Nota. Anfitrión parece también de-
rivado de la misma raíz que tríones:
como quiera que sea, en mis apuntos
le hallo siempre con azeuxis, y ade-
más cae bajo la 2.* excepción de la
regla 8.* (núm. 339). Véase Lope, 5.°,
G8, 2.31, 458'— Moratin N., 51'
621. tríorco.
Huerta (J.), 253'
Patos, triorcos, alcatraces albos.
622. Ulpiaiu).
Lopo, 3.«, 451»
Texto expreso do UIpTano,
Loy octava.
Otras: Góngora, 488'— Matos, 265".
Sinéresis: Cañizares, 513.
623. Urdíalos.
fJos azouxis, lüui sinéresis: Anón,
XVI, 100, 101.
El valeroso Urdíales
Con don Alonso acababa.
624. Urriaga.
Castellanos, 3G6
Ganaron valerosa laureola
Urriaga que fué guipuzcoano.
625. Urriola.
Castellanos. 112
Jejas, Machín de Oñate y Urriola.
ídem, 213, 22.3', 224.
626. Urtiaga.
Oña, 430
Un capitán, renombre de Urtiaga,
De fieros enemigos tiera plaga.
627. valía.
Castellanos, 140'
Eran por veedor avallados
O vendidos en públicos pregones
Aquellos pobres desaventurados.
628. variar.
La azeuxis de esto verbo está re-
conocida por la Academia'y todos los
ortólogos, aunque ha tenido mala
suerte desdo Calderón acá; véase el
catálogo, núm. 468. Corresponden:
á variar, 147 azeuxis; 58 sinéresis.
á variable, 77 azouxis; 22 sinéresis.
De variante no hay más que una
sinéresis, Villanuova, 594.
Corvantes, 7'.)
No do olorosas variadas fieros
Adornaron sus trentes, ni cantaran
Con voz suave algún cantar de amores.
Góngora, 4^1'
Este pues, variando estilo y vulto,
Duro amenaza, y perbfiado culto.
Hojoda, 4;}'.>
Al punto el poso varió mi suerte.
Castillejo, 235"
Inventado
Por alprun desvariado
- 333 -
Cuando primero se usó,
O que el tiempo los mostró,
Que es también desvariado.
Silvestre, 262'
De ocasiones la criamos,
Y como desvariamos.
Es cosa desvaiíada.
Villaviciosa (S.), 458
No es gala lo variable,
Aunque es traje muy del tiempo.
Somoza, 468
Rueda majestuoso
En zona invariable.
629. Tía.
También la Academia admite la azeuxis en envía?'; y la lógica pide que
se guarde en todos los compuestos y derivados de vía.
Véase el catálogo, núm. 468; y corresponden:
á viada, 1 azeuxis ;
á viaje, 459
á vTajo-as, 3
á vtal, 1
á viatico, 13
á avfar, 31
á aviada, 2
y 42 sinéresis;
y 2
(Jovellanos).
y 4 » de poetas modernos;
> y 1 » (Leiva, 373').
(Calderón, 4.°, 351', 361"). En el Diccionario no se ha-
lla; si no es derivado de aviar, no sé qué podi'á ser;
á ataviar, 19 azeuxis y 4 sinéresis, (tres son de Jovellanos);
á dosviar, 167 » y 4 » (dos de Cañizares);
á enviar, 1.383 » y 328 » (entre Oña, Lope (1), Rojas, Val-
, buena. Calderón, Salazar (A.), Hoz, Fernández de León, Candamo, Zamora,
Moratin (N.), Yaca, Samauiego, Triarte y Jovellanos, suman 258 sinéresis).
á enviada (sustantivo), 1 sinéresis; (Anón, XIV, 369).
á envión, 2 azeuxis y 1 » (Iríarte , 9).
á extraviar, 7 » y 1 » (Jovellanos, 32').
á obviar, 6 » y 3 » (Zamora, 466, 475— Vaca, 343').
Tal vez haya más ejemplos de obviar, pues tampoco yo caí al jDrincipio
en la cuenta de que es derivado de vía. Débese, pues, conjugar obvío-as, y
no óbvto-as.
El adjetivo trivial no entra en esta cuenta: al fin diré lo que hay.
Calderón, 3.« 114'
Sin poder restaurar
La viada, que los remos
Tenían impelida ya,
La chocaron.
Castellanos, 8'
Viérades desferir velas pendientes
Diciendo: ^Buen viaje, buen viaje».
Barbero, 608
Sin discrepar en un pelito
Hicisteis el viaje
Los caballos y vos y el carruaje...
Lucido en mis viajes be quedado...
Viajes han de ser y tijei'etas.
Arriaza, 74
Siempre llamé felices las tareas
Del que viaja el mundo, y no os asombre.
(1) Lope, Oña y Rojas son en este verbo algro incorrectos, especialmente los dos últimos. Si en des-
viar, viaje, extraviar, etc., ponen azeuxis ¿por qué han de hacer sinérests en solo eniií7r?Bien pudiera ocu-
rrir que no sean de Lope algunas de las licencias á él atribuidas.
- 3.^ —
ViUanueva, 600'
Cuando viajo por mar,
Rabio por saltar en tierra.
Góngora, 148
Estos árboles pues ve la mañana
Mentir florestas y emular viales.
Candamo, LVIII, 579
Ofrece este mismo pan
Viático al peregrino...
Y en viernes tomó tu pueblo
El viático en Egipto.
Castellanos, 101
Cuyo favor también fué descubierto
En avTallos para su viaje.
Calderón, 4.° 351'
Ha dispuesto
■La proa su aviada hacia la orilla.
Vélcz (Luis), 128
Os tengo de ataviar.
...Non sé qué tiene,
La mi señora, este traje,
Que atavíallo no puedo...
Mudarra, apuesto venís.
— Lo que pudo ataviar.
Alarcon, 65
Por tuyo le envió un retrato mió,
Que á don Diego envié para este efeto.
Cervantes, 605
Do un envión, con arto y con destroza,
Seis seguidillas lo encajó en la boca.
Morillo, 198"
Y Juno misma las guiaba luego
Por el menos común y desviado.
Sánchez (Miguel), 20"
Mo vino una malicia
Do que debías do ir á dosvinllo
— ¿Dcsvlalle, señor?
Camino, 727'
El error de un momento
Extravió tu brazo solamente.
Castellanos, 138
Y pareciéndole negocio justo
Obviar á los males venideros.
Calderón, 3.° 335
En fin, pues, por obviar,
Como he dicho, la amenaza
Del astro que á ti te sigue.
Nota. Nuestros poetas hacen siem-
pre diptongo en trivial (v. Polo, 182'-
Calderon, 3.° 70'), tal vez porque no
advirtieron la etimología de este vo-
cablo. Como quiera que ello sea, por
mi parte queda autorizado el dipton-
go, aunque sea contra la regla.
.630. Vi ana.
Valbuena, 197'
Por Viana á Sansueña va'dorccho.
Otras: Castellanos, 154, 285 cuatro.
631. vianda.
En 45 poetas, (Montesino— Lista \
109 azeuxis, 22 sinéresis; pero de és-
tas, 12 son de Calderón y 3 do A'aca.
Villegas E., 557"
A mi pues me permito
Comer de sus viandas
Noroña, 439
Las suaves viandas preparadas
Siguen gustando llenos <lo contento.
632. A' i a 11 lo.
Huerta, J, 295
Hijo do no])lo8 padres d(> Víante.
633. A'iar.
Veloz L., 159
Guadalquivir y Viar,
Esos caudalosos ríos.
- 335
634. Víara.
Anón, X, 448'
El dolor era crecido
Que Viara y Galve habían.
Id. 449 bis; y una sinéresis, ib.
635. vidriar.
Debe conjugarse vidrio-as, según, la
regla y el principio general (n.°465).
Véase el catálogo, n.° 468. Corres-
ponden:
á vidriar 14 az. y 3 sin.
á vidriera- o 63 » y 32 »
á, vidrioso 11 » y 3 »
á vitriolo 1 » y 1 »
De las sinéresis de vidriera, 6 son
de Tirso, y 12 de Calderón. Maravi-
lla es que Valbuena aquí no desafine,
y en cambio pite Tirso.
Quevedo, 173.
Calavera de espejuelo,
Vidriado de las tumbas.
Moreto, 267'
¿Qué miro? ¿no es Vidriera? (1)
— Y antes fino vidriado.
Cubillo, 181"
El principe vidriera.
— ¿Vidriera me llamaste?
Lope, 4.°, 135"
Este preso es vidriero.
Polo, 200,
Este vicio le tocó
En puerta de vidriero.
Barros, 238'
Ni bay mujer tan vidriosa
Como la mal confiada.
Valbuena, 2BG'
Por las ventanas da y por los postigos
Al vidrioso alcázar batería.
Maratin N., 54.
Y el vitriolo, azufre y vedegambre.
De la sarna molesta quitó el hambre.
636. viola.
Ya hemos dicho (núm. 232) que
este nombre, significando flor, es vio-
la] significando instrumento músico,
viola; y que nuestros poetas, fuera de
Herrera y Ribera (Luis), le hacen tó-
nico siempre en la o. Aunque esta
pronunciación la considero diástole
cuando el nombre tiene el primer
sentido, aquí es una prueba más de
la verdad de la regla presente. Véa-
se, pues, el catálogo (núm. 468) y es-
tos ejemplos:
Garcilaso, 31.
Convertida en viola
Llora su desventura.
Acevedo, 261'
El florido jacinto y la viola.
Hurtado L., 36'
Day-ca, mo9o, esa viola.
Cantaré miaos dolores...
Que yo, todo mi cuidado
Es en damas y viola.
637. víolo-as.
No recuerdo (pues tengo estos
apuntes confundidos con los de viola)
si hay más casos que los siguientes:
Lista, 833
Tal vez la amistad violan
Del insano amor las furias.
Y cuatro sinéresis de Toledo, Lobo
y Moratin (Nicolás), las cuales no de-
ben prevalecer contra la regla, ni
contra la autoridad de Lista.
(1) La única sinéresis de Moreto se halla en el titulo de su comedia El Licenciado Vidriera, el cual no
consta sin dicha contracción. Pero se ve que es licencia, porque al repetir el titulo al final de la come-
dia, evita la sinéresis poniendo la palabra Licenciado al ñn de un verso, y Vidriera al principio del si-
guiente, con azeuxis, como le usa otras siete veces en la misma comedia.
- .336 -
638. zurriar. | U.,201
Chirriaba la muchacha;
Quevedo, 197
Bajaba por la escalera
Zurriando daca v textos.
Y el séquito magancés
Zurriando como avispas,
Repicaban á coger.
Finalmente, son también pruebas de esta regla las díástoles BTobío, N7o-
be, PrYanio y etiope, de que ya hemos tratado en el libro tercero. Véase el
catálogo en el n." 4(58.
639. He concluido la discusión de esta regla y sus excepciones. En el
capítulo siguiente pondremos á la vista el poco valor de las numerosas li-
cencias que dejamos apuntadas. Que la regla era verdadera norma instintiva
de la pronunciación clásica de los siglos XYI y XVII, nadio |)U'>de ponerlo
en duda: ahí están los datos. Al fijar las excepciones he procedido con la
mejor intención y buena fe que cabe en un hombre amante de la verdad y
de la regularidad de nuestra lengua. No importa que la pronunciación vul-
gar hoy admita indebidamente muchas sinéresis: mi intención es restituir
al castellano la eufonía pura, regular y clásica, y para esto no hay más re-
medio que seguir las reglas que acabo de probar, aunque cueste el sacrificio
de reformar nuestra pronunciación irregular é inconsecuente. Los-que pro-
claman el uso vulgar corrompido como ley de la pronunciación, no saben lo
que se dicen. Si la lengua latina cayó de la pura elegancia que tuvo en tiem-
pos de Cicerón, César y Salustio, hasta aniquilarse y perderse en la edad
media, el uso vulgar tuvo la culpa de ello. Si en vez de seguir la corriente
corrompida y corruptora de la lengua latina, no se hubiera el uso alojado
de la pronunciación, Morfología y Sintaxis de Cicerón y César, aun hoy du-
raría el idioma del Lacio. Pues así nosotros, si no amoldamos nuestra i)ro-
nunciacion á la de nuestros clásicos, si no nos esforzamos en detener la co-
rriente corniptora, nuestra lengua desaparecerá como desaparecieron todas
las lenguas que por incuria y desaliño de los que las hablaban, cayeron de
su vigor nativo y clásico.
640.. Descartando los datos relativos á criar, Jlar y sus compuestos, y los
pertenecientes á las palabras en que permito la sinórosis, todavía puedo
asegurar que en la colección hay aproximadamente 7.000 azouxis contra
1.270 sinéresis, esto es, el 85 por 100 do azeuxis; y juntando los datos relati-
vos á afjuellos verbos, queda la regla demostrada con el 90 por 100 de los
casos, aun suponiendo que las sinéresis de estos verljos lleguen á 500. Y si
so tiene en cuenta que do las 1.770 sinéresis la mitad son de solos cinco poe-
tas incorrectos: Valbuona, Calderón, Rojas, Candamo y Jovellanos, so verá
cuánta mayor fuerza adijuieren las azeuxis.
La razón de la regla parece consistir en dos cosas: 1.*, en el principio do
las derivaciones (n.** 277\ y 2.", en que la / al principio de dicción carece dol
impulso necesario para iliptongarse con la a ó la o siguiente, lo cual parece
- 3^7 —
que procede del mecanismo de la voz. Esto además explica otras dos cosas:
1.*, el por qué son más frecuentes las sinéresis en los vocablos compuestos
que en los simples, y en los largos más que en los cortos; 2.*, el por qué esas
mismas combinaciones en medio de dicción simple son generalmente dip-
tongos, según veremos. Respecto de las palabras que comienzan con vocal,
comprendidas en la tercera parte de la regla, debemos decir lo mismo que
de las que comienzan por consonante: cuando á estas palabras precede otra
terminada en vocal, la sinalefa entre las dos es necesaria; de donde resulta
que la combinación iá, ió suena al oído como si estuviera al principio de
dicción. Esto indudablemente explica la naturalidad de la azeuxis, y aun su
persistencia en los casos en que estos vocablos van precedidos de dicción
acabada en consonante.
Artículo 4.°— Discusión de la eegla octava, n.° 339.
Para proceder con orden y claridad en esta nueva y mayor Babel orto-
lógica, divido este artículo en los cuatro párrafos siguientes:
§ 1.° — Combinación iá, con sus excepciones.
§ 2.° — Combinación ió
§ 3.°— Combinación ié
§ 4.°— Combinación ué
§ l.°— Combinación iá con sus excepciones.
641. La regla octava establece como ley general el diptongo en todos
los casos no comprendidos en las reglas precedentes. Mas no se crea que los
poetas han cumplido siempre esta ley. Hállanse en ellos muchos vocablos
con numerosas diéresis. Tales son:
En iabIe=insaciaUe.
En iado; algunos -pa,rticÍY>ios=calum7iiado, envidiado.
En ial= andurrial, Belial, cordial, celestial, curial, Escurial, filial, imperial,
jovial, marcial, memorial, manantial, genial, parcial, y algunos otros.
En tan=guardian, Iherian, Madian, rufián, Buvian.
En ian, iano, iana— asiriano, asturiano, Aureliano, Bactriana, calvariano,
Clariana, Cristaliana, cristiano, Caviano, Claudiano, Cipriano (éste casi siem-
pre), Curiano, Damián, Drangiano, Egeriano, Firmiano, Iloriano, Graciano,
Gorgiano, Galiana, Heracliano, liesperiano, italiano, Julián, Justiniano. Juve-
niano, Leriano, Marciano, Maximiliano, Meridiana (nombre propio), Moriana,
Nepociano, Nemesiano, Octaviano, Periana, Pauliniano, 8everiano, siciliano.
Suriano, Susiana, Tertuliano, Valeriano, vaquiano, y algunos más.
En lar = familiar, Guadal aviar, y algunos verbos como cambiar, odiar,
premiar, abreviar, agraviar, sitiar , saciar , fastidiar .
En ias, iat = eclesiástico, Viriato.
Yo, atendiendo á que la mayor parte de las diéresis se hallan en poetas
22
— a38 —
antiguos, como Castellanos, Herrera, Rufo y G-óngora; á que el uso (aun en
ellos) es muy vago y fluctüante; á que el uso moderno tiende á las contrac-
ciones, y á que no veo modo de formular regla que pueda probarse convin-
centemente, establezco como ley general el diptongo. Infinito me alegraría
que algún paciente ortólogo hiciese acerca de este asunto un estudio más
completo que el mío, y formulase (si es posible), algima regla ó excepción
razonablemente demostrada y aceptable.
642. Sin embargo, voy á demostrar las excepciones que puse en la regla.
A. — breviario.
El uso de Castilla guarda la azeuxis en esta palabra, y así se halla en
López de Ayala, 324'— Anón. X, 283— Hurtado (Luis), 13, 16" — Castellanos,
146— Lope, 4.°, 531" bis — Salas, 542. Con sinéresis, Cervantes, 605— Hidalgo
(Lucas), 316— Iríarte (T.), 26'— Barbero, 612'— Jérica, 719.
Don Adolfo de Castro, XLII, 571' imprime así este verso del P. Valentín
de Céspedes; Rezan ya por breviario. El Sr. Mesonero Romanos, XLIX,
147, le imprime asi: Rezan ya por el breviario ; y yo me sospec'no que este
señor, que era algo amigo de sinéresis, puso allí el artículo el , falseando la
verdadera lectura de dicho verso.
Para ejemplo de azeuxis basta el pareado vulgar:
Breviario, brcviarico,
Quod tu dici9, ego dico.
B. — Curíacios.
Sicilia admite en general la azeuxis en todas las palabras que, como
breviario^ Curiados, pierio, terminan en la combinación ta ó io átona. Tani-
l)ien yo la admito; poro como muchas de estas palabras van ya comprendi-
das en las reglas anteriores, creo innecesario formular regla especial para
ellas. Sin embargo, si al lector le parece conveniente hacerlo, por mi parte
bien está, y nada tongo que oponer, con tal que ha rogha se concrete á Lis
palabras que al fin tienen la combinación io: porque si la extendemos á las
que tienen ia, habría que admitir azeuxis en ciencia, y esto no puede ser.
Hecha esta obsei-vacion, digo quo do Curiados hallo tres azeuxis: Anón.,
X, 561— Cueva, X, 350 bis. Véase un ejemplo de Cueva:
Tres de un partf) mismo
Llamados los Curíacios
Do igual fuerza, edad y hrio.
C— Goliat.
Colías dijeron algimos; véanse Tirso, IX, 408' — Valdiviolso, 213 y Mo-
roto, 106. Goliat, con azeuxis, como se pronuncia por acá, y como debe ser
Castellanos, 5»)' Plojoda, 413', 4.33- Herrera (Hodrigo), 214— Calderón, 2.°,^
421 — Id., LVIII, cinco vecos — Moreto, 86', bis Hay ima sinéresis, Barbe-
ro, 6.3.3'.
Acuérdese su merced
Do Goliat el gigante. (Herr. Rodrigo).
— 339 -
D. — pipían.
Azeuxis: Moreto, 262'— Calderón, 1.", 277"— Coello, LIV, 5i5-Hoz, 199-
Zamora, 451. Véase el primer ejemplo:
¿No lo ves? Ven á la mesa:
Mira aqueste pipían.
E. —venial.
Con azeuxis le pronunciamos los castellanos viejos, y está autorizado por
los poetas; véase:
Az. Sin. Az. Sin. Az. Sin.
Anón. XXXV
Vegas
Góngora
Lope
Hojeda
Lejlesma
Avila
Alarcon
Suma y sigue. 12
Suma anterior. 12
Vélez(Liiis)
Quevedo
Rebolledo
Villaviciosa (S.)
Calderón
Enríquez
Suma y sigue. 22 4
Suma anterior. 22
Zarate
Rojas
Solis (Antonio)
Moreto
Calleja
Isla
Total.
28
Fíngete muy venial.
En los pecados de amor
Estos son los veníales.
(Lope, 1.0, 435').
(Avila, 552").
La autoridad de Alarcon y Vélez es grande en verdad; pero aun así es
mayor la de los otros juntos
643. Discusión de algunos verbos dudosos.
A, — agriarse.
No debe decirse se agria una cosa, sino se agria, está agriada con dip-
tongo. Un ejemplo hay dudoso en Gallego, 411'.
Ni la enojosa
Pasión de deprimir tu pecho agrie.
Mas creo que debe leerse sin sinalefa entre pecho y agrie, antes que de-
cir agrie. Aunque así no fuera, digo que no veo razón suficiente para con-
jugarle agrio-as, agriamos, etc.
B. — ansiar.
Confieso que el uso vulgar de hoy es decir ansio-as; pero yo no encuen-
tro en los poetas fundamento para sostener tal acentuación. Es verdad que
Fomer, 301, y Tapia, 684' le conjugan así:
Ansia por pasar á otro derecho. (Forner).
Y de la lid ansia
El pavoroso estruendo. (Tapia).
También es verdad que hay otros ejemplos en que puede leerse ansio
PAO -
con sinéresis del ¿o, ó dnsío: estos son los simientes: Meléndcz, 208' — Villa-
nueva, 597'— Marchena, 622— Quintana, 75 — Gallardo, 703". Pero nadie nos
da derecho para poner ahí una sinéresis que no consta ciertamente; al con-
trario, parece que debe leerse dusto, ya que así puede verle conjugado el
lector en Meléndez, 161', 169*, 262' bis, y otras seis veces — Noroña, 495 —
Barbero, 609'— Lista, 357', 358. Véase uno de éstos:
¿Sabes, hermosa Emilia,
Cuál es el bien que ansio,
Y cuyo ardiente voto
Los dioses me inspiraron?
(Lista: asonante en ao).
Mas no es esto solo. Valiéndonos del principio de que los diptongos son
correlativos en los verbos, como las azeuxis, digo que debe decirse dusio,
porque las consecuentes que tienen el acento en el aumento, se hallan siem-
pre con diptongo en los poetas. Vaya, pues, el catálogo:
Dipt.
3
Suma
Forner
anterior.
42
Sumí
Quintana
i anterior. 75
Vegas
3
14
Acevedo •
2
Jovellanos
2
Solis (D.)
1
Valdivielso
4
Xoroña
Lista
3
Tirso
1
Barbero
]^
Gallego
3
Montalban
1
Arjona (M.)
Tapia
5
Anón. XVI
1
Arríaza
Burgos
2
Samaniego
1
29
Maury
Reinoso
11
Pérez do C
amino 1
Meléndez
Suma
y sigue.
(Xo hay
Total. 104
Suma y sigue.
42
75
diéresis.)
Vegas, 468
Alcanzad á esta ansmda
Alraa la remisión de sus pecados.
Acevedo, 267
El doliente del pocho saca y tira
La ansiada voz al cielo penetrante.
Anón. X\a, 254
Se metió por la alameda
Para recoger el mirlo
Que ansiaba con tanta fuerza.
Lista, 282'
Y ansiando por ol último momento.
En vista do estos datos, caliíico de inconsecuentes á Forner y á Tapia.
Al verbo ansiar acompaña ol adjetivo ansioso, en que también liay dip-
tongo: las diéresis de ansioso son éstas: Herrera (Fem.), 294.— Castellano.s,
;m, 369'.
C— auxiliar.
Diéresis, dos: una de auxiliar (nombro), Góngora, 47(V: otra do ati.viliafi-
íc. Castellanos, ."{25. Y no hay más. En todos los poetas antiguos y modernos
os común y corriente ol diptongo. Por consiguiente, se conjugará auxilio-
341
as, y no auxilio-as, de lo cual no hay un solo caso. Los que hay son todos
de auxilio, auxilie, etc: véanse algunos ejemplos:
Belmente, 331"
¿No tiene
Celestial inteligencia,
Que le auxilia por instantes?
Quevedo, 528
Los corchetes de la villa
Las varas van levantando.
Gritando que al Calabrés
Auxilien contra los diablos.
Iglesias, 485'
Del cielo te sustente.
Te auxilie de ordinario.
D. — cariarse.
De caries. Tampoco hay fundamento alguno para decir se caria, ni para
cariado: por consiguiente, pronúnciese siempre con diptongo.
E. — conciliar.
No falta quien diga concilio- as; pero tal prosodia no tiene en los poetas
ni un solo caso en que apoyarse.
Tirso, 376''
Volviera á gozar las paces
Que los celos reconcilian.
Morete, 586
Quien reconcilia enemigos,
Torres sobre el viento labra.
Ribera (Luis), 285'
Pide se reconcilie con la enmienda.
Moratin (N.), 30'
Los ánimos de todos se concilla.
Rufo, 13'
Y cada cual, en fin, se reconcilia.
Pruebas indirectas son todos los casos de diptongo en conciliamos, con-
cilio, etc., de los que pudiera citar muchos. En cambio, no hallo más que
una diéresis, Castellanos, 289.
F. — espaciar.
También éste se conjuga ^s/><íc/o-«s. Ejemplos:
ArrTaza, 83'
Almo consuelo que entre el alto coro
De los dioses te espacias en el cielo.
Reinoso, 221
Se espacia en igual plano.
Do nada encuentra la engañada mano.
También hay varios de espaciar, todos con diptongo.
El adjetivo similar espacioso forma también diptongo, pero hay las si-
guientes diéresis: Herrera (Fern.), 272', 287', 294, 337'— Gróngora, 445', 465,
471', 472-Trillo, 50, 95.
G. — paliar.
Según Salva, puede decir palio y palio en el presente; pero yo no sé en
qué se funda para decir eso.
En Castellanos, 534, hay un ejemplo de/)«/i«r/pero en Moreto, XIV, 543,
otro contrario con diptongo. Y como creo que esto último es lo más correc-
to, digo que debe conjugarse pálio-as, paliamos, etc. Véase también Villa-
viciosa (J.), 572"
aá2 -
i/.— radiar.
Del presente de este verbo no tengo apuntado ningún ejemplo; pero el
uso vulgar hace diptongo en todas sus inflexiones. Yo digo también que esa
es su verdadera ortología; pero debo hacer constar que el participio radian-
te y el adjetivo radioso cuentan en los poetas con algunas diéresis. Siento
no tenor apuntados todos los casos de diptongo, pues ahora vendrían bien;
pero en general, las diéresis son anteriores ó posteriores al período clásico.
En éste también usan alguna vez la diéresis Tejada, Jáuregui, Valbuena,
Hojeda, Tirso, Alarcon y Quevedo, con algún otro. El total de diéresis por
mí anotadas, llega á 42: á pesar de ellas, debemos decir radiante y no ra-
diante; pues para ser lógicos, deberíamos conjugar el verbo así: radio-as,
lo que nadie admite ni usa.
De radioso con diéresis hay un caso: Solís (D), 255; pero este mismo le
usa después con diptongo, 263.
/.—rumiar.
No hay ejemplo de rumio-as: véanse dos de rúmio-as.
Cañizares, 509'
Si apriesamento se rumian,
Mente despacio se piensan (1).
Forner, 358.
Torpe baje
Hacia la tierra el rostro, y rumie el heno.
Ejemplos de rumiar liay varios, antiguos y modernos, todos con dip-
tongo.
/. — vaciar.
En Castilla la Vieja decimos vácio-as, vaciamos, siempre con diptongo,
y este uso es el clásico y general, como se verá por el catálogo:
vácio-as. vaciamos, vaciar. Suma anterior. 27
Arjona (J)
Oña
Góngora
Lope
Quevedo
ViUegas (E)
Anón., XVI
Calderón
Rojas
Calleja
Hoz
Cañizares
Moratin (N)
Vargas
Noroña
Reinoso
Timoneda
Barros
Fr. Luis
ílrcilla
Anón., X
Castellanos
Vegas
Morillo
Ofiíi
Lope
Martínez
Tárrega
Valbuena
Tirso
Quovodo
Los Figueroas
Anón., XVI
Calderón
Rojas
UUoa
Morete
Fomporosa
Zamora
Cañizares
Iglesias
Total
40
vaciar
Total.... 28 8uma.... 27
Total, ()8 pruebas del diptongo, contra 3 diéresis
Ribera (Luis), 287'
González dr»] ('astillo,
tomo XLII, prólogo pá-
gina, XXX.
Lista, 309'
(1) Sintaxis y coastruccion diHparatii'JaH.
— 343 —
Por esto, y aunque Salva dice que el uso de vacio ó vacio es vario, afir-
mo que el decir vacio-as, ó vacié, vació, etc., es incorrecto y gratuito, y
■debe corregirse.
Quevedo, 204'
Bestia de noria, que ciega
Con los arcaduces andas,
Y on vaciándolos, los llenas,
Y en llenándolos, los vacias.
Lope, 1.°, 392.
Y tropezando en las piedras.
Volvióse á un lado y vaciónos.
Id., 4.°, 54"
El gasto ordinario, al fin.
Vacia las arcas más llenas.
Villegas (E), 556'
Después habrá requiebros
Que su puchero vacien.
Moreto, 17'
Que no soy para vaciado.
Nota. — Del verbo afiliar, que, según Sicilia, debe conjugarse afilio-as,
no hallo ejemplo alguno. Es más: opino contra él que debe acentuarse en la
primera i , afilio-as. Lo mismo digo acerca de los verbos expatriar y repa-
triar, que deben conjugarse expatrió y repatrio, y no con el acento en la /'.
Véase el n.'' 184, regla 2.^ 5."
§ 2.°— Combinación ió.
644. De esta combinación hay que decir lo mismo que de la precedente
(n." 641). En los poetas hallo muchas veces con azeuxis los siguientes vo-
cablos:
'En ion —Áster ion, centurión, Cipion óScipion ó Escipion, Curion, Den-
cali on, Efestion, Endimion, folión, gavión, Gerion, Iperion, Melion, Melio-
na, Meridiojí, Merion, Paladión, Pandion, Peí ion. Per ion, Pigmalion, Fo-
lión, rebelión, Talasion, talion, y otros muclios griegos.
En ior = exterior, interior, inferior, superior, Mclqnior.
En ioso = curioso., estudioso, envidioso, espacioso, furioso, grandioso,
imperioso, ingenioso, insidioso, precioso, religioso, ocioso, odioso, victo-
rioso, y otros muchos, especialmente en Castellanos, Herrera y Góngora.
En iot = gaviota, paviota (á no ser derivada de Pavía, en cuyo caso debe
ser azeuxis), ca^idiota (de Cándia, véase n.° 217, 1), Iscariote.
Acerca de todos éstos yo no acierto á formular regla aceptable; por lo
cual los incluyo en la general.
Los adjetivos ocioso y odioso son excepciones de la regla 7.*; y los con-
sidero como excepciones, pues superan en mucho los diptongos á las diére-
sis. Una sola observación quiero hacer acerca del adjetivo glorioso.
El uso común ya desde algunos siglos observa en él el diptongo y no la
azeuxis. Sin embargo, debo hacer constar que durante el período anteclá-
sico casi iguala el número de diptongos al de azeuxis: hay poetas como Grar-
cilaso. Herrera, Silvestre y Montesino que siempre hacen azeuxis; otros,
como Hurtado (Luis), Hita y Laso siempre hacen diptongo; y otros muchos
varían en el uso. Desde Lope en adelante disminuye mucho el número de
- im —
azeiixis, y crece notablemente el de diptongos, desapareciendo aquéllas casi
por completo desde 1630 en adelante. En el período postclásico se hallan
algunas azeuxis en Forner, Feri'eras, Arjona (Manuel), Reinoso, Carvajal,
los Moratines y algún otro; pero son pocas y deben ser consideradas como
diéresis.
Conclusión: Por respeto á los poetas antiguos puede tolerarse la diéresis.
glorioso; mas por la gran autoridad del uso general desde Lope acá, debe
considerarse el diptongo como legalmente ortológico.
645. Excepción: íó detrás de muda y liquida o de rr.
Esta combinación es azeuxis, exceptuando los vocablos industrioso y
patriota, en que el uso común de todos los poetas hace diptongo.
Sin embargo, de industrioso hay una azeuxis en Quevedo, 547; otra en
Castellanos, 554', y otra en Iglesias, 479'. De patriota, una en Barbero, 580',
y otra en Quintana, 29'. Ahora discutamos las palabras en que debemos re-
conocer la azeuxis.
A. — amplioso.
Como su gemelo ampliar, debe tener azeuxis, aunque el único ejemplo
que de él hay (Cubillo, 85'') es de sinéresis.
B. — cabriola.
Sinéresis.
Tirso
Castro (G.")
Rujas
Villarroel
Forner
Jovellanos
.
Az.
Suma ard.
Tirso
19
Suma ant.
Calderón
33
Cairasco
1
3
1
Ofia
1
Vélez (Luis)
1
Polo
3
Lope
12
Quevedo
3
Zarate
1
Tárrega
1
Bolmonte
1
Cubillo
2
Villaviciosa
3
Solórzano
3
Nieto
1
Ledesma
1
Anón. XVI.
3
kiima
19
Suma
33
Total 41
Total
Las sinéresis son una verdadera desviación del uso clásico.
Fuerza, si en picar aprieta,
A danzar cabriola ó zapateta.
(Villaviciosa, 587').
Guárdese también la azeuxis en el verbo derivado cabriolar.
C. — Carrion.
So]>úlvcda
Anón. X
Castellanos
Góngora
Suma
Az. Sin.
ó 3
17 4
26
Suma fí7if. 2()
Val bu en a
Alarcóu
Quevedo
Anón XVI
90 8
Suma ant. 30
Enriquez 2
Zarate 1
Rojas
Diamanto »
Jovellanos »
Total 33
1
13
Que noble conozco yo
Infante do Carrion,
Bravo sólo con mujeres
(.Alarcon, 42'.)").
- 345
£>.— gorr
ion.
Az.
Sin.
Suma ant.
Grajales
14
2
Sitma ant.
Nieto
21
4
Anón. LVni
1
»
1
.
»
1
Góngora
2
i
Tirso
=
1
Iglesias
»
1
Huerta (J)
1
»
Quevedo
1
-
Samaniego
»
3
Lope
10
^
Salinas (Juan)
4
1
Iriarte (T)
1
^
Argensola (B)
»
2
Rojas
Suma
1
*
Yillanueva
Total
1
y
Suma
14
2
21
4
23
9
Pico de goi
Tíon son las ore^
as
(Quevedo, 291')
E.— moTTÍon.
Az.
Sin.
Suma ant.
Ribera (Luis)
42
1
Suma ant.
Moratin (N)
56
6
Ercilla
2
^
1
^
1
3
Anón, X
1
»
Valbuena
^
1
Iglesias
■>
2
Rufo
.
1
Acevedo
1
„
Samaniego
í
1
Virués
3
Valdivielso
2
„
Iriarte (T)
»
1
Castellanos
16
Herrera (J)
1
>
Forner
1
^
Arjona (J)
3
Anón XVI
3
1
Jovellanos
-
2
Morillo
1
Cubillo
1
»
Carvajal
1
»
Oña
5
Morete
2
*
Villanueva
1
»
Góngora
2
Isla
1
2
Barbero
1
»
Lope
9
Nieto
2
1
Marcos
'"
1
Suma
42
Suma
56 6
Total
61
Puede agregarse Hermosilla: 23 azenxis, 2 sinéresis.
(Lope, 3." 14').
El sol mira
En cada morrión un sol mentira
IB
i^.— Otros vocablos.
Alectrtoít.—Yaca, 313'.
C«s/r foto.— Esquiladle, 333' bis, 334'.— Monroy, 84'.
cipriota.— 'Ercilla, 121.— Eufo, &4, 114'. -Góngora, 475'.— Meléndez, 100".
/í'rnow.— Montalban, 517'. Con sinéresis. Hurtado (Ant.°), 459".
Uirrton (torreón).— Sepúlveda, XVI, 159', 160. Con sinéresis. Zapata,
tina vez.
verriondo.— QyxeYediO, 296'.
§ 3.° — Combinación ié.
646. Observación general acerca de las combinaciones ¡é, ué.
Cuando estas combinaciones corresponden en su origen á una sola vocal,
son siempre diptongos en nuestros poetas; t. gr. en bien, bueno, de bene j
bontis. Las diéresis de esta especie son muy raras; véase este v-erso de Que-
vedo, 304:
Huésped, fué Hierbas, fué collado.
- Mj —
Y las ridiculas diéresis ruego y sueño de Jovellanos (37' 58')- Las palabras
primitivas de éstas son hospes, herba, rogar, somniis.
Cuando son derivadas de otra azeuxis castellana, también son azeuxis,
según el principio general (ndm. 277), v. gr., en envíe', gradué, iliense, in-
fluencia, de enviar, graduar, Ilion, influir.
Pero cuando en el origen latino, hebreo ó griego existe la misma com-
binación, ó interposición de consonante, es frecuente en castellano la diso-
lución de las mismas vocales. Siu embargo, es de notar que en este punto
concreto, el uso común fué cambiando poco á poco, é inclinándose cada vez
más al diptongo. Por esto, y ateniéndome al estado actual de la lengua, no
vacilo en formular la siguiente
Regla: Las combinaciones ¡é, ué, no procedentes de aseuxis castellana,
son siempre diptongos.
647. Palabras que deben exceptuarse.
Son las siguientes: cliente, LTeo, PXeres, Pieria, Pierio, Piérides, riel
(en alemán raigel) y el verbo rielar (rielo, rielas, etc.; del latino rutilare) ,
Tiestes, Viena.
^.—cliente.
Argensola (L.), 288'— Argensola (B.), 345 -Be jar, 503— Moratin (N.), lOi'
Barbero, 6'34'— Cienfuegos, 15— Arjona (M.)519, 522, 511'— Total, 9 azeuxis.
No hay sinéresis.
No huyera on la vejez á ser cliente
Do un griego rey. (•A.rg. B.).
B.—Jjieo.
En 26 poetas (Cueva-Gallego), 58 azeuxis: no hay sinéresis.
La rosa de Cupido.
Juntemos á Líeo. (Villegas E. 557).
C— Píeres... Piérides.
De Píeres {= Piérides) hay un solo ejemplo: Valbuena, 318.
De Pierio, Pieria, ocho azeuxis: Herrera, 298, 299=Villaviciosa (J.),
614=P. Céspedes, 146=Arguijo, 40.3'-Salazar y Torres, 229— Moratin (N.),
36'— Lista, 291. Sinéresis, dos: Jovellanos y Arjona (^lanuel).
Salve, bella Occitania: uh tu (juerida
Mansión de las Pierias. (Lista).
Piérides. En 14 poetas (Garcilaso-Barbero), 21 azeuxis, y 3 sinéresis en
Vaca.
Digamos, pues Piérides: Un dia, etc. (Fr. Luis, 23).
Z).-Riel.
Herrera (Forn.), 2Í)2'— Val buena, -206' 212': véase este último:
(son) Sus dulces labios de coral riólos.
347 —
E. — Rielo-as.
Un solo ejemplo hay: Herrera (Fem.), 267.
Si en el silencio osciiio de la noche
Riela por el cielo alguna lumbre.
Espronceda también le emplea dos veces, ambas con azeuxis. Con dip-
tongo átono, Lista, 320'.
-F.— Tiestes.
Así como en el luto de Tiestes,
Retira las demás luces celestes.
Otras dos: Castellanos, 237' — Noroña, 441.
G, — Yíena.
Así se pronunció siempre en el siglo de oro.
(Ulloa, 479')
Az. Sin.
Castillejo . .
Ercilla
Eufo
Castellanos
Suma. . . .
S. anterior.. 5
Lope 2
Anón XYI, 2
Caldero Q. . . 8
Rojas 18
Suma.
35
S. anterior. 35 3
Iriarte (T.) » 3
Moratin (N) 1
G-allego » 1
Agora se resiente
De aquella retirada de Viena.
Totales . 36 7
(Rufo, 57).
648. Discusión de otras palabras.
«/z>r.— Aunque Virués le usa con azeuxis, no veo razón para excep-
tuarle.
Andalien. — Lo mismo digo de este nombre usado con azeuxis por Er-
cilla.
arriero. — De arria (= recua), de arre. Todos los poetas anteriores á
Alarcon usaron esta palabra con azeuxis. Desde Alarcon á Moreto, el uso
es vario: desde Moreto en adelante es general el diptongo: Únicamente Sa-
las emplea la azeuxis. Por esta razón, creo que esta palabra debe seguir la
regla general; pero entre las diéresis que pueden fácilmente permitirse, una
es la de arriero.
Ateniense, Curieno, Labieno, Galieno, Damieta, Diego, Dar i en, Siena,
Viedma, Montiel, Gudiel, y hii^na se hallan alguna vez con azeuxis, espe-
cialmente en los poetas del siglo XVI. Esto no basta para exceptuarlos de
la regla; (véase también el núm. 519, C.)
Viendo, Vieque, y Rieros, se hallan en Castellanos. Mientras no haya
otras razones, no las exceptúo.
Mariene se encuentra diversamente usada en Calderón, tomo I, (490 y
siguientes); tampoco merece la excepción.
- PAS -
Mnñcl hallo en Cienfuegos; Uñcl en Jovellanos y Lista; si no hay otras
razones, las tendré por diéresis.
Los hebreos Esequicl, Daniel, Camal id y Gabriel se hallan no pocas ve-
ces con azeuxis en los antiguos poetas. Mas como el uso general en estos
nombres es el diptongo, le considero legal; aunque bien mirada la cosa, de-
biera ser legal la azeuxis , por ser compuestos en su idioma original.
Zapardiel se lee en Cervantes, 606; pero el uso general le hace diptongo.
Oriente dijeron siempre Herrera (Fernando) y Montesino; los demás le
usan con diptongo.
649. fiel.
En \dii\njtdelis, naturalmente pide la azeuxis, como sus afines y7<7r, con-
ftansa, etc.
Los poetas del siglo XVI la usan generalmente, á excepción de Castillo-
jo, Fr. Luis, y Sánchez (Miguel), en que es común el diptongo. Lope, Hoje-
da, Alarcon, Rojas, Enríquez y algún otro, usan casi tant/is diptongos como
azeuxis. Los demás, á partir de Huerta (Jerónimo), comunmente le hacen
diptongo, hasta el día de hoy. Por esto no puede dudarse de la legalidad de
este diptongo, aunque no debiera haberse cambiado el uso de los antiguos
poetas que le pronunciaban con azeuxis, como Castellanos, Góngora, Rufo,
Montesino y otros.
Ejemplo de azeuxis:
Y tíanclo fíelos de inííclcs
Entraron en los débiles bajeles. (Castellanos, 190).
ídem de diptongo:
Tu fiel lengua siendo el fiel
De la una y otra balanza. (Turia, 224')
Heto sido fiel en todo
• Y en todo me has sido infiel. (Anón., XVI, 453').
650. (juieto.
Y sus derivados inquieto, inquietar, aquietar, qui'^tar: del latino quietus.
Algunos poetas del sigh) XVI, no todos, usan siempre estos vocablos con
azeuxis; véanse Garcilaso, Castillejo, Herrera y Castellanos. Lope los em-
plea promiscuamente, según le conviene. Pero en general el uso del di])toii-
go en quieto es mucho más frecuente que el do fiel\ por consiguiente, no hay
para qué detenernos en demostrar el diptongo.
Ejemplo do azeuxis:
Los i)cchos inquYotos, mas las manos
Quietas con temores del castigo. (Castellanos, 510*).
ídem de diptongo:
Tu amigo Hoy, no te turbes:
El pocho inquieto sosiega.
- íM9
§ 4-° — Combinación ué.
651. Presupuesto lo que dijimos en el n.° Q>\<o, discutamos ahora las
palabras que deljen exceptuarse de la regla, y son las siguientes:
Früela, genüense, Josué, Süeci'a y su derivado sueco, Süevía y su de-
rivado suevo, Sües y süeces, ueste y su compuesto norueste.
A. — Früela.
A lo que creo, es igual que Froila, y tal vez derivado del fruí latino,
com.0 frzíto. Por todos conceptos debe tener azeuxis, y con ella le usan todos
nuestros poetas: García, Anón., X, Lope (cuatro), Tárrega (treinta y seis),
Valbuena (cinco), Quevedo , Quintana (dos) , y Grallego . Total, 51 azeuxis,
contra una sinéresis de Valbuena.
Mi don Früela, ¿qué has heclio?
Don Früela, ¿no te vas? (Tárrega, 64').
Le prometieron Teudis y Früela. (Quintana, 65').
B. — genüense.
Derivado de Gemía (=Grénova), se halla con azeuxis en Lista, 381':
Un tomo
Del triste Genüense destroncado.
y correctamente, si se compara con los derivados de otros nombres, ó adje-
tivos latinos en tts, um, uus, ua, etc.
C. — Josué.
Con azeuxis: Rufo, Yaldivielso, (dos), Lope (seis), Hojeda (dos), Ledes-
ma, Quevedo (dos), Alarcon, Calderón (tres), y Moratin (Nicolás). Total, 19
azeuxis contra 15 sinéresis de Sepúlveda (dos). Romanceros anónimos (tres),
Boíl, Alarcon y Calderón (ocho). Ya sabemos que Calderón es muy incon-
secuente.
El gran Cortés fué Josué católico.
Josué, que á tus congojas
Paras el Sol de justicia.
(Lope, LVni, 149')
(Yaldivielso, ib., 214.)
D. Süecia, sueco.
Mirademescua, 64'
Yo me he de fingir al punto
Un embajador que vengo
De Süecia: tú has de seí*...
Hurtado A., 446.
Los carga
Tanta sajona y sueca
Tempestad, que se retiran.
Otras azeuxis: Lope, 2.", 269" — Valbuena, 145' — Matos, 335' — Cubi-
llo, 157'— Moreto, LVIII, 553 -Morales (Alonso), XVI, 250— Quintana, 78
Total, 10 azeuxis contra 3 sinéresis de Hurtado y Ercilla.
— 350
E. — Süevia, suevo.
Calderón, 2.« 102'
En Süevia no se guarda.
Esquiladle, 329'
Lorena de suevos y cantones.
Otras: Valbuena (If/'^s^— Argén sola L., 2W'— Vélez (Luis), 16.S— Esquila-
che (cuatro)— Calderón (onccJ—Ar']ona M., 512. Total, 22 azeuxis y B.siné-
resis de Valbuena, Calderón, Samaniego, Jovellanos y Tapia.
F. — Suez, süeces.
Iñarte T., 10'
Ni he podido saber yo
Si la mona se embarcó,
O si rodeó tal vez
Por el istmo de Suez.
Castellanos, 501
Dejamos de decir en sus lugares
Cómo también etiopes sííoces
Allí se rebelaron por dos veces.
G. — ueste y norueste.
Dos ejemplos hay de norueste en Castellanos, 109, 508.
652. No creo que deban exceptuarse más palabras. En los poetas se ha-
llan alguna vez con azeuxis Aranjues, Asnero, asueto, cantueso, mansue-
to, Teruel.
Manuel, Emanuel Samuel , compuestos hebraicos que deberían tener
azeuxis, según la regla o."', se hallan también frecuentemente con azeuxis;
poro por ser nombres exóticos y do composición jioco asequible al vulgo,
creo que en ellos debe ser legal el diptongo.
La voz minu<^, cuyo origen próximo es francés, aunque primitivamente
parece derivarse del inusitado minüir, tampoco (á mi juicio) del)e olrecer
dificultad para el diptongo. Sin embargo. Nieto, 586, le usó con azeuxis.
Pero hay una palabra que necesita discusión detallada, y voy á liacerhi.
653. juez.
Del laimo jiulex, probablemente se pronunciaría /mí'^; como ello sea, digo
que naturalmente pedía ser azeuxis. Atóase el catálogo adjunto (aunque algo
incompleto) hasta el año 1700. Desde esta fecha apenas se halla una azeuxis.
Al expirar el período clásico estaba ya dado el impulso hacia el diptongo,
por culpa de los romanceros, los Argensolas, Villaviciosa, Tirso y (Jueve-
do, y ha venido indebidamente á prevalecer. No digo que hoy debamos ex-
ceptuar este vocablo de la regla general; pero debo notar que no es verdad
que los poetas se deleitasen en disolver el diptongo de juez, como afirma
la Academia: á la vista está que la azeuxis era lo general y corriente, y el
diptongo verdadera licencia.
Ejemplo de azeuxis:
Perdición do juez, do jüoz mana. (Castellanos, 380).
ídem do diptongo:
Padre y juez en un estrado.
Tal voz fué juez, padre no.
¿Qué mucho, pues, si él faltó
A sor padre por sor juoz,
Siendo juez y hijo esta vez
Que falte á ser hijo yo? (rjiMoron, H." '2<^?^').
Azeuxis y diptongos de juez.
Az.
Dipi.
Suma anterior.
Az.
Dipt.
Suma anterior.
Az.
Dipt.
Montesino
9
^
216
36
531
198
PadiUa (Fr. J)
»
2
Castillejo
9
1
Lope
103
23
Godínez
1
3
Oviedo
1
»
Huerta (J)
3
6
Corral
»
1
García
1
»
López de Ubeda
»
2
Villegas (J.)
2
»
Anón. LYUI
2
1
Tárrega
11
6
Fr, Gaspar
2
:»
Mendoza
8
>
Carrillo
2
»
Moreno
3
2
Pedraza
1
5>
Hojeda
10
»
Rebolledo
»
4
Salceda
»
1
Boíl
2
»
Montalban
>.
24
Hurtado (L)
12
1
Ribera (L.)
3
1
Trillo
3
»
Barros
6
>
Aguilar
1
2
Hurtado (A.)
1
>
Silvestre
6
»
Los Argensolas
»
15
Anón. XVI
8
21
Fr. Luis
8
1
Valbuena
4
í
Calderón 2.°
5
48
Sepúlveda
1
»
Ledesma
16
»
Cáncer
1
»
Ercilla
2
5
Villaviciosa (J)
«
7
Coello
2
5
Anón. X
8
11
Grajales
6
»
Polo
5
1
Rufo
7
2
Mejía
»
1
Matos
2
2
Virués
3
3
Turia
1
»
Enrique z
11
1
Cueva '
9
3
Medrano
1
»
Zarate
4
7
Rodríguez
2
1
Claramonte
1
»
Monteser
1
1
Laso
1
1
Tirso (a)
3
50
Rojas
7
38
Ubeda (el Lie.)
3
»
Castro (G.)
12
»
Solís (A).
í
1
Figueroa, Franc.°
1
»
Salustrio
1
3
Cubillo
1
»
Castellanos
86
»
Jáuregui
1
1
Meneses
»
1
Aldana (C)
2
»
Avila
3
»
Leiva
»
7
Vegas
6
1
Alarcon
23
3
Moreto
8
35
Arjona (J)
2
>
Miraderuescua
8
1
Diamante
2
6
Sánchez (M.)
1
»
Vélez (L.)
3
6
Calleja
»
1
Cairasco
6
1
Tasis
2
»
Salazar (A,)
1
1
Cervantes
1
»
Herrera (J.)
1
»
Hoz
»
14
Fr. Arcángel
»
1
Herrero
»
1
Candamo
»
7
Artieda
2
>
Que ved o
4
23
Fernández de Leor
»
1
Herrera (C)
4
>
Barbadillo
»
2
Góngora
8
»
Belmonte
>
6
Total
fi02
430
Stima y sigue. .
216 36
Suma y sigue. .
. 531
198
(a) El número de diptongos en Tirso es solamente aproximado, pues no conté con
exactitud.
CAPITULO Yl
Valor de las licencias.
654. Más de una vez he prometido tratar de esto, y voy á cumplirlo.
Ya, gracias á Dios, están formuladas y probadas con el 90 por 100 de los
casos las reglas de la Ortología silábica, las cuales podrán no ser aceptadas;
pero son la expresión fiel y exacta del instinto eufónico que guió á nuestros
poetas del siglo de oro.
Mas como alguno pudiera todavía tener dificultad en admitirlas, quiero
¡presentar aquí un resumen general cronológico, relativo á las reglas 6.*
y 7.* (núm. 337 y 338), para que de una vez veamos la marcha ortológica de
nuestra lengua, y quiénes son los buenos y quiénes los malos ortólogos.
Buen ortólogo es el que usa de la misina manera todas las palabras que
caen bajo una misma regla ó razón ortológica: pues la razón pide, v. gi'., que
si el verbo Jtar tiene azeuxis, la tengan también todos sus compuestos, y no
se haga lo que hizo Eojas. Y mal ortólogo es el que quebranta frecuente-
mente las reglas; lo cual hemos atribuido á varias causas, especialmente al
mal oído y á la ignorancia (núm. 137).
655. Voy, pues, á poner el catálogo de las azeuxis y sinéresis que cada
jioeta tiene en las reglas 6.^ y 7.*, advirtiendo dos cosas:
1.^ Que en este catálogo no van comprendidos los datos pertenecientes
á las palabras exceptuadas, como es natural.
2.* Que en la primera columna faltan también los datos de crñeJ, y en
la segunda los de criar, /lar y sus compuestos; porque los tengo muy in-
completos.
23
Regla 6.» Regla 7." Regla 6.'' Regla 7.*
Periodo anteclásico. — - Período anteclásico. — —
Az. Si». Az. S¡):. Az. Sin. Az. Sin.
, Villasandino
Lope de A y ala
Lando
Mena
Badajoz
Manrique
Soria
Cota
Montesino
Bregondo
Xaharro
Proaza
Gil Vicente
Encina
Villalobos
Altamira
Padilla (Fr. Juan)
Albio
Castillejo
Boscan
Garcilaso
Muñoz
Villatoro
Oviedo (Gonzalo)
Acuña
Timoneda
Cetina
Baptista
García
Anón., LVIII
Escobar (Fr. Luis)
Mendoza
Pedraza
Rueda
Miranda
Traspinedo
H. de Velasco
Hurtado (Luis)
Fuentes (Alonso)
Mallara
Bermúdez
Pérez--(Luis)
Castilla
Santa Teresa
Barros (a)
Zapata
Contreras
Llana (Diego)
Suma y signe. . . .
2
t>
9
»
Suma anterior. . .
175
13
1
300
23
1
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»
1
1
»
»
2
T.
Aldana F.
1
s
■»
V
»
»
i 1
»
Silvestre
5
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1
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Ortiz
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1
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>
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1
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>
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1
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» í
1
»
»
»
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29
S
'. Sepúlveda
»
» 67
! *
»
1
»
Córdoba
1
» >
•j
»
4
»
Salazar (Eugenio)
2
1
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»
2
»
Ercilla
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3
112
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»
»
J>
Herrera
76
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55
s
X
2
1
Anón., X.
44
2
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17
»
»
í
»
Padilla (Pedro)
1
1 3
1
»
>
»
Torre (el Br.)
1
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1
1
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»
2
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Cabero
1
>
34
1
65
1
Guzmán (Fr. D.)
.
1
1
]
»
» ,
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3
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1.3
2
2-3
»
Céspedes P.
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3
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»
3
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Gálvez
3
>
>
»
1
»
S. Juan de la Cnr,:
1
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1
»
»
»
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»
T>
1
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12
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2
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2
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2
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7
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.
2
1
»
8
1
Barahona
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1
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2
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2
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8
16
1
4
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2
»
Figueroa F.
2
»
>
»
21
6
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2
Castellanos
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2
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1
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2
1
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10
1
,
>
1
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3
V
»
4>
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3
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2
1
7)
>
1
Cortés
1
2
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2
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»
Pagan (d)
2
'.
4
.3
»
»
7,
Espinel
.
.5
►
4
,
1
7
Ca i rasco
84
8
18
>
>
7>
1
1
Corvantes
33
1¡
39
.
1
o
Morillo
Artieda
1
!W
2
^—
IT.T
13
3()0
23
Sunia // sii/nr. . . .
un
61
2038
87
(a) Las siete licencias de Barros son todas do demasiado.
(b) Como la edición do Fr. Luis está muy mal lieclia, fácil es que no sean auténti-
cas todas las licencias.
íc) Poeta incorrecto en la regla 6.*, y correcto en la 7.*
(d) Las cuatro sinéresis son do Sion.
1
Regla
6.*
Regla
y.--^
I
Regia
6.-'^
Regla
7.*
Período anteclásico.
—
—
Período clásico. >
—
1
—
Az.
Sin.
Az.
iSirt :
i
i
Az.
Sin.
1
Az.
Sin.
Suma anterior. . .
lili
61.
2033
87 i
Suma anterior. . .
611
21
951
52
Argote
»
»
1
»
Ribera (Luis) j
18
4:
17
:»
Heredia
»
»
1
>
Aguilar
2
» i
7
1
Oña (a)
20
4
29
47 i
Tejada
>
1
3
1
Hita
4
»
12
1 :
Urrea
>
>
1
>
Herrera (Cristóbal)
9
> !
1
*
Ezquerra
,
>•>
2
»
Gónerora í
loy
3
110
6 i
Argensola B. (d)
42
2
30
7
1
F. de Castro
3
»
,
»
Total
1253
68
2192
140
Avellaneda
>
,
,
2
1
-^1-
»
■^—
..—
Valbuena fe)
61
18
216
71
Acevedo (fj
42
2
33
6
Período clásico.
Ledesma
10
,
11
1
Villaviciosa J.
7
3
16
5
Lope (b)
479
12
821
36
Arguijo
8
1
12
1
Anón., XLII
1
>
9
4 '
Fr, Jerónimo
1
>
1
>
Huerta (J.)
15
4
13
1
Grajales
24
»
11
»
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>
1
>
>
Mejia
^
1
2
1
Berrio
2
>
>
* i
Turia
5
>
3
»
Caso
1
>
>
»
Valdivielso (g)
56
13
4.5
23
Cepeda
>
,
1
>
Medrano
5
»
4
3
Frías
>
1
>
7>
Soria Galvarro
»
>
1
>
Gil Polo
2
>
»
»
Claramonte
4
2
23
1
Guzman Fr.
>
,
1
).
Tirso
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14
267
19
Horozco
1
:^
»
>
Bonilla
5
»
15
>
Leca
»
»
2
»
Céspedes (Gonzalo)
>
>
3
»
Martínez
»
,
3
»
Céspedes (S)
1
»
!.
>
Mesa (Cristóbal)
t
»
1
»
Castro (Guillen)
20
1
51
1
Morales J.
4
»
4
>
Salustrio
3
1
5
»
Ponce
1
í
1
.
Segura
>
»
1
,
El C. de Salinas
1
>
>
Jáuregui
10
>
10
1
El Licenciado Soto
1
»
1
»
Avila
6
>
6
>
López de Ubeda
2
>
»
1
Quiroga
1
>
»
>
Argensola L.
7
>
9
3
Alarcon
64
3
213
3
Tárrega
4
1
10
2
Basto
>
»
2
»
Caro (Rodrigo)
»
>
1
»
Mescua
15
2
18
6
Carrillo
»
1
»
>
Enciso
2
>
5
>
Süarez de Figueroa
3
>
»
»
, Vélez (Luis)
7
»
55
4
Hidalgo (Juan)
>
»
4
1
i Tasis
3
»
4
»
Hojeda
83
»
57
1
Herrera (Jacinto)
4
»
>
>
Boil
1
1
10
7,
Herrera (Rodrigo)
2
»
1
>
D.* Cristobalina
1
j.
3
»
Fr. Hortensio
>
.
2
>
Setanti (c)
2
'
»
3
Quevedo
74
11
120
17
Sttma y signe.. . .
Gil
21
951
52
1 Suma y sigue. . . .
1225
99
2167
226
21 sinéresis son de enviar. En esto Lope es algo inconsecuente, contra lo que
(a) Inconsecuencia detestable: guarda la azeuxis en todos los derivados de vía, me-
nos en enviar, del cual tiene 42 sinéresis.
(b)
suele.
(c)
(d)
(e)
Las sinéresis de éste son de demasiado.
También los Argensolas son algo incorrectos en la regla 7.^
Añádanse las 80 sinéresis de crtlel, y otras de criar y fiar. Sin embargo, 20 de las
71 sinéresis son de un solo vocablo: brioso.
(í) Como se ve, también Valdivielso es incorrecto, y en muchos vocablos.
(g) 4 sinéresis son de rociar. Acevedo suele ser muy correcto.
Regla
6.'»
Regla
7.»
Regla
6.*
Regla
7.*
Período clásico.
—
—
Período clásico.
—
—
Az.
Si».
Az.
Sin.
Az.
Sin.
Az.
Sin.
Suma anterior. . .
1225
99
2167
■ 1
226 '
Simia anterior. . .
1775
261
3791
559
Barbad i lio
5
2
1
Rojas (e)
85
7
139
90
Belmonte
5
>
17
Olmo
2
>
1
>
Callocerrada
8
5
34
Villaizan
7
1
4
1
Godínez
3
.
1
Salinas (Manuel)
.
1
1
1
Pinto
>
1
Porras
1
>
>
>
Corral
>
2
N. Montañés
>
>
2
>
Villegas (Juan)
»
6
Gamarra
>
>
1
>
Prado (Fr. Ad.)
>
1
Ulloa
2
»
1
>
Fr. Gaspar
>
1
Solis (Antonio)
13
1
30
5
Salinas (Juan)
1
1
1
Cubillo
17
1
20
0
Moreno
3
3
Meneses
1
1
3
5
Rebolledo
>
32
Leiva
3
5
9
6
Villegas E. (a)
21
7
12
Vélez (Juan)
»
>
1
»
Montalban
20
1
21
4 i
Cuéllar
6
2
1
.
Solórzano
3
2
56
4 ;
Moreto
66
11
188
10
Soto de Rojas
3
>
3
>
Esquilache
8
2
10
1
Total
1978
291
4192
683
Rioja
14
5
»
■^—
^—
i^—
— ^
Colodroro
1
,
>
»
Felipe IV
>
>
1
»
Período postclásico.
Trillo
34
2
31
»
P. Céspedes (b)
3
2
8
>
Anón. XLIX
15
1
4
Lópex de Zarate
.
4
»
Farfan
»
»
2
Caro (D.» Ana)
4
4
Quirós (Fr. Pedro)
1
»
»
Los Figucroas
3
7
2
Diamante
35
14
5
Villaviciosa (S.)
1
8
1
^lonroy
7
22
1
Zayas
.
2
>
Santos
1
.
«
Gómez Tejada
4
2
»
Calleja
4
5
1
Hurtado A. (c)
r>
G
9
9
Fomporosa
4
14
4
2
Anón. XVI
61
10
173
14
Estrella
1
<
>
Calderón (d)
201
109
993
272
Solazar (Agustín)
9
15
6
Anón. XIV
>
1
1
1
Hoz
3
3
.T
Zavalota
1
3
>
Fernández de León
1
1
H
Cáncer
8
20
2
Sáncbez (Vicente)
>
c
1
Coello
8
28
>
Sor Juana
1
*
4
1
Estebanillo
1
2
>
Vera Tasis
2
3
2
.
Polo
14
16
1
Candamo (í)
12
17
15
5H
Matos
13
5
13
f; í
Dionisio
1
5
>
Enríquez
24
26
1
Fuego
1
^ 1
1
Zárats
5
60
3
Fuentes (Juan)
.
.1
»
Montesor
1
»
3 1
Fuentes (Podro)
>
2
»
Suma y sigue. . . .
177.T
261
3791
5.59 1
Siiwa y siiinc. . .
98
95
95
(a) Las 7 son de suave en un mismo verso roj)otido siete voces. Por lo demás, Ville-
gas es un ortólogo do primera clase.
(b) Las dos sinéresis son do majentüono y Romualdo. Fuera do estas dos poquoñaa
faltas, el P. Céspedes íigura en primera fila en todas las reglas.
(c) Liconcifiso ortólogo, como los números <lcclaran.
(d) Solo él tiene tantas sinéresis como todo los poetas anteriores, á contar desde
Lope. Kn la regla 3." es también muy disparatado.
(e) Rojas sólo es correcto en la regla (í." y en la 1.": en la S.**, 4.** y 7.** es muy in-
correcto é inconsecuente. De las 90 sinéresis, 68 son del verbo enriar; pero á esto pudié-
ramos aña<lir 70 ó más que tiene do criar y los compuestos do fiar.
(f ) 45 do las 58 son do Adriano. Asi y todo, Candamo es uno de los peores ortólogos.
Período postclásico.
Regla 6.* | Regla 7.«
Az. Sin. 1 Az. Sin.
Período
de restauración.
Suma anterior..
Francisco
López J. A.
López (J. José)
López (Miguel)
Morales (Alonso)
Castro J. J.
Toledo
Lobo
Ceo ^
Zamora
PitiUas
Cañizares
Villarrocl
Montiano
Luzan
Irlarte (Juan)
Isla
Verduo;o
Velázquez
Nieto
Porcel
Trigueros
Cruz (Ramón
Moratin (Nicolás)
Cadalso
Fr. Diego
Huerta (Vicente)
Iglesias
Avala
Hore
Rejón
Vaca
Samaniego
Iriarte (Tomás)
Jovellanos (a)
98
2
>
4
2
6
1
11
21
1
1
34
3
6
12
13
21
4
5
11
95 95
16
1
24
5
1
2
3
5
2
7
1
2
8
15
9
15
11
19
16
20
39
2
5
7
20
27
16
1
2
1
9
9.
58
25
o
GO
6
12
12
22
1
2
3
28
15
11
33
2
2
19
3
13
4
4
2
24
4
1
2
12
23
17
25
52
Total ' 290 283 519 316
Meléndez (b)
Forner
Helguero
Calle
Salas
Carvajal
Villanueva
Arellano
Noroña (c)
j Moratin (Leandro)
1 Vargas
I Barbero
¡ Cienfuegos
' Arjona (Manuel)
! Arríaza
■ Marchena
j Núñez Díaz
I Castro (Francisco)
Roldan
Maury
Reinoso
Quintana (d)
Solis D.
Marcos
Blanco
Lista (e)
Alonso
Gallardo
Gallego
Tapia (f)
Ahumada
Burgos
Beña
Jérica
Somoza
Camino
Musso
Hidalgo F.
Regla 6.^
Az. Sin.
Total.
Regla 7.»
Az. Sin.
99
50
14
25
4
1
49
25
»
18
80
24
44
5
2
2
2
5
15
80
18
4
70
1
4
5
2
2
12
2
1
47
4
2
3
1
15
3
1
1
1
1
23
4
1
623 127
119 19
32 4
6
17
15
1
25
20
8
39
29
22
48
2
2
2
7
14
13
27
13
3
2
68
4
10
2
1
12
7
4
3
16
9
3
1
1
1
12
4
5
12
3
>
2
6
2
>
1
5
1
1
1
4
5
580 128
(a)
(b)
(c)
(d)
en la 7
(e)
(f)
Asturiano, como Candamo.
38 sinéresis son de suave., y 9 ^e piano.
Noroña y Arriaza desafinan entre los demás.
Al contrario de Virués, Quintana es correctisimo en la regla 6.* é incorrecto
Las siete sinéresis de la regla 6."' son todas de suave.
Nadie diría que Alonso y Tapia son abulenses y paisanos de San Juan de la
Cruz, según lo incorrectos que son. Somoza, también abulense, ya es más correcto aun-
que no del todo.
— 358 -
656. Comentarios.
1.° Para enterarse de las vicisitudes ortológicas de las reglas, conviene
que el lector repase el catálogo del núm. 258, donde se ve la historia de la
regla I.'* Comparando estos catálogos con aquél, se echará de ver que de las
tres reglas, 1.*, 6.* y 7.*, sola la primera flaqueaba durante el período ante-
clásico, mientras las otras dos se cumplían admirablemente bien.
2." Al llegar Lope á la escena literaria, desaparece la incorrección de la
regla 1.*, y comienzan todas las reglas á regir uniformemente. Este es, por
consiguiente, el período puramente clásico. Sin embargo, Valbuena, Valdi-
vielso y algún otro comienzan á desafinar: úñenseles luego Quevedo, Hur-
tado y Calderón, y el impulso dado hacia las sinéresis comienza ya á notar-
se en Matos, Rojas y Leiva, quedando determinada con ellos la decadencia
de nuestra Ortología.
3.** La influencia de la literatura italiana suavizó nuestra lengua duran-
te el siglo XVI, despojándola de los hiatos ó diéresis de átonas; pero en
cambio nos trajo la posto do las sinéresis en las combinaciones ía, io. si bien
es cierto que no todos los poetas so inficionaron. Los más incorrectos en esto
punto son Garcilaso, Cetina, Mendoza, Ercilla, Oña, Rodríguez, Jáuregui y
algunos otros, según advertí en el núm. 267. Sin embargo, tal sinéresis no
prosperó, ni llegó á formar loy en el período clásico.
4."** La regla 1.* continuó firme hasta Cañizares: todas los demás siguie-
ron rápidamente decayendo, especialmente desde Fomperosa; y en Pitillas
y A^illarrool, perdido ya ol instinto de la 1.* regla, entró nuestra lengua en
una confusión y desbarajusto tal, que causa grima leer los versos de osa
época; realmente es la edad de hierro de nuestra Ortología, porque en ella
no se cumplía regla alguna. Únicamente en la regla 3.* parecían reparar
algo aquellos poetas desastrosos.
5.** Con Meléndez comienza la restauración de la Ortología, según los
números indican; y aunque no es tan completa y perfecta como fuera de de-
sear, sin embargo, es indudable que nuestra lengua se reparó no poco en la
primera mitad del siglo XIX.
La regla última que se restauró fué la 1.*, pues siguió todavía vacilante
hasta (Quintana.
G.** Débese mucho notar que algunos poetas pecan en una ])alabra sola ó
dos; por ejemplo. Barros, Ona, Villegas, Pojas, Meléndez Lista. Y lo que
más conviene advertir, es que la mayor parto de las sinéresis pertenecen á
pocos poetas. Entre Vallmena, Valdivielso, Calderón y los del período de-
cadente, reúnen 423 de las 770 sinéresis de la regla Í3.* Entre esos mismos,
Ofia y Pojas, suman 819 do las 1 .2(52 licencias que hay en la regla 7." Por
consiguiente, siendo tan pocos y tan malos los que desafinan, ¿qué valor
puedo tener el uso vago do tales poetas?
7." Conviene también fijarse en quo gran número do licencias en los
buenos poetas, pertenecen á vocablos largos ó compuestos, ó de etimología
difícil. Todo lo cual hace suponer quo talos licencias se deben á la ignoran-
cia ó inadvertencia do los poetas. Así sucedo, por ejemplo, en continuar, de-
- 359 —
mastado, cotidiano, septentrión. Esta observación quita muclia fuerza á
muchas sinéresis; pues resultan licencias puramente niatertales, no forma-
les (véase núm. 25 y la observación hecha en la Introducción, § III).
8.° Varios centenares hay de diéresis átonas, que, por la errónea inte-
ligencia del principio de las derivaciones, se convierten en otras tantas
pruebas de las azeuxis tónicas. En efecto, muchas diéresis, como huiré,
viajero, continuación, crueldad, criatura, frialdad, quietud, fiador, fiojano, sua-
vidad, enviaré, parécemo que se deben á que los antiguos poetas (y los del
siglo XVIII) no supieron distinguir rectamente aquel principio (véase nú-
mero 235). Todas esas diéresis demuestran la firme creencia que los dichos
poetas tenían de la azeuxis en los vocablos radicales, huir, viaje, continuar,
cruel, etc. También pudo influir en los antiguos la errónea opinión de algu-
nos ortólogos que asentaban como principio general que cada vocal forma
una sílaba, aunque á renglón seguido permitiesen la contracción. Mas como
ellos mismos limitaban esta licencia, diciendo que había palabras en que no
era permitida la sinéresis, y por otra parte nunca jamás hubo ortólogo que
con reglas claras, generales y precisas disipase tantas confusiones; resultó
que cada poeta obraba libremente, guiado por su oído bien ó mal educado.
Y esto explica la frecuencia y crecido número de licencias en muchos
poetas.
9.** No todos los poetas correctos en una regla lo son en las demás.
Nadie gana á Castellanos en la corrección de las reglas 4.^, 5.^ 6.*^ y 7.% y
con todo, en la 1.* es el más incorrecto. Los perfectos ortólogos, los que
guardan inviolablemente todas las reglas, son pocos. Entre éstos merece el
l^rimer lugar Alarcon, y detrás de él pueden contarse fíioja, el P. Céspedes,
EnríqUez, Gómez, Polo, Avila y Turia, y en los tiempos modernos Lista.
Después siguen una buena porción de poetas: Lope, Hojeda, Esquiladle,
Acevedo, Castro (G-uillen), Trillo, Coello, Tirso, los Argensolas, etc.; y
prescindiendo de la regla 1.*^, en lo demás son ortólogos de primer orden
casi todos los del período anteclásico.
657. Importa, pues, mucho fijarse en la ortología ó cacólo gía reinante
desde Fomperosa hasta Jovellanos; pues tales poetas no debían tenerse en
cuenta para nada en la investigación de las leyes ortológicas. ¿Qué autori-
dad podrán tener Zamora, Cadalso, Vaca y comparsa, que en buen número
de asuntos ortológicos vaguean tanto que ni siquiera puede averiguarse ha-
cia qué lado se inclinan? A estos poetas se refería Lista describiendo el es-
tado de nuestro idioma al advenimiento de Meléndez (289'):
Tendió el error su cetro despiadado,
y la densa y mortífera tiniobla
Oprime en sueño fiero
El genio independiente.
Desde el Pirene al Betis, desmayado
Muere su fuego ardiente;
Y do sonaron cánticos suaves,
Sólo se escuchan graznadoras aves.
- 360 -
Hasta el mismo Irlarte, que pertenecía á esta clase de aves graznadoras,
confesó el miserable estado de la lengua en dicho período de hierro, ó de
barro, si al lector le place.
Primeramente, nuestro bello idioma,
Competidor del de la antigua Roma,
Sujeto yace á dura servidumbre.
Escribenlo sin regla ni cuidado;
Habíanle por costumbre;
Sus delicados fueros no veneran;
Nadie le estudia, todos le adulteran.
Si alguno se ha esmerado
En escribir pesando las dicciones,
Después de mil prolijas correcciones,
La turba do lectores indiscreta
Hace de la elegancia igual aprecio
Que del peor estilo de gaceta.
Ya se acabó aquel tiempo en que hubo necio
Que pasaba las noches y los días
Limando sordamente sus escritos.
Fiel censor de retóricos delitos (1),
Exacto en evitar cacofonías.
Vocablos forasteros, redundancias,
Elíases impropias, malas concordancias.
Hoy cada cual se explica como quiere:
Si habla castizo ó no, nadie lo inquiere.
Escribir con borrones ya no es moda,
¡Nuevo y útil convenio
Quo á todos los bolonios acomoda! (24)
Finalmente, recuerdo el lector quo pocos años después escribió Forner
sus Exequias de la Lengua castellana, obra en la cual pinta con toda per-
fección la languidez cadavérica de nuestro bello idioma. «En los buenos li-
bros extranjeros (dice) se puede aprender á pensar bien; poro á liablar con
elegancia y propiedad, en ningunos, sino en los nuestros do los dos siglos
anteriores (XVI y XVII).» Pues eso mismo digo yo: en los buenos libros de
cualquier parto so j)ueden aprender cosas buenas; poro la Ortología caste-
llana én ningunos, sino en los buenos poetas de los siglos XVI y XVII.
¡Abajo los corruptores de nuestra Ortología! Resucitemos los tiempos
de Lope, Tirso y Alarcon, y liablemos como en ellos se hablaba, si queremos
quo nuestra lengua se conserve tan eufónica y nuisical como olla es de
suyo.
(1) liO rniRmo porlia Iriarto haber dicho delito» ortológico». ¡Oh hormona pluma di» AlarooD, de la qu©
apenan nalii'j uoa licencia!
COMPLEMENTO
Ortología periódica.
Kota.—Vor falta de ingenio, estudio y observación, no puedo satisfacer
al lector con un tratado del ritmo en la cláusula y en el período, tanto en
prosa como en verso, q.ue es el objeto de la ortología periódica. Por eso no
doy á estas reducidas páginas el nombre de libro, pues no lo merecen. Sólo
diré dos ó tres cosas que tienen alguna novedad.
658. Método y arte de bien leer.— De la Ortología del presbítero Miguel
Sebastian, inventor de esta palabra, tomo los siguientes párrafos:
«Con leer bien, se gana el leer presto; mas no con el leer presto se gana
el leer bien. Lo mesmo es que cualquiera otra acción. Primero, se ba de ha-
zer con muchas acciones reposadas, hábito; y éste después, para las acciones
hazederas, da fuerza, facilidad y promptitud y buen acierto. El querer
leer muy presto es causa de más detenerse; de más tardar. Porque del co-
rrerse, del apresurarse, se sigue el dubdar, el titubear, el embarazarse, el
errar y el turbarse; el haber de parar para enmendar, para repetir; y una vez
turbado, después desconfía, teme y tiembla aun en lo que bien sabe.
»No consiste el leer bien en leer presto solamente: ni en solo leer ver-
dadero; sino que el leer bien consiste en leer con buen aire, ni muy reposa-
do, ni muy presto; en leer seguido, continuando sin errar; sin dejar, sin
trocar palabra ni letra, ni añadir; sin parar, sin dubdar, leyendo las palabras
enteras bien pronunciadas y con buenos accentos; guardando las pausas,
parando, descansando para tomar aliento y para hacer distinta y clara la
oración, que los oyentes la entiendan; parando, digo, lo necesario en los
commas y en los colos y en los períodos (1).
Y aun para poder decir uno que sabe leer perfectamente bien, ha de sa-
ber dar su particular y diverso tono ó aire á la interrogación, á la admira-
ción, á la apostrofa, á la exclamación, á la dubitación y así á cualquiera
otra figura y forma de oración. Mas esto es pidir mucho, aun á los maestros
legos, que sería justo obligarlos á saberlo; mas pues sin remedio es, dejé-
moslo.
» . . . Lo primero que la cartilla ha de enseñar al que ha de leer, son las
letras, los nombres, las caras y las figuras dellas. Lo segundo, el buscar dos,
(1) Colos llama el autor á los miembros de! periodo, y conimaa k los incisos.
3G2 -
tres ó más letras y nombrándolas juntarlas; hacer y componer syllabas
dellas, lo que dicen deletrear, Lo tercero, leer solas aquellas syllabas ya he-
chas y compuestas; dezir lo que suenan juntando las letras, sin dozir los
nombres dolías; esto es propiamente leer aquellas letras. Porque leer es
buscar cosas differentes, y cogerlas cada una de su lugar, y juntarlas y com-
poner un todo dellas. Assí, andando por ima floresta, el ir cogiendo ñores
de diferentes puestos, y el juntarlas en un ramillete, esto en latín so dize
Icgere, y en nuestra lengua leer. Y assí, hablando con propriedad, en el leer
cinco escalones hai: El primero es leer letras, dos, tres, quatro, cinco, seys
lo más en una syUaba, y esto es dezir solas syllabas, parando en cada ima
como en período, aunque las vocales todas, cada una ella sola haze syllaba.
El segundo es leer dos, tres, quatro, cinco ó más syllabas en una palabra,
lo que es dozir enteras solas palabras, parando tanto en cada una como en
fin de período. El tercero es leer dos, tres ó más palabras en un comma, lo
que es dezir commas enteros y colos, cada uno de por sí, descansando y pa-
rando en cada uno tanto como en fin de período. El cuarto es leer dos, tres
ó más commas en un colon solo; esto es dezir colos enteros, mas solos, des-
cansando y parando tanto en cada uno como en punto de período. El quinto
es coger, leer, juntar dos, tres, quatro ó más colos en una mesma período
con muy gentil aire, donaire y gracia.»
659. Cualidades de la vo2.—«Yoz sonora ó vibrante (perspicua) es la que
se difunde latamente, como el sonido de la trompeta. Sutil ó fina, la que sale
con poco aliento, como la de los infantes, mujeres y enfermos, y ol sonido
de las cuerdas delgadas. Gruesa (pinguisj, la que so emito con muclio alien-
to (spiritus), como la de los hombres. Aguda, la tenue y alta. Dura, la que
])roduco violentamente los sonidos, como es el trueno y ol goljio del marti-
llo sobre ol yunque. Áspera, la que es ronca, ó interrumpida en pulsaciones
frecuentes y desiguales. Ciega, la que se pierde y sofoca al ser emitida,
como ol sonido de los ca,charros. Rizada, (vinnola) ó cadenciosa, la que es
blanda y flexible ú ondeante, como el cabello rizado. Perfecta os la voz alta,
suave y clara: alta, de modo que la oigan todos los circunstantes; clara, esto
es, que llene los oídos; mave, de suerte que halague los sentidos del oyente.
8i falta alguna do estas dotes, la voz no será perfecta.» Así San Isicjoro,
Etyynotog. lib. III, cap. XX.
660. Preguntas 0. interrogaciones.— ^o os lo mismo jiregunta que interro-
gación. A la pregunta pueden responderse muchas cosas; á la interrogación
no puede contestarse más que si ó no. Así lo dico San Agustin, De Doctri-
na Christia)ui, lib. III, caj). 3."
^.— La i)rogimt:i lleva necesariamente alguna do las partículas interro-
gativas (v. mira. 151) qué, cuál, quién, cuyo, cuan, cómo, cuánto, donde, cuándo.
Roírla: En toda pregunta so eleva la voz en la partícula interrogativa y
en el último acento do la cláusula, bajándola inmediatamente.
Ejemplos: ¿qué dices?— ¿A quién te diriges? — ¿A dóruie vas tan de prisa?—
¿Por qué no dices á quién te diriges?
P.— ha interrogación i)Uode comenzar con cualquier vocablo, y so apoya
- 363 -
siempre en un verbo. La interrogación es simple, si consta de un solo miem-
bro, y disyuntiva si consta de dos ó más, separados por la conjunción o.
Eegla: La interrogación simple se hace elevando la voz al fin de ella;
V. gr.: ¿Ha venido tu amo? — ¿Sabes si vendrá? — ¿No quieres estudiar? — ¿Has
pensado á quién te diriges? — ¿Hay posada? — ¿Apuestas cinco contra diez?
Pero cuando se interroga con asombro, ó aparentando certeza de lo que
se pregunta, se hace deprimiendo la voz, de un modo semejante al con que
se hacen las preguntas; v. gr.: Conque ¿ha venido tu amo? — Conque ¿no quie-
res estudiar?
C. — Las preguntas indirectas, esto es, dependientes de un verbo princi-
pal expreso ó suplido, se convierten en interrogaciones, y siguen la regla
de éstas; v. g.: No sé dónde puede estar mi caballo — ¿Dónde? en el prado de Ro-
que. Esto es: ¿p'eguntas dónde está?
En la interrogación disyuntiva, se eleva la voz en el primer miembro, y
se deprime en el segundo; v. gr.: ¿callaré ó hablaré? — ¿Son de Tolú ó son de
Puerto Rico?
Esto es lo que acierto á formular respecto de esta materia en que mu-
chos pecan por ignorancia ó vergüenza.
661 . Influencia de los signos cadenciales en el sentido de la cláusula. — La in-
terrogación cambia frecuentemente el sentido; v. gr.: El que formó el ojo ¿no
verá? (1) — Sino tienes dinero, ¿podrás prestarme cinco duros? — ¿No es verdad
que tres y dos son cinco ?
Suprimiendo las interrogaciones, resultan claros absurdos.
Acerca de la influencia de los puntos y comas, véase el siguiente ejem-
l)lo de Moreto, 223:
Carlos aqueste (2) ha de daros
Por el que triste suspira,
Siendo imposible obligaros.
¡Ay del que cobarde os mira,
Con el temor de enojaros!
Nunca obligaros espera
Un desigual padecer:
Quiero por fuerza severa;
Que si eligiera el nacer
Mi amor, mérito tuviera.
Carlos aqueste ha de daros
Por él, que triste suspira.
Siendo imposible obligaros,
¡Ay del que cobarde os mira
Con el temor de enojaros!
Nunca obligaros espera
Un desigual. Padecer
Quiero por fuerza severa,
Que si eligiera el nacer.
Mi amor mérito tuviera.
Se trata de una trampa hecha por Carlos , á fin de que el papel so re-
fiera á él y no al que le envió.
(1) Véase Salmo, 93, v. 9 y 10.
(2) Papel.
APÉNDICE
SOBRE EL ORÍ GEN DEL CULTERANISMO
El origen del culteranismo se ha atribuido á Góngora, al italiano Virgi-
lio Malvezzi, á Jáuregui, al P. Mariano, á Cervantes, á Fray Hortensio y cá
D. Luis Carrillo. Lo que hay de cierto en estas opiniones, es: 1.", que todos
esos autores, excepto Cervantes y el P. Mariana, escribieron á veces en di-
cho estilo culto. 2.", que Góngora llevó dicho estilo al más alto grado de
perfección, si es que cabe perfección en la oscuridad, conceptualismo alam-
bicado, afectación y altisonancia de la frase, y en la violenta trasposición
do las palabras. 3.°, que Fray Hortensio trasladó al pulpito lo que Góngora
y los demás cultos introdujeron en la poesía: vicio ridículo y profano que fué
creciendo hasta que el P. Isla le personificó en Fray Gervmdio, para tritu-
rarle y molerle.
Pero el origen del culteranismo no está en Góngora: la fiebre (llamémos-
la así) de culteranismo que se nota en El Polifemo y Las Soledades, no es sino
el natural desarrollo de gérmenes que hacía ya ochenta aúos so liabían in-
oculado en nuestra literatura. D. Adolfo de Castro atribuye el yoiigorismo
(ó culteranismo de Góngora) al afán de ésto por «perfeccionar el estilo do
Garcilaso, del mismo modo que lo había pretendido Herrera.» Y cita el
Sr. Castro varios versos de Garcilaso no poco conceptuosos y de constnic-
cion violenta; y muchos más do Herrera, para probar su proposición.
Doy la razón á D. Adolfo, y aun paso más adelante, y digo que el origen
del culteranismo, j;er se fué el verso endecasílabo, y per accideiis los poetas
que le usaron desde Garcilaso y Boscan, hasta Góngora. Voy á explicarme:
digo que el verso endecasílabo fué causa per se del fulteranismo; estb es^
(luo por su propia naturaleza y estructura llevó á los poetas, aiui sin ellos
pretenderlo, al conceptualismo en las ideas, á la afectación y altisonancia del
lenguaje.
La primara prueba do esto es el mismo nombro ruliei'anísmo (1), derivado
del adjetivo culto, calificativo que se dio á Garcilaso y sus secuaces.
Por esta senda subo con aliento
El cuUn Laso; prez y honor do España,
Mezclado en el pierio ayuntamiento. (Herrera, 298")
(1) Palalira invoiitndn por nirtolom<!< Jiménee l'Rton, natural rio VillaiKiova rlt> los Infantes, íd«ík-
ne humanista contemporáneo do Lope, elogiado por ésto en su jAiurel tU Afiolo.
- 365 —
SegTinda prueba: el testimonio de
En fin, el verso largo (1) que trujeron
Boscan y Garcilaso,
«Que á Tansilo, á Miturno, al culto Tasso»
Dicen que le debieron,
Es en España ya lo que solía
Ser el arte mayor, á quien hicieron
Principe del Parnaso,
Dándole con razón la monarquía
De la heroica poesía.
Por ser su exornación inaccesible,
A que no se levantan, ni es posible,
Las coplas castellanas;
Si bien (2) después de ser puras y llanas,
Son de naturaleza tan suave,
Que exceden en dulzura al verso grave,
En quien con descansado entendimiento
Se goza el pensamiento.
Lope de Vega (5.^ 202'):
I Y llegan al oído
Juntos los consonantes y el sentido.
Haciendo en su lección claros efetos
Sin que se dificulten los concetos.
Así Montemayor los escribía,
Así Gálvez Montalbo dulcemente,
Así Liñan, y ahora los modernos;
Que como ésta nos es propia poesía.
Como la más heroica y excelente.
Ingenios españoles hace eternos,
No le negando la grandeza justa
Al verso largo cuando dulce admira,
Y con la docta claridad se ajusta;
Que cuando de lo claro se retira
Al limbo de sí mismo,
Xo está lejos de dar en barharismo.
De este pasaje de Lope se deducen varias cosas:
1.* Que Boscan y G-arcilaso trajeron de Italia á España el endeca-
sílabo.
2* Que el endecasílabo se alzó durante el siglo XYI con el imperio que
sobre la poesía heroica tuvieron en los siglos XIV y XY los versos com-
puestos de doce y catorce sílabas.
3.* Que este imperio se debe á que los versos cortos no se prestan á la
exornación y aparato grandilocuente y afectado, que son tan naturales en
el endecasílabo.
4.* Que las coplas castellanas son dulces y claras, de suerte que el en-
tendimiento y el oído se deleitan en ellas sin trabajo ni cansancio algnino.
5.* Que cuando el poeta no pone empeño en la claridad y dulzura del
endecasílabo, y se deja llevar de la tendencia natural que el verso tiene á
la grandilocuencia hinchada y aparatosa, no está lejos de dar en barbarismo:
quod erat demonstrandum.
Tercera prueba: el testimonio de Castillejo. Búrlase Lope de Vega
(5.° 202) de que Castillejo hablaba tan mal del verso largo, como si éste le hu-
biera reprendido sólo por ser extranjero ó haber venido de fuera. Cierta-
mente, si no hubiera aducido Castillejo otras razones, poco valdría su auto-
ridad; pero oiga el lector á Castillejo, y verá que Lope no hizo más que re-
petir poco más ó menos lo que aquel poeta dijo.
Finge Castillejo que Garcilaso y Boscan llegan adonde están reunidos
los trovadores,
Que en esta nuestra lengua y sus primores
Fueron en esto siglo señalados.
(1) El verso endecasílabo.
(2) Elogio de las coplas ca5tellaua.s
366 -
y que los viajeros
Claramente se burlaban
De las coplas españolas,
Canciones y villancicos,
Romances y cosa tal,
Arte mayor y real,
Y pies quebrados y chicos
• Y todo nuestro caudal.
Y en lugar de estas maneras
De vocablos ya sabidos
En nuestras trovas caseras.
Cantan otras forasteras
Nuevas á nuestros oídos:
Sonetos de grande estima,
Madrigales y canciones
De diferentes renglones
Do tercia y octava rima
Y otras lindas invenciones
Desprecian cualquiera cosa
Do coplas compuestas antes,
Por de baja ley. . .
Daban, en fin, á entender
Que aqueDos viejos a\itores
No habían sabido hacer
Buenos versos, ni poner
En estilo los amores, etc.
Por lo visto, estas y otras críticas que allí pone en boca de Grarcilaso y
Boscan,' fueron cosa corriente en aquellos tiempos de innovaciones. No es,
pues, extraño que Castillejo hablase tan mal del estilo do aquellos poetas,
que querían autorizarlo burlándose de los antiiíuos trovadores.
Cansado el concilio do éstos de oir tan presumidas frases, ruegan á
los dos viajeros que para muestra de su estilo digan alguna -breve com-
posición; y en efecto, recita Boscan un soneto, y Garcilaso una octava real.
Después de ella comienzan los trovadores á dar sus votos: copio solamente
los de tres (159):
Don Jorge dijo: «No veo
Necesidad ni razón
De vestir nuestro deseo
De coplas que por rodeo
Van diciendo su intención.
Nuestra lengua es muy devota
De la clara brevedad,
Y esta trova, á la verdad,
Por el contrario, denota
Oscura jn-olijidad. »
Cartagena dijo luego,
Comq^ práctico en amores:
«Con la fuerza de este fuego
No nos ganarán el juego
Kstos nuevos trovadores:
Muy mal entonadas son
Estas trovas, á mi ver,
Enfadosas de leer.,
Y tardas de relación
Y enemigas de placer. »
Torres dijo: «Si yo viera
Que la lengua castellana
Sonetos do mí sufriera,
Fácilmente los hiciera.
Pues los hice en la romana.
Poro ningún sabor tomo
En coplas tan altaneras,
Escñtas sinnpre de veras.
Que corre)} con jñes de plnnio^
Muy pesadas de caderas.
Estas son las faltas quo Castillejo pone al estilo de Garcilaso, lo cual
croo que no llega ¡i lo quo dijo Lope. Y aunque éste lo alaba cumulo se ajus-
fa con la docta claridad, es muy de notar que Castillejo, casi cien años antes
([uo Lope, lo caliíiqup do oscuro, prolijo y enfadoso. En una palabra; la os-
curidad 011 la frase comenzó con Garcilaso, lo cual no so puede negar: ahí
están sus obras para testimonio. Y no porque Garcilaso fuese naturalmente
oscuro on el decir, sino porqun ol nuevo niotro quo él introdujo, le llevó á
la oscuridad do quo jamás luibiora adolecido on otra clase do versos.
- 367 -
Cuarta prueba: el testimonio de Gregorio Silvestre (XXXII, 159):
Unas coplas muy cansadas,
Con muchos pies arrastrando,
A lo toscano imitada?,
Entró un amador cantando
Enojosas y pesadas:
Cada pie con dos corcovas,
Y de peso doce arrobas
Trovadas al tiempo viejo.
Dios perdone á Castillejo,
Que bien habló de estas trovas.
Dijo Amor: ^¿Dónde se aprende
Este metro tan prolijo,
Que las orejas ofende?
Por estas coplas se dijo
Algarabía de allende.
El sujeto frío y duro,
Y- el estilo tan oscuro.
Que la dama en quien se emplea
Duda, por sabia que sea.
Si es requiebro ó si es conjuro. '
<Ved si la invención es basta,
Pues Garcilaso y Boscan,
Las plumas puestas por asta,
Cada uno es un Roldan,
Y con todo no le basta.
Yo no alcanzo cuál engaño
Te hizo, para tu daño.
Con locura y desvarío
Meter en mi señorío
Moneda de reino extraño.»
Con dueñas y con doncellas
Dijo Venus: «¿Qué pretende
Quien les dice sus querellas
En lenguaje que no entiende
El, ni yo, ni vos, ni ellas?
Sentencio al que tal hiciere
Que la dama por quien muere.
Lo tenga por cascabel,
Y que haga burla de él
Y de cuanto le escribiere.»
Estas acerbas censuras son las mismas que corresponden al estilo gon-
gorino (a); y conste que Silvestre no lo decía por Góngora, que aun no había
escrito sus Soledades, sino por Garcilaso y Herrera. Poco importa que el mis-
mo Silvestre usase después los endecasílabos: también Lope, Quevedo y
otros muchos que con sobrada razón tronaban contra el culteranismo, se
vieron contagiados del mismo vicio que reprendían; como el P. Isla, que
tanto ridiculizó á Fray Gerundio, tenía también ribetes de gerundiano en
áHs sermones. Dios nos libre de semejantes modas en la lengua; que tarde
(a) Para prueba de lo que decimos
Moreto, 86.
Al Príncipe, obra importante.
— ¿Pues qué es? — Un epitalamio,
Que le escribí en un andamio.
Porque no hay más consonante.
Tiene eclípticas radiantes,
Coluros, celajes, rumbos.
Cerúleos y otros retumbos
De poetas relumbrantes.
Que en vascuence poco á poco
Trocar la lengua pretenden:
Los que lo oyen no lo entienden,
Ni el que lo escribió tampoco.
bastará copiar los dos testimonios siguientes:
Gaspar de Avila,
Comedia El familiar sin demonio^ diálogo
entre Martin y Antonio, t.° XLY, prólogo^
pág. VIII.
Martin.
Era en Polonia, y decía
En un monte un alfaqui:
«Céfiro penetrante en tus candores,
Que al armígero son de las ideas.
Clasificando sirios esplendores,
En tus coluros íntimos aleas;
Si en florecientes piras y clamores
Por la región turquí te bamboleas,
Inspira, clamorea, mundifica.
Taladra, reconcentra y multiplica. >
— 3G8 —
ó temprano inficionan todos los ingenios. El mismo Herrera, por seguir á
Garcilaso, se hizo tan pesado y oscuro, que á excepción de cuatro ó cinco
canciones en que, llevado de su grande inspiración, juntó la docta claridad
con la majestad del endecasílabo, y que lo han merecido justa fama; en lo
demás, digo, es una calamidad.
Concluyo, pues, que el culteranismo vino á España con G-arcilaso, y no
porque su ingenio fuese conceptuoso, que no lo era á mi parecer, sino por-
que introdujo el endecasílabo en nuestra literatura.
¡Gracias al que nos trajo las gallinas!
Antonio.
¡Valentísimo capricho
De versos, heroico y breve!
Martin.
Pues el demonio me lleve
Si yo sé lo que me he dicho.
Ni tú, ni el pueblo, ni yo
No lo habomos entendido;
Pero celebra en el ruido
Lo que piensa que entendió.
Que como es todo follaje,
Estampido y batahola.
Sin que haya al rodar la bola
Quien la tenga ni la ataje,
El que menos lo comprende
Más procura celebrar.
Solamente por no dar
A entender que no lo entiende.
Y en este estilo perverso
De lo crespo y lo aturdido,
Pasa á sombras del sonido
Toda chilindrina en verso.
Para desdicha de nuestra lengua, todavía hay resabios de culteranismo en algunos
podantuelos literatos y oradores.
eoNeLüsioN
Los casos dificultosos
Y con razón envidiados,
Comiénzanlos los osados
Y acábanlos los dichosos. (Calderón, 4.° 180").
Temeridad me pareció al principio emprender un estudio del que no
sabía qué había de resultar: sin embargo, después de nueve años de trabajo
y paciencia, puedo creerme dichoso al poner fin á esta obra; y aquí tienes,
caro lector, el fruto de mis investigaciones, que es realmente mayor que yo
esperaba. Sea, pues, lo primero un acto de gracias á Dios, que me ha conce-
dido vida, inteligencia y medios para terminar mi trabajo.
Que el caso era dificultoso, no se puede negar: ahí está la Real Acade-
mia, que lo confiesa: ahí las tentativas de ilustres gramáticos, dignas de
elogio por la osadía y buena intención de sus autores, pero vanas y frustra-
das por haber escrito conjeturalmente, sin suficiente caudal de datos. En la
lectura de este libro se ve claramente la verdad de aquella sentencia de
Valbuena (174'):
¡Qué de caudal, estudio y advertencia
Pide en rigor cualquiera menudencia!
Y tanto, que aun no creo haber dicho la última palabra en algunas co-
sas, aunque menudas y secundarias; y otras no poco importantes ahí quedan
casi intactas, para que otro más afortunado las explique y descifre.
El lector habrá notado que huyo cuanto me es posible de afirmar gra-
tuitamente las cosas, y que no pretendo que se me crea sólo por mi palabra:
la autoridad humana nunca Vale más que las razones en que se funda; y por
eso pruebo y demuestro mis aserciones, sin perjuicio de dar mi voto en las
cosas opinables. En lo cual sigo un camino muy distinto del que hoy se usa
entre muchas gentes, que todo se reduce á afirmar sin pruebas, á hablar y
escribir de todo sin entender de nada, y á infundir en los necios, con la ver-
bosidad y la elegancia de la frase, alta estima de sí mismos, sin acordarse
de que verdaderamente
Aquél es sabio, que los sabios ataan. (Lope, 5." 434").
24
- 370 -
Una cosa nueva hallará el lector en esta obra, y es el nombre y el si^^no
de la azeuxis. La necesidad me ha obligado á adoptar este nombre nuevo,
pero adecuado á lo que significa. El nombre adiptongo, usado por el señor
Benot, realmente es impropio; pues culiptongo es igual que no dos sonidos, y
en toda azeuxis los hay esencialmente. En cuanto al signo debo manifestar
que la necesidad de él está reconocida ya desde el siglo XVII. Caramuel
en 1665 adoptó el acento, pero este signo da lugar á muchas equivocacio-
nes: la Real Academia aconseja la diéresis, pero ésta tiene el mismo incon-
veniente del equívoco. Benot pone el subpunto, cosa que no puede tener
fortuna, porque en nuestra escritura no usamos signos inferiores, y además
es una señal muy diminuta. Yo lio adoptado la tildo tan usada en las voca-
les portuguesas, pues me ha parecido la mejor señal; y por eso no he vaci-
lado en arrostrar las dificultades tipográficas, haciendo de antemano fundir
las íes y úes de los cuerpos 8 y 9 con ese signo, que también llamo azeicvis
por metonimia. Y debo advertir, que admitido este signo de la azeuxis,
realmente están demás los acentos agudos subsiguientes; sin embargo, no
los he omitido en esta edición, por no innovar tantas cosas á la vez: aun his
innovaciones que hago, son hijas de la necesidad, y no de mi capricho.
Insistiendo ahora en la utilidad de esta obra, creo que todo español
amante de su lengua patria, debo querer que la Ortología sea uniforme,
como las demás partes do la Gramática. «La primera causa de división en-
tre los hombres (escribe San Agustin) es la diversidad de la lengua?., hasta
tal punto, que de mejor gana trata imo con su perro, que con el hombro
extranjero, cuya lengua no entiende». (De Civitate Dei, lib. XIX, cap. Vil).
En efecto; aparte del convenio de los hombres, entre las causas involunta-
rias que más influencia tienen y han tenido en la determinación y división
de las nacionalidades, una es la diversidad de la lengua; como la Historia,
desde los tiempos de la torre do Babel hasta el día do hoy, demuestra pa\-
pablemente. También demuestra la Historia que de la cornipcion de una
lengua salen otras; y que esta corrupción y división de las lenguas son si-
multáneas de la decadencia y división de los imperios. Todo lo cual quiero
decir que la lengua nacional debo amarse y conservarse con el mismo cui-
dado que la integridad y prosperidad de la patria; y que los delitos contra
la lengua son delitos do lesa nación.
Mas ¡oh dolor! Hoy el espíritu malo, enemigo de toda autoridad, de toda
propiedad, en alas del genio infernal que procui'a á todo tranco confundir
el mal con el 1)ien, el error cojí la verdad, las tinieblas con la hiz, el deber
con el derecho; tiendo á destruir todas las nacionalidades, á borrar todas las
fi-ontoras, á confundir todas las lenguas, á hacer á todo el mundo, con pre-
texto do luz y ])rogrcso, un caos inmenso, en cuyos abismos nadie reino y
triunfo sino él. Vano em])eño, porc|ue do esa confusión ha de resultar nece-
sariamente mayor división en todo; en lenguas y en nacionalidades.
Mientras tanto, el niimero de los tontos, que os infinito, graduados do
trompos, ó tronii)os graduados, como diría Góngora (520), sin sabor lo (lue
1
- 371 -
hacen y á quién sirven, tienen por gala y lucimiento hablar, no en latinipar-
la, como en los tiempos de Quevedo, sino en galiparla ó en inglés (que no
saben), y formar de castellano, francés é inglés, un monstruo horrendo, opro-
bio y vergüenza del idioma patrio.
Los delitos ortológicos no son en verdad tan funestos como los barba-
rismos, pero tienen gran importancia, y revelan también la decadencia de la
lengua. Nunca fué nuestra ortología tan pura y regular como en el siglo de
Cervantes y Lope, cuando la lengua castellana brillaba por su perfección y
elegancia, y cuando España era la nación de los héroes, de los sabios y de
los santos. A medida que la nación fué abatiéndose, la Ortología fué tam-
bién decayendo en el mismo grado.
La diversidad en la Ortología tiene además otro carácter singular. La
diversidad de la lengua enajena involuntariamente á los hombres; mas la
diversidad en la pronunciación enajena sus voluntades, como la experiencia
enseña. Las disputas ortológicas son cotidianas; las distintas regiones de
España se reprenden mutuamente su jironunciacion; y no puede negarse que
en estas disputas se acalora la sangre y se hace antipático el adversario.
Pues bien, para que todo el mundo sepa cuál es la verdadera Ortología de
la lengua clásica castellana, tipo y modelo de la nuestra, allá vas, libro mío,
lánzate á ese mundo, á ese público donde encontrarás muchas contradiccio-
nes, efecto de la mala voluntad que muchos te cobrarán. Pero no temas;
que si no restauras la Ortología clásica, al menos servirás de coroza á los
follones y malandrines que se atreven á reprender la pronunciación de esta
bendita tierra de Castilla.
San Esteban del VaHe (Avila\ 9 de Enero de 1905.
A. M. D. G.
NDICE ALFABÉTICO DE MATERIAS
Notu. — En esta obra hay varios catálogos alfabéticos: el de poetas, el de verbos irre-
gulares (núms. 174, 175 y 176), el prosódico (núm. 215-233) y uno en cada una de las
reglas 4.*^ 5.*^ 6.* y 7.^^ del libro cuarto (núms. 291, 342-368, 369, 467). Y advierta el lec-
tor que mucbos verbos y otras palabras derivadas y compuestas se bailan adyacentes al
vocablo primitivo ó simple: asi renovar se halla con su simple insitado novar, viaje y en-
viar con su primitivo vía, vitriolo con vidriar embriago con hria., etc., etc.
En este índice pongo solamente aquellas cosas que en la obra no guardan orden al-
fabético; y las cifras indican el número ó párrafo en que trato de ellas.
acento prosódico, 31-33; — agudo, 31; — or-
tográfico, 83; — final del verso, 111: acen-
tos rítmicos y antiri-itmicos, 122.
adjetivo, 199; su prosodia, 200.
adonice, 127, B.
adverbio, 204.
aféresis,. 23.
agudas (palabras), 35.
alfabeto, 6.
anapesto, 121.
aniíbraco, 121.
antítesis, 22.
apócope, 23.
apóstrofo, 110.
arcaísmo, 26.
artículos, 145-147.
asonancia, 85; teoría de la asonancia, 88-90;
asonancia grave, 91.
atonía, 36.
átono, 34.
aumentos del verbo, 165 y 166.
aun, 204.
azeuxis, 9; su distinción del diptongo 15 y
16; su signo, 12.
B
barbarismo, 21.
cacofonía, 29.
cadencia del verso, 111.
canción 79.
cantidad de las silabas, 14.
compuestos castellanos, 155; — latinos, 157;
griegos, 158.
conjugación y sus clases, 161; — regu-
lar, 167 y 168; -irregular, 171 y 172;—
perifrástica, 182.
conjunciones, 149.
consecuentes, 171.
consonancia, 85-87.
consonantes (letras), 5; — su división, 52; —
labiales, 54-57: — dentales, 58-60;— gu-
turales, 61-64.
copla, 80.
crema, 12.
dactilicas (palabras), 35; versos dactili-
cos, 117.
dáctilo, 121.
dativo ético, 193.
débiles (vocales), 4.
díástole, 36.
diéresis, 12.
diptongo, 10; número de diptongos, 261.
ditónicas (palabras), 35.
- 374
eco, 87.
epéntesis, 24.
epodo, 80.
esdrlíjulos. 35, 111.
estancia, 80.
estrofa, 80.
eufonía, 29.
figuras de dicción, 21-24; distinción entre
figura y licencia, 25.
fuertes (vocales), 4.
fuerza del consonante, 133.
futuros con os^ 276.
graves (palabras), 35.
H
liiato, 10,96; — vicioso, 109.
hipertonía, 36.
I
imperativos con os, 272.
impersonales (verbos), 164, 179.
interrogaciones, 660.
interrogativos, 1.54.
letra, 3; letras eufónicas, 29.
licencias poéticas, 132; sus causas, 133; ne-
cesidad del ritmo, 134; dificultad en la
versificación, 136; el mal oído y la igno-
rancia, 137; la mala educación, 138; la li-
bre voluntad del poeta, 139; el descui-
do, 140; colocación de las licencias, 142.
liquidas (consonantes), 53.
lira, 79.
Ll
llanas (palabras), 35.
M
metamorfosis do los tratamientos usied,
usin, etc., 206.
roetátcsis, 22.
método y arte de bien leer, 658.
metro del verso; 95 y 110; razón do él, 126
y 129.
mi, tu. su, 203.
modos del verbo, 162.
mudas (consoiiantes), 53,
N
neologismo, 26.
nombre, 205-211.
onomatopeya, 28.
ortográficos (sistemas), 37-41.
Ortología, 1.
palabras, 18; su división por razón de las
sílabas, 19; — compuestas, 20;— de capri-
cho, 27; — extranjeras, 75;— de lectura
dudosa, 141.
paragoge, 24.
participios irregulares, 177.
pies del verso, 121; pie quebrado, 129.
poema. 79.
poesía, 79.
poeta, 81.
posesivos, 201-203.
prefijos, 20.
preguntas, 660.
proposición, 145; su uso, 148.
presentes con os, 274.
pretéritos, 169; con os, 275.
principios generales ortosilábicos, 277
pronombres, 18()-198.
proposición subordinada, 151.
prosa, 82.
prosodia, 144; — verbal, 183-185; — de los fe-
meninos y plurales, 211; — do los nom-
bres, 211-233.
próstesis, 24.
puntos suspensivos en modio do ver-
so, 110.
radical dol verbo, 165,
rral (sobro el adjetivo), 270.
relativos, 151-153.
375
rima, 81-85: advertencias acerca de la
rima, 93.
rimar, 139.
TÍtmo, 83;— eu la desinencia, 8.5; — en la ca-
dencia, 120;— en el acento, 121;— binario
y ternario, 121; — trocaico, yámbico, dac-
tilico, anfibráquico y anapéstico, 121; —
en los versos cortos, 122; — en los de nue-
ve y diez sílabas, 124; -en el endecasíla-
bo, 125; — en los versos compuestos, 127.
ritmograñ'a, 84.
sáficos (versos), 127.
signos cadenciales, 661.
sílaba, 7.
sinalefa morfológica, 23;— rítmica, 96-108;
entre dos versos, 130; — colocación de la
siíLalefa y hiato, 143.
síncopa, 23.
sinéresis, 11.
sístole, 36.
solecismo, 21.
sonido (intensidad y altura del), 80.
subtónicas (palabras), 35.
sufijos, 20, 196, 197.
tiempos del verbo, 163;— compuestos, 169.
tónico, 34.
triptongo, 13, 258.
troqueo, 121.
trova y trovador, 81.
vate, 81.
verbo, 159;— verbos auxiliares, 170; — irre-
gulares de la 1.'*^ conjugación, 174; — de
la 2.% 175; -de la 3.% 176;— unipersona-
les 178; — impersonales, 179.
verso, 77;— en monosílabo átono, 113, 114;
en disílabo átono, 115, 116;- dactilico, 117;
en dicción cortada, 119; — en enclíti-
cas, 118; — diferentes especies de ver-
sos, 123-127; no hay versos de troce sí-
labas, 129; versos incorrectos que pue-
den arreglarse fácilmente, 140.
vicios do lenguaje, 21.
vocales (letras), 4, 42; reglas acerca de las
combinaciones de vocales, 235, 263, 264,
278, 336, 337, 338, 339.
voz humana, 2; cualidades de la voz, 659.
voz pasiva en los verbos, 180;— media ó re-
flexiva, 181.
yambo, 121.
ÍNDICE GENERAL DE LA OBRA
Xota. — Los números indican la página.
Introducción.
Hazon de esta obra, 1. — La ley ortológica, 1. — El uso de Castilla, 2. — Los Poetas, 5. —
Dificultados, 7. — Otras dificultades, 8. — Advertencia para entender las citas, ^.
Catálogo alfabético de los poetas, 10.
Catálogo cronológico de los mismos, 24.
Advertencia sobre la numeración de los tomos do la Biblioteca de Rivadeneira, 27.
eRTOLOGÍfl DE LH LEJVGUa CASTELLaiVa
Definición y división, 29.
LIBRO PRIMERO: ORTOLOGÍA FONÉTICA
Capítulo I.— Letras.
Signos del pensamiento, 30. — Letras, 30. — Vocales y consonantes y sus divisiones, 31. —
Alfabeto, 31.
Cap. II.— Sílabas.
Silaba, 3.3. — Sus elementos, 33.— Azeuxis, diptongo, sinéresis, diéresis, 34. — Tripton-
go, 34.--Cantidad de las silabas, 34. — Distinción entro el diptongd y la azeux¡8,''31.
Cap. III. -Palabras.
Definición ú.íí palabra, 37. — División de las palabras por razón do las sílabas, 37. — Pala-
bras compuestas: prefijos y sufijos, 38.— Vicios de lenguaje: antitosis, 38. — Metáte-
sis, aféresis, 39. — Síncopa, apóco|)e, sinalefa, 40. — Próstosis, epéntesis y paragoge, 41.
Distinción entre figura y licencia, 41. — Arcaísmos y neologismos, 42. — Palabras de
capricho, 43. — Onomatopeya, 43.— Eufonía y cacofonía, 44.
Cap. IV.— Acento.
Teoría del acento, 44. — Acento prosódico y ortográfico, 40. — División de las palabras
según el acento: tónicas y átonas, 46.— División de las j)alabra8 tónicas, 4n. — Vicios-
ó licencias en la colocación del acento, 47.
- 377 -
Cap. V.— Sistemas ortográficos.
Un capítulo del Fr. Gerundio de Cam]:azas^ 47.
Cap. VI.— Crítica del precedente, 52.
Bases del actual sistema ortográfico, 52.— Crítica de los demás sistemas, 53.
Cap. VIL— De las letras vocales.
Uso de la y, 54.— ídem de la u, 55. — La v es igual en sonido á la 6, 56. — Cómo debe lla-
marse la i', 58. — Advertencias acerca de las vocales, 58.
Cap. VIH. — De las consonantes labiales.
Sonidos consonantes y su división, 59. — Principios generales de Ortograiía, 60. — Usa
de la 6 y v, 60. — La u-, 61.— La fj la p, 62.
Cap. IX.— De las otras consonantes.
Dentales: d, 63. — T, 63. — C y z, 64. — Guturales: c fuerte, k, q,g y j, 65.— Otras consonan-
tes: ch y A, 66.— i, 68.— Ll y y, m.—K, Gd.-B y rr, 10.— S, 70.— X, 71.
LIBRO SEGUNDO: ORTOLOGÍA RÍTMICA
Cap. I.— Nociones preliminares.
Yerso, 78. — Poesía, poema, canción, oda, 74.- -Estrofa, estancia y copla, 74. — Poeta, vate^
trovador, 75. — Prosa, 75. — Ritmo, 76.
Sección PRiMERA:"Ritmografia, 76.
t
Cap. II.— Ritmo en la desinencia: rima.
Rima consonante y asonante, 77. — Colocación de los consonantes, 78. — Encadenado y
eco, 78. — Teoría de la asonancia aguda, 79. — Asonancia grave, 81. — Escolios, 82. —
Advertencias sobre la rima, 83. — Consonancia de voces apocopadas, 84.
Cap. III.— Ritmo en la cadencia: Sinalefa.
Metro del verso, 85. — Sinalefa y hiato, 85.— La /; aspirada, 85. — Vocales iniciales ó fina-
les que forman azeuxis, 86. — Vocales débiles y conjunciones, 86. — Vocales áto-
nas, 87. — Tónica con átonas, 88. — Atonas con tónica, 88.— Dos tónicas, 90. — Monosí-
labos tónicos, 90. — Enumeración de vocales, 92. — Causas que favorecen al hiato y á.
la sinalefa, 92. — Razón de ésta, 92.— Hiato vicioso por repetición, 93. — Puntos sus-
pensivos, 93. — Apóstrofo, 93.
Cap. IV.— Ritmo en ia cadencia: acento final.
Cadencia del verso, 93. — Verso agudo, grave y esdrújulo, 94.— Su equivalencia, 94. —
Versos en monosílabo átono, 96. — Escolio, 99.— Versos en disilabo átono compuesta
ó simple, 100. — Versos dactilicos, 103. — ídem en dicción cortada, 103.
Cap. V.— Ritmo en el acento.
Ritmo uniforme: pies del verso, 104. — Pies binarios y ternarios, 105.— Acentos rítmi-
cos y antirrítmicos, 105.— Ritmo en los versos cortot, 106. — ídem en los de nueve y
- 378 -
diez silabas, 107. — ídem on el endecasílabo, 108. — Razón del metro en el verso, 110.
Ritmo en los versos compuestos: decasílabo, 112. — Sáfico, 113. — Dodecasílabo, 114. —
Alejandrino, 115. — No hay versos de trece sílabas, 116. — Xi de cuatro, IIG. — Xi de
tres, 118. — Sinalefa entre dos versos, 119.
Sección segunda.— Do las licencias poéticas, 120.
Cap. VI.— Fuentes de las licencias poéticas.
El ritmo, 120. — La fuerza del consonante, 122. — Valor de estas licencias, 123.— La di-
ficultad en la versificación, 124.— El mal oído y la ignorancia, 124. — La mala educa-
ción, 125. — La libre voluntad del poeta, 125. — El descuido, 127.
Cap. Vil.— Palabras de lectura dudosa.
Colocación del acento, 129. — ídem de las licencias, 130. — ídem de la sinalefa y hiato, 130.
LIBRO TERCERO: ORTOLOGÍA PROSÓDICA
Capítulo I.— Palabras átonas.
Articulo 1.^ — Artículos y proposiciones, 182. — Naturaleza del artículo, 133. — Uso del
artículo, 134. — Uso de la preposición, 135.
Art. 2.** — Conjunciones, 146.
A7-Í. 3.°-=-Yocablos relativos, 137. — Definición do relativo, 137. — Relativos castellanos:
qiie, quien, cual, 13S. — Cuyo, donde, cuando, cuanto, cuan, como, 139. — La conjunción
que, 140. — Notas, 140. — Palabras interrogativas, 141.
Cap. II.— Palabras compuestas.
Artículo 1.° — Palabras castellanas, 142.
AH. 2."— Palabras latinas, 144.
Ari. 3.''— Palabras griegas, 145.
Cap. III.— Del verbo.
Su definición y divisiones, 147.
Articulo 1." — Accidentes del verbo. — Conjugación y sus divisiones, 148. — Modos, 148. —
Tiempos, 149. — Género, número y persona, 1.50.
Art. 2.° — Conjugación regular. — Radical y aumentos, 1.50. — Cuadro de las conj ugacjonos
regularos, 1.52. — Tiempos compuestos, 153. — Verbos semejantes al auxiliar haber, 153.
Art. 3.** — Conjugación irregular. — Formas primarias y consecuentes, 154. — Cuadro do
las irregularidades, reducidas á siete, 15.5. — Catálogo do los verbos irregulares: pri-
mera conjugación, 156. — Segunda conjugación, 161. — Tercera conjugación, 163. —
Vcrl)i)8 defectivos, 166. — Participios irregulares, 167.
Art. 4." — Complemento. — Verbos unipersonales, 167.— ídem impersonales, 167.- Voz
pasiva, 168. — Voz media, 168. — Conjugación perifrástica, 169.
Art. 5.°— Prosodia verbal, 170.
Cap. IV. -Del pronombre.
Definiciones, 172.
Artículo 1." — Pronombres personales y reflexivos: declinación, 174.
Art. 2.*»— Segunda l'orma do los personales: dativo do singular, 175.- Acusativo do sin-
— 379 —
guiar, 176. — Dativo de plural, 176. — Acusativo sirviendo de nominativo, 177. — Dativo
ético, 177.- -Colocación de estos pronombres, 177. — Prosodia de eUos delante del ver-
bo, 178. — Advertencias acerca de los sufijos, 179. — Prosodia de los sufijos pronomina-
les, 179. — Historia de los esdrújulos pronominales, 180. — Son inadmisibles en los mo-
dos personales, 182. — Reglas, 183.
Art. 3.° — Pronombres demostrativos, 184.
Cap. V.— Del adjetivo.
Definiciones, 184.
§ 1° — Prosodia general de los adjetivos, 185.
§ 2.* — Adjetivos posesivos, 186. — Forma completa, 187. — Forma apocopada, mi, tu, su, 187.
Cap. VI.— Del adverbio, 189.
Cap. Vil.— Del nombre.
Prosodia de los nombres, 190. — Metamorfosis de los tratamientos vuestra merced, 190.—
Vuestra señoría y vuestra excelencia, 191. — Género de los nombres, 192. — Plural de los
nombres, 192. — Plurales caprichosos, 193. —Plurales de los nombres propios, 193. —
Prosodia de los femeninos y plurales, 194.
Cap. VIII.— Prosodia general de las palabras tónicas.
Dificultades de un sistema prosódico completo, 195. — Reglas del acento, 196. — Cátalo-,
go alfabético de algunas voces de prosodia dudosa, 197.
LIBRO CUARTO: ORTOLOGÍA SILÁBICA
Capítulo I.— Vocales átonas.
Regla primera: Toda combinación de vocales átonas es siempre diptongo, 212. — Historia de
esta regla, 213. — Discusión:
Artículo 1.° — Fuerte y débil delante del acento; palabras simples; 213. — ídem compues-
tas, 214.
Ari. 2.° — Débil y fuerte delante del acento; palabras simples, 215. — Discusión de las pa-
labras Criador y criatura, 215. — ídem de otras palabras, 216. — Palabras compues-
tas, 220.
Art. 3.° — Dos débiles delante del acento, 220.
Art. 4.° — Dos fuertes delante del acento.
§ 1." — Palabras simples, 221.
§ 2.° — ídem compuestas, 223.
Art. 5.°— Combinaciones detrás del acento.
§ 1.° — Débil con fuerte. — Fuerte con débil.— Dos débiles, 225.
§ 2.® — Dos fuertes: crítica. Palabras simples, 336. — ídem compuestas, 227.
Art. 7.° — Prueba general histórica, 228. — Observación acerca de Criador y criatura,
234. — ídem sobre las vocales átonas fuertes, 235. — Número de diptongos, 236.
Art. 7.° — Combinaciones de tres vocales, 236.
Cap. II.— Fuerte tónica seguida de débil átona.
Regla segunda: Toda combinación de fuerte tónica con débil átona es diptongo, 236.
- 380 -
Cap. III.— Tónica con fuerte átona.
Regla tercera: Toda combinación de vocal tónica con fuerte átona es nzeu.r'ift, 237.
Ají. 1.° — Sinéresis de fuerte y débil.
§ 1.0— Fuerte con débil, 237.
§ 2.°— Débil con fuerte, 238.
Art. S.**— Sinéresis de dos fuertes, 240.
Apéndice sobre el vocablo real^ 241.
Ari. 3.° — Inflexiones verbales agudas con el sufijo, os.
§ I.'' — Imperativos, 243.
§ 2."— Presentes, pretéritos y futuros, 246.
Cap. IV.— Combinaciones tónicas de dos débiles.
Principios generales, 248.
Regla cuarta: Toda combinación iónica de dos vocales débiles es azeuxis, 249.
Art. 1.° — Combinaciones lu, úi,
AH. 2." — Combinaciones ii, iú, uú. 252.
Art. 3." — Combinación wí, 254.
Cap. V.— Débil átona seguida de fuerte tónica.— Reglas, 267.
Articulo 1.^ Discusión de la regla quinta: Toda vocal débil forma azeuxis con la tónica si-
guiente, cua)ido cada una j)erte7iece á distinto elemento componente, 268.
AH. 2.°— Discusión do la regla sexta: uá, uó son siempre azeuxis, si tío van detrás de conso-
nante gutural, 273. — Catálogo de las voces comprendidas en esta regla, agrupadas
bajo sus raíces, 273. — Catálogos de azeuxis y sinéresis, 275. — Discusión de cada pala-
bra, 281. — La excepción, 297.
Art. 3.° — Discusión de la regla séptima: iá, ló derivados de ía, ío, ó adyacentes ú la primera
cotiso7iante del vocablo, son también azeuxis, 297.— Critica de la regla 2.* y 3.* do la Aca-
demia, 298. — Vocabulario de esta regla, 299. — Catálogos de azeuxis y sinéresis, 303.
Discusión de cada palabra, 309.
Art. i.'^ — Discusión de la regla octava y última.
§ 1.° — Combinación iá con sus excepciones, 337.— Discusión de algunos verbos dudosos,
ansiar, co7iciliar, vaciar, etc., 339.
§ 2.° — Combinación ió, 343. — Excepciones, 344.
íj 3." — Combinación ié, 345. — Excepciones, 346. — Otros vocablos, 347.
§ 4.° — Combinación ué: excepciones, 349.
Cap. VI.— Valor de las licencias.
Los buenos y malos ortólogos, 353.— Catálogos relativos á las reglas 6." y 7.", 354. — Co-
mentarios, 3.58.
COMPLExMEXTO.— ORTOLOGÍA PERIÓDICA
Método y arto do bien loor, 361. — Cualidades de la voz, 362. — Preguntas é interrogacio-
nes, 362. — Influencia do los signos cadencíales, 363.
Apéndice.
Sobre el origen del culteranismo. — Testimonios de Lope, Castillejo y Gregorio Silves-
tre, 361.
Conclusión, 369.
índice alfabético do materias, 373.
ERRATAS PRINeiPALES
Pág. 18, última línea: en algunos ejemplares salió equivocado el tomo donde se halla la
novelita de Navarrete Ribera, que es el XXXIII.
Pág. 26, en el período histórico 1740-1790, falta el epígrafe Período de hierro^ que en la
impresión se omitió por descuido.
Pág . 69, el número del capítulo es VIII, y no XIII.
Pág. 100, números 115 y 116, dice Tersos en desílabo, debiendo ser disilabo.
Pág. 127, núm. 140, dice añade; debe ser añado.
Pág. 133, nota, deben suprimirse las comas que preceden y siguen al adverbio natural-
mente, y que una mano profana estampó allí.
Pág.'^2S9, el nombre Taso debe llevar doble s.
Pág. 254, al principio del art. 3.", en vez de tratar de esta palabra, debe decir tratar de cada
palábia.
Pág. 817, en la nota (a), la última palabra Milán debe tener acento en la i, el cual acen-
to falta en algunos ejemplares.
Pág. 333, en el ejemplo de Castellanos, donde dice desterir, debe leerse desferir.
Pág. 351, la suma de los diptongos de la segunda columna no sale, porque quedaron sin
estampar 4 diptongos pertenecientes á Valbuena.
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